No es correcto comparar películas argentinas con otras películas provenientes de Hollywood, las cuales son infinitamente más populares y tienen valores de producción mucho más elevados. Pero ésta es una de esas veces en que no puedo evitarlo. Así que digámoslo sin rodeos: Fuga de la Patagonia, la nueva película de Francisco D'Eufemia y Javier Zevallos, es lo más cercano que ha producido el cine nacional a una The Revenant (El Renacido) argentina. El filme narra un episodio en la vida de Francisco "Perito" Moreno (interpretado con intensidad por Pablo Ragoni), explorador y cartógrafo que, durante una expedición, es apresado por mapuches y condenado a muerte. Moreno logra escapar junto a dos compañeros, y juntos emprenden un peligroso viaje hasta un fortín, todo el tiempo siendo perseguidos por un cazador mapuche que alguna vez fue el ahijado de Moreno, y por los varios forajidos que acechan la Patagonia tras la Campaña del Desierto. Aunque la cinta no llega a ninguna nueva resolución con estos temas, Fuga de la Patagonia merece ser vista, al menos, por ser un triunfo técnico. El montaje, el sonido y la banda sonora cooperan para crear un ambiente de peligro en cada rincón. La fotografía merece especial atención, sin embargo: el Director de Fotografía Lucio Bonelli consigue resultados bellísimos con los colores y texturas del bosque patagónico. Demasiado bellos, a decir verdad. Se ve que sólo podían filmar en días soleados para aprovechar la luz natural con todo; aunque fotográficamente los resultados son intachables, se crea una contradicción no muy positiva entre las tensas escenas de la película y los espectaculares paisajes en los que tienen lugar. Este es un síntoma superficial que manifiesta el verdadero problema del filme: no llega a ser todo lo que podría ser. Aquí hay una historia real que podría ser una película épica de lo más sarpado, ¡y encima nacional! Pero ya sea por cuestiones técnicas o por un limitado presupuesto (lo más probable), a Fuga de la Patagonia le falta el empuje final para ser todo un evento. El filme lidia con temas importantes como el genocidio de los pueblos originarios y las ingenuas esperanzas de hombres idealistas como Moreno, que creyeron que los huincas (término con el que los mapuches denominaban a los conquistadores españoles) y los indios podrían vivir en armonía. Moreno, un verdadero bicho de ciudad, se encuentra totalmente fuera de su hábitat en la Patagonia, y el filme también sigue su transformación mientras trata de sobrevivir en la naturaleza, lo cual se vuelve más difícil tras ser separado de sus compañeros. Pero la película no logra resoluciones destacables sobre este episodio tan primordial (y pasado por alto) de la historia argentina. Hey, les dije que esta era "la Revenant argentina". Ése no es el filme más adorado del mundo. Fuga de la Patagonia probablemente correrá un destino similar pero, al igual que la anterior, vale la pena verla. No sólo porque en varias partes está buena, sino también para bancar al cine nacional, que casi nunca te sale con algo como esto. Eso es lo que los padres de la patria hubieran querido. VEREDICTO: 8.0 - ¡ROAD TRIIIIP! Fuga de la Patagonia es una épica nacional sobre una historia verdadera, bien contada, actuada y producida. Pero podría haber sido mejor, mucho mejor. Recomendada para fanáticos de la historia. NO recomendada para el pueblo mapuche.
La Narrativa de Francisco P. Moreno de Buenos Aires Ópera prima de Javier Zevallos y Francisco D´Eufemia, Fuga de la Patagonia (2016) es una película de aventuras en el “viejo sur” patagónico, usando libremente la figura del explorador Francisco P. Moreno y fantaseando sobre las peripecias de su escape en 1879 del territorio mapuche, acusado de ser un espía para el gobierno. El film funciona como el épico desenlace de una historia que la película no cuenta, salvo por unos carteles que establecen algo de contexto al principio de todo. Moreno (Pablo Ragoni) y dos colegas huyen de los toldos, secuestran una balsa y navegan río abajo en dirección a un fortín, lejano bastión de civilización. La estructura es episódica: se van cruzando con gente que les ayuda o les antagoniza, y situaciones que solventan sus predicamentos o los empeoran. Fuga de la Patagonia claramente está inspirada en películas de expediciones alucinógenas como la seminal Aguirre, la ira de Dios (Aguirre, der Zorn Gottes, 1972) y Jauja (2014), aunque sea estéticamente. El film de Javier Zevallos y Francisco D´Eufemia cuenta una historia mucho más clásica, empezando por el trío de personajes, el cual está sacado directamente de la literatura aventurera sobre “continentes perdidos” a lo Poe, Verne y Ryder Haggard. Tenemos al hombre académico, gentil y curioso; el hombre de armas tomar, siempre escéptico y listo para la acción, y el tercero que suele ser algún tipo de sirviente o guía local. La película captura la esencia básica de este tipo de historias, y como ejercicio de género resulta muy entretenida, pero no puede escapar la sensación de que se nos está contando apenas una parte de una historia que se encuentra en sus últimas. Y a pesar de que se han elegido las locaciones más bellas de la Patagonia y el trabajo de cámara es atractivo, cada tanto hay detalles de producción que irritan y arruinan la ficción decimonónica. Las vestimentas son demasiado limpias, los cabellos demasiado peinados, la utilería demasiado pulcra. El otro aspecto que incomoda la ficción son los diálogos. Salvo por Moreno, ninguno de los demás personajes suena a que pertenece a ese tiempo, en ese lugar. El énfasis y la forma en que se los personajes enuncian es demasiado moderno. El colmo es que hay una escena en la que los colegas de Moreno critican su dicción “declamatoria” e intentan convencerle de que hable como una persona del siglo XXI y no del XIX. ¿Es esta la forma en que Zevallos (guionista) quiso atajar críticas sobre un parlamento de época poco convincente? ¿Haciendo que uno de sus personajes lo intente, y que los demás lo traten de teatral? Fuga de la Patagonia no debería ser tomado como un intento serio de hacer memoria histórica; es infinitamente más disfrutable como historia de aventuras a la vieja usanza, si bien el diseño de producción a veces la traiciona.
