Horario de visitas En el campo de los placeres culpables, bien se puede decir que Gonjiam: Hospital Maldito (Gon-ji-am, 2018) entra en la categoría sin demasiados alicientes a la vista: la película que nos ocupa, a cargo del realizador y guionista Jeong Beom-sik, comparte con la reciente No Sigas las Voces (Jang-san-beom, 2017), del también surcoreano Huh Jung, tanto el hecho de basarse en una leyenda del folklore sobrenatural del país asiático como una corrección general que no va mucho más allá de los engranajes bien ejecutados del género y la absoluta certeza de que si el cine mainstream norteamericano tomase hoy por hoy el mismo planteo básico, es casi seguro que produciría una obra muchísimo menos interesante que la presente o en suma desperdiciaría la oportunidad de construir una aventura del pavor tan entretenida, adorablemente naif y eficiente en el terreno del nerviosismo y la enajenación. Así como No Sigas las Voces trabajaba con el “Tigre de Jangsan”, criatura cuya anatomía es una mezcla entre felino y perro y que puede imitar la voz humana como un mecanismo para atraer a sus ingenuas presas, aquí el centro del relato es el Hospital Psiquiátrico de Gonjiam, un nosocomio abandonado que fue cerrado décadas atrás y que supuestamente aglutina una tradición muy extensa de avistamientos de fantasmas, actividad paranormal y maldiciones varias relacionadas con el acto de recorrer los pasillos del edificio cual presumido por su casa. En términos prácticos y siempre dentro del found footage, el film de Jeong combina la premisa principal de Fenómeno Paranormal (Grave Encounters, 2011), cierta ambientación tétrica campestre que remite a El Proyecto Blair Witch (The Blair Witch Project, 1999) y un capítulo final a toda pompa en sintonía con la genial Rec (2007). Ha-Joon (Wi Ha-joon) es el responsable de un canal de YouTube llamado Horror Times y con el objetivo manifiesto de llegar al millón de espectadores y levantar una jugosa torta publicitaria mediante una ambiciosa transmisión en vivo, reúne a un equipo de tres hombres y tres mujeres para ingresar a Gonjiam durante una noche, explorar el lugar y ver qué hay de cierto en torno a su reputación de cuna de espectros y desapariciones y hasta sede de un suicidio masivo de pacientes que continúan pululando como almas en pena. Con el hospital repleto de cámaras y las futuras víctimas llevando arneses que registran sus rostros y/ o reproducen su punto de vista, la trama nos pasea por sonidos extraños, cuerpos de animales despedazados, objetos que se vinculan con el pasado trágico del lugar, puertas que se mueven solas, un poco de parafernalia católica, algún que otro ritual médium para agitar el asunto, una serie de féretros con insólitos agujeros a nivel del pecho y por supuesto las esperables apariciones de fantasmas furiosos que se cargan cual slasher a los muchachitos. La propuesta no incluye ni un mísero elemento novedoso pero como de costumbre eso no importa en el campo del terror porque todo se reduce a la ejecución de turno de un Jeong que sabe disparar vehemencia narrativa escalonada y munición impiadosa cuando arranca la masacre en el último acto; situación que sin duda se ve magnificada por dos detalles prototípicos del cine asiático en general como lo son el promedio hiper exagerado de las actuaciones al momento del espanto y los gritos y esa predilección por el sadismo que lleva a extender las tomas más angustiosas donde el cine yanqui -o el de casi cualquier otra parte del mundo, a decir verdad- impondría un corte rápido para evitar el sufrimiento del espectador, ese tan habitual y necesario en el horror. Dejando de lado el catálogo de clichés que condimentan el periplo, resultan muy interesantes la histeria que edifica el film con paciencia y esmero, la claustrofobia en las tinieblas por fuera de un hipotético “horario de visitas” diurno y ese mensaje paródico de fondo -que se hace bien visible durante el desenlace- centrado en ridiculizar el fetiche actual con la repercusión inflada de cada acción en la web y el dinero que puede llegar a generar si se está dispuesto a manipular a todos los involucrados, desde los compañeros de correrías hasta un público bastante bobalicón que se come cualquier cosa y que cuando algo por fin es real, suele leerlo como una mentira y abrazar una vez más el cinismo paradigmático, abúlico, idiota y cobarde de estos tiempos…
No abran nunca esa puerta Gonjiam, el Hospital Psiquiátrico, ubicado en Corea del Sur, ha sido calificado como uno de los lugares más aterradores del mundo. El director Beom-sik Jeong lleva a la pantalla grande una nueva película de terror en donde busca transmitir todos los mitos que rodean al establecimiento que, se dice, está embrujado. Muchos de sus pacientes se suicidaron y la directora desapareció de manera misteriosa. El film fue grabado por los propios actores para entregar mayor veracidad a los sucesos paranormales que experimentan los personajes. Su relato comienza con la idea de un youtuber de reunir a un grupo de jóvenes dispuestos a recorrer los pasillos del psiquiátrico y transmitir en vivo el horror. Para obtener un beneficio económico otorgado por un número elevado de visitas, el director, quien opera desde una carpa en medio del campo y la noche, decide manipular ciertas situaciones, sin comunicárselo a sus colegas, provocando el sobresalto y la sorpresa tanto de los youtubers como de los potenciales espectadores que están mirando el vivo y nosotros. Todo parece funcionar dentro de la oscuridad y antigüedad del edificio, hasta que intentan abrir la puerta 402, una habitación nunca antes explorada, dando así el toque novedoso, ya que no son los primeros en ingresar al lugar. Es una atractiva propuesta found footage/ falso documental que hace hincapié en lo paranormal mediante las numerosas leyendas de personas que visitaron el hospital. Obviamente nos remite al largometraje “The Blair Witch Project” y con el avance de la tecnología se utilizan recursos más atractivos como drones, Go pro y multicámaras. Se sugiere más de lo que se muestra, lo que resulta interesante ya que logra que el espectador participe de la experiencia. Es una película entretenida, seguramente los fanáticos del género pasarán un buen rato; sin embargo, no logró su cometido de aterrorizar al público ni ofrecer novedades trascendentales al género.
Dos adolescentes graban su visita al abandonado hospital psiquiátrico Gonjiam. Así empieza esta película de terror coreana cuyo centro es el mítico hospital del título, uno de los “siete lugares más siniestros del planeta”. La grabación de los adolescentes se interrumpe abruptamente cuando están intentando entrar a la habitación 402, el cuarto de cuidados intensivos al que nunca nadie ha vuelto a entrar luego de una tragedia ocurrida décadas atrás, motivo principal del abandono del lugar. Así arranca Gonjiam: hospital maldito (Gonjiam Haunted Asylum/Gon-Ji–Am, Corea del sur, 2018) dirigida por Beom-sik Jeong. Animado por el misterio de ese video, Ha-Joon, quien tiene un canal de YouTube llamado Horror Times decide armar un equipo para explorar el edificio a la medianoche de un aniversario de la tragedia. Recluta a un equipo de seis jóvenes a los que él coordinará desde una carpa afuera del edificio. La idea es trasmitir en vivo y pasar el millón de visitas, abriendo así la puerta de un futuro negocio. De día instalan algunas cámaras clave y luego esa noche cada joven lleva dos GoPro instaladas en un arnés, una mirando hacia su rostro y la otra hacía adelante, para ver lo mismo que ellos ven. No son las únicas cámaras, también hay un drone y cámaras de mano. La película encuentra por todo lo dicho, una manera de que el agotado género cinematográfico de “película encontrada” (cuyo renacimiento y esplendor ocurrió hace veinte años con El proyecto Blair Witch) funcione sin mayores problemas. Las cámaras están instaladas y acompañan a los personajes, ya sea que estén quietos o huyan despavoridos. También son muchas las cámaras, por lo cual la narrativa no se vuelve ni forzada, ni aburrida. Ya en el viaje hacia el hospital el director deja claro que estamos frente a un gran espectáculo cinematográfico. La locación, que reconstruye el lugar real, es espeluznante. La historia funciona y el terror es intenso y efectivo. Si una película de terror se mide por la cantidad de miedo que es capaz de producir, entonces Gonjiam es una enorme película de terror. No sorprende hoy en día que Corea del sur tenga buenas películas de género, los últimos films de ese país estrenados en Argentina eran extraordinarios. Invasión zombie (Train to Busan) y La villana (The Villainess) son dos ejemplos perfectos. Gonjiam: hospital maldito tiene, porque su género la obliga, un trabajo visual menos espectacular, aun cuando sea mejor y más original que todo el cine de película encontrada que solemos ver. Nuevamente, sentir terror durante una hora y media no es poco y la película lo consigue. Desde el detalle más pequeño al más fuerte, todo funciona. No recurre a demasiados efectos especiales y son solo sonidos, sombras y puertas lo que necesita para asustar al espectador. Obviamente al final del camino tiene limitaciones propias de la historia que elige contar, pero siempre se las ingenia para que todo tenga lógica y se mantenga en pie. Las ambiciones desmedidas, en este caso propias de los tiempos que corren, hacen que la película también tenga su propio villano, y que no sea justamente uno de los habitantes del hospital psiquiátrico.
