Veo gente muerta (otra vez) Sinceramente no se entiende la persistencia por parte de los distribuidores locales en lo que respecta a estrenar en salas comerciales productos tan pero tan mediocres como Extrañas Apariciones 2 (The Haunting in Connecticut 2: Ghosts of Georgia, 2013): hablamos de realizaciones paupérrimas a nivel artístico que en Estados Unidos se ofrecen de manera masiva mediante el sistema “pay per view” (reemplazo desde hace años de los viejos lanzamientos directos a DVD/ Blu Ray) y a veces hasta pueden llegar a recibir una salida limitada en cuanto a “exhibiciones tradicionales” (si es que acaso la reciben, por supuesto). Mientras que el público clásico del terror ya conoce de antemano las características de este tipo de convites mainstream, las nuevas generaciones y los adolescentes suelen ser las víctimas favoritas de los responsables de turno. Recordemos que Invocando Espíritus (The Haunting in Connecticut, 2009) ya era de por sí una propuesta por momentos insoportable en la que sólo se destacaban el regreso de la bellísima Virginia Madsen, luego de años de trabajos olvidables, y algunos detalles en lo referido al duro contexto socioeconómico norteamericano, principalmente en función de los problemas varios de los protagonistas. Con tantas obras alternativas que combinan de modo mucho más eficaz subgéneros, estilos y vertientes diversas, actualmente sabe a rancio que desde la industria se siga insistiendo con la triste fórmula compuesta por los fantasmas psicópatas extraídos del J-Horror, las referencias a La Casa Embrujada (The Haunting, 1963), un bus effect de rasgos cíclicos, el súper quemado “veo gente muerta” de Sexto Sentido (The Sixth Sense, 1999), y una estructura extremadamente previsible, en la que cada giro se ve llegar desde kilómetros de distancia y no se incorpora ninguna novedad significativa para con la mixtura original. De hecho, esta secuela se abre camino a través del devenir de un clan en el que las mujeres nacen con el don/ condena de ver y dialogar con espectros (en la primera sólo los enfermos terminales poseían esta facultad, por estar en la frontera entre el mundo de los muertos y el de los vivos), sumado a la mala suerte de mudarse a una casona rural en la que “habitan” un popurrí de almas en pena (el diseño de producción y los CGI del desenlace son los únicos elementos realmente destacables). Sin mayor conexión entre films más allá del estar basados en supuestos “acontecimientos verídicos”, ambos opus son igual de deficitarios…
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Extrañas Apariciones 2 se suma a la lista de películas basadas en las investigaciones de Ed y Lorraine Warren. Sí, el difunto demonólogo y la viuda médium que inspiraron The Amityville Horror, The Haunted, la primera parte de la presente y esa gloria hecha película de horror que es El Conjuro. Pero este dato de la pareja de ghost hunters es sólo eso, mera información, no implica nada, la única relación entre las películas mencionadas es su pertenencia al género y el protagonismo de un espacio físico habitado por incorpóreos macarras del infierno. Y son tan disímiles las obras basadas en estas supuestas historias reales que podemos pasar de un milagro narrativo como El Conjuro a la exasperante Extrañas Apariciones 2. Una segunda parte que no solo no tiene ligazón con la historia de su predecesora sino que incluso logra que el título original -The Haunting in Connecticut 2- pierda sentido debido al cambio del estado en donde se desarrolla la trama. Nos vamos del norte y bajamos hasta Georgia para una historia de fantasmas como el sur americano se merece, con espíritus de blancos malos -bueno, hay un blanco bueno pariente del malo- y negros esclavos.
Por si alguien se pregunta cuando se estrenó en el país la primera parte de "Extrañas apariciones 2", vale la pena aclarar que fue en el 2009 y lo hizo con el título "Invocando espíritus", aunque si se la perdieron en aquella oportunidad no tienen de que preocuparse, ya que esta segunda entrega no es una continuación, sinó que cuenta una historia completamente nueva. Usando los elementos más clásicos, pero efectivos del género de terror (al igual que Sinister o la saga Insidious), el film que hoy llega a los cines sigue la misma línea de su predecesora al tomar como punto de partida un caso real (la primera parte ocurrió en 1987, la segunda en 1998) para crear una tradicional historia de fantasmas que, si bien no aporta ningún elemento nuevo ni original, no va a defraudar a los seguidores de este tipo de películas. Dirigida por el debutante Tom Elkins (quien supo colaborar en rubros técnicos de títulos como Se busca, Vuelo nocturno y El código Da Vinci), "Extrañas apariciones 2" logra atrapar desde la primer escena y proporciona más de un susto durante la hora cuarenta de duración, aunque muchos de ellos sean producto de un buen trabajo en la edición de sonido. El film no se toma ningún tipo de preámbulo y ya desde el primer minuto vemos a Lisa (Abigail Spencer, de Oz el poderoso y Cowboys vs Aliens) sentada en su cama intentando alejar de su mente a esos fantasmas que acechan en la esquina del dormitorio. Sobre la mesa de luz, un frasco de pastillas nos hace preguntar si en verdad están ahí o son producto de su imaginación. Tras mudarse a una nueva casa en medio del bosque, siempre dentro del estado de Georgia, junto a su hija y su marido Andy (Chad Michael Murray, de la serie One Tree Hill), vemos como la pequeña Heidi también percibe la presencia de un fantasma, un anciano al que sólo ella puede ver y al que llama señor Gordy. La llegada de Joyce, hermana de Lisa, devela lo que en un principio podía haber sido el eje argumental de la historia antes de que se dispare hacia otro punto totalmente diferente, que tanto ambas hermanas, como la pequeña Heidi, nacieron con una especie de ¿don? que les permite ver y comunicarse con seres del más allá, cualidad que también poseía la madre de ambas. La tranquilidad del lugar dará paso a situaciones cada vez más tensas y violentas cuando extrañas apariciones no tan pacíficas como el señor Gordy den paso a una investigación que revelará un oscuro secreto oculto por varias generaciones. El film seguramente se tome demasiadas licencias con respecto a los hechos ocurridos en la vida real a la familia Wyrick, ya que, si bien cumple el objetivo de entretener y seguramente va a provocar múltiples sobresaltos en la platea, cuesta creer que mucho de lo que se ve en pantalla realmente haya sido tal como se cuenta. Pero para quienes quieran acercarse más a la historia verdadera, pueden buscar el documental que en el 2002 realizó Discovery Channel titulado "A Haunting in Georgia". Debido al éxito de la primera parte hace ya cinco años (éxito teniendo en cuenta el bajo presupuesto, claro), se anunciaron dos secuelas totalmente independientes entre sí. La primera ocurrió en Connecticut, la segunda en Georgia y la idea es que la tercera transcurra en Nueva York. Seguramente los productores ya deben estar buscando una historia real que sirva de inspiración para la próxima entrega de una saga que puede seguir por varias películas más, siempre en cuando el nivel no decaiga y el público responda.
