En un nuevo acercamiento al universo del felino más megalómano del universo creado en Shrek, la incorrección política, los gags y nuevos personajes, harán delirar a los fanáticos de la saga. El gato con botas era ese tierno felino que primero en la literatura, y luego en diferentes adaptaciones audiovisuales, supo capturar la atención de las audiencias, pero, cuando Shrek llegó con su relectura de los clásicos infantiles, su figura fue reinventada acentuando su origen español y sus similitudes con otro clásico como El Zorro. En el arranque de Gato con botas, el último deseo, veremos a nuestro antihéroe siendo venerado por el pueblo que habita, arrancando con una escena en una inmensa fiesta en la casa usurpada por él del Gobernador, para pasar, rápidamente a la acción que impulsa la narración. Los gatos tienen muchas vidas, pero ¿qué pasa cuando ya casi han agotado todas? Con ese disparador la propuesta traza sus líneas y temáticas, que estarán asociadas a la búsqueda de un último deseo que pueda convertir aquella ausencia en realidad, y, en el caso del gato, volver a tener muchas más vidas que le permitan ser ese bandido cercano al pueblo, ese Robin Hood dadivoso que ayuda a los desvalidos. Con logrados momentos de humor, gags que la acercan a la nueva comedia americana, y el refuerzo de información que ya tenemos sobre el gato (mirada conmovedora), además de sumar personajes secundarios entrañables, hacen de la película una de las mejores opciones para ver en familia.
Secuela del felino aventurero con Antonio Banderas La segunda película en solitario del felino surgido de Shrek, introduce demasiados personajes en su heroica aventura. El gato con botas: El último deseo (Puss in Boots: The Last Wish, 2022) empieza con todo. El gato con botas (voz de Antonio Banderas) hace gala de sus actitudes heroicas y triunfantes frente al pueblo que lo alaba como un Dios. Personaje narcisista y divertido reafirma su leyenda en una enorme secuencia inicial llena de despliegue escénico, efectos visuales y virtuosos movimientos de cámara. Lo difícil ante estos prometedores arranques es mantener el ritmo y la tensión después. Es lo que le sucede al film dirigido por Joel Crawford, que si bien plantea con mucha gracia la pérdida de las 8 de las 9 vidas del protagonista, que lo deposita en un hogar mundano junto a otros gatos para tener una vida ordinaria, luego empezará a presentar una gran cantidad de personajes secundarios, cada uno con sus historias pasadas, que ramifican la trama y agotan al espectador. Algunos personajes son muy buenos, el problema es la cantidad. Primero tenemos el regreso de Kitty Patitas Suaves (voz en castellano de Veronica López Treviño), la versión femenina del gato con botas. Luego la presentación de Perrito (voz en español de Harvey Guillen), un peculiar chihuahua que oficia de personaje cómico, una especie de burro para Shrek, responsable de los momentos de humor del film. En el medio aparece la posibilidad de encontrar la Estrella de los deseos y con ella recuperar las vidas perdidas del gato con botas y así evitar el acecho de Lobo Feroz, una suerte de parca que sigue de cerca al protagonista. Pero en el camino por conseguir la estrella en cuestión, el gato con botas hará equipo con Kitty y Perrito y disputará el trofeo con Ricitos de Oro y sus tres osos, cuyas voces en español son de los argentinos Julieta Nair Calvo, Patricia Etchegoyen, Axel Kutchevatzky y Mariano Chiesa. Aunque a la carrera por conseguir la Estrella se suma también el gran Jack Horner y su ejército de pasteleros. Una infinidad de personajes que tendrá cada uno su presentación ralentizando el avance de la trama. Dicho esto, El gato con botas: El último deseo es una película que funciona, roba algunas sonrisas con los lugares comunes de los gatos domesticados ante los ojos del resistido protagonista y su espíritu heroico. Hay que tener en cuenta también que la colorida aventura se piensa a sí misma como un capítulo más del universo Shrek y no como una mega película para quedar en la historia. Y el resultado es acorde a sus objetivos.
El 5 de enero llegará a la gran pantalla un nuevo film del estudio Universal Pictures, y de la franquicia de Shrek. Se trata de “El Gato con Botas: el último deseo», una de las mejores películas de animación de los últimos años. En esta ocasión, el protagonista se embarca en un épico viaje al Bosque Negro para encontrar una estrella. La misma tiene el poder de recuperar sus vidas perdidas. En este viaje, el gato estará acompañado por su compañera Kitty Patitas Blandas. Además, la película presenta nuevos personajes que son una delicia: un perrito parlanchín, Ricitos de Oro y los tres osos. Asimismo, aparecerá un malvado y clásico personaje: el Lobo Feroz.
