Con golpes, caídas, comida que se cae y algo de humor escatológico llega Fiesta de Navidad en la oficina, una comedia muy menor que no está a la altura de los clásicos que suelen reventar la taquilla en estas épocas. Clay (T.J. Miller, conocido comediante de TV en Estados Unidos) es un muy moderno y relajado jefe de una sucursal de la compañía que heredó de su padre. Su hermana Carol (interpretada por una cada vez más inexpresiva Jennifer Anniston) es su opuesto, expeditiva, ejecutiva y muy tirana. Carol se presenta un día en la oficina para decirle a su hermano que va a cerrar la sucursal por considerarla improductiva, y el, en su desesperación por mantener la fuente de trabajo de sus empleados, va a intentar conseguir una cuenta que le daría a la sucursal el prestigio y la plata necesarios para poder mantener la oficina a flote. Y entonces, con su socio Josh (Jason Bateman) deciden hacer la más grande fiesta de navidad que la compañía tuvo, para convencer al ejecutivo de la cuenta de que firme el contrato con ellos. Y por supuesto, todo se va a descontrolar… realmente el que pensó el argumento de esta película no tenía muchas ganas de escribir. Las situaciones son descabelladas, los diálogos pésimos, los chistes son todos mediocres… es realmente una película que atrasa mucho en lo que a comedias se refieren, con una estructura de resolución del conflicto no solamente muy básica, sino también extremadamente irrealista. Las actuaciones de algunos personajes son algo carismáticas (como Bateman, o la genial Kate McKinnon) pero en líneas generales nadie aporta nada, principalmente porque nadie escribió nada que aportar. La mayoría de las situaciones graciosas son, literalmente, golpes y caídas. Fiesta de navidad en la oficina es una extraña comedia en la cual las lógicas de la comedia adolescente se trasladan a gente de 40-50 años, y que, como era de suponer, no funciona para nada bien.
Cuando la CEO intenta cerrar la sucursal a cargo de su hermano, el gerente decide realizar una épica fiesta de navidad para negociar y potencialmente salvar la empresa. Mientras tanto, lo que parecía ser la salvación se convierte en un gran dolor de cabeza, toda vez que la fiesta se sale de control.
Más ridículo que divertido Alguien debe haber pensado que alcanzaba con juntar a algunos de los mejores comediantes de hoy para actualizar el escenario poco original pero siempre divertido de una alocada fiesta navideña de una empresa a punto de cerrar sus puertas. Sin embargo, el oficio de Jason Bateman, T. J. Miller, Olivia Munn, Jennifer Aniston y Kate McKinnon, entre otros, no logra salvar a esta película de sus propias deficiencias. Un guión que supone que zafado equivale a procaz y en el que los chistes de inodoro (casi literales) aparecen editados con tan poco cuidado como la lógica interna de la historia. Por momentos, el afán de incluir cierta emoción resulta en una sensiblería cercana al ridículo.
DE FIESTAS ALOCADAS Y PASIONES DESATADAS Desbordes, mucho alcohol, caída de las inhibiciones sexuales, desmesurado consumo de drogas y destrucción del lugar suele ser sinónimo de diversión alocada en las comedias delirantes americanas. Desde “American pie” hasta “¿Qué paso ayer?” pasando por los delirios pseudofumones de Seth Rogen. Este film no es una excepción: elenco de famosos, excusa minima argumental y fiesta. Familia de millonarios, la hermana mala quiere cerrar la empresa que maneja su hermano, el preferido de su papa muerto. Y a partir de ahí para evitar el cierre se desata una convocatoria para atraer a un poderoso cliente, sinónimo de salvación del lugar. Traficantes de drogas, prostitutas, relaciones impensadas, sueños de hazañas cinematográficas y no mucho mas…Con Jason Bateman, Jennifer Aniston, Olivia Munn.
