Las películas protagonizadas por animales son un género de golpe bajo fácil y un público cautivo que responde a ellos. Quién no ama a los animales no le verá sentido alguno y quien los adore encontrará en cada escena motivos suficientes para emocionarse, pasando de la ternura a la angustia sin escalas. Mis huellas a casa (A Dog´s Way Home, Estados Unidos, 2019) es una historia que utiliza casi todos los trucos existentes para conmover al espectador que ame a los perros. Para empezar, el primer truco es que escuchamos los pensamiento de Bella, la perra protagonista de la historia. Sus reflexiones, llenas de licencias poéticas, son básicas y sin excesos, pero el escuchar la voz interior de una perra es sin duda el sueño de cualquier humano perruno. Con eso es fácil que un guionista use todos los recursos que tiene a mano para hacer reír, emocionar hasta la catarata de lágrimas y también angustiar mucho. Todas las películas tienen trucos, no es en sí mismo algo malo, y tampoco está mal que se elija a una perra para protagonizar una historia. El cine no has enseñado que desde un héroe mitológico a una pelota de voleibol pueden ser motor de las reflexiones de un realizador y conmover a los espectadores. Bella es una perra que está a gusto con Lucas, su dueño, estudiante de medicina, y demuestra en su vida cotidiana una sensibilidad no solo con su mejor amigo sino también con otros animales y con un grupo de veteranos de guerra con estrés post traumático. Pero un vecino que intenta desalojar un predio con animales generará un problema con Bella que deberá separarse de Lucas y emprenderá una aventura descomunal intentando regresar a casa, no importa cuánto tiempo lleve, no importa cuánto cueste. Un tema universal, tan antiguo como el ser humano, no importa que acá esta tenacidad esté mostrada con un perro. Entretenida, simple, hecha para agradar a su público, la historia es bastante sobria, tiene elementos de los viejos films de los estudios Disney ambientados en la naturaleza y no cae nunca en un momento traumático o perturbador para los espectadores. Es posible que algo de eso se deba a su director, Charles Martin Smith (sí, el actor de American Graffiti y Los intocables) quien ha dirigido varios films que giraban en torno a la figura de un animal. Como alguien que respeta a los animales, evitar locuras efectistas o momentos de espanto. Aun con el sufrimiento que uno siente en cualquier film por el riesgo que sufre el protagonista, acá desde el vamos la idea fue anticipar la trama, tanto en el adelanto del film como en todas las comunicaciones que se han hecho previas a su estreno.
Los fuertes lazos afectivos que se generan entre un perro y un ser humano, conmueven a quienes los consideran parte de la familia. Para ellos está dirigida esta producción sobre la fortuna de sentir esa singular conexión, que se traduce en un vínculo genuino de por vida. Mis huellas a casa (A dog´s way home, 2019), nos relata la increíble travesía de Bella, una perra valiente que deberá recorrer un extenso camino, superar obstáculos, hacer nuevos amigos y vivir una divertida aventura, para encontrar a su dueño o papá Lucas (Jonah Hauer-King), un joven estudiante de medicina. Luego del éxito de La razón de estar contigo (A dog´s purpose, 2017), -en donde un perro tiene como meta descubrir el propósito de su vida a lo largo de varias vidas-, el guionista W. Bruce Cameron nos entrega otra historia relatada desde la perspectiva de un perro real. Desde el comienzo, la película conmueve con el nacimiento de ese amor incondicional, fruto de una primera mirada entre Bella y Lucas. Ambos entregan su corazón sin medida y propone a los espectadores la tarea de mirar este film a corazón abierto, permitiendo que nos invada esa magia que traspasa la pantalla a través de la transparente mirada de Bella y de sus inocentes opiniones acerca del mundo. Una historia que habla sobre la capacidad de un perro de amar con sinceridad y sin condiciones, algo que quizás los seres humanos debamos aprender, ¿Con cuántas personas podemos afirmar que tenemos una relación al menos similar?
