Genio y figura Es difícil hablar de una película como Favio: Crónica de un director (2015) porque en la nostalgia, en la anécdota precisa y el recuerdo más emotivo, se va configurando un complejo entramado de sensaciones que terminan por acercarnos, de una manera cercana, a la obra de un director tan esencial como Leonardo Favio. La película realiza un sentido homenaje desde la propia fascinación personal de Alejandro Venturini, realizador que durante varios años estuvo preparando esta película, aunque también es un documento que acercará a las nuevas generaciones a la obra de un genio. Acompañado por muchas personalidades cercanas a Favio (familiares, colegas, actores, etc.), Venturini desanda la carrera del director, un relato cronológico de su obra a cierta distancia de su muerte. También el film permite que la impronta y mística sea un hecho concreto y evidente. Otras anécdotas como la de Edgardo Nieva, cuando Favio casi lo deja fuera del proyecto de Gatica, el mono (1993), construyen al autor desde otro lugar, sin juzgar ni apuntar con el dedo. La obra de Leonardo Favio nos define cinematográficamente, y en el raccontto algo nos permite comprender su leyenda: su acercamiento al peronismo, su lucha y obsesión, su sentida historia personal, su infancia, su adolescencia, sus carencias. Venturini es con su cámara y habilidad para entrevistar, el nexo entre la oralidad y la realidad. Acompaña el relato con algunas imágenes tan icónicas de su carrera, y una banda sonora efectiva pero principalmente con la solidez narrativa que posibilita un disfrute total a pesar de la extensa duración del documental. Se entiende también que al ser un referente, y poseer una carrera tan vasta y potente, esas dos horas que asistimos a la crónica, hasta podrían ser pocas al abarcar lo inasible de un director necesario para constituir nuestra imagen e idiosincrasia. En el folclore de la anécdota, en el detalle de los espacios habitados por Favio, en la propia narración de él de algunas situaciones (Venturini pudo entrevistar a Favio tiempo antes de su muerte con su consentimiento, pero sólo fue autorizado a registrar audio), en los comentarios que no siempre son a favor sobre su rigurosidad laboral, la configuración del fantasma, la solidificación del mito, la construcción del monumento. Como frutilla del postre hay un cierre contundente, en el que la música envuelve y abraza la pantalla mientras se suceden imágenes de sus films, algo que no se podría haber logrado sin la mística y nostalgia que poco a poco Venturini impregna a lo largo Favio: Crónica de un director, un película sentida y honesta que recupera a Leonardo Favio y su trabajo para la posteridad.
Valioso documental sobre uno de los máximos directores argentinos de todos los tiempos. Con entrevistas a muchos de los que trabajaron con él -además de su hermano y amigos- e imágenes de las películas y palabras de Leonardo Favio que la cruzan de principio a fin, este documental es un homenaje hecho y derecho a quien fue el cineasta argentino clave de la historia. Favio ha mostrado en su obra un universo propio inspirado por sus intensas experiencias de vida (algo que cada vez se extraña más en películas hechas por gente que no sale demasiado de sus casas, escuelas de cine y barrios) y una manera de entender la construcción cinematográfica muy particular, que tomó de influencias de realizadores contemporáneos a él (Robert Bresson, Akira Kurosawa, la Nouvelle Vague francesa, el neorrealismo italiano, etc.) y otras muy propias (las leyendas locales, el radioteatro) para crear un combo único y muy personal, inimitable en todo el mundo. El documental se hace eco de la figura ya mítica de Favio y no intenta deconstruirla sino celebrarla. El formato del film es clásico: entrevistas a colaboradores de varias épocas, audios del propio Leonardo contando su/s historia/s, algunas reconstrucciones y escenas de casi todas sus películas, empezando por Crónica de un niño solo, pero sin seguir estrictamente un orden cronológico, prefiriendo más un recorrido del tipo anecdótico. Para los que desconocen la historia del realizador de El romance del Aniceto y la Francisca y El dependiente, la película de Venturini es una interesante introducción a su complejo y fascinante universo. Una buena forma de combinar biografía con filmografía y enmarcar sus películas en el mundo. En su mundo.
