Cocoliche cinematográfico Una mezcla de géneros, tonos y estilos que no funciona bien en ninguno de los terrenos. Si alguien creía que una combinación entre la comedia romántica de época basada en la exquisita prosa de Jane Austen (más precisamente en su consagratoria novela de 1813), el espíritu feminista de Buffy, la cazavampiros, la estilización canchera de las heroínas de Sucker Punch - Mundo surreal y el gore del primer Peter Jackson podía resultar en algo medianamente coherente y atractivo, el resultado final de Orgullo + Prejuicio + Zombies lo desmiente por completo. Un patchwork estilístico y genérico que está más cerca del cocoliche absurdo y ridículo que de la relectura pop e irónica. Ni siquiera la ductilidad y la elegancia de los jóvenes intérpretes británicos aquí reunidos (desde la protagonista Lily James hasta el carilindo Sam Riley, pasando por Douglas Bouth y Bella Heathcote) alcanza a maquillar un film que, más allá de sus personajes arrogantes y provocadores (orgullosos y prejuiciosos), de las intrigas y enredos, de los personajes femeninos decididos e independientes, de cierto esplendor visual y del espectáculo de los zombies siendo descuartizados el guionista y director Burr Steers (Las locuras de Igby, 17 otra vez y Más allá del cielo) nunca logra una solidez, un tono, un registro y unos climas que resulten mínimamente convincentes. Así, esta experiencia de casi dos horas termina siendo no sólo poco entretenida sino directamente frustrante.
La idea de ver a dos íconos de la literatura romántica como Elizabeth Bennet y el señor Darcy luchando contra una horda de zombies en un principio suena sumamente estúpida.Sin embargo, los creadores de esta propuesta lograron que el concepto funcione y la verdad es que Orgullo, prejuicio y zombies es una de las comedias bizarras más divertidas que llegaron a la cartelera en el último tiempo.Después de ese desastre que fue Abraham Lincoln: Cazador de vampiros la verdad que no daba dos pesos por esta película y su visión terminó siendo mucho más placentera de lo que esperaba.En esta versión lisérgica del clásico del Jane Austen, Inglaterra enfrenta una plaga de zombies y las hermanas Bennet son señoritas bien educadas en el terreno de las artes marciales.La gran sorpresa de esta producción es que más allá de los elementos disparatados y grotescos que ofrece el relato, el argumento captura el espíritu y los temas que trabajaba la novela de Austen.Aunque los zombies fueron insertados en la Era Victoriana, las personalidades de Elizabeth Bennet y el señor Darcy permanecieron intactas y uno puede reconocer claramente a los personajes de la obra literaria.La diferencia es que en este caso el conflicto que proponía Austen se desarrolla en un universo de ficción diferente.Esta es una de las sorpresas de la película. Pese a la sátira y el contenido de humor negro que presenta la trama, todos los personajes de la novela original fueron incluidos en este argumento y el film mantiene el espíritu romántico de Orgullo y prejuicio.La película está sostenida por un buen reparto donde sobresale especialmente Lily James en el rol de Elizabeth Bennet.Acá brinda un trabajo diferente a lo que hizo el año pasado en La Cenicienta y en esta oportunidad tuvo la oportunidad de trabajar un personaje más complejo que se desenvuelve entre la comedia y el drama.La dirección corrió por cuenta de Burr Steers, sobrino del novelista Gore Vidal, quien presenta un buen balance en su narración entre la sátira, el cine de terror y el romance.Desde los aspectos técnicos la película se luce en la puesta en escena de la Era Victoriana, aunque en materia de acción hay escenas a las que le faltaron una pulida en los efectos especiales.Los zombies en ocasiones se ven muy artificiales, producto de un mal uso de los efectos digitales.Algo que se podría dejar pasar en una producción independiente hecha a pulmón, pero no en una propuesta de un estudio de Hollywood importante como Lionsgate.Para ahorrar gastos a veces terminan haciendo estas berretadas con los efectos especiales que no se ven bien luego en el cine.Justamente esa fue una de las razones por las que el director David O´Russell (Joy) renunció a este proyecto, ya que Lionsgate se oponía a darle un mayor presupuesto.Con menos de 20 millones de dólares, Burr Steers sacó adelante esta producción y aunque la película se vio un poco afectada en los aspectos visuales, en general es una sátira decente que brinda una buena dosis de entretenimiento.Los puristas de Jane Austen que no cuenten con sentido del humor tal vez la odien, pero para el resto de los espectadores es una película que se puede tener en cuenta si te atrae esta fusión de géneros.
