Maneras de creer El policial de Xavier Giannoli, La aparición (L’apparition, 2018) opone la fe a los hechos y las pruebas a la devoción sin dejar que la tensión se escape por ninguna parte. Jaques (Vincent Lindon) es un corresponsal de guerra que recibe un encargo fuera de lo común: elvaticano quiere que encabece una comisión para investigar la veracidad de un supuesto milagro ocurrido en un pueblito francés. Con el corazón roto por la muerte reciente de un gran amigo, el fotógrafo con quien trabajaba, acepta el desafío confiando en que su metodología de trabajo -la investigación periodística- encontrará las pruebas que certifiquen o refuten la aparición de la Virgen María allí. En torno a la joven que dice haber vivido el misterio, la adolescente Ana (Galatéa Bellugi), no sólo han levantado una iglesia: el antiguo párroco del lugar rompió lazos con Roma y un montón de fieles peregrinaron para ser parte del culto recién nacido. En La aparición dos sistemas de creencia se contraponen, y es la descripción de la diferencia lo que sustenta gran parte de la película. El periodismo también es fe. Pensar que hay una verdad incuestionable que explica lo que sucede, pero que, como por lo general está siempre detrás de las cosas, uno debe raspar y raspar la superficie en su búsqueda, se parece a aquella verdad que según otros habita el rumor de todo lo vivo y el silencio de todo lo muerto, y a la cual es imposible, al menos en este reino, acceder. De uno y otro lado hay quienes viven el dogma con pasión, devoción y entrega: viven, por decirlo así, para lo que han elegido creer. Así como no deja de ser cierto que resulta un tanto absurdo que haya una comisión canónica encargada de someter a pruebas fácticas -como un análisis de sangre o una prueba psicológica- lo que no se puede ver -porque en realidad no hace falta verlo-, y hasta un tanto absurdo si vamos al caso que exista un lugar como el Vaticano cuando la apuesta más grande de Jesús es a favor de la caridad, más de uno puede estar en contra de que el cinismo se haya vuelto, para la mayoría, una religión. La aparición es un policial. Hay, por un lado, un hecho que precisa ser investigado; y por el otro están los protagonistas de la escena y el detective al acecho. Hay tires y aflojes, y una narración lineal que desenreda, de a poco, el ovillo. El montaje paralelo es la mejor decisión que Xavier Giannoli toma para la puesta en escena. ¿Qué otra cosa puede ser un contraplano si no la posibilidad de existencia de un Otro? Muchas veces, al filmar una escena de dos personajes, el plano de uno es seguido por el plano del otro -que hasta puede incluir una referencia del personaje del plano anterior, como el hombro o parte del rostro-. Y aunque no sucediera esto, por más que no hubiese más que un personaje, todo montaje supone una conversación. Incluso en los casos en que el montaje está negado -o mejor: permanece como potencia-. De esta manera, una estrategia constitutiva del cine clásico demuestra que conserva toda su eficacia. Si hay que contraponer dos voces, ¿qué otra cosa mejor? El día en que la moda vuelva a poner la fe en el centro de nuestras vidas quizá se entienda -como entrevé Jaques, con aquel rostro cansino que en sí mismo es un muestra de cine- que la verdad no importa nada, sino las cosas simples: el sacrificio, una caricia, el amor.
Un periodista traumado debe investigar si la aparición de la Virgen María en cierto pueblo rural es real o el invento de una jovencita. Lo bueno de la película es que, aunque al final desbarranca un poco, se pregunta por la fe en estos tiempos, sobre el sentido de la pregunta sobre lo trascendente. Pero hay algo aún mejor: Vincent Lindon, actor de cine y presencia absoluta, que genera la empatía necesaria para que nos interese todo lo que vemos.