Este notable western inspirado en vivencias reales del Perito Francisco Pascasio Moreno fue una de las revelaciones del reciente Festival de Mar del Plata. No sé si fue la mejor película nacional vista en Mar del Plata (allí estuvieron también las de Matías Piñeiro, Milagros Mumenthaler y varias más para disputarle el cetro), pero esta ópera prima de Zevallos y D'Eufemia (ambos egresados de la ENERC) se convirtió junto a Los globos en la sorpresa, la revelación de la Competencia Argentina de la reciente 31ª edición. No sólo porque es un notable western sino también porque no venía con demasiado “ruido” previo como los títulos antes citados que estrenaron el Locarno. Nada de gira festivalera, de recomendaciones entre programadores. Apareció en esta sección y uno se pregunta por qué nadie le prestó atención antes. La película reconstruye las experiencias vividas por el famoso Perito Moreno (Pablo Ragoni) en 1879, cuando en plena Patagonia (la película se rodó íntegramente en exteriores de la zona de Bariloche) fue perseguido -y por momentos apresado- por el mapuche Francisco Sayhueque (Gustavo Rodríguez) y bandoleros de la zona (por allí aparece Jorge Sesán). El film sigue el derrotero del mítico científico naturalista mientras huye solo o acompañado en balsa, a caballo o a pie por imponentes ríos, montañas y praderas que el director de fotografía Lucio Bonelli (y el uso de la cámara en mano y mucha steadicam) convierten en un verdadero banquete cinéfilo. Epica de aventuras (son buenas la edición de D'Eufemia y la música de Ariel Polenta para la construcción de climas), Fuga de la Patagonia remite en diversos pasajes a Aguirre, la ira de Dios, de Werner Herzog; The Revenant: El renacido, de Alejandro González Iñárritu; Deliverance: La violencia está en nosotros, de John Boorman; y Jauja, de Lisandro Alonso, con un doble punto de vista que pendula entre el hombre de ciencias y el indio. En ningún caso la mirada es paternalista o manipulatoria, aquí lo único que importa es sobrevivir. No todo brilla en el film (algunos parlamentos lucen un poco forzados) y en medio de la larga y notable toma final aparecen unos carteles que explican por un lado los aportes de Moreno y, por otro, su participación como cartógrafo en la Campaña Desierto que derivó en la aniquilación de los pueblos originarios. Un recurso culpógeno y políticamente correcto que en este caso resta más de lo que suma.
UNA EXCURSIÓN AL PERITO MORENO Fuga de la Patagonia es una ópera prima notable (aquí la entrevista a Francisco D´Eufemia, director del film junto a Javier Zevallos) que trabaja sobre tópicos precisos y les aplica a sus materiales una mirada que tensiona lo clásico y lo moderno. La película se organiza en torno a un eje narrativo central, la fuga del explorador y cartógrafo Perito Francisco Pascasio Moreno –conocido luego como el Perito Moreno- y dos acompañantes después de ser sentenciados a muerte por una tribu mapuche en 1879 que los persiguen a través de los paisajes entre selváticos y demasiado abiertos de la Patagonia. La película está filmada enteramente en exteriores y el paisaje, el territorio, es un motivo que se impone con fuerza, a punto que uno de los personajes llega a decir “Este lugar no está volviendo locos a todos”. El espacio es el que organiza la película cartográficamente (Moreno era cartógrafo) cada lugar por el que pasan es central en esa odisea del Perito, que es un soñador, un utópico y que su objetivo central es armar, diseñar las ciudades futuras donde los indios convivan con los criollos; donde sus mapas ayuden a establecer los límites de cada lugar, de cada ciudad; sin perder la identidad de cada grupo. Porque además Fuga de la Patagonia no sólo es el viaje contado como un western de un hombre que huye, es apresado a veces y finalmente retorna; sino que además trabaja el orden del lenguaje de una manera sutil y valiosa. “Habla como si fuera San Martin” dice uno de los personajes al comienzo, refiriéndose al Perito Moreno y a su modosidad al hablar, su lenguaje no es de la Patagonia, de esa tierra de indios y malones, sino que su lengua pertenece a la ciudad, al espacio urbano, a la época. El lenguaje siempre es una marca de clase. Y a la vez la película trabaja arrasando la representación heroica de Moreno, “habla como si fuera San Martin”, no es San Martin no es un prócer, no al menos hasta ese momento. Moreno era en esa expedición un hombre común, alejado del mármol y más cerca de la tierra, de la sangre que entra en constantes dudas con su propia historia, con las traiciones y las fidelidades de las que está hecha la gran historia de la nación. Moreno está tensionado entre ese pueblo originario (del que incluso tiene un ahijado con su mismo nombre, como una extraña figura del doble) y los albores de ese genocidio que fue la Campaña al Desierto comandada por Roca. Sin dudas la película, aunque como un reflejo, refracta al espectador pistas políticas. Fuga de la Patagonia cuenta una especie de viaje mítico a los orígenes de una Nación y a su vez se proyecta hacia adelante visionando la figura del héroe complejo que fue Moreno en un paisaje que lo enfrenta a cada paso y confrontando con un lenguaje que no es el suyo. Más que interesante y sólida resulta esta película magistralmente filmada, en ese territorio tan áspero, tan inabordable donde los cielos azules se confunden con los ríos transparente que de un momento a otro pueden volverse incontrolables. El recorrido de ese héroe urbano, contradictorio y tensionado, parecido al Mansilla de Una excursión a los indios ranqueles se fusiona con esa naturaleza que, como el devenir de la Historia le será un tanto adverso. FUGA DE LA PATAGONIA Fuga de la Patagonia. Argentina, 2016. Dirección: Francisco D’Eufemia y Javier Zevallos. Intérpretes: Pablo Ragoni, Gustavo Rodríguez, Bernardo Morico, Hector Bordoni, Jorge Sesán y Claudio Mattos. Guión: Javier Zevallos. Fotografía: Lucio Bonelli. Música: Ariel Polenta. Edición: Francisco D´Eufemia. Dirección de arte: Juan Valle. Sonido: Natalia Toussaint. Distribuidora: Cinetren. Duración: 82 minutos.
La pluma de los que escriben la historia no es eterna Hay varios vicios que se pueden encontrar en el cine histórico. Uno de ellos es el de resaltar las figuras con un marco épico sin humanidad, como si fueran seres míticos e intocables. Como semidioses que llegaron a nuestras vidas. Otro vicio es que buscan humanizar demasiado la figura, envolviéndolas demasiado en sus contradicciones y haciendo que sus logros queden opacados por sus miserias. Ese es el primer punto favorable de “Fuga de la Patagonia”. Toma una figura histórica, la de Francisco Pascacio Moreno, más conocido como “Perito Moreno”, y la pone en su contexto y en su mundo. En su forma de ser, sin exagerar ninguna de sus virtudes, ni miserias. Más allá de las consideraciones que la historia puso sobre la figura del explorador (tanto las negativas como las positivas), el film no las ignora, aunque claramente toma la suya. La ópera prima de Francisco D´Eufemia y Javier Zevallos muestra madurez en ese sentido. Alecciona sin ponerse en rol de un maestro dueño de la verdad. Una de las sorpresas del reciente Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, no solamente tiene que ver con la virtud desde el lado narrativo, sino que se encuentra bien resuelta desde el lado técnico y visual. “Fuga de la Patagonia” exalta los hermosos paisajes de la Patagonia con su fotografía, y nos lleva muy bien a la década de 1880 con su excelente vestuario y arte. También desde el lado musical que exalta el drama del explorador dentro en un bosque que fue siempre amable con él, ésta vez transformado en una selva hostil y difícil. El protagonista comanda una expedición cartográfica, pero es tomado como prisionero y acusado de espionaje por el Consejo Mapuche. Tras ser condenado a muerte, Moreno se da a la fuga y el Cacique Valentín Sayhueque envía a su hijo tras él. La familia Sayhueque tenía muy buenos vínculos con Francisco pero las circunstancias son más fuertes. A pesar del simbolismo que la película imprime detrás de este hecho. ¿Y por qué sucede esto? Por la inminente “Campaña del desierto”, en la cual el Perito Moreno es considerado un colaborador por hacer el trabajo de analizar el territorio patagónico, desconocido y adverso para el gobierno de Buenos Aires. Sin embargo, Moreno no encontrará los obstáculos en los Mapuches, sino también en otros comandantes que parecen haber perdido el juicio y la humanidad. Ahí es donde el film toma tintes de un western con todas las letras, perseguido tanto por la comunidad indígena como por compañías militares. La bestialidad al servicio del progreso y del Estado. El film toma una clara postura de los hechos, pero no se encarga de mostrarse como la verdad de lo acontecido. “Fuga de la Patagonia” pone las cartas sobre la mesa y hace pensar sobre la historia de nuestro país, por más que el espectador arrastre conceptos previos. También es interesante como toma a las comunidades aborígenes, respetando su lenguaje y sus tradiciones chamánicas de los mapuches, haciendo un juego con escenas muy interesantes, a pesar de la exageración en cierto misticismo. Se trata de una película muy recomendable en todo sentido. Bien actuada, bien filmada, bien llevada en lo técnico y en lo dramático. Contrasta muy bien con nuestra modernidad y también nos hace ver cuán distintos eran esos hombres de 1880, pero cuan parecidos somos en el fondo.
