Regreso triunfal de Juan Bautista Stagnaro al cine con un relato que sirve de disparador para reflexionar sobre la policía y sus negocios sucios, a partir de cómo la ex mujer de un oficial comienza a investigar por su cuenta las razones secretas y ocultas de su muerte. La dupla Sofía Gala Castiglione/Diego Velázquez realzan y potencian un sólido guion que revisita el policial para hablar de cuestiones sociales y viejas prácticas anquilosadas en el seno de la fuerza.
Natalia Natalia no es solo una historia policial con toques detectivescos, también es un convincente relato sobre reconciliarse con el pasado.
“Natalia Natalia” de Juan Bautista Stagnaro. Crítica. La vuelta de un grande. Matias Frega Hace 1 día 0 22 Luego de varios años de ausencia en la pantalla grande, el director Juan Bautista Stagnaro, artífice de películas como “La Furia” (1997) o recordados guiones como la nominada al Oscar “Camila” (1984), vuelve al cine con “Natalia Natalia”, un film inspirado en el cine noir de la época dorada de Hollywood. Este nuevo proyecto, protagonizado por Sofía Gala Castiglione (mirá la entrevista que realizó nuestro director Javier Erlij aquí), Diego Velázquez y Valentina Bassi (mirá la entrevista aquí), llega a los cines este jueves 24. Durante los años ’40 el cine negro fue uno de los géneros más importantes, aquellas películas con personajes que no definían su bando claramente y que presentaban rubias fatales como las interpretadas por Barbara Stanwyck alcanzaron la etiqueta de clásicos. Pocos son los films actuales que retoman esa senda y es justamente “Natalia Natalia” uno de esos ejemplos. En esta oportunidad el realizador toma estas cintas como inspiración y las convierte para crear su propia versión. Atrás quedan los siempre protagonistas masculinos para darle lugar a una excelente Sofía Gala Castiglione quien demuestra una gran presencia y solidez en pantalla, afirmando que es una de las intérpretes más destacadas de la industria nacional actual.
Silvia Monteferrante (Sofía Gala Castiglione) asiste a un homenaje post mortem a quien fuera su ex marido. Allí se le hacen entrega de los atributos personales, gorra y sable. Silvia no está a gusto en la situación y la tensión se siente en el aire. También, de forma no oficial, un compañero de fuerza le entrega el arma que fue del marido de Silvia. Pronto ella descubrirá que hubo algo raro en la muerte de su ex y que el incidente en el cual perdió la vida también puede implicar un riesgo para ella. Un policía apodado El griego (Diego Velázquez) la sigue y vigila, sin que Silvia sepa si la está cuidando o si está tratando de averiguar un secreto que él se llevó a la tumba. La trama no se complejiza mucho más que eso y es por momentos una especie de policial negro donde las cosas se van volviendo cada vez más turbias y ambiguas. La película es el regreso del veterano director Juan Bautista Stagnaro, el mismo de Casas de fuego (1995), La furia (1997) y El amateur (1999). Sofia Gala Castiglione no se siente cómoda en el rol en ningún momento y se nota. Su habitual efectividad como actriz acá brilla por su ausencia.