De su turbulenta infancia en Luján de Cuyo, Mendoza, hasta el retorno a ese pueblo pequeño mediante la danza, la música y la escenografía en Niceto, el realizador Alejandro Venturini aborda la vida de Leonardo Favio como un ciclo que se abre y cierra de manera coherente. Junto a testimonios de rigor del genial director (en audio) y fragmentos de una entrevista a Zuhair Jury, su hermano guionista y coprotagonista oculto fundamental de la gran aventura Favio, lo bueno del film es que machaca todas las obsesiones del autor de El dependiente: el peronismo, la patria chica, la soledad, la lucha por emerger de la pobreza, la solidaridad. Hay quizás elementos innecesarios, al borde del mal gusto (aunque el “buen gusto” en Favio adquiere extraordinaria subjetividad), como el testimonio de Juan José Camero, Graciela Borges y otros actores repitiendo líneas de sus personajes sobre el audio original. Es interesante el rescate del rol de la música en los films de Favio y es conmovedor el recuerdo del actor Edgardo Nieva respecto de la filmación de Gatica. En el balance, un documental bienvenido sobre una figura fundamental del cine.
UN CREADOR ÚNICO Es un documental especial, dirigido por Alejandro Venturini. Si bien se trata de una realización tradicional con testimonios de muchos conocidos, como el hermano de Favio Zuhair Jury, Eliseo Subiela, Graciela Borges, Juan José Stagnaro, Edgardo Nievas, Omar Quiroga, más un reportaje al realizador, tiene una cualidad que trasciende el recuerdo y la anécdota. Se sumerge en la emoción, la pasión, la visión de uno de los directores fundamentales del cine argentino. Creador de una mirada, un estilo, una profundidad original, a punto de ser considerado una legenda. Y su propia voz y de quienes tuvieron la oportunidad de trabajar con él, contribuyen a recrear y a permitir al espectador, penetrar en su mudo creativo, hecho de sabiduría popular, raíces, más que de conocimientos técnicos profundos. Un hombre que sabía lo que quería y que hasta el fin de sus días se dedicó a corregir lo que consideraba errores cuando su obra paso al DVD. Un documental para no perderse.
EL DIRECTOR DEL PUEBLO No es pretexto que quien escribe sea fanática obnubilada del gran director argentino que fue Leonardo Favio porque, claramente, también puede ser considerado un riesgo por necedad a la idolatría o por directa acusación, si lo que se refleja en un documental no equivale al verdadero perfil de tamaño autor como lo fue este señor. Favio: crónica de un director es el gran relato jamás hecho hasta el momento, el que mejor capta la historia filmográfica de una figura demasiado avanzada para su época. Los relatos que reúne este excelente film responden a bloques temáticos en la vida del director que se hilvanan con total naturalidad sin ceñirse a la cronología rigurosa de la vasta actividad de Favio. La naturalidad de los relatos que engloban a actores, sonidistas y fotógrafos -donde se destaca el guionista Zuhair Jury, hermano del también cantautor- invitan a descubrir la creatividad y desborde talentoso que con pocos recursos sentó en el cine nacional Leonardo Favio, algo hereditario también en su par sanguíneo, que goza de vuelo propio. Como espectadores, Venturini nos lleva a recorrer todas aquellas experiencias en vida que Favio supo trasladar a su filmografía gracias a una entrevista exclusiva mantenida tiempo atrás. Esos testimonios enriquecen y nos permiten comprender la sencillez de Favio, cuyas vivencias fueron puntapié para sus films más autorreferenciales. Prácticas tomadas de la calle, del folklore cuyano o del orfanato donde creció -por sólo nombrar algunas fuentes de inspiración- son factores que ninguna academia de cine le hubiese otorgado. Pero también vemos cómo este director y a veces cantante, actividad que desarrollaba para poder filmar -su verdadera pasión-, se inspiraba en el neorrealismo italiano, la nouvelle vague francesa y algunos autores como Akira Kurosawa y Robert Bresson. Aunque claro, siempre con esa impronta auténtica y original de