Hace unos años, la nueva versión del clásico "The omen" fue lanzada promocionalmente el 6/6/2006. Esa cinta, estrenada un martes, tuvo la mayor cantidad de espectadores en la historia de los Estados Unidos para una apertura en fecha no tradicional. Miles de personas acudieron al cine celebrando la conexión fecha-película, merced a una hábil campaña publicitaria que subrayaba lo oscuro y sugerente de ver terror un día tan particular, donde el almanaque mostraba 3 números 6 (la marca de la Besita) en su cifra. Es más, el film recaudó globalmente arriba de 119 millones de dólares, cuando costó originalmente unos 25. Negocio redondo. Haber utilizado con fines comerciales el misticismo que llevan los números 666 potenció la llegada del film y le dio a Fox muchos dividendos. Aquella película era muy flojita, pero fue tanta la manija que se le dio, que los fieles fans de género desbordaron las salas para dejarse atrapar por lo que anticipaban, un gran evento cinematográfico de connotaciones místicas. Supongo que esa fue la idea que inspiró esta producción. Encima el 11 es especial para el gran país del Norte, luego del atentado que terminó con las Torres Gemelas. Ya sabíamos entonces que la fecha lanzamiento era toda una tentación para producir algo que la utilizara y se apropiara de su simbolismo, sin importar mucho lo que fuera, con tal de que generara ese revuelo de ser presentada el 11 de noviembre de 2011. Esto, quizás, jugó muy en contra del film. Tanto, que me atrevo a decir que "11 11 11" da toda la impresión de haber sido pensada exclusivamente para lucrar. Escrita y dirigida por Darren Lynn Bousman, (director de la legendaria "Saw" en sus capítulos 2, 3 y 4) sorprende su liviandad viniendo de un cineasta con vasta experiencia en el tema. Veamos. Joseph (Timothy Gibbs) es un escritor famoso que ha perdido a su mujer y a su hijo en un accidente. Está sumido en la depresión y concurre a un grupo de autoayuda periódicamente para intentar entender lo que el destino le deparó y cómo seguir viviendo a pesar de ello. El hombre está muy mal, su dolor lo hace rebelarse contra Dios y lo único que puede hacer, es escribir maníacamente observaciones en su diario acerca de sus impresiones a cada momento. Intentará consolarlo, una bella viuda, Sadie (Wendy Glenn), quien sabe de su oficio y trata de acompañarlo en este momento difícil. Mientras tanto, algo comienza a pasarle a Joseph con el tema de los números, lentamente empieza a encontrar símbolos en hechos concretos (la hora de la muerte de su hijo, un choque que protagonizó, etc) que remiten al número 11-11 y si bien al principio, cree que es casualidad, pronto se da cuenta que muchos sucesos de su vida están atravesados por ese número. Con esta sensación de que algo no anda bien, recibirá una llamada de su hermano, Samuel (Michael Landes), diciéndole que su padre está muriendo. Ambos, viven en un caserón en las afueras de Barcelona (España), hace tiempo tuvieron diferencias y Joseph los dejó. Ahora, ante la terrible noticia, el volverá a reencontrarse con su familia, de la que no tiene muy buenos recuerdos. El tema que los separó, parece haber sido, la religiosidad. Samuel y su padre (quien agoniza pero se lo ve bastante bien de a ratos!) son sacerdotes y tienen una comunidad en la que predican diariamente. Nuestro protagonista descubrirá inmediatamente más signos que hacen referencia al 11-11-11 en escritos, imágenes y relatos de quienes los rodean (una fauna españolísima principalmente), hasta comenzar a desentrañar que poder sobrenatural se encuentra detrás de esos números. ¿Será la fecha en cuestión un portal hacia otro mundo? El film amaga plantear una dicotomía religión-ateísmo que se va en frases vacías y gestos ampulosos. Las discusiones carecen de profunidad (los argumentos se vierten sin convicción alguna y parecen sólo declarativos a pesar de lo grave que deberían ser en el contexto de la historia) y se potencian por las pobres actuaciones del elenco, claramente fuera de foco. Sólo dan la nota y salvan la ropa, algunos secundarios españoles como Celia, (jugada por la veterana Monserrat Alcoverro). El resto del cast hace agua por los cuatro costados. La secuencia de eventos que van dando cuenta de lo que sucede, evidencia severas dificultades para generar misterio o miedo (yo creo que casi la primera hora se va en intercambios verbales aburridos sin que se genere el necesario clima de suspenso) y sólo se estructura para llevar el relato hacia el extraño final (único rasgo visible relacionado a "Saw", ya verán el porqué), sorpendiendo a la audiencia que todo el tiempo espera que algo que valga la pena, se produzca. Cosa que no pasa. ¿Pero no es una película de uno de los directores de "El juego del miedo"? Sí lo es. Da toda la impresión que Lynn Bousman quiso despegarse de su veta "gore" (la que domina, por cierto), para elegir un registro más inclinado hacia el suspenso, pero conservando ese estilo de explicaciones de cierre que "resignifican" el relato, tan típico de "Saw". Y le salió mal. Sin dudas. "11 11 11" es una película fallida, anodina y blanda que no se explica excepto por su clara intención comercial de capitalizar el simbolismo de la fecha que se viene en unos días. No hay valores en ella que soporten ningún análisis crítico ni tampoco virtudes que justifiquen su visión. Más allá de la expectativa global por el lanzamiento, debemos decirles que nuestra sopresa fue mayúscula al evaluar un producto tan pobre. Gran decepción (sin dudas) para los seguidores del género.
