Poesía alemana y melodrama La ópera prima del conocido actor de telenovelas Arnaldo André como realizador llega a la Argentina varios años después de su estreno cinematográfico en las pantallas de Paraguay. Lectura según Justino (2013) narra la adolescencia de un joven que tras la muerte de su padre es inscripto en un prestigioso colegio alemán en la ciudad de San Bernardino, colonia fundada por germanos y suizos a fines del Siglo XIX. Justino (Diego González) es un adolescente taciturno que vive con su madre y sus hermanas y acaba de perder repentinamente a su padre, un conocido sastre de la ciudad. Tras la muerte del progenitor, Justino consigue trabajo en el correo repartiendo las cartas e ingresa en San Bernardino. Allí se hace amigo de una alborozada compañera y se enamora de su conspicua profesora de alemán, Ulla (Julieta Cardinali). Justino le pide a un germano hosco al que le lleva cartas que le preste un libro en el idioma para leer en su clase, pero el hombre, Joschka (Mike Amigorena), se niega y en cambio le copia un poema del escritor romántico alemán Friedrich Schiller. A través de la poesía que Justino lee en clase Ulla y Joschka se envían mensajes que solo ellos entienden, y así entablan una romántica relación epistolar clandestina sin el conocimiento de Justino, que mantiene su ilusión moza. Pero la situación política, un crimen atroz y los consejos de la controladora madre de Ulla de que se aleje de ese hombre, acusado de crímenes de lesa humanidad durante la Segunda Guerra Mundial, harán mella en la relación. El film está situado en 1955, meses después del Golpe de Estado que inició la dictadura de Alfredo Stroessner en Paraguay y antes del Golpe de Estado contra Juan Domingo Perón en Argentina y tiene muchas y ricas referencias a la historia paraguaya, la disputa entre liberales y colorados y la relación entre Paraguay y Argentina a través de la Fundación Eva Perón. Lectura según Justino es un film de claroscuros, más cerca de la estética narrativa de la telenovela que del cine. Si por un lado la ambientación y las actuaciones son puntos muy altos en los que interviene la experiencia actoral del realizador, la historia nunca parece despegar realmente y el guión demanda el estilo narrativo dramático y la duración episódica del formato televisivo más que la mirada cinematográfica. Tanto la historia principal como las paralelas de los secundarios, el peluquero argentino peronista, el alcalde comisario militar y su ayudante, la madre, la tía y las hermanas de Justino y muchas otras, quedan truncas y demasiado resumidas, desperdiciando todas las potencialidades que el contexto político permite. La trama principal nunca termina de desarrollarse mientras que cuestiones secundarias se apoderan de la narración innecesariamente y de manera continua. Más allá de esto la historia es muy buena y tiene muchas potencialidades, pero Arnaldo André se empantana en el estilo televisivo que lo hizo famoso, lo cual hace que la película tenga un espectador muy acotado que comulga con el melodrama de la telenovela. Un cameo sin sentido y al pasar de Luisa Kuliok, su compañera protagónica de muchas exitosas series de época, no aporta nada, salvo un dejo nostálgico para los que disfrutaron del último atisbo de éxito de las telenovelas, tiempo en el que Arnaldo André parece haber quedado congelado.
Crítica de “Lectura según Justino” de Arnaldo André La ópera prima del conocido actor de telenovelas como realizador llega a la Argentina varios años después de su estreno cinematográfico en las pantallas de Paraguay. Una historia basada en hechos reales que narra la adolescencia de un joven que tras la muerte de su padre es inscripto en un prestigioso colegio alemán en la ciudad de San Bernardino, colonia fundada por germanos y suizos a fines del Siglo XIX. Por Bruno Calabrese. En “Malena”, Giusepe Tornatore contaba la historia un joven adolescente italiano durante la II Guerra Mundial viviendo su propia batalla hormonal por culpa de una atractiva mujer que provoca su despertar sexual. Arnaldo André hace lo propio con Justino y su maestra de alemán Ulla. Mientras la película italiana rebozaba de erotismo, con la sola presencia de Monica Bellucci, en “Lecturas según Justino” se vuelca más hacia el romanticismo. Transcurre el año 1955. En un pueblo de Paraguay, San Bernardino, durante los primeros años de la dictadura militar del general Stroessner, sus habitantes transcurren sus días alejados del mundo. Justino (un talentoso Diego González) acaba de perder a su padre, y como único hijo varón, debe salir a trabajar como cartero, mientras termina sus estudios primarios en la escuela alemana del pueblo. Repartiendo cartas conoce a un misterioso personaje, a quien algunos habitantes lo acusan de ser un criminal durante la Segunda Guerra Mundial. Con el correr de los días, y sin saberlo, Justino se ve involucrado en una relación entre Ulla (la siempre correcta Julieta Cardinali), su maestra y el misterioso personaje alemán, creando confusión en el adolescente. Mientras tanto, un crimen y la visita de la Virgen de Caacupé conmociona al pueblo. La película se sitúa meses después del Golpe de Estado que inició la dictadura de Alfredo Stroessner en Paraguay y antes del Golpe de Estado contra Juan Domingo Perón en Argentina. Por lo cual veremos muchas y ricas referencias a la historia paraguaya, la disputa entre liberales y colorados y la relación entre Paraguay y Argentina a través de la Fundación Eva Perón. Con graciosas intervenciones de Edgardo Moreira como el peluquero argentino que representa a la fundación en el tierras guaraníes. El intercambio de cartas de amor entre el misterioso alemán interpretado por Mike Amigorena, le da un aire poético y romántico distinto. En la misma sintonía con la fotografía, sobre todo en el muelle por la noche, solo iluminado con la luz de la luna, todo acompañado con una banda sonora a tono. “Lectura según Justino” es un promisorio debut de Arnaldo André como director. Un trabajo apasionado del actor paraguayo, sincero y emotivamente autobiobiográfico. Presentada desde el punto de vista de un joven muchacho es un drama que mezcla ternura, melancolía y romaticismo de amor imposible y puro, dentro de un retrato de otra época, donde las dictaduras comenzaban a gobernar américa. Puntaje: 75/100.