Una historia de sobrevivencia. A mediados de los años 40, Lucas Demare y Hugo Fregonese codirigieron Pampa bárbara, western criollo con soldados atacados por la indiada en un fortín fronterizo. Veinte años más tarde, Fregonese dirigió a solas una remake protagonizada por Robert Taylor, y mediando los 90 Edgardo Cozarinsky le puso el borgiano título Guerreros y cautivas a una historia ubicada en medio de la Conquista del Desierto. A esas escasas aproximaciones se reducían hasta ahora los atisbos de un western argentino, género que no se desarrolló en estas pampas por la sencilla razón de que la cultura local vive la expansión blanca del siglo XIX como una culpa y no una épica. Pero nadie dice que todo western deba ser épico. Se podrían concebir, y de hecho existen, western trágicos, autocríticos y hasta satíricos. La cuestión excede el encuadre de esta nota. Presentada en Competencia Argentina en la reciente edición del Festival de Mar del Plata, Fuga de la Patagonia, ópera prima de Javier Zevallos y Francisco D’Eufemia, se suma a este reducidísimo cuerpo de películas del oeste argentino. El sur, en este caso, para ser más precisos. Fuga de la Patagonia se basa en el diario escrito por el perito Moreno, que de joven anduvo por la región haciendo trabajos topográficos y fitogeográficos. Amigo del cacique Valentín Sayhueque, en determinado momento Moreno fue hallado culpable de espionaje para el huinca y condenado a muerte, huyendo a través de ríos, bosques y acantilados, en busca de conservar la cabellera. Tal como el título indica, la película de Zevallos y D’Eufemia se concentra –tal como algunos westerns estadounidenses– en esa fuga. Primero, Moreno lo hace junto a dos acompañantes, un blanco y un indio. Luego, solo, perseguido por su propio ahijado, el hijo del cacique, bautizado con su nombre: Francisco Sayhueque. Más tarde por una partida de blancos, y encontrándose en el camino con indios masacrados y los soldados que los masacraron. La de Fuga de la Patagonia es básicamente una historia de sobrevivencia. Teniendo en cuenta que en términos de producción se trata de un film de tamaño medio, la película es infrecuentemente impecable en todos los rubros. Donde Fuga de la Patagonia se queda corta es en el “relleno” dramático, desaprovechando el carácter trágico de la situación básica, no llegando a establecer relaciones entre los distintos grupos de personajes, por lo cual en términos de historia se diluye. Pero con un buen guion, lo de Zevallos y D’Eufemia promete.
Acción tras los pasos del Perito Moreno En 1879, en lo profundo de la Patagonia, Francisco Pascasio Moreno comandaba una expedición cartográfica. Científico, naturalista, conservacionista, político, botánico, explorador y geógrafo perteneciente a la Generación del 80, el Perito Moreno recorría el territorio nacional, y al llegar a la tierra patagónica fue tomado prisionero por el consejo mapuche. Tras ser condenado a muerte, logró darse a la fuga: el cacique Valentín Sayhueque envía a su hijo tras él para recapturarlo. Para sobrevivir, Moreno se enfrentará con la naturaleza y a un territorio convertido en un infierno violento por la Campaña del Desierto. Los directores construyen aquí un film con indudable calidad actoral y técnica.
EL PERITO MORENO EN UN WESTERN NUESTRO Francisco D´Eufemia y Javier Zevallos son los directores de una película que tiene una factura técnica por momentos deslumbrante y que se ve cercana a un western pero ambientada en la Patagonia, y basada en los relatos del Perito Moreno. El hombre que tuvo que huir por haber sido apresado por mapuches y cuatreros. Que sobrevive como puede a veces solo o con compañeros. Algunas secuencias son impresionantes, el comienzo por ejemplo, y el en general la utilización de ese paisaje como una presencia importante en un mundo con limites inciertos antes de “la conquista del desierto”. El problema del film radica en algunos diálogos, donde se descarga información y visiones del mundo, e inquietudes del protagonista, que suenan impostados e imposibles. Carecen de verosimilitud, se asemejan a discursos. Y algo parecido pasa con la información de las placas finales. Pero salvo esas objeciones, el film resulta llamativo para la producción nacional.
El género western siempre tuvo ecos en el cine argentino. Aun con tópicos de aquellos films con vaqueros que transcurren en los Estados Unidos (antihéroes, honor, redención, duelos, imponentes parajes), presentan una impronta que no deja de ser criolla. La Guerra Gaucha (1942), de Lucas Demare, es un ejemplo emblemático. Más acá en el tiempo, Fernando Spiner estrenó Aballay, El Hombre sin Miedo (2009). Fuga de la Patagonia (2016) es el nuevo exponente. En 1879, y luego de ser capturado y acusado de espionaje por el pueblo mapuche, el explorador Francisco Moreno (Pablo Ragoni) y dos compañeros escapan y se dan a la fuga a través de ríos y montañas del sur argentino. Son perseguidos por el hijo del cacique y deberán lidiar con uno grupo de forajidos. Moreno experimentará una auténtica odisea en medio de la naturaleza, y tendrá que ser fuerte para sobrevivir. Loa directores Francisco D´Eufemia y Javier Zevallos le imprimen ritmo a la película desde el principio, ya que comienza con los personajes huyendo en una balsa a través de unos rápidos, en la que constituye una de las secuencias más vertiginosas del cine nacional contemporáneo. Aunque ese momento no es superado después, la acción nunca decae, y contiene pausas indispensables como para conocer más a Moreno, su pasado y sus conflictos internos entre la civilización y el salvajismo. Una correcta labor por parte de todo el elenco permite que el espectador se involucre de lleno en la historia. Fuga de la Patagonia es una estupenda prueba de que los western argentinos, aun sin alcanzar la genialidad, son garantía de buenos productos.