Unos petardos que se quedan sin pólvora. Los rituales navideños contaminan prácticamente todos los ámbitos de la vida occidental, y el oportunista cine de Hollywood no es la excepción. Desde allí, y para estas fechas, siempre proviene algún título que hace de la familia, la amistad, la reconciliación y cuanto sentimiento optimista exista sus nortes inamovibles, machacados en desenlaces que, de transcurrir aquí en lugar de Estados Unidos, incluirían pan dulce, turrones y alguna bebida espumante para el brindis. Fiesta de Navidad en la oficina cumple a rajatabla todos esos mandatos aun cuando en principio parezca que no. Presentado desde su tráiler y sinopsis como un nuevo exponente de ese cine destructivo y catártico que desde ¿Qué pasó ayer? se ha vuelvo norma entre los principales creadores de la comedia norteamericana contemporánea, el film de Josh Gordon y Will Speck (la misma dupla detrás de Patinando a la gloria, con Will Ferrell) arranca como para llevarse puesto todo, desde el universo corporativista hasta la mismísima liturgia navideña, y termina… bueno, igual que diez de cada diez películas que tienen arbolitos decorados, disfraces de Papá Noel y nieve como marco. La primera media hora es buenísima y parece sacada de una comedia de Mike Judge, comparación de la que la Gordon y Speck parecen hacerse cargo incluyendo en roles centrales a Jason Bateman y T.J. Miller, protagonistas de Extract y Silicon Valley, respectivamente, últimas creaciones del realizador de Beavis and Butthead e Idiocracia. Como en aquel film de 2009, el personaje del primero, Josh, pone al servicio de una empresa al borde del colapso su temple y mesura. E igual que en la serie que actualmente emite la señal premium HBO, el del segundo, Clay, es en gran parte responsable del desmadre por venir gracias a una pulsión vital por la joda en detrimento de la responsabilidad y el manejo de números, dos características indispensables para el cargo de jefe que ocupa en la sucursal de una compañía informática al borde de la quiebra que alguna vez perteneció a su padre ya fallecido, como bien le recuerda su hermana, y también CEO, Carol (Jennifer Aniston). Esa enunciación de un familiar ausente es, además, la primera luz de alerta de todo lo que vendrá cuando el metraje ya desande su última parte. La propuesta de Clay para levantar los números rojos es hacer lo que preanuncia el título e invitar a un posible socio a divertirse un rato. Gran parte del núcleo central del film estará dedicado, entonces, a esa superfiesta realizada entre escritorios, ficheros, fotocopiadoras y dispensers de agua especialmente modificados para la ocasión, elementos que servirán, a su vez, de disparadores de los mejores chistes. El problema de Fiesta de Navidad… es que circunscribe su carácter desaforado y salvaje a las partes antes que al propio relato. Así, a medida que el amanecer se acerque prácticamente todos se darán cuenta que actuaron mal, que el descontrol no conduce a nada y que no hay nada mejor, ni que tire más, que el linaje sanguíneo.
Parte de una narración sencilla y cuenta con un elenco muy conocido. La trama es algo así: Carol Vanstone (Jennifer Aniston) es directora general de una importante empresa y se encuentra a cargo de esta su hermano Clay (TJ Miller). Su Hermana llega con un plan despedir al personal. Pero Clay quiere salvar el trabajo de unos doscientos empleados y garantizarles sus salarios. Clay y Josh (Jason Bateman), miembros del personal jerárquico, tienen una idea hacer una fiesta para navidad, convencer a un importante cliente y mantener el negocio. De ahí en más todos se pueden imaginar las locuras que suceden en las distintas oficinas de dicha empresa. Un humor burdo, escatológico, para nada original y con un guión muy flojo. Es una de esas comedias americanas delirantes con un corte similar a: “Porky's” y “Que paso ayer”, entre otras.
Esta es nuestra crítica a una comedia que se presume alocada, pero termina siendo una aleccionadora fábula blanca. Con solo ver el afiche del film, seguido de su avance, pensamos que el humor de Fiesta de Navidad en la Oficina va a ser transgresor, incorrecto, también hilarante, pero esto sucede solo por momentos en el film, debido a que hay varias escenas que se relacionan a la Nueva Comedia Americana, aunque finalmente termina prevaleciendo el concepto más conservador de la Navidad. En la película, Clay (T.J. Miller) deberá salvar de la ruina a su empresa dedicada a la tecnología, debido a que su exigente hermana (Jennifer Aniston), también directora de la firma, le hace notar que las pérdidas económicas son devastadoras. Por ello le exige una solución rápida para salir del problema o, de lo contrario, tendrán que recortar el 40% del personal. En su desesperación, Clay, junto a su amigo y mano derecha en la compañía, Josh (Jason Bateman), decidirán organizar una mega fiesta de Navidad para tratar de convencer a un cliente millonario que firme un importante contrato con ellos. La mayor parte del film transcurrirá en la fiesta y lo que prometía ser un gran desmadre, provocador, con jóvenes en perpetuo conflicto con el orden social, culmina siendo un blanco momento navideño con moralina incluida. Fiesta de Navidad en la Oficina es una comedia de situación, de corte televisivo, que no por mostrar alguna línea de cocaína y a personas ebrias resulta transgresora. Y menos si hablamos de sus características formales, con planos chatos y académicos de manual, en la que el gag visual brilla por su ausencia. Fiesta de Navidad en la Oficina es un tanto engañosa, cuando se corre el velo de incorrección nos encontramos con una amable fábula en que el espíritu de las fiestas provoca la magia de la unión y el perdón. Quizá estos dos ánimos que quiere reflejar la película no compatibilizan y, si bien las actuaciones son buenas, no asume nunca el riesgo que promete en su premisa.
