El amigo americano. Sin definirse entre las reminiscencias apesadumbradas de los relatos de “coming of age” y la típica comedia negra centrada en el perdedor del pueblito alienante, Just Jim (2015) es otro de esos ejercicios en un delirio estilístico autoconsciente que pretende tocar cuanto ecosistema cinematográfico esté a su alcance. La película es la ópera prima del veinteañero Craig Roberts, aquel protagonista de la ingeniosa Submarine (2010), aquí no sólo dirigiendo sino también firmando el guión y componiendo al personaje principal, un joven galés que -como indican los manuales de los subgéneros involucrados- sufre la indiferencia de sus padres y los abusos de sus compañeros de colegio. La llegada de un vecino engreído, proveniente de Estados Unidos e interpretado por Emile Hirsch, modifica el panorama porque ambos se hacen amigos y progresivamente el británico comienza a envalentonarse. La propuesta en su conjunto resulta una bienvenida aunque maltrecha adición a la cartelera de nuestro país, ya que si bien llama la atención la osadía del realizador y el inconformismo taciturno que anida detrás de la trama, lamentablemente a Roberts se le va un poco la mano en lo que respecta a la cantidad de ingredientes del mejunje: mientras que el primer acto funciona como una suerte de “versión inglesa” -volcada a la amargura y el minimalismo- del cine de Wes Anderson y Jared Hess, la segunda mitad del opus se juega de lleno por una lectura a la Richard Kelly de La Sombra de una Duda (Shadow of a Doubt, 1943), de Alfred Hitchcock. Más allá de las citas y/ o referencias generales, el trabajo incluye apenas un puñado de momentos hilarantes y durante gran parte de su desarrollo parece extraviado en su propio bucle, incapaz de profundizar en el análisis de los absurdos de la adolescencia. Ahora bien, dentro de la sumatoria de elementos que no llegan a aprovecharse del todo pero que a priori señalaban una alternativa estructural interesante, se destaca la utilización de los recursos formales del suspenso más clasicista, hoy adaptados al tono freak de la realización y moviéndose entre la ironía intragénero y la sinceridad de la tensión implantada -sin sutilezas- al espectador: así nos vamos topando con secuencias oníricas/ fantásticas, la infaltable dosificación de la información, una banda sonora pomposa e intrusiva y hasta cierta angustia que no se diluye en ningún momento. Sin lugar a dudas lo mejor de Just Jim está condensado en el retrato meticuloso de las aristas más patéticas de la vida suburbana, un andamiaje comunal muy específico en el que la violencia y la falta de escrúpulos suelen estar maquilladas ante ojos que deciden no ver lo que ocurre por conveniencia y desapego. Otro punto a favor pasa por el desempeño del elenco, no sólo de Hirsch y el propio Roberts (la química entre ambos saca a flote muchas escenas) sino también de Aneirin Hughes y Nia Roberts (los encargados de componer a los progenitores del protagonista, un par de diletantes de esa ceguera a la que nos referíamos anteriormente). De todas formas, y a pesar de su ambición y buenas intenciones, el film cae de manera intermitente en un terreno anodino dominado por la fragmentación y el poco vuelo a nivel conceptual de la obra, lo que en términos prácticos funciona como otro ejemplo de los problemas retóricos y discursivos de casi todo el cine indie de nuestros días. Una vez más el ímpetu crítico no está muy bien canalizado que digamos y la colección de remisiones -sumadas a un preciosismo visual bastante inconexo- terminan prevaleciendo por sobre la dimensión del contenido…
Rebelde sin causa Reconocido y prolífico actor pese a su corta edad (25 años), el galés Roberts debuta como guionista y director en una película que tiene varios aspectos en común con el film que lo lanzó a la consideración internacional: Submarine (2010), de Richard Ayoade. En su ópera prima, Roberts también es el protagonista, un típico freak lleno de miedos, traumas y angustias adolescentes que es víctima de bullying por parte propios y extraños. Típico relato de iniciación, despertar sexual y desventuras escolares, Just Jim tiene al antihéroe tratando de correr sin suerte carreras de cross country, mientras todo (absolutamente todo) le sale mal. Hasta se le escapa su perro, que parece ser su único compañero fiel. Pero un día llega al barrio un joven estadounidense a-la-James Dean llamado... Dean (Emile Hirsch), quien le enseñará a ser cool; es decir, a vestirse y peinarse mejor, a golpear a quienes se burlan de él, a encarar a las chicas (le gusta una con peinado moderno y teñido al rojo). Claro que el arribo del chico rebelde al lugar y a su vida puede ser un arma de doble filo (no vale la pena adelantar nada). Rodada en su pueblo natal (Maesycwmmer) y hasta en la escuela donde estudió, Just Jim se acerca mucho al retrato autobiográfico y, en ese sentido, la mirada de Roberts no es para nada condescendiente sino al borde de la autoflagelación. De todas maneras, el tono leve, zumbón, con un humor físico a-la-Keaton, convierten a este film (que tiene más buenos momentos que de los otros) en un muy auspicioso debut al que vale la pena darle una oportunidad.