Una atractiva propuesta del estilo found footage/ falso documental desembarca en los cines con una impronta coreana muy marcada, que hace hincapié en el folclore local y en lo paranormal mediante las numerosas leyendas que rodean al hospital del título. Nombrado por CNN Travel en 2012 como uno de los “siete lugares más extraños del planeta”, la deteriorada institución mental en Gwangju, Gyeonggi, es el escenario del film que hoy nos convoca. Se dice que el sitio está embrujado y aunque varias personas no están seguras de que haya sido de esa manera, se estima que en 1979, 42 pacientes se suicidaron y la directora del hospital desapareció en circunstancias por demás extrañas. Abundan rumores y raras historias sobre el lugar, ahora abandonado, y es por ello que resultó atractivo para convertirse en una película de horror. La cinta parte del misterio antes mencionado y de cómo el dueño de un canal de YouTube y seis famosos youtubers deciden ingresar al hospital para trasmitir en vivo, y vivir la experiencia más aterradora de sus vidas. Todo esto en pos de conseguir un beneficio económico otorgado por un número elevado de visitas. Para ello, el director decide manipular ciertas situaciones, sin decirles nada a sus colegas, para provocar el sobresalto y la sorpresa tanto de los youtubers como de los potenciales espectadores. El largometraje es un clásico ejercicio de los cuales vimos infinidad de veces, desde aquella famosa película que revolucionó en el género en 1999 llamada “The Blair Witch Project”. Obviamente, con el avance de la tecnología, películas como “Gonjiam” pueden utilizar recursos atractivos como drones, gopro, multicámaras, etc; y si bien por momentos la obra transita por algunos lugares comunes de este estilo de films, resulta ser un viaje entretenido gracias al carisma de sus personajes y a lo compacta y prolija que resulta ser su estructura. A nivel técnico se destaca el montaje gracias a la gran cantidad de posibilidades que otorga la narrativa que presenta al director desde la carpa base que tiene la producción del programa donde dirige todo el show. Esta excusa le da la libertad de ir yuxtaponiendo infinidad de cámaras y alternando varios puntos de vista. Por otro lado, resulta interesante que se sugiera más de lo que se muestre (algo habitual en el comienzo de este tipo de historias) y no que se caiga en el facilismo del gore más duro. También cabe destacar que el director decide proponer una interesante tesis sobre internet y las personas, el voyeurismo, el cuestionamiento de la veracidad de los productos web, entre otras tantas cosas que asimismo enriquecen el film. “Gonjiam: Hospital Maldito” es una película entretenida que hará pasar un buen rato a los fanáticos del género pero que tampoco ganará demasiados puntos por su originalidad. Una obra para disfrutar sin demasiadas pretensiones.
El cine coreano ha sumado puntos en los últimos años con historias de fantasmas y maldiciones varias. Después del reciente éxito de Invasión zombie y No sigas las voces, llega esta producción que echa mano a recursos muy explotados dentro del género: el "found-footage" o grabaciones que se consideraban ocultas y una narración apoyada en cámaras que registran los diferentes puntos de vista de los personajes, y a las que se suman las imágenes cenitales de un dron. Un cóctel que combina El proyecto Blair Witch, Actividad Paranormal y La llamada, y que juega con el séptimo lugar más terrorífico del planeta: el hospital Gonjiam -aunque la película del director Jung Bum-shik se filmó en el National Maritime High School, de Busan-, donde un suicidio masivo de pacientes en 1979 provocó la misteriosa desaparición de su directora y cerró sus puertas en 1996, lo que generó diversas leyendas urbanas. Ahora un grupo de jóvenes, que trabajan para un programa de terror que se transmite por internet -luego del video en youtube grabado por adolescentes que se ve al comienzo- decide entrar al lugar maldito, equipado con cámaras y aparatos para detectar actividad paranormal y con el objetivo de conseguir un millón de visitas. Entre trampas, detectores de presencias fantasmales, rituales, el sonido de una pelotita de ping pong y un muñeco que perteneció a uno de los internados, se desarrolla esta historia apoyada en una atmósfera claustrofóbica y enloquecedora. Si bien el espectador no encontrará nada novedoso, se inquietará en varias escenas y con un desenlace que se reserva la artillería fantasmal y lo mejor del filme, entre gritos, espíritus y la confusión a la que hacen frente los jóvenes inexpertos. También hay una carpa desde donde un director controla por monitores todo lo que ocurre en el interior del establecimiento y que tampoco parece estar a salvo del horror.
Digámoslo de entrada. Esta película del director surcoreano Beom-sik Jeong es deudora de muchas películas de terror que desde “El proyecto Blair Witch”, seguida por “Actividad paranormal”, “La llamada” y pueden abundar los ejemplos, utilizan cámaras de todo tipo para jugar con lo que no se ve pero está presente, con menos terror, pero con una buena escenografía y excelente iluminación. Un grupito de adolescentes que buscan emociones fuertes y aman los lugares malditos se unen a otros que hacen un negocio con el tema, con transmisiones en directo por Internet y el “deber ser” de muchos seguidores para obtener ganancias. Y allí van, los participantes y los “empleados”, con todo tipo de cámaras profesionales y familiares, con libreto e inventos, para mantener el terror en un hospital abandonado, con tradición de horrores, muertes violentas y fantasmas con ansias de todo. Con momentos muy bien logrados y otros que ya no asustan el film pudo ser mejor pero igual resultará entretenido para los aficionados al género.
Puesta al día de aquellas películas en las que un grupo de adolescentes juegan con los límites aceptando el desafío de introducirse en espacios malditos o de los que se han desarrollado un sinfín de leyendas urbanas. Excepto por la utilización de recursos que acercan la propuesta a una dinámica interpretación del género en la actualidad (redes sociales, canales de youtube, proliferación de mensajes y trazos gráficos), su reversión de “falso documental” se pierde a los pocos minutos de iniciada su abúlica narración.