Orgullo, prejuicio y zombies de Burr Steers. En el año 2009 el escritor Seth Grahame-Smith irrumpió en el mundo editorial con la novela Orgullo y prejuicio y zombies, una suerte de “intervención” a la afamada obra de Jane Austen. Los derechos de autor del libro clásico, publicado en 1813 son de dominio público, por lo tanto, nadie puede protestar, legalmente, claro. Seguramente los lectores adolescentes, que casi obligatoriamente deben leer el original en la materia de literatura inglesa, deben haberse deleitado con esta reversión de la que llega ahora su traslado al cine. Y es a ese público, al que esta especie de mash up, ese género impuro, sobre todo en lo musical, en el que se unen dos o mas canciones para lograr una tercera, al que está dirigido este producto. Un pastiche que es generalmente paródico, resultado de un híbrido, sin que el término resulte necesariamente peyorativo. Voluntaria o involuntariamente, en el caso de Orgullo, prejuicio y zombies, se navega en aguas peligrosas. Por momentos es muy fiel a la novela original de Austen, de la que mantiene su espíritu, con el agregado, al principio de manera elegante, luego desaforada, de zombies deseosos de alimentarse de cerebros humanos. A esto se le añade, la gente que los combate, en los personajes originales de la novela con una vuelta de tuerca, más alguno nuevo (en clave femenina-feminista). Baz Luhrmann, Tarantino y Almodóvar son cultores de este estilo posmoderno y han sabido transitar este camino (el del pastiche) transformándolo en un sello de fábrica. Quizás por ese motivo, su director Burr Steers (Las locuras de Igby, 17 otra vez) que no es un experto en este genero, obtiene resultados desparejos. El proyecto de gestación de esta película es de larga data, en algún momento iba a ser protagonizado por Natalie Portman y dirigida por David O. Russell ( Joy, el nombre del éxito) la actriz conserva su nombre en la película, pero en su rol de productora. Con dichos nombres se buscó financiación, seguramente luego del éxito de Walking dead, mas el agregado de un par de nombres de interpretes pertenecientes a Games of thrones. Por eso no hay que buscar aquí resultados puristas relacionados estrictamente con el cine, ya que el producto resulta de la ensalada cuyos ingredientes se nutren en la literatura clásica, las series de televisión, las estrellas ascendentes con seguidores jóvenes (Lily James (Cenicienta) James Riley (Maléfica) Bella Eathcote (Sombras tenebrosas) , los actores británicos de cierto prestigio (Charles Dance, Sally Phillips, Matt Smith). Además de los elementos monstruosos, los conflictos de clase, el romance, y el matrimonio por conveniencia. Con todos estos elementos se camina al borde del abismo y no siempre se esta seguro de no caer en el, en algún momento. Si se le perdonan los excesos es porque tiene momentos logrados, como la secuencia de títulos de créditos a la manera de los libros pop-up, aquellos troquelados en los que se despliegan imágenes. O cuando las hermanas Bennet, en lugar de estar reunidas bordando o tejiendo mientras toman te, están limpiando y puliendo armas todas alrededor de su padre. Chicas entrenadas para el arte… de la batalla. Todo es visualmente atractivo, con la apoyatura de la correcta dirección de arte. Orgullo y prejuicio y zombies juega con los géneros y no siempre gana.