El joven actor Craig Roberts, mejor conocido por su papel en la película Submarine (2010), ha dirigido y escrito su primer film. En Just Jim Roberts encarna a Jim, un adolescente solitario, extraño y con problemas para entablar relaciones con sus pares. Él lo único que desea es ser popular, ser querido y conseguir una chica, pero su excentricidad y timidez convierten a esta tarea en una imposible. Todo comenzará a cambiar cuando aparezca el personaje de Emile Hirsch, llamado Dean (es inevitable no verlo y recordar al icónico actor James Dean). Hirsch irradia seguridad, sexualidad y parece ser un experto en actuar como si todo le importase un bledo. Dean es todo lo que Jim no es pero muere por ser. Ambos entablarán una relación de mentor y discípulo con un único objetivo: hacer de Jim una persona “cool”. En su debut como director, Roberts decidió filmar su historia en la localidad donde nació. La pequeña ciudad -ubicada en Gales- es un personaje por sí mismo que genera constantemente sentimientos de asfixia y soledad, recordando la frase “pueblo pequeño, infierno grande”. También se destaca su manera de retratar a las personas de ese pueblo con sus rarezas, sus aspectos patéticos y sus vidas monótonas. Just Jim es dos películas al mismo tiempo y tal vez es esta mezcla que, a pesar de ser original, no ayuda a la obra en sí. La primera parte parece seguir el mismo estilo de las películas inglesas, con ese humor característico, los personajes excéntricos y la amargura de los pequeños pueblos. Pero de manera inesperada y casi brusca, el tono del film cambia totalmente y empieza a transformarse en una oda a Hitchcock y a las películas de suspenso. Un gran punto a favor es la química entre los protagonistas. Las mejores escenas vienen de la mano de los encuentros que se producen entre los personajes de Roberts y Hirsch. De manera natural ambos interactúan, se desafían, se siguen y juegan en la pantalla grande. Cabe destacar la actuación de Hirsch como ese moderno James Dean, el chico malo y con onda que genera admiración y miedo al mismo tiempo. A pesar de que el film decae bastante en su segunda mitad y esa mezcla de estilos termina jugándole en contra, Just Jim es un inicio prometedor para Roberts como director y guionista. Queda claro que no teme experimentar ni tomar de directores como David Lynch cuestiones referidas al tono y a la mirada acerca de los pueblos pequeños, jugando con sus propias reglas y creando algo propio. Resta ver cuál será su próximo proyecto.
El amigo americano Craig Roberts, protagonista de Submarine (2010, Richard Ayoade) debuta en la dirección con Just Jim (2015), una comedia inteligente, tan ácida como negra, sobre un adolescente loser cuya vida dará un giro de 180 grados cuando un nuevo vecino aparezca misteriosamente en la abandonada casa de al lado. Roberts da vida al personaje del título: un fracasado adolescente víctima de bullying constante que pasa las anodinas tardes con Michael, su único amigo, o en un cine abandonado que siempre proyecta la misma vieja película y cuyos diálogos, por supuesto, Jim conoce de memoria. Pero todo cambia cuando Dean (Emile Hirsch), un misterioso joven americano, que siempre lleva una campera de cuero, trata de ayudar a Jim a superar sus inhibiciones y convertirlo en un chico cool. Rodada en Caerphilly, Gales, ciudad natal de Roberts, el actor devenido en cineasta juega en Just Jim con las atmósferas y los géneros. Así como el personaje muta, también lo hace la trama. Lo que primero pareciera ser una historia más sobre adolescentes perdedores cambia bruscamente hacia el thriller con pizcas de misterio y terror. La habilidad para manejar la versatilidad de tonos que la atraviesan, sin olvidarse del humor, es sin duda una de las mayores virtudes de Roberts. El novel realizador ambienta el relato de una atemporalidad que deambula entre lo fifty y lo actual. Mientras Emile Hirsch emula a James Dean, tanto la ambientación como la puesta de cámaras remite a las películas de esa época, pero con un montaje veloz típico de realizadores actuales como Guy Ritchie o Danny Boyle que se entremezcla con la utilización de algunos elementos pop, incluyendo la notable banda sonora. Hay en Craig Roberts una forma de actuar, de jugar con el cuerpo, de explotar la inexpresión muy a lo Buster Keaton, mientras que en su forma de dirigir hay claras referencias a Alfred Hitchcock, David Lynch y al film noir, pero con una personalidad y una irreverencia como muy pocas veces se ve en las nuevas camadas de cineastas. Además de inteligencia y un estilo propio,
TONO IRÓNICO SOBRE ADOLESCENCIA El debut muy interesante, del joven Craig Roberts, que también hizo el guion y es uno de los protagonistas del film. De acuerdo a sus declaraciones se baso en su propia historia en su Gales natal. Pero para relatar lo que le ocurre a un chico sin amigos, sin novia, rechazado, que sufre bullying y la indiferencia de su familia, eligió un camino distinto. Un tono irónico constante, un elemento fantasioso para marcar el difícil paso de la adolescencia a la adultez. Ese tono zumbón extremo y la atención a los detalles transforma el film casi en un thriller y es realmente entretenido.