su ojo cinematográfico. Este documental destacado en el pasado BAFICI y que ahora alcanza su merecido estreno comercial, brinda anécdotas atrapantes y un collage dinámico que detallan su origen y su juventud, los momentos de gloria, la soledad que perseguía a este genio que supo ganarse a la crítica y luego a los académicos. Venturini escapa a la vertiente aleccionadora en la que muchos documentales biográficos bucean sino que celebra esa parte filmográfica que tantas satisfacciones ha traído a Favio. Nos muestra al tipo detrás de la gran figura, revelando una infancia pobre y difícil que sin embargo no representó obstáculos para alcanzar aquello que deseaba. También presenta la pasión de este hombre por el arte y por la política militante peronista, siendo esta última en cierta parte génesis de sus últimas obras. Favio: crónica de un director se vuelve de visionado obligatorio para estudiantes, periodistas, fanáticos y todos aquellos que quieran acercarse a una mirada didáctica y celebrativa a la figura del director desde la concepción del debutante Venturini.
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Un creador capaz de contagiar su pasión. Homenaje riguroso y sentido a la expresión artística de uno de los grandes realizadores argentinos, el documental de Venturini incluye valiosos testimonios de algunos de los colaboradores más cercanos de Favio y también fragmentos selectos de todos sus films. Sería estéril, absurdo incluso, seguir discutiendo si Leonardo Favio es o no es el más importante director argentino de todos los tiempos. Lo indiscutible es que su obra, tan escasa como singular, es una de las más potentes y originales que haya dado el cine latinoamericano. Si su carrera paralela como cantante lo acercaba a las masas (particularmente, las femeninas, aunque sin excluir a nadie), sus primeros tres largometrajes definieron a un verdadero autor cinematográfico que, sin embargo, siempre filmó con la intención de apasionar a las mayorías. Luego de Juan Moreira y Nazareno Cruz y el lobo, dos de los mayores éxitos comerciales en la historia del cine nacional, y de Soñar, soñar llegaría el exilio por partido doble, de la Argentina y del cine. Diecisiete años más tarde volvería a ponerse detrás de una cámara con Gatica, el mono, regreso triunfal que demostraba, como un oasis en medio del desierto, el lamentable estado general del cine argentino de aquellos años. Algunas ediciones del Bafici atrás, Pablo Trapero desempolvó algunas imágenes de Favio dirigiendo a Edgardo Nieva a los gritos, pidiéndole que deje todo, alma y vida, en la escena que están rodando. Esa misma pasión parece habérsele contagiado a Alejandro Venturini a la hora de imaginar Favio: crónica de un director, cuyo origen es una entrevista que el cineasta mantuvo con el futuro documentalista en el año 2009, con la intención de ser publicada en un sitio web que nunca se materializó. Entrevista sonora, sin imágenes, donde el hombre del eterno pañuelo se despacha a gusto sobre los goces y dolores de hacer cine. Por aquel entonces Favio –que había estrenado hacía poco la versión musical del Aniceto– ya estaba enfermo, pero sus ansias seguían intactas. Alrededor de ese audio, Venturini orquesta un documental tradicional que hace las veces de homenaje y puede funcionar como puerta de entrada para aquellos que desconozcan su filmografía. Para ello, además de la voz del director de Crónica de un niño solo, aportan recuerdos, semblanzas y anécdotas de rodaje algunos de sus colaboradores y amigos más cercanos. Comenzando por su propio hermano –y guionista de muchos de sus films–, Jorge Zuhair Jury, gran narrador de remembranzas de timbre poético. “Era un pueblito extraño. Muy extraño. Medieval”. Así describe Jury a Luján de Cuyo, donde se crió junto a Favio y su medio hermano Horacio Labraña (quien también participa de la película), en una humilde casa de adobe, punto de inicio de este viaje semi cronológico. No todas las participaciones resultan tan emotivas o relevantes: las palabras de personalidades