Mar del Plata 2016: casas, fantasmas, fugas y rebeldías. Fuga de la Patagonia se arriesga a recrear hechos históricos con el espíritu de un film de aventuras: el escape del naturalista argentino Francisco Moreno hacia 1879, tras ser tomado prisionero por un grupo de mapuches. El profesionalismo del proyecto incluye desde una fotografía que aprovecha dramáticamente los deslumbrantes escenarios hasta la labor de los actores (más eficaces cuando el guión les permite hablar con cierta informalidad, o ironizar diciendo, por ejemplo, “Somos todos empleados del Gobierno de Buenos Aires”) y la sobreabundante música (a la que no le hubieran venido mal resonancias mapuches). Es cierto que a los jóvenes directores les cuesta mantener la línea de acción, pero su ópera prima tiene momentos vivaces y suficiente nobleza, con una mirada sobre la Historia argentina algo benigna pero responsable.
Aplaudidas hace pocos días en el festival marplatense, ya se estrenan comercialmente dos películas basadas en sendas historias del sur argentino: una aventura del perito Francisco P. Moreno en 1879 y un caso policial de 2010 en Chubut. Ambas fueron filmadas en la provincia de Río Negro, con apoyo de comunidades mapuches. "Fuga de la Patagonia", de los debutantes Javier Zevallos y Francisco D' Eufemia, revive cierta aventura del perito Moreno, desde que escapa de la toldería donde fue capturado y choca con unos blancos que primero tiran y después preguntan, hasta el adiós de su ahijado Francisco Sayhueque, hijo del Señor de la Tierra de las Manzanas. Filmado en (y alrededor de) los ríos Manso y Ñirihuau, con bajo presupuesto, persecuciones y peleas bien hechas, música inquietante, paisajes imponentes, aguas límpidas pero peligrosas, sobre todo para filmar en una balsa de madera, la obra es entretenida y de buenos méritos. Sufre defectos menores: charlas medio extensas, huecos en la narración, caracteres con ropa demasiado limpia, vocabulario y entonación que desentonan con aquellos tiempos. Detalles históricos discutibles pueden chequearse en el libro del propio Moreno "Viaje a la Patagonia Austral". Dicho sea de paso, Francisco Sayhueque murió casi 50 años más tarde, en el sospechoso incendio de un galpón. Pero eso ya da para otra película.
Esta es una ópera prima de Zevallos y D'Eufemia, ambos egresados de la ENERC. Muestra las peripecias que debió vivir Francisco “Perito” Moreno (Pablo Ragoni) ante el imponente paisaje que es otro protagonista del film. Cuenta con la buena fotografía de Lucio Bonelli. Las actuaciones resultan bastante flojas. Vale la pena verla, sobre todo aquellos que no conozcan mucho de esta historia.
Fuga de la Patagonia, una película de género que cruza la biopic y la aventura. En 1879 el joven Francisco Moreno era un naturalista en viaje expedicionario por el sur para delimitar los límites fronterizos e investigar la fauna y flora del lugar. Es entonces apresado por los mapuches, juzgado y condenado a pena de muerte por creerlo espía del gobierno nacional. Logra escaparse y, sorteando innumerables escollos, humanos y propios de la naturaleza, salvar su vida. La opera prima de Javier Zevallos y Francisco D’Eufemia cuenta ese interregno de varios días en clave de aventuras con un comienzo estremecedor y muy bien resuelto en términos de puesta de cámara (la huida en una balsa de troncos junto con otros dos personajes por los rápidos del sur) y un final también destacable (un duelo menos western que criollo con facones y cuchillos, cuerpo a cuerpo, como aquellos guapos que añorara Borges). Entre ambos puntos transcurre una narración que conjuga más luchas y escapadas (cruce con cuatreros, soldado desertor, masacres varias) pero especialmente escenas de transición no demasiado logradas. Diálogos informativos, con tendencia a mezclar en un mismo párrafo lo declamativo y el anacronismo de un lenguaje que no respeta su tiempo histórico y actuaciones que hacen lo que pueden y no siempre pueden. Tiempos muertos que amesetan la atención conseguida y desmerecen las virtudes de una producción que hace del defecto virtud logrando visualmente muy buenos resultados. La fotografía de Fuga de la Patagonia también es de destacar tanto a cielo abierto con el uso de la luz natural cuanto de los momentos nocturnos con su trabajo en posproducción.
Notable film argentino en clave de western y de aventura, en torno a la huida del naturalista Francisco Moreno, el perito que huye de su perseguidor mapuche a través de bosques, montañas y ríos bravos, tratando de esquivar bandoleros. Filmada exteriores de la zona de Bariloche, y aún con sus debilidades -ciertos diálogos, ciertas situaciones-, su puesta en escena del choque de culturas en clave de acción alcanza momentos de enorme potencia. Una rareza valiosa en el panorama del cine nacional.
Narrado como un western clásico, suerte de cruza en escala menor de EL RENACIDO y JAUJA, la película de Zevallos y D’Eufemia se centra en el escape que emprende el Perito Moreno y sus acompañantes tras ser sentenciados a muerte por una tribu mapuche en 1879. La película incluye algunos flashbacks que dejan en claro los esfuerzos por entenderse y compartir conocimientos entre el cacique de la tribu y el explorador, pero eso no logra evitar la condena y Moreno debe huir por agua y tierra, caminando o a caballo, como sea. Atacados por cuatreros se separa de sus compañeros y emprende un recorrido solo, perseguido por ellos, encontrando a un desertor y con la presencia cercana del cacique que parece no perderle pisada. Las fugas y persecuciones llevarán a un notable enfrentamiento entre tres hombres con diferentes concepciones del lugar que atraviesan: el explorador Moreno que en su inocencia de descubridor no sabe que sus mapas pueden terminar sirviendo a los militares para aniquilar a los mapuches, los cuatreros que quieren sacar provecho de lo que puedan y los habitantes originarios que quieren vivir sin ser molestados, cosa que –Conquista del Desierto mediante, poco después– se sabe que no podrán hacer. Contada como un western seco y austero de duros hombres de acción y, por lo general, pocas palabras, pero también con intensidad y nervio narrativos propios de un filme de suspenso (la cámara de Lucio Bonelli captura a la perfección la belleza y soledad del paisaje pero también sus constantes e inminentes peligros) y con un muy buen elenco de actores poco conocidos, los dos directores (uno es, además, guionista y el otro, el montajista del filme) entregan una muy sólida y lograda opera prima que, es de esperar, consiga repercusión en Mar del Plata y, de aquí en adelante, con los festivales internacionales y el público en general en su estreno comercial.