A Jim nada parece salirle bien. Adolescente solitario y un tanto freak, sus compañeros de colegio lo toman de punto, la chica que le gusta sale con su único ¿amigo? y sus padres apenas reparan en él, entre algunos otros traumas. Solo encuentra alivio encerrándose en el cine de su pueblo, jugando al Nintendo (la película está ambientada en los 90´) y paseando a su perro, que para colmo de males termina escapándose.
Opuestos perfectos y complementarios. La historia de un adolescente poco popular de un pueblito inglés que ve corporizadas sus fantasías en un nuevo vecino que le propone tips para salir de perdedor le permite a Roberts hilvanar una historia de duplicidades extraña y sugerente. Aunque lo más fácil es decir que Just Jim –ópera prima como director del joven actor británico Craig Roberts– se trata de la historia del adolescente menos popular de uno de esos pueblitos pintorescos del interior de Inglaterra, ése al que todos sus compañeros toman de punto y que ni siquiera en su propia casa se siente ni atendido ni comprendido, la realidad es que esa sinopsis básica sólo representa la superficie visible del iceberg narrativo de la película. Just Jim es también una visita a la mente torturada y tortuosa del joven Jim, hijo de dos padres que han puesto toda su libido parental en su hija mayor, para quienes el menor es un bicho extraño al qué no tienen ni idea de cómo tratar y en quien sus compañeros de escuela sólo encuentran la cabeza de turco perfecta para tratar de sacarse el tedio de la mediocre vida pueblerina. Un recorrido por la galería de fantasías adolescentes creadas por el propio Jim para rellenar los huecos de una realidad dolorosa, en la que siempre le tocan los papeles del raro, el ignorado y la víctima. Sin embargo, Just Jim está lejos de aceptar las opciones ya transitadas, como la del retrato cáustico de los atormentados por el bullying al estilo Elefante (2003), de Gus Van Sant; o de regodearse en la enumeración de los tormentos a los que su protagonista es sometido, como en Ben X (2007) del belga Nic Balthazar; o de explotar a fondo un humor negrísimo como ya hizo Matt Johnson en The Dirties (2013). Aunque Just Jim es un revuelto en el que conviven en potente armonía el drama sotto voce, el humor más seco de la tradición británica y cierto suspenso expresionista al estilo David Lynch, entre todos esos elementos se destaca el camino borgeano de “El Sur”. Es decir, la corporización de una fantasía que le permite al protagonista alterar algunos detalles de su propia historia, para poder enfrentarla de manera más digna y hacer menos doloroso el destino que le ha tocado en suerte. Si en el cuento de Borges en medio de un delirio afiebrado Juan Dahlmann se imaginaba a sí mismo enfrentando, armado sólo con un puñal, a la mismísima muerte travestida en la figura de un gaucho cuchillero, en la película de Roberts Jim se adhiere a la presencia de su nuevo vecino, un estadounidense buen mozo, canchero y carismático que le propone una serie de tips para salir del rol de perdedor que el chico ha ocupado toda su vida. Los resultados finales de esta operación, claro, son bien distintos en cada caso. La figura del doble tiene un lugar destacado en la estructura de Just Jim, en tanto Dean representa el opuesto perfecto y complementario del protagonista, construido a imagen y semejanza de los héroes icónicos del cine clásico estadounidense, del cual el propio Jim es un voraz consumidor. Incluso el nombre de este nuevo amigo, Dean, remite a ese imaginario de joven rebelde hollywodense que Emile Hirsch representa con eficacia. A tal punto se complementan por oposición ambos personajes, que no resultará extraño que en algún momento los roles comiencen a invertirse. Una vez que Jim se ha convertido en la viva imagen de su mentor, será Dean el que comience a usurpar el lugar de hijo perfecto que el protagonista nunca consiguió ocupar en el corazón de sus padres. Si la figura del doble ya parece una referencia ineludiblemente freudiana, la sutil encarnación del deseo, la ubicuidad de lo onírico, la posibilidad del incesto y la humillación del padre, instancias tramitadas a partir de la aparición de ese otro idílico, confirman las ambiciones como director y guionista del joven Roberts. Y como intérprete, por supuesto, en tanto es el propio Roberts, antes actor que director, quien le presta su cuerpo al atribulado Jim, dotándolo de una nutrida caja de herramientas dramáticas que afortunadamente abrevan en un registro minimalista, rico en expresiones sutiles, en gestos capaces de enunciar sin palabras y oportunas explosiones de energía liberadas en el momento indicado. Y si bien este tipo de duplicidades no son un argumento infrecuente –David Fincher en El club de la pelea y al argentino Daniel de la Vega en Hermanos de sangre, sólo por citar dos ejemplos, han jugado con él–, Roberts consigue hilvanar una versión lo suficientemente extraña y sugerente como para hacer que la experiencia de Just Jim valga la pena.