No puede pasarse por alto que Extrañas Apariciones es un título que llega destiempo, a destiempo de todo. Ya ese sólo hecho lo hace un film verdadera curioso en la cartelera. Empecemos remarcando que llega a nuestro país un año más tarde que su estreno en EE.UU.; que aquí la primera parte no se conoció como Extrañas Apariciones “1” – este fue su título en México - sino como Invocando Espíritus; y además su título original ya no guarda coherencia tampoco, se sigue llamando Haunting in Connecticut cuando en verdad la historia – sin relación con la anterior – sucede en Georgia (tal cual lo aclara en el subtítulo). Aún si obviáramos estas peculiaridades estamos frente a un film que pertenece a una temática que, en el mundo tan fluctuante como el del género de terror, pertenece a una “moda” que “ya pasó”, la de los films de casas embrujadas por espíritus con asuntos pendientes, dispuestos a tomar “posesión” de los nuevos integrantes. Claro, todo toma más claridad si vemos que el año pasado, James Wan la pego por dos con El Conjuro y la secuela de Insidious, talvez revitalizando el subgénero. Veamos, “primera parte” tenía el atractivo de la siempre llamativa Virginia Madsen como una madre que pasaba todas las penurias cuando se mudaba a una casa en Connecticut y su hijo enfermo de Cancer tenía visones y era poseído por un espíritu vengativo. También estaba Elias Koteas como el Padre exorcista. Aquí esos mínimos alicientes desaparecieron. La historia ahora es la del matrimonio de Lisa y Andy que se mudan a una casa en Georgia junto a su hija Heidi y la hermana de Lisa, Joyce. Claro, la casa viene con espíritus incluidos. Pero hay algo más, Lisa y Joyce justo poseen el don de ver fantasmas, lo heredaron de su madre, y tal parece que Heidi tiene ese don también, en fin, casualidades, o no, no importa. Así, el ignoto Tom Elkins (el director) va a hacer uso de todas las armas frecuentes de estas películas para contarnos a través de flashbacks y apariciones varias la historia de los integrantes anteriores de la casa y del pueblo, y parece que viene pesada. Lisa y Joyce se toman el tema de la visiones de modos diferentes, y en el medio Heidi, la nenita, sufre y se espanta. Extrañas apariciones 2 no es un film de terror, aún menos que Invocando espíritus, es un drama sobre tres mujeres que ven fantasmas y se enteran de un hecho feo del pasado del pueblo; hay algunos golpes de efectos, movimientos de cámara y música incidental para el caso, pero no va más allá de eso. Todo en la película apunta al promedio, no tiene otras aspiraciones, y así se conduce al espectador a una suerte de letargo, del que solo saldrá cuando la música retumbe. Casi no hay caras conocidas, tal vez a alguno le resulte conocido el carlindo Chad Michael Murray como Andy. El resto del elenco lo integran Abigail Spencer (Lisa), Katee Sackhoff (Joyce) y Emily Alyn Lind (Heidi) todos con interpretaciones sin destacar, como la mayoría de los elementos que rodean este film. Al final, las intrigas mayores no tienen que ver con el argumento sino con todo lo que rodea a su estreno, y al oportunismo de un título algo engañoso.
"Con el caballo cansado" En el 2009 se estrenaba en nuestro país “Invocando Espiritus”, el más que correcto film de terror dirigido por Peter Cornwell, basado en los hechos reales que vivió la familia Parker, en el estado de Connecticut, durante la década del 80. Dichos sucesos tomaron mucha notoriedad pública años después gracias a diferentes investigaciones que le dieron verosimilitud a lo ocurrido, algo que no es muy normal en esta clase de acontecimientos. Incluso Ed y Lorraine Warren, los investigadores paranormales más reconocidos del mundo, sentenciaron que lo que les tocó vivir a los Parker en aquel momento fue de lo más escalofriante que tuvieron que investigar en su extensa (y más que terrorífica) carrera. Lo llamativo de aquella producción es que, si bien estaba plagada de elementos dignos del género de terror, ofrecía en líneas generales una historia de suspenso bastante realista y fuerte acerca de las terribles consecuencias que conlleva experimentar fenómenos paranormales y no saber cómo afrontarlos. Por eso no es exagerado posicionar a “Invocando Espíritus” como una de las mejores películas de posesiones y fantasmas (basadas en hechos reales) de los últimos años previos a la llegada de la contundente y certera “El Conjuro” de James Wan. “Extrañas apariciones 2“(títulos incorrectos si los hay) es una secuela del trabajo de Cornwell, pero no en el sentido argumental, sino más bien en la estética y la forma de trabajar esta clases de historias, tratando de elaborar un buen relato de suspenso con tintes dramáticos por sobre un film de terror. Si bien en esta ocasión la historia carece de demasiada originalidad debido al exitoso desembarco que tuvo el film de James Wan el año pasado, donde también se trabajó esta misma temática, hay que reconocer que “The Haunting in Connecticut 2” no es un film de mala calidad ni tampoco aburrido, sino que simplemente tuvo la mala suerte de ser inoportuno. Tendrán que pasar un par de años para que la sombra de “El Conjuro” no opaque todas las producciones de su misma índole, sin importar el país de donde vengan. Repito: El gran inconveniente que presenta el trabajo de Tom Elkins (editor de la primera entrega) es que tiene casi no tiene nada nuevo para ofrecer a este subgénero. A excepción de contar la efectiva historia de una familia donde las mujeres son todas médiums y el hecho de ver fantasmas es tan traumático como corriente, “Extrañas apariciones 2” no aporta demasiado y por momentos cae en ciertos lugares comunes que el espectador prefiere a esta altura evitar. Como no podía ser de otra forma, nuevamente la ventaja de estar basada en hechos reales (el caso de la familia Wyrick, ocurrido en Georgia a finales de la década del 80) y el discreto tono que le dieron a esta producción, al igual que su antecesora, hacen que se trate de una propuesta que se deja ver y entretiene siempre y cuando las expectativas no sean muy altas. No es casualidad encontrar tantas similitudes entre ésta película y la que dirigió Cornwell en su momento, ya que se nota que la intención de los productores estan buscando consolidar una saga con estilo propio para narrar diferentes historias. Tampoco nos debería extrañar que, a menos de un año de su estreno, “El Conjuro” siga siendo, por lejos, la mejor propuesta cinematográfica con la que te puedas topar si estas buscando verdaderas y escalofriantes historias.