como Graciela Borges, Eliseo Subiela, Juan José Stagnaro o del propio Nieva rememoran situaciones delante y detrás de las cámaras que van de lo meramente anecdótico a lo intensamente iluminador. Por su parte, algunos colaboradores no tan reconocidos por el gran público –músicos y asistentes de dirección, entre otros– ofrecen un punto de vista en apariencia más técnico. Aunque que la técnica, en el cine, está íntimamente ligada a lo artístico. Las declaraciones obtenidas en esas entrevistas en estricto formato “cabeza parlante” parecen haber forzado a Venturini a organizar en parte el material y, por momentos, puede sentirse un cierto desequilibrio. Por caso, el tiempo dedicado a la realización de Aniceto (2008) duplica al que el documental le obsequia a El romance del Aniceto y la Francisca. El segmento enfocado en Crónica de un niño solo, por otro lado, parece quizá demasiado escueto, aunque la breve aparición de su protagonista (Diego Puente) en tiempo presente es uno de los hallazgos del documental. “El conocía lo que se sufre, la aislación, las ganas de libertad”, afirma en un pasaje particularmente emotivo. El regreso al cine con Gatica y, más tarde, con ese manifiesto de amor justicialista llamado Perón, sinfonía del sentimiento ocupa justificadamente la última media hora del film. Homenaje riguroso y sentido a la expresión artística de uno de los grandes realizadores argentinos, los fragmentos de los films de Favio incluidos demuestran indirecta y vergonzosamente el lamentable estado de conservación de títulos relativamente recientes. No es culpa de Venturini: por más empeño que pusiera, no hay mejores copias. La filmografía de Favio pide a gritos su restauración a partir de los negativos originales con la mejor tecnología disponible hoy en día.
Favio: retrato de un gran realizador Originalmente, Alejandro Venturini tenía la idea de entrevistar a varios cineastas argentinos y armar una página Web con todo ese material. El proyecto quedó trunco, pero ya tenía entre manos un material muy valioso: la palabra de Leonardo Favio , una figurita difícil, sobre todo en la época más cercana a su muerte, en noviembre de 2012. Decidió entonces sumar el testimonio de profesionales que trabajaron con el director de clásicos del cine nacional como Crónica de un niño solo, El dependiente y Nazareno Cruz y el lobo (aparecen su hermano Zuhair Jury, Graciela Borges, Juan José Stagnaro, Edgardo Nieva y Juan José Camero, entre otros) para reconstruir, en su ópera prima, el sentido de su obra y el relieve de una personalidad única. Desde el punto de vista formal, el documental es bien tradicional (básicamente, intercala las entrevistas con material de archivo de la filmografía de Favio). Pero la singularidad del realizador mendocino fue tal que el anecdotario se vuelve muy jugoso. Observadas en conjunto, las imágenes de cada una de sus películas revelan la heterogeneidad del arte de Favio, una amplitud de miras que sin embargo no conspiró contra la consolidación de un estilo. Es evidente que aquellos que tuvieron la oportunidad de conocerlo vibraron con esa energía tan particular que contagiaba ese artista mayor del cine argentino, vinculado desde siempre al derrotero de las clases populares y a la convulsionada historia del peronismo.
Único, personalísimo, inimitable. Con testimonios muy valiosos – su hermano, Zuhair Jury, y actores y directores que trabajaron con él o lo conocieron bien: Graciela Borges, Juan José Stagnaro, Edgardo Nieva, Juan José Camero, Eliseo Subiela-, más sus palabras y su cine, este documental funciona como rico homenaje a Leonardo Favio. El cineasta visceral, intuitivo, de talento volador, inspirado tanto en el cine que vio como en su propia experiencia: Favio conocía, y amaba, las cosas sobre las que filmaba, como aseguran varias voces en la película. El director, Alejandro Venturini, consigue con estos materiales transmitir la pasión de quien fue uno de los más grandes artistas argentinos y, sin duda, uno de los mayores cineastas de nuestra historia.