Crecimiento enrarecido Está naciendo ante nuestros ojos toda una generación de actores veinteañeros con destrezas para narrar con una cámara, además de su propio cuerpo. Al fenómeno Xavier Dolan en Canadá y Francia, ahora le podemos sumar, en Inglaterra, a Craig Roberts, aquel simpático jovencito con Montgomery y cara de sorpresa en la excelente Submarine, de Richard Ayoade. Con solo 25 años, Roberts se calza el rol de director y estrena su ópera prima, Just Jim, una comedia muy oscura que gira en torno a un adolescente ‘loser’ –interpretado por él mismo-, víctima de bullying, padres indiferentes y demás desgracias propias de esa edad. Si recapitulamos las cosas que le ocurren a Jim, estaríamos ante una lista de lugares comunes propios de este sub-género, pero nada de eso ocurre gracias a la inventiva y la solidez de Roberts para contar esta historia. Apoyado en movimientos de cámara muy medidos y algunos zooms que realzan el lugar de extrañamiento en el que se halla el protagonista en todas las situaciones tristes que atraviesa en su día a día. Algunos momentos bastante oníricos y algún que otro refuerzo sonoro también enfatizan el estado de ánimo de un muchacho que comienza a vivir una montaña rusa cuando conoce a su nuevo vecino, interpretado por un histriónico y enigmático Emile Hirsch, como pocas veces se lo pudo ver en su carrera, esta vez como un rockabilly ganador que ayudará a Jim a “hacerse hombre y dejar de ser un llorón”. El clima de Just Jim está muy bien logrado. El escenario pueblerino acentúa la atmósfera enrarecida de esta película que, aún así, tiene sus excesos (como ese plano secuencia de la fiesta, tan excelente como trillado) y por momentos se torna tan turbia que se vuelve confusa. No obstante, el disfrute está más, si se quiere, por ver el crecimiento al unísono de Jim y Roberts. Uno superando la adolescencia para enfrentar sus miedos, y el otro superando sus instintos para volverse, de a poco, un cineasta prometedor al cual hay echarle un ojo de ahora en adelante.
Historia de un perdedor El mundo parece estar en contra de Jim. Sufre la indolencia de sus padres, el desprecio -transformado en bullying permanente- de sus compañeros de clase y encuentra consuelo sólo en los videojuegos y las películas que ya ha visto, repetidas, decenas de veces en un cine infectado de ratas. Hasta que aparece en escena un personaje que lo impulsa a dar un vuelco en su vida: un nuevo vecino llegado de los Estados Unidos y con look de James Dean que inesperadamente se propone que ese chico de 17 años que se porta como un niño asustado se transforme en un hombre seductor y seguro de sí mismo. Y lo logra: muy pronto Jim conquista a la chica de sus sueños y se convierte en un personaje cool y resuelto. Pero ese ascenso meteórico terminará casi de inmediato en una estrepitosa caída libre propiciada justamente por el artífice del cambio, ese infiltrado que primero fue amable y de repente muta en inclemente enemigo, envenenando con mentiras a los padres del confundido Jim. En ese nuevo giro de la historia, todo el tramo final de la película, el británico Craig Roberts -el atribulado Oliver Tate en la simpática Submarine, aquí interpretando un papel bastante parecido- despliega sus mejores ideas como director, que no son pocas para un debutante tan joven (25 años): todo se vuelve más lúgubre y ensoñador, levanta vuelo en términos de inventiva visual y solidez de la puesta en escena. A partir de ahí, Just Jim abandona definitivamente los lugares comunes de la historia del loser que se reinventa y se torna más osada y más adulta, como su protagonista.