La chica que decía hablar con la virgen “Esto no es el juicio a Juana de Arco”, le dice un sacerdote al protagonista y narrador indirecto de La aparición, abriendo preventivamente el paraguas ante Jacques Mayano, el periodista parisino que acaba de llegar a un pueblito del sur de Francia para formar parte de un particular grupo de investigadores. La cuestión ha quedado más o menos clara en los veinte minutos de proyección previos, cuando Jacques regresa de una durísima misión en algún lugar de Medio Oriente –durante la cual falleció un fotógrafo, colega y gran amigo personal– y casi de inmediato recibe un llamado para visitar de urgencia el Vaticano. Resulta ser que Anna, una adolescente cándida, de mirada pura y sincera, afirma haber visto y escuchado nada menos que a la Virgen María, y la procesión de devotos hacia el (ya no tan) tranquilo poblado ha comenzado a poner nerviosos a los popes de la Santa Sede. Hacia el lugar se dirige entonces el periodista, con su reciente trauma en carne viva y un aspecto de derrota general que, bajo la máscara del actor Vincent Lindon, parece una cruza de detective hard boiled tradicional y un típico héroe de los best sellers de alta intriga que, desde los años 70 hasta Dan Brown, vienen tomando por asalto las librerías de todo el mundo. “¿Qué negocios se ocultan detrás del movimiento de fieles y el merchandising que atiborra las estanterías de los locales? ¿Qué hechos del pasado de Anna están siendo resguardados bajo siete llaves? ¿O acaso todo sea real, el resplandor que anticipa la visita de la Virgen y la misma existencia de Dios incluidas?” Para un agnóstico confeso como Jacques, las piezas desparramadas del rompecabezas adoptan en principio el aspecto de la confabulación, la manipulación con fines estrictamente económicos de una pobre muchacha criada a lo largo de los años por diferentes padres, algunos de ellos muy creyentes. Tomándose su tiempo (los 140 minutos de metraje pueden sentirse un poco excesivos), el realizador francés Xavier Giannoli repite con variaciones una fórmula narrativa que le supo dar éxito artístico y comercial en el pasado, con películas como El cantante, Marguerite o La mentira: un universo realista verosímil construido sobre el clásico molde de tres actos, una sumatoria de acciones y reacciones constantes y la exposición verbal de hechos presentes y pasados como motor a reacción narrativo. El tono es, en líneas generales, grave, gravísimo incluso, con una banda de sonido que regresa una y otra vez a la composición “Fratres para violín, orquesta de cuerdas y percusión” del estonio Arvo Pärt como apoyo emocional. Giannoli encuentra en las facciones de Galatéa Bellugi un contrapeso momentáneo a esos lastres; el realizador registra y edita la primera entrevista entre Anna y sus “inquisidores” sosteniendo en el tiempo la imagen del rostro de la joven, evitando el recurso del plano/ contraplano que podría haber sido de rigor. Es uno de los pocos momentos donde La aparición parece respirar libremente, anticipando incluso una película que nunca llegará a ser. A partir de ese momento reinarán los conflictos entre las partes, alternando escenas de enfrentamiento con otras de duda, y una investigación detectivesca que dilucidará actos y hechos, revelando en el camino una serie de casualidades que –dependiendo de quién y cómo se los mire– podrían configurar la silueta de un designio superior. A esa altura de la trama el espectador podrá haberse convertido a la práctica religiosa, pero difícilmente siga interesado en el camino de Jacques hacia la revelación.
La aparición tiene la estructura de un policial tradicional, con la diferencia de que hay un enigma sin crimen ni policía. El que hace las veces de detective, en este caso, es un periodista, un corresponsal de guerra (el siempre creíble Vincent Lindon) a quien el Vaticano contrata para encabezar una comisión canónica que debe investigar la veracidad de una aparición de la Virgen en un pueblito de Francia. La que cumple el rol de sospechosa -sin haber cometido otro crimen que, en el peor de los casos, mentir- es Anna, una adolescente que dice haber visto a María en una colina cercana al pueblo. Ocurre lo clásico: el detective recibe los antecedentes del caso y se traslada al lugar de los hechos, donde entrevista a la sospechosa y a su entorno (y en la habitación de su hotel instala la típica cartelera de las películas, donde clava mapas, fotos y demás indicios). Pero esta es una pesquisa fuera de lo común, y entonces todos esos clichés quedan neutralizados por el pintoresquismo del asunto, que nos sumerge en un mundo misterioso y poco transitado. El procedimiento -narrado, como una novela, en capítulos- involucra a teólogos, psiquiatras, sacerdotes; además de interrogatorios, Anna debe enfrentar análisis médicos varios. Todo, en la búsqueda de comprobar lo incomprobable. Pero ese aparente absurdo, llevado al extremo y tomado con total seriedad, se torna fascinante. A esa fascinación contribuyen el magnetismo de Anna (Galatéa Bellugi) y ciertos personajes intrigantes de su entorno, como el cura que la protege y un fanático religioso. Xavier Giannoli (El cantante, Marguerite) muestra la mercantilización de la fe, sin clausurar la posibilidad de que esa explotación parta de un fenómeno genuino. A pesar de su larga duración – dos horas y veinte- la película se sostiene por la tensión entre la búsqueda de hechos concretos del periodista y la pasión religiosa de Anna, que vive en un convento y quiere ser monja. ¿Está fabulando o dice la verdad? Es una lástima que, para el epílogo, el guión eche mano de algunas explicaciones que le quitan elegancia al asunto.