Leonardo Favio revive en retrato que mucho abarca En la pared de su oficinita de calle Pasteur, Leonardo Favio tenía un pequeño nicho con una vela encendida. Ahí estaban la Virgen de Luján, una foto de Evita y otra de un pibe en cueros, cruzando un baldío. "Ese es el Negro Cacerola, un amigo de infancia, que la madre nos daba pan con uvas", explicaba Leonardo Favio. Este sábado se cumplirán ya cuatro años de su muerte. Pocos meses antes Alejandro Venturini, joven cineasta, pudo conversar largamente con él, y grabar su voz, todavía llena de ternura. Ese es uno de los pilares de este rico documental sobre el artista mendocino. Otros pilares los proporcionan sus allegados de toda la vida, y sus colaboradores ocasionales. Hermosa, la pintura de infancia en Las Catitas y Luján de Cuyo, contada por Favio, sus hermanos Zuhair Jury, coguionista (que merece su propia película), y Horacio Labraña, productor, y los amigos Domingo Sarmiento y Luis Ferrando. Bastante acertada, la decisión de exponerlo todo con un sentido asociativo, más que cronológico. Muy lindos los momentos en que Diego Puente, Juanjo Camero, Graciela Borges y Natalia Pelayo alternan con sus propios personajes, y vuelven a vivirlos. Y muy informativos, e instructivos, los aportes de tantos compositores, directores de fotografía, etc. Pero, ya lo dice el refrán, "quien mucho abarca poco aprieta". Ese es el punto débil de este documental, que hubiera sido antológico de haberse concentrado sólo en algunos de los muchos aspectos que toca. Las dos horas que dura no le alcanzan para una exposición pareja y más profunda, y quedan afuera muchas cosas y unas cuantas personas cuya ausencia llama la atención. Igual vale la pena. Pero ahora, con lo que seguramente le sobró, sería ideal que Venturini pudiera hacer una miniserie.
SOBRE EL MEJOR DE TODOS Ya desde los primeros minutos de Favio: crónica de un director resplandece el recorte temático elegido por el realizador Alejandro Venturini para el documental sobre un personaje único e intransferible. Será Favio como cineasta en lugar de aquel otro como actor, cantante y militante peronista, acaso uno de los últimos que dijera “Perón” o “Evita” antes de murmurar el papá o mamá habitual. A puro cine, entonces, transcurrirá el documental valiéndose de anécdotas, entrevistas a cámara, testimonios, la voz en off de Favio y una estructura (bienvenida sea) alejada de la cronología. El documental de trabajo de Venturini recorre la infancia de Favio en Mendoza, la posterior llegada Buenos Aires y sus primeras intervenciones como actor pero el relato va y viene entre hechos lejanos y otros recientes que serán útiles para conformar la particular poética del creador. En ese punto las palabras de Jorge Zuhair Jury, cable a tierra público y privado de Favio, alimentan el profuso anecdotario y los ideales del director de la extraordinaria Soñar soñar. Se suman las voces de Graciela Borges, Juan José Camero, directores de fotografía y músicos de sus películas, otros familiares, amigos de la infancia, pero poco y nada de su pensamiento y compromiso con el peronismo (es decir, con Perón y Evita) y solo ocasionalmente algún apunte que refiere a su rol de cantante. Y está bien que sea así: la aluvional personalidad e Favio, avasallante y multifacética, requeriría de ocho, diez horas más que el par que invierte Venturini para este primer importante y logrado acercamiento a un personaje imborrable del que este sábado se cumplen cuatro años de su muerte. De allí que en la primera parte de Favio: crónica de un director los testimonios de su hermano Zuhair resulten los más claros y contundentes para descifrar a la sabiduría del maestro. Ese hablar pausado de Zuhair (también director: El fantástico mundo de la María Montiel, por ejemplo) va corriéndose a un costado en la media hora final del documental para dejarle paso a la voz y la figura de Edgardo Nieva, imborrable