El evangelio según Samuel Si existe un género cinematográfico “histérico” por antonomasia, en el sentido estricto del término, sin lugar a dudas es el terror, esa pequeña zona de incomodidad en que las reacciones nerviosas suelen ir en aumento en concordancia con la progresión dramática: lo anterior funciona como un principio común que en ocasiones, aún más en el presente, corre parejo a un automatismo más o menos exitoso según el caso en cuestión y las expectativas del espectador. Ahora bien, encontrar lo que podríamos denominar “películas histéricas” ya es harina de otro costal, obedece a un estado de angustia continua que se traslada al público. El mayor mérito de La Profecía del 11-11-11 (11-11-11, 2011) pasa por la tensión que impone en su desarrollo gracias a una serie de elementos que unificados producen un efecto relativamente interesante pero que en forma separada no alcanzarían para solidificar el verosímil: invocando todos los estereotipos vinculados a las tragedias personales, las premoniciones y el nunca bien ponderado advenimiento del apocalipsis, la trama se centra en Joseph Crone (Timothy Gibbs), un escritor norteamericano de fama mundial que padece horribles pesadillas como consecuencia de la muerte de su esposa e hijo en un incendio. Así las cosas, ni la terapia de grupo ni los millones de dólares en su cuenta bancaria le traen satisfacciones hasta que en el transcurso de unas pocas horas ocurre una seguidilla de acontecimientos que lo conducen hacia nuevos rumbos: conoce a una linda señorita, choca su vehículo y le avisan que debe regresar a la casa familiar en Barcelona porque su padre está agonizando. Mucho odio de por medio, una vez allí aprovechará para descargarse con su progenitor Richard (Denis Rafter) y con su hermano Samuel (Michael Landes), un sacerdote parapléjico que difunde una visión un tanto particular de los “santos evangelios”. Combinando el esquema de La Profecía (The Omen, 1976) y los aquelarres solapados a la Roman Polanski, el guionista y director Darren Lynn Bousman, responsable máximo de las tres primeras secuelas de la saga de El Juego del Miedo (Saw), se autoafirma como un especialista idóneo aunque no muy original que digamos: aquí simplemente ofrece una obra entretenida que sigue la ola de la “numerología demoníaca” sin desviarse de los cánones tradicionales. A partir de la neurótica actuación de Gibbs y un devenir ameno, la realización no se toma tan en serio a sí misma como parece ni tampoco cuestiona la fe como debería…
El Diablo sabe por diablo Se acerca el 11 de noviembre, y a Joseph le va para el diablo. Hay gente a la que los números le rigen la vida. No hablamos de quinieleros ni de agentes de Bolsa. Tipos que creen que los días 15 todo les puede salir mal, o que tal o cual cifra no les gusta para nada. Y hay hombres como Joseph que, creer o reventar, se despiertan a las 23.11 (o sea, las 11.11 en un reloj de manecillas), que recuerdan que a esa hora su hijito murió quemado, o que el 11.11 nació su hermano Samuel, y en el parto falleció su madre. Bueno, a Joseph poco a poco le empieza a preocupar que en apenas unas pocas horas llega el 11/11/11 (para ansiosos, es el viernes de la semana que viene). Y, autor de best sellers, viaja hacia Barcelona, donde en una casona frente al mar su padre está muriendo, y su hermano, pastor, está en silla de ruedas. Al llegar ahí, luego de tratar de superar la muerte de sus seres queridos -la esposa también pasó a ver los rabanitos desde abajo- en sesiones de terapia colectiva, donde conoce a una linda morocha, Joseph advierte que a las 11.11 de la noche extrañas ¿figuras? ¿fantasmas? rondan la casa. ¿Quiénes son? ¿Por qué están ahí? ¿Llega el anticristo? ¿Por qué no se van Joseph, Samuel y el papá de la casa? ¿Eh? Si uno ingresa a la sala sin saber que el director de La profecía del 11.11.11 es el mismo de El juego del miedo II , III y IV , tal vez respire aliviado. Pero igual, el filme no tiene atrocidades en primerísimo primer plano, y es más la intriga que ofrece que el espanto que muestra. Hay muchas líneas inconexas y preguntas sin respuestas, y a medida de que se acerca el 11.11.11, claro, el suspenso va in crescendo. Si el Diablo sabe por Diablo, pero más sabe por viejo, de ver tantas películas ya conoce el final. O sea.