El francés Xavier Giannoli es de esos realizadores que no aspiran a la condición de autor ni mucho menos. Pero tampoco es de esos mercachifles que con tal de pagar el puchero son capaces de filmar cualquier cosa de cualquier manera. Responsable de media docena de films desde la primera mitad de la década pasada en adelante, en Argentina se estrenaron El cantante (2005), donde Dépardieu estaba bárbaro haciendo de cantante melódico grasa y decadente (pero ni él ni Giannoli condescendían a la más mínima burla hacia el personaje) y Marguerite (2015), que era algo muy parecido, pero trasladado a la ópera y a la alta alcurnia de principios de siglo XX. El protagónico estaba inspirado en Florence Foster Jenkins, la pésima cantante que poco más tarde encarnaría Meryl Streep en Florence (2016). ¿Giannoli especialista en cine musical y en cantantes? Para nada. Se trata de una casualidad. La única especialidad de Monsieur Giannoli parece ser filmar con prolijidad historias variadas, poniendo el acento sobre personajes a los que invariablemente trata con respeto. No es poca cosa en tiempos en los que las criaturas cinematográficas suelen no ser más que meras marionetas, cuya función es la de vehiculizar unos rígidos transportes llamados tramas. En tren de buscarle alguna temática que lo identifique a pesar de todo, Giannoli tiene un par de películas (À l’ Origine, 2009, y la mencionada El cantante) que giran alrededor del tema de la redención. Y algunos de sus personajes tienen cierta cualidad naïf, una inocencia casi infantil, como sucede con el cantante de la película homónima y la mencionada Margueritte, que de tan ingenua ni se cuestiona si canta bien o mal. Ambas cuestiones resurgen en La aparición, que hace foco sobre el caso de una presunta aparición mística en una zona alejada de la campiña francesa. Una adolescente llamada Anne dice haber visto a la Virgen María, y la prueba sería un trozo de tela ensangrentado con las lágrimas de la madre de Cristo. Alrededor de la muchacha se ha generado un culto, con participación de gente del pueblo y de peregrinos, y un sacerdote actúa como protector de la elegida, o acaso como su explotador. Alertado por la repercusión del episodio, el Vaticano toma cartas en el asunto y para ello convoca a Jacques Mayano, periodista de investigación que viene de perder a un querido amigo fotógrafo en un país de Medio Oriente (Vincent Lindon, conocido por Vendredi Soir, Algunas horas de primavera y El precio de un hombre, entre otras). Sin que se comprenda muy bien por qué acepta el peculiar encargo, Mayano participará junto a miembros del clero de una serie de interrogatorios cuasi policiales, que buscan determinar si el milagro es auténtico o es puro fraude. Como es común en toda historia que focaliza en hechos fantásticos o (presuntamente) sobrenaturales, el protagonista (Mayano, en este caso) funciona como alter ego del espectador. Esto es: como un ser terrenal, alejado de toda práctica religiosa y fundamentalmente escéptico, a fines de poder convertirse en nuestro emisario en la trama. Se trata de ver si el episodio que investiga logra convertirlo o si, por el contrario, ratifica lo que él y nosotros sospechamos: que todo es un timo. Escrito por Giannoli junto al experimentadísimo Jacques Fieschi (firmó los de Un corazón en invierno, Place Vendome, Los destinos dentimentales y El adversario, entre muchos otros), el guion de La aparición recurre al viejo truco de los dos finales, jugando con una posibilidad pero rematando con la otra. Y no se puede decir más, a riesgo de spoiler. La primera parte de La Aparición tiene como eje la investigación de Mayano y como centro de atención el personaje de Anne, todo un enigma que el periodista escruta en detalle con intención de develarlo. Hay una zona central en la que Mayano y la chica se aproximan ambiguamente y un tercer acto que, en pos de generar un misterio de thriller, juega un par de cartas tan confusas como tiradas de los pelos, que terminan rematando las cosas en un país árabe. La aparición no funciona en ninguno de sus tableros. La figura de la chica, que es central, se mantiene opaca, tanto por la actuación de Gallatéa Bellugi como por la incapacidad de Giannoli para penetrar en Anne y el círculo que la rodea. Tampoco se investiga el fenómeno generado por la presunta aparición y su explotación mediática (todo un clásico en esta clase de historias, desde La Dolce Vita en adelante), que insinúa ser abordado en un par de escenas, aunque esto no ocurre. Lo que se sabe del protagonista es que se halla en estado de duelo por la trágica muerte de su amigo, que no muestra demasiado interés por su esposa e hijos y que parecería algo desestabilizado por el fenómeno que está investigando. El problema es que Lindon, un actor que actúa más con el cuerpo y el músculo que con el rostro, expresa muy poco de la interioridad de Mayano. Parco como de costumbre, dueño de una voz cavernosa, paseando de una punta a otra de la película un rostro apesadumbrado y moviéndose en ralenti, Lindon, que es muy bueno cuando funciona como olla a presión siempre tapada, aquí amenaza con sumir al espectador en un sopor irremediable. La película en su conjunto, tan poco esmerada por buscar una verdad que se predica como tema pero no se juega en la puesta en escena, hace que sus de por sí larguísimas dos horas y media se sientan como cinco.