El popular actor Arnaldo André se coloca detrás de cámara y narra una historia melodramática basada en hechos reales, ambientada en San Bernardino, un pueblo de Paraguay fundado por colonos alemanes y durante los primeros años de la dictadura militar del general Stroessner en 1955. La película llega luego de seis años de su estreno en Paraguay. Lectura según Justino es pequeña y encuentra logrados momentos a partir de la mirada ingenua de su protagonista, Justino -Diego González-, el niño criado y rodeado de mujeres tras la muerte de su padre al comienzo del filme. En ese pueblo en el que no ocurre nada, excepto una fiesta como único atractivo y la llegada de la Virgen de Caacupé, se desarrolla esta historia que tiene como eje principal a Justino, que trabaja como cartero y se ve involucrado en una relación entre Ulla -Julieta Cardinali-, su maestra de idiomas y el solitario y misterioso Joschka -Mike Amigorena-, un ex oficial Nazi refugiado en San Bernardino. Con el formato de una telenovela y cierto tono autobiográfico, los conflictos secundarios van ocupando el primer plano de este relato que también incluye el crimen de un niño, al comisario del pueblo y a un peluquero peronista. La pintura de la época y del lugar están logradas por la fotografía y los detalles parecen ser el foco de interés del ahora director en esta propuesta en la que que también tiene una aparicion fugaz Luisa Kuliok -un guiño a las exitosas telenovelas que protagonizó con André- como una vendedora de empanadas. La confusión y el despertar sexual del adolescente quedan relegados por la trama de crimen y persecución que se da en el segundo tramo y algunos personajes son desaprovechados en su desarrollo. Aún así la película atrapa por sus pinceladas de un tiempo lejano, en el que las cartas sirven como disparadoras de la acción y empujan a los personajes hacia un desenlace desarrollado en un muelle y enmarcado por un cielo tormentoso.
La primera película del actor, flamante director, y también responsable del guión Arnaldo André llega varios años después de su estreno en Paraguay (2013). Basada en hechos reales y situada en 1955, “Lectura Según Justino” recrea la vida del propio Justino (muy buen trabajo del niño Diego González) quien transita la muerte de su padre, un conocido sastre del pueblo y su días entre mujeres, una madre muy trabajadora y estricta que lo inscribe en un colegio alemán en San Bernardino, colonia fundada por alemanes y suizos a fines del siglo XIX y sus hermanas. Justino está entrando en la adolescencia y en el colegio comienza a entablar relaciones con una chica especial, también conoce a una maestra de alemán a la que idealiza, Ulla (Julieta Cardinali) quien siempre está como ausente y pensativa y está muy controlada por su madre en la época del Golpe de Estado que inició el dictador Alfredo Stroessner, antes del Golpe contra Juan Domingo Perón en Argentina. Justino además de estudiar, reparte cartas. Entre las personas que le toca visitar, está Joschka (Mike Amigorena) un ex-oficial nazi que se refugió en el lugar, En una de las visitas y por pedido de su maestra, Justino le pide un libro en alemán para leer en clase, el hombre se lo niega, pero le copia el primero de muchos poemas románticos del escritor Friedrich Schiller. A través de la poesía que Justino lee en clase Ulla y Joschka se envían mensajes secretos y establecen una relación a través del adolescente, que no es del todo consciente de lo que sucede. La situación se complica porque Joschka es un hombre refugiado y buscado por sus crímenes durante la Segunda Guerra Mundial. El film tiene buenas actuaciones, buena recreación de época y una historia pequeña que podría haberse desarrollado más. A la historia principal se suman otras historias que no se terminan de desarrollar como el crimen de un niño y la visita de la Virgen de Caacupé, un cameo a Luisa Kuliok, que los fanáticos van a disfrutar y la participación del siempre eficaz Edgardo Moreira como el peluquero peronista de la ciudad. De todas formas, es un debut promisorio para Arnaldo André. Tierno y romántico. ---> https://www.youtube.com/watch?v=2VszZAF08qI DIRECCIÓN: Arnaldo Andre. ACTORES: Julieta Cardinali, Mike Amigorena, Diego González, Maria Laura Cali, Lauren Acuña, Ramón Del Río . GUION: Arnaldo Andre. FOTOGRAFIA: Hugo Colace. MÚSICA: Derlis A. González. GENERO: Drama . ORIGEN: Paraguay, Argentina. DURACION: 95 Minutos DISTRIBUIDORA: Primer plano FORMATOS: 2D. ESTRENO: 28 de Noviembre de 2019
Con alguna demora llega a los cines argentinos el debut en la realización de Arnaldo André, una épica historia de superación y amor que tiene algo de neorrealismo italiano, de “El Cartero”, pero enmarcado en un contexto regional que reivindica su identidad y particularidad. Protagonizada por Julieta Cardinali, Mike Amigorena, Diego González, Loren Acuña, Lali González y elenco, los recuerdos de la infancia del actor en San Bernardino, permiten repasar años nefastos de nuestros pueblos y a la vez repasar la historia desde un relato vívido y potente.