#PoneleZombiesATodo “Las adaptaciones de grandes clásicos del teatro o la literatura que apuestan por un giro moderno, refrescándolos con pátinas de diversos colores y texturas, corren siempre el riesgo de la obsesión por la superficie.” La definición con la que el periodista Diego Brodersen arrancó la crítica publicada en este diario de la versión de Anna Karenina a cargo de Joe Wright le calza perfecto a esta visita de refilón al universo de Jane Austen, perpetrada en este caso por el realizador Burr Steers (17 otra vez y Más allá del cielo, ambas con Zac Efron). Lo de “refilón” se debe a que la materia prima no provino directamente del texto de la novelista británica, sino del de un tal Seth GrahameSmith, autor de otro libro con premisa delirante devenida en película como Abraham Lincoln: cazador de vampiros, quien en 2009 aprovechó que los derechos de Orgullo y prejuicio se encontraban bajo dominio público para reimaginar la historia original en el contexto de una Inglaterra decimonónica invadida por una horda de muertos vivos. El resultado es, pues, Orgullo, prejuicio y zombies, película que ya desde su título digno de la explotation ochentosa pos dictadura preludia la auténtica berretada que finalmente es. Claro que hay berratadas buenas y otras que no. Las primeras son aquellas que se asumen como tales; las segundas, en cambio, no. Y la falla suele ser justamente ésa, la falta de autoconciencia sobre su condición, tal como ocurre durante la segunda mitad del metraje. En la primera, Steers parece divertirse de lo lindo retorciendo el universo palaciego sumándole facas y armas a los corsés y vestidos de las chicas para tironearlas entre los mandatos culturales y la bravura de la cacería. Estas mujercitas de armar tomar, capaces de pasar del cuchicheo en una fiesta de gala a repartir cuchillazos en un pestañeo, y el habitual colorinche visual impuesto en las adaptaciones para adolescentes más recientes –ver si no La cenicienta o la última Romeo y Julieta– invitan a pensar que el film desandará un recorrido que mezcle la estilización de Sucker Punch con el gore más clásico, ilustrado en el festivo regodeo hemoglobínico que implica filmar las vísceras y cerebros en planos casi siempre cerrados. Pero cuando Steers debe ir a fondo con esa propuesta, elige sacar el pie del acelerador, relegando la vertiente más física del relato en pos de un intento por abrazar la aventura –automática, sin vuelo– y el romanticismo –bobo y desangelado– heredado de la saga Crepúsculo. Así, con poco músculo y más corazón, Orgullo, prejuicio y zombies es una película que quiere abarcar mucho, pero termina apretando poco.
Dejen en paz a Jane Austen En alguna parte del proceso de producción de Orgullo, prejuicio y zombies alguien debe de haberse cuestionado el sentido de combinar una de las mejores novelas de la literatura inglesa del siglo XIX con el subgénero de cine de terror. Los realizadores se habrán conformado pensando que algo bueno o al menos entretenido podía salir de este experimento entre el chiste y el pastiche. Lamentablemente, se equivocaron. Y no es que el film no tenga momentos divertidos, pero casi todos ellos provienen directamente de las páginas de la maravillosa novela de Jane Austen, y si se sostienen narrativamente en medio de una campiña inglesa repleta de zombis es casi un milagro. Dirigida por Burr Steers a partir del guión adaptado del libro escrito por Seth Grahame-Smith, casi una parodia que combina el adorado relato sobre Elizabeth Bennet y el señor Darcy con la presencia de una plaga zombi que transforma la comedia de modales en un campo de batalla donde las mujeres más educadas saben tocar el piano, pintar acuarelas y decapitar a un muerto vivo de una patada. Claro que éste sigue siendo, de un extraño modo, el mundo de Austen, y en el comienzo todo funciona más o menos bien. El señor Darcy (Sam Riley) es tan arrogante como siempre y Elizabeth (Lily James) mantiene su espíritu intacto a pesar de que al tremendo riesgo de ser la solterona de la casa se le suma la posibilidad de que un zombi se desayune su cerebro. Y cuando están juntos la chispa del romance y el conflicto social que plantea Austen les ganan espacio a las largas y repetitivas explicaciones del guión que intentan ordenar el cambalache narrativo. Así, la famosa escena de la menos entusiasta declaración de amor de la ficción decimonónica se convierte en una batalla campal a pura química y acción. Una pena que ese espíritu no se traslade al resto de la película, que en su segunda mitad empieza a enredarse hasta hacerse un nudo con su propio relato. Lo que de algún modo la salva es su talentoso elenco, encabezado por James y Riley, en el que se destacan Matt Smith como el siempre ridículo parroco Collins y Lena Headey y Charles Dance, padre e hija en Game of Thrones, que aquí le dan vida-respectivamente- a la aguerrida Lady Catherine de Bourgh y al tolerante señor Bennet.