Vincent Lindon (El precio de un hombre) interpreta a Jacques Mayano, un reportero de guerra que acaba de sufrir la muerte de un íntimo amigo y fotógrafo durante una cobertura conjunta en Medio Oriente. Todavía con fuertes secuelas psicológicas y de salud (como unos hirientes acúfenos), el periodista es convocado por el Vaticano para que investigue el caso de Anna (Galatea Bellugi), una muchacha de 18 años que asegura haber visto la aparición de la Virgen María en un pueblo del sur de Francia. El lugar se ha convertido en el destino de la peregrinación de miles de personas que quieren ser testigos del hecho y Jacques deberá desentrañar si se trata de un auténtico milagro o de una farsa. El talentoso director de El cantante, La mentira y Marguerite describe de forma minuciosa y con un impecable aporte de todo el elenco y del director de fotografía Eric Gautier la obsesiva investigación del protagonista, sus traumas, su relación con Anna y las dispares reacciones del caso dentro de la Iglesia. Quien espere un thriller religioso de alto impacto en la línea de El Código Da Vinci o Angeles y demonios seguramente saldrá decepcionado, pero -aunque sus 140 minutos sean excesivos y su resolución no está a la altura- se trata de un por momentos fascinante ensayo sobre la fe, la duda, la culpa, la redención y la intimidad de un hombre que atraviesa una profunda crisis y descubre un mundo nuevo e inesperado.
Hay algo de romántico cada vez que el cine intenta reflejar el universo del periodismo, y más precisamente del mundo que rodea a los corresponsales de guerra en su periplo por descubrir la verdad y llevar las imágenes más impactantes de los conflictos en los que se ven involucrados. Y si bien “La Aparición”, de Xavier Gianolli (“Marguerite”) no trabaja explícitamente con ese mundo, sino que más bien es un tema con los que se construirá el verosímil del film, en la representación de la búsqueda de la verdad por parte de su protagonista (Vincent Lindon) hay una precisión que desborda la premisa con la que parte el relato. Jacques (Lindon) es contratado por las altas esferas de la Iglesia para resolver un caso de aparición que conmueve a una región de Francia a partir de los dichos de una joven (Galatea Bellugi) quien afirma haber visto a la Virgen María en el lugar. Como todo caso de estas características, los escépticos dudarán del relato, mientras que otros se entregarán a la convicción de la verdad de las palabras de la joven, construyendo dos fuerzas inquebrantables contra las que Jacques deberá luchar y decidir si la misión encomendada por las altas esferas del Vaticano puede repercutir en su propia vida. En el viaje y en la pesquisa Jacques se topará con una infinidad de obstáculos, pero también con trabas autoimpuestas que se desprenden de la traumática experiencia que en el campo de contienda le ha tocado vivir, y en el cual ha perdido a su compañero de muchos años. Sumado a los impedimentos que surgirán para poder contactar a la joven, una serie de obstáculos que provienen de la propia Iglesia que lo ha contratado para resolver el misterio, trazaran los lineamientos de un relato apasionante sobre la búsqueda de la verdad. Gianolli construye los personajes con verdad, los deja accionar casi de manera intuitiva, cada uno en su rol posibilitan, además, que sus diálogos enuncien preceptos y casi manifiestos sobre la religión, el periodismo, el amor, la familia, la soledad. En esas verdades dichas a los cuatro vientos, también está la posibilidad de sumar la mirada de cada interprete, envistiéndolas con un sentido único que potencia la propuesta, que pasa de trhiller a policial sin pedir permiso, pero que también por momentos juega con la línea lábil entre ficción y documental y el drama social. “La Aparición” exige atención al espectador durante todo su metraje, hábilmente deposita en el avanzar premisas e índices que luego harán a la resolución final de un caso que se ha repetido a lo largo de la historia de la humanidad. La dupla protagónica, Lindon/Bellugi destaca por encima del resto del elenco, y Gianolli deja que eso suceda, porque sabe que en ellos radica la fuerza de un relato convencional y tradicional, pero que en las desbordadas actuaciones encuentra su razón de ser y el principal motor narrativo.