Una película de incuestionable talento visual, pero con tropiezos narrativos. El sub-genero del “coming of age” o películas sobre la madurez son un tópico recurrente en sendas películas de producción independiente alrededor del mundo, e irónicamente muchas de las mismas terminan siendo películas de culto con un seguimiento a considerar. El inglés Richard Ayoade era un cineasta que se abrió camino con una historia de esta naturaleza, Submarine. Ahora, el protagonista de aquel filme, Craig Roberts, intenta sus primeras armas detrás de cámara como guionista y director con Just Jim. Un título con cuestionable tino en lo primero, pero directamente incuestionable en lo segundo. ¿Juventud en éxtasis? Jim es un chico que no la está pasando muy bien. La familia esta desilusionada de él y sus compañeros de curso lo toman de punto. Todo esto va a cambiar cuando entre a su vida Dean, su nuevo vecino, que lo va a aleccionar en el fino arte de ser el chico popular del curso. El guion de la película posee elementos meritorios a la hora de construir y establecer psicológicamente a sus personajes, aparte de tener puntos de giro claramente reconocibles. Aunque la trama tarda en establecer tangiblemente su objetivo y es desorganizada en su desarrollo narrativo como un todo, no se puede negar que con determinadas escenas cubre de manera informada la angustia y excitación propias de la adolescencia. Por el costado de la dirección, no tengo otra cosa más que elogios para Craig Roberts. Su dirección de actores es afiladísima y su estilo visual es tremendamente meditado. Un caballero que aprovecha a rajatabla en cada oportunidad que se le presenta de aplicar la regla del “Show, Don’t Tell” (Mostráme, no me cuentes). Cada cuadro está compuesto con precisión y acompañado de una iluminación que nos sumerge en la emoción que transmite la escena. Observaciones también aplicables a la dirección de arte de la película. El de Roberts es un estilo que te hace pensar que podría lucirse más con un guion ajeno, o un desarrollo narrativo más clásico en la estructura de los suyos propios. Por el costado actoral, Craig Roberts se luce delante de la cámara lo suficiente para no quitarle lustre a su trabajo detrás de ella. Emile Hirsch entrega un rol bastante creíble del típico gallito que se las sabe todas. Te pone cómodo su buena onda y, por contraste, te incomodan los ataques de enojo que puede propiciar el personaje. Él consigue oscilar entre registros, no tanto al nivel de un maestro, pero a un nivel aceptable Conclusión Aunque medianamente acertado en el apartado narrativo, Just Jim establece a Craig Roberts como un director con una clara comprensión del lenguaje cinematográfico. Si se lo elige ver como una serie de viñetas sobre la adolescencia puede ser disfrutable, pero eso sí, debe decirse que si se espera una narrativa tradicional, va a tener que pensarlo dos veces. Es una de esas películas donde la reflexión (en forma de deleite visual) juega una constante pulseada con lo narrativo, pero termina ganando el primero.
POINTS: 6 British actor-turned-writer/director Craig Roberts’s Just Jim is a promising debut film that ,though it doesn’t bring that much new to the scenario it covers, is shot with enormous confidence and hits quite a few right buttons — the eloquent, bleak cinematography is particularly appealing. Plus it features credible performances from a finely calibrated cast, starting Craig Roberts himself — playing the title character — and Emile Hirsch as his new friend. Jim is a 17-year-old friendless awkward teenager deemed as a loser by all his classmates. No matter how hard he tries — and he does try hard — he can’t fit in with the cool kids, who constantly bully him. That is until he meets the slightly mysterious American Dean (Emile Hirsch) who arrives in Jim’s Welsh village and becomes his neighbour. Dean, who’s reminiscent of James Dean, promises Jim he’ll change him. He’ll make him cool and popular, especially with the girls. Thing is that as the friendship evolves, Jim will see that there’s a sinister side to Dean as well. If you’ve seen Roberts in the pleasant Submarine (2010), you are already familiar with his style of awkwardness. Same thing in Just Jim: contagious quirkiness, dead pan humour, restrained emotions or no emotions at all, almost no body language, and a depressive tint permeating his everyday moods. Jim’s pretty much an island unto himself. In contrast, his classmates are extroverted and aggressive, loud and wicked, whereas his parents are somewhat outgoing, kind of dumb, and totally unaware of his sons’ needs and wants. As a coming of age story, Just Jim is pretty convincing by all accounts. Mostly because it functions on a safe and sound blueprint: the new, cool foreign guy comes into town to help the repressed teen free himself and find his true self. Only this time the uplifting story takes a slightly dark turn and does not become a Hollywood story about changing into a better version of you to fit in. Yet this is also formulaic, it’s been done before many times. Since the humour and the acting do the required tricks most of the times, you might not worry too much about seeing stuff that rings too many bells. Some scenes are better than others — the party Jim throws, the underwater sequences, the ghostly movie theatre — and yet it’s hard to find more than a couple that are genuinely surprising. Sometimes it’s too obvious you are seeing a series of interconnected gags that lack a stronger structure. Then again, Just Jim is skillfully directed in its own terms and carried along with enough energy to be moderately attractive to a certain point. In the future, with a more personal and more insightful script, Roberts is very likely to make a challenging film that dares to explore new roads. production notes Just Jim (UK, 2015). Written and directed by Craig Roberts. With Craig Roberts, Emile Hirsch, Ryan Owen, Charlotte Randall, Nia Roberts, Aneirin Hughes. Director of photography: Richard Stoddard. Production designer: Arwel Jones. Costume designer: Sian Jenkins. Editor: Stephen Haren. Music: Michael Price. Production company: Vox Pictures. Running time: 83 minutes.