Recuperando un estilo de cine familiar, que predica valores a partir de una historia protagonizada por animales, no es casual que al ver Mis huellas a casa uno se pierda en el tiempo sin poder dilucidar en qué año se la está viendo. Su estructura clásica simple, y la linealidad de la narración, no hacen otra cosa que evocar a otros miles de films iguales, apelando al refuerzo de estereotipos y situaciones emotivas para consolidar un producto específico para los más pequeños de la familia que disfrutarán con las desventuras de Bella y Lucas.
En busca de su dueño “Mis Huellas a Casa” (A Dog’s Way Home, 2019) es una película familiar de aventuras dirigida por Charles Martin Smith y co-escrita por Cathryn Michon y W. Bruce Cameron. Está basada en el libro homónimo de este último, el cual fue publicado en mayo de 2017. El reparto incluye a Jonah Hauer-King, Alexandra Shipp (Yo Soy Simón), Ashley Judd (Divergente), Edward James Olmos, Chris Bauer, Wes Studi, Brian Markinson, entre otros. La voz del animal principal es puesta por Bryce Dallas Howard (Eclipse, Historias Cruzadas). La historia se centra en Bella, una cachorra que es rescatada por Lucas (Jonah Hauer-King) de debajo de una casa destartalada donde convivía con gatos. Con su mascota ya crecida, Lucas y su madre Terri (Ashley Judd) tendrán que lidiar con un vecino malhumorado que exige que la perra sea capturada por considerarla pitbull (en la zona donde viven esa raza está prohibida). Para protegerla, Lucas le pide ayuda a Olivia (Alexandra Shipp), su amiga del trabajo que llega a la conclusión de que la única manera de que el animal esté a salvo es que pase un tiempo con sus parientes, los cuales viven en Farmington, Nuevo México. Aunque allí Bella tiene una vida tranquila, el echar tanto de menos a su verdadera familia la impulsa a escaparse y encontrar el camino a casa, un recorrido que será demasiado cansador como extenso. Difícil es que las historias que cuentan con animales reales como personajes no nos gusten ni lleguen al corazón. “Fluke” (1995), “Marley y Yo” (Marley & Me, 2008) y “Siempre a tu Lado” (Hachi: A Dog’s Tale, 2009) son solo algunos ejemplos de filmes que hicieron sacar más de una lágrima a los amantes de los perros. Incluso la más reciente “La Razón De Estar Contigo” (A Dog’s Purpose, 2017), también basada en un libro de Bruce Cameron, a pesar del boicot que tuvo por un video filtrado de maltrato animal en el set, logró salir airosa al brindar una trama tan simpática como tierna. Entonces, ¿hay alguna cinta con animales que pueda salir mal? “Mis Huellas a Casa” llega a la cartelera para demostrarlo. La película es el claro patrón de que no basta con tener a una perra preciosa como protagonista para lograr un buen producto cinematográfico. Con un guión flojo lleno de situaciones inverosímiles y la peor decisión al elegir a Bryce Dallas Howard como la indicada para plasmar en pantalla los pensamientos de Bella, el lindo comienzo del film pronto se diluye en un viaje aburrido y poco interesante para el espectador. Teniendo en cuenta que la mayoría de los demás animales están hechos por computadora, tanto su diseño como los efectos de crecimiento dejan mucho que desear. Esto genera que las escenas que Bella comparte con otras criaturas de cuatro patas, en especial con un puma llamado “Gatito Grande”, se sientan demasiado falsas como para lograr algún tipo de emoción. Por otro lado, la cinta es muy previsible y el paso del tiempo no está bien representado (nunca nos llegamos a creer que en el transcurso de la trama pasaron más de dos años). “Mis Huellas a Casa” ni siquiera cuenta con un desenlace conmovedor que nos haga pensar que la sosa vuelta al hogar valió la pena. Sin embargo, si lo único que buscan con este film es ver a un can en pantalla, la cinta les puede resultar pasable.