Juéguele al 11 Enmarcada dentro del “terror religioso” La profecía del 11-11-11 (11-11-11, 2011) plantea un nuevo día para el Apocalipsis. En la cercanía a la fecha radica todo el atractivo de un film, donde el misterio se pasea entre susurros fantasmagóricos y monjes feos escondidos en los arbustos. Joseph Crone (Timothy Gibbs) es un escritor de best sellers peleado con Dios luego del accidente que lo hiciese perder a su mujer e hijo. Ante la noticia de que su padre está a punto de morir, viaja a Barcelona a la casa de su niñez donde se reencontrará con su hermano que predica la Biblia. La historia comienza el 7 del 11 (o sea en unos días) y culmina en la fecha que da título al film. En el medio se producen una serie de misteriosos acontecimientos relacionados con una profecía “Oceanista”. El director de El juego del miedo 2 (Saw, 2), Darren Lynn Bousman, incursiona en el género religioso estilo La profecía (The omen, 1976). El principal defecto del film es la precariedad de recursos de producción (de hecho el protagonista es parecido a Bruce Campbell habitué de la Clase B). Estamos frente a una producción de muy bajo presupuesto –La profecía también lo era- pero sin la imaginería necesaria para solventar la falta de dinero. Todo tiene cierto aspecto de berreta, desde la iluminación hasta las monstruosas caras de los monjes que acechan al protagonista. Al margen, un misterio que se dilata en explicaciones inverosímiles, y los trillados recursos del miedo: alucinaciones que terminan siendo pesadillas, voces susurrantes inconexas, estatuas de la Edad Media, y la aparición brusca de “monstruos” para impactar a la platea. Sin embargo, el director explota dos de sus recursos marca El Juego del Miedo. Uno es la cámara que se desplaza junto al personaje por los recovecos de un laberinto y de la casona en cuestión. El desplazamiento es veloz como si se tratase de un tren fantasma, terminando el movimiento en una aparición monstruosa para generar escalofrío. El otro recurso es la extensa explicación sobre el final, redundante y aclaratoria para comprender el misterio. Como un capítulo de Columbo. La profecía del 11-11-11 se estrena en EE.UU. y el resto del mundo el viernes 11 de Noviembre (mes 11). En Argentina tenemos la posibilidad de verla primero. Quizás sea el mayor atractivo de un film que no aporta demasiado.
El lobo disfrazado de cordero La nueva creación de Darren Lynn Bousman, responsable de las tres partes de la saga El juego del miedo, intenta abrir la puerta que permite el acceso de criaturas demoníacas. En ese sentido, La profecía del 11-11-11 se alimenta del clima oscuro de títulos como La profecía y Hellraiser, pero queda a mitad de camino al plasmar una historia que acumula diálogos, simbolismos, fe y escaso clima pesadillesco. Un escritor que ha perdido a su familia (Timothy Gibbs) se ve obligado a viajar a Barcelona para acompañar a su padre, el cura de una pequeña congregación, en sus últimos días y, a su hermano (Michael Landes), también sacerdote, que se encuentra postrado en una silla de ruedas. Una vieja mansión que registra presencias perturbadoras a través de monitores se convierte en el nuevo escenario del horror para el protagonista, quien además lucha contra sus demonios internos. El número 11 aparece como símbolo de amenaza y horror en su vida y deberá luchar para descubrir la verdad porque la nueva fecha se acerca y todos aquellos que lo rodean corren peligro. El film desaprovecha el clima opresivo del comienzo (sólo potenciado en las escenas finales) y se limita a mostrar el peregrinaje de una serie de personajes ambiguos: el ama de llaves, la compañera de terapia, el hermano postrado y un padre que, al borde la muerte, advierte el peligro que se avecina. El resto es rutinario y modesto en recursos: todo sucede entre presencias que se ocultan en las sombras, el hijo que reaparece cual fantasma, extrañas raíces que cruzan la casa y un libro oculto. Lejos de sorprender al espectador, el relato lo sumerge en una trama que juega con el "lobo disfrazado de cordero".