En los últimos años nos enteramos de que existía el cine paraguayo gracias a 7 cajas, Las herederas, Luna de cigarras o Los buscadores, películas sorprendentes, según el caso, por su temática, su sentido del humor o sus formas narrativas. Para su debut como director, Arnaldo André eligió contar una historia con tintes autobiográficos que transita por otros carriles: de narración convencional, apela al costumbrismo melancólico al estilo italiano de Cinema Paradiso o El cartero. Esta coproducción con Argentina -filmada en 2013 y estrenada tardíamente por problemas burocráticos- transcurre en 1955 en el pueblo paraguayo de San Bernardino. Justino es un chico que, a punto de entrar en la pubertad, pierde a su padre y debe salir a trabajar como cartero para ayudar a su madre y sus hermanas, a la vez que entra a un colegio alemán para terminar la primaria. Desde su mirada infantil vemos un retrato cariñoso de los distintos personajes del pueblo: el comisario torpe y sus inútiles ayudantes, el peluquero (argentino y peronista él), el idiota del pueblo, la maestra de ascendencia alemana. Sin dejar de lado toques humorísticos, con un estilo más antiguo que clásico y cierta tendencia al pintoresquismo y la idealización, André recrea la vida cotidiana de este enclave veraniego fundado por inmigrantes alemanes a fines del siglo XIX a orillas del lago Ypacaraí, a 40 kilómetros de Asunción: una distancia que en los años ’50 bastaba para que San Bernardino mantuviera su ritmo de aldea periférica. Las lavanderas en el río, bueyes tirando de carromatos, el correo que llegaba semanalmente, los chicos jugando descalzos por las calles. Son postales folclóricas que se entremezclan con alusiones a las tensiones políticas de la época -la persecución a los liberales por parte de los colorados y la dictadura de Stroessner, la influencia del peronismo de la mano de la beneficencia de la Fundación Eva Perón- y constituyen el telón de fondo de las andanzas de Justino. El chico se convierte en involuntario mandadero entre su maestra (Julieta Cardinali) y un misterioso alemán (Mike Amigorena), un romance que aporta suspenso, pero al cabo resulta un endeble núcleo dramático para una película donde lo mejor es el contexto.
En el año 1955. En un pueblo de Paraguay, San Bernardino, fundado por colonos alemanes, y durante los primeros años de la dictadura militar del general Stroessner, sus habitantes transcurren sus días alejados del mundo. Justino acaba de perder a su padre, y como único hijo varón, debe salir a trabajar como cartero, mientras termina sus estudios primarios en la escuela alemana del pueblo. Repartiendo cartas conoce a un misterioso personaje, a quien algunos habitantes lo acusan de ser un criminal durante la segunda guerra mundial. Esta película es una colaboración entre Argentina y Paraguay, dirigida por Arnaldo André y protagonizada por Julieta Cardinali, Mike Amigorena y Diego Gonzalez. Basada en hechos reales, la película transcurre en San Bernardino, un pueblo de Paraguay donde todos se conocen entre todos. Justino (Diego Gonzalez) es un chico de 11 años que acaba de perder a su padre,por lo que su madre le indica que debe cargarse el papel del hombre de la casa al hombro para mantener tanto a ella como sus hermanas. Toma el puesto del primer cartero del pueblo y así conoce a un ex soldado alemán (Mike Amigorena) apartado de la sociedad. Justino es premiado con una beca en el colegio alemán del lugar, por lo que se reparte entre sus deberes y el trabajo, su maestra Ulla (Julieta Cardinali) despierta su curiosidad y entra en un laberinto de emociones que transmite al espectador de la manera para inocente posible. Lectura Según Justino (2013) es de esas cintas que llegan al corazón sin necesidad de extender su duración o recurrir a desenlaces forzados. Gran acierto del director, emotiva y sincera por donde se la mire.