Los asiáticos se vienen con todo. Apenas una semana después de Locamente millonarios, la gran sorpresa de la taquilla norteamericana de 2018 que agrupa un elenco de origen enteramente de ese origen, llega el turno de Gonjiam: Hospital maldito. Igual que con la comedia romántica, el film surcoreano apuesta más a replicar los modelos de narración establecidos por Hollywood antes que por crear un universo propio y particular. Gonjiam: Hospital maldito se alinea en la larga fila de películas con formato de falsos documentales sobre hechos terroríficos instaurado hace ya dos décadas por El proyecto Blair Witch. Su punto de partida es similar, con un grupo de jóvenes dispuestos a comprobar qué tan ciertas son las leyendas malditas sobre un lugar. Ese lugar es el hospital del título, un amplio edificio hoy abandonado que funcionó como psiquiátrico hasta fines de la década de 1970, cuando el suicidio de varios pacientes y la desaparición de la directora obligó a su cierre. Desde entonces se crearon diversas teorías sobre fantasmas y varios elementos sobrenaturales dentro de la construcción. Los protagonistas son el conductor de un programa sobre casas embrujadas, el director y un grupo de jóvenes elegidos especialmente para la ocasión. La idea es adentrarse en la oscuridad del hospital con cascos con grabadoras y varias cámaras colocadas en lugares estratégicos para transmitir la experiencía vía streaming. Esa experiencia rápidamente se convertirá en una aventura terrorífica. El film de Beom-sik Jeong apuesta por un relato clásico y sin grandes sorpresas para narrar el periplo del grupo en medio de un contexto donde aparecerán animales muertos, puertas que se cierran solas y algunas presencias espectrales deseosas de venganza. Habrá unos cuantos sustos bien logrados, sobre todo aquellos construidos con un tempo narrativo que Hollywood no se permite, y algunas escenas que asustan a pura construcción climática antes que por el golpe de efecto. Por fuera de esas particularidades, Gonjiam: Hospital maldito es una película muy parecida a otras.
“Gonjiam: Hospital maldito”, de Beom-Sik Jeong Por Ricardo Ottone El 31 de cctubre de 2012 (Halloween para los más dormidos), la web de CNN en su sección de viajes publicó una lista de 7 lugares perturbadores del mundo (freakiest es el término que usa) para visitar si uno está con ganas de emociones fuertes. Una lista de lugares donde pasaron hechos trágicos y lograron con el tiempo, por su historia y su estado de abandono un aura de misterio y terror. La lista resultó inspiracional a la hora de poner estos lugares en el mapa y en 2013 se filmó la producción tailandesa de fantasmas H Project en uno de los lugares reseñados: la isla de Hashima en japón. En 2015 Gus Van Sant filmó el drama The Sea of Trees en el bosque de Aokigahara también en Japón, un lugar favorito para cometer suicidios. Pero este material tenía más pasta para historias de terror y el mismo año se estrenó El bosque siniestro, donde ahí sí tenemos espíritus atormentados y furiosos como cabe esperar de una locación semejante. Si el lugar tenía algún tipo de maldición parece haber alcanzado también a las películas porque, sin importar el género, ambas terminaron en fracasos de crítica y público. Rozando este Halloween 2018 llega una nueva producción de terror inspirada en otro de los lugares de la lista (y decimos inspirada porque allí se la menciona explícitamente): El hospital psiquiátrico abandonado de Gonjiam en Corea del Sur. Aquí el productor de un portal coreano de Youtube dedicado al terror que, atento a la famosa lista y a que uno de los lugares lo tienen cerca, va con un grupo integrado por camarógrafos, conductor y un trío de jóvenes invitadas para transmitir en vivo desde el lugar, obviamente de noche para mayor efecto. La meta es conseguir una buena cantidad de vistas para que la incursión sea redituable, un millón es la cifra a alcanzar. El productor responsable, conocido entre los suyos como “el capitán” es un tipo ambicioso y, como cabe esperar, inescrupuloso y no tiene problema en falsear algunos efectos sin avisarle a sus invitadas para forzar los sustos. El problema va a venir cuando las entidades atormentadas que efectivamente habitan el edificio, y que el equipo vino a buscar sin realmente creer en su existencia, hagan acto de presencia y le den a los intrusos motivos reales para tener miedo. La premisa de la película se sostiene en la existencia real de este hospital donde se produjeron una serie inexplicada de muertes en el pasado y entre otros fenómenos que pasaron entre sus paredes está la desaparición misteriosa de su directora. Y claro, las posteriores experiencias sobrenaturales de quienes visitaron el lugar ya en ruinas. Una buena parte de la efectividad está dada por la locación que la producción del film tuvo la interesante idea de reproducir con fidelidad. No está filmada en el verdadero hospital pero se usaron los planos, fotos y filmaciones para reconstruir sus pasillos, salas y oficinas, darles el tratamiento para que luzca como es actualmente y ese escenario es el que se usó para poner en escena el relato. Eso le proporciona una atmósfera ominosa y opresiva que acompaña y refuerza el inquietante deambular de los personajes. Gonjiam: Hospital maldito es otro exponente del subgénero Falso Documental o Falso Found Footage que se viene reproduciendo desde The Blair Witch Project (1999) para acá. La premisa es más o menos similar, un grupo de jóvenes imberbes va a un lugar siniestro con la intención de explotar la leyenda negra que lo rodea y se llevan el chasco de su vida al comprobar de la peor manera que la leyenda es cierta. Beom-Sik Jeong, director y guionista trata de aggiornar el concepto a la era de Youtube y las redes sociales cambiando filmación amateur por streaming en directo. El otro elemento que agrega es la multiplicación de cámaras. Cada personaje tiene adosada una cámara doble que toma lo que tiene delante y al mismo tiempo su rostro, se colocan además cámaras en lugares estratégicos del edificio y hasta se usa un dron sobrevolando el lugar mientras “el capitán” recibe y administra las señales desde una carpa en el exterior que sirve de sala de control. Esto tiene la ventaja evidente de multiplicar a su vez los puntos de vista y cubrir más áreas. Pero no siempre más es más y algo siempre se pierde, en este caso parte de la gracia del subgénero que está en que el punto de vista de la cámara sea el de un personaje y por extensión del espectador logrando así una identificación más directa que pone al espectador en el lugar, sufriendo lo que el personaje sufre. Si hay un punto de vista análogo al del espectador acá es con “el capitán” que recibe y reparte las señales, elige que poner o manda repeticiones, No es lo mismo y, además, este personaje es un tanto repelente como para que uno trate de identificarse. En el medio de esa noche de terror, el film bordea algunos temas como el valor de verdad, su uso como mercancía y su manipulación, la necesidad de mantener a la audiencia interesada a cualquier costo y satisfacer la demanda de morbo. Como film de terror hace uso de unos cuantos lugares comunes y su capacidad para asustar se relativiza en parte porque, salvo por un breve prólogo, lo sobrenatural espera hasta bien avanzada la película para manifestarse. En contrapartida se hace un uso más sutil de elementos como objetos que se mueven, desaparecen y aparecen en lugares inesperados, sonidos y sombras. Y los fantasmas cuando aparecen lo hacen de lejos, poco iluminados pero fatalmente presentes y conscientes de la presencia de los intrusos, ciertos recursos que en suma resultan más efectivos que los habituales fantasmas que aparecen de repente y a los gritos. Mientras tanto ya está en postproducción la coproducción anglo-mexicana Island of the Dolls ambientada en la isla de las Muñecas, México, otro de los sitios de la lista, así que el tour sigue. GONJIAM: HOSPITAL MALDITO Gon-ji-am. Corea del Sur. 2018. Dirección: Beom-Sik Jeong. Intérpretes: Seung-Wook Lee, Ye-Won Mun, Ji-Hyun Park, Sung-Hoon Park, Ha-Joon Wi. Guión: Beom-sik Jeong, Sang-min Park. Fotografía: Yoon Byung-Ho. Música: Na Yoon-Sik. Producción: Won-kuk Kim. Distribuye: BF. Duración: 95 minutos
El hospital psiquiátrico Gonjian ubicado en la localidad de Gwangju, en Corea del sur, en los últimos años obtuvo gran popularidad por ser reconocido como uno de los edificios embrujados más aterradores de ese país. De acuerdo a la leyenda popular el lugar cerró sus puertas a fines de los años ´90 cuando se empezaron a acumular las muertes de pacientes que no tenían explicación. La energía del edificio aparentemente estaría afectada por la presencia de fantasmas de personas que murieron durante la Guerra de Corea de 1950. El hospital quedó abandonado con todo el mobiliario y la verdad que es un lugar perturbador. Se hicieron documentales de televisión que cubrieron este tema y hay bastante información en internet. Obviamente la industria del cine coreano no se iba a perder la oportunidad de realizar un film de horror y Gonjian: Hospital maldito no hizo otra cosa que explotar esta cuestión. Algo que no les hizo ninguna gracia a los corredores inmobiliarios que hace más de una década intenta vender sin éxito esa propiedad. Después de este film creo que sus posibilidades serán prácticamente nulas. El director Jeon Beom-Sik, quien ya había abordado una historia de hospitales embrujados en Epitafio (2007), en este caso desarrolló la trama dentro del subgénero del found footage, que en el pasado brindó numerosas películas similares. Sin ir más lejos, Gonjian es muy parecida a Terror en Chernobyl que trabajaba el mismo concepto con la ciudad abandonada de Priyapt, tras el accidente en la planta nuclear. La película de Beom-Sik hace un gran trabajo con la reconstrucción del hospital embrujado y esas atmósferas agobiantes que presenta. Este es una propuesta donde la curiosidad que despierta el escenario es más interesante que el relato que se narra, que ya lo vimos infinidades de veces desde el estreno del Proyecto Blair Witch. No hay grandes sorpresas en ese sentido y la trama es muy predecible debido al enorme desgaste que tiene este subgénero. No obstante, el film está bien hecho y hacia el final cuenta con algunos momentos de terror efectivos. Para los espectadores que todavía no se cansaron de ver esta clase de relatos puede ser una opción a tener en cuenta, pero no esperen encontrar algún elemento novedoso.