A la caza del Huinca Resulta más que válido el intento de esta ópera prima por contar una parte de la historia argentina que trazó las coordenadas para la conquista del desierto, de la mano de Perito Moreno. En primer lugar porque Fuga en la Patagonia (2016) encuentra el espacio narrativo en el género del western para sumergir al espectador en un relato por momentos épico, que se concentra precisamente en la fuga emprendida por el geólogo y naturalista Francisco Moreno una vez que la tribu Mapuche lo condenara a muerte bajo la acusación de ser espía del gobierno nacional. Estamos en 1879, en escenarios hostiles de la Patagonia, con un cielo que cobija la desolación en el territorio habitado por mapuches, pero también por intrusos, el ejército, cuatreros, sedientos de tierra ajena y sangre. El río tampoco es lo suficientemente tranquilo como para dejarse arrastrar por la correntada y ese es otro obstáculo que se le presenta al protagonista de esta historia, primero acompañado por dos hombres y luego en solitario. Si hay algo que debe destacarse en primer término de este debut cinematográfico de la dupla Francisco D'Eufemia y Javier Zevallos es la meticulosa planificación en la puesta en escena y, por otra parte, dejar en evidencia la importancia de poner el cuerpo a la hora de filmar. Ese "poner el cuerpo" se refleja en lo extra cinematográfico, así como en lo estrictamente cinematográfico, porque a los actores convocados también se los sometió a escenas físicas como por ejemplo las transcurridas río adentro, en balsas precarias y con la adrenalina que eso implica. Tampoco puede dejar de mencionarse la calidad en los rubros técnicos, donde es destacable el trabajo de dirección y de fotografía, en manos de Lucio Bonelli, teniendo presente el clima y el escenario en el que se decidió rodar el film, con luz natural y locaciones de enorme belleza a la vez que topográficamente difíciles para transitar con una cámara. En ese sentido, el uso de steadycam en secuencias de persecuciones terrestres a gran velocidad demuestran a las claras el pulso y el nervio narrativo que hace de Fuga en la Patagonia (2016) un más que atractivo relato de supervivencia. Sin embargo, a ese western de estructura clásica se le pueden agregar, desde las subtramas, otras aristas como por ejemplo el rol de Moreno en lo que luego sería conocido como La Campaña de la Conquista del Desierto, la masacre de los pueblos originarios gracias a la utilización de sus mapas y su conocimiento topográfico tiñen de sombras su figura. Aunque queda establecido que desde las intenciones primarias (Moreno era un utópico y entusiasta naturalista, que creía en la convivencia entre el hombre blanco y el indio) jamás hubiese pasado por la cabeza de este geólogo semejante atrocidad para con los pueblos aborígenes que lo aceptaron en un principio hasta la condena a muerte. Si hubiese que buscar alguna referencia cinematográfica en el escueto mosaico de películas argentinas de este estilo, no puede dejarse de pensar en Jauja (2014) cuando la película busca escudriñar en los paisajes interiores más que dejarse atrapar por la belicosidad de los paisajes exteriores. Pero claro, el ejemplo más cercano a la parte estrictamente de aventura y tensión entre el hombre y la naturaleza nos remonta a la reciente El renacido (2015), desde el contrapunto de las culturas como las distintas y antitéticas cosmovisiones, en medio de la violencia, sangre, el ultraje y la ignorancia.
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El desierto no se conquista Estamos ante la ópera prima de los directores Javier Zevallos y Francisco D´Eufemia, que debutan tras lograr la aceptación del público marplatense en la reciente edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Fuga de la Patagonia, como anticipa su título narra un capítulo oscuro y triste de la historia nacional: la mal llamada Campaña de la Conquista del Desierto, con sus graves consecuencias y secuelas en materia política y sociocultural. Lejos de ser un desierto y un lugar a conquistar, estaba habitado por pueblos originarios. El guión es fiel al relato del joven explorador y cartógrafo Francisco “Perito” Moreno (Pablo Ragoni), quien cuenta cómo en 1879, mientras comandaba una expedición por la Patagonia, es capturado por el Cacique Consejero de una tribu Mapuche, Valentín Sayhueque, que lo sentencia a muerte, acusándolo de espía y traidor a la patria. La trama gira en torno a cómo esta tribu mapuche lleva adelante la persecución del joven por el hijo del Cacique, el mapuche Francisco Sayhuegue (Gustavo Rodríguez), mientras pivotea con un Moreno que durante seis días se enfrenta a sobrevivir los inminentes peligros de los bosques sureños, capturados a la perfección por la cámara de Lucio Bonelli con juegos de travellings y mucha steadicam. Así, los realizadores a medida que avanzan los minutos, enfatizan miradas adversas que coexisten sobre -y en un- mismo territorio: la del explorador que, en su afán de descubrir tierras por el sólo hecho de curiosear, traza mapas que luego servirán de guía a los militares para aniquilar a los mapuches; la de los cuatreros que buscan sacar provecho de lo que puedan, y la de los pueblos nativos u originarios que desean permanecer viviendo allí en paz. Este último hecho, pese a que los directores remarcan hasta el cansancio que su intención no fue juzgar la historia ni hacer una bajada de línea, intenta al final del film reivindicar -un poco- su figura, citando que no comandaba los ejércitos ni traiciona a los mapuches, sino que este personaje histórico (y a la vez, polémico) también es idolatrado por muchos amantes del medio ambiente, ya que aportó a la preservación de los parques nacionales, los cuales también fundó -razón por la cual hoy llevan su nombre gravado-. Sin embargo, las escenas marcan a las claras la existencia de un conflicto sociopolítico, y que gracias a los mapas de Moreno fue posible la Conquista del Desierto durante la presidencia de Julio Argentino Roca, que literalmente “Aniquiló a los indios que afloraban en la Patagonia”. Si hay algo para destacar de esta ópera prima es el plano artístico. Resulta interesante ver una película de acción enmarcada en los ríos y montañas del norte patagónico. Tanto la música de Ariel Polenta como las locaciones en escenarios naturales y deslumbrantes dieron en la tecla para la construcción de climas. Es su conjunción, la que levanta con eficacia la poca creatividad del relato, cuya narración por momentos remite a películas como El Renacido (The Revenant, 2015), de Alejandro González Iñárritu, y Jauja (2014), de Lisandro Alonso. En estos casos, donde se presentan hechos históricos, si se quiere cuasidocumentales, debe afinar aún más el lápiz y mirar con lupa todos los detalles que la conforman. Aquí, los elementos de utilería y el vestuario, lejos de ser un problema, contextualizaron efectivamente la época y enfatizaron la historia: el armamento de los indios, el hombre blanco que debe llegar al fortín con el objetivo de salvarse, la balsa donde navegan -construida para la ocasión- y los caballos tradicionales para las trilladas escenas de persecuciones, vistas hasta el cansancio en westerns. En contrapartida, algo para mejorar es la elección del elenco. Se incluyeron actores mapuches para reflejar dicha cultura a través de lo físico (los rasgos, sus rostros), pero a nivel actoral esto perdió objetividad y naturalidad. Quisieron innovar y perdieron de vista que la inclusión de algunos diálogos en idioma mapuche en personajes de rudos hombres de acción y, por lo general, pocas palabras, son innecesarios. Las actuaciones de estos nativos, en lugar de generar un tono épico, le quitaron naturalidad y credibilidad. Fuga de la Patagonia no es más que una buena idea con historias fascinantes, pero esta primera ficción de Francisco D’Eufemia y Javier Zeballos no consigue ir a buen puerto. Hay veces que no sólo basta con tener todos los elementos de un western sino ver un horizonte más allá de la acción y la aventura física, y recae en el melodrama del hombre en peligro atrapado en un territorio desconocido. Apunta a simplemente sobrevivir y, quizás, hubiese sido bueno ahondar a reflexionar sobre la visión de este personaje emblemático.