"Natalia Natalia", el código de una película fallida. En la jerga policial, “Natalia Natalia” es el código para aludir a los NN, los cadáveres no identificados. Regreso al cine de Juan Bautista Stagnaro luego de más de una década de ausencia, Natalia Natalia comienza con un velatorio y termina con una ejecución. Tal vez entre ambos hechos haya más puntos de contacto de lo que parece. Tras el entierro de su ex marido, un subinspector de la policía que murió en el curso de una investigación por “un faltante de sustancias”, una maestra de escuela primaria, Silvia Monteferrante (Sofía Gala Castiglione), empieza a sentir sobre sus hombros el aliento del Comisario Mayor de Asuntos Internos, que parece demasiado interesado en el asunto. Silvia sospecha que hay gato encerrado, y hace bien en hacerlo. Más que como a la viuda de un policía, el Comisario Molinari (Tony Lestingi, con el rostro afectado por una parálisis parcial) parece tratar a Silvia como sospechosa, intentando averiguar secretos de su ex marido. Sospechosa vigilada: unos desconocidos intentan entrar a su departamento, alguien quiere robarle la cartera por la calle y Molinari pone para que la “cuide” a un subinspector a quien llaman El Griego (Diego Velázquez). Si bien es hombre al servicio de Molinari, se adivina que entre él y Natalia va a haber algo más que una relación entre vigilante y vigilada. Mientras tanto, una abogada (Valentina Bassi) asoma como la única persona de confianza para ella, ayudándola con la investigación. Natalia Natalia es una película fallida. En varios planos. Está filmada con corrección académica: al frente de los rubros técnicos hay profesionales probados. Uno de los problemas del nuevo film de Stagnaro (Casas de fuego, La furia, El séptimo arcángel) es que se trata de un policial lánguido, carente de tensión. Es como si se confiara en que “filmar el guion”, escrito también por Stagnaro, es suficiente, cuando de lo que se trata en verdad es de ponerlo en escena. Y ponerlo en escena significa imprimirle un ritmo, una tensión, una vibración que aquí están ausentes. Los problemas son múltiples y empiezan, justamente, por el guion, que tiene apenas un par de sorpresas, cuya develación la propia película parece tratar con indiferencia. Por el contrario, desde que se ve por primera vez el rostro del Comisario Molinari, su hablar sibilino y su falsa amabilidad, clara tapadera de una condición siniestra, cualquiera adivina qué es lo que está pasando aquí. Otro tanto con la relación entre Silvia y “El Griego”. Otro problema es el casting. Sofía Gala, ya se sabe, es de esas actrices que siempre hacen a su personaje creíble. Y Diego Velázquez es otro actor probado. Pero por más que “El Griego” se exprese de manera cortante, eventualmente agresiva, parece demasiado “bueno” para cargar con un procesamiento y prisión preventiva por homicidio. A propósito, ¿a quién mató, y en qué situación? Ése es apenas un detalle más de un film que falla desde la base.
Después de «Casas de Fuego» (1993), «La Furia» (1997) y «El Séptimo Arcángel» (2003), Juan Bautista Stagnaro vuelve al cine con «Natalia Natalia», un thriller intenso que busca ahondar en la corrupción policial. «Natalia Natalia» se centra en Silvia Monteferrante (Sofía Gala Castiglione), quien asiste al homenaje de quien fue su ex marido, un policía abatido durante una investigación. Al revisar sus pertenencias en el trabajo y en su hogar, todo parece indicar que no se trató de una muerte accidental, sino que hay algo más detrás de esto. Es así como se verá sumergida en una trama policial más oscura y más grande de lo que imaginaba. El director construye un policial interesante, entretenido y que nos va atrapando con el correr del tiempo. Con un ritmo punzante, se ocupa de presentar a los personajes y su universo, para luego incorporarlos en una trama sobre corrupción, traiciones y lealtades. Esto va a permitir que la historia tenga varias idas y vueltas, no sepamos bien en quién confiar (como tampoco la protagonista) y nos ofrezca varios giros sorprendentes e impactantes. El hecho de haber puesto como protagonista a una mujer es una decisión arriesgada, interesante y sumamente efectiva, ya que generalmente el rol femenino en el cine policial está ligado más a la figura de una femme fatal o damisela en peligro. Sin embargo, acá eso no sucede, sino que se le otorga un lugar fundamental, ya que se trata de una mujer fuerte, valiente y que, a pesar de su exposición y el miedo que trae aparejado esta situación, sigue para adelante con el objetivo de descubrir la verdad. Sofía Gala Castiglione hace un buen trabajo para ponerse en la piel de esta mujer que siempre buscó alejarse del mundo policial de su padre y ex marido y ahora se ve inmersa en él. La actriz logra equilibrar de buena manera su fortaleza, inteligencia e ingenio con el temor y la desconfianza. Poco a poco va construyendo un vínculo con el personaje de Diego Velázquez, un policía que oficia como su custodio, pero que también existen ciertas sospechas sobre su fidelidad. A ellos se le suma Valentina Bassi, quien hace de abogada de Silvia, otro rol femenino fuerte y que va a ayudar a la protagonista no solo en la investigación sino también a autopreservarse. La ambientación, el predominio de una fotografía oscura, escenas nocturnas y la banda sonora crean un clima de suspenso, tensión y misterio, propio del cine policial, que le da un valor agregado al desarrollo de la historia. En síntesis, «Natalia Natalia» es una lograda película de género que busca cambiar el foco de la historia para brindarnos una mirada feminista sobre el universo policial. Con una buena construcción de los personajes y de los climas, el film logra ahondar en la corrupción y las traiciones a partir de varios giros sorprendentes.