El raspaje de la olla de la comedia Si “Fiesta de Navidad en la oficina” es la medida para medir la comedia moderna, Judd Apatow puede considerarse a la altura de Frank Capra. Pero veamos mejor los ingredientes para la preparación del cóctel: - Una fiesta que se descontrola y en la que confluyen personajes de todo pelaje, incluyendo algún famoso y hasta animales. - Chistes visuales del estilo... lata de gaseosa que estalla en la cara o sujeto que se golpea la cabeza al caer desde lo alto. - Chistes verbales del estilo... grito de “¡fuck you!” en la cara de una niña. - Tipo serio que por accidente se sumerge en una nube de cocaína. Una prostituta y su jefa mafiosa fuera de control. - Gags de otras películas copiados y pegados, al punto de transmitir la sensación de que todo lo que ocurre en la pantalla ya lo vimos. Y más de una vez. La enumeración podría seguir y seguir. Pero no dejemos de consignar la venta en la campaña de promoción -omnipresente en medios y redes sociales- de Jennifer Aniston como protagonista, cuando el suyo no pasa de un rol de reparto. “Fiesta de Navidad en la oficina” es un desperdicio de excelentes comediantes (TJ Miller, la espléndida Kate McKinnon, Rob Corddry, Jillian Bell, Vanessa Bayer y siguen las firmas), varios con formación en “Saturday Night Live”. Y todo por culpa de un guión chapucero, aburrido, colmado de malos chistes sobre sexo y la inevitable arista escatológica. Más de lo mismo. La dupla Josh Gordon-Will Speck había dirigido a Justin Bateman y a Aniston en “Papá por accidente”. Reunida, la fórmula no funcionó. Son tantos los lugares comunes acumulados que bien vale otro lugar común a modo de remate: hay películas mal hechas pero inteligentes, y hay películas bien hechas pero estúpidas. Esta es mala y estúpida.
FIESTITA Fiesta de navidad en la oficina es una comedia sobre la fatídica fecha sin más pretensiones que las que expresa su título en el que además anida todo lo bueno y lo malo que encierra la película. Empecemos por lo bueno, el cuarteto protagonista Jennifer Aniston, Jason Bateman, Olivia Munn, T.J. Miller y Kate McKinnon es vendedor y eficiente. Los dos directores, Josh Gordon y Will Speck son buenos artesanos a la hora de plasmar eso que algunos llaman nueva comedia americana, aunque ya no sea tan nueva, porque eso es lo que pasa con la etiquetas, se quedan aunque el producto esté medio vencido. Y si el elenco nos cae bien y los directores saben su oficio, entonces qué lo que falla podría surgirle al lector y el crítico no puede hacer más que tomar impulso y meterse de lleno en la explicación de lo que no anda en una comedia que no está del todo mal. Clay (JT Miller) es un joven rico heredero en parte de una empresa de tecnología y maneja su porción de manera amable pero definitivamente descuidada. Sus empleados no están del todo felices pero pronto se van a enterar que ese medio de vida, al que desprecian en cierta forma, peligra y que su patrón será un tiro al aire pero al menos se preocupa por ellos, no como su hermana Carol (Jennifer Aniston), que llega desde la casa central a Chicago para poner en vereda a su hermano y cerrar esa sucursal si no da ganancias de una buena vez. Enterado del peligro de cierre Josh (Jason Bateman) el segundo de Clay, que es además es su amigo, se encargará junto a su subordinada Tracey (Olivia Munn) de salvar el empleo de todos. Hasta aquí lo único que hay de navideño es que la historia se desarrolla en esa fecha y de fiesta no hay indicios, de hecho la arpía Carol ordena no hacer ninguna festejo ni darle bonos a los empleados. El asunto es que la salvación posible llega a través de la negociación con otra empresa y esa negociación lleva a una charla sobre valores empresariales y cuestiones de ética y de política empresarial. El resultado es que para conseguir el contrato, se monta en las oficinas de la empresa en peligro una fiesta con todo lo que debe tener una fiesta navideña, renos, bebidas, comida, Santa Claus, putas, drogas y todo eso que lleva a una comedia a buen puerto. El problema real de Fiesta de navidad en la oficina es que no llega a ser lo suficientemente salvaje para que quede en el recuerdo como por caso, ¿Qué pasó ayer?, ni tampoco tiene suficiente espíritu navideño