Extrañas apariciones 2 es la demorada continuación del film Invocando espíritus, estrenada en el 2009. Una película que resultó bastante castigada en las reseñas por algunos lectores de esta web. En su momento me pareció que no era tan terrible como para matarla y presentó buenas actuaciones de Virgina Madsen, Elias Koteas y Kylle Gallner (Pesadilla). La nueva entrega no tiene absolutamente nada que ver con el film anterior y brinda otra historia basada en hechos reales sobre fantasmas y fenómenos paranormales. La verdad que después de lo que fue El conjuro, de James Wan, los productores de Hollywood deberían darle un descanso a esta temática. De ese modo se evitarían crear fiascos comerciales que ni siquiera son bien recibidos por los seguidores del género. Esta película presenta un muy buen trabajo en la fotografía, el sonido y las interpretaciones de los protagonistas pero no logra brindar ningún elemento interesante a la hora de tratar estos temas. El film no le escapó a ningún cliché sobre historias de fantasmas y ahí es donde se viene abajo la propuesta. El que se te ocurra lo encontrás en este estreno. No falta la familia que se muda a una casa nueva y de repente suceden cosas raras en el lugar. La hija del matrimonio que empieza a comunicarse con espíritus. Los clásicos fantasmitas piqueteros que protestan para denunciar un hecho ocurrido en el pasado, las escenas de flashbacks que explican el origen del mal y los típicos momentos de susto que vimos un millón de veces. Una lástima porque el film tiene algunos momentos relacionados con los asuntos paranormales que están bien realizados, pero en términos generales es una propuesta que uno borró de su mente media hora después de verla. Algo que también le jugó en contra a este film es que el director Tom Elkins (editor de Invocando espiritus) muestra con tanta soltura a los fantasmas desde los primeros minutos que a la mitad de la historia terminaron por aburrir. Un detalle que hasta los dibujos animados de Scooby Doo supieran cuidar mejor. Supongo que aquellos que no se aburrieron todavía con estos relatos y no les importa ver lo mismo de siempre podrán disfrutarla un poco más. Por mi parte insisto, hay que darle unas vacaciones a los fantasmas en el cine.
Basada en hechos reales, esta secuela -que no es una continuación directa del film de 2009, protagonizado por Virginia Madsen y Kyle Gallner- adentra al espectador en la historia de Lisa y Andy Wyrick (papeles interpretados por Abigail Spencer y Chad Michael Murray), un matrimonio que se muda desde Atlanta a una casa “soñada” ubicada en el campo en Pine Mountain, Georgia. Poco después de mudarse a lo que parece un lugar ideal, la pareja comienza a preocuparse cuando su pequeña hija Heidi (buen trabajo de la pequeña actriz Emily Alyn Lind, reconocida por su trabajo en la serie “Revenge”) comienza a ver a un extraño hombre, un tal Sr. Gordy (Grant James), que nadie más ve y con el que comienza a interactuar. Poco a poco vamos enterándonos que tanto la niña como su madre y su tía Joyce (papel a cargo de Ketee Sackhoff), quien llega para instalarse con ellos, tienen el don de ver espíritus y escuchar voces de gente muerta, una especie de médiums (al pasar se menciona una creencia que tiene que ver con la “mitología del velo”). El asunto es que Lisa es quien no acepta esta habilidad, por lo que se mantiene bajo los efectos de un medicamento que bloquea sus visiones. Esta familia comienza a ser testigo de aterradores fenómenos en y alrededor de la casa, los cuales los van guiando hacia pistas sobre un terrible misterio que ha permanecido en secreto por generaciones y que tiene que ver con unos esclavos a los que se les ofrecía refugio en esos terrenos para “ayudarlos” a escapar de su condición. El problema de esta primera película dirigida por Tom Elkins (quien se ha desempeñado como editor de varias películas del género, incluída su predecesora) es que no asusta ni sobresalta, dedicando gran parte del metraje en crear un suspenso que no se logra del todo. Sólo se puede rescatar su tramo final cuando, tras tanta lentitud, la trama -la cual recae prácticamente en el personaje de la niña- revela lo que verdaderamente sucedió allí y la conexión de ese hecho con la condición que lleva consigo desde siempre el personaje de Abigail Spencer. Podría haber sido mucho mejor.