Tras los sesos de Jane Austen Esta fusión entre el clásico de la literatura inglesa y los zombis es un curioso experimento que está bien hecho, aunque termine quedándose a mitad de camino. Allá por principios de los ‘80, la música marcó el camino en el arte de mezclar dos creaciones originales distintas para obtener una tercera. El mash-up se popularizó en los ‘90 y hacia fines de los 2000 se puso de moda en el campo literario, casi siempre combinando clásicos con terror, fantasía o ciencia ficción, con títulos como Androide Karenina o Sensatez y sentimientos y Monstruos Marinos. Era cuestión de tiempo hasta que algunos fueran adaptados para el cine: Abraham Lincoln: Cazador de vampiros (2012) hizo punta y ahora, basada en la novela de 2009 de Seth Grahame-Smith, llega Orgullo, prejuicio y zombis. La trama es, básicamente, la misma que la de la novela más famosa de Jane Austen: está centrada en la familia Bennet, con la madre buscando maridos convenientes para sus cinco hijas. Además de ellas, está la mayoría de los personajes originales: el atractivo heredero Bingley, el orgulloso Darcy, el misterioso Wickham. Y todo transcurre en la Inglaterra de fines del siglo XVIII, con un detalle: el país es víctima de una plaga de zombis, tal cual se explica en una deslumbrante secuencia inicial con el estilo de los libros pop-up. Por eso aparecen las novedades: por ejemplo, además de un rico caballero, Darcy es un coronel experto en liquidar no vivos; y las cinco hermanas son tan adorables como letales en el manejo de espadas, armas de fuego y artes marciales chinas. Podría pensarse que estas premisas disparatadas podrían dar como resultado un pastiche putrefacto o, por el contrario, una genialidad absurda. Pues no ocurre ninguna de las dos opciones. Después de un comienzo a todo trapo, con el humor británico como estandarte, la película se toma demasiado en serio a sí misma y termina aburriendo y quedándose a medio camino. Porque los zombis son relegados a un segundo plano, un poco atados con alambre a la historia romántica. Y la historia romántica, desde ya, no puede estar a la altura de las mejores adaptaciones de Austen. Entonces, esa mezcla que podía enamorar tantos a los fans de los cerebrófagos como a las de Jane Austen termina siendo un cóctel que no es ni chicha ni limonada.
Aquellos que buscan una adaptación "seria" del clásico de Jane Austen, buscan en el lugar equivocado. Esta vuelta de tuerca a una joya de la literatura británica está a cargo de un señor (digamos) que ya viene de hacer algo parecido, del otro lado del Atlántico: Seth Grahame-Smith (ha hecho ámbos guiones) con "Abraham Lincoln: vampire hunter"... Imaginen entonces. Y si, quizás esa sea la veta. Sabemos que la industria busca algo fuerte para entroizar como franquicia una vez que sólo tenemos por delante la serie "Divergente" y las películas de Nicholas Sparks para "young adults". Así que en busca de nuevas ideas, se nos invita a ver zombies, en una reversión de una historia romántica que todos conocemos bien (y si no, tienen la premiada "Pride and prejudice" del 2005). Detrás de las cámaras, alguien sin mucho renombre, pero con algo de experiencia, Burr Steers (si bien formó parte de la crew de "Pulp Fiction" sus dos últimos largos tuvieron como protagonista a Zac Efron), quien también metió mano en esta adaptación, con la idea de hacerla liviana, dinámica y bien ganchera. Resultado logrado a medias, y sólo para aquellos valientes dispuestos a adentrarse en esta particular historia de amor...y zombies. Porque no hay que olvidarse que "Pride and prejudice" ofrece una trama sentimental donde un grupo de hermanas son preparadas y exhibidas para casarse y salir de su segmento social. En esa vuelta, los coqueteos con los oficiales de la Corona son el centro de atención del relato. Todo ese marco, está. Quedarse tranquilos (?). Claro, lo nuevo en esta edición son los muertos vivientes, que se insertan en esta época histórica, de manera arbitraria y delirante, pero bien presentada (hay que ser justos con ella). Digamos que Inglaterra florecía en el siglo XIX y tenía mucho comercio