Terror en clave asiática Un nuevo exponente del terror coreano llega a las salas y las expectativas, como todas las de aquellas películas que provienen desde estas tierras, son altas y atemorizantes. Gonjiam: Hospital maldito (Gonjiam: Haunted Asylum, 2018) es una película que genera miedo. Esta no es una afirmación para pasar por alto. Hoy, entre tanta vorágine del cine de terror, con tantas opciones de consumo, que un film te genere una especie de atracción atemorizante es para elogiar. El cine asiático vuelve a posicionarse en lo alto a la hora de asustar al público, ideal para la semana donde se celebra Halloween. Con claras reminiscencias a El proyecto Blair Witch (The Blair Witch Project, 1999), la película nos presenta una parodia de un show televisivo donde unos adolescentes exploran lugares donde se presume la existencia de situaciones paranormales. El indicado en esta historia es un hospital denominado Gonjiam, donde se supone la existencia de los fantasmas de pacientes que fallecieron en extrañas circunstancias. Contado desde varios sectores narrativos, con una cámara por cada uno de los jóvenes protagonistas, el film no pierde dinamismo ni gracia en ningún momento. Desde los primeros minutos de la película persuadimos el estar en presencia de algo no tan cotidiano. La risa de un inocente chico dispuesto a hacer una travesura es interrumpida por la sorpresiva aparición de algo paranormal. A partir de ahí se presenta al conductor del show de televisión, el cual nos prepara para un viaje que mezcla ingenuidad con terror. Ahí está el acierto: uno empatiza con esa ingenuidad de los que sufren estas apariciones al investigarlas y puede asustarse con cada ruido, con cada movimiento. Un found footage que aprovecha de la mejor manera la cámara no estabilizada, Gonjiam: Hospital maldito queda ilesa pese a tener un escaso poder narrativo. Este tipo de películas es hoy en día uno de los recursos cotidianos de aquellas productoras que buscan obtener una ecuación rentable favorable sin priorizar la manera en la cual se cuenta la historia. Alejada de esa intención por las tierras desde donde proviene, en esta obra el propósito principal es asustar, lo cual se logra sin transpirar. Vale la pena repetirlo: Gonjiam: Hospital maldito es una película que genera miedo.
En 2012, CNN Travel nombró al hospital psiquiátrico Gonjiam como uno de los siete lugares más extraños del mundo. Una de las locaciones más embrujadas de Corea, el psiquiátrico abandonado pedía a gritos que alguien filme sus lúgubres pasillos y se adentre en la leyenda urbana que amenaza sus pasillos. Gonjiam: Hospital Maldito toma la posta y cámara en mano reúne a un grupo de jóvenes adictos al peligro para llevar a cabo su cometido de explorar a fondo el terrorífico edificio… con los resultados de siempre.
¿Cansados de las películas supuestamente basadas en hechos reales? Gonjiam: Hospital maldito es una de ellas pero en este caso si hay una base real. El hospital psiquiátrico donde transcurre esta historia existe y es considerado el lugar más aterrador de Corea del Sur y uno de los siete más terroríficos en el mundo. ¿Y por qué lo es? Por qué cerró sus puertas misteriosamente en 1996, lo cual llevo a que se crearan numerosas leyendas urbanas, la más importante es que los pacientes que estaban ahí internados desaparecían sin dejar rastro alguno. Sea cual sea la verdad si se buscan fotos del recinto pueden encontrar un lugar carcomido por el paso del tiempo, que se presta como escenario para que la imaginación juegue una mala pasada y que irónicamente es visitado por miles de personas día a día. Es interesante que luego de Actividad paranormal y en una época en la que claramente el found-footage está desapareciendo salga una película que es de lo mejor que lo se vio en este sub-genero. Para ser más claro Gonjiam es posiblemente uno de los mejores (o capaz mejor) found-fotage después de AP. Mucho de esto hay que atribuírselo al debutante en la dirección Jeong Beom- Sik quien da muestras de saber cómo construir una historia de terror. El primer tercio de Gonjiam es el menos logrado, ya que los personajes a los que vamos a seguir son los típicos que se ven en cientos de películas iguales. Es cierto que son más creíbles que, por ejemplo, todos los que aparecen en sus primos norteamericanos. Y a pesar de que cada uno tiene algo para contar la verdad mucho no importa porque una vez que entran al manicomio sus historias dejan de tener importancia. Es una sabia decisión el enfocarse en crear escenas que den miedo en vez de buscar una explicación pero a la vez denota un intento de querer alargar la duración, y también que su propósito parece ser el de mostrar el equipo técnico que van a usar. ¿Da miedo Gonjiam: Hospital maldito? Si y bastante. Una vez que los protagonistas entran al manicomio, que lamento informar es una recreación del lugar original, el director va de a poco creando un clima de que cualquier cosa puede ocurrir en cualquier momento. Pero se toma su tiempo, va mostrando los espacios donde transcurrirá los momentos más incómodos, va a jugar con las expectativas del espectador y sobre todo va a dejar lo más importante al final, cierta habitación que se supone es donde reside la solución a este misterio. Una vez metido en clima lo que hace es darnos imágenes tétricas y exacerbar el tiempo en mas de una escena de terror para incomodar. Algunas secuencias resultan mejores que otras pero porque justamente porque aquellas son tan poderosas y nos recuerdan que el buen cine de terror oriental siempre nos deja con una imagen espantosa para que no se pueda dormir a la noche. Y esto no funcionaría si no tuviera clara que su principal motivo es dar miedo. Su director tiene en claro esto y no se inventa sub-tramas, ni vueltas de tuerca, ni siquiera deja que los personajes se vuelvan insoportables. Gonjiam: Hospital maldito es una gran propuesta de terror que demuestra que se pueden hacer cosas buenas con el found-footage si se tiene a la gente correcta atrás.