Una muy buena película de género, ni más ni menos un western realizado en la Patagonia sobre la historia del joven Francisco Pascacio Moreno y sus aventuras en tierras mapuches. Realmente la película comprende la tradición de ese género que es menos sobre los Estados Unidos que sobre la conquista del territorio por parte de la civilización (es, ni más ni menos, la poética de la civilización y la barbarie) a través de la aventura física, del movimiento, del melodrama del hombre en peligro. Muy buen intento, más que cumplido salvo cierta fea corrección política.
La guerra de los mundos A diferencia de un western en el que el héroe solitario viene a restablecer el orden, en “Fuga de la Patagonia” el protagonista es parte involuntaria del conflicto. El protagonista es Francisco Moreno, enviado a esa parte del país por el gobierno del general Roca para cartografiar el territorio. Moreno se ganó la confianza de una de las tribus mapuche y fue padrino de Francisco, uno de los hijos del cacique, pero en algún momento fue acusado de espiar para Roca y sentenciado a muerte. La película de Javier Zeballos y Francisco D’Eufemia recrea uno de los diarios de Moreno en el que relata la fuga de esa condena. En 1879, año en que transcurre la película, la Campaña del Desierto recién comenzaba. Moreno era además un naturalista y espectador privilegiado de un mundo que estaba a punto de desaparecer, aunque él, según la película, no lo supiese. Uno de los aciertos de esta ópera prima es que no emite juicios, expone los hechos y pone hacia el final cierta mirada romántica y redentora. Rodada en escenarios naturales, con partes habladas en mapuche, el filme conserva el suspenso hasta los últimos minutos. Película de diálogos por momentos demasiado extensos pero necesarios para encuadrar el contexto histórico, el filme contrapone las aparentemente buenas intenciones de Moreno -”que la zona se desarrolle, que llegue la educación y que ellos (los indios) sean parte de eso”, dice el personaje- con la evidencia de que las cosas tal vez no sean como él cree. Quizás su trabajo como cartógrafo sea utilizado por el gobierno para cercar a los indios. Así lo sorprende un soldado cuando le cuenta que desertó porque “los soldados le están tomando el gusto a la sangre”.
Francisco Moreno, enviado desde Buenos Aires se introduce e involucra en los pueblos mapuches. Hace investigaciones, delimita tierras, realiza mapas y peritajes. Hasta que los mapuches lo acusan de traidor y lo condenan a muerte. Es allí que decide escaparse. El film de Javier Zevallos y Francisco D’Eufemia es la historia de esa fuga, tal como lo mencionan en los primeros minutos del relato. Fuga de la Patagonia va mostrando las distancias culturales y las distintas realidades por medio de los pequeños detalles. El lugareño que guía a Moreno, diferencia el sueño de los porteños del de los mapuches. En la Patagonia se sueña con los ríos, las rocas, los árboles, las montañas, comenta, mientras que en Buenos Aires, Moreno sueña con el dentista y el dolor de muelas. Con diálogos cortos que solo por veces logran mostrar el trasfondo de la situación particular, esta película histórica se entre mezcla con un estilo western. Con tomas osadas dentro del río y unos bellísimos planos generales que sitúan al espectador en una Patagonia un poco más originaria y natural. Naturalidad que refleja muy bien la fotografía utilizada. Por momentos el relato se pierde en la osadía de la fuga y no deja ver con claridad la ruda y dolorosa verdad de la masacre a los pueblos originarios. Pasando por sueños distintos y ambiciones hasta la peor pesadilla del destierro y genocidio de estos pueblos, el film termina dejando abierta la concepción moral del perito Francisco Moreno.
Bicho de ciudad. Fuga de la Patagonia nos sitúa en las postrimerías del siglo XIX, 1879 para ser más precisos, el perito Francisco Pascasio Moreno, encargado de cartografiar los inexplorados –por el hombre blanco– territorios de la Patagonia, es tomado prisionero por la tribu mapuche. A pesar de la buena relación que existía entre Moreno y el cacique Valentín Sayhueque, el perito es condenado a muerte por el Consejo Mapuche. Es entonces cuando el explorador decide escapar de su certera muerte, pero en su intento de fuga deberá recorrer ríos, bosques, desiertos y enfrentarse al Francisco Sayhueque –hijo del cacique–, quien tiene la misión de capturar nuevamente a Moreno y a otros enemigos impensados. Sin lugar a dudas lo mejor de esta producción son los imponentes paisajes que podemos observar durante el metraje: la belleza de la Patagonia argentina es capturada por la impecable fotografía de la película, y las locaciones pasan a formar parte de la cinta como un protagonista más: el hermoso río de aguas turquesas, los bosques verdes y los desolados desiertos no están ahí únicamente para ser contemplados por los protagonistas. Al leer la sinopsis de Fuga de la Patagonia el espectador puede llegar a pensar que se encuentra frente a una cinta de acción y suspenso, pero lo cierto es que la película cuenta con algunas pocas escenas que nos aceleran el corazón. La cinta se mueve más en la vereda del drama y la aventura, casi recordando a la genial El Renacido de Alejandro González Iñárritu. Y es que nos viene a la memoria la cinta protagonizada por Leonardo DiCaprio debido a las locaciones vistas en la cinta, las duras condiciones que debieron soportar los actores durante el rodaje –hasta cuatro grados en el agua– y sobre todo por la música, aunque la epopeya vivida por Moreno no sea ni por asomo igual de espectacular y dramática que la de Hugh Glass. Pablo Ragoni es quien encarna al explorador bonaerense, su composición del Moreno humanista que grafican los libros, lleno de cuestionamientos sobre las acciones tomadas por el gobierno es absolutamente genial, una interpretación que busca alejarse de la figura del prócer. Si bien la figura del perito Moreno es bastante polémica, el film dirigido por Francisco D’Eufemia y Javier Zevallos no busca ponerse de un lado o del otro, deja que el espectador tome partido y saque sus conclusiones: ¿fue Moreno cómplice de la casi aniquilación sufrida por los pueblos originarios de la Patagonia? ¿O solamente fue parte de la masacre llevada a cabo durante la Campaña del Desierto por su cartografía? Que el espectador decida. Conclusión: Fuga de la Patagonia es una buena propuesta dentro del cine de aventuras con toques dramáticos, la sinopsis nos vende una trama mucho más al estilo western, con la acción que ello implica, pero lo cierto es que no hay demasiados enfrentamientos, y el drama pasa por otro lado. La música, las actuaciones y los paisajes convierten a esta propuesta en una producción diferente que merece ser disfrutada en el cine.