El reconocido actor paraguayo Arnaldo André, que cautivó al público argentino durante décadas, en reconocidas telenovelas y obras de teatro, cumplió el sueño de dirigir su primera película Lectura según Justino, basada en su infancia y rodada en su pueblo natal, San Bernardino, durante la dictadura del general Stroessner a comienzos de los cincuenta. En aquel pueblo apasible, fundado por colonos alemanes, Justino de 11 años (Diego González)- el alter ego del director-, vive con sus padres y hermanas. La pérdida repentina de su padre, cambia la vida de todos e interrumpe el paso hacia la adolescencia. Justino queda como el hombre de la casa y comienza a trabajar de cartero, mientras estudia en la escuela alemana. Allí, conocerá a una bella y solitaria profesora de alemán llamada Ulla (Julieta Cardinali). Paralelamente, le lleva correspondencia a Joschka (Mike Amigorena) un ermitaño oficial nazi que, según los habitantes del pueblo, esconde un pasado turbio durante la guerra. En pleno despertar adolescente, el joven quedará en medio de un confuso vínculo entre su profesora y el ex oficial, que está en la mira de todos. Entre el coming of age, el melodrama biográfico, la reconstrucción histórica donde convivían colorados y liberales, los lazos entre Argentina y Paraguay -a través de la Fundación Evita- y cierta intriga detrás de los alemanes y de un crimen en el lugar, se desarrolla una película donde se fusionan todos los elementos característicos de las telenovelas. Lectura según Justino opta por un relato que, desde lo formal, se acerca más a lo televisivo, con una puesta en escena que tropieza en varios sentidos. El tiempo narrativo fluye con algunos cambios de registro repentinos, que dificultan la continuidad; recurre al efectismo de ciertos planos pictóricos, y cae en el subrayado musical para enmarcar las imágenes. El elenco acompaña el desarrollo de la historia, sujetos a un guion que se desvía hacia subtramas, restándole solidez y direccionalidad al núcleo principal. Luego de varios años de su estreno en Paraguay, Arnaldo André ofrece una mirada nostálgica y romántica sobre sus recuerdos de infancia y adolescencia, para hablar, entre otras cosas, sobre la superación personal, la importancia en la educación y la contención familiar. LECTURA SEGÚN JUSTINO Lectura según Justino. Argentina/Paraguay, 2013. Dirección: Arnaldo André. Guión: Arnaldo André, Gustavo Cabaña. Intérpretes: Julieta Cardinali, Mike Amigorena, María Laura Cali, Edgardo Moreira, Diego González. Fotografía: Hugo Colace. Música: Derlis Gonzalez. Montaje: César D`Angeolillo. Producción: Arnaldo André, Ignacio Echegoyen. Duración: 94 minutos.
Dirigida por el popular actor de telenovelas Arnaldo André, "Lectura según Justino", es una drama apacible, semi autobiográfico, sobre la niñez del director, con algunos aciertos técnicos, una revelación actoral infantil, y un planteo ideológico algo cuestionable. Alguien dijo alguna vez, sino sabés de qué escribir, escribí de vos mismo. No sabemos si Arnaldo André habrá pasado por ese bloqueo creativo, lo cierto es que para su debut como director y guionista, decidió recrear ficcionalmente parte de su infancia en el país vecino de Paraguay. Es lógico que uno tenga recuerdos entrañables de su propia infancia, y es así como el Paraguay que presenta Lectura según Justino se ve tan apacible como idílico, aunque el contexto nos haga pensar que quizás no haya sido tan así. Entendemos, ante los ojos de un niño todo es inocencia. La historia de sitúa en el pequeño pueblo de San Bernardino, limítrofe con Argentina. Allí se ha instalado una colonia alemana en épocas de la post guerra, 1955 para ser exactos. Allí vive Justino (Diego Gonzales), el Arnaldo André ficcional, junto a su numerosa familia que la pelea día a día para sacar a sus hijos adelante. Justino acaba de perder a su padre, y su madre (una excelente labor de María Laura Cali), le dice que de ahora en más, él será el hombre de la casa, siendo apenas un niño. La mujer quiere lo mejor para él, y es por eso que decide cambiarlo de colegio y enviarlo a un liceo alemán haciendo el mayor de los esfuerzos. Fuera del horario escolar, Justino colabora en su casa siendo el ayudante de cartero del pueblo. "Lectura según Justino" se divide claramente en dos tramos. Por un lado, pinta un fresco muy naturalista y amable de la vida por esos años en San Bernardino. Con las mujeres como presencia fuerte, por lo menos en la vida de Justino (¿será por eso que luego el Justino real se convertiría en galán de telenovelas?), y el proselitismo proveniente de Argentina con una vista ambígua. Justino está rodeado por su madre, sus tías, sus vecinas, y todas de alguna manera son la presencia fuerte que guía el hogar y forman a sus hijos. Largas secuencias de ellas lavando la ropa a orillas del río, dando consejos mientras cocinan, u ocultado sus penas. Claro, esto no es "Dolor y gloria" de Almodóvar ni intenta serlo, André busca hacer una evocación más simple sin anclajes en el presente ni sublecturas profundas. También es el comienzo de un despertar sexual, o interés en el sexo opuesto para Justino; quien comienza interesándose con la única compañerita que lo acepta de entrada en el nuevo colegio. Casi que de inmediato la considera su novia sin siquiera haberse besado. Pero comienza a tomar fuerza otra figura, la señorita de lengua y literatura Ulla (Julieta Cardinali). Es posible que André no haya sabido cómo seguir con el relato de su infancia, y así, casi a mitad del film, introduce una historia en donde Ulla (de la que Justino se irá tiernamente enamorando) les pide como tarea traer un texto en alemán, y Justino los consigue en forma de poemas escritos en puño y letra por Joschka (Mike Amigorena) vecino del pueblo, refugiado nazi. Hay una historia de amor entre Ulla y Joschka, y Justino, voluntaria o