“La aparición”, de Xavier Giannoli Por Marcela Barbaro Desde Juana de Arco (1928) de Dreyer hasta Silencio (2016) de Scorsese, las películas sobre la fe enfrentan el dilema moral del hombre ante su existencia. También implican una transformación espiritual constante, cargada de contradicciones y cuestionamientos metafísicos. Con La aparición, el último trabajo de Xavier Gianoli (Madame Marguerite; Superstar, Crónica de una mentira) aborda esos mismos dilemas y vuelve a enfrentar la dicotomía de lo real vs. lo espiritual; la fe vs. la duda. Jacques (el siempre nostálgico, Vincent Lindon), es corresponsal de guerra de un diario francés. Ha recorrido el mundo tomando imágenes y testimonios junto a un fotógrafo amigo, quien ha muerto en un atentado mientras trabajaban. Las secuelas postraumáticas lo inhabilitan por un tiempo, hasta que recibe una misteriosa llamada telefónica del Vaticano, que lo pone en acción. El llamado lo lleva hasta Roma donde le piden que integre una comisión de investigación canónica que requiere de su experiencia. Una joven llamada Anna (Galtea Bellugi), afirma haber visto la aparición de la Virgen María. El rumor se extiende y se magnifica hasta convocar a miles de creyentes que asisten al lugar de las apariciones y le rinden culto a Anna, como transmisora del mensaje de amor y paz que dirige ante los fieles. Jacques acepta el desafío de la investigación, poniendo a prueba su descreimiento. Divida en seis capítulos- que corresponden al proceso exhaustivo de investigación, los protagonistas ponen a prueba el sentido de su fe. Mientras muchos se benefician con el relato de Anna, la comisión ahonda en si dice la verdad o padece delirios místicos. A partir de ese hecho, se abren subtramas que dan paso a un thriller cargado de tensión, donde la acción se orienta hacia la búsqueda de la verdad y lo posible. Un objetivo que tropieza con algunos excesos y se prolonga demasiado. La interpretación de Lindon, le otorga los matices necesarios a un personaje en crisis, que enfrenta un mundo ajeno a su vida: el de la fe, la desmesura eclesiástica, los secretos del poder, el lucro de los medios, y la necesidad de la gente de creer en algo. Frente a ese acto no probatorio por el que lucha, los caminos lo llevan a vivenciar varias facetas de Anna. Ella también es víctima de lo que cree, e incapaz de predecir el alcance de sus actos. La aparición muestra la solidez de un realizador, que toma distancia de sus personajes, los deja complementarse, aprender del otro y ahondar en lo desconocido. Su mirada no juzga, se orienta a sostener la fragilidad de la verdad en una sociedad sujeta al culto de la imagen y a lo decible, donde hay poco espacio para la fe. Una historia que se pregunta sobre lo que no queremos ver, ni imaginar como posible. LA APARICIÓN L´apparition. Francía, 2018. Dirección: Xavier Giannoli. Guionista: Jacques Fieschi, Xavier Giannoli, Marcia Romano. Intérpretes: Vincent Lindon / Galatéa Bellugi / Patrick d’Assumçao / Anatole Taubman / Elina Löwensohn. Productor: Olivier Delbosc. Fotografía: Eric Gautier., Montaje: Cyril Nakache. Distribuidora: CDI. Duración: 140 minutos.
Un film inquietante, distinto, que sigue el derrotero de un periodista de investigación, corresponsal de guerra que a perdido a su compañero fotógrafo, que es contratado por el Vaticano, nada menos, para investigar un caso de aparición de la Virgen María. Un hombre escéptico que formará parte de una comisión investigadora que se asienta en un pequeño pueblo de Francia, que ya se beneficia con la enorme cantidad de peregrinos que llegan al lugar para conocer a la adolescente que tuvo esa visión. Ante la mirada del periodista desfilan atisbos de corrupción, componendas, operaciones de marketing, y escepticismos varios. Pero es su pasión por la verdad lo que lo lleva a pistas impredecibles, con misterios, vuelta de tuerca y tono de thriller, que nada tiene que ver con conspiraciones tipo Dan Brown, y si con una verdad que parece no interesarle a nadie, especialmente a la Iglesia como institución. No es una critica despiadada a la religión, sino mas bien una mirada filosófica sobre su significado,”la fe no necesita demostraciones”, y ciertas sorpresas del argumento que son originales. Tiene como defecto un metraje exagerado, como virtud la rigurosidad y el buen trabajo del protagonista, el talentoso Vincent Lindon.
Dirigida por Xavier Giannoli, “La Aparición” (“L’apparition”,2018) relata una parte de la vida de Jacques Mayano (Vincent Lindon) un periodista francés, corresponsal de guerra, deprimido por la muerte de un colega, quien decide tomarse un tiempo luego de ese traumático hecho y es llamado por el Vaticano, ya que en una pequeña ciudad en el sureste de Francia, una joven de 18 años llamada Anna (Galatéa Bellugi) afirma haber visto y escuchado a la Virgen María. El rumor se extiende rápidamente y el fenómeno toma tal magnitud que miles de peregrinos acuden al lugar de las supuestas apariciones para ver a la joven, pedirle milagros o simplemente tocarla. Aunque Jacques no tiene nada que ver con ese mundo, acepta investigar junto a un grupo de teólogos, psiquiatras y religiosos si el hecho es veraz o no. Entre las supuestas apariciones, la cantidad de fieles y el exceso de merchandising que rodea al pueblo, a la Iglesia y a la adolescente Anna todo se vuelve cada vez más confuso y perturbador. La película que nos habla de un hombre agnóstico y una dulce joven que se ve desbordada por la situación, se transforma de repente en un thriller. Queremos saber si la historia es verdadera o un simple engaño. Aunque se haga un poco extensa su duración (140’) las actuaciones de sus dos protagonistas son convincentes. ---> https://www.youtube.com/watch?v=bP65k2VQAnw ---> TITULO ORIGINAL: L'apparition ACTORES: Vincent Lindon, Anatole Taubman, Elina Löwensohn. GENERO: Drama DIRECCION: Xavier Giannoli . ORIGEN: Francia. DURACION: 140 Minutos. CALIFICACION: Apta mayores de 13 años FECHA DE ESTRENO: 24 de Mayo de 2018 FORMATOS: 2D.