con el resto del mundo, en ese intercambio con otros países llevó la peste a las islas. Una enfermedad que no se esperaban y que hizo estragos en su tierra: una raza de cadáveres que buscaban alimentarse de cerebros humanos. Aquí, tenemos un oficial valiente, sanguinario y retraído, el Sr. Darcy (Sam Riley) que llega a la vida de las hermanas Bennet, en una misión rutinaria persiguiendo zombies (el detalle de las moscas es interesante, a tenerlo en cuenta). Ellas son cinco lindas mujeres jóvenes, entrenadas para defenderse de la plaga mutante con destrezas en armas, cuchillos, espadas y lucha cuerpo a cuerpo. La mayor es Elizabeth (Lily James), experta en defensa de las suyas, poseedora de un carácter fuerte, no el perfil adecuado para la época que se presenta. La cuestión es que habrá, entre Darcy y Elizabeth, muchos cortocircuitos, como también con otro caballero que aparecerá en escena, para disputar no sólo la atención de la dama, sino también para rivalizar sobre la estrategia para enfrentar la invasión zombie: aquí parece que hasta Londres puede caer si no se decide un rápido curso de acción. Aspectos técnicos bien, reconstrucción de época, a la altura, secundarios, planos (excepto Matt Smith y Charles Dance, que se lucen en pocas escenas) y algo de acción. No es una película extremadamente sangrienta (no, no es "Hansel y Gretel..."), tiene su gore, pero está subordinado al ritmo de la historia, que es, en definitiva, una historia de heroísmo y amor, más allá del enemigo que esté enfrente. Es un raro mix, de esos que no tienen lugar muchas veces. Sólo por eso, yo recomiendo verla. Hay en ella un pequeño homenaje a una gran autora, en un relato que sigue teniendo vigencia y que se presenta para el público nuevo que no tuvo acceso a él, en un formato que tienta para acercarse. Ese es su mérito y debo decir que no es poco.
Si le decían a Jane Austen que 200 años después que publique su novela iban a mezclarla con zombies se hubiese reído mucho, o por ahí, escribía en algún lugar que no lo hagan. Pero lo hicieron una vez y ahora es una película. Hace un tiempo tuvimos a Abraham Lincoln cazando vampiros, ahora tenemos a la familia Bennet peleando contra zombies y seguramente el año que viene tengamos Franklin Delano Roosevelt impidiendo que los marcianos tomen el control de la Tierra.
El título de la película, como el de la novela en la que se basa, deja bastante en evidencia de qué trata. Es una adaptación al cine del éxito literario de 2009 que combinaba la novela de Jane Austen ORGULLO Y PREJUICIO –por momentos citando párrafos exactos, al punto que tenía a la propia Austen como “coautora”– con una historia de ataques de zombies, haciendo que la trama romántica del texto original se viera, literalmente, invadida por un ejército de “muertos vivos”. Pero la película no se decide del todo a convertirse en una parodia hecha y derecha ni tampoco a tomarse su trama del todo en serio. Trata de mantenerse en un tono “ingenioso” que le resulta muy difícil sostener por lo que, más allá de algunas escenas simpáticas, ocurrentes e ingeniosas, termina girando en falso sin ir para ningún lado particularmente interesante. A la trama de la novela de Austen el escritor Seth Grahame-Smith (autor también del similar mash- up ABRAHAM LINCOLN: CAZADOR DE VAMPIROS) le sumó una historia que rápidamente se explica durante los títulos de la película, luego que vemos al ahora Coronel Darcy (Sam Riley) descubrir y matar salvajemente a un zombie que se hace pasar por humano en una reunión social donde se juega a las cartas. Allí se nos cuenta –demasiado velozmente– los siglos de peleas contra los zombies hasta llegar a la Inglaterra del siglo XIX en la que la amenaza contra la humanidad parece ser definitiva y terminal. En medio de todo esto las cinco hermanas Bennet parecen más bien las protagonistas de KILL BILL que de una novela decimonónica, ya que su padre (Charles Dance, uno de los dos coprotagonistas de la película que trae la “chapa” de GAME OF THRONES) las ha enviado a entrenar a China para combatir con las temibles criaturitas. Pero los Bennet están cortos de