Fantasmas molestos Hace poco se estrenó en Buenos Aires ¨12 años de esclavitud (12 Years a Slave, 2013), película que pone en escena nuevamente las torturas sufridas por los esclavos de color en el Siglo XIX. Extrañas apariciones 2 (The Haunting in Connecticut 2: Ghosts of Georgia, 2012) hace lo propio desde el género de terror. El resultado es un film que abusa tanto de los recursos del montaje para impresionar al espectador que termina molestando visualmente. Todo comienza -como siempre- con la llegada de una familia a una nueva casa en el campo. Por herencia familiar, madre e hija (y también tía) son médium, es decir, escuchan voces del más allá. La madre toma pastillas por ese tema mientras que la niña tiene amigos imaginarios. Lo que no se imaginan (los personajes, el espectador si) es que la casa está embrujada, porque hace muchos años unos esclavos negros fueron escondidos en la zona por el “Jefe de Estación”, según cuenta la leyenda. Si bien el argumento de Extrañas apariciones 2 no es novedoso –ni pretende serlo-, su mayor problema radica en la construcción del suspenso: no existe. No hay una preparación del clima ni tiempo para generar la tensión necesaria para que la irrupción del fantasma produzca el sobresalto buscado. Las situaciones suceden demasiado rápido perdiendo toda sorpresa: fantasmas se ven de lejos, luego de cerca, luego son más feos, hasta parecen zombis. Hay un dato no menor que resulta al menos llamativo. Cualquier aclaración narrativa en la película es dirigida a la niña protagonista. Como si el film quisiera que nos identifiquemos con la pequeña, o al menos compartamos su mirada inocente ante los hechos. De esta manera se explicita la intención del film de subestimar al espectador. Pero es el abuso del efectismo (la aparición fantasmagórica acompañada de un sonido abrupto lo es, pero el montaje también) lo que termina por irritar y condenar al film a la categoría de menor en su género. Las imágenes de las apariciones se ralentizan, se aceleran, vibran, y tornan al blanco y negro o color sepia constantemente. Como si la presencia del espectro no fuera suficiente para asustar al espectador. Se entiende que siendo el maquillaje de los “monstruos” tan precario (gente pálida, cadáveres que denotan tipos disfrazados) se recurra al montaje para evitar tales defectos. Pero el resultado termina siendo peor: fantasmas que no asustan ni tampoco producen ningún sobresalto…sólo molestan.
Secuela genérica Extrañas Apariciones 2 (The Haunting in Connecticut 2: Ghosts of Georgia) es supuestamente una secuela de The Haunting in Connecticut, aunque no guardan ningún tipo de similitud. Lo que las asimila haciendo trazo bastante grueso es el hecho de estar “basada” en un caso investigado por Ed y Lorraine Warren. De lo demás, nada. No hay posesiones ni exorcismos en esta entrega y los eventos transcurren en Georgia que queda exactamente a 1364.45 Km de Connecticut (lo “googlee”). Entonces, con una película que se gana el premio al título más incoherente de la historia del cine. ¿Qué se puede esperar? Sólo que empeore. La opera prima de Tom Elkins tiene en sus primeros 15 minutos unos 10 sobresaltos inducidos por sonido. Ya desde el arranque se toma la primera de las múltiples malas decisiones de la cinta. Estos sobresaltos inmunizan al espectador volviendo a los otros 40 que tiene durante el total del metraje, demasiado cansadores. Otro factor que atenta contra la creación y sostenimiento de un ambiente propicio para general miedo o aunque sea incomodidad, es hacer abuso del cambio de registro en la cámara. Tom Elkins, que se hizo un nombre en Hollywood por su trabajo como editor, parece desconocer que un montaje basado en imágenes con diversidad en la colorimetría, estilo y grano, unidas de manera rápida como si fuera un videoclip no es ni única manera de crear ritmo ni el camino más adecuado para generar climas. El film crea un registro muy marcado para cada una de estas variables, entonces, las visiones de los protagonistas están en un tono que emula al bleach bypass (un color medio plateado), los flashbacks en un sepia casi amarillo con un grano bastante grueso y las apariciones de los espectros “malos” en tonos más azulados. Esto sumado a planos en cámara lenta y varios recursos más dan como resultado un pastiche que no encuentra en el guión ningún fundamento. Cambios de este tipo, e incluso más agresivos, se pueden encontrar en joyas como Asesinos por Naturaleza de Oliver Stone o La Casa de los 1000 Cuerpos de Rob Zombie, en donde su utilización sigue no sólo la lógica argumental sino además marca una posición estilística que abre al tratamiento de temas planteados por la obra. Ese claramente no es el caso de Extrañas Apariciones 2. Este film es tan inerte en su construcción, tan impersonal, tan falto de sangre y carente de pasión que pudo haber sido la secuela mala de cualquier película basada en fantasmas realizada en los últimos 10 años. Extrañas Apariciones 2 tiene un guión totalmente chato, que por ausencia de ideas, recurre insistentemente en las sombras que pasan por detrás de los protagonistas. Por otro lado, la fotografía y la banda sonora tienen un nivel de correctísimo tal que no sólo la vuelve impersonal sino además, por momentos, parece ubicarla en una posición neutral respecto al género en el que se ubica. La tensión entre el escrito y este aspecto del apartado técnico acompaña todo el desarrollo del metraje volviendo el visionado una experiencia poco placentera. Al final, cuando uno sólo espera que el martirio termine de una vez por todas, el giro, la revelación o cual sea la palabra indicada para nombrar a esa moda de los últimos años que obliga a una película a dar un cambio argumental drástico en los últimos minutos, es una estupidez tan grande que uno como espectador lo supuso a los 5 minutos de comenzado el film pero deshecho la hipótesis por estúpida. La verdadera revelación sería que alguien de una explicación coherente sobre los motivos por los cuales se siguen distribuyendo este tipo de productos de tan baja calidad.