La última carta de DreamWorks. Algo que debo decir de este año que se fue es que, pese a que contamos con grandes estrenos, también tuvimos perdedores notorios, como suele pasar, pero nada se compara con el año nefasto que padeció la animación en sí. Los estrenos que surgieron apenas si aportaron una mínima pizca de creatividad y, centrándonos en los grandes estudios, sólo unos pocos no pasaron desapercibidos. Una suerte que pareció cambiar con Pinocho de Guillermo del Toro a la que se suma ahora la secuela del Gato con botas (2011). Ese personaje, que resultó ser una de las mejores adiciones de Shrek 2, nos impactó con la gran interpretación de Antonio Banderas, tanto en inglés como en español, así como su consecuencia lógica: el Gato tuvo una serie propia y el filme homónimo dirigido por Chris Miller. Un suceso que ni Burro pudo haber soñado. Gato con botas, en cambio, es un personaje que derrocha carisma, donde Banderas le añadió elementos propios del Zorro, aunque jugando con la naturaleza “traicionera” de los gatos, dando una original combinación. En esta nueva entrega, el Gato se entera que se le terminaron sus nueve vidas, por lo que sale en búsqueda de una estrella del deseo para recuperarlas. Como suele pasar cuando hay un objeto de enorme poder, en manos equivocadas esto podría convertirse en un auténtico caos. Con el regreso de Kitty Patita suave, con la voz de Salma Hayek, y Perro, un nuevo personaje, ambos se unen al Gato para la búsqueda de la estrella, pero también deben lidiar con Ricitos de oro y los tres osos que son cazarecompensas, enviados por Jack Horner que quiere acabar con toda la magia existente. Más allá del villano olvidable, tenemos en compensación una nueva capa del Gato con botas, inexplorada, que acá nos da una pequeña dosis de emotividad. No sólo del lado de los héroes tenemos esa veta, sino también del lado antagónico: Ricitos de oro (con un marcado acento argentino por Julieta Nair Calvo en la versión doblada) nos regala uno de los momentos más emotivos pese a no prodigarse en demasía. Con grandes escenas de acción y un Gato más vulnerable, que filme a filme va evolucionando, el filme nos augura un presunto renacimiento (algo que pareció hacer Pixar con Lightyear pero se estrelló en el camino) de DreamWorks, que va sacarlos de aquella crisis creativa que viven desde hace años. Gato con botas: El último deseo marca el inicio de un 2023 más prometedor, al menos en el campo animado.
Once años después de su primera película vuelve a hacer su entrada triunfal el valiente gato salido del universo "Shrek" de Dreamworks. De qué se trata? 👉 Como bien sabemos los gatos tienen nueve vidas, y nuestro famoso héroe en cuestión (con la voz del gran Antonio Banderas en inglés y español) ya ha usado ocho, saliendo airoso de cada uno de sus "accidentes". Después de enfrentarse al mismísimo Lobo Feroz, personaje que lo acerca al fin de dichas vidas, el Doctor (Anthony Méndez) le informa que las mismas han sido malgastadas y que sólo le queda una, hecho que lo deprime primero pero luego lo anima a emprender un viaje al Bosque Negro para encontrar a la Estrella de los Deseos, obtener más vidas y enmendar sus errores. Necesita ese último deseo, premisa que le da título al film. No lo hará solo, a su aventura se suma Kitty Softpaws (Salma Hayek) y un Perrito adorable (Harvey Guillén en inglés y español) que conoce por casualidad en la casa de Mamá Luna. En su camino deberá luchar contra quienes se transforman en enemigos, Ricitos de Oro (en español con la voz de Julieta Nair Calvo) y la familia de Osos, Mamá Osa (Patricia Etchegoyen) Papá Oso (Axel Kuschevatsky) y Bebé Oso (Mariano Chiesa). La película plantea entretenimiento y diversión permanente, el hermoso gatito es tan intrépido como seductor y cuando sus ojitos se entrecierran genera una tremenda ternura. La cinta dirigida por Joel Crawford visualmente es impecable, el pelaje de cada animal es tan real que parece imposible lograr semejante perfección y los colores son tan vibrantes como la aventura del apuesto gato. En la versión en inglés se puede escuchar además de los mencionados a Florence Pugh, Olivia Colman, Ray Winston, Harvey Guillén, y Ray Winstone, entre otros. Conclusión: Imperdible opción para las vacaciones, con un mensaje positivo que nos recuerda cuánto debemos valorar cada uno de nuestros días y mucho humor para grandes y chicos.
Nacido de las entrañas de Shrek, una vez que aquella franquicia quedó concluida en 2010 con Shrek 4: Para siempre, su primer spin-off, bautizado Gato con botas (2011), eligió al personaje más astuto y seductor para continuar ese delirante universo salido de los cuentos de hadas tradicionales. Y como en toda relectura de las viejas tradiciones, la pizca de ingenio y autoconciencia se desplaza de los creadores a los mismos personajes. Por ello Gato con botas es fiel heredero de las aventuras del personaje literario, del glamour de los espadachines cinematográficos –sobre todo del exquisito Tyrone Power en La marca del Zorro (1940) de Rouben Mamoulian, con sus calzas apretadas y su sonrisa llena de dientes– y de la picardía de Antonio Banderas, quien le brinda su voz teñida de acento y aire español. Luego de la presentación con ojitos acaramelados en Shrek 2 y de la pesquisa de los huevos de oro de una gansa en Gato con botas, esta nueva aventura lleva al gato forajido a replantear su vida –o sus vidas- y a luchar con la mismísima muerte. Es que tanta temeridad y displicencia hizo que las nueve vidas que ostentan todos los felinos se escurrieran de sus manos de la manera más banal y absurda, y llegada la última en el carretel es imprescindible encontrar la forma de recomenzar el conteo. Resucitado y provisto de su última oportunidad, Gato con botas deberá seguir un mapa que esconde el destino de una estrella fugaz y el cumplimiento de su anhelado deseo. El viaje hacia esas nuevas vidas recién comienza. Codirigida por Joel Crawford y Januel Mercado –integrantes del equipo creativo de las Kung Fu Panda-, Gato con botas: El último deseo resulta mucho más ágil y divertida que la primera, más cercana al universo del cine de aventuras y destinada a un público infantil un poco más grande (de hecho hay un lobo cazarrecompensas que tiene varias apariciones terroríficas). El carisma de Gato se complementa con el de su inesperado ayudante, un perrito callejero, maltrecho y algo cargoso (con voz de Harvey Guillén), que se convierte en el Sancho Panza de ese alucinado Quijote. La peripecia se completa con el regreso de Kitty (con la voz de Verónica López Treviño reversionando a la original de Salma Hayek) como compañera de aventuras, y la carrera contra reloj junto a Ricitos de Oro y la familia de los Osos, también ansiosos de quedarse con el codiciado deseo. Si bien el espíritu de la película se arraiga en los personajes de los cuentos de hadas y la estructura narrativa se remonta al cine “de capa y espada” –el llamado subgénero de los swashbucklers, cultivado por estrellas como Douglas Fairbanks o Errol Flynn-, es evidente la influencia del animé en las escenas de acción, algo que Dreamworks ya había ensayado en la saga Kung Fu Panda, y el despliegue de un humor que marida perfecto con la autoconciencia de su personaje, y la que añade el propio Banderas y su historial vestido de Zorro. En esa astuta unión está su verdadera magia.