Basada en otra novela del autor de "La razón de estar contigo", "Mis huellas a casa", de Charles Martin Smith (director de la genial comedia de terror rockera ochentosa "Trick or Treat"), es un tierno drama con una perra protagonista que, a pura dulzura, surfea algunos inconvenientes. ¿Existe el género de “película de mascotas”? Tengamos en cuenta que, en un 90% se centran en perros, que todas comparten características muy similares, y suelen estar apuntadas a un público cuasi infantil (o ser aptas para su consumo). También es cierto que no son todas iguales, y hay algunas más cercanas a la comedia, y otras al drama… cuando no son un híbrido como el crimen a la sensibilidad traicionada "Marley & yo". Mis huellas a casa es un drama, está pincelado con la ternura edulcorada obvia del caso. Pero no hay lugar a dudas. En 2017, "La razón de estar contigo" adquirió “fama” por dos cuestiones. El argumento que suponía la muerte sucesiva de un perro que iba reencarnando en otros perros hasta regresar a su amo; y el maltrato que uno de los perros recibió durante la filmación. "Mis huellas a casa" se basa en una novela del mismo autor del libro en que se basaba aquella película. Probablemente quiera aprovechar el éxito de aquella (que se sobrepuso a la polémica). Si bien en esta oportunidad no hay perros reencarnándose - ni hay reportes de maltrato durante la filmación – no se crean que estamos frente a una historia en la que el perro la va a pasar bien, casi todo lo contrario. Todo comienza en Denver, Colorado, con una perrita (con la dulce voz de Bryce Dallas Howard) que nace debajo de una casa abandonada en una suerte de condominios, acompañada de su madre pitbull (ella es una cruza) y un grupo de gatos. Pronto comienzan la desgracias y las pérdidas para ella. Control animal se lleva a su madre, y pasará a alimentarse de su “madre gata”. El lugar es visitado por Lucas (Jonah Hauer King) un joven universitario, que junto a su “amiga” proteccionista Olivia (Alexandra Shipp), llevan atún a los gatitos. Cuando se cruce con la perrita, no dudará en llevársela a su casa y llamarla Bella. Pero aquí el asunto. Parece que en Denver los pitbulls están prohibidos, que utilizan la denominación pitbull como algo genérico para denominar razas peligrosas, y que sólo necesitan que tres agentes de control animal digan que el perro es un pitbull para que sea considerado como tal. Esta situación, será utilizada por el dueño de esos condominios que tiene una pica con Lucas y su madre veterana de guerra (Ashley Judd), y junto con un guardia de control animal, harán lo imposible hasta llevarse a Bella. Bella deberá trasladarse unos días a casa de la madre de Olivia hasta que Lucas consiga una nueva casa fuera de Denver. Pero no, en el medio, Bella decide salir en busca de su amo y regresar a su hogar. Lo cual llevará a una travesía más larda de lo esperado. En los grandes saltos temporales que hace "Mis huellas a casa", pareciera que la historia decide enfocarse en los momentos más tristes de la historia de vida de Bella. Todo el ritmo de la película funciona a tracción de lo que podríamos llamar golpes bajos. A Bella la apartan de su amo, se pierde, sigue sufriendo pérdidas. Sin embargo, el tono general de la película, si bien es una suerte de gran golpe bajo, se le reconoce que nunca es demasiado grave, siempre escoge por lo suave; por lo cual, todas las desgracias y vicisitudes adversas podrán ser atravesadas sin que suenen tan a “te voy a hacer llorar como sea”. Claramente la idea de la película es dejar un mensaje de reponerse frente a los momentos duros, continuar y no quebrarse. Muchas veces Bella pudo abandonar su regreso a Lucas, pero es una perrita obstinada. El relato en off en primera persona de Bella como si fuese un cuento, o los capítulos del libro de W. Bruce Cameron (que ya amenaza con ser el Nicholas Spark perruno, dentro de dos meses llega la secuela de "La razón de estar contigo"), funciona siempre, le otorga la inocencia necesaria. Los personajes humanos no adquieren gran peso, pero en su variopinta cantidad, están bien; no suenan forzados. Ni siquiera hay un villano fuerte. Lucas y Olvia tienen una suerte de historia de amor, pero que nunca alcanza vuelo, no es el foco, aunque ambos actores tienen química. En el personaje de un vagabundo interpretado por Edward James Olmos encuentra sus momentos más genuinos. Hay algunas cosas que no funcionan. Situaciones forzadas, inverosímiles, demasiadas casualidades, personajes que desaparecen, y algunos saltos demasiado grandes. Pero el clima tierno y apacible de la propuesta es lo que la hace convincente. Para los seguidores de este tipo de películas, lo que ofrece es justo lo que van a buscar. No engaña ni decepciona. Mis huellas a casa, dirigida por el experimentado en el tema Charles Martin mith ("Buddy Superstar", "Winter" el delfín 1 y 2, y como actor, protagonista del clásico "Never Cry Wolf") parece estar hecha con un manual de “película de perro” bajo el brazo. Busca todos los recursos para ganarnos, hasta una banda sonora (con reversión de "I Want To Be With You Everywhere" de Fleetwood Mac incluida) ganchera. Si aprueba y convence es porque el manual que utiliza es efectivo, y hace bien la tarea. Buena perra.