involuntariamente se convertirá en el mensajero. Este segundo tramo del film quizás sea el más problemático. Desde "Espérame mucho" a "Malena", pasando por "Cinema Paradiso", hay muchas películas volcadas a una evocación histórica desde la infancia, la mayoría con impronta de neorrealismo italiano, algo de lo que "Lectura según Justino" intenta beber a su modo. Pero se hace difícil dejar pasar algunas cuestiones, como mínimo, llamativas. La historia de lectura según Justino se ubica en un contexto de colonias de refugiados nazis, una dictadura militar atroz en Paraguay como la de Alfredo Stroessner, y Perón en Argentina a punto de sufrir el bombardeo a Plaza de Mayo y posterior derrocamiento por la mal llamada Revolución Libertadora. De todo esto, el film hace una lectura (valga la redundancia) un poco superficial, tratando de eludir lo más posible aunque se vuelque de lleno en el centro de su historia, y hasta quizás dando un visto bueno. A Joschka se evita mostrarlo con excesiva parafernalia nazi, aunque por si no queda claro en el film, el afiche con una edición cuestionable aclara cualquier duda. A Stroessner se lo menciona poco, hay alguna lectura sobre los trabajadores explotados, pero nada muy incisivo. En la pata argentina, Edgardo Moreira compone a un peluquero argentino que vive en San Bernardino, peronista con cierto aire de chanta que colabora con un intendente con pocas luces, y reparte el proselitismo encubierto en ayuda social. Con un pie adentro y otro afuera, Lectura según Justino critica, aunque lo hace por detrás y en forma de burla amable. Por el resto se trata de un film tranquilo, que no llega a atrapar, aunque tampoco aburre en gran medida. André sabe cómo hacer para que esas escenas de las rutinas trabajadoras se fortalezcan con diálogos potentes, si bien algo clichés. La historia de amor entre Ulla y el refugiado nunca a llegar a tomar la fuerza necesaria, se siente impostada, y ninguno de los dos llega a conmovernos. En los secundarios y en los actores infantiles, "Lectura según Justino" encuentra su fuerza interpretativa. María Laura Cali, Moreira, y las pequeñas participaciones de Loren Acuña y Lali Gonzales se muestran con mucha frescura y solidez. El niño Diego Gonzales tiene la difícil labor de cargarse el film al hombro y se muestra con llamativa madurez. Julieta Cardinali, y sobre todo Mike Amigorena, están por debajo del resto, no amoldándose a lo que se solicita, con performances bajas. Filmada en un tono sepia adecuado, y con una banda sonora que arropa (aunque a veces es algo invasiva y subrayada); "Lectura según Justino" parte de un buen punto y se va perdiendo en trayectos que la desinflan y la llevan hacia zonas demasiado grises.
El mensajero del amor. Lectura según Justino es la opera prima de Arnaldo André, una coproducción entre Paraguay y Argentina estrenada en el 2013 que llega a nuestro país con seis años de retraso. El protagonista de esta historia es el en ese entonces adolescente Diego González, y lo acompaña un elenco conformado por Mike Amigorena, Julieta Cardinali, Celso Franco, Edgardo Moreira, Lali González, Javier Morga y Martín Sochi entre otros. La historia, escrita por Arnaldo André junto con Gustavo Cabaña, transcurre en el pueblo de San Bernardino una colonia alemana ubicada en Paraguay, en 1955, durante el gobierno del general Alfredo Stroessner, dato fundamental para entender el contexto en el que transcurre. Y es allí donde el joven Justino se convierte sin darse cuenta en el mensajero de cartas de amor entre Ulla (Julieta Cardinali), su maestra de alemán, y Joschka (Mike Amigorena), un misterioso vecino. Además, a la manera del cine clásico italiano, vamos conociendo a los diferentes vecinos del lugar y sus respectivas historias, en una serie de tramas secundarias que retratan la vida cotidiana del pueblo, con una gran variedad de personajes pintorescos. Lo primero que vale la pena destacar es la influencia del cine italiano, ya que en la relación entre Justino y su maestra Ulla recuerda a la de la película Malena, de Giuseppe Tornatore, por dar solamente un ejemplo. Esto trae como consecuencia esta visión nostálgica de la infancia plasmada en la puesta en escena con una fotografía compuesta de tonos cálidos donde la violencia queda fuera de campo. Pero el problema principal de Lectura según Justino es que las tramas secundarias se deslucen, a pesar de contar con personajes interesantes. Porque estas aparecen de forma desordenada, haciendo que la trama principal pierda peso dramático o dejando inconclusas algunas de ellas, en las que se podría haber ahondado en la relación entre su protagonista con sus familiares y amigos. En conclusión, Lectura según Justino refleja con nostalgia el lugar donde transcurrió la infancia de su director con una propuesta estética que recuerda al cine de Lucrecia Martel. Y para ello usa como excusa una historia de amor que le otorga una trama principal, que se diluye de forma desordenada junto con varias subtramas, lo que dispersa la narración. Pero también demuestra el enorme potencial que tiene Arnaldo André como director, quien en el futuro puede llegar a hacer películas todavía más interesantes.
Cinco años después su estreno en Paraguay, llega a las salas argentinas el debut en la dirección del popular actor Arnaldo André. La película, de inspiración autobiográfica, narra la adolescencia de un joven que, tras la muerte de su padre, ingresa en un prestigioso colegio en San Bernardino, una colonia fundada por alemanes y suizos a fines del siglo XIX. El telón de fondo es la dictadura militar del general Alfredo Stroessner, y la trama, más allá del típico anecdotario pueblerino que tiende algunos puentes hacia el humor, incluye una intriga relacionada con un personaje misterioso que despierta sospechas en torno a un pasado tenebroso durante la Segunda Guerra Mundial.