El Gato con botas, uno de los personajes (sidekicks) de la saga de Shrek, que ya terminó y reiniciará con un reboot, regresa con una película propia, tras El Gato con botas (2011). Los años pasan para todos, y también para el felino aventurero, que puede conmover con sus ojazos. Y en El Gato con botas: El último deseo, en la que Antonio Banderas vuelve a prestarle su voz, apenas arranca muere aplastado por una enorme campana. No sería problema para quien tiene nueve vidas como Gato, pero sí si la que acaba de perder es la octava. La visita al médico es esencial: así advierte que murió tantas veces, y el doctor le recomienda dos cosas. Jubilarse de la acción. Y no morir más. Todas sus muertes La secuencia en la que Gato recuerda sus ocho muertes -no todas heroicas- es uno de los momentos más hilarantes de esta comedia de acción, al mejor estilo de otras producciones de DreamWorks Animation (¿recuerdan el comienzo de la primera Minions, cuando recuerdan su prehistoria?). Y antes de tener una crisis de mediana edad, Gato descubre una posible salvación: con la ayuda de su exnovia Kitty Softpaws (Salma Hayek, otra que regresa) pone el GPS y va para la Selva Negra, en búsqueda de la mítica Estrella de los deseos, a ver si puede recuperar vida. Llegar hasta la Estrella y no perderla no será sencillo, y en el camino se sumarán personajes (un perrito sarnoso), Ricitos de Oro y una familia de osos delincuentes. Y también, claro, un cazarrecompensas con forma de Lobo, que no sería otro que la Muerte que viene a buscar a Gato, y lo persigue incansablemente. Hay muchos guiños a clásicos del cine, con mayoría a los spaghetti westerns, y un elenco de voces de estrellas de Hollywood (sumen a Florence Pugh como Ricitos de oro, y Olivia Colman, como Mamá Oso), mientras que en la versión en castellano los talentos locales son Julieta Nair Calvo, Axel Kuschevatzky, Patricia Echegoyen y Mariano Chiesa. Visualmente, la película tiene una textura muy distinta: las imágenes parecen como pintadas con pincel en vez de ser de animación computarizada. Dirigida por Joel Crawford (Los Croods 2: Una nueva era), El gato con botas: El último deseo es tal vez más oscura que las anteriores del universo de Shrek, en buena parte porque involucra el sentimiento y el temor genuino de perder la vida de una manera, si se quiere, más realista, y las apariciones del Lobo pueden asustar, apenas, a los espectadores más chiquitos que miren la pantalla en vez del balde de pochoclo. No se preocupen si piensan que ésta será la última aparición del Gato con botas: la imagen final les hará, a los más fanáticos, erizar la piel un poquito.
No esperaba absolutamente nada de esta película y me gustó bastante. Me reí, la pasé bien. En mi mente todo el universo de Shrek había quedado bastante atrás y un tanto gastado. Pero la gran frescura de este personaje me demostró todo lo contrario. Fue clave que no hagan abuso de sus gags más conocidos (los ojitos) y que la historia fluya por un lado simple y -aunque previsible- no deudora. Es una buena aventura, una tragedia e historia de redención, con gran humor donde los adultos podrán encontrar buenos guiños. Obvio que los más chicos la pasarán bien desde un lugar de golpe/efecto, pero es una película para todo tipo de público. Si ven el film doblado y no en idioma original, a muchos le chocarán los modismos argentinos de dos personajes. A mí me chocaron al principio. Y ojo que estoy hablando de modismos y no de acento. No mucho más para agregar sobre este estreno ya que no vale un sobre análisis. Es un producto redondo que no pide demasiadas lecturas. Buen entretenimiento para todos.