El director de La furia (1997) y Un día en el paraíso (2003) vuelve al cine después de más de diez años –su último trabajo hasta la fecha había sido Fontana, la frontera interior (2009)– con una película hecha a la vieja usanza, con todo lo bueno y lo malo que esto implica. Se trata de un policial que abreva en los códigos clásicos del género para narrar el tortuoso periplo de la ex pareja de un oficial caído en acción en circunstancias cuanto menos sospechosas. La mujer se llama Silvia y está interpretada con la habitual prestancia de Sofía Gala Castiglione. Apenas después del entierro, empieza a sentir el aliento de un Comisario Mayor de Asuntos Internos particularmente interesado en el tema. Primer indicio de que hay gato encerrado. El segundo es la aparición del misterioso El Griego (Diego Velázquez), a quien aquel comisario le asigna como misión seguir a sol y sombra a Silvia. Con esas piezas sobre el tablero, empezará a desarrollarse un juego de gato y ratón donde cada quien irá mostrando sus verdaderas motivaciones, muchas de las cuales pueden suponerse bastante antes de que ocurran, como el inevitable interés mutuo entre Silvia y El griego. Con una factura técnica prolijísima, Natalia Natalia –término utilizado en la jerga policial para aludir a los cadáveres no identificados- fluye con naturalidad, sin apremios. El problema es que por momentos esa cuestión hace que relato carezca de tensión. Si el resultado es positivo, se debe principalmente a Gala Castiglione y Velázquez, dos intérpretes capaces de darle verosimilitud y carnadura a cualquier personaje.
Sofía Gala Castiglione tiene como un imán, que le atrae las historias retorcidas, muchas veces cercanas al lumpenaje y /o al hampa. En Natalia Natalia es la ex de un agente de policía, que acaba de morir. Pero de a poco Silvia Monteferrante, su personaje, y después de recibir las pocas pertenencias que tenía el policía, comienza a percibir que hubo algo atrás de esa aparente muerte accidental. Bueno, no tendría por qué preocuparse, pero si no lo hiciera no habría película. Y no se desnudaría una corrupción policial. Para ello, o para ocultarlo, eso nunca se sabrá a ciencia cierta hasta llegado el final, Silvia aprenderá a utilizar un arma. Quien le enseñe será El griego, el agente que le ponen como suerte de custodio, y que, encarnado por Diego Velázquez, es de esos personajes ambiguos, de pocas, pero medidas palabras y que suelen tener réplicas justas, exactas, en el momento indicado. Con mucho cine Tanto Castiglione como Velázquez tienen mucho cine en sus espaldas, ella con más protagónicos que el actor que era el fiscal en la anteúltima historia de Relatos salvajes. Y la verdad es que merecen tener más oportunidades. No siempre los ayudan los guiones, es cierto. No es éste el caso. También están Valentina Bassi y Tony Lestingi, que cumplen dos roles importantes, aunque menores, como una abogada y un jefe de policía. Juan Bautista Stagnaro vuelve a la dirección de cine después de un largo descanso. Al coguionista de Camila y realizador de La furia y Casas de fuego nunca le tembló el pulso al filmar historias en las que el drama confluyera con la acción.