Por fin se estrena esta película que dirigió Arnaldo André que escribió el guión junto a Gustavo Cabaña. Una historia que tiene muchos elementos autobiográficos, unido a leyendas de criminales nazis refugiados en el pequeño pueblo donde nació, más situaciones que recrearon para emoción de los lugareños una procesión famosa. André se juega en este film de gran producción, que tanto le costó estrenar en nuestro país, luego de un éxito muy fuerte en su Paraguay natal y un recorrido por festivales internacionales. La acción situada en l955, meses después del golpe de estado que inició la dictadura de Stroessner, antes del golpe de estado contra Perón, tiene muchas referencias históricas en relación a Paraguay y Argentina. La ambientación es realmente rica y el elenco muy bien elegido. Mike Amigorena brilla en su composición de un alemán hosco y sospechoso de crímenes de lesa humanidad, Julieta Cardinale le otorga los matices necesarios a su profesora de alemán, misteriosa e inaccesible. Sospechas y acusaciones, un asesinato atroz y un pasado terrible proyectan su sombra en una relación muy particular. En ese ambiente Justino transitara su adolescencia, la mayor oscuridad en un entorno brillante y alegre, en una naturaleza que despliega su exuberancia, con una muy buena fotografía. Auspicioso debut como director de Arnaldo André.
A través de un personaje ficcional, Arnaldo André revive su infancia. Porque son sus propios recuerdos los que cuenta en esta obra. Ilusiones, costumbres, un pueblo todavía chico, San Bernardino, a orillas del Ypacarai, que entonces era totalmente azul, las siestas, las chanzas de las mujeres lavando ropa en la orilla, la escuela alemana “Johann Heinrich Pestalozzi”, que aún existe, y amable, levemente caricaturizados, personajes como el comisario, el peluquero, el cura, o el soldado que asustaba a las chicas con su pretendida visión de rayos X. Junto a esos recuerdos agradables están otros, de cosas que aquel niño no llegaba a entender. Haría apenas su lectura, de ahí el título, su interpretación ingenua, incompleta. Por ejemplo, la vida de los residentes alemanes (ellos fundaron el pueblo, ahí descansa el cuñado de Nietzsche, quizás ahí se refugió cierta gente después de la guerra), y su lengua, más difícil que el guaraní, o las charlas de los mayores sobre política (Stroessner estaba en sus comienzos, la Fundación Eva Perón llegaba hasta Paraguay, liberales y colorados chocaban entre sí, los pobres seguían siendo pobres). Y la muerte. La del padre, lo que convierte al niño en el hombre de la casa. Luego, otras dos. Como en una obra de Losey, algo más, no llega el niño a comprender en su momento, y es la relación de dos figuras trágicas, la maestra reprimida y el guerrero exiliado, que solo se comunican mediante poemas de Schiller (“Éxtasis por Laura”, “La partición de la tierra”) que el niño lleva sin advertir lo que eso realmente significa. El amor, la soledad, acaso. Así, envuelto en la mirada costumbrista, está el aceptado drama de la vida. La lectura se completa recién con los años. Buena película, que despierta sonrisas y dolores. Se estrenó allá hace cinco años, pero acá recién le dieron sala. Quizá por eso André no hizo otra. O quizá solo quiso hacer ésta, como otros escriben sus memorias. Lo ayudaron muy bien Hugo Colace, director de fotografía; el recordado César D’Angiolillo, editor; Julieta Cardinali, Mike Amigorena, Loren Acuña, Calolo Rodríguez, Ramón del Río, Jesús Pérez, los entonces chicos Diego González, Celso Franco, Lali González (estos últimos, luego protagonistas de “7 cajas”). A descubrir, el amistoso cameo de Luisa Kuliok, chipacera con un cigarro en la boca.
Con seis años de retraso llega a la cartelera argentina la primera película de Arnaldo André como director, un melodrama basado en un caso real. Justino es un niño que vive durante la década de los 50 en San Bernardino (Paraguay), un lugar donde no pasan muchas cosas y lo más interesante es una fiesta del pueblo o la llegada de la Virgen de Caacupé. Después de la muerte de su padre, y entre su trabajo como cartero y la escuela alemana donde empieza a estudiar sin saber nada de ese idioma, es que se sucede la película. Pero lo que era, a simple vista, un coming of age se va difuminando cuando otras historias que parecían ser secundarias comienzan a tomar protagonismo. Porque más allá de que el niño conoce en la escuela a una chica que se convierte en su primera ilusión amorosa, pronto el foco estará en otra historia de amor: la de su profesora y un misterioso ex oficial nazi escondido. Con la excusa de trabajos escolares comienzan a escribirse cartas en alemán que Justino no entiende y cuya función, por lo tanto, tarda en comprender. Así que pronto él se convierte en un mensajero entre ambos. En el medio se van sucediendo otras cosas pero es esta historia protagonizada por Julieta Cardinali y Mike Amigorena, ambos forzando extraños acentos, la que se vuelve central. Y Justino, el que mira y observa, y la trama de su despertar sexual se ve opacada. Mientras la que pretende ser la trama principal nunca acaba de desarrollarse, hay una galería de personajes que terminan de pintar la época y el contexto, pero todo se va sintiendo un poco superficial, anecdótico. A nivel estético y narrativo el film tiene un estilo telenovelesco, apenas un poco más sobrio. La puesta en escena y los vestuarios de época lucen muy precisos. La banda sonora de Derlis González parece un poco invasiva al principio, pero consigue, de a poco, amoldarse al relato. La ópera prima de Arnaldo André es un relato sencillo y tierno al que le faltaría un poco más de profundidad a la hora de tratar ciertas temáticas.