Gatica en el film del poeta del barro nacido en Luján de Cuyo. Cuando Nieva comienza a describir cómo se gestó Gatica, el Mono, la forma en que conoció a Zuhair y luego a Favio, los primeros encuentros con el futuro director y la desmesurada pasión que el actor le puso a su histórico rol, allí sí, el documental de Venturini transmite una inusitada emoción que condice con lo público y lo privado. Es decir, como si se tratara de un relato con su correspondiente crecimiento dramático, tal como ocurre en la película desde que Gatica pide un faso en la puerta de la cantina en su última noche y de allí hasta el final, el ida y vuelta entre la voz calma de Zuhair y la postura visceral y a punto de estallar en llanto de Nieva para contar lo suyo, ese último trayecto de Favio: crónica de un director, parece filmado por el mismísimo creador invocado en el documental. Entonces, nada más atendible que decir gracias Nieva, gracias Zuhair, gracias maestro Favio y gracias discípulo Venturini. FAVIO: CRÓNICA DE UN DIRECTOR Favio: crónica de un director. Argentina, 2015. Dirección: Alejandro Venturini. Testimonios: Jorge Zuhair Jury, Leonardo Favio, Graciela Borges, Edgardo Nievam Juan José Stagnaro, Juan José Camero. Duración: 120 minutos.
Alejandro Venturini presenta Favio: Crónica de un director, un recorrido por la historia de Leonardo Favio, con anécdotas de conocidos y familiares. “El cine es hermoso, es muy verdugo, pero es hermoso. Es como el amor cuando queres escapar de él no podes”. Con esta frase Favio define el oficio como director y como parte de la historia del cine, en un documental que encuentra el equilibrio entre el homenaje y el registro académico. Con una duración de dos horas, en ningún momento Favio: Crónica de un director se hace densa o extensa; todo lo contrario. La riqueza del trabajo del director no solo se refleja en su lograda filmografía, sino también en todo aquello que rodeaba el rodaje, aquellas anécdotas de familiares y conocidos; y aquellos que trabajaron con él. Desde Crónica de un niño solo; pasando por Soñar Soñar, Aniceto, Nazareno Cruz y el lobo; y llegando a hasta Gatica, el mono; Alejandro Venturini Falconi hace un recorrido por la obra del autor; que no era ajena a sus experiencias y su vida personal. A la par de las entrevistas, cada actor vuelve a recitar parte de sus trabajos, volviendo a quedar inmortalizados en la historia; incluso Natalia Pelayo vuelve a bailar una escena de Aniceto (2008). Favio: Crónica de un director da una muestra desde lo más íntimo, su pueblo natal de Mendoza, hasta lo más público, su relación con el peronismo.
Anécdotas sobre un grande Documental en el que quienes trabajaron con el director se refieren a él. En 2009, Alejandro Venturini le hizo una entrevista a Leonardo Favio para un sitio web que nunca se concretó. A partir de esas grabaciones nació Favio, crónica de un director, que recorre la filmografía de quien suele ser considerado el mejor cineasta argentino de la historia. Sin seguir un orden cronológico, la película está estructurada alrededor de los testimonios de actores, guionistas, musicalizadores y demás colaboradores que Favio tuvo a lo largo de los años. Y de la voz del propio director, rescatada -no con la mejor calidad sonora- de aquella entrevista inédita. Es un documental de especial interés para gente de cine, porque más que ahondar en la biografía del director, profundiza -quizá demasiado- en detalles técnicos de sus rodajes. Como suele ocurrir cuando hay “cabezas parlantes”, el interés se incrementa o decae de acuerdo a la pericia oratoria de los entrevistados. En este sentido, hay dos grandes sostenes. Uno es Zuhair Jury, hermano de Favio y guionista de la mayor parte de sus películas, que cuenta con voz hipnótica las anécdotas más jugosas. Y el otro es Edgardo Nieva, protagonista y factótum de Gatica, el mono, que aporta el relato más emotivo de todos.