Director de Casas de fuego (1995), premiada película sobre Salvador Mazza, médico sanitarista argentino que enfocó su trabajo en la lucha contra el mal de Chagas, y guionista de Camila (1994), clásico del cine nacional de María Luisa Bemberg, Stagnaro -de 77 años- vuelve a dirigir un largo después de un paréntesis de más de una década. Y lo hace con “una historia de amor encubierta en un policial”, según su propia definición. Natalia, Natalia (una denominación que en la jerga policial se usa para personas no identificadas: los “NN”) es un film oscuro y elusivo protagonizado por una mujer (Sofía Gala Castiglione, solvente en su rol como es habitual) que intenta resolver los enigmas que rodean la muerte de su expareja, un oficial de la Bonaerense presuntamente involucrado en un asunto turbio. En el transcurso de esa investigación que asume como un reto personal entra en contacto con otro policía (Diego Velázquez) quien también tiene un prontuario comprometedor. El punto de partida de esa relación está marcado por la frialdad y la desconfianza, pero de a poco el vínculo va cambiando de características. Más cerca del final, la película -que trabaja en términos de clima y estética con los cánones del noir como referencia- despliega vertiginosamente una serie de revelaciones importantes que se habían mantenido deliberadamente ocultas durante la mayor parte de la trama.
Un policial que se disfruta del principio al fin y que marca el regreso de un muy buen realizador argentino. Juan Bautista Stagnaro , autor también del guión, pone en el centro de la escena de este filme noir a una mujer, pero no como la heroína seductora que engaña a todo el mundo, una mujer fatal, sino como la protagonista absoluta que tiene que descubrir todos los misterios. Comienza cuando la protagonista asiste a la ceremonia mortuoria de su ex marido, un policía al que mataron en confusas circunstancias. Junto con su arma y algunos datos susurrados, ella descubre algo oculto y no se detendrá hasta descubrir que paso. El titulo en la jerga policial se utiliza para hablar de un N.N. Un cuerpo sin identificar. Un misterio por resolver que le traerá conflictos del pasado y una determinación imparable en el presente. Sofía Gala Castiglione y Diego Velazquez son una dupla atractiva y única en este intrigante argumento donde se desnudas corrupciones, negociones ilegales, mafias internas de la policía, códigos de conducta, prácticas mafiosas, que enriquecen el relato. Se lucen Tony Lestingui, Valentina Bassi y Demian Salomon.
La nueva película de Juan Bautista Stagnaro se mete de lleno con el género policial, no tan transitado últimamente en nuestro cine y que tiene a Sofía Gala Castiglione como protagonista, una de las mejores actrices de su generación. De qué se trata? 👉 El ex marido de Silvia Monteferrante (Castiglione) era policía y muere sorpresivamente. A ella le toca la dura tarea de asistir a su despedida en la Fuerza y retirar sus objetos personales. Cuando le comunican que van a ir a vaciar el hogar del difunto, algo se enciende en ella y prefiere ir previamente por si algo de lo que hay allí pudiera interesarle. Sin pensarlo lo primero que hace al llegar es lavar los platos sucios y encuentra en el desagüe una sospechosa llave. Mientras es custodiada sin su consentimiento por un policía, "el Griego" (Diego Velazquez), con quien establece una relación primero difícil y luego cercana, comienza a investigar qué pasó con su ex marido y adónde conduce la llave que tanto la intriga. Lo mejor 👉 El guion entretiene, depara más de una sorpresa y la actuación de sus protagonistas es un buen motivo para adentrarse en esta historia. Dirección y Guion: Juan Bautista Stagnaro Compañías Productoras: Lahaye Media / Crep Films Productores ejecutivos: Gabriel Lahaye, Jorge Poleri Jefa de producción: Ariana Aisenberg Asistente de producción: María Emilia Abate Cano Asistente de dirección: Germán Castelnuovo Directora de arte: Mariela Rípodas Ambientadora : Milena Sánchez Director de fotografía: Diego Poleri (Adf) Vestuarista: Rodrigo Lico Lorente Jefa de maquillaje: María Soledad Horan Música original Compuesta, arreglada y dirigida por Leo Sujatovich Sofia Gala Castiglione, Diego Velázquez, Valentina Bassi, Demian Salomón, Tony Lestingi, Gustavo Pardi, Luis Longhi y Carla Pollacchi