como para que salgamos cantado alguna de esa hermosas canciones que en algún momento de sus carreras grabaron todos los grandes intérpretes americanos, desde Sinatra a Dylan. No llega a ser un completo desastre ni nos hace pensar en el fantasma de las navidades pasadas. Termina la película y dos pasos más allá del pasillo de la sala uno casi como que se olvida de lo que vio. Pero mientras estamos sentados en la butaca, nos roba unas sonrisas y a lo mejor con eso alcanza para esta previa de las fiestas. FIESTA DE NAVIDAD EN LA OFICINA Office Christmas Party. Estados Unidos, 2016. Dirección: Josh Gordon y Will Speck. Intérpretes: Jennifer Aniston, Jason Bateman, Olivia Munn, T.J. Miller, Courtney B. Vance, Jamie Chung, Kate McKinnon y Abbey Lee. Guión: Justin Malen y Laura Solon. Fotografía: Jeff Cutter. Música: Theodore Shapiro. Edición: Jeff Groth y Evan Henke. Diseño de producción: Andrew Laws. Duración: 105 minutos.
Office Christmas Party es un proyecto que ha estado en planes desde hace más de un lustro, pero cuyas fichas recién se acomodaron a lo largo de este ajetreado año. Josh Gordon y Will Speck, la dupla de The Switch, recibieron la idea en el 2010, cuando se estrenaba su último trabajo en cines, no obstante fue durante este 2016 que las cosas parecen haber tomado un impulso frenético para llegar a la temporada navideña del título –hasta abril había convocatorias para el elenco-. El resultado es una comedia corta, con una gran fiesta y un tremendo ensamble de figuras a bordo, principal atractivo de la propuesta pero, en definitiva, también aquello que la limita. T. J. Miller y Jason Bateman lideran el equipo frente a cámaras en papeles que acostumbran a interpretar, como extensiones de lo que han hecho en Silicon Valley y Arrested Development. No son los únicos, dado que por fuera de Kate McKinnon y Courtney B. Vance, son varios los ejemplos de actores en roles que sienten familiares, como Jennifer Aniston como la “jefa malvada”, una variante de la de Horrible Bosses pero sin lo sexual. No molesta para nada, dado que la comodidad acrecienta la química necesaria para llevar adelante una celebración de proporciones épicas. Cinco horas resultan ser suficientes para lanzar el mayor festejo que el dinero pueda comprar, con cantidades ilimitadas de alcohol y un desenfado que va en aumento, mientras las inhibiciones se pierden y el espacio de oficina se vuelve un territorio donde nada está prohibido. Jon Lucas y Scott Moore, escritores de The Hangover, 21 & Over y Bad Moms, son quienes propusieron esta historia bastante conocida, que luego pasó por guionistas como Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky (Bad Teacher), Justin Malen (la próxima Bastards), Laura Solon (Hot in Cleveland) y Dan Mazer (Borat). Tantas manos apuntan a reforzar el humor de una comedia sin novedades, con escenas cada vez más alocadas y un exceso de personajes peculiares que aprovechan la oportunidad para descontrolarse. Hay espacio para historias de amor y dramas familiares o para que Olivia Munn haga intervenciones poco creíbles como una especialista en informática, nada que realmente importe. Son aspectos centrales del argumento, sí, pero ya desde el título se plantea el foco de la película y todo lo demás apenas si es secundario. La fiesta con cientos de personas y la concentración en una docena de empleados, conducen a que no interesen los aspectos sentimentales en los que empieza a enfocarse el tercer acto, en detrimento de un festejo que mientras más salvaje se pone, menos se muestra. Aún así hay varias oportunidades para que se luzcan muchos que vienen pidiendo pista hace tiempo como los mencionados Miller, McKinnon, Vance o la genial Jillian Bell, mientras que siempre se disfruta de presencias como la de Bateman y Aniston, en su quinta labor juntos en estos últimos años. El resultado final es una comedia varias veces vista, con muchas dosis de humor que funciona bien por fuera de algunas excepciones –lo de Vanessa Bayer y Randall Park, por ejemplo-, aunque en líneas generales se siente que se desaprovechó al gran ensamble que se acumuló. Y queda para sumar a la lista de fiestas inolvidables que el cine nos enseñó a esperar, pero que probablemente no podamos disfrutar.