Un muchacho con mala suerte en todo tiene un nuevo vecino que le propone ayudarlo a conseguir popularidad y aceptación. Las cosas van bien pero, como corresponde, no son gratis y entonces comienzan los problemas. Narrada con energía, eludiendo muchos lugares comunes y creando una atmósfera de tragicomedia muy lograda, el realizador Craig Roberts logra, con una historia repetida, una película muy atractiva.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
Este es uno de los estrenos raros del año. ¿En qué público se pensó al importar éste producto que, dejando de lado sus virtudes, no durará más de un par de semanas en nuestra cartelera? Cómo será que ni título en español se molestaron en probar como para, por lo menos, atraer curiosos. Todo, desde la presentación del personaje central a los diálogos, y desde el desarrollo de la trama a la forma de vincularse entre estos seres, transita por un andarivel seco. Frío. Distante. A la vez, esta sequedad casi despojada de calor humano y de sentimientos genuinos le da pista al debutante director, guionista y protagonista,para mostrar otro tipo de miserias. Como si “Just Jim” fuese el lado B de una película de Wes Anderson. Sin precisar un tiempo determinado en el cual transcurre, la trama gira en torno a Jim (Craig Roberts), un pibe adolescente que sufre acoso de sus compañeros de colegio, indiferencia por parte de su familia y ninguna contención respecto del resto del mundo adulto que lo rodea. Así, con este contexto, no aflora otra cosa que la posible construcción de un asesino serial, aunque en ningún momento esto se desarrolle, salvo por pinceladas de la banda de sonido en primeros planos cerrados y oscuros. El muchacho tiene dos conexiones fundamentales. Un perro, al cual saca a pasear por un camino poco probable, y la llegada de Dean (Emile Hirsch), un enigmático norteamericano con impronta del rebelde sin causa interpretado por James Dean. Este será el punto de giro alrededor del cual seremos testigos de un humor ácido sobre el auto aislamiento y la idiotez que tendrá lugar de preponderancia en la textura de éste estreno. Difícil es lograr empatía con un personaje a quien el propio ideólogo no le tiene mucho cariño, pero más complicado aún será entrar en el código humorístico entre tanto silencio e indiferencia. Hay momentos, sin embargo, de interesante concepción poética, como cuando Jim está bajo el agua, o cuando las escenas en plano general remiten al cine independiente de la década del 50. En términos narrativos hay poco crecimiento, o mejor dicho el crecimiento es lento y hasta da la sensación de caerse en el tercer acto dejando cierta sensación de inverosímil, aún para un armado que intenta esquivar casi todos los esquemas conocidos en el “coming of age” que bien supo cultivar el cine norteamericano con ejemplos emblemáticos como “El club de los 5” (1985). La confirmación de estas sensaciones está al final, cuando “Just Jim” termina y desde la butaca nos preguntamos: ¿Y…?