"Lectura según Justino": recuerdos de pubertad Acompañado por un valioso equipo técnico, la primera película como realizador del ex galán tiene varios aciertos, empezando por la fluidez del relato. Arnaldo André, hombre de muchas vidas. Uno de los galanes esenciales de la telenovela argentina desde mediados de los 70 y veterano actor de carácter en cine a lo largo de la década pasada, con Lectura según Justino el ex “galán de las cachetadas” debuta como realizador y coguionista cinematográfico. O debutó, mejor dicho, teniendo en cuenta que de acuerdo a lo que informa Wikipedia, la película que ahora se conoce en Argentina se estrenó en Paraguay seis años atrás. En su ópera prima como realizador, el actor más famoso del Paraguay apuesta al relato clásico. Cine de época, cuento de iniciación, con un melodrama con todas las letras incluido, a modo de relato colateral. Suerte de Amarcorda pequeña escala, en Lectura según Justino André (Andrés Pascua Zaracho, si se prefiere) recuerda su propia pubertad, trasponiéndose en el personaje que da título a la película (Diego González). Es el año 1955 en el pequeño pueblito de San Bernardino, a orillas del célebre lago de Ypacaraí, y el padre de Justino, que trabajaba como sastre, acaba de fallecer. Tal como se estilaba en la época, Justino, único hijo varón, pasa a ser, según le dice su madre (María Laura Cali), “el hombre de la casa”. Gracias a una recomendación ingresa en la selecta Escuela Alemana, que se convertirá más tarde en el Colegio Pestalozzi de esa localidad y donde tendrá como maestra a Frau Ulla (Julieta Cardinali). De modo comprensible, Justino se enamorará de ella, antes que de una linda compañerita que muestra interés en él. Se convertirá, sin darse cuenta, en intermediario romántico entre Frau Ulla y un emigrado alemán que vive apartado. Se llama Joschka, lo personifica Mike Amigorena y aunque parece demasiado joven para el puesto, se sospecha que puede haber sido criminal de guerra. Cuando un niño de la localidad aparezca colgado de un árbol, todas las sospechas recaerán sobre él. Pertrechado con un equipo técnico de primera línea, el debut de André como cineasta tiene varios aciertos. El relato fluye y varía de tono con sobriedad, oscilando entre algún toque de humor, una pizca de costumbrismo y el melodrama más canónico. El recuerdo personal le permite a André algunas pinceladas que están entre lo folklórico, lo arqueológico y la referencia política (gobierna Stroessner y la colonia alemana es numerosa). Las actuaciones son ajustadas --aunque no se justifique el acento porteño de varixs de lxs actores y actrices argentinxs-- y entre ellas se destaca la de Diego Rodríguez, dueño de la dosis justa de retraimiento y picardía. Las escenas en el muelle, iluminadas con una luna deliberadamente artificial y recortadas sobre un lago de croma, se lucen muy particularmente (gentileza del experimentadísimo DF Hugo Colace), recordando que el melodrama es un género de naturaleza manierista. Donde Lectura según Justino (título intrigante) no llega a hacer pie del todo es en su historia central, que a pesar de la sensibilidad del protagonista tiende a ser desplazada por sus ramas subsidiarias, como la historia de amor paralela y la del niño muerto.
La película transcurre en el año 1955, el San Bernardino, Paraguay. En esta comunidad conviven colonos alemanes con las familias paraguayas. En ese lugar está Justino, un niño a punto de entrar en la adolescencia y que ha perdido a su padre, lo que lo obliga a madurar antes de tiempo. Justino consigue entrar en el colegio alemán del lugar, donde empieza a sentirse atraído por un compañera de escuela a la vez que se fascina con su maestra. Pero la maestra se siente atraída, a su vez, por la figura de un solitario alemán vinculado con el nazismo. El director Arnaldo André, famoso por su extensa carrera como actor, construye de forma sobria una historia de recuerdos de infancia. No pretende construir una obra maestra ni llamar la atención sobre su propio trabajo. Cuenta de forma sincera y auténtica un mundo al que parece sentirse muy apegado. Las imágenes de ese pasado, plagadas de detalles de época, no están mostradas desde la mirada adulta y ya pensada del director, sino de cómo las veía en la infancia. No hay una mirada que juzgue, solo una contenida y cálida memoria de los años claves en la vida de un niño, justamente cuando deja de serlo. El casting de la película es muy bueno y el niño protagonista tiene todos los elementos para sostener lo mencionado en los párrafos anteriores. Que el realizador haya sido más fiel a los recuerdos de la infancia que a juzgarlos del presente hace que la película no cargue las tintas sobre lo político sino que se acerque más a la belleza y las posibilidades del cine. Como un Amarcord de perfil bajo, la historia es un viaje al pasado visto con ternura e inocencia.