Un “Proyecto Blair Witch” asiático Una semana atrás, en estas mismas páginas se escribió sobre Locamente millonarios. La gran sorpresa de la taquilla norteamericana de 2018 –aquí su performance fue apenas discreta– agrupa un elenco de origen enteramente asiático y sitúa su acción en Singapur, donde las vísperas de un casamiento tensan la relación de una pareja de origen chino aparentemente sólida y estable. Pero su trama abraza todas y cada una de las imposiciones de las comedias románticas tradicionales: la raigambre asiática que promete su título original (Crazy Rich Asians) licuada por la búsqueda de globalidad de Hollywood. Algo similar puede decirse de Gonjiam: Hospital Maldito. Más allá de su origen surcoreano –donde el cine de género local disputa cabeza a cabeza, tanto en términos artísticos como en resultados de taquilla, la hegemonía estadounidense–, el film de Beom-sik Jeong se nutre de la tradición de falsos documentales sobre hechos terroríficos instaurada hace ya dos décadas por El proyecto Blair Witch, deteniéndose en todas las paradas habituales de este tipo de relatos. Igual que nueve de cada diez películas de terror, la historia es disparada por la voluntad de un grupo de jóvenes de comprobar la veracidad de una leyenda maldita. En este caso, la que pesa sobre el Hospital Gonjiam, una suerte de Elefante blanco coreano que funcionó como psiquiátrico hasta el suicidio en masa de sus pacientes y la posterior desaparición de su directora, a fines de los años ‘70. Los rumores sobre fenómenos paranormales han sido una constante desde entonces, más aún luego de la desaparición de dos adolescentes consabidamente registrada con sus cámaras personales. Ese hecho y el inminente aniversario redondo del cierre del hospital son el contexto ideal para que el conductor de un programa sobre edificios malditos se proponga desmitificar –o no– lo que se dice que ocurre puertas de la mole de cemento. Y de paso sumar unos millones de seguidores en las redes sociales transmitiendo la experiencia en vivo y en directo vía streaming, puntapié para una poco sutil crítica a la búsqueda de espectacularidad y sensacionalismo del contenido digital. En ese sentido, no parece casual que el personaje del director terminé convertido en un auténtico desquiciado ávido de clicks. La comitiva está encabezada por ese director y el conductor, secundados por algunos jóvenes sin demasiados rasgos particulares como acompañantes. Alrededor de ellos se estructura una narración que replica la de las películas norteamericanas sin sonrojarse, yendo de la festividad estudiantina inicial –el grupo pasa unos cuantos minutos divirtiéndose de lo lindo en las noches previas– a la comprobación de que, efectivamente, los mitos son parte de la más cruda de las realidades. Como en la saga Actividad Paranormal y la española Rec, Beom-sik Jeong apela a las tomas de (falsas) cámaras de seguridad y a las capturas tomadas desde los cascos de los protagonistas para mostrar el progresivo enrarecimiento de un recorrido que incluye la aparición de animales muertos, puertas que se cierran y abren solas, paredes escritas por vaya uno a saber quién y sonidos provenientes de otros tiempos. Además, claro, de los clásicos fantasmas torturados y con deseo de venganza. ¿Venganza por qué, contra quién? No se sabe, pues el guión toma la sabia decisión de no ahondar en explicaciones del pasado. A cambio muestra sus consecuencias a lo largo de una hora y media en la que no faltarán los sustos de rigor –algunos construidos con una paciencia que no existe en el Hollywood– y unos cuantos litros de lágrimas salidos de los ojos de esos protagonistas aterrados que lloran mientras se filman.
Horror para la generación YouTube Esta especie de The Blair Witch Project para la generación You Tube comienza como un film divertido y algo paródico sobre un grupo de jóvenes que realiza una excursión a un hospital abandonado que se supone embrujado, que luego se irá oscureciendo hasta llegar a un desenlace a puro suspenso y horror. Una fórmula pensada para los espectadores adolescentes y jóvenes adultos, lo suficientemente inteligente como para no menospreciarlos.
Un mediano “Blair Witch” coreano de la era de internet Este producto podría definirse como el Blair Witch coreano, con la diferencia de que el clásico de las cámaras movedizas se basaba en la estrategia narrativa del "material encontrado" o "found footage", mientras que ésta redobla la apuesta armando una transmisión en vivo en la web. El asunto es que un grupo de jóvenes coreanos, bastante insoportables, están decididos a convocar a un millón de espectadores al transmitir un programa en vivo desde un manicomio abandonado, considerado uno de los lugares mas extraños de todo el planeta. El lugar fue clausurado en 1979 luego del suicidio masivo de sus pacientes y la desaparición de su directora, y que se supone está habitado por fantasmas de muy mal genio. La película demora bastante en arrancar. Hay un prólogo largo y lento de tonterías, y recién hacia la mitad empieza a cambiar el clima hacia el terror, aunque sin mucho éxito. Ahora sí, todo el desenlace es aterrador y termina justificando este film con muchos elementos repetidos pero algunos hallazgos que realmente dan miedo.
La película escrita y dirigida por Beom-sik Jeong que llega ahora a nuestras salas es un found footage ambientado en uno de los lugares más terroríficos de Asia. Un hospital psiquiátrico abandonado, que carga con misteriosas muertes y, dicen, presencia de fantasmas. Claro que en la vida real hay mucha gente que se interesa por hacer turismo alrededor de este tipo de lugares y si bien se encuentra poco accesible recibe miles de visitas. En Gonjiam tenemos a un protagonista que lleva adelante un famoso canal de youtube llamado The Horror Times y en él Ha-joon propone juntar a un grupito de jóvenes y visitar el famoso hospital. Por supuesto, la idea es registrarlo todo y subirlo en vivo. A diferencia de "El Proyecto Blair Witch", un film que influencia todas las found footages desde que salió, acá tenemos una cantidad mayor de cámaras y elementos que ayudan a que el subgénero no resulte tan seco como muchas veces, donde una sola cámara enfoca mal, se mueve todo el tiempo de manera nerviosa y si se apaga, chau historia. Quizás en eso se parece un poco más a la ¿remake? que hizo Adam Wingard, con presencia de drones y GoPros. El grupo de jóvenes, tres chicos y tres chicas, se reúne para empezar el viaje y todo queda grabado por una de las múltiples cámaras. Allá, cada uno entra con dos cámaras, uno que los enfoca a ellos y otro lo que tienen adelante. Pero además instalaron algunas cámaras más en el lugar temprano mientras era de día. Y Ha-joon guía todo desde una carpa con acceso a cada una de estas cámaras con el fin de que si hay actividad paranormal en ese lugar, ésta quede registrada. Esto permite justamente que el relato fluya de una manera más dinámica a la que acostumbra el found footage. Para cada uno la idea de entrar a ese lugar resulta una propuesta divertida. Incluso una de ellas se jacta de haber visitado ya tres de los siete lugares que CNN citó como los más terroríficos del planeta donde el hospital figura en el último puesto. No obstante, a medida que se van sumergiendo, que van subiendo a los otros pisos, las cosas resultan cada vez más inquietantes, al menos para algunas, ya que queda en evidencia rápidamente cierta manipulación con tal de llegar a la ambiciosa cantidad de un millón de vistas. Hasta que llega un momento en que ya nadie sabe qué creer porque las cosas cada vez tienen menos posibilidad de una explicación racional. A nivel visual, la idea parece ser más la de sugerir que mostrar. Y al ser de noche y haber mucha oscuridad hay golpes que incluso no llegamos a ver y nos enteramos porque lo dicen los personajes, “se cerró la puerta”. A la larga, "Gonjiam" es una película de terror que sabe cuándo aprovechar los rasgos más característicos del found footage pero que al mismo tiempo sabe modernizarse y entiende el uso que se le puede brindar a la tecnología. En cuanto al terror logra generar algunos buenos momentos pero ese clima no se mantiene durante todo el relato, aunque sí en su último tercio es cuando mejor aflora. El problema principal radica en lo unidimensionales que resultan los personajes y en el hecho de que no logra contar ni mostrar nada nuevo. No deja de resultar un digno exponente del cine de terror coreano actual y también es interesante la crítica que realiza sobre el mundo de los videos de internet, las aspiraciones y las reacciones que puede generar.