CAOS ADOLESCENTE Just Jim es el debut en la dirección del joven Craig Roberts, que en su ópera prima filtra algunos de los elementos que lo hicieron una revelación actoral del indie británico, en particular por la resonante Submarine, de Richard Ayoade. “Algunos” refiere específicamente a la sensibilidad adolescente y conflictuada, aunque en el medio la caótica ambición narrativa y los problemas de guión la llevan a ser un relato extraño con buenas ideas que terminan fallando en su ejecución. El protagonista es el tal Jim, interpretado por el mismo Roberts, un muchacho galés que no las tiene para nada fáciles en su adolescencia. Incomprendido por sus padres pasivos y algo apáticos, víctima del bullying en su clase y completamente ignorado por las chicas -y una en particular de la cual está enamorado (Jackie, interpretada por Charlotte Randall)-, Jim es el “perdedor” llevado a un nivel hiperbólico. Su vida en un pequeño pueblito bucólico se torna una pesadilla a la que responde aislándose y jugando en el viejo Nintendo de su amigo, una especie de “venganza”, ya que también es el novio de Jackie. La descripción de su espacio resulta tan ruinosa como su vida: su habitación de paredes despintadas o la pequeña casilla donde se refugia del mundo con su perro, e incluso la deteriorada entrada a su casa (metáfora poco sutil entre las muchas que pueblan este film), se complementan con las elecciones de puesta en escena, con planos generales donde se lo ve pequeño e insignificante o, al menos, cuando los zooms no aparecen para mostrar cómo Jim se destaca de la peor forma posible (la película no se guarda nada). Si siguieron hasta acá, se darán cuenta que el film ronda peligrosamente sobre las caricaturas: los muchachos populares que hacen bullying, la chica linda, el muchacho “perdedor”, los padres distantes y apáticos, el profesor acosador, etcétera. Si a esto sumamos que el espacio y la forma en que se concibe la puesta en escena subrayan lo patético de la vida del personaje, ingresaremos en un registro satírico con un humor negro marcado por los estereotipos. Pero a este escenario se suma el conflicto: la aparición de un muchacho norteamericano (Emile Hirsch) que parece emular a James Dean (de hecho, se llama Dean) y se muda a su lado, un tipo simpático y rudo que le enseña algunos trucos para sobrevivir en la adolescencia. Ahora bien, esto no viene sin un precio, que es lo que lleva a Jim a una caída más dolorosa tras volverse finalmente un muchacho más confiado. Pero surgen los problemas de registro: la película coquetea con un surrealismo que no puede mantener y el tono de sátira se desvirtúa cuando los pasajes de solemnidad y un final abierto siniestro empujan la película a ser una extraña mixtura de géneros. Drama, comentario social, sátira, coming of age e incluso terror psicológico colisionan incómodamente para dar un hibrido que no logra tener asidero en ninguno de sus perfiles (y aún menos sus personajes). Con tantas películas en una no estaremos seguros de cuál es la que Roberts pretende que veamos, aunque antes que focalizarnos en las intenciones del director -que, por otro lado, no es asunto del crítico-, debemos focalizarnos en que surgen buenas ideas pero que éstas se encuentran rápidamente sepultadas por las irregularidades del guión.
Jim es un adolescente con un problema mayúsculo: no tiene mucha onda, no es lo suficientemente cool para funcionar en su aburrido entorno hecho de unos padres indolentes que funcionan como si tuvieran su edad, unos compañeros de colegio crueles, unos profesores indiferentes. El mundo lo registra más bien poco y su impopularidad puede ser más dura que el maltrato. Un nuevo amigo canchero y un poco matón se ocupará de su educación sentimental. Bajo el lema "no seas vos mismo", lo empuja a salir con la chica que les gusta e intenta hacer de Jim un chico "adaptado": que fuma y bebe, que pelea y tiene novia. Just Tim es una comedia juvenil con mucho humor negro que se ve con placer. Un film que sorprende por la madurez y la capacidad de contar, con buenas ideas visuales, una historia de iniciaciones en la línea de submarine, la que hizo famoso a su protagonista, ahora debutante guionista y director, Craig Roberts.
El Jim de esta historia es un adolescente que vive en un pequeño pueblo de Gales, junto a sus padres y una hermana mayor que abandona el hogar para ir a la universidad. Es introspectivo, monótono, rutinario y enfrenta diferentes situaciones con sus compañeros de escuela, la chica que le gusta, sus padres, sus vecinos. Seguimos a Jim a lo largo de todo el día, narrado en un estilo sobrio, sin sobresaltos. Esto cambia cuando en la casa que está junto a la suya se muda un extraño vecino caracterizado muy al estilo de los años 50: campera de cuero, peinado con gomina, un leve jopo asomando, la actitud que muestra ante la vida nos recuerda a un joven Jim Stark (el James Dean de Rebelde sin causa). En ese instante es como si comenzará otra película, en la que el relato se desestructura. Hay diversión, alegría, bailes, todo cambia. En esta etapa el director despliega varios recursos, el más atractivo de ellos es el plano detalle, el cual utiliza para describir las diferentes personalidades de los personajes como un cigarrillo en mano, una boca sonriente o un par de ojos sorprendidos. La musicalización siempre es acorde al relato, en varias escenas las letras de las canciones funcionan como narradoras de la acción. Craig Roberts (conocido por Submarine -2010-) no solo protagoniza esta cinta (en el papel de Jim), además muestra solvencia en su primera experiencia como escritor y director. Cada pieza encaja perfectamente con lo que quiere contar. Construye el relato a través de los ojos de su personaje, de este modo percibimos lo que le sucede en cada situación. Acompañado por el actor Emile Hirsch (en el papel de Dean), quien encarna al nuevo vecino, logran formar una dupla que plantea una constante oposición: la experiencia frente a la inexperiencia, la locura vs el raciocinio y la vergüenza frente a la osadía. Por Mariana Ruiz @mariana_fruiz