En términos esotéricos, el fenómeno del 11: 11 no tiene nada que ver con la estupidez que se plantea en este film, donde una vez más Hollywood distorsionó el tema como ocurrió hace poco con las profecías mayas y la tonta película de Roland Emmerich, 2012. Hay un montón de información en la web sobre esta cuestión que pueden buscar y se escribieron varios libros al respecto. Hasta Regina Spector tituló su disco debut haciendo alusión a ese número. Es un tema que da para largo. En esta película tomaron esa cuestión y la desarrollaron como un relato de terror. La dirección corrió por cuenta de Darren Lynn Bousman, quien se hizo famoso en el cine por los ultra violentos y sangrientos capítulos 2, 3 y 4 de El juego del miedo y el musical Repo! The Genetic Opera. Hace unos meses estrenó también la remake de Mother´s Day, el clásico slasher de 1980 de Charles Kaufman que resultó un fiasco ya que no logró conseguir una distribución masiva y apenas se exhibió en festivales de cine. 11-11-11 es un film interesante dentro de su filmografía por la sencilla razón de que no corre una gota de sangre y tampoco hay secuencias de torturas ni mutilaciones. En este caso abordó el género de terror por otro lado con una propuesta que evoca por momentos a los viejos filmes sobre actividades paranormales y demonios de los años ´70, como Posesión diabólica (Burnt Offerings) y No temas a la oscuridad, por citar algunos casos. Lamentablemente este estreno ni siquiera se acerca a ser una producción tan buena como aquellas películas. Debo ser justo y destacar que Bousman comienza muy bien la narración de esta historia creando muy buenos climas de suspenso que de a poco van construyendo el misterio. Dos elementos claves fueron la excelente banda sonora de Joseph Bizara (quien este año la rompió también en La noche del demonio) y la fotografía de Joseph White. El trabajo de White parece muy inspirado por lo que hizo Owen Roizman en El Exorcista. Al menos trabajó con una paleta similar de colores. El gran problema de esta producción es que la trama es demasiado tonta. Bousman lleva la historia con mucho suspenso para cerrarla con un final totalmente pedorro que te deja indiferente. Por otra parte a la película le faltaron más escenas de terror. Hacia la mitad la historia se vuelve un poco pesada con las discusiones religiosas y la investigación del protagonista. Bousman llega a ofrecer algunos momentos brillantes, como la breve escena con una silla mecánica, de esas que se usan para trasladar personas inválidas por las escaleras, que es soberbia. Una de las pocas situaciones destacables que tiene el film. Creo que le faltaron más escenas como esa. Después los demonios que irrumpen en el final parecen salidos del Tren Fantasma de los parques de diversiones. Flojo. En ese sentido lo que hizo el director James Wan en la Noche del demonio fue mucho más efectivo. Tampoco ayudó el giro sorpresa, que argumentalmente es olvidable y encima tiene la típica edición de los finales de Saw, que la verdad se podía haber evitado. Me pareció interesante que este director se propusiera abordar el género con otros recursos, pero la historia la verdad que no ayudó demasiado. No es una mala película pero tampoco se destaca entre las cosas que se estrenaron este año dentro de este estilo
Responsable de tres entregas de la exitosa saga de terror sádico El juego del miedo, Darren Lynn Bousman escribió y dirigió esta coproducción estadounidense-española que intenta -sin demasiada fortuna- incursionar en un subgénero que parece haber resurgido luego de su época de oro en los años 70 para estar otra vez de moda: el thriller religioso con elementos apocalípticos. Joseph Crone es un escritor torturado, un alma en pena: a pesar de que sus libros venden millones de ejemplares, no ha podido recuperarse de la muerte de su esposa y su hijo en un incendio. Cuando se entera de que su padre está a punto de morir en Cataluña, sale de su largo encierro y viaja hasta la casona, ubicada en las afueras de Barcelona. Allí, se reencontrará con su hermano Samuel (Michael Landes), un cura en peligro ante la inminencia del 11-11-11 del título, día en que supuestamente se abrirá un portal para la llegada de fuerzas diabólicas. La trama (una acumulación de situaciones sobrenaturales, profecías, rituales, sacrificios, pesadillas, alucinaciones, referencias a la numerología y traumas psicológicos derivados del dolor y la culpa) describe la obsesiva investigación que Crone realiza para desentrañar el misterio y salvar a su hermano. La película no termina de funcionar en ninguno de los terrenos: ni en el narrativo ni en la descripción de los personajes ni en el visual ni mucho menos en el actoral. El ominoso film transcurre en buena medida dentro de las paredes de la vieja casa familiar, y cuando la acción se traslada al Barrio Gótico o a las playas de Barcelona tampoco alcanza climas mínimamente sugerentes. Bousman va sumando elementos con la idea de generar una tensión y un suspenso que deberían resolverse de manera satisfactoria y convincente sobre el final. Sin embargo, el desenlace es tan torpe y manipulatorio que todo resulta todavía más frustrante que durante la ya mediocre hora y media inicial.