CARTOGRAFIAS SALVAJES Encontrar un film como Fuga de la Patagonia en el Festival Internacional de Cine en Mar del Plata fue una grata sorpresa y que la propuesta se vuelque a salas comerciales aún más. Que producciones nacionales de género pueden ser llevadas a cabo con cierta grandeza y con excelente narrativa sin envidiar a la maquinaria hollywoodense tiene un doble valor. Por un lado, Fuga de la Patagonia profundiza sobre el western épico, poco explotado a nivel nacional, aunque recordemos la lograda Aballay (2011), de Fernando Spiner, y la elogiable Jauja (2014), con Viggo Mortesen, bajo la dirección de Lisandro Alonso. Por otro, cuenta un suceso histórico y real con un ritmo vertiginoso y secuencias encadenadas que ofrecen un máximo entretenimiento. El cine nacional no nos tiene acostumbrados a este tipo de lecturas novedosas, preponderando el drama y los diálogos acartonados. El debut de Javier Zeballos y Francisco D’Eufemia fue una revelación dentro de la Competencia Nacional del Festival, a partir de su relato sobre el escape en 1879 vivido por el explorador y cartógrafo Francisco Moreno -interpretado por un desconocido pero correcto Pablo Ragoni- cuando es acusado por el pueblo mapuche de espionaje gubernamental y por ello, condenado a muerte. Allí comienza toda la epopeya, que incluye un escape por los rápidos ríos de Bariloche, en una secuencia excelentemente filmada con steadycam (arnés al cuerpo) y cámara en mano, que le otorgan un realismo puro, ligereza y un clima de frenesí, donde asombran los ángulos conseguidos. Este pasaje recuerda a la maravillosa Deliverance (1972) donde un grupo de amigos disfrutaban inocentemente de navegar en rafting antes que aquel cañón sea dinamitado. Volviendo un poco a la historia, es destacable la fotografía natural alcanzada por un experimentado Lucio Bonelli (Todos tenemos un plan, Fase 7), que nos deja disfrutar con planos generales la belleza autóctona de los diferentes paisajes sureños. Paisajes que buscan ser escondites ideales para Moreno, perseguido por su propio ahijado mapuche pero también por los cazafortunas de la zona. Con el fin de llegar a un fortín cercano a la zona fronteriza con Chile que lo salvaguarde de la “barbarie”, huye acompañado a caballo, a pie y en balsa. El film también ofrece dos cosmovisiones opuestas de un mismo territorio: la del hombre de ciencia o letras, y las propias del pueblo originario. Uno regido en creencias de dioses vinculados a la naturaleza proveedora; otro con el racionalismo en boga y un catolicismo que presentaba sus primeros indicios de crisis. Una clásica dicotomía estudiada en el secundario y en algunos textos universitarios y que persiste en nuestros días. Tal vez, Fuga de la Patagonia pierda el peso autobiográfico puntillista de films de este estilo y busque una libre versión, pero lo que es imposible de negar es el dinamismo y el entretenimiento visual que ofrece. De hecho, recuerda en su estilo a películas como El renacido, de Alejandro González Iñárritu, donde el juego del gato y el ratón también se ve absorbido por diferentes paisajes andinos. Lo elogiable de Fuga en la Patagonia es que no busca la mirada aleccionadora o manipuladora de una clase sobre otra, sino que sólo se limita a la supervivencia del hombre “blanco” en tierras “salvajes”. Tierras que serían parte del exterminio aberrante impuesto en el gobierno de Julio Argentino Roca a principios del Siglo XX, gracias a las delimitaciones que supo hacer Francisco Moreno. ¿Estaremos ante un film que busca develar las verdaderas intenciones del progresismo de la época para los espectadores actuales? ¿O se trata de romper el mito de héroe en los hombres que formaron la Nación desde una “inocente” delimitación de territorio, como la encomendada a Moreno? Por ser arriesgada y tener espalda para contar un suceso de estas características con una narrativa diferente, este film merece su visionado. Ayuda la participación de un reparto actoral no reconocido pero con alto nivel de interpretación que hace pensar a la crítica que no todo se limita a Ricardo Darín y Leonardo Sbaraglia, actores ya demasiado sobrevaluados internacionalmente. De ahí en más queda en el gusto del espectador despreciarla o regocijarse con un producto profesional de primera línea.
Nacido en Buenos Aires a mediados del Siglo XIX, la figura de Francisco Pascasio Moreno fue fundamental para lo que hoy conocemos como el territorio de nuestro país. Científico geógrafo, pasó a la historia, entre otros hechos, por sus expediciones a lo que hoy conocemos como Patagonia en las que contribuyó a la delimitación cartográfica, no sin generar más de una controversia. Tamaña figura eligieron Javier Zeballos y Francisco D’Eufemia para su debut en el mundo del largometraje de ficción. Ficción, por supuesto, con peso en la realidad, Fuga de la Patagonia llega para descubrir al fílmico una parte de nuestra historia que no ha sido muy retratada dentro del ámbito audiovisual. Un western, un tono que nos hace acordar a algunas películas de tradición gauchesca de nuestro cine, y mucho rigor técnico para presentarnos a Francisco Moreno (Pablo Ragone) huyendo junto a un colega y un lugareño, balsa mediante de la sentencia de muerte impuesta por el Consejo Mapuche, tras considerarlo un espía del gobierno que los estaba hostigando (y que posteriormente arrasaría en la sucesivas Campañas al Desierto). La historia de Fuga de la Patagonia prescinde de un fuerte arraigo histórico, no pareciera estar hecha con un manual en mano. Se concentra en narrar un hecho puntual, un instante dentro de un acontecimiento mucho más grande y tremendo. Quizás este apartado dentro de un contexto mayor pueda ser visto por los detractores como falta de rigor histórico, no brindando la suficiente información al espectador. Es que Zeballos y D’Eufemia en realidad narran una película de aventuras, utilizan una placa para ubicarnos en época, y de ahí a la acción de la fuga que da título. Una aventura en la que no parecen haber buenos y malos, sino actos justificados de ambos bandos; y una figura como la protagónica que linda entre los dos polos. Como contrafigura de Moreno, el hijo del Cacique, que le debe gran parte de su formación; pero ahora obedece las órdenes de salir a su caza. Con una gran fotografía que aprovecha los impactantes escenarios naturales, la película se ve con ojos maravillados, influenciado también por una lograda recreación de época que no cae en regodeos. Si el presupuesto no fue abultado, los recursos son aprovechados correctamente haciendo lucir a film mucho más grande de lo que es. Un ritmo no del todo parejo – que encuentra su buen tono recién a la mitad – acrecentado por algunos diálogos que tienden a estancarse (repito, sobre todo en el primer tramo), recienten mínimamente el resultado de un film que apuesta por algo diferente y sin lugar a dudas sale ganando.