Casa nueva, fantasmas viejos. Con la excusa de relatar un hecho real por enésima vez, Extrañas apariciones 2 (segunda parte de la que se estrenó en Argentina en 2009 como Invocando espíritus) nos sumerge en la historia de una familia que se muda a su nuevo hogar y que sufre la visita de espíritus malintencionados. En una tentativa de causar terror, el director primerizo Tom Elkins narra como una niña empieza a contactarse con extraños seres, que nadie más puede ver, en la nueva vivienda familiar de los campos de Georgia. Fantasmas obviamente, y como hemos visto en miles de oportunidades relacionados con algún hecho tortuoso de un pasado irresuelto. Este sería el hilo conductor con su antecesora, sumando que ambas están supuestamente “basadas en hechos reales”, si es que fuese necesario unir ambas películas más allá del nombre de la franquicia: The Haunting in Connecticut, en su país de origen; y que aquí no sigue un nombre en particular. Este intento, no podemos llamarlo de otra forma, sólo puede causar terror en menores de 13 años, ya que espectadores mayores familiarizados con los elementos del género podrán adivinar, antes que ocurran, los recursos que utilizará burdamente el director. Floja por donde se la mire, obvia y hasta poco coherente. Porque, por si fuera poco, hasta intenta (infructuosamente) darse el lujo de tener tintes de drama emocional, cosa que también ya hemos visto, en películas con resultados mucho más logrados, como El Orfanato de J.A. Bayona. El error más grosero que comete Extrañas apariciones 2, no es contar una historia que es bastante común en películas de esta clase (lugar nuevo, hecho traumático del pasado, persona con cierta sensibilidad que agiliza la actividad fantasmal) sino más bien la torpe utilización que realiza de los recursos narrativos típicos del género. No se ve en ninguna escena una sóla buena idea que logre sorprender o sacarnos del eje de lo esperado en esta variedad de narraciones. Teniendo tan frescas en la memoria películas como El Conjuro (que prácticamente tiene el mismo argumento y también está basada en un hecho real) o Cacería Macabra, que intentan darle virtuosismo y hasta una vuelta de tuerca al género, es una lástima toparse con este relato que cree tan ingenuo a su posible consumidor y que además tan escaso respeto le tiene que le hace un póster con una imagen que nada tiene que ver con la película.
Extrañas apariciones 2 (su título original es The Haunting in Connecticut 2: The ghosts of Georgia), con el debut directorial de Tom Elkins, cuenta la historia de una familia que vive una casa poblada de espíritus, con mucha más pena que gloria. Veo gente muerta “Basado en una historia real” se puede leer al inicio de la película. Lisa (Abigail Spencer) no vive tranquila. Ve espíritus de gente muerta que le quieren decir algo, sin embargo ella no quiere escucharlos y toma fármacos para callar este don. Se muda con su hija Heidi y su marido Andy (Chad Michael Murray) a una casa en el bosque en Georgia, y se suma su hermana Joyce, que se instala en una casita cercana. Desde la primera noche experimentan las visitas de los espíritus de esa casa, que no es una casa cualquiera. Los espíritus tienen una historia sangrienta y angustiante que contar. Lo que no se imagina Lisa es que su hija también los ve, ellos tienen algo que decir y Heidi será quien los escuche y ayude. Lisa y Joyce no estarán ajenas al pedido de ayuda de los espíritus. Scary Movie Una familia se muda a una casa en el bosque. La casa tiene una historia tenebrosa. Madre e hija comparten un don, el de ver y hablar con los muertos. Se corta la luz o pasa algo cuando los espíritus aparecen. Y la mejor, los espíritus tienen algo para decir. Esto ya lo vi. Es frustrante ir a ver una película tan berreta. La fotografía es bastante exagerada, que acentúa de manera casi redundante los momentos en los que hay que asustarse (con poco éxito en general), es decir, cuando Lisa, Heidi o Joyce tienen visiones. Otro dato curioso que habla de lo mal hecha que está la película: la historia transcurre durante 20 días aproximadamente, sin embargo hay luna llena todas las noches. Me resultó totalmente inverosímil la reacción de Lisa para con las visiones de su hija. Le dice que las reprima, que no le cuente, pobre nena. Y la dejan sola todo el tiempo, y es sabido que cuando queda sola van a pasar cosas terribles. Son unos padres pésimos, no me generaron ningún tipo de empatía. Las actuaciones hacen un aporte escaso a la película, no se destacan. En cuanto al relato, la película se desarrolla lenta y repetitiva durante la primera mitad. Hay una seguidilla de apariciones tratando de asustar al espectador. Recién después de la mitad se hace un poco más llevadera la trama. La historia de los espíritus de la casa es lo único original en la película y lo único medianamente interesante que genera una cierta intriga. Conclusión Extrañas apariciones 2 es una suma de clichés de películas de terror. Ni siquiera es visualmente buena o prolija, sino que hace un uso exagerado de ciertos recursos intentando ser más contundente. Nada se luce en este film. El relato se redime un poco hacia el final, y el trasfondo tiene algo original, hasta ahí, sólo eso me parece digno de destacar. No sé qué tan basado en una historia real está, si quisieron hacer la gran Blair Witch no les salió. - See more at: http://altapeli.com/review-extranas-apariciones-2/#sthash.boxBNi8p.dpuf
Otra vuelta de tuerca a las clásicas historias de fantasmas basadas en supuestos hechos reales. Pero aquí, a diferencia de verdaderas gemas como EL CONJURO, nada funciona. Lo peor que puede ocurrir con una cinta de terror es que no asuste. Y eso es lo que sucede con este filme, rodado con desidia a base de golpes de efectos sonoros, y una reiteración de situaciones que elevan la sensación de dejavu. A esto, hay que sumar un reparto de desconocidos, muy limitados en sus interpretaciones y un guion plagado de explicaciones y justificaciones que nunca llegan a ser creíbles. Solo para incondicionales de los sustos fílmicos.
Apariciones atrapantes hasta que se repiten Este es uno de esos casos en los que el título argentino resulta bastante más sensato que el original. Es que uno se puede preguntar qué pueden tener que ver unos fantasmas de Georgia con los espíritus de Connecticut que queda tanto más al norte. En todo caso, en esta secuela del film de 2009 en el que actuaban Virginia Madsen y Martin Donovan, hay un esquema argumental bastante similar, sólo que aplicado a conflictos mas sureños. Todo empieza con el típico aviso de que ésta es una historia verídica aviso que a esta altura ya nadie puede creer demasiado dada la cantidad de películas de terror basadas en hechos reales-, y luego se ve cómo una familia se muda a una casa que aun quien no tenga mucha experiencia en parapsicología se podría dar cuenta de que está medio embrujada. Así es nomás, y tanto la madre como la pequeña hija de la familia, más la hermana que se muda cerca en su casa rodante, empiezan a ver elementos paranormales, espíritus buenos o malos. La que mas visiones tiene es la nena, y sus dichos hacen que la familia entienda que están en un lugar especial, ya que la casa formaba parte de lo que se llamaba "el ferrocarril subterráneo", es decir los túneles para liberar esclavos hacia el norte que existían antes de la Guerra de Secesión. Los espíritus en sí mismos no asustan demasiado, pero la historia es realmente interesante, y al menos hasta avanzada la mitad del film está bien narrada. En esta parte del argumento, no hay muchas escenas realmente aterradoras, pero sí un buen clima sobrenatural. Luego la historia va decayendo a repeticiones de cosas ya vistas en infinidad de films de terror de temas similares, y la película se alarga demasiado hasta llegar a un desenlace más o menos convincente, aunque no tanto como la primera mitad del film. Con mejores actores y un guión más contundente, ésta podría haber sido una película de terror realmente eficaz. Así, se puede ver, sobre todo en DVD.