La saga de Shrek nos dio versiones más frescas e irreverentes de personajes de cuentos infantiles clásicos. Entre ellos, el Gato con Botas. El felino creado por Charles Perrault devino valeroso y carismático forajido, que sabe apelar a la lástima poniéndo cara de víctima, las pupilas dilatadas; el colmo de la ternura. Tuvo tanto éxito que por momentos opaca al ogro protagonista. Gran parte del mérito le corresponde a Antonio Banderas, que le pone voz y personalidad. La estupenda repercusión del intrépido michifus quedó patente en su spin off, Gato con botas, y ahora, en su secuela. Gato con botas: El último deseo. Y justamente el concepto de “último” es clave: al comienzo del film, es consciente de que agotó ocho de sus nueve vidas. Una muerte más y será el fin de sus andanzas, el fin de su vida. Para peor, es acechado por la Muerte con forma de lobo siniestro (Wagner Moura). El retiro parece inevitable, por lo que se quita el vestuario característico y llega a una casa donde cuidan gatos. Pero la típica vida gatuna y la tranquilidad no son lo suyo. Se viste como siempre y sale hacia el Bosque Oscuro, donde yace la Estrella de los Deseos. Así tendrá la oportunidad de recuperar sus vidas y continuar enriqueciendo su propia leyenda. Pero debe lidiar con nuevos rivales que tienen el mismo objetivo, como una versión aguerrida de Ricitos de Oro (Florence Pugh) y los Tres Osos, y el Gigante Jack Horner (John Mulaney), poseedor de artilugios y seres mágicos en calidad de armas. Pero Gato con Botas tiene de aliados a Kitty Patitas Suaves (Salma Hayek Pinault), con quien no había quedado bien la relación, y Perro (Harvey Guillén), un canito ansioso de hacer amigos y de experimentar aventuras. La película es todo lo divertida y humorística que promete, y con una estética novedosa. Sigue siendo una producción de Dreamworks Animation, pero el estilo remite menos a las clásicas películas de la empresa -incluyendo la película previa del Gato- y se acerca más a un comic o a un anime, con colores fuertes y secuencias vertiginosas. Remite a la propuesta de Spider-Man: Un nuevo universo, aunque la idea de sus creadores fue acercarse a la esencia de un libro de cuentos. Al mismo tiempo, sabe revelar su complejidad y profundidad. Hay conciencia sobre la muerte, pero también acerca de la vida, de lo que significa vivir y de quienes hacen que la vida valga la pena. Gato con botas: El último deseo entretiene e invita a la reflexión, pero sobre todo, trae de regreso a uno de los más simpáticos y audaces héroes del cine animado moderno.
Tras morir una vez más, el gato con botas se entera de que ya ha utilizado 8 de sus 9 vidas. Luego de pelear con un cazarrecompensas decide empezar una vida más tranquila pero la rutina de un gato común es demasiado aburrida para un gato aventurero. Junto a dos amigos decide emprender un viaje para encontrar el “último deseo” en el afán de escapar de la muerte. “El gato con botas: el último deseo” es un largometraje animado producido por DreamWorks Animation. Esta película es la secuela de El Gato con Botas (2011) que a su vez es una derivación de la saga Shrek. Fue estrenada el pasado 5 de enero de 2023 en Argentina. El personaje del gato con botas siempre me gustó y es excelente el desarrollo general de la película. Tiene un buen ritmo y está muy bien hecha. El estilo de animación es notable y no tiene fallos. La historia en sí me pareció bien construida y cuenta con la participación de personajes nuevos en el universo y algunos que ya habíamos visto antes. Incluso hay algunos cameos con personajes de las películas de Shrek. El único aspecto que no me terminó de gustar fue el hecho de que un grupo de personajes tenían doblaje rioplatense. Por alguna razón desentonan mucho con el tono general de la película y de los otros personajes. Si les gusta el personaje del gato con botas entonces no se pueden perder esta película. Puede ser disfrutada tanto por niños como por adultos. Actualmente se encuentra disponible en cines
Acasi veinte años de su debut en Shrek 2 y once de su merecido spin off, El Gato con botas llega a una entrega para toda la familia, donde el protagonista se enfrenta una crisis de edad y de vidas perdidas en una vida dedicada a las aventuras y la total falta de conciencia de los riesgos a sabiendas de que tiene nueve renovaciones. Claro que perdió la cuenta y ahora tiene que buscar a la mítica estrella de los deseos para no morir definitivamente, deberá sortear no pocos escollos, desde un hogar para gatos demasiado domesticados, un villano que reina en el inframundo, a una Ricitos de oro muy mala con su familia de osos. Contará con la ayuda de Kitty y “Perrito” y pasará por mil aventuras que aseguran el interés de los más chicos. Un estilo de animación pictórico, inspiración en el western spaguetti , este gato con botas vale como una de las más divertidas de las entregas. Pato Echegoyen hizo la voz de mama oso, Julieta Nair Calvo a Ricitos y Axel Kuschevatsky a papa oso. Por supuesto que Antonio Banderas ( hace la versión en inglés y en castellano) es imprescindible y adorable como siempre.