¿Cuántas películas inspiradas en hechos históricos y que descansan sobre el género de aventuras/entretenimiento provenientes del exterior vimos en los últimos 50 años? ¿Cuántas veces imaginamos esas mismas historias protagonizadas por referentes y actores locales? El cine nacional ha explorado muy poco esta veta, por lo que el estreno de “Fuga de la Patagonia” (Argentina, 2016), maraca un antes y un después en la historia de la industria del cine argentino. En el film los directores Francisco D’Eufemia y Javier Zevallos debutan en la narración de ficción (además de productores, han trabajado en el documental, “Los Boys” es uno de ellos) con una propuestas arrolladora e interesante. Tomando como punto de partida la huida de Perito Moreno de territorio mapuche, luego de ser acusado de espionaje y de ser un infiltrado del gobierno, “Fuga de la Patagonia” busca revitalizar un género que siempre ha tenido adeptos pero que hablado en “argentino” suena de otra manera. Lo curioso es que en esta oportunidad esa anécdota inicial, que quedará sólo en un hecho disparador, permite a los directores conformar una historia de búsqueda y escape como nunca antes la pantalla local ha ofrecido. Los paisajes del Sur, recientemente utilizados en “El Renacido” por Alejandro González Iñárritu, son nuevamente visitados por D’Eufemia y Zevallos para que su relato posea el verosímil necesario para enmarcarse en el género. Y si bien Moreno (Pablo Ragoni) es el protagonista junto a sus acompañantes (Gustavo Rodríguez, Jorge Sesán), la naturaleza será el cuarto componente de la película, en la que el naturalista argentino deberá avanzar para lograr llegar con vida a destino, sabiendo que el río puede traicionar el destino de su pequeña balsa y terminar en tragedia. Justamente en esa tensión es en donde la película fundamenta su razón de ser, reforzando su propuesta y logrando la empatía inmediata con los espectadores. Los directores logran capturar la esencia del género, apoyándose además en las logradas actuaciones, las que, junto al virtuosismo puesto en los planos escogidos y en la dimensión de los mismos permite un disfrute total. La parte histórica queda en un fuera de campo, y si bien está presente todo el tiempo, trastoca el sentido que tal vez algún espectador avezado o con conocimiento sobre los hechos quiera buscar en el mismo. “Fuga de la Patagonia”, así y todo, es un ejemplo de un cine independiente se viene haciendo a pulmón y que en el caso de esta aventura épica demuestra que no hay techo posible cuando la pasión por lo que se hace es tan fuerte.
Corría el año 1879 y Francisco P. Moreno se encontraba explorando la Patagonia. Sin embargo, el recrudecimiento de la conocida Campaña del Desierto de Julio Argentino Roca hizo que Moreno fuera tomado prisionero por los mapuches que habitaban dicho lugar. El explorador logra escapar y allí es donde comienza “Fuga de la Patagonia”, película dirigida por Francisco D’Eufemia y Javier Zevallos, que se encuentra dentro de la Competencia Argentina del 31º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. El argumento del film, que se centra en la fuga de Moreno y en la persecución de su ahijado mapuche, Francisco Sayhueque, que es enviado a cazarlo, cobra una importancia especial, ya que está basado en hechos reales obtenidos a partir de los diarios del explorador. Esto le da un sustento particular a la historia, agregándole valor. Otro de los puntos a destacar de “Fuga de la Patagonia” es la belleza e inmensidad de sus paisajes. Sin embargo, esto puede considerarse también un arma de doble filo, ya que por momentos cobra más fuerza que la propia historia. Con planos más largos y centrados únicamente en el río, en las montañas o los bosques, la película genera un impacto visual muy importante. Esto genera, a su vez, que por momentos la historia pierda un poco el ritmo y se vuelva más lenta: muchas imágenes de paisajes y pocos diálogos. Pero también hay que resaltar que cuando uno comienza a sentir esta lentitud ocurre alguna situación que nos trae nuevamente a la historia, desde el lado de la acción y la tensión, provocando que la trama avance sin inconvenientes. “Fuga de la Patagonia” resulta ser un film muy argentino y popular, que retrata una época fuerte y compleja del país, desde una mirada realista y humana. Si bien por momentos la película se vuelve más lenta, donde la trama se estanca y el paisaje toma un lugar más preponderante, la historia real detrás, las actuaciones de los actores (sobre todo del protagonista, interpretado por Pablo Ragoni), y el desarrollo del argumento en general ayudan a que el film tenga un buen resultado. “Fuga de la Patagonia” forma parte de la Competencia Argentina del 31º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Puntaje: 3,5/5
Emitida también por Radio La Red y en www.partedelshow.com.ar Basada en una novela de Ernst Lubitsch, “Frantz” narra la historia de un ex soldado francés que se encuentra con la familia de un fallecido soldado alemán por razones que nadie consigue descifrar, hasta establecer un lazo muy cercano. Ambientada tras la Primera Guerra Mundial, es un film de destacada impronta romántica (en el sentido literario del término), con muy buenas actuaciones y una excelente fotografía. François Ozon vuelve a construir un film valioso, distinto a sus obras anteriores en varios aspectos pero al mismo tiempo con algunos altibajos de guión que concluyen en un largometraje algo desparejo, porque no siempre logra sostener una potencia narrativa como sí se observa al principio. De todas maneras, el retrato del rostro humano detrás de la guerra por momentos llega a conmover.
“Fuga de la Patagonia” es un western gaucho que a primera vista tiene algunas reminiscencias a “The Revenant” (2015) de Alejandro González Iñárritu. Con el correr de la cinta vamos dándonos cuenta que la película tiene su propio sello y que las evocaciones tienen que ver con los paisajes y la cuestión de la supervivencia. La cinta transcurre en el final del siglo XIX, y está basada en hechos reales recogidos en el diario del protagonista, el joven Francisco Perito Moreno (Pablo Ragoni). Moreno es un joven y entusiasta explorador que recorre la Patagonia virgen realizando investigaciones científicas. A causa del recrudecimiento de la Campaña del Desierto, es tomado prisionero por los mapuches y condenado a muerte. Logra escapar pero su ahijado mapuche, Francisco Sayhueque, es enviado a cazarlo. El film comienza brindando la información presentada anteriormente y ya nos encontramos con los protagonistas en pleno escape. La película relata los hechos de esa fuga. Podemos decir que nos encontramos ante un largometraje de gran belleza. La cinta pasa mucho por lo visual; los increíbles paisajes de la Patagonia son enaltecidos mediante el uso del diálogo acotado y la utilización de música incidental que acompaña perfectamente a la generación de climas. El espectador es testigo de los acontecimientos, ubicándose bien cerca de los personajes. Sin embargo, el film quizás no logra mantener el ritmo a lo largo de todo el relato. Si bien tenemos un arranque tremendo y desmedido en el medio del conflicto, la película se estanca en el segundo acto, donde llega a tornarse un poco lenta. Dicho esto, antes de distraernos con la enormidad del paisaje el relato recobra fuerzas nuevamente sobre el final para tener una conclusión a la altura de las circunstancias. “Fuga de la Patagonia” es una buena propuesta de cine nacional, técnicamente impecable, que tiene algunos baches en el medio pero que nunca decae del todo. El trasfondo histórico enriquece la trama y el elenco acompaña muy bien a la situación.