Cuenta con varios testimonios e imágenes de varios cineastas argentinos, entre otras personalidades. Este documental tiene la palabra de Favio y su filmografía. Dirigida por Venturini quien estudió dirección en la Universidad del Cine y se especializó en guion y cine documental. Dirigió el corto “Elegía”, además de videoclips y documentales televisivos. También trabajó en sonido y cámara en largos documentales como El otro fútbol (2012) y La del Chango (2014). Esta película Declarada de Interés Cultural de la Nación.
No hubo ni habrá otro artista como Leonardo Favio. Irrumpió en el cine argentino en una época de quiebre, la Generación del ’60, cuna de nuevos y notables directores que dejaban atrás las producciones de los grandes estudios para privilegiar ambientes y temáticas más reales, más intimistas. Aún entre nombres tan fuertes, Favio se diferenció gracias a una sensibilidad única, poderosa. Desde Crónica de un Niño Solo (1964) hasta Aniceto (2008), dio films honestos y contundentes, con una épica especial. Fue uno de los cineastas argentinos que mejor absorbió la impronta de los maestros europeos (Bergman, Fellini, etc.) y lo incorporó a su obra, no para imitarlos sino incorporando a sus creaciones en sabor de aquellos hoy clásicos del viejo continente. Desde su muerte en 2012, la figura de Favio no hace más que crecer, y los homenajes abundan de manera saludable y sentida. Pero ninguno es tan completo como el documental Favio: Crónica de un Director (2015). Una sucesión de entrevistas a amigos, familiares y colegas permite conocer íntimamente a Fuad Jorge Jury (tal era su nombre verdadero), sus comienzos profesionales en el radioteatro, su carácter pasional, y es posible descubrir cómo episodios y personajes de su entorno -en especial, de Las Catitas, Luján de Cuyo, Mendoza, donde pasó su niñez- fueron cruciales para darle forma a su universo cinematográfico. También hay imágenes de las nueve películas que dirigió, pero el material más novedoso y notable es el audio de una entrevista que el director Alejandro Venturini le realizó al mismísimo Favio años atrás; los fragmentos de esta nota están distribuidos a lo largo del documental, que, como indica el título, se centra en su faceta como director (también hizo carrera como cantante, que le permitió llegar a más público). También se toca brevemente su carrera como actor, sobre todo en Dar la Cara (1962), de José Martínez Suárez. Los testimonios de Jorge Zuhair Jury (hermano y socio creativo), Eliseo Subiela, Graciela Borges, Edgardo Nieva y Juan José Camero, entre otros, no se quedan en anécdotas de rodaje, ya que sus palabras permiten conocer en detalle la visión de Favio y la manera de trabajar en el set. Vale prestar mucha atención a cómo Nieva terminó interpretando a Gatica. Otro de los puntos claves es la música original de Iván Wyszogrod, quien trabajó con Favio en Gatica, El Mono (1993), Perón: Sinfonía de un Sentimiento (1999) y Aniceto. Sus composiciones le aportan al documental una emotividad y un carácter más cercano al de Favio. Wyszogrod también aporta comentarios delante de cámara, incluyendo acerca de la importancia de saber de música por parte de los realizadores. Favio: Crónica de un Director resulta imprescindible, ideal para adentrarse en el universo de Favio por primera vez o para seguir descubriendo más sobre un genio del séptimo arte. Y cuando se trata de Favio, la expresión Arte nunca es caprichosa.
El melancólico soñador Sin un ánimo cronológico, sumario, Alejandro Venturini se introduce en el difícil desafío de los documentales sobre figuras que trascienden los límites para ser evocadas. Favio: Crónica de un director (2015) no niega la rigurosidad en la investigación cinematográfica, así como tampoco la sensación de homenaje constante a un modelo o ídolo para el propio Venturini.