Este filme es moderadamente superficial tanto en el humor que plasma, como en las máximas de vida con las que intenta aleccionar. Incluso desde su estilo narrativo en pos de la búsqueda de construir un texto es que esta demasiado trillado. Una secuela que se vuelve en su desarrollo sorprendentemente pesada. Luego de más de una década desde la última película tratando de sacar todo el jugo posible a la franquicia "Shrek", llega esta película derivada de "El Gato con Botas" (2011) utilizando la buena acogida del gato embustero por los fanáticos,
Me cae bien Antonio Banderas, pero me caería aún mejor si no hiciera películas de El gato con botas. Esta segunda película de cine (hubo desviaciones televisivas) con su voz puesta al servicio del personaje de cuentos de hadas derivado en este caso de Shrek tiene ganas de no ser la última. Pero atendamos un problema a la vez. Esta tardía secuela sabe que los tiempos han cambiado y trae, cómo única novedad interesante un cambio estético poco habitual. La animación se arriesga un poco más y sale y entra del estilo que tenía la película original. El Gato con botas descubre que ha dilapidado ocho de sus nueve vidas y la muerte va a buscarlo. Dentro de los chistes obvios y tontos, el costado siniestro de la película es lo que le da un impulso inicial al relato y posterga un rato el esperado aburrimiento rutinario de las secuelas. El gato con botas: último deseo (Puss in Boots: The Last Wish, 2022) solo se destaca por las dos cosas mencionadas y luego es repetir lo conocido y buscarle algo nuevo para justificar el pago de otra entrada. Busca ganarse el corazón cinéfilo con una fuerte influencia de El bueno, el malo y el feo (The Good, the Bad and the Ugly/Il buono, il brutto, il cattivo, Italia, 1966) no solo en pequeños guiños sino en muchos elementos de la trama. También tiene a un personaje estilo Pepe Grillo cuya voz (sólo en el original) es la imitación perfecta de James Stewart. Agradecidos por ese detalle, sin duda, pero aunque los cinéfilos somos fáciles de enganchar, tampoco somos tan pero tan fáciles de enganchar con esas referencias si no están en una buena película. Mejor que la anterior, tal vez peor que la que viene, ya es hora de replantearse esta idea de seguir evaluando el cine por número de secuela. La dos es mejor que la uno, la tres es tal cosa, la cuarta se pierde pero la quinta es genial. Fuera de eso, no hay mucho más interesante para decir sobre esta película.
Alguien en quien confiar Fue en la década del 80 que Hollywood empezó a ironizar sobre todo y todos aunque aún dentro del armazón de los relatos clásicos, por ello buena parte del cine de la época posee los rasgos de una etapa de transición entre la paciencia narrativa de antaño y el cinismo hiper vacuo o infantil que pronto dominaría en el mainstream y el indie desde el final de la Guerra Fría o el triunfo de yanquilandia en todo el planeta. Los años 90 vieron acelerar sustancialmente las tramas y fueron testigos de la paulatina pauperización de la dimensión conceptual de los tanques mundiales de los grandes estudios, compañías que siempre toman una realización muy exitosa como ejemplo a imitar y generan una enorme cantidad de exploitations de diversa naturaleza, por ello mismo Shrek (2001), de Andrew Adamson y Vicky Jenson, se transformó en el arquetipo de este nuevo estado de cosas y en un modelo a futuro: hablamos de un film animado que fue muy gracioso en su momento y que funcionó de maravillas en taquilla porque mundanizó el universo de los cuentos de hadas sirviéndose de las herramientas culturales del momento, léase la parodia polirubro frenética que no deja a nadie inmune y la entronización de las escenas de acción, la pose cool/ soberbia/ canchera permanente y la comedia de “pareja dispareja” de cadencia, precisamente, ultra ochentosa. El Hollywood posmoderno nunca puede superar sus compulsiones, como la exacerbación discursiva redundante que explica las chistes y el relato o la manía de reemplazar todo el tiempo a directores, guionistas y equipo técnico en general, y efectivamente después de entregar una secuela digna a cargo de Adamson más Kelly Asbury y Conrad Vernon, Shrek 2 (2004), destruye la franquicia con las mediocres Shrek Tercero (Shrek the Third, 2007), de Chris Miller y Raman Hui, y Shrek para Siempre (Shrek Forever After, 2010), de Mike Mitchell, y con un spin-off bastante anodino, Gato con Botas (Puss in Boots, 2011), opus también dirigido por Miller y basado en ese personaje titular que nace en cuentos varios de Gianfrancesco Straparola, Giambattista Basile y Charles Perrault, visto por primera vez en Shrek 2. Como todos daban por finiquitada la franquicia de Shrek y compañía, no a nivel comercial sino artístico, el arribo de Gato con Botas: El Último Deseo (Puss in Boots: The Last Wish, 2022), de Joel Crawford y Januel Mercado, resulta más que sorprendente ya que el film que nos ocupa mantiene un buen nivel de calidad como no se veía desde los dos primeros eslabones de la saga emblema de DreamWorks, amén de que incluye un trasfondo inusitadamente adulto para un producto masivo de esta envergadura, casi siempre pueril. Utilizando de base la estructura narrativa de El Bueno, el Malo y el Feo (Il Buono, il Brutto, il Cattivo, 1966), de Sergio Leone, una obra maestra que además acumula muchas otras alusiones formales también ligadas a la siguiente joya del querido realizador italiano, Érase una vez en el Oeste (C’era una volta il West, 1968), Gato con Botas: El Último Deseo combina dos motivos clásicos del western, la crisis y la competencia en busca de un tesoro, en un guión de Paul Fisher y Tommy Swerdlow que en apariencia gira alrededor del miedo a morir del gatito, nuevamente con la voz de Antonio Banderas, porque malgastó ocho de sus nueve vidas en una serie de situaciones triviales, de allí que se obsesione con pedirle un deseo a la estrella