LO QUE HACE MAL ES LA MEZCLA No lo sabemos, pero tal vez por espíritu de dupla los directores Josh Gordon y Will Speck han elegido la mixtura como una de las formas posibles de su cine. Mixtura que es, en definitiva, el cruce de conceptos o subgéneros y que tuvo su representación más feliz en esa ensalada delirante que fue su ópera prima Deslizando a la gloria. En su siguiente film, Papá por accidente (horrendo título local), enlazaron la comedia guarra con la comedia romántica, en un producto fallido que no terminaba siendo ni una cosa ni la otra: demasiado sensible para el que iba por la premisa de la esperma, demasiado básica para una historia que se pretendía más compleja. En Fiesta de Navidad en la oficina insisten en la fórmula: en esta nueva comedia trabajan sobre dos obsesiones de buena parte del cine norteamericano, las películas sobre fiestas descontroladas y las películas sobre encuentros navideños. Como no podía ser de otra manera, los resultados son desparejos. La superficie es la fiesta navideña que el gerente de una de las sucursales de una compañía piensa dar a sus empleados, como un manotazo de ahogado para salvar esa delegación del cierre definitivo. Pero el fondo, en verdad, es la lucha entre el gerente y su hermana, que representan dos caras diferentes del mismo capitalismo: el hermano (T.J. Miller) representa la Norteamérica noble de los viejos valores, que incluso creía en el espíritu navideño como en esos viejos dibujos de los años cincuentas de la Coca-Cola; la hermana (Jennifer Aniston) es la modernidad, es la esencia reptil que subyace en el sistema y se olvida del componente humano. El quiere demostrarle a ella que puede ser competente, ella quiere demostrarle a él que tiene el poder para tomar decisiones con una frialdad que descoloca. La lucha entre ambos irá tomando la tonalidad de los subgéneros abordados: primero será el desenfreno festivo para darle paso al más bobo cuento navideño donde las diferencias se terminan resolviendo de manera incomprensible. Si algo le funciona Fiesta de Navidad en la oficina es la acumulación. No sólo la acumulación de chistes (algunos buenísimos, la mayoría bastante imperfectos) y situaciones desproporcionadas, sino también la acumulación de talento cómico en metros cuadrados: Jason Bateman, Olivia Munn, T.J. Miller, Jennifer Aniston, Kate McKinnon, Jillian Bell, Rob Corddry, Vanessa Bayer son estupendos comediantes y, cada tanto, cuando interactúan y se agrupan generan un ruido cómico muy efectivo. Cada uno hace lo que sabe, a veces un poco en piloto automático, pero el amontonamiento para una película que es narrativamente bastante torpe funciona y es crucial. Lo que no le funciona es la mixtura de película festiva con película navideña, porque la esencia destructiva de la primera no hace sistema con el espíritu bonachón de la segunda. Ese quiebre se ve en pantalla y hasta genera un cisma en el humor: cuando Fiesta de Navidad en la oficina se va convirtiendo en el cuentito sobre dos hermanos que terminan aceptándose se termina el chiste y todo luce forzado y escuálido. En verdad es como si la primera hora y pico fuera sólo un rodeo para el desabrido final, cuando realmente lo que sostiene y hace tolerable el cuentito es toda esa primera parte en la que les tomamos cariño a los personajes y decidimos acompañarlos hasta el final, cueste lo que cueste.