Misterios construidos. Xavier Giannoli, que en 2015 estuvo a cargo de la exitosa comedia Marguerite, en este caso escribe y dirige un drama religioso con tintes de suspenso en el que un periodista habituado a cubrir escenarios de guerra sale de su especialidad para investigar la historia de una joven que afirma haber visto en una aparición a la Virgen María. Jacques Mayano (Vincent Lindon) acaba de volver a Francia luego de cubrir los últimos sucesos bélicos en oriente medio como parte de su labor periodística. El saldo: varios artículos de su autoría para el diario en el que trabaja, una severa lesión en su oído derecho como resultado de la explosión de una bomba cercana a su posición y la muerte de su compañero de toda la vida, Christophe, encargado de ilustrar los escritos de Jacques con su tarea fotográfica. Es en ese contexto donde este periodista recibe una peculiar llamada desde el Vaticano, la cual lo deposita en un pequeño pueblo del sur de Francia previo paso por Roma para recibir sus instrucciones. La Aparición se plantea inicialmente como un relato de suspenso mientras seguimos el derrotero de Jacques Mayano desde que regresa a Francia luego de entrevistarse en la capital italiana con uno de los obispos más influyentes de la Ciudad Santa. En dicho encuentro el religioso le cuenta sobre una joven de 18 años llamada Anna (Galatéa Bellugi) que afirma haber visto a la Virgen María cerca de la parroquia en la que vive por lo que será tarea de Jacques encabezar el grupo de investigadores canónicos encargado de dictaminar la veracidad de la citada historia. En un inicio a buen ritmo, la película rápidamente nos transporta al sur francés donde un pequeño pueblo se ve revolucionado luego de que hordas y hordas de peregrinos se hagan una visita para conocer a Anna, la joven del milagro. Y es a partir de que el protagonista se encuentra con Anna que la película empieza a adquirir tintes más dramáticos mientras conocemos al párroco a cargo de la joven, al feligrés encargado de darle enorme difusión mediática a su caso y a otros personajes vinculados al pasado de la chica que aportan más dudas que certezas a la investigación de Jacques. Porque mientras todos en el pueblo, desde la propia Anna hasta el último de los testigos, se apegan a la historia de la aparición de la Virgen, la tenacidad de toda una vida periodística y el carácter ateo de Jacques lo obligan a ir a fondo en sus pesquisas, sobre todo a partir de ciertas charlas medio clandestinas que tiene con la propia Anna. Dotada de una gran carga de misterio a partir de todos los elementos ocultos en los genialmente construidos cuatro o cinco personajes que hacen a la historia central, la obra de Xavier Giannoli maneja a la perfección una serie de parábolas que va dosificando a lo largo de su relato para abordar el no poco complejo tema de los misterios religiosos, cosa que hace desde una óptica estrictamente actual con todos los cuestionamientos racionales que se le pueden hacer a cualquier acto vinculado a la fe. Y tal vez por ahondar demasiado en esa abstracción, que vale repetir se lleva todas las loas y genuinamente deja al espectador pensando largo rato, es que se descuida un poco la historia más terrenal que la película cuenta a partir de ese pasado de Anna que resurge para poder entenderla un poco más como personaje y para descubrir qué cuota de verdad tiene su llamado “milagro”.
Este intenso drama psicológico con algo de thriller y film religioso es algo único. En un punto es la historia de una investigación policíaca pero no sobre un crimen, sino sobre lo que sólo podría ser un engaño. El periodista que interpreta Vincent Lindon, de licencia luego de ser herido como corresponsal de guerra, y paranoico luego de la muerte violenta del fotógrafo con el que solía trabajar, un día recibe un misterioso llamado desde el Vaticano en que le solicitan que viaje de inmediato a Roma para una investigación altamente confidencial. El protagonista, que no es católico practicante, acepta dirigir un equipo de investigación sobre la supuesta aparición de la Virgen María en un pueblito de Francia. Una joven novicia aseguró tener mensajes celestiales y todo el sitio está revuelto, con miles de fieles que quieren venerar, y un negocio religioso alrededor. El Vaticano tiene un protocolo de investigación para estos casos, y el guión del propio director Xavier Giannoli lo describe con gran rigor antes de avanzar en los laberintos que van llevando al protagonista a unir esa pesquisa con sus traumas personales. Por otro lado, la joven que trae los mensajes de la Virgen esconde varios secretos, y su salud y comportamiento se van deteriorando a medida que el investigador trata de llegar a la verdad. A lo largo de más de dos horas el director va contando este fascinante relato en diferentes capítulos que se van intensificando hasta llegar al sutil desenlace, que termina por convertir a "La aparición" en algo muy especial. Ademas está muy bien actuada, es verosímil en cada giro argumental, y visualmente es simple y ascética, pero sin desperdiciar climax de alto nivel formal. Sólo de vez en cuando aparece una película como ésta. No se la pierda.