mágica del centro del Bosque Oscuro para recuperarlas antes de que sea asesinado por un supuesto cazarrecompensas, Lobo (Wagner Moura), criatura que no deja de seguirlo al igual que Jack Horner (John Mulaney), pastelero psicópata al que le robó el mapa hacia la estrella del deseo, y Ricitos de Oro (Florence Pugh) y su familia adoptiva de tres osos, Mamá (Olivia Colman), Papá (Ray Winstone) y Bebé Oso (Samson Kayo), todo a instancias de la muchacha -una especie de adolescente marimacho que oficia de líder- y su idea de solicitar a la estrella una parentela humana, lo que genera la decepción de los osos. La película de Crawford y Mercado corrige todos los errores de las últimas entregas de la franquicia y apuesta a un relato de aventuras en el que el latiguillo conceptual va mutando desde la conciencia de la propia mortalidad, ya con el felino en formato vulnerable y menos preocupado por su leyenda de bandolero popular, hacia la dificultad actual en materia del viejo arte de confiar en el prójimo, más en tiempos de paranoia, intolerancia y una pugna ideológica y pragmática constante, así las cosas el Gato con Botas deberá hacer frente a su colección de enemigos mientras acepta la ayuda/ compañía/ apoyo de su ex pareja, Kitty Patitas Suaves (Salma Hayek), ya vista en el opus del 2011, y de un can que se hacía pasar por gato en un refugio, Perrito (Harvey Guillén), típico comic relief de un optimismo y una inocencia eternas. No todos los chistes funcionan aunque unos cuantos sí, casi siempre vinculados a ese Bicho de la Ética (Kevin McCann) símil Pepito Grillo y a los ojitos tiernos de los felinos y el perro, y las escenas de acción son un tanto mucho hiperbólicas pero por lo menos se buscó un diseño semejante a lo que sería una mixtura entre las ilustraciones antiguas de los cuentos de hadas y las historietas de los 50 y 60, generando una propuesta entretenida que se beneficia del surrealismo tétrico carrolliano detrás del Bosque Oscuro…
MENSAJE EN MOVIMIENTO Con sus altibajos, de vez en cuando la rama animada de DreamWorks parece darse cuenta de que su lugar en el género pasa por la ambición ligada al entretenimiento puro, donde las estructuras narrativas son maleables, a la vez que la aventura y la comedia son los motores de relatos que cumplen una función noble e imprescindible: ser objetos de diversión sin freno o condicionamientos de agenda. La expresión más acabada de ese posicionamiento había sido la tercera entrega de Madagascar, con su locura sin pausa e inventiva constante. Gato con Botas: el último deseo es una ratificación de esa mirada, aún cuando haya un mensaje dirigido hacia su público, que sin embargo consigue construirse desde la acción permanente. El arranque del film de Joel Crawford y Januel Mercado da la pauta de lo que vendrá después: allí lo vemos al Gato con Botas embarcado en una aventura que podría decirse que es casi rutinaria para él, pero que es también un delirio absoluto y que exprime las posibilidades de la animación para poner cualquier verosímil al límite. Eso incluye jugar con la idea de la muerte, para luego ponerla en el centro del conflicto: cuando el personaje con la voz de Antonio Banderas se dé cuenta de que ya ha muerto ocho veces y que solo le queda una vida, caerá en una crisis identitaria, que primero lo llevará a una especie de retiro forzado y luego a una odisea para encontrar el mítico Último Deseo y así recuperar sus nueve vidas. Claro que, para lograr su objetivo, deberá superar a varios rivales que quieren lo mismo y tienen sus propios deseos, en una frenética carrera de voluntades. Los aciertos de Gato con Botas: el último deseo son múltiples, pero tienen una raíz importante, que es la de pensarse y desarrollarse como una aventura auto-conclusiva y autónoma, que a pesar de tener lugar en un mundo preexistente y presentar personajes ya conocidos, es capaz de desplegar un universo propio y compacto. No hay necesidad de haber visto la saga de Shrek o Gato con Botas: estamos ante un film con vuelo propio, sostenido primordialmente sobre amplia galería de personajes, que son todos enormemente atractivos. No todo se sostiene sobre el Gato con Botas, su ego y sus inseguridades, y sobre su reencuentro con Kitty Softpaws (voz de Salma Hayek): también están Goldilocks (Florence Pugh), acompañada por Mama Bear (Olivia Colman), Papa Bear (Ray Winstone) y Baby Bear (Samson Kayo), una pandilla de ladrones de comportamiento variado e hilarante; Jack Horner (John Mulaney), un ambicioso y egomaníaco criminal que tiene todo menos empatía; y Wolf (Wagner Moura), un antagonista temible, que inspira miedo desde la coherencia de sus acciones. Hay que agregar también a una muy inteligente relectura de Pepe Grillo, pero las palmas se la lleva un perrito (con voz de Harvey Guillén) prácticamente psicodélico en su comportamiento, que parece poseer todos los defectos juntos y es, al mismo tiempo, completamente adorable. Desde ese conjunto de seres imperfectos y marginales, cada uno con sus características distintivas, es que Gato con Botas: el último deseo construye una aventura electrizante, que nunca se detiene y que hilvana una multiplicidad de tonos. Es que si la comedia es la atmósfera predominante, hay también pasajes que se permiten un vuelco al drama e incluso al terror, pero siempre con el equilibrio justo. Y esa variedad de climas es la que también permiten que el film aborde la noción de familia, los lazos afectivos y, especialmente, el miedo a la muerte, sin solemnidad, sino con la honestidad y sensibilidad indispensables, y siempre desde el movimiento. Gato con Botas: el último deseo es una película divertidísima, pero también -en ciertos tramos- conmovedora, con personajes sumamente queribles y una gran belleza en su diseño estético. Una saludable sorpresa, de esas que la animación estadounidense nos ofrece cada tanto y que siempre son necesarias.