Llega navidad. Momento de poner la cabeza en modo familia/regalos/fiestas/compras/arrollado/vitheltoné/etc. y también momento de relajar las tensiones acumuladas del año disfrutando una película junto a los seres queridos. Hay un sinfín de films que trabajan este período, algunos con más sentimentalismo y otros con mucho menos, pero con la clara convicción de copar un lugar dentro de las preferencias de los espectadores. En los últimos años, no es casual, y apuntando a nuevos públicos, la incorrección, el humor, la corrosión y lo escatológico, han sabido ir inundar los guiones y las narraciones, principalmente, las provenientes de los grandes estudios. “Fiesta de navidad en la oficina” (USA, 2016) apunta a redoblar la apuesta sumando a un seleccionado de comediantes para potenciar cada una de las ideas que contiene y que, además, permiten una identificación instantánea con cada uno de los personajes. La narración arranca cuando en una empresa de sistemas en aparente ascenso, dirigida por uno de esos jefes tan impresentables que da vergüenza (T.J.Miller), la hermana de éste (Jennifer Aniston) le comunica el próximo cierre de la misma a menos que en dos días consigan un trato con un gran aliado (Courtney B. Vance). La chance está en el trabajo desarrollado por un equipo (Jason Bateman, Olivia Munn) que permitiría prescindir de módems a la hora de conectarse en internet al aire libre, sumando a cualquier dispositivo que dependa de energía eléctrica como fuente. Cancelada la fiesta de navidad en la oficina por parte de la déspota Carol (Aniston), nombre que alude no sólo a ella como persona sino al espíritu de navidad, configurándola como una especie de Grinch en el film, el posible aliado quiere conocer a la empresa en su faceta “festejo” comunitario. Así, todos en la oficina deberán colaborar para armar la fiesta de navidad más grande que jamás se haya hecho, a espaldas de Carol y con el claro objetivo de demostrar la unión y la bonanza, para que Walter (Vance) no sospeche nada del próximo cierre de la sucursal. Los realizadores Josh Gordon y Will Speck, bajo un guión de Laura Solon y Justin Malen, sobre una historia original de Jon Lucas y Scott Moore, terminan por jugar con el género potenciando cada gag imaginado dentro del espacio reducido de la oficina. El oficio de los protagonistas, destacando a Bateman, Munn, Miller, Aniston, sumado a personajes secundarios interpretados por la ascendente Kate McKinnon, como una asistente de legales que veta cualquier actividad dentro y fuera de la empresa, o Rob Coddry, como ese empleado ultranegativo que aprovecha cada oportunidad que tiene para hacerle saber a todos su malestar y disconformidad. Errática en cuanto al ritmo, pero con algunos gags y punchlines bien resueltos, “Fiesta de navidad en la oficina” es una buena propuesta para terminar el año con una sonrisa e imaginando la pesadilla que presenta como propia.
El dinero no es todo Como todos los años el mes de diciembre se viste de Santa Claus para empapar de espíritu navideño la humanidad y renovar la cartelera cinéfila con propuestas plagadas de mensajes con buenos augurios y próspero año nuevo. Tal es el caso de El Expreso Polar (The Polar Express, 2004), donde Tom Hanks se convierte en caricatura y comanda un extraño tren con destino a la casa de Santa, o a Jim Carrey con un make-up impecable para interpretar el mítico Grinch que busca robarse la Navidad de los absurdamente felices Whos en El Grinch (Dr. Seuss´How The Grinh Stole Christmas, 2000). Y cómo olvidar la bella comedia romántica Realmente Amor (Love Actually, 2003), escrita y dirigida por Richard Curtis, con varios personajes que creen en la magia de la Navidad. Lo cierto es que todas estas historias remarcar cómo el espíritu navideño puede cumplir los deseos al ritmo de la canción de John Lennon “Happy Christmas, War is Over”. Sin embargo, en esta ocasión y en sintonía con los famosos Gremlins aguafiestas, llega a los cines Fiesta de Navidad en la Oficina (Office Christmas Party, 2016), una atípica comedia negra de los realizadores Josh Gordon y Will Speck donde todo parece estar débilmente hilvanado por hilos -que están a punto de cortarse- en una desorbitante empresa familiar a punto de quebrar. ¿Logrará la magia Navideña salvar la firma? Esta atípica premisa es una buena propuesta, diferente al ritmo de los renos y las campanas cascabelescas. Vale recordar que esta dupla de realizadores, Gordon-Speck, funcionó correctamente en films como Papá por Accidente (The Switch, 2010) y Patinando a la Gloria (Blades Of Glory, 2007). Sin embargo, la