Detrás de un título local cuya sintaxis choca de frente con las más elementales reglas del castellano hay un relato familiar que busca mover algunas de nuestras fibras más sensibles, sobre todo entre quienes tienen mascotas. Como las experiencias fílmicas de este tipo son múltiples, aparece aquí una variante argumental con la que se procura marcar diferencias: Bella, hermoso ejemplar que un joven estudiante de medicina de Denver encuentra en una casa derruida, puede mitigar el estrés postraumático de la madre del protagonista, veterana de la guerra de Irak. Una serie de equívocos derivados de la prohibición en Denver de la permanencia de ciertas razas caninas en los hogares provoca el extravío de Bella, que comienza una aventura por la geografía rural de Colorado y es forzada a viajar 800 kilómetros en busca del reencuentro con los suyos. Abundan las previsibles situaciones en las que Bella queda expuesta a situaciones casi insuperables de peligro y abandono, pero la inevitable tentación de caer en la manipulación emocional muchas veces se sortea gracias a una rara virtud: dejar a la vista la tensión entre leyes humanas y naturaleza animal. En sus mejores momentos, esa idea de libre albedrío es el mejor antídoto contra los peores golpes de efecto. Con todo, el abuso de la voz en off de Bella puede funcionar como molesta contraindicación.
Dicen que no hay nada peor para un director de cine que trabajar con chicos y con animales. Pero los perros, que son los mejores amigos del hombre, han protagonizado centenares de películas, llámense Benji, Marley, Lassie, Rin Tin Tin o Bella, que es como Lucas le puso a una cachorrita que vivía en lo que quedó de una casa derrumbada y abandonada. Lucas, que no es un chico -por lo que el 50% de la regla no escrita de no trabajar con… no se cumple-, vive justo, pero justo frente a ese terreno donde un emprendedor quiere hacer un edificio. Pero como ahí hay gatos viviendo, parece que en Denver, Colorado, no se puede. Y se los quiere quitar de encima como sea. Tambien en Denver, Colorado, si uno tiene un pitbull (eso es lo que se entiende en el, diantres, recórcholis, doblaje de Mis huellas a casa) parece que se lo pueden quitar si luce amenazador. No puede deambular por la calle. Bella no es un pitbull ni por asomo, pero el malo (de apellido Beckenbauer, sí, como el capitán de la Selección alemana campeona de fútbol en 1974) hace todo lo posible para que, primero la encierren, y luego vengan con eso de que si-está-en-la-calle-la-sacrificamos. Así que Lucas, que trabaja en un centro de atención a veteranos de guerra, donde su mamá (Ashley Judd) hace terapia, consigue otro hogar a 600 kilómetros de ahí, hasta que vean cómo resuelven el asunto. Por supuesto que si la película se titula Mis huellas a casa, Bella se escapará de su nuevo hogar (donde la tratan re bien, ¿eh?) y pondrá rumbo hacia la casa de Lucas. En el camino, en la ruta, casi que se cruzan, porque justo, pero justo, ¿eh? Lucas iba con su novia a buscar a Bella. Ah, un dato no menor es que Bella, como Mister Ed, el caballo con voz, habla. Habla pero Lucas y los humanos no la escuchan. Sin GPS ni Waze, Bella emprende el retorno a su casa en Denver. Como cada acción que hacía con Lucas para ella era como un juego, éste será Vuelve a casa. Aunque básica en la trama -se encuentra con otros perros, come de basureros, se hace cargo de un cachorro de puma (bueno, esto no es muy natural, pero pasa), la adoptan sucesivamente una pareja gay y un hombre sin hogar y así, hasta que, se imaginarán como termina- Mis huellas a casa no deja de ser emotiva. Obviamente está destinada a corazones sensibles o que habiten cuerpos de menores de 13 años. Las caritas de Bella son impagables, ya crecida o cuando era cachorrita, y las expresiones del puma (¿es realizado por computación?) también. Si le gustan los animales, vaya con sus hijos o búsquese un sobrinito. Mal no la van a pasar.