El asilo abandonado Gonjiam es considerado uno de los lugares más embrujados de Corea del Sur. Es un manicomio que cerró en 1996, generando una serie de leyendas urbanas sobre su clausura, que van desde problemas legales de su dueño hasta la desaparición de sus pacientes. Gonjiam: Haunted Asylum (Gonjiam: Hospital Maldito), de Jung Bum-shik, y con actuaciones de Wi Ha-Jun, Park Sung-Hun, Lee Seung-Wook, Oh Ah-Yeon, Park Ji-Hyun, Yoo Je-Yoon y Mun Ye-Won, plantea una exploración urbana a la locación. Sus resultados son terroríficos. Un grupo de jóvenes productores de un programa que se transmite en vivo por internet propone una exploración al asilo. Mezclando ingenuidad con ganas de producir, el grupo llega al edificio, equipados cada uno con una cámara Go-Pro que, al mejor estilo Blair Witch Project, nos permite seguir los pasos de cada uno. El principal motivo de la visita es desentrañar qué hay detrás de un suicidio masivo de pacientes sucedido a fines de la década del ’70 y el espectador va descubriendo las pistas a la par de los aventureros, atando cabos y rearmando la historia de lo que realmente sucedió. La película no se propone revolucionar el género, y mucho menos el cine. Es un relato muy sencillo, sin mayores vueltas o revelaciones, que, al estar contado mediante la técnica de found footage, se ubica dentro de esas películas que se permiten ser desprolijas abaratando costos a la vez que aprovechan un lenguaje frenético e irregular cada vez más frecuente. Ya sea por desarrollarse en un lugar que aparentemente está embrujado en la vida real o por la simpatía que nos generan sus personajes, el verlos en peligro se traduce, por momentos, en miedo efectivo. Es que el identificarse con estos chicos que podrían ser cualquiera de nosotros es lo que permite meterse de lleno en el relato y acompañarlos en cada paso que dan, en cada recoveco donde se meten. La película va directo al jumpscare, al sobresalto, sin intentar ahondar mucho en la generación de climas o ambientes: todo es vertiginoso y por momentos confuso. Y si con lo que te conté no te convencí para ir a verla, sumo un dato adicional: es la segunda película de terror más exitosa de Corea del Sur. Allá se estrenó en marzo de este año, recaudando $19.9 millones de dólares en base a los 2.67 millones de espectadores que fueron a verla, solo superada por Janghwa, Hongryeon (A Tale of two Sisters, 2003), de Kim Ji-Woon.
Los valientes Desde El proyecto Blair Witch (The Blair Witch Project, 1999), cuando surgió el cine de cámara en mano, somos testigos de una ola de producciones de este estilo que, en alguna medida, llegó a agobiarnos. Algunos films eran excelentes, otros no tanto; pero esa edad dorada del found footage (supuestas filmaciones artesanales encontradas por terceros) dio origen al subgénero del mismo nombre que hoy ya es un clásico. A su vez, luego del éxito de películas como Invasión Zombie (Busanhaeng, 2016; muy conocida también como Train to Busan), el cine coreano viene pisando fuerte con producciones que apuestan cada vez más a la tensión y la adrenalina, con ritmos narrativos cada vez más dinámicos. Gonjiam: Hospital maldito (2018) toma este recurso que, claramente, ya dejó de ser novedoso, para retratar una historia de espíritus en un hospital psiquiátrico abandonado. Un grupo de youtubers exploradores urbanos decide adentrarse en la oscuridad y los recovecos de este lugar endemoniado (el más aterrador de Corea del Sur y el más tenebroso del mundo, según registros reales) para grabar en vivo una nueva edición de su programa. Los jóvenes valientes están muy bien equipados, con una cámara cada uno sobre la cintura o los hombros. Así el espectador es testigo de lo que ven los seis chicos al mismo tiempo. La trama gira en torno a una leyenda urbana que cuenta que los pacientes de la institución mental se suicidaron en masa y que luego su directora desapareció misteriosamente. En medio de fotos raras, ruidos escalofriantes y una puerta que nadie pudo abrir nunca, estos chicos se involucran cada vez más en la historia sin saber que todo puede ponerse peor. La realidad es que el film de Beom-sik Jeong resulta interesante dentro de lo trillado de la temática. Utiliza buenas dosis de tensión y suspenso, visualmente es impactante y las actuaciones son de realismo puro. Además cuenta con un giro acertado hacia el final. A pesar de tomarse su tiempo para contar los hechos, Gonjiam: Hospital maldito cumple con los códigos del cine de terror más tradicional. Hay pocos momentos impredecibles pero el escalofrío y la incertidumbre nos inundan en varias oportunidades, hecho que hace que los más puristas del género también la disfruten.
Todas las películas de terror incluyen de manera explícita o implícita una teoría sobre el mal. ¿Qué es? ¿De dónde viene? ¿Cómo actúa? En Gonjiam: hospital maldito, el mal es una energía. Vale decir que se adscribe a una tradición decimonónica de las llamadas ciencias ocultas que supone que existen otras fuerzas en la naturaleza además de las reconocidas por la física, aunque en el fondo el modelo sea el electromagnetismo de James Maxwell, conceptualizado en el siglo 19. Precisamente como se trata de una forma de energía, la actividad paranormal es susceptible de ser captada por instrumentos tecnológicos más sensibles que los sentidos humanos: sensores, cámaras, micrófonos, etcétera. Con ese postulado como base, la película de Beom-sik Jeong desarrolla una trama que se ha vuelto un tópico del género al menos desde El proyecto de la bruja Blair: un grupo de jóvenes que pretende documentar en video lo que sucede en un lugar supuestamente embrujado. En este caso, como el título lo indica, es un hospital psquiátrico clausurado en 1979 después de que murieran todos sus pacientes y se suicidara su directora. El edificio es una leyenda que ya se cobró la vida de más de un estúpido que se ha pasado de valiente. Ahora unos jóvenes que producen un programa de terror por internet han lanzado el desafío de explorar a fondo el manicomio abandonado y de transmitirlo en vivo y en directo. Son siete: cuatro chicos y tres chicas. Todo lo que ocurre es visto a través de sus aparatos ópticos: cámaras de teléfonos inteligentes, primero, y después, cuando ya se instalan en el lugar maldito, a través de una parafernalia que incluyen cámaras GoPro, un dron y otros artefactos. Eso provoca cierto nerviosismo visual y frecuentes saltos entre tomas subjetivas, primeros planos (contrasubjetivos habría que llamarlos) de las caras de los protagonistas, y cambios de enfoque que les otorgan un ritmo de respiración alterada a las imágenes, con momentos de alivio y momentos de ahogo, muy bien combinados. La sutilísima banda sonora, que en vez de manipular las emociones del espectador tiende a generar una textura más densa del silencio, es otra de las cualidades de esta película que no innova en nada pero que sabe utilizar con precisión todos los recursos del género.