El horror que viene desde lejos El espectador consumidor de horror, sin embargo, estará satisfecho, el filme mantiene un buen ritmo, incluso las actuaciones son correctas, especialmente en el caso de Timothy Gibbs Parece ser que los mayas y el famoso médico y astrólogo Miquel de Nostradama, más conocido por Nostradamus, comenzaron a referirse a la profecía del 11-11-11, ésa que habla de cifras previas a la Gran Señal y el Gran Cambio. El 11 de septiembre del 2001 con las Torres Gemelas se concretizaría el comienzo de un periodo de once años de significativos acontecimientos, que culminarían con la nueva era el 21 de diciembre de 2012. A propósito de toda esta historia, el director Darren Lynn Bousman, el mismo de la saga "El juego del miedo", genera la experiencia del escritor Joseph Crone (dedicado a los folletines), que pierde a su mujer y su hijo en un terrible incendio. Desde entonces Crone sufre pesadillas y visiones relacionadas con el número 11. LA FAMILIA Su ida a Barcelona, agoniza su padre, al frente de una comunidad religiosa y el reencuentro con su hermano menor, un joven pastor, retenido hace años en una silla de ruedas, potencia las alucinaciones y el miedo. La posible llegada de misteriosos visitantes, la presencia de una estatua alada en la casa, desencadenan inquietantes terrores que amenazan con enloquecer al escritor. "La profecia del 11-11-11" es el clásico filme de horror con golpes bajos, pero también con una interesante utilización del color, la textura granulada y el sonido. Darren Lynn Bousman logra una pesada atmósfera de horror y misterio, que va in crescendo a medida que avanza la película. Pero mientras el formato muestra un tratamiento diferente en esa suerte de monólogo del protagonista ante su situación; el desarrollo temático se vuelve, a medida que avanza la historia, más previsible. Y el final roza la decepción por lo obvio. El espectador consumidor de horror, sin embargo, estará satisfecho, el filme mantiene un buen ritmo, incluso las actuaciones son correctas, especialmente en el caso de Timothy Gibbs.
Más que sobresaltos, provoca aburrimiento Una música espesa y visiones pesadillescas de su mujer e hijo quemados en un incendio intencional comienzan este obtuso film de terror, tan oscuro en imágenes como en talento narrativo. Timothy Gibbs es el escritor de best sellers, ateo confeso luego de la muerte de su familia provocada por un lector de sus libros, que ve interrumpida su desoladora existencia por un accidente automovilístico que debió haberlo matado, pero del que sale extrañamente ileso, como por milagro. Inmediatamente es llamado por su hermano pastor, a quien no ve hace décadas, para que lo acompañe a la casa familiar cerca de Barcelona, ya que su padre está agonizando. Sin saber bien por qué, el protaognista viaja a España y enfrenta los fantasmas de su pasado, que van tomando forma corpórea de manera bastante previsible y sin provocar demasiados sobresaltos en la platea. De hecho, más que sobresaltos, la historia provoca bastante aburrimiento, ya que la lucha interna del escritor entre su ateísmo y el número 11-11 que le aparece por todos lados es bastante insoportable, y si todo el asunto no fuera tan terriblemente dramático, hasta podría llegar a ser risible. Para colmo, a España también viaja de improviso una especie de fan, compañera de terapia de grupo, interpretada por Wendy Glenn, que realmente no aporta nada a la historia, salvo penosos tiempos muertos. Recién hacia el final de la película hay verdaderos momentos de terror, que de todos modos no justifican en absoluto la visión de este film dirigido por un artesano surgido de la saga de «El juego del miedo», menos mística y al menos más generosa en hemoglobina.
La Profecía del 11-11-11 narra la historia de Joseph, un escritor ateo, que cuenta con una enorme legión de fans a lo largo del mundo. Perturbado por la terrible muerte de su hijo y esposa, sufre un accidente automovilístico exactamente a la misma hora, 11:11. Como si no fuera poco, recibe la llamada de su hermano Samuel, de profesión sacerdote, para que viaje a España, y así estar juntos ante el inminente destino de su padre ante una enfermedad, estando cercana la fecha del 11 de noviembre del 2011...
VideoComentario (ver link).