efectivo y la madre quiere casar a las chicas con la gente correcta y adinerada. Es así que las dos hermanas mayores son exhibidas en un baile social llamando la atención del esquivo Darcy y el más romántico Bingley (Douglas Booth). Bingley y Jane (Bella Heathcote) conectan rápidamente, pero las cosas serán más difíciles para Darcy y Elizabeth (Lily James) por los motivos que, bueno, ya dejaba entrever el título de la novela original, al que hay que sumarle que ambos están más ocupados y preocupados por los zombies que por cualquier cosa que se parezca a un romance. Esos tres ítems impiden la concreción del romance y llevan a ambos a dar los conocidos giros e idas y vueltas personales, giros que aquí se conectan con la cacería de los muertos vivos, bastante clásicos en su forma de moverse y atacar, más allá de algunas especificidades que iremos descubriendo. Está Mr. Wickham (Jack Huston), rival de Darcy por el corazón de Elizabeth, que también tiene su conexión con los zombies; el párroco Mr. Collins (Matt Smith, protagonista por muchos años de DR. WHO) que busca esposa entre las chicas Bennet, y la noble Lady Catherine de Bourgh (Lena Headey, la otra estrella de GAME OF THRONES) que en este caso es una famosa asesina de zombies. Al director Burt Steers no parecen interesarle demasiado las batallas contra los zombies y da la impresión que las criaturas están allí solo para provocar algún que otro intrascendente susto y shock visual. Y la combinación de comedia, drama, romance y película de terror es una operación demasiado complicada como para ser manejada por alguien que no tiene el talento y/o el conocimiento suficiente para tener todos esos motores en funcionamiento al mismo tiempo. Los actores están en registros diferentes (algunos, como Smith y Headey, en plan parodia; mientras que James y Riley parecen tomarse el asunto un tanto más en serio) y la película –más allá de un par de bromas graciosas y algún momento de inspirado humor visual– nunca trasciende su concepto regidor.
Armadas hasta los dientes ¿Qué pasaría si la prosa de Jane Austen se cruzara de pronto con un extraño e inesperado brote de zombies? ¿Cómo afectaría esto al complejo entramado de relaciones que Austen pensó para sus historias y la vida de aquellos seres apasionadamente enamorados? La respuesta a estas preguntas está en Orgullo, Prejuicio y Zombies (Pride and Prejudice and Zombies, 2016), adaptación que Burr Steers hizo del best seller de Seth Grahame-Smith, quién cruzó el clásico de la literatura universal con una historia de seres hambrientos de sangre en la Inglaterra del Siglo XIX en la que las apariencias y el dinero marcaban el tiempo de la vida cotidiana. Orgullo, Prejuicio y Zombies comienza con una dinámica escena de acción en las que se presenta el verdadero escenario de este clásico, y en donde un aguerrido Mr Darcy (Sam Riley) se mostrará impasible ante los embates que los muertos vivos le aciertan, diezmándolos rápidamente. Cuando la noticia de esta plaga comienza a esparcirse no queda otra opción para que las bellas herederas del Sr. Bennet, educadas en las artes marciales japonesas, tomen partido luego que una de ellas sea -en “apariencia”- afectada por el virus que transforma a los hombres en muertos vivos. La apacible población inglesa de Meryton termina por convertirse en el centro de resistencia más grande ante los zombies con Elizabeth Bennet (Lily James) liderando junto a Darcy (a pesar de cualquier prejuicio y tensión sexual entre ambos) el camino hacia la cura de la plaga. Si hay que salir a luchar las jóvenes se ponen TODO cuales Rambo antes de entrar en el campo de batalla, escondiendo bajo sus bellas vestimentas cuanta arma, cuchillo y herramienta que puedan sumar sin que esto afecte a su delicado estilo. Y a la hora de amar y de elegir a sus parejas tendrán en cuenta los consejos de su madre, pero basándose en las cualidades de defensa de los galanes. La principal virtud de un film como Orgullo, Prejuicio y Zombies radica en la posibilidad de generar humor desde la parodia dentro de un contexto que generalmente se ha mostrado serio y solemne.