co-escritura del guión de Justin Malen en conjunción a Laura Solon -Ganadora del Perrier Comedy Award en 2005 y conocida mayormente por su trabajo en la serie Laura, Ben & Him (2008) y el corto Tooty´s Wedding (2011)- está cargada de dos visiones antagónicas que parecen no terminar de encontrarse en el relato. La trama gira en torno a una empresa familiar, Zenotek, locación que no sólo resulta poco creíble artísticamente y deja cabos sin atar en materia producción, sino que reina durante el 80% del film y denota que la producción contó con poca creatividad para enfrentar el poco presupuesto del proyecto. Lo cierto es que Zenotek está a punto de quebrar y su gerente, Clay Vanstone (T.J. Miller) intenta establecer relaciones comerciales para sacar a flote la empresa y enfrentar a la CEO de la compañía, Carol Vanstone (Jennifer Aniston), su propia hermana, a quien poco le importan los deseos de sus trabajadores y le impone a su hermano un deadline para achicar números y reducir personal si no revierte en una semana la situación económica. Sus empleados se enteran la noticia y deciden ayudar a Clay, que tras consultarle a su socio y amigo Josh (Jason Bateman) decide, cual manotazo de ahogado, salvar la firma mediante una épica fiesta navideña con invitados de lujo que aporten dinero para financiarla. Nada más alejado de la dulcinea temática navideña que entretiene a los amantes de este género. ¿Podrá la economía de la firma salvarse en abrir y cerrar de ojos? Aquí todo se sale de control y la creatividad del cerebro de la dupla se contamina por las ideas contrapuestas de sus guionistas. Por un lado se ve el intento de centrar el film en la psiquis de sus personajes (los empleados), mientras el gerente intenta hacerles pasar una nochebuena para correrlos de la vorágine negativa, y por otro, la necesidad implícita de cerrar un negocio en esa noche para que salve la empresa. Se optimizan los elementos navideños; los colores rojo, verde y blanco están presentes, pero lejos de Santa Claus y sus duendes, cual efecto camaleón, se mimetizaron con la onda Chilli Peppers (Ajíes Picantes), y la mágica nochebuena en lugar de polvo de estrellas tiene polvo de cocaína. Aquí se bifurcan estos conceptos narrativos opuestos, y la idea original del film desaparece de un plumazo. Se entremezclan subtramas entre los personajes, como amoríos de una noche de alcohol, sexo y drogas al estilo The Night Before (2015), y aparecen los efectos de esta sustancia peculiar en plena fiesta. Irónicamente, eligieron salir de lo establecido y dar comienzo a un próspero año nuevo mediante un exceso de efectos alucinógenos que poco convence y satisface al espectador cuando los empleados intentan atentar el reglamento del departamento de Recursos Humanos. Aquí el arte y la musicalización roza la esencia de Papá por Accidente y, aunque cuenta con un guión más entretenido que el de Allan Loeb, la dupla Speck-Gordon no sorprende. Una vez más apuestan a un elenco sólido y popular con renombradas figuras a la cabeza como Jennifer Aniston y T.J. Miller –Deadpool (2016); dupla que funciona de maravillas con los pertinentes gags entre hermanos que no se llevan bien y se pasan factura en lugar de limar sus asperezas, pero que no llena y resulta indispensable nutrir -quizás por demás- de su relación con los personajes secundarios para ganar el interés del púbico. Allí aparecen entonces como parte del repertorio secundario Jason Bateman y Olivia Munn –X-Men: Apocalipsis (X-Men: Apocalypse, 2016), aportando el enfoque romántico -casi tirado de los pelos- al estilo de Realmente Amor, y Kate McKinnon, de Cazafantasmas (Ghostbusters, 2016), entre otros. Fiesta de Navidad en la Oficina cumple con lo esperado: entretiene. Apuesta a un Clay con traje de Santa Claus que, esperanzado, intentará mover cielo y tierra para salvar la empresa de su padre. Sin embargo, se pierde la esencia de la premisa que plantea el avance y deja con ganas de más. El guión no va más allá de una simple fiesta que, a las claras, contrapone las miradas de los guionistas. Avanza en función al descontrol que allí sucede a raíz de la droga en cuestión y el desborde de alcohol toma protagonismo para llevar a sus participantes a realizar actos que podrán, o no, ser juzgado post-fiesta en función a un tema controversial: ¿La droga como diversión, apogeo, escape o solución?
Entretenimiento ideal para aquellos amantes del humor poco pensado y previsible pero interpretado por actores de primera línea. Sus "cualidades" son muy atractivas sin duda para el público adolescente y joven, pero para el público adulto...