El famoso actor paraguayo Arnaldo André hace su primera incursión cinematográfica detrás de cámara, en el doble rol de director y guionista, construye un relato que tiene, al parecer, mucho de autobiográfico. Las acciones transcurren en 1955 Justino (Diego Gonzalez), el personaje principal, tiene 12 años, los mismos que en esa fecha tendría el responsable último del filme. El lugar es San Bernardino, un pueblito en Paraguay, fundado por alemanes, en el límite con Argentina, esta referencia es importante, pues todo transcurre después del golpe militar de Alfredo Stroessner en Paraguay, y antes del derrocamiento por la misma vía de Juan Perón en la Argentina, de ahí que la recurrencia a Eva Perón suena más como símbolo que como icono y no se ve forzada. El padre de Justino acaba de fallecer, la madre lo aplica como el nuevo hombre de la casa, al tiempo que deseando lo mejor para él lo inscribe en la escuela alemana del pueblo. Él no se desentiende de su trabajo cotidiano de ayudante del cartero, repartiendo la correspondencia fuera del horario de clases. El filme tiene el grave problema de aparecer desde su estructura narrativa, presentación, desarrollo de los personajes y del conflicto como anticuado, no que sea el estilo de ese momento, sino más bien de los años ‘60/70. Desde este punto es que la redundancia de algunos elementos no ayuda a la progresión dramática del relato, al mismo tiempo que las subtramas por momentos se superponen en importancia con la trama principal, no confunden pero se muestra tedioso. El relato que impulsa al texto pasa en momentos por la experiencia propia y su mirada por un mundo por descubrir, en ella se interpone su profesora de alemán, Ulla (Julieta Cardinali), quien pide a sus alumnos traigan textos en alemán. Justino sin acceso a ese material recurre a Jocksa (Mike Amigorena), un germano con pasado nazi, refugiado que se oculta en ese perdido pueblo, a quien Justino le entrega cartas y quien comenzara a entregarles poesías del poeta teutón Friedrich Schiller, el autor de la “Oda a la alegría ”, incluida por Ludwig Van Beethoven en su Novena Sinfonía. El trabajo de Justino hará que comience un contacto epistolar entre la profesora y el enigmático refugiado, subtrama que desplazara por momentos a la principal. Lo mejor del filme se encuentra en la recreación de época, la escenografía y vestuario, también es acertado el tono pastel de la dirección de fotografía. No sucede lo mismo con el diseño de sonido, a la corrección del sonido en tanto técnica, mientras que la banda de sonido no aporta nada. En tanto en el rubro de las actuaciones se siente muy despareja, mientras el joven Diego Gonzáles sorprende, la performance de Julieta Cardinali es correcta, Mike Amigorena aparece constantemente incomodo en el papel, como forzando un personaje que parece haberlo superado. Todo esto cobraría real validez si estuviera sosteniendo un buen guión expuesto en la estructura narrativa audiovisual, al no suceder la realización se torna por momentos aburrido, incluyendo el final casi abrupto que deriva en una intriga como para darle algo de suspenso, pero tampoco esto se logra. Una lástima, pues la idea en su presentación parecía que daba para más.
Estamos en la década del "50, Justino tiene 11 años y cuando su padre muere, por ser el único varón de la familia, debe tomar la responsabilidad del grupo familiar. En el pueblo de San Bernardino (Paraguay), el chico se ocupará de ayudar en el Correo y estudiar en una escuela alemana, herencia de la fundación del pueblo por Santiago Schaerer, inmigrante de ese origen. La película recorre el pasaje en que la preadolescencia del niño se manifiesta, con la primera noción de responsabilidad familiar y el surgimiento de la sexualidad como núcleos temáticos. Personajes como la maestra, la madre, sus compañeras de colegio, el comisario y el barbero serán descriptos de manera costumbrista y con algún toque de humor. En la segunda parte su inconsciente papel de generador de un romance entre la maestra y un refugiado nazi darán forma a este melodrama sencillamente contado, con una puesta en escena atractiva y formalmente impecable. OPERA PRIMA El director de "Lectura según Justino" es Arnaldo André, nacido él mismo en San Bernardino y llegado muy joven a la Argentina en la década del "60, donde se convertiría en sinónimo de teleteatro junto con Alberto Migré y Abel Santa Cruz. Los habitués de la televisión no pueden olvidar títulos como "Piel naranja", "Pobre diabla" o "Amor gitano", que lo tuvieron como intérprete. André, en un nuevo registro, utilizó vivencias personales en este relato autobiográfico incorporando elementos ligados al folclore lugareño y observaciones históricas relacionadas con el gobierno de Stroessner, la actuación de la Fundación Eva Perón en la región, junto con la presencia del nazismo (recordemos que Bernhard Forster, fundador de una "comunidad aria pura" en Paraguay, con su esposa, hermana de Nietzsche, se suicida en el Hotel del Lago de San Bernardino, luego de fracasar su proyecto).
Arnaldo André debuta como director de cine con una película autorreferencial: la acción se sitúa en su pueblo natal y está filmada con estética de telenovela. “Lectura según Justino” transcurre en 1955, en San Bernardino (Paraguay). Allí vive Justino, un adolescente humilde que empieza a estudiar en un prestigioso colegio alemán, donde toda su atención se centra en una profesora. El filme está lleno de referencias a la historia paraguaya, desde el golpe de Stroessner hasta las peleas entre liberales y colorados. Tampoco falta el personaje argentino (un peluquero peronista) ni el comisario torpe. Pero todo se reduce al anecdotario pueblerino sin mayores matices, y la intención de crear suspenso a través del personaje de Mike Amigorena (un nazi escondido en Paraguay) sólo funciona hacia el final (de telenovela) de la película.