Mis huellas a casa es una de esas películas que te “van comprando” como espectador ni bien la historia va avanzando. Los primeros minutos de metraje se sienten un tanto viejos, muy “noventosos” de hecho. Porque en esa década hubo más de una producción cuya trama giraba en torno a mascotas perdidas, que tenían que encontrar el camino de regreso hacia sus dueños. Y si bien aquí la fórmula se repite, incluso también el condimento de que el perro tenga una voz humana (que relata todo en off), a la película se la siente moderna. Tal vez es debido a sus escenas en donde se mezcla la acción real con animales creados por CGI, o simplemente porque te emociona mucho. Esta producción está basada en una historia real, que fue pasada a novela por W. Bruce Cameron, a quien ya conocimos por su otro trabajo canino: el best seller A Dog's Purpose que fue adaptado al cine en 2017. El director Charles Martin Smith hace un laburo correcto. Pero es la historia, la empatía y sentimientos de la gente con sus mascotas (o ajenas) las que causarán el vínculo con este film, y lo harán más o menos disfrutable. El cast podría ser cualquiera, y la voz de la perra Bella, provista por Bryce Dallas-Howard, también, porque su tono tampoco tiene nada del otro mundo. Los aplausos para aquí van para los adiestradores y técnicos que supieron captar bien a la mascota. Es una película engañosa, porque te entretiene y te hace llorar, pero sabés que no es buena. La disfrutarán muchos los amantes de los animales.
Película de aventuras perrunas para público infantil y almas sensibles, “Mis huellas a casa” entra en la lista de “Lassie vuelve a casa”, “El viaje increíble”, su remake “Volviendo a casa”, y “Las aventuras de Chatran”. Esta era gatuna pero no importa, porque “Mis huellas a casa” es inclusiva. La perrita protagonista está criada por una gata, caninos y felinos se llevan bien, y los únicos maleducados son unos lobos hambrientos que por ahí andan. Otros maleducados, y con hambre de lucro, unos sujetos que para hacer negocios inmobiliarios quieren desalojar a los animalitos que viven en un baldío. Hay tipos malos, pero también gente buena, que reivindica la especie humana. A señalar, porque es un personaje inhabitual, la veterana de guerra, depresiva, descuidada por los suyos. Los perros saben querer y ayudar a esas personas. Simpática la perrita, pitbull café, muy expresiva, muy bien adiestrada y fotografiada. Medio flojos, los bichos digitales que se insertan en la historia, y el libreto, con el recurso de hacer hablar tanto a la criatura. Lindos los paisajes, emotivo el final, y, por supuesto, ningún animal fue lastimado durante el rodaje (¿Será cierto lo de Chatran? Nunca lo supimos). La historia simplifica una novela de W. Bruce Cameron, el autor de “La razón de estar contigo”, que era más intensa y valiosa. El director es Charles Martin Smith, especialista en films de animales, actor secundario de “American Graffiti”, en adelante, y lejano protagonista de una obra excepcional, “Los lobos no lloran”, de Carrol Ballard.