El director Xavier Giannoli (Marguerite) presenta La aparición, un drama con tintes de misterio que combina secretos de la iglesia católica con la investigación de un reportero de guerra. Dividida en varios capítulos, la película cuenta la historia de Jacques (Vincent Lindon), un periodista que realiza labores como reportero de guerra. Durante uno de sus trabajos en Medio Oriente, su colega -y también amigo-, quien se encargaba de realizar el registro fotográfico, muere a su lado. En su retorno a Francia, es citado por un cardenal del Vaticano para que viaje a Roma, donde se le propondrá una misión de la cual no puede darle ningún adelanto ni explicación por teléfono. Una vez allí, los miembros de la Iglesia Católica le cuentan los motivos de la reunión. Jacques deberá entrevistar/investigar a Anna (Galatea Bellugi), una joven de 18 años que asegura haber sido testigo de la aparición de la Virgen María en las afueras de una aldea del sur de Francia. La intención de los miembros del Vaticano es que el protagonista realice una investigación a fondo para determinar si tal evento realmente ocurrió o simplemente fue un invento de la adolescente. La película se concentrará principalmente en la relación que se desarrolla entre Jacques y Anna. El periodista se obsesiona con saber cada detalle de la vida de la joven, desde su complicada infancia (huérfana criada en varios hogares temporales), hasta su costado religioso y la supuesta aparición de la Virgen María. El protagonista se verá envuelto en una encrucijada que lo afectará más allá del nivel profesional. El conflicto interno que atraviesa Jacques se ve claramente reflejado cuando comienza a descubrir ciertas anomalías en la historia de Anna. Si bien Xavier Giannoli crea un personaje agnóstico que se muestra escéptico ante cada situación, no cuestiona realmente aquellas cosas que se observan fuera de lugar dentro de la Iglesia. Ni siquiera se hace realmente foco en el claro hecho de corrupción por parte del padre Borrodine, cuya iglesia local se benefició por completo con la presunta aparición religiosa -fieles de todas partes del mundo viajan allí para tratar de presenciar el milagro en persona-. Hasta la imagen de Anna es puesta casi a la par que la de la Virgen María. Si bien la película logra generar intriga en el comienzo -uno no puede anticipar si la historia de Anna es verídica o no-, esto comienza a decaer a medida que avanzan los capítulos. El interés que podía generar La aparición, comienza a desaparecer a medida que la trama se ve envuelta en una encrucijada donde parece no tener idea de cómo seguir. La película se pierde en su intento de ser una historia llena de misterio pero también de drama, algo que en esta ocasión no se logra combinar.
Un fotógrafo de guerra vuelve a casa con el cadáver de su amigo, una sordera provocada por la explosión cercana y fuerte estrés postraumático: sumido en la tristeza. Con su mujer preocupada, incapaz de conectar con él para ayudarlo, el hombre atraviesa una especie de ataque de pánico, recluido en su casa. Hasta que recibe una extraña invitación de las altas esferas de la Iglesia para un encargo: investigar la veracidad de un posible caso de aparición, el de una adolescente que asegura se le presentó la Virgen María. ¿Porqué los curas consideran que un corresponsal de guerra puede servir para la tarea?, ¿cuánto se puede llegar a la verdad de una afirmación que despierta la fe milagrera de miles de fieles, que tratan a la muchacha como a una santa? Con su muy buen actor protagonista, Vincent Lindon, Xavier Giannoli (Marguerite), ofrece un film atrapante, en el que esas preguntas, y otras, se mantienen vibrando mientras la inquisición avanza. A pesar de cierto quietismo, en el ritmo narrativo, que parece revelarse como duda e indecisión de la propia película acerca de hasta dónde cuestionar las intrigas de la iglesia o no. En esa indecisión, la intriga inicial pierde potencia.