Silvia Monteferrante (Sofía Gala Castiglione), hija de un comisario, asiste al funeral de quien fuera su ex marido. Le hacen entrega de los atributos personales, gorra y sable, ante su notoria incomodidad. También recibe el arma. Todo le genera sospechas. De pronto se ve sumergida en una trama policial más oscura de lo que parece, que despierta sentimientos de los que estuvo intentando escapar toda su vida. Una sucesión de hechos en apariencia casuales hace que Silvia comience a sospechar que hubo algo más detrás de la muerte de su ex marido. Tal es la sinopsis del filme, lo que establece en si misma las primeras contradicciones, sabremos que se había alejado de su padre por no soportar la violencia inherente a la profesión. ¿Y se casa con un policía? Siendo de fe cristiana, todos los involucrados, el ataúd de su ex- marido esta cerrado, ¿No hay interrogantes al respecto? Silvia es una joven profesora de literatura, se ve de pronto involucrada en la
"De ladrones y policías, o de policías ladrones" Después de trece años vuelve a escribir y dirigir un largometraje Juan Bautista Stagnaro, Natalia Natalia, protagonizado por Sofía Gala Castiglione. Por Denise Pieniazek La película Natalia Natalia (2022) marca el regreso de Juan Bautista Stagnaro (Casas de fuego, La furia, El amateur) al cine. En esta ocasión el guionista y director nos presenta un policial, que transgrede algunas normas del género tradicional. La protagonista, Silvia Monteferrante (interpretada por la siempre convincente Sofía Gala Castiglione) asiste a un homenaje póstumo que le realiza la policía a su ex marido, fallecido en ejercicio de su deber. Desde el inicio del relato, se percibe la incomodidad de Silvia frente a la institución policial. A partir de allí, su instinto -que después sabremos también ha sido formado por ser hija de un policía- le indica que las circunstancias de muerte en acción de su ex marido son sospechosas. En el trayecto hacia la verdad, ella deberá sumergirse en ese mundo de la policía y la corrupción que tanto aborrece. Allí, “la viuda” deberá lidiar con Molinari (Tony Lestingi), el comisario de Asuntos Internos y villano en cuestión, y un peculiar policía apodado “El griego” (Diego Velázquez), que ella intenta descubrir si es de fiar o no. En consecuencia, Silvia, encarnará en cierto modo un híbrido entre lo que tradicionalmente se conoce en el género como el “detective”, siendo la encargada de develar el misterio, y a su vez la “femme fatale” del relato, pero no en su sentido tradicional. Ella es quien hace avanzar la acción y va uniendo las piezas del rompecabezas. Al respecto, quizás este sea el elemento más logrado del filme, el rol de la mujer que se representa. Ya no estamos frente a una femme fatale exuberante que lleva al hombre a la perdición y posee un final punitivo. Sino por el contrario, estamos frente a una reescritura de la femme fatale, que es una mujer común, de armas tomar-metafórica y literalmente- que llega a ese estatuto, en un mundo dominado por hombres. En palabras de su protagonista Sofia Gala Castiglione: “(…) el personaje femenino ocupa este lugar que siempre está ocupado por personajes masculinos, se la saca a la mujer del lugar de femme fatale, de víctima, o de ese lugar casi objeto que suele tener y se la pone a ensuciarse, esta chica es la que va a ensuciarse las manos finalmente y la que va a atravesar esta historia.” Evidentemente, Stagnaro es admirador del género policial, lo cual puede conjeturarse debido al plano detalle que muestra la tapa del libro La dama del lago (The lady from the lake, 1943) de Raymond Chandler, uno de los exponentes literarios del género. Si bien la trama de la novela no tiene puntos de contacto con la película, su peculiaridad reside que en ella presentó personajes corrientes capaces de subsumirse a las pasiones, la corrupción o el crimen, al igual que lo que sucede en el esquema actancial del largometraje. Finalmente, si bien se valora la composición de los encuadres, los paisajes urbanos con cierto costumbrismo, el final sorpresivo y la notable técnica producto de la experiencia del director, sin embargo, en cuanto al guión, éste posee varios aspectos inverosímiles y poco sólidos, que es conveniente no ejemplificar, para evitar los spoilers. Además de ciertas sobre explicaciones como el título del filme Natalia Natalia, cuyo poster explicita “NN en la jerga policial”. En conclusión, el relato resulta entretenido y a pesar de lo mencionado anteriormente, logra sostenerse gracias a su tecnicismo, y convincentes interpretaciones de todo el elenco.