MOCKUMENTARY BERRETA Qué complicado hablar de un film que nada tiene para ofrecer: ni sustos, ni trama original y menos que menos calidad. De eso se trata la surcoreana Gojiam: Hospital maldito, de Beom-Sik Jeong, que utiliza como escenario real el abandonado y ruinoso edificio psiquiátrico en Gwangju, considerado por la CNN travel como uno de los siete sitios más extraños del mundo. Nada novedoso tienen estos films mockumentarys con cámara en mano, que exploran sitios deplorables para hallar actividad paranormal o quién sabe qué monstruo, como la sobrevalorada y también de hospital olvidado Grave Encounters; la más lograda Así en la Tierra, como en el Infierno; la siempre recomendada australiana El túnel; y la vedette aclamada de la lista, El proyecto Blair Witch. Pero en Gojiam, un portal de terror que transmite un reality en vivo involucra a cuatro jóvenes -seleccionados para esta proeza- con todos los estereotipos infumables de siempre, más el líder del show y su equipo técnico, quienes sortearán la experiencia de saber qué esconde aquel macabro sitio, que en el siglo pasado fue epicentro de masivo suicidios y la desaparición de su directora. Lástima que esta historia principal que se expone con pompa al principio del film comienza a desdibujarse en el medio del trayecto, quedando en la superficialidad de las experiencias personales y sosas del grupo experimental. Un grupo que irrita, molesta y hacen demasiado ruido para “generar” un clima de alarma inexistente y muy forzado. Aquí Jeong quiso utilizar no solo la tecnología de las cámaras Go Pro sino el empleo de drones como un condimento que le da cierta dimensión al espectador de la magnitud de aquel oscuro sitio, pero que es solo un detalle “bonito” que no hace ni siquiera cosquillas a la historia. Y tal vez la inclusión de la transmisión en vivo para otorgar cierto “frenesí” de vivir el momento, algo frecuente en los youtubers interesados en captar usuarios en sus canales para popularidad y posterior dinero fácil por estas entradas al sitio. Gojiam no tiene clima ni narración, es terror pochoclero barato con buena taquilla, que sin embargo defrauda al fanático esperanzado con alta o mínima expectativa. No solo el subgénero está sobreexplotado y manoseado, sino que ya se torna berreta: un ejemplo logrado como Terror en Chernobyl fue estrenado hace seis años. Pero esto es una verdadera pena, ya que existen mejores obras cinematográficas provenientes de Corea del Sur, que sin embargo no son tomadas en cuenta por los distribuidores y no llegan a las grandes pantallas. En lo personal, creo que es el peor estreno de terror del año, por encima de propuestas americanas como La maldición de la casa Winchester o Slenderman.
Unos chicos que tiene un canal en You Tube, "Horror times", deciden transmitir en vivo desde el Hospital Psiquiátrico de Gonjiam, un lugar donde se dice que hay fantasmas. El lugar fue un importante centro dirigido por una doctora que desapareció misteriosamente luego de un suicidio en masa de los residentes (inclusión de ficticio documental de la época para que conozcamos a la directora misteriosa). Los cineastas adolescentes convocan a interesados en la aventura, tan jóvenes como ellos, para acompañarlos en la experiencia, una chica estudiante de enfermería, ingenua y asustadiza, una experimentada que ya conoce algunos de los siete centros de horror en el mundo y un chico de gorrita que se siente atraído por el horror. Con el editor, el animador y quien supervisa la producción, más toda la parafernalia para detectar fantasmas, el grupo, ya en el lugar, evade la custodia policial, que en pocos días será cerrado y accede al sitio. TRUCOS CONOCIDOS Lo que viene mezcla la clásica fascinación oriental por las historias de fantasmas (el filme es de Corea del Sur) con las ya muy conocidas técnicas de película encontrada (found footage) y los falsos documentales que obras recordables como "El proyecto de la Bruja de Blair" (1999) hicieron famosos. Habrá una transmisión en vivo con todo lo que ellos quieren demostrar y llegarán casi al millón de visitas, con resultados imprevistos. La película de Jeong Beom-sik se inicia con mucho humor, alegría adolescente, encuentros gastronómicos con comida occidental, pero luego se interna en el clásico camino del horror con sonidos esotéricos, apariciones, el clásico cuarto al que no se puede entrar y sangrientos carteles con consignas que aparecen y desaparecen. Quizás uno espera demasiado cuando al comienzo se habla del Bosque Aokigoihau, el de los suicidios o el Osario de Sedlek en Checoslovaquia o la sugestiva Isla de las Muñecas de México, evocadas por Charlotte, una de las jóvenes aventureras del programa de tevé. Pero lo que viene, no es nada original y hay elementos que deshilachan por el camino (como el dron que los sigue). Excelente el nivel formal, con buena fotografía y justos toques sonoros.
Como si fuera una de esas películas de casas encantadas. Gran parte de su desarrollo transcurre durante la noche (da mayor tensión) en el hospital psiquiátrico Gonjiam de Gwangju, que estuvo cerrado por veinte años ya que hubo un suicidio en 1979 y los rumores dicen que allí hubo prisioneros torturados, que el director desapareció de manera dudosa, la habitación 402 en el piso superior fue cerrada y varios enigmas quedaron en el lugar. La acción transcurre en este hospital, primero pasan por allí dos adolescentes, algo extraño sucede en el lugar, a raíz de esta situación un grupo de youtubers irán a explorar el lugar, viviendo situaciones vibrantes en este hospital, ello van equipados con mapas, cámaras, linternas, entre otros elementos y obviamente todo lo que suceda será trasmitido en vivo. La cámara va captando los rostros, ayudado por un lenguaje visual, hay sombras, oscuridad, distintos sonidos, está llena de clichés, marea al espectador con tanta cámara en mano, funciona como un falso documental, algo similar sucedía en “El proyecto Blair Witch” (1999), toda una novedad en esa época. La diferencia ahora está en la utilización de otra tecnología, existe otro tipo de recursos que le da a la historias ser más atractivas desde lo visual, que no aburran y resulta más entretenida. Ideal para los seguidores del género y espectadores poco pretencioso.
Otra película que intenta renovar lo que El proyecto de la bruja de Blair inauguró hace ya veinte años, pero esta vez con una magnitud de recursos que tiran por tierra cualquier intento de aproximación. La tecnología lo único que hace -en este caso- es estropear el concepto de terror psicológico más que abrir la imaginación del espectador, quien no sabrá si reír o dormir, porque hasta se anticipa con alevosía el susto que deviene. Me cuesta entender aún, cómo es que la propuesta fue el ver a los protagonistas gritando de susto frente a cámara y cómo es posible que no se den cuenta que para querer a los personajes, primero hay que conocerlos en otras circunstancias que no sea su personalidad egoísta. Quien escribió la película no sólo fue escueto en diálogos que pudieron haber sido la contracara de lo absurdo de las situaciones que fueron creadas en innumerables películas. Me pregunto, ¿en qué público estuvieron pensando? La solución para mejorar un material de un hospital psiquiátrico que verdaderamente existe y que guarda una de las leyendas urbanas más populares sobre situaciones paranormales en un recinto, hubiera sido, el haber administrado la información durante el relato y ser más atrevido en tomarse las licencias necesarias para hacer más atractivos la cantidad de momentos vacíos. En definitiva, no hace falta que seas un asiduo espectador de películas de terror, el juego con la oscuridad y la lentitud de las linternas, te dejará seguir comiendo pochoclos a lo tonto.