Película para toda la familia, donde la protagonista, que es la que cuenta el relato, es una perra adorable, que sortea con éxito los peligros, que no se come ni a una ardilla ni a un conejo que persigue y se salva de no pocos problemas. Ninguna señal de alerta para los que no soportan las crueldades de animales. Suficientemente edulcorada como para ir directo al corazón y las emociones, sin ningún disimulo, con todos los clichés del género. Es básicamente una perrita que recorre casi 644 kilómetros para regresar a su casa. Por una ordenanza de Denver sus dueños la llevan lejos, a la casa de unos familiares. La perra, aunque bien tratada solo quiere regresar a su casa y emprende el viaje sola a través del estado de Colorado, donde vivirá muchas aventuras. Integrará una banda de perros callejeros pero con hogar, hará buenas migas con un puma (creado por CGI), enfrentara a unos lobos, sobrevivirá a una avalancha y siguen los obstáculos. Lo dicho, orientada para chicos del best seller de W. Bruce Cameron, adaptado por el y Cathryn Michon, con la dirección de Charles Martín Smith que dejó al delfín Winter por esta perrita.
Está bien narrada, no hace nada demasiado original, hace lagrimear cuando corresponde y provoca esa sonrisa bobalicona que relaja la mandíbula. En Hollywood suceden cosas rarísimas. ¿Se acuerdan de Los Intocables? ¿Se acuerdan del contador al que hacen picadillo en el ascensor? Ese actor es Charles Martin Smith, que además de ser un cumplido secundario (“American Graffitti”, por ejemplo) se dedica a dirigir películas inspiradoras para chicos o comedias con animales, especialmente perros. Se ve que le va bien y es bastante efectivo en ese terreno (lo mejor que hizo es “Mi amigo el delfín”, basada en una historia real y muy bien contada). “Mis huellas…” es la historia de una perrita que, por puro azar, se pierde y tiene que hacer un camino larguísimo y lleno de peligros, problemas y gente a la que inspira para volver. O sea –disculpe estimado milennial/centennial si no entiende la referenia, para eso está Google– un perfecto hijo del esquema Lassie. Está bien narrada, no hace nada demasiado original, hace lagrimear cuando corresponde y provoca esa sonrisa bobalicona que relaja la mandíbula de modo (disculpe que repitamos adjetivos) noble. Semana de films anticuados, sí, qué le vamos a hacer. Al menos funcionan.
Tras las dos entregas de La gran aventura de Winter el delfín, Charles Martin Smith sigue hermanándose con el reino animal adaptando otro bestseller de Bruce Cameron -el mismo autor de La razón de estar contigo que tuvo su versión cinematográfica en 2017 dirigida por Lasse Hällstrom-, esta vez con la aventura de una perra pitbull que tras ser separada de su adorado dueño se embarca en un épico viaje de regreso a casa atravesado medio país, transformando la vida de diferentes personas y adoptando a una puma bebé con la que establecerá una gran amistad. Retomando algunos elementos estéticos y narrativos de films anteriores -como usar la voz humana para transmitir los pensamientos del animal- Mis huellas a casa podría fácilmente relacionarse a la producción de Disney El viaje increíble -1963-, en la que un gato siamés, un Bull terrier y un labrador emprendían un viaje de 400 kilómetros a través de las montañas de Canadá para reencontrarse con sus dueños. Pero en esta ocasión muchos diálogos más allá de ser tiernos llegan a ser superfluos y por ratos innecesarios, sumados a personajes estereotipados políticamente correctos y pocos sutiles -una pareja interracial gay, un mendigo, veteranos de guerra, el villano de la perrera, etc-, adornados con preciosos paisajes y un gran abuso de la música para activar el lagrimón. A pesar de todos sus clichés, el fallido diseño digital de algunos animales que resultan demasiado artificiales y la superficialidad de los temas, resulta suficiente para un público infantil que disfrutara de las monerías del animal y emotivos momentos que enfatizan el poder del amor incondicional entre un perro y su dueño. Un film inclusivo con un final emotivo, cuyo efecto depende de tu amor a las mascotas.