Y era esperable que uno de los personajes más carismáticos de la saga «Shrek» tuviera un recorrido cinematográfico propio, dada la falta de buenos proyectos en animación existentes en la industria en este momento. «Puss in boots» y las apariciones del gatito de Antonio Banderas en la franquicia principal de Dreamworks nombrada, habían funcionado y nada hacía pensar que pudiera ir mal de continuar la franquicia. De hecho, al día de hoy, ya triplicó la inversión hecha por los productores. Claramente, hay tela para cortar aquí. Detrás de las cámaras, una dupla relativamente nueva (Joel Crawford y Januel Mercado) en la dirección, con gran experiencia en el rubro pero haciendo sus primeras experiencias liderando un proyecto importante. El guión de Paul Fisher, necesario y central para la historia, es amplio, ambicioso y está bien estructurado. Y si, antes de contarles de que va la trama, es importante, reafirmarles lo que creo que es un hecho importante aquí: el Gato con Botas, es el mejor papel de la carrera de Banderas. En la piel de este felino, el veterano actor es Messi. Así de simple. La historia arranca con una secuencia bien lograda en una taberna, que termina con Puss muerto. Otra vez. Y el doctor que lo asiste, al despertar de ese accidente, le sugiere que cuente la cantidad de veces que ya ha fallecido y en ese racconto veloz, el gatito se da cuenta de que sólo le queda su novena vida antes de terminar su recorrido natural… Asustado por una parca sorprendente (incluso un poco fuerte para los más peques de la sala), se asila en la casa de una señora que alberga cientos de gatitos, resignado a pasar sus días en tranquilidad. Pero todo eso se dinamitará cuando los caza recompensas (su cabeza tiene precio) den con su paradero y vayan por él. A partir de ahí (destrucción de espacio incluído), Puss escuchará accidentalmente la teoría de que hay una estrella que concede deseos y pidiendole la restauración de vidas podría volver a su senda de aventuras. Con ese objetivo, se focalizará y armará su «dream team» de personajes, que incorporará un perrito muy particular, a su amada Kitty y otros simpáticos perfiles que desde ya, garantizarán diversión. La cinta ofrece un tratamiento visual distinto a lo tradicional, (un pseudo -estilo comic o similar de a ratos), logrado y vistoso. Pero como siempre, lo mejor es el humor que destila Banderas, irónico, tierno y sagaz a la vez. La platea infantil festeja la mayor parte de los gags y disfruta de la aventura, mientras el público adulto hace lo propio con entusiasmo. Este es un producto que funciona, en general. En el debe, hay momentos en que la trama se nutre de demasiados personajes y eso resta brillo al equipo principal. El resto, (los aspectos técnicos y artísticos), son efectivos de principio a fin. «Puss in boots, the last wish» es un producto familiar atractivo que consolida la franquicia del gatito y le da aire para próximas entregas.
Gato con botas: el último deseo se posiciona como una de las mejores películas de la saga de Shrek y de DreamWorks hasta el momento, siendo una de las mejores cintas animadas del año 2022. Dirigida por Joel Crawford y escrita por Paul Fisher y Tommy Swerdlow. El elenco está compuesto por Antonio Banderas, Salma Hayek, Harvey Guillén, Florence Pugh, Ray Winstone, Olivia Colman, Samson Kayo, Wagner Moura y John Mulaney. Además, prestan sus voces para el doblaje latino; Antonio Banderas, Harvey Guillén, Verónica López Treviño, Julieta Nahir Calvo, Patricia Echegoyen, Axel Kuschevatzky, Mariano Chiesa y Julia Kuschevatzky. Después de los eventos de Shrek para siempre, el Gato con botas sigue avivando su leyenda con grandes proezas, pero luego de enfrentarse a un gigante de tierra, pierde su octava vida, lo que provoca que tenga que ser más cauteloso, ya que la muerte lo persigue. Sumado a ello, unos cazarrecompensas se presentan y, además de buscarlo a él, también revelan la existencia de “la estrella de los deseos”, por lo que el Gato planea recuperar sus 9 vidas otra vez y sortear grandes peligros como lo hizo todo este tiempo. Una aventura épica A comparación con su antecesora, esta nueva entrega está a otro nivel, tanto en el relato, como en la animación. La nueva aventura a la cual se adentra el Gato cambia totalmente el paradigma de su leyenda, obligándolo a tener una vida mundana para escapar de unos que otros cazarrecompensas, pero principalmente de la muerte. El Gato va cambiando su manera de ser, con la leyenda siendo más pequeña, recibe la ayuda de un perrito, el cual se vuelve su compañero, junto a Kitty patitas suaves. Menos Perrito, Kitty y Gato, buscan el mismo objetivo, la estrella de los deseos, pero también hay otros detrás de ese codiciado deseo, lo que complica las cosas para los protagonistas. ¿Tus vidas pasan delante de tus ojos? En este universo, la muerte tiene la forma de un lobo blanco enorme, la cual al principio el Gato confunde con otro cazarrecompensas. Durante su enfrentamiento, la leyenda de el Gato con botas siente miedo por primera vez y la necesidad de huir, por lo que la muerte lo perseguirá durante toda la trama de la película cada vez que él se encuentre el peligro. La forma en la que es representada, toma una postura muy intimidante, pero que aun así espera que el héroe de esta historia haga honor a su nombre. Sin duda, este es uno de los mejores personajes de la película, y también se puede decir, que es uno de los mejores villanos que tiene DreamWorks, junto a Tai Lung de Kung Fu Panda (2008). En resumen Gato con botas: el último deseo fue fiel a la filosofía de que las segundas partes siempre son mejores, deja completamente atrás a su primera entrega y le da un sentido mucho más grande a los cuentos de hadas. Primero y principal, porque todas las fábulas que se cruzan son de universos distintos y eso se hace notar cuando la animación cambia y es mucho más similar a Spider-Man: into de Spider-Verse (2019). Segundo, es que cuando todas estas historias están por separadas, se nota que la animación es fluida como siempre lo fue en la saga Shrek. En último lugar, este nuevo estilo hace que las escenas de acción sean muchísimo más dinámicas, porque visualmente es muy superior a otras películas de la compañía y se puede apreciar a un nivel más alto los detalles, no solo del diseño de los personajes, sino también, el del ambiente que los rodea. Una aventura llena de acción y profundidad, tanto para el público joven como para el adulto, donde el Gato le da mucho más valor a la vida y no a la leyenda, en donde los cuentos de hadas colisionan en un solo mundo con un gran espectáculo visual y todos con el mismo objetivo de pedir un deseo mágico.