Un policial negro con ojos de mujer de Juan Bautista Stagnaro Sofía Gala Castiglione protagoniza el regreso del legendario director de “Casas de fuego” y “La furia” con un film que adapta tópicos del noir a tiempos actuales. Silvia (Sofia Gala) es la ex mujer de un policía fallecido en actividad. Sin saber mucho de los casos en los que estaba involucrado su ex pareja, recibe el pésame y objetos personales de parte de los oficiales. Varios hombres empiezan a acecharla a medida que ella empieza a investigar a personas que rodearon a su ex marido, mientras recibe la custodia del griego (Diego Velázquez). Stagnaro, quien también escribe el guión, pone a la mujer en el centro del relato. Una mujer fuerte, decidida y desconfiada de los hombres que pretenden manipularla. De esta manera introduce una novedosa mirada femenina en el policial argentino, con una heroína bien construida alejada de los estereotipos del género. No es una mujer fatal ni tampoco una sumisa ayudante. Una suerte de detective privado involucrada emocionalmente con los misteriosos acontecimientos. Otro punto a favor de Natalia Natalia (2022) es la enorme actuación de sus protagonistas. Tanto Sofía Gala como Diego Velázquez le dan naturalidad a sus personajes haciendo de sus escenas en conjunto momentos cargados de tensión y ambigüedad. A su vez, la historia de corrupción dentro de la fuerza es creíble y remite a infinidad de casos contemporáneos de Argentina. De esta manera se configura la clásica trama en donde nadie es lo que aparenta y cualquier personaje puede mostrar una cara diferente. Natalia Natalia es un policial negro con la tradición de los clásicos del género, que cambia roles en función de su época sin desentonar en ningún momento.
“Natalia, Natalia” es una historia policial que nos sumerge en el conflicto que atraviesa una joven mujer, involucrada en la investigación que se lleva a cabo por la muerte de su ex marido, integrante de las fuerzas policiales, en dudosas circunstancias. Detrás de las cámaras se ubica Juan Bautista Stagnaro, veterano de mil batallas del cine nacional; un emblema que retorna a filmar luego de un hiato de trece años. Este es el primero de varios proyectos pendientes que logra concretar, celebrado a su lanzamiento en salas de todo el país. Su gusto por el policial noir desemboca en esta historia. Lo alimenta la literatura de Raymond Chandler y películas de culto como “Ascensor para el Cadalso” (1959, Louis Malle) o “El Sueño Eterno” (1946, Howard Hawks). También, la esencia y concepción del género en su corrompida atmósfera, que bebe de las fuentes del abordaje referencial en nuestro medio por parte de Adolfo Aristarain, en films como “La Parte del León” (1981). El buen gusto de narrar, el acierto de encomendar la banda sonora (puntal emotivo fundamental del film) al experimentado Leo Sujatovich y la riqueza de unos diálogos plagados del encanto de antaño, conforman las caracterizan de un film cuya carta de presentación también remite a lo que lo no dicho omite. Las reglas del género suelen decir que nada es lo que parece. Stagnaro, confirmando dicha máxima, regresa al confortable terreno del thriller, del cual explorara a su gusto en films como “La Furia” (1997) y “El Séptimo Arcángel” (2003). La matriz narrativa se verá atravesada por guiños y homenajes, amparándose en la comprobada estructura argumental que construye un verosímil probado. Quien dirige y firma la historia es alguien que posee suficiente experiencia como para saber que lo más enriquecedor que el ámbito policial nos ofrece es balancearse a lo largo de un tendido que sostiene las paradojas entre lo que uno intuye y lo que luego acaba siendo realidad. De cuidado aspecto técnico, el escenario en sus locaciones reconoce la esencia bonaerense, a través de las características urbanas que otorga a su filmación en locaciones de Avellaneda. Cada historia noir que se precie de tal sabrá bien cómo imbricar dos historias desdobladas: la falsa pero manifiesta a la vista, y otra que subyace, paralela, emergiendo hacia el final y aplicando a la perfección conceptos vertidos por grandes contadores de historias, como Jorge Luis Borges o Ricardo Piglia, referencias citadas explícitamente por el autor al momento de presentar el film. Aquí, el doblez se manifiesta en una investigación policial que compromete seriamente a las altas cúpulas de una institución viciada. Algo huele a podrido, las muertes accidentales