Del mismo año que El conjuro , estrenada antes en muchos países, aunque aquí después, Extrañas apariciones 2 tiene muchas coincidencias con esa gran película de James Wan: la familia que va a una casa "con pasado", los fantasmas que se acercan, la vegetación, el fantasma flotante sobre la cama, el árbol ominoso con forma sorprendentemente parecida. Pero todo lo que enseñaba El conjuro con su narrativa tersa, con su clasicismo cruzado con el cine de los setenta, es aquí dejado de lado. El título original de esta película es The Haunting in Connecticut 2: Ghosts of Georgia , pero no hay relación de continuidad con The Haunting in Connecticut de 2009 con Virginia Madsen. Y no pasa en Connecticut con fantasmas que viajan desde Georgia, sino en Georgia, en un caso espectacular de esquizofrenia geográfica. Esta película consta de pocos personajes, al menos personajes vivos: madre, hija, padre, hermana de la madre. Todas las mujeres tienen el don o la maldición de ver fantasmas, de "percibir" más allá, o acá nomás, pero más profundamente. Y se mudan a una casa aislada, con mucha historia detrás, que incluye ¡esclavos! Es decir, esta película, caradura desde el comentado título, mezcla a los trajinados fantasmas digitales (no muy buenos) con el tema de moda. Podría estar bien eso, pasarse de rosca y jugarse por un tono jocoso de cine de explotación despreocupado, pero no: carente de sentido del humor, el film nos enfrenta con sus enormes debilidades a cara de perro. Y la seriedad buscada choca con golpes de efecto al por mayor (presencias que cruzan y parpadean y aparecen de pie con música fuerte), cualunquismo del punto de vista (¿y ese fantasma que se cruza el padre al final?), diálogos y actitudes imposibles (esa madre que niega lo que a ella misma le pasa), absurdos imparables (lógica espacial fantástica que no se explica, explicaciones ad hoc con flashbacks fragmentarios, paso al voleo de lo espiritual a lo material). Todo esto puede resumirse en que la película se basa en una arbitrariedad tras otra, un recurso gastado y artero tras otro, en una acumulación que sobre el final termina de derrumbar lo poco que había en pie. "Basada en una historia real", afirman, y eso se intenta reforzar poniendo carteles con la fecha exacta de cada evento. Mejor habría sido hacer un relato con alguna mínima consistencia.
Una casa que guarda sorpresas Otra vez el tema de las "casas encantadas". Ya lo habían tocado en la película anterior, pero como parece que el asunto caminó, apareció otra. En la primera, la acción sucedía en Connecticut, esta vez es en Georgia. En "Extrañas apariciones", había un chico enfermo, aquí hay una niña, pero nada enferma, la pequeña Heidi (Emily Alyn Lind). En la primera, Los Campbell tuvieron que enfrentarse con encantamientos, visiones tenebrosas y sonidos lastimeros, en la actual, los Wyrick sufrirán más porque los fantasmas van a ser mucho más feos que los otros. MADRE VIDENTE La película comienza bien: Lisa (Abigail Spencer) la madre joven de la nena es vidente, pero su identidad en ese plano le ha traído tantos disgustos, que niega su condición y apoyada por su esposo, Andy (Chad Michael Murray) toma medicamentos para no tener contacto con ellos. Sin embargo, empiezan a suceder cosas raras, ruidos, presencias y Heidi, la nena, que tiene el mismo nombre que la novela de Johanna Spyri, entabla relación con el señor Gordy (Grand James), un elegante caballero anciano y pulcro que siempre la observa, pero nunca le habla. Heidi simpatiza con el anciano y varias veces desaparece por breves espacios de tiempo. Entonces llega una tía joven, Joyce (Katee Sackhoff) que como buen miembro de la familia, también es vidente pero lo asume y entiende a la pequeña. FINAL TRAGICO "Extrañas apariciones 2", mantiene su interés hasta la mitad, pero cada vez que hay una aparición fantasmática muestra calaveras y lo peor que se puede hacer en un filme de terror que se precie, es mostrar estos efectos bajos y tontos. Porque lo oculto, aunque el esqueleto tuviera velo, sería más impactante que esto de verlos en toda su blancura. Poco sutil, Tom Elkins, el director, comienza a reiterar esos efectos, creyendo que el suspenso actúa por repetición y va complicando la historia que va y viene haciéndonos creer que el malo es uno y es otro y así sucesivamente. En síntesis, desde la mitad hacia adelante el filme se viene abajo, solo interesa el final que es muy trágico, pero hasta llegar hay que aguantar muchos golpes bajos. El ritmo se achata, el suspenso es escaso y solo se rescatan las actuaciones de Abigail Spencer, en el papel de Lisa, la madre; la sugerente presencia de Grant James (Mr. Gordy), la pequeña Emily Alyn Lind, como Heidi y Chad Michael Murray, en el papel de Andy, el padre.