“Mis Huellas a Casa”, dirigida por Charles Martin Smith, es una película que tiene un animal como protagonista y cuando es un perro, más aún sabemos que nos va a hacer emocionar. El film cuenta la historia de Bella, una pitbull que se encuentra en una casa abandonada con gatos. Todo cambia cuando en una de las tantas visitas de Lucas (Jonah Hauer King) para alimentarlos, ella decide salir corriendo a sus brazos. Es así como Lucas, como buen amante de los perros, no puede resistirse y se la queda.
Su desarrollo nos trae a una mascota perdida que obviamente va a emocionar y conmover a todos los espectadores que la elijan. Este tierno perrito para regresar a su casa deberá vivir una travesía más de 600 kilómetros de distancia todo para reencontrarse con Lucas (Jonah Hauer-King) quien lo encontró y lo adoptó cuando era muy pequeño a este Pitbull y nos encontramos frente a una especie de road movie canina entretenida. En esta trama sencilla y previsible, la estrella es Bella (se escuchan sus pensamientos en off), la perra protagonista se luce en cada escena, en ese largo camino que le lleva 2 años y 6 meses se encuentra con distintos personajes: varios lobos hambrientos, un ser egoísta Kurch (Chris Bauer), vive una encantadora amistad con un puma, una pareja amable Gavin (Barry Watson) y Taylor (Motell Foster), un veterano de guerra Axel (Edward James Olmos), entre otros. Además toca temas relacionados con los valores, la amistad, la familia y la importancia de tenerla, de los veteranos de guerra, la comprensión y la tolerancia. Se desarrolla acompañada por un impresionante paisaje, una bella fotografía y banda sonora.
El mundo a través de la mirada animal Del director Charles Martin Smith y el escritor W. Bruce Cameron llega a la pantalla grande Mis huellas a casa, una linda y conmovedora historia, basada en el best seller del mismo nombre. Mis huellas a casa nos cuenta la historia de Bella, una pitbull que encuentra su hogar en manos de Lucas (Jonah Hauer King) y su madre Terri (Ashley Judd) Pero por desgracia, debido a las leyes de su localidad, su hogar está en peligro a lo que la lleva a ser separada de su familia y en el que luego de varios sucesos logra escaparse y emprender un viaje de regreso a casa. El enfoque principal en este film recae en ver el mundo tal como lo hace la inocencia de un perro. Ellos no comprenden los peligros y maldades que acechan en cada rincón del planeta. Bella tendrá bastantes dificultades en el camino y necesitará una ayuda para poder sobrevivir. No obstante, no es todo un mar de lágrimas, así como hay escenas melancólicas, también, hay momentos bellos e incluso graciosos. Bryce Dalla Howard, hizo un excelente trabajo al darle vida a Bella, en donde podemos escucharla través de su voz, teniendo que viajar cientos y cientos de kilómetros, pasando lugares tanto solitarios y hermosos como poblados y temerarios. La música suele aparecer en escenas importantes para recalcar momentos memorables que nos hará marcar esos momentos donde recordará que estamos lidiando con una historia de altibajos. El acompañamiento musical se complementa muy bien en su resultado final. Dado que los perros son especialmente atractivos para los niños, se encargaron de que esta historia pudiera ser entretenida tanto para los niños como los adultos. Es fácil de comprender, está repleta de momentos que se disfrutan mejor en compañía de un ser querido. Vale aclarar que no contiene temas sugestivos ni momentos incómodos. En cuanto a las actuaciones, la mayor parte es Bella a quien vemos en pantalla. Los demás actores van complementado la historia dándole un tono diferente a varias escenas para que no se sienta tan cliché. Un ejemplo que se podría resaltar es la actuación de Edward James Olmos, quien interpreta a un hombre pobre, solitario y lleno de tristeza que encuentra la compañía que necesitaba en Bella. De igual manera existen otros pequeños momentos que le dan fuerza a la trama. Mis huellas a casa no nos ofrece nada fuera de lo que estábamos acostumbrados a ver en este estilo de películas. A pesar de que el CGI es claramente notable por momentos, el film cumple perfectamente con su objetivo y nos hace llegar un lindo mensaje.