«Shrek» (2001) fue una de las grandes películas de animación de los 2000, que marcó cierta tendencia tanto en lo referido a la animación que para el momento se ubicaba como una digna respuesta a las proezas técnicas de Pixar, y también en lo referido a lo narrativo, planteando una aggiornamiento de los cuentos de hadas y un humor bastante ácido llevando el plano actual y referencias pop a los clásicos y por demás contados cuentos infantiles. Las secuelas no tardaron en llegar y si bien «Shrek 2» (2004) es de esas películas que no solo está a la altura de la original, sino que hasta en cierto grado la superan, las otras dos secuelas que tuvo la saga fueron bastante olvidables al igual que el primer spin-off «Gato con Botas» (2011) que no supo aprovechar los grandes aspectos del personaje del título que lo convirtieron en uno de los aciertos de «Shrek 2». Once años más tarde llega la secuela del spin-off como muestra clara de la crisis reinante en Hollywood donde toda producción parece tener que estar anclada en fórmulas probadas para tener luz verde por parte de algún estudio. No obstante, y contra todo pronóstico, esta tardía secuela del adorable felino interpretado por Antonio Banderas, es un gran acierto que encantará tanto a los más pequeños como a los adultos. El largometraje sigue nuevamente las aventuras del personaje del título, quien descubre que, tras varios años de aventuras y diversiones, ha consumido/gastado ocho de sus nueve vidas. Ante el miedo a morir, el gato emprende un viaje épico para encontrar la estrella mágica del centro del Bosque Oscuro y poder pedirle un último deseo donde las vidas le sean restauradas. Obviamente no será el único que esté detrás del preciado y mágico tesoro, primero deberá enfrentarse ante el temible Lobo (Wagner Moura) que vendría a ser una representación física de la muerte, pero también deberá lidiar con Jack Horner (John Mulaney), un pastelero despiadado, Ricitos de Oro (Florence Pugh) y su familia adoptiva de osos, Mamá (Olivia Colman), Papá (Ray Winstone) y Bebé Oso (Samson Kayo), y también tendrá a un viejo amor en la búsqueda de la estrella, Kitty Patitas Suaves (Salma Hayek), quien funcionará como adversaria en primera instancia y luego como ayudante. Además de presentar una narración clásica de búsqueda del tesoro pero con ciertas vueltas de tuerca bastante atractivas y originales, el fuerte de esta secuela radica en una mezcla de técnicas de animación que le dan un look similar al que vimos en «Spider-Man: Un nuevo universo» (2018), donde se yuxtapone desde un estilo de animación 2D con 3D, animación hecha por computadora, pintura, una paleta de colores alucinante y otros recursos que le dan vida a este mundo de fantasía donde se desarrolla la acción. El diseño de personajes también es muy destacable y recobra el espíritu que pudimos ver en las primeras dos películas de «Shrek», recuperando esa irreverencia en la re imaginación de los personajes clásicos. Por otro lado, el casting de voces con el que cuenta el film es superlativo y realmente se nota un gran trabajo a nivel interpretativo. «Gato con Botas: El último deseo» es el caso de aquella secuela tardía que funciona y que no solo brinda un entretenimiento para toda la familia, sino que además posee varias capas para analizar tanto en lo técnico como en lo narrativo (el miedo a la muerte, la valentía, el amor, la familia y varias otras cuestiones son tratadas con una profundidad que va más allá del mero entretenimiento para los más chicos). Y como siempre, Antonio Banderas se luce (y se divierte) con un personaje que conoce de pies a cabeza y que se encuentra entre los papeles más destacados de su carrera.
Lo más divertido del universo Shrek es el Gato con Botas, creación -sobre todo- de Antonio Banderas. Pero no porque parodie los cuentos de hadas, ni porque el personaje sea la burla a los aventureros clásicos. El Gato con Botas, sobre todo en esta película, es un perfecto avatar de Banderas. Si en Honor y Gloria el actor era el doble de aquel Almodóvar melancólico, aquí, a través de un cartoon donde -reglas del género- todo puede pasar, se muestra tal como es esa estrella que creó. Aventurero, humorístico, audaz, irónico, pero sobre todo, y por eso el dibujo animado de corte y ritmo clásico (pensar en los cortos de la Warner de los 50, algo que también se nota en la textura de la imagen) refleja bien la plasticidad del actor vuelto personaje. Quizás porque el trabajo de voz provee cierta libertad tras la máscara gatuna. La película es sencilla: al Gato le queda una sola vida, se retira de la audacia y la aventura, pero algo lo hace volver. Y le queda, digamos, un deseo, que puede ser para sí o para otros (una elección que también implica una aventura). Detrás del chiste y el chiste sobre el chiste, detrás de muchos lugares comunes trabajados con la velocidad precisa para que no los veamos como tales, hay un actor que comparte lo divertido de hacer películas.