podrían no serlo y los cadáveres N/N resultan fácilmente intercambiables. La jugada sucia sabrá esconder las culpas. Un buen policial sabe construirse de instantes de sensualidad tanto como de amoralidad circundante. El desempeño de la fenomenal Sofia Gala Castiglione nos muestra a una actriz asumiendo un rol que representa una disruptiva novedad para las férreas reglas de género: una figura femenina lidera un reparto nutrido de intérpretes consagrados, entre quienes se encuentran Diego Velázquez, Valentina Bassi, Tony Lestingi y Gustavo Pardi. Existe una unidad de punto de vista nítidamente marcada: la cámara sigue a la protagonista y su noción de realidad se convierte en nuestro grado de focalización. En peligro constante, la joven en busca de la verdad podría acabar convirtiéndose en un señuelo. Desprotegida y a merced de una maquinaria corrupta que pone en riesgo su integridad, sigue pistas más o menos certeras antes de que se desvanezcan. Arma en mano, sabe cómo apuntar directo al blanco. Es buena aprendiz. Vemos a un personaje pugnando por rescatar las piezas caídas de su propio rompecabezas emocional, mientras a su alrededor todo parece desmoronarse. Revelaciones claves surgirán al desenlace, y el azar acabará por cumplir su parte, resolviendo los conflictos planteados sobre aquellas circunstancias iniciales que despertaran inevitable sospecha. Desligándose de ciertas etiquetas preconcebidas que conformaron las características principales del género, aunque sin traicionar sus principios, “Natalia, Natalia” solidifica su identidad. Por momentos, el film recuerda a la encantadora “La Sombra del Testigo” (1987, Ridley Scott). Los ojos de cada espectador se convertirán en los del personaje encarnado por Sofía, y cuya odisea podría resignificar una escapatoria que se direcciona hacia el propio encuentro con la verdad, más real que fantasmal, estallando en sus narices; de contradicciones se hace nuestra condición. Todo ciclo retorna para volver a comenzar: la verdad estaba más cerca de lo que pensábamos. Finalmente, un as bajo la manga será su carta salvadora. Hay que saber observar los pequeños detalles con suma atención.
El regreso de Juan Bautista Stagnaro al cine nacional después de trece años se produce con un policial Noir, que se atreve a desafiar algunas convenciones del género. La principal es que el policial negro se caracteriza por ser historias en las que no intervienen policías, mientras que en Natalia Natalia es una historia llena de policías y cuyos principales sospechosos son policías. En el comienzo vemos una ceremonia en la cual la ex esposa de un oficial recibe los honores que le corresponden a un miembro de la fuerza que cae en funciones. Silvia (Sofía Gala Castiglione) es dura y lleva un tiempo separada, pero al ser hija de un policía tiene claro cuales son los pasos subsiguientes a la muerte de un oficial y apenas terminado el trámite percibe situaciones extrañas y recibe algunas advertencias que le suenan extrañas. Ella sabe que pasa algo y empieza a investigar un poco por su cuenta qué fue lo que pasó con su ex marido. Cada pregunta que hace le demuestra que en la muerte de su ex esposo pasaron cosas raras. El comisario Molinari (Tony Lestinghi) es el primero en decirle con ambigüedad que las cosas no están bien, algo que la protagonista -otra «traición» al género en tanto las mujeres ocupan un lugar más lateral en el Noir- entiende como una amenaza apenas velada. Tras un incidente turbio, la policía le pone a la viuda un agente que la va a seguir/proteger, se trata de El Griego (Diego Velázquez). Es justamente la relación entre protegida y un guardaespaldas sospechoso, lo que hace que la historia se vaya volviendo más oscura. El clima sórdido de Natalia Natalia se sostiene sobre la sólida interpretación de Sofia Gala Castiglione a quien Stagnaro pone en el 90 por ciento de las escenas. Un buen regreso con una película de dimensiones pequeñas y un relato policial que usa ese género para meterle variantes sin desvirtuarlo. NATALIA NATALIA Natalia Natalia. Argentina, 2022. Dirección y guion: Juan Bautista Stagnaro. Intérpretes: Sofia Gala Castiglione, Diego Velázquez, Valentina Bassi, Demian Salomón, Tony Lestingi, Gustavo Pardi, Luis Longhi y Carla Pollacchi. Directora de arte: Mariela Rípodas. Fotografía: Diego Poleri. Sonido: Tomás Frontroth y Martín Méndez. Música: Leo Sujatovich. Distribuidora: APIMA Distribución. Duración: 99 minutos.