¿Por qué? Solo quiero saber eso. ¿Por qué? Ya ni desde el título se deja lugar a la sutileza. A veces hasta prefiero que me engañen, le soy sincero. Aquí parecía que sucedía. Fundido negro. El grito en off de un niño llamando a la madre. Imagen de ella despertando. Escucha al niño y cuando abre la puerta lo ve en el pasillo rodeado del fuego que incendia la casa. Ambos morirán quemados ante la atenta mirada de una especie de gárgola demoníaca que lo contempla todo. Corte. En realidad, Joseph (Timothy Gibbs) estaba soñando (una vez más) todo esto. Son las 11 y 11 según su reloj. Me da la sensación de que este numerito es importante. Un cartel dice que es el 7 de Noviembre de 2011, con lo cual ya no tenemos dudas de cuando será el momento del climax de acuerdo a lo que reza el póster. Joseph se nos va revelando como un viudo, escritor de novelas que él mismo detesta pero los fans aman. Hace mucha plata y su editor está contento. Pero esta pérdida importante le ha hecho perder la fe en Dios y en casi todo, mientras asiste a un grupo de contención en donde conoce a Sadie (Wendy Gelnn), otra víctima de viudez por accidente, quién trata de conectarse con el escritor. Mucha suerte no le trae porque a cuatro minutos de encontrarse el hombre se pega un tremendo palo con el auto. Igual no le pasó nada, aunque recibe un llamado de su hermano Samuel (Michael Landes) avisándole de la agonía de su padre (Denis Rafter), lo que lo mueve trasladarse a Barcelona. No parece muy convencido del motivo del viaje, y nosotros tampoco, pero ya que viaja igual seguimos mirando. El hermano anda metido a sacerdote en una capilla instalada en la enorme casa donde vive con su papá. A partir de este momento la información dada al espectador no solamente no deja un solo segundo librado a la imaginación, sino que irá transformando el verosímil bien instalado al principio en una concatenación de hechos contradictorios a la idiosincrasia de cada personaje. El director insiste con dividir su película por días con la sana intención de acrecentar la tensión, pero esta no llega nunca a levantar porque gracias al guionista el espectador irá intuyendo todo lo que pasa y preguntándose cómo es posible que Joseph no se de cuenta. A esto hay que agregarle el espantoso y anacrónico recurso de hacer “razonar” al personaje con un racconto de imágenes y diálogos mostrados en la película. Una forma horrible de maltratar al personaje el un guión, sólo para dejar en claro que “le cayó la ficha”. También es una manera encubierta de subestimar la inteligencia del espectador. De todos modos no son los únicos desaciertos. La fotografía tiene un filtro gris todo el tiempo, como si la vida del protagonista no fuera ya lo suficientemente oscura. Esto lo sufre Barcelona, todo el resto de los exteriores y los otros personajes. Imagíneselo decorado con una banda de sonido que sólo aporta los “chanes” de los sobresaltos. En definitiva, los 15 prometedores minutos iniciales se van diluyendo en una historia que desvaría en ritmo narrativo y logra que cuatro días parezcan siglos. Lo hemos dicho durante el año. No tiene caso volver con la misma reflexión. La 17ª película de terror del año es floja y no aporta nada para salvar este género en lo que queda de 2011.
Creo que es contraproducente que se le haya hecho tanta publicidad destacando que su director es el mismo que el de la saga de El juego del miedo, ya que este film no se le parece en lo más mínimo: acá no hay torturas, gore, escenas cruentas, ni nada que se le parezca. Por lo tanto se van a sentir desilusionados aquellos que estén buscando este tipo...
El 6 de junio del 2006 se estrenó mundialmente "La Profecía del 666", película que aprovechó el juego de números de su fecha de estreno para ser el principal y único atractivo para atrapar la curiosidad de los espectadores. En esta oportunidad, tomando la misma fórmula, "11-11-11" no es más que una fallida y poco entretenida propuesta de terror, en la que un personaje se obsesiona con una serie de dígitos, olvidándose de crear buenos climas de horror, sustos, originalidad y de desarrollar buenas actuaciones.
Pasado el 11 del 11 de 2011, parte del misterio de esa fecha se desvaneció. La película hace pie en una serie de eventos que supuestamente ocurrirían a partir de ese momento. El encargado de sobrellevar los eventos es un escritor que viaja desde EEUU a Barcelona para reencontrarse con su hermano y su padre. El escritor viene también de pasar por dos muertes cercanas, en las que aquellos números volvieron a reiterarse. Esto lo lleva a intentar saber qué se esconde detrás de esas coincidencias. Con el tópico visual de muchas de las películas de terror y en base a una narración que no pierde ritmo, pero sí sorpresa, el director, el mismo de “El juego del miedo”, se deshace del gusto por el gore y se inclina por un tipo de terror menos sangriento y más cercano a lo sobrenatural.