El director de “Dolphin Tale” (2011) y “Air Bud” (1997) nos trae otra película centrada en un animal como protagonista. “A Dog’s Way Home” está basada en una novela de W. Bruce Cameron, el mismo escritor de “La Razón de Estar Contigo” (“A Dog’s Journey” en su título original), un relato de sobre un perro que vive varias aventuras en distintas vidas que le toca transitar, obra de fantasía que en pocos meses presentará su secuela en la pantalla grande. Al parecer volvieron a estar de moda este estilo de películas y por eso no tardó en llegar esta especie de spin-off del escritor de la saga canina. El problema de este tipo de films es la manipulación emocional, los golpes bajos y el sufrimiento por el que se hace marchar tanto al personaje protagónico como al mismo espectador. “Mis Huellas a Casa” circula por un terreno montañoso pero no logra ser tan deprimente o insoportable como para no disfrutar del viaje que se propone narrar. Bella es una cachorra de pitbull (cuya voz interior es interpretada por Bryce Dallas Howard) que sobrevive en un terreno baldío junto a su madre y a varios gatos. Un día la agencia de Control de Animales se lleva a casi todas las mascotas abandonadas que viven allí pero Bella, ayudada por una gata, consigue escapar de ese cruel destino. Lucas (Jonah Hauer-King), un vecino de la zona que vive con su madre Terri (Ashley Judd), una veterana de la guerra de Irak, decide adoptar a la pequeña cachorra, sin embargo, uno de los empleados de la perrera le da un ultimátum para sacar a Bella de la ciudad (Denver, Colorado, tiene una política de prohibición a los Pitbulls) bajo la amenaza de sacrificarla. Así es como Lucas decide dejar en un hogar transitorio a Bella hasta poder encontrar algún departamento en alquiler en las afueras de la ciudad para poder conservar a su mascota. El problema es que ni bien encuentra su nuevo hogar y va en busca de Bella, esta última escapa del lugar transitorio emprendiendo un viaje de más de 400 millas en busca de su dueño. El largometraje representa un ejercicio bastante clásico y convencional que abusa un poco del recurso de la voz en off del perro pero que, no obstante, se mantiene a flote gracias a la emotividad, unos pasajes sumamente entretenidos y ciertos aspectos conmovedores que trae aparejado el relato. Quizás algunos golpes de efecto se sientan algo innecesarios y hasta tortuosos pero los amantes de los animales disfrutarán del viaje de Bella en busca de su dueño. Por otro lado, sorprende el CGI (las imágenes generadas por computadora) en las secuencias donde la perrita debe fraternizar con un cachorro de puma que queda huérfana luego de que un grupo de cazadores maten a su madre y en los enfrentamientos con una manada de lobos que siguen a ambos animales cuando se pierden en el bosque (sí, la fantasía por momentos suena excesiva pero también aporta mucho al entretenimiento de la cinta). “Mis Huellas a Casa” es un film familiar con un mensaje ecológico y pro naturaleza que llamará la atención de los niños y de los amantes de los animales. Una película que no gana puntos por originalidad pero que apela a la emoción y a la sensibilidad del espectador por medio de una narración acertada.
Nueva adquisición para el género de films con animales (que hablan). Mis huellas a casa tiene a una perrita, Bella, como protagonista. Bella es rescatada por un estudiante de una casa derrumbada, en la que van a construir un edificio. Pero en su ciudad hay razas de perro prohibidas como mascotas. Y como anuncia el título, Bella deberá viajar muchos kilómetros en busca de sus orígenes. Film de aventuras para todos los públicos, entonces, que más allá de efectismos y algunos clichés, permite pasar un buen rato, más si te gustan los animales y te acostumbrás a su voz en off.
Mis Huellas a Casa es una tierna aventura para los amantes de las mascotas, ideal para ver con la familia un fin de semana. La historia de Bella nos hace emocionar hasta el punto de hacernos lagrimear, así que lleven pañuelos.