Una película de “crecimiento”, las ya célebres coming of age recibe un tratamiento que bordea lo fantástico en JUST JIM, la película británica dirigida y protagonizada por Craig Roberts quien encarna una versión algo similar al que hizo en la película de Richard Ayoade, SUBMARINO: un nerd, un geek, un clásico perdedor de escuela secundaria que no tiene amigos, los otros chicos maltratan y las chicas ignoran. En el caso de Jim hasta sus padres lo ignoran, de tan apagado y apático que es. Esta serie de secuencias ocupan casi la mitad de la película, pero en un momento todo empieza a cambiar con la llegada de Dean (Emile Hirsch), un norteamericano que se muda de un día para el otro y solo a la casa de al lado de la de Jim. Como su nombre parece indicarlo, Dean parece sacado de una película de los ’50, un muchacho que se las sabe todas y que toma de alumno/rehén a Jim, quien empieza a ver cómo gracias a su nuevo y canchero amigo las cosas en la escuela empiezan a funcionarle mejor. Pero no todo es tan simple como parece porque los métodos de Dean no son del todo convencionales. Y su convincente intensidad puede ser efectiva pero es muy peligrosa. just_jim_stillUtilizando recursos visuales llamativos (cortes bruscos, zooms impensados, una desorientación permanente entre lo que es real y lo que tal vez no lo sea), Craig Roberts se maneja en un género que está a mitad de camino entre la clásica historia humana y amargamente cómica del nerd que logra vengarse de quienes lo torturaban y un relato fantástico más cercano, digamos, al de un DONNIE DARKO, aunque no tan demencial. El choque entre esa primera parte, si se quiere, más naturalista y la segunda más jugada en el terreno del género (entre el suspenso, el terror y lo fantástico) no está del todo bien manejado, acaso por la inexperiencia del jovencísimo Roberts (tiene 25 años) como director. Pero aún con su desorganización y el caos narrativo de su tercer acto, JUST JIM se suma más que dignamente al subgénero de historias de adolescentes tratando de atravesar las zonas más complicadas de su existencia.
Una historia ambientada en un tiempo sin tiempo. El universo de un joven que adolece de todo en medio de una época en la que las definiciones son necesarias y hasta claves para lograr fortalecerse. El realizador Craig Roberts, en su ópera prima “Just Jim” (Inglaterra, 2015), que también protagoniza y además es responsable el guión, dirige una de esas películas en las que la capacidad de observación y el detalle minucioso con el que se describe el mundo son mucho más potentes que la historia y la narración. Reposando la mirada en Jim (Roberts), o sólo Jim, como alude el título, podremos conocer el infierno diario al que el protagonista es sometido dentro y fuera de su hogar. En el colegio es víctima del rechazo y la burla de todos sus compañeros, y en su casa es apenas percibido por su hermana y sus padres, quienes además mantienen un excéntrico modo de vida que choca con sus inquietudes. Su habitación está detenida en el tiempo, con paredes llenas de humedad que contienen cada uno de sus sueños, sus anhelos y sus ganas de ser tenido en cuenta, de dejar de ser invisible para la gente que lo rodea. Un día, inesperadamente, llega a la casa de al lado un joven llamado Dean (Emile Hirsch), con una impronta completamente a la suya, pero que termina siendo aquel que lo ubicará en el mundo en el lugar que él lo necesita. Forjando una incipiente amistad, o al menos eso cree Jim, la relación que detalla Roberts es como un camino iniciático de transformación para que el joven de aislado pase a ser de un momento a otro el más popular de todos En ese camino, que comienza a la mitad del metraje, el director logra a través del detalle, el poder empatizar con el avance y crecimiento de Jim, que de looser pasa a ganador siguiendo cada uno de los consejos de Dean. La habilidad de Roberts en la historia de “Just Jim” es el poder a minutos del final dar un giro que cambia el rumbo de cada uno de los personajes y que ubican al filme en otro regristro. Si en una primera etapa el guión maneja el drama de Jim y su vida, relegada al maltrato y destrato de su contexto, el resto del filme, luego de la llegada de Dean y su transformación es absorbido por una tensión y un suspenso digno del mejor filme de Hitchcok o De Palma, logrando niveles absolutos de ansiedad para esperar la resolución y la llegada del final. Esta prometedora historia nos hace querer seguir los pasos del director, que además de la habilidad y novedad del guión, logra a través de la dirección sumar información a la historia con cada movimiento de cámara y puesta que logra de las escenas. El zoom in para destacar y enfatizar ideas, la ensoñación de las secuencias oníricas (marcadas por el agua como punto de unión) y la atmósfera enrarecida a partir de la obsesión por no anclar en tiempo y época el relato hacen de “Just Jim” una agradable sorpresa en las carteleras.
Escuchá el audio haciendo clic en "ver crítica original". Los domingos de 21 a 24 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli.
Publicada en la edición #284.