Se dice, se sabe en realidad, que la chispa inicial de un filme es la idea original extendida a guión, dicho en el sentido de tener algo que relatar, estamos frente a un producto surcoreano que se encuadra dentro el género de terror, o lo intenta. Pero tiene muy poco para narrar. La historia, para llamarla de alguna manera, pone a una compañía de internet que decide retransmitir en directo cómo un grupo de jóvenes se adentra en lo que fue en su momento el nosocomio psiquiátrico de Gonjiam, allá lejos, por los años ´60 Con el único objetivo de atraer a más asistentes el entretenimiento juega con los participantes, pero todo se complica cuando surge la posibilidad de que haya almas en pena acechando en las sombras, pues el hospicio cuenta con una historia de muerte y desapariciones nunca resueltos, motivo de su cierre definitivo. Todo a partir de unas imágenes encontradas de otros dos jóvenes que desaparecieron en una situación parecida a la que quieren encarar los responsables del sitio de Internet Hasta ahí llega todo, se narra el origen, se establece el motivo de los protagonistas, para luego ser un cúmulo de lugares comunes, escenas cámara en mano moviéndola tal cual el operador de la misma cursase el mal de Parkinson en su etapa final, imágenes casi rayanas en lo ridículo, caras deformadas, luz para no distinguir nada, y exabruptos sonoros que sólo sobresaltan al espectador, cuando no lo despiertan. Todo, y a pesar del empeño que le ponen los actores, es demasiado previsible, aburrido, ya visto infinidad de veces, se podría elogiar la iluminación, en procuración de la nada absoluta, el esteticismo vacuo, el montaje de sonido nunca en función narrativa. Son 95 minutos, este es un dato a su favor, pero decir cuántos están de más seria proponerlo como un corto de 5 minutos, no vale la pena el esfuerzo de explicar las razones de tamaño dislate. Dicen que el cine coreano de terror es de los mejores en la actualidad. No es el mejor ejemplo para sostener ese calificativo, caso cerrado. El filme comienza aclarando que es una ficción y que los hechos y personajes no pertenecen a la vida real, como si hiciera falta aclararlo.
Un reality de horror Desde Corea del Sur llega otra gema del cine de terror moderno. Un filme que evoca el estilo de "Blair Witch Project", apoyado en la oscura leyenda de un psiquiátrico abandonado El hospital para dementes de Gonjiam existe, es un edificio muy lúgubre, escenario de crímenes, desapariciones y hasta un suicidio masivo, que tiene récords de avistamientos de fantasmas, espectros y entes. Un lugar que, gracias a la leyenda urbana que lo rodea, se ha transformado en un destino turístico para los amantes de lo oculto y las emociones fuertes. El director Jeong Beom-sik toma el folclore alrededor de la locación, y le agrega tópicos actuales, comenzando por el protagonista, un youtuber que en busca de ampliar el número de seguidores y facturar un poco de dinero, se adentra en los oscuros pasillos de Gonjiam junto a tres hombres y tres mujeres, todos muñidos de cámaras y arneses, listos para registrar cualquier actividad paranormal. Como muchas de los filmes de metraje encontrado o falsos documentales, Gonjiam: hospital maldito se desarrolla en un ámbito oscuro, con una fotografía que apela al night vision o que luce con excesivo grano, generando una clara atmósfera sórdida e inquietante. El espectador recorre junto a los protagonistas los tétricos decorados y es testigo de lo que ellos ven. Un buen uso de la cámara subjetiva hace que los sobresaltos sean mas efectivos. Plagada de humor negro, con momentos que son claras parodias a los influencers y su público, el filme sabe combinar momentos extremos con otros más livianos, pero sin dudas funciona mejor cuando sugiere que cuando muestra. En el último acto, con una carnicería un tanto explícita, pierde la gracia y frescura del resto del filme. De todas maneras, pese a este detalle final, Gonjiam: hospital maldito resulta una divertida propuesta para asustarse y gritar en la oscuridad de una sala.
El jueves llegó un estreno coreano a las salas de cine, la película de terror Gonjiam: hospital maldito. Un joven tiene un canal de video en el cual desenmascara diversos lugares embrujados. Junto con dos asistentes y tres voluntarios deciden ir al asilo psiquiátrico abandonado de Gonjiam. Ni bien llegan instalan cámaras en diversos sitios y se proponen llegar al millón de visualizaciones en youtube transmitiendo en vivo. Las cosas comienzan a salir mal cuando los miembros del equipo van padeciendo los fenómenos paranormales del lugar. Dentro del género de terror hay una serie de películas que se hicieron exitosas por el uso de las cámaras en mano con un formato casero. La primera en tener un gran éxito fue El proyecto de la bruja de Blair y lo continuaron la saga de Actividad Paranormal. Gonjiam: hospital maldito reflota las ideas ya vistas en ambas películas y no agrega nada nuevo a este concepto. La locación del hospital es el único y principal atractivo de la película. Cuanto mayor información nos dan sobre la misma, más queremos explorarla. Los detalles de la directora y los pacientes funcionan para dar un contexto del lugar, pero en ningún momento se hace uso de ellos para dar miedo al espectador o a los protagonistas. Ni siquiera los amantes del terror pueden disfrutar de Gonjiam: hospital maldito. No hay sustos repentinos, no hay gore o sangre en ningún momento y como ya habíamos mencionado, los efectos “de miedo” son reiterativos y ya fueron vistos en otras películas similares.
Mientras The Blair Witch Project, madre de Actividad Paranormal, Rec y todos los found footage que fueron apareciendo, se sirvió del primitivo Internet de los años 90 para publicitarse mediante un anuncio de desaparición falso que contaba con información detallada de la bruja propiamente dicha, Gonjiam: Hospital Maldito hace un movimiento para nada nuevo pero sí inverso en cuanto a su producción. Ubicado en el interior de un bosque tan lúgubre como el del filme estadounidense, el manicomio surcoreano no es en absoluto apócrifo sino que realmente existe. Es faro de turistas y cazafantasmas curiosos así también sitio elegido para suicidas intrépidos y sujetos adictos al crimen y perversiones de cualquier índole. Lo que hace el director y realizador entonces Jeong Beom-sik es poner a jugar el folclore que gira alrededor del psiquiátrico abandonado con las inquietudes de un equipo comandado por un ambicioso youtuber que aspira a monetizar un millón de visitas durante una ambiciosa transmisión en vivo. Un folclore que funciona apenas como propulsor para la aventura de éste stream-footage que en lugar de meterse en explicaciones lógicas apunta directo a lo físico con el susto fácil como arma que no decepciona. Al final, pura cáscara que permite imaginar al director en una noche de insomnio divagando por foros y páginas web, anotando pequeños esbozos de cada una de las teorías y leyendas existentes. La actualización que viene a traer Gonjiam: Hospital Maldito está determinada más por el nuevo público hiperconectado y sobrestimulado a múltiples pantallas que por el género de terror en sí que es bastante clásico y nada tiene de asiático. Los primeros veinte minutos son una exhibición absoluta del armamento tecnológico que el grupo usará. Luego de presentar el equipo: tres mujeres y tres varones, el líder del clan y el único que no ingresa al inmueble, ya que alguien tiene que hacer de sala de monitoreo durante la transmisión en vivo, reparte Go Pro como si fuesen caramelos y pone a volar un drone porque sí, porque puede. Adentro, la claustrofobia causada por los angulares juega un papel determinante en la manera en que encierra los rostros horrorizados de estos ghost hunters modernos. Lo mismo provocan las subjetivas con las que recorremos junto a los protagonistas los pasillos y los salones derruidos. Pero los puntos de vista no se agotan allí. La expedición también se visualiza a través del canal de YouTube que maneja el cabeza del equipo y desde algunas cámaras de seguridad colocadas en las esquinas de las habitaciones. Esto instala un atractivo salto de pantalla a pantalla que, de un momento a otro, cuando lo sobrenatural emerge en toda su forma para castigar a los graciosos que emulan su poderío a modo de broma (léase: objetos inanimados que desobedecen la gravedad, espectros malsanos que titilan desde la profundidad de campo, seres carniceros que salpican de hemoglobina las paredes), irán apagándose y perdiendo señal en un triunfo total del glitch como elemento propio del horror 2.0. Por Felix De Cunto @felix_decunto