La insoportable vida de Joseph Crone A nadie engaña ya el truco publicitario de la coincidencia de fechas (que por suerte se terminará en 2012). Un juego utilizado anteriormente para estrenar el 06/06/06 la pobretona remake de La profecía, y que aquí es la única excusa para estrenar este engendro llamado La profecía del 11-11-11. El tema es así: el exitoso escritor Joseph Crone (Timothy Gibbs) vive deprimido desde la muerte de su mujer y su hijo. Va a reuniones de terapia en grupo donde conoce a Sadie (Wendy Glenn), ese mismo día a las 11:11 tiene un terrible accidente de tránsito del que sale ileso, y a la noche del mismo día se entera de que su padre está muriendo en su casa en Barcelona por lo cual viaja hacia allá. Ni bien llega a España comienza para él, un derrotero de experiencias paranormales (ve demonios, su padre parece poseído, la enfermera española que cuida a su padre dice cosas extrañas todo el tiempo). En fin, todos los lugares comunes posibles del cine de terror, especialmente del subgénero de films de posesiones. Gibbs intenta un personaje imposible al componer a Joseph Crone. Por un lado intenta ser una persona atormentada por un tortuoso pasado y, por el otro, casi que se obliga a obsesionarse con los números 11-11-11, siendo esto tan absurdo que dicha premisa del film se cae a pedazos desde el principio. Imaginemos que la verosimilitud y el desarrollo de climas no importe, es más, presupongamos que este film pudiera valer la pena sólo por sus golpes de efecto. Bueno, tampoco los tiene, no hay sustos. El director Darren Lynn Bousman (El juego del miedo 2, 3 y 4) camina con una torpeza sin precedentes sobre un guión enclenque. Nos enrostra todo el tiempo escenas de supuesto miedo, que por previsibles o por mal construidas no generan más que tedio. Andan por allí un par de demonios que en la buena de Night of demons (1988) hubieran sido suplentes, sacando la lengua, caminado lentamente y amenazando con su sola presencia (?). También el padre de Crone deambula poseído, insidioso e intrascendente. Quizás el personaje más interesante sea el de Samuel, interpretado por Michael Lande, interesante en el contexto de un film horrible como este. Aunque hay que reconocerle algunos momentos logrados a Lande, que hace un poquito creíble el ambiguo cura que le toca interpretar. Y cuando todo parecía terminar en un film muy malo, lleno de escenas inconexas arbitrarias y mal logradas, aparece el director Bousman con su herencia del juego del miedo a cuestas, e intenta explicar todo lo anteriormente sucedido con flashback tras flashback conectando un rompecabezas imposible. Logrando así un film peor, por tramposo y sesudamente absurdo. ¿No era más fácil intentar una película entretenida, con cierta cadencia o algún tipo de narración? Parece que no, gracias por nada El juego del miedo.
Si no fuera por los aburridos e interminables diálogos acerca de la fe, la existencia del Diablo, los ángeles y la apertura de una puerta entre dos mundos, La profecía del 11-11-11 podría haber sido un exponente más o menos decente de cine de clase B. No es que Darren Lynn Bousman apele a guiños o que ensaye una búsqueda en esa dirección de manera evidente, sino que su película presenta tales niveles de precariedad en todos los rubros (guión, puesta en escena, efectos especiales) que, aunque de manera involuntaria, tenía potencialmente un cierto encanto “bizarro” (para definirlo con la etiqueta que muchas veces se utiliza para revalorizar películas malas que están mal hechas). Si al principio es fácil sospechar la pobreza material de La profecía…, ni bien arranca el relato Bousman se muestra como un artesano poco dado a las sutilezas y, sobre todo, como un director perezoso y falto de ideas. Se percibe en el que probablemente sea el recurso más (y peor) utilizado en todo el metraje: la aparición repentina de seres peligrosos o de otros personajes, acompañados del correspondiente estruendo en la banda de sonido. Sin embargo, si estas irrupciones revelan cada vez más el carácter cómodo y rutinario de la película, cerca del final ocurre algo llamativo: los demonios pierden lo poco de terrorífico que todavía conservaban y son exhibidos brutalmente por la cámara en toda la miserabilidad de sus disfraces. Es imposible no ver gente vestida con túnicas y caretas en vez de enviados horripilantes del más allá. Pero no solo eso. Un efecto similar se percibe en algunos momentos de la historia, por ejemplo, cuando uno de los personajes viaja de Estados Unidos a Barcelona sin otra excusa que acompañar al protagonista (al que apenas conoce de unas pocas charlas fugaces e informales). También hay un uso de la metáfora que asombra por su chatura pero que, al mismo tiempo, da cuenta de una desfachatez propia del cine de más bajo presupuesto: el protagonista se pregunta de manera altisonante por el sentido de su vida y los eventos de los últimos días mientras recorre ¡un laberinto! Se nota también en la insistencia con que se brinda y recupera la información (llega un punto en que si uno escucha decir una vez más “eleven eleven” le pueden entrar ganas de atravesar la pantalla y sacudir por los hombros a los actores y guionistas). La vuelta de tuerca final, que hasta pareciera aspirar a rendir un homenaje silencioso a En la boca del miedo, cumple con lo que se espera: el triunfo previsible del Mal sobre las fuerzas del Bien y la invasión de la Tierra. Lástima que ese cierre, que contaba con un sabor delicioso a clase B, no surta el efecto necesario: entre el abuso de los diálogos explicativos y la sobreinformación, los flashbacks que vienen a recordar escenas previas, la repetición de algunos recursos y la pobreza general con que se los pone en funcionamiento, el contexto pretendidamente sobrenatural y mítico pero pintado a las apuradas que se sirve de Barcelona como una ciudad exótica y rica en lo oculto; todo converge en una película que no es ni uno ni lo otro: ni cine de terror que recupera a los tumbos cierto espíritu de bajo presupuesto, ni thriller religioso con una densidad argumental más robusta.