Esclavitud fantasmal “¡Tengo un haaaacha!”, avisa el protagonista mientras se asoma tímidamente para entrar a un ambiente. Hace una mueca de inseguridad, ni él cree al peligro que se expone. Y el espectador tampoco al ver esta (tardía e innecesaria) segunda parte de Extrañas apariciones (The Haunting in Connecticut) que jamás termina de convencerse a sí misma. Es tibia. Basado en hechos reales, ocurridos en 1993, los Wyrick, papá Andy (Chad Michael Murray), mamá Lisa (Abigail Spencer) y la pequeña Heidi (Emily Alyn Lind) se van a vivir a una casa de campo en Pine Mountain, Georgia. Al combo se suma Joyce (Katee Sackhoff), que se aloja en una casilla rodante, vecina a la casona familiar. Extrañas apariciones 2 no pierde el tiempo en mostrar que las tres mujeres tienen un “velo”, curiosa forma de describir el poder sobrenatural para percibir cosas en otra dimensión. Sólo basta con observar detenidamente una situación. La fotografía del filme, las prolijas puestas en escena (que parecen interiores más que exteriores), protagonistas de pulcra estética y una frenética edición de imágenes aglomeran un producto digno de una serie televisiva al que sólo le faltan las tandas publicitarias. A cada rato, este filme necesita revalidar el susto, no generar suspenso, sino atropellar una débil historia de una niña perturbada por Mr. Gordy, un anciano (al que sólo ella puede ver), que le legará un inquietante misión espectral. La banda de sonido es lo único que sobresalta a las mujeres que se topan repentinamente cara a cara con cadáveres en descomposición. Y además, como si el tema no se hubiese tocado ya, aparecen fantasmas de esclavos negros del siglo XIX. El reclamo en búsqueda de la libertad podría enlazarse con una versión sobrenatural de la correcta 12 años de esclavitud. Como si los actores dirigidos por Steve McQueen hubiesen viajado hacia ese tenebroso bosque de Georgia, para dar con un temible sujeto con hábitos de coleccionismo, no muy convencionales.
Estilo colonial A una década de que los fantasmas japoneses hicieran furor, con títulos como The Ring, The Grudge y Llamada perdida, la compañía norteamericana Gold Circle se anima con una saga “basada en hechos reales”. No es el único hilo común: ambas se titulan, originalmente, El hechizo en Connecticut, aunque esta secuela ocurra en Georgia. Aparte del grueso arbitrio (un aplauso aquí para el titulador), Extrañas apariciones 2 es superior a la anterior. Siguiendo el impulso de El mayordomo y 12 años de esclavitud, la acción se sitúa en una pradera antiguamente ocupada por esclavos. Los Wyrick ocupan la granja sureña y tanto Lisa como su hija Heidi tienen visiones de personas que corren entre los pastizales o cuelgan de una soga; Lisa combate las visiones con pastillas, pero Heidi se hace amiga de Mr. Gordy, un fantasma de saco, corbata y sombrero, descendiente del latifundista que ocultó a esclavos fugitivos del Ku Klux Klan. Hay torturas con hilo y aguja, estilo Hellraiser, la eterna lucha del bien y el mal e imágenes de los Wyrick en 1993 (año de las apariciones) y al momento de realizar la película. ¿Envejecieron bien? Quizá la duda amerite ver la película.
La maldición de Connecticut que es de Georgia pero no le importa a nadie Hay películas que se las pueden definir con apenas un par de frases y no merecen mucho más análisis, porque no tienen nada significativo para brindar en una posible lectura crítica, ni siquiera desde sus defectos. Extrañas apariciones 2 es un claro ejemplo de lo anteriormente dicho, porque sin ser espantosamente mala, exhibe todo un catálogo de falencias ya vistas en muchos films de terror de segunda línea, en especial en ese subgénero que podríamos llamar “secuelas de medianos éxitos que se siguen produciendo porque son baratos y tienen un público garantizado que no exige más que algunos sustos de medio pelo” (lo sé, he sido demasiado descriptivo con el título): abuso de los trucos de edición para generar sobresaltos en el público, personajes poco desarrollados que jamás generan empatía, una seriedad en su tono que la termina volviendo muy aburrida, explicaciones en diálogos que redundan en lo que ya se está viendo y hasta mayor preocupación por exhibir atractivos cuerpos femeninos y masculinos que por el nivel de las actuaciones, que quedan en la mayor parte del metraje totalmente fuera de registro. Extrañas apariciones 2 ya está condenada desde el vamos con su título original, The haunting in Connecticut: ghosts in Georgia, que delata que es una secuela de una película de medio pelo con Virginia Madsen, Martin Donovan y Elias Koteas, basada en un hecho real, vinculado a apariciones fantasmales que aterrorizan a una familia recién mudada a una aislada casa, ocurrido en Connecticut. En esta nueva entrega se repite la premisa, pero en Georgia, y el film tiene tan poco para ofrecer, que hasta le cuesta despegarse de su predecesora y ni le da para llamarse The haunting in Georgia, que sería mucho más lógico. Y tan tibia es, que ni siquiera indigna, aún a pesar de evidenciar todo su oportunismo, su absoluta dependencia de esquemas narrativos y estéticos ya agotados. De ahí que lo único que se me ocurre aportar pasa por enfatizar que los tres actores principales tenían algo más que ofrecer y están absolutamente desperdiciados, por lo que vale la pena rescatar sus labores en otros papeles, en especial televisivos. En primera instancia, Abigail Spencer ha trabajado en unas cuantas series, entre la que podemos destacar Rectity, estrenada el año pasado en Sundance Channel con muy buenas críticas. Luego tenemos a Chad Michael Murray, que comenzó a hacerse notar a partir de apariciones en Gilmore girls y Dawson´s creek, para finalmente hacerse famoso en One Tree Hill, un drama adolescente mucho más interesante de lo que aparentaba. Y finalmente está Katee Sackhoff, que ha sabido sostener papeles de mujeres fuertes en la serie policial Longmire y el año pasado en Riddick. Todos ellos están tratados en Extrañas apariciones 2 como meras figuritas televisivas sin talento alguno, cuando en verdad lo tenían. Y les va tan mal como a la película.