LLAVES DE UN CRIMEN Natalia Natalia es el retorno al cine de Juan Bautista Stagnaro tras un paso entre la televisión y el cortometraje, destacándose su colaboración en la celebrada Un gallo para Esculapio (2017) como guionista. El director de El amateur (1999) vuelve también a uno de los géneros con los que más coqueteó a lo largo de su carrera: el policial. Si bien no cae en las fosas de su colaboración como guionista en la recordada (?) Policía corrupto (1996), el film de Stagnaro contiene una suma de irregularidades tras una promisoria introducción que terminan dejando a este estreno en la medianía más llana, con apenas unas pinceladas de buen policial negro. Y precisamente, como todo buen policial negro, el relato arranca con un acontecimiento que afecta accidentalmente la vida de, en este caso, nuestra heroína, la profesora encarnada por Sofía Gala. Silvia asiste al velatorio de su ex pareja, un policía abatido durante un allanamiento, y pronto se le abren intrigas en torno a una misteriosa llave y su propia vida comienza a verse invadida por la sospecha y el miedo de sentirse acechada. Es un poco un cliché del género donde se encuadra la película, pero en los primeros minutos está sostenido con delicadeza: nuestra heroína es realmente víctima de las circunstancias y su interés en las intrigas que se le van presentando es escaso. Es cuando se siente acechada que la urgencia de conectar puntos se hace más presente y la narración de thriller va ganando cuerpo. Desafortunadamente es cuando gana cuerpo que surge una subtrama romántica con el oscuro oficial interpretado por Diego Velázquez. El anunciado giro del desenlace no alcanza para redimir este arco narrativo impostado y poco verosímil que amenaza con derrumbar todo aquello que veíamos positivo en la búsqueda de Silvia. Hay en la dirección y la fotografía un marco estético que nos remite a policiales de los ochenta y noventa, con los tonos fríos marcando la intriga y el misterio que envuelve a la narración. La banda sonora contribuye a afirmar esa identidad noventosa que se ajusta a encuadres incómodos. Pero así como hablamos de las virtudes, hay que hablar de las flaquezas con que se precipitan los diálogos, que por momentos parecen sacados de una vieja novela pulp serie Z. También del apresurado y tosco desenlace, con un giro anunciado, torpezas en la dirección de secuencias de acción y un final que parece apenas una elección aleatoria, sin sostén en las acciones de la heroína que vimos por más de 80 minutos. Lejos de los puntos más altos de su carrera (o los más bajos), este retorno de Stagnaro a la dirección naufraga en un océano de mediocridad a pesar de sus buenas intenciones, con una protagonista sólida que se desmorona en una narración quebradiza y caprichosa que inserta su tensión romántica con una falta de ritmo narrativo notable. La progresión de este vínculo es una suma de baches que no hecha por la borda la intriga que rodea al film, pero lo afecta de tal forma que una vez llegamos al apresurado final el devenir pasa a un lugar secundario.