Se abrió el Portal... del Cine Berreta 11-11-11 es una película sobre otra fecha más (si si... otra más) que habla de la apertura de portales energéticos, el fin del mundo, profecías y demás cuestiones que ya están llegando a su estado de saturación total por la cantidad de huevadas que profesan y por supuesto, la falta de credibilidad ya que ¡oh sorpresa!, seguimos vivos y no se acabó el mundo. La idea del film se puede decir que no es mala... pero aprovechando todo el revuelo causado por esta fecha que ocurre cada 100 años, se podría haber construido algo de mejor calidad, ya que como digo, no es tan malo en su premisa, sino que falla estrepitosamente en su realización. Es una historia bastante pretenciosa para el talento que se dispuso para la puesta (el director y los actores), además de que se nota un bajo presupuesto y algunos errores fatales que la convierten en "cine berreta" como solían decir los pájaros presentadores de "Cine Z" en el I-Sat (¿Alguien se acuerda de los pajarracos esos? jaja). Algunos datos locos para los esotéricos: Los ataques al World Trade Center en USA fueron un 11 de Septiembre, mientras que el 1er avión en colisionar con una de las torres gemelas era el vuelo 111 y así mismo, la disposición de ambas torres formaba el número 11!!! También está la profecía de Malaquías que dice que cuando haya 112 Papas, vendrá el apocalipsis bíblico... Benedicto XVI es... el PAPA 111!!! jaja, y así hay miles de historias que involucran estos números, que pasaron sin pena ni gloria, como seguramente lo hará su versión cinematográfica. La película a medida que va avanzando se va tornando cada vez más ridícula. Un ejemplo claro de esto es hacer que el 90% de la historia suceda en Barcelona, donde todos parecen hablar y entender con mucha fluidez el inglés, cuestión que es imposible porque cualquiera que conozca a un catalán se dará cuenta que no sólo aborrecen el inglés, sino que les cuesta muchísimo aprenderlo y pronunciarlo debidamente. El director Darren Lynn Bousman (El Juego del Miedo 2, 3 y 4) no supo captar la esencia de Barcelona en absoluto... el espectador prácticamente ni se da cuenta de que todo sucede en aquella ciudad. Los demonios que acechan a los protagonistas son también de lo más chongo que se ha visto en el cine de terror últimamente. Lo actoral... bastante paupérrimo también... no podía evitar la desconcentración que me producía pensar que el protagonista Timothy Gibbs es una mezcla de George Clooney y Javier Bardem!! Los gestos que hacía eran muy parecidos a los del 1ro. Para cerrar, ¡¡no es recomendable en absoluto!! Quizás solo para aquellos incondicionales del cine apocalíptico. Una película digna de ingresar en el catálogo de Cine Z, Cine Berreta del I-Sat.
Una fecha muy especial Los productores son conscientes de que existe un gran sector del público que se siente atraído por el género del suspenso y del terror. A esto se agrega el creciente interés por los temas vinculados con la religión desde un costado apocalíptico. Hay una vertiente de este subgénero que apunta a las descripciones más o menos explícitas de una hecatombe universal que amenaza con acabar con el género humano; y otra vertiente que se ocupa de la liberación de las fuerzas del mal para la perdición de las almas. En este último grupo se inscribe esta coproducción estadounidense-española, lanzada en todo el mundo casi en coincidencia con la fecha en cuestión (aunque a nuestro cines llegó unas semanas tarde). La película está narrada en una progresión que intenta -sin mayor éxito- ser dramática, a medida que pasan los días que conducen a la peculiar combinación de cifras iguales, y se apoya en flashbacks que muestran la tragedia que casi quiebra la vida del protagonista: el incendio en el que perecieron su mujer y su hijo. Las visiones que experimenta este escritor se van a potenciar cuando viaje a Cataluña y se instale en una casa en las afueras de Barcelona, en la que agoniza su padre (con el que nunca tuvo una excelente relación) y en la que vive su hermano, un sacerdote postrado en una silla de ruedas. Claro que todo esto sólo es una excusa para generar un crescendo dramático que, para desgracia del director y desencanto del público, nunca llega a cuajar del todo. En parte, esta frustración se debe a las pobres interpretaciones de los integrantes del elenco y, en gran medida, porque ni el guión ni el ritmo de la narración logran atrapar al espectador en la espiral de suspenso y horror que propone el esquema del filme. La investigación que lleva adelante el protagonista para desentrañar el misterio que lo rodea tampoco consigue un remate satisfactorio como para redondear un producto acorde con las expectativas de los aficionados a este género.