Una rara concepción del tiempo narrativo e histórico parece animar tal vez de una manera no del todo deliberada a Extrañas apariciones 2, una película bastante más ambiciosa de lo que permiten suponer su título y su afiche promocional. Pero es justamente esa ambición desmedida lo que termina derrumbando el delicado castillo de suspenso que el director Tom Elkins había tratado de levantar desde las primeras imágenes. Al principio todo indica que se trata de un relato convencional: una joven familia que se muda a una vieja casa en el medio del bosque, a la cual poco después se suma la hermana de la mujer. La niña, la madre y la tía tienen la capacidad de percibir fantasmas, aunque la dueña de casa no lo considera un don sino una enfermedad. No quiere que su hijita sufra como ella ha sufrido durante toda su vida, un sufrimiento que trata de atenuar a base de pastillas y voluntad. Ese conflicto interior es el núcleo dramático de la película. Y en este punto adquiere un papel predominante la historia y la geografía de los Estados Unidos: el lugar donde ahora vive la familia queda en Georgia, uno de los principales Estados esclavistas del sur. La vieja casa y el bosque fueron el escenario de hechos atroces durante la Guerra de Secesión, a mediados del siglo XIX. Tan atroces que todavía hay almas en pena de esclavos por todas partes. Estos espectros claman por una especie de doble libertad, la que no gozaron en vida y la que tampoco consiguieron luego de morir de maneras espantosas. Necesitan ser escuchados por las mujeres de esa familia, le guste o no a la madre de la niña. Lo mejor de Extrañas apariciones 2, sin embargo, no es esta reivindicación retrospectiva –que amplifica en términos sobrenaturales lo que Doce años de esclavitud expone en términos realistas- sino el largo paréntesis de suspenso casi puro durante el cual se desarrolla el tema de lo que significa percibir fantasmas para una niña y para una madre. Lamentablemente el mensaje de corrección política se impuso al misterio, que también tiene su lógica pero no quiere quedar bien con nada que no sea su propia oscuridad.
Un parámetro inicial, justo de apreciación y análisis, del filme podría ser lo sucedido cuando el jefe me pidió…. (reconstruyo el diálogo) Jefe: - Héctor, hace vos la crítica de “Extrañas apariciones 2” Yo: - Pero jefe, no la vi. (juro que no quería eludir el trabajo) Jefe: - Sí la viste, cuando yo fui a ver otra porque ya la había visto. Es esa de la familia que se muda a una casa en el campo y hay fantasmas de esclavos… Yo: ¡Ah si! es verdad. La razón de que esta situación sea interesante es que se encuadra en lo que particularmente denomino la existencia de tres tipos de películas: 1) las muy buenas, 2) las muy malas 3) las otras, las del montón De las dos primeras categorías no te olvidas nunca, claro que por distintas razones. ¿Quién está dedicado a esta tarea se puede olvidar de “El Padrino” (1972), o quién que haya visto “Adiós abuelo” (1996) se podrá olvidar alguna vez de semejante esperpento? En el caso que me ocupa estamos frente a la tercera variable: es mala sin lugar a dudas. Pero ¿cuáles son las falencias? Salvo la dirección de fotografía, que si bien cumple con todos los requisitos para ser calificada como un gran cliché del género por su manufactura, se salva del incendio. El resto no sólo es un gran catalogo de lugares comunes ya harto vistos, sino que se le agrega lo desprolijo de su realización desde el mismo guión, como los mínimo diálogos insufribles, y esto sin detenernos ahora en la construcción de la historia y los personajes. Diseño de sonido con la intención del sobresalto por irrupción a partir de la elevación del volumen; desde la estética, la funcionalidad de apariciones y fantasmas sólo con reservas técnicas que ya no sorprenden a nadie,; el maquillaje más cerca de filmes paródicos del género que de una producción seria (ojala hubiese tomado el camino satírico). Todos típicos trucos. Montaje acelerado, por momentos sin diseño alguno, que parece estar al servicio de un nerviosismo que nunca se apodera del relato; luces centellantes, que intentan enceguecer a los concurrentes, (lastima no haberlo logrado); ruidos y más ruidos con ignorancia de la fuente de los mismos, lo que intentan ser sonidos angustiosos sin lograr inquietar a nadie. Otra variable de ingreso al filme es su leyenda de inicio: “basada en hechos reales”, el axioma se cumple a la perfección, cuando dice eso no le creas nada. Claro que algo de verdad siempre tienen, en este caso se puede decir que hubo esclavos negros en el gran país del norte. ¿Hubo? Hay casas de campo abandonadas y muy baratas. ¿Otra cosa? ¡Ah si!, hay idiotas todavía que cuando algo los asusta en vez de alejarse se acercan. Una vieja justificación de esta producción estaría dada por la boletería, siendo presentada como una secuela de "The Haunting in Connecticut" (2009), que tuvo buena repercusión. ¡Vaya uno a saber a causa de qué ahora apuntaría sólo a la recaudación.. ¿De qué va la historia? Al poco tiempo de mudarse a Connecticut una pareja se entera que su hija tiene amigos invisibles, que en realidad eran personas cuya existencia fue real, y comienzan a proliferar los encuentros misteriosos con personas que nadie más que ella parece ver, algunas almas buenas, pero otras no. El pavor se adueña de la pareja cuando ellos mismos son espectadores privilegiados de excepcionales sucesos alrededor de la casa, que contribuyen con elementos de lo que podría ser un turbador enigma que se ha mantenido en secreto durante más de un centenar de años. El punto es que toda esta construcción de los primeros minutos se desarma cuando el espectador se entera que madre e hija poseen ese don, o sea le han mentido, sólo que la madre se lo niega, pero para hacérselo recordar aparece la hermana que también es portadora de la misma “des-gracia”. Por si todo esto no alcanzara, hay dos elementos que ayudan a terminar de enterrar en el olvido este producto: uno hasta perdonable, las actuaciones de todo el casting, por ejemplo ver al padre abriendo una puerta hacia el sótano diciendo “tengo un hacha”, ni él se lo cree. La segunda, casi imperdonable, es el tema de los esclavos, nuevamente de boga en las oficinas de los productores de Hollywood: unos para ganar dinero, éste es caso, y otros además estatuillas de la Academia.
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