Sin dudas, Favio fue “otra cosa” en el cine argentino. No necesariamente el mejor cineasta, pero sí uno de verdad, creativo, desaforado, preciso y original. Este film se basa en entrevistas y retrata la figura del realizador, pero también trata de que el valor de su cine sea mucho más que el elogio meramente sentimental. Algunos testimonios son antológicos, y las propias imágenes de Favio, en este contexto, adquieren una grandeza impresionante.
El corazón detrás de la cámara Si hay una ventana por donde entrar a este documental es aquella que hace foco en el amor por el cine. Ese es el motor que llevó a Alejandro Venturini a llevar adelante "Favio, crónica de un director". Claro, el cine y Leonardo Favio, desde ya, como dos puntas de un hilo rojo indestructible. La estética de este documental tiene la impronta de las películas del músico, actor y compositor mendocino, y allí radica su mayor acierto. A lo largo de dos horas, que en principio pueden parecer extensas pero luego son ampliamente disfrutables, se va contando la vida y obra de este autor. Desde su infancia en Luján de Cuyo hasta su paso por el reformatorio, que dio el leit motiv para "Crónica de un niño solo"; y todo el proceso creativo, de casting y de preproducción de películas icónicas en su filmografía como "Nazareno Cruz y el lobo"; "Juan Moreira", "Gatica, el mono" y "Aniceto". El perfil político del director y su pasión por el peronismo también se reflejan en esta historia, contada por su entorno familiar y los actores y productores que trabajaron a su lado. Lo más jugoso, sin embargo, se da con las propias palabras de Favio, extraídas de una entrevista aún inédita de 2009, en la que él exponía su devoción por el cine. "El cine es hermoso, es como el amor, cuando querés escapar no podés", dice Favio, con su acostumbrada simpleza y brutal contundencia sensible. Para los amantes del cine, imperdible.
Escuchá el audio haciendo clic en "ver crítica original". Los domingos de 21 a 24 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli.
Crítica emitida en Cartelera 1030-sábados de 20-22hs. Radio Del Plata AM 1030
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Favio, Crónica de un Director: réquiem para una leyenda Este documental repasa profusamente la carrera de uno de los mejores directores del cine nacional, y lo hace con ayuda de sus más queridos colaboradores y material ilustrativo de primera mano. Decir a estas alturas que la muerte de Leonardo Favio es una de las mayores pérdidas sufridas por el arte nacional no sólo es una obviedad sino una verdad a medias: la pérdida es a nivel mundial. Las películas de Favio no fueron de las más taquilleras de la historia del cine argentino, sino verdaderas obras de arte en sí mismas, en las que se puede ver la tenacidad y la obsesividad con las que este realizador buscaba alcanzar la perfección de su trabajo. Pero para decir esto, el director Alejandro Venturini ha reunido a una cantidad inusitada de familiares, colaboradores e interpretes para que cuenten sus experiencias junto al desaparecido cineasta. Graciela Borges, Zuhair Jury, Juan José Camero, Juan José Stagnaro, Edgardo Nieva, Iván Wyszogrod, Maximiliano Gorriti, Diego Puente, Horacio Labraña, Nico Favio, son sólo algunos de los nombres que pasan frente a cámara, algunos de ellos muy conocidos y otros no tanto debido a que su labor se dio detrás de las cámaras. Quizá los relatos más interesantes sean los del Jury, el hermano de Favio, por lo intimistas; el del músico Iván Wyszogrod por la genial explicación de lo que significan la banda sonora de un film y el de Edgardo Nieva por la intensidad emotiva que contienen sus palabras. El documental hace un recorrido atemporal por alguno de los films más significativos de la carrera de Favio como Juan Moreira, El Romance de Aniceto y La Francisca, Nazareno Cruz y el Lobo y cuenta el detrás de la escena a fondo, lo cual y tratándose de 2 horas de metraje, en algún momento se puede poner pesada pero eso se atenúa con el interés que depierta conocer al hombre detrás del director. Si es de los que disfrutan el cine hasta los últimos detalles, este documental reviste una importancia inusitada, y hasta casi se podría decir de vista obligatoria para todos aquellos que además admiraron su obra.