MILAGROS ESPERADOS Un resplandor y una supuesta revelación. Una joven testigo llamada Anne dice haber visto a la Virgen María. La evidencia es un trozo de tela ensangrentado. Esto ya es suficiente para que los fieles acudan al lugar y se multipliquen a la velocidad de la luz, es decir, para que se monte el circo y la chica se transforme en una versión sagrada de estrella de rock. El caso es tomado por un reportero de guerra, luego de una experiencia traumática (la muerte de su compañero de trabajo en un atentado en Medio Oriente), a quien contratan desde Roma para investigar acerca de la veracidad de los hechos. Como en el mundo del director Giannoli todo se da rápidamente, el tipo no se termina de recuperar de los efectos de la bomba en el oído que ya está aceptando la encomienda del Vaticano (con los gastos pagos, obviamente). Por ende, toda la película nos hace esperar por la otra revelación, la de la intriga policial. El problema principal de La aparición es su relajado academicismo, una sucesión de encuadres prolijos acompañados de música exquisita que parecen garantizar la tranquilidad de los espectadores. No se puede culpar al director y guionista por esto, pero sí destacar que esa carencia de nervio desdibuja un potencial de ambigüedad en torno a la protagonista y a las dudas que se instalan. Cada uno de las escenas transcurren como si estuvieran pintados en cartón y cuya mirada no requiere más que recorrer una colorida y bien fotografiada superficie plana. Semejante idea de “belleza” se corresponde con una considerable cantidad de películas que apuntan más de lo mismo. El supuesto gancho aquí es la combinación de lo religioso con el thriller y el resultado está un poco por encima de engendros como El código Da Vinci. Dividida en capítulos, cada uno de ellos se supone como la pieza que va sumándose a un rompecabezas que no exige demasiada atención, o al menos evidencia una pereza proporcional a la puesta en escena, chata por donde se la mire y afectada emocionalmente por la música elegida. Apenas asoman algunos desplazamientos de cámara en medio de procesiones que dignifican la presencia aparentemente sobrenatural de la joven Anne, extraviada con su mirada entre los seguidores. O aquel pasaje donde la interrogan y la cámara no suelta su rostro, evadiendo la lógica del plano/contraplano. Sin embargo, a Giannoli le importan más los condimentos narrativos que las resoluciones formales. El tema es que la ambición le juega una mala pasada al querer fusionar dos historias, mecanismo forzado y, tal vez, innecesario. Por último, está el carácter rancio de ciertos temas que, sin reelaboraciones creativas, caen en un embudo de repeticiones. La supuesta falta de certeza ante la fe, la oposición de la razón frente a la religión y otras yerbas, corren aquí como agua bajo el puente, sin vena ni profundidad durante dos horas y media, un tiempo excesivo si se quiere para mirar algunas buenas postales bellamente fotografiadas por Eric Gautier a ritmo cansino, directamente proporcional a la inexpresiva actuación de Vincent Lindon en esta fallida historia de redención.
De vez en cuando nos enteramos por el periodismo queen algún lugar del mundo a una persona se le apareció de repente una imagen de la Virgen María, y que, además, le dio algunas indicaciones. Cuando este tipo de noticias se dan a conocer, inmediatamente desde el Vaticano, se pone en marcha una investigación profunda para comprobar si ese trascendental hecho es verídico y no una farsa. Esta película aborda el tema a partir de una aparición que ocurrió en un pueblo del sur de Francia. Una chica llamada Anna (Galatea Bellugi) caminaba sola por un lugar boscoso en las afueras del pueblo y percibió algo fuera de lo común, que la Virgen se corporizó frente a ella y le habló. Pero no lo contó inmediatamente, se tomó su tiempo para decírselo a un cura y se convirtió en una novicia de la Iglesia, para congraciarse a Dios y divulgar tal acontecimiento a todos los fieles que acudan allí. Enterados de esto en la Santa Sede, convocan para que encabece la pesquisa a un reportero de guerra, que recientemente sufrió un atentado donde su amigo fotógrafo murió, Jacques (Vincent Lindon), elección que no entiende ya que él no sabe nada del tema y no es creyente, pero acepta el desafío. La Iglesia le armó un equipo de trabajo con personas expertas en distintas disciplinas en la localidad donde vive Anna, quien acepta de inmediato ser analizada desde todos los sectores para saber si se encuentra bien física y psíquicamente. Xavier Giannoli dirige este film, dividido en cinco capítulos, titulados cada uno de ellos, narrando minuciosa y detalladamente la investigación canónica que realiza el periodista junto a sus compañeros de trabajo, para tratar de dilucidar dicho evento. Se toma todo el tiempo necesario para contar cada escena y describir los conflictos internos que tienen los protagonistas. Las sospechas flotan en el ambiente. ¿Será verdad o mentira lo que dice la adolescente?. Jacques quiere creerle, pero desconfía, no tanto de ella sino de quienes la rodean, comenzando a actuar como un detective privado, en un policial negro, recolectando testimonios de todo tipo y armando un rompecabezas, donde las piezas no encajan del todo bien porque hay más dudas que certezas. El director no se preocupa en juzgar este tipo de historias, simplemente la cuenta pues le resulta interesante. Está bien planteada y estructurada, y sino fuese excesivamente extensa, como lo es, por lo que llega un momento que resulta tediosa conspirando con el resultado final, hubiera alcanzado una mayor puntuación.
Crítica emitida en radio.