Orgullo, Prejuicio y Zombies se desarrolla en la Inglaterra de principios del 1800. Una misteriosa plaga se ha propagado por el país y las poblaciones están invadidas por hordas de no-muertos. En ese contexto Elizabeth Bennet y sus hermanas se han transformado en expertas en artes marciales y el manejo de las armas, cualidades que utilizan para hacer frente a los "come cerebros". Dejando a un lado los prejuicios personales y sociales, Elizabeth y Mr. Darcy, otro cazador de zombies, deben unirse en el sangriento campo de batalla para librar al país de la amenaza y descubrir el verdadero amor que sienten el uno por el otro. Esta adaptación del clásico de Jane Austen al universo de los "muertos vivos" resulta una parodia original al recurrente argumento del ataque zombie. Aquí no hay un mundo apocalíptico, sino una atmósfera victoriana, en donde se combinan por partes iguales secuencias de acción, romanticismo y mucho humor negro. El concepto "zombie" también tiene aquí una vuelta de tuerca, los temibles "caminantes" aquí son "corredores", verdaderas amenazas veloces de las que resulta difícil escapar. Con más risas que sustos, el guión hace un poco de agua en la mitad del metraje, cuando la historia y la intriga se hacen laxas y poco interesantes. Como experimento fílmico, Orgullo, Pejuicio y Zombies puede resultar divertida para los espectadores adolescentes en busca de un entretenimiento liviano.
El clásico libro de literatura inglesa de Jane Austen logra un raro pero curioso mash up de lo clásico, con la moda de los zombies. Así, en 2009 sale el libro del escritor Seth Grahame-Smith, Orgullo y prejuicio y zombies. Hollywood no tardó en comprar los derechos y después de algún tiempo de idas y vueltas nos presenta la película. Con un comienzo promisorio, la película es entretenida hasta el tercer acto donde la parte “romántica” y la necesidad de crear una franquicia termina tirando todo abajo. Como el clásico, la película se presenta en el siglo 19 en Inglaterra, enfocada en Elizabeth Bennet (Lily James), con su madre intentando conseguir para Liz y sus hermanas candidatos adecuados y adinerados para casarlas. Con todas las dificultades de las normas y características de la época agregamos que en ese mundo existe una plaga de zombies. Lo interesante acá es la mitología creada, donde los hijos de la aristocracia son criados en Japón o China para aprender formas de lucha y estar preparados para combatir, y así mismo distinguir las clases ya que se explica que los más ricos van a Japón y los de clase social más baja van a China. Es muy interesante ver como las hijas tienen que adaptarse a todas las clases de normas sociales de la aristocracia y mismo ser luchadoras mortales. En esta parte está el fuerte de la película, mostrando las mujeres tímidas y con todo el decoro de la época, pero cuando tienen que enfrentar a los zombies son mortales, audaces y despiadadas. Con el humor británico característico la primera parte donde tenemos una secuencia de títulos muy buena en forma de libros pop-up, conocemos un poco de la historia de cómo Inglaterra se infestó de zombis y vemos como las hijas se adaptan al mundo y a los zombies. Lamentablemente la última parte deja prácticamente de lado a los zombies y se torna muy seria, además de dedicarle mucho al lado romántico de forma pesada y dramática, perdiendo todo el timing y llegando hasta ser aburrida. Infelizmente el director Burr Steers no consiguió equilibrar bien lo que el libro tenía de genialidad, además creo que también Hollywood con el hambre desmesurado de hacer franquicias de cualquier película, también termina por perjudicarla. La misma no tiene un final adecuando teniendo hasta una escena post crédito que adelanta que ésta es sólo una parte, pero no sustena la ganas de seguir viendo qué pasa en ese mundo y sí dejándonos un sabor amargo.
De lucha de clases, romance y cadáveres ambulantes. Si algo nos dejó en claro la primer década del siglo XXI es que lo zombies se volvieron un nicho redituable para el cine, la televisión, los videojuegos, los cómics y cualquier otra industria dispuesta a darle al mercado su cucharada de muertos vivientes, independiente del formato. A seis años del inicio de The Walking Dead (2010) y catorce de la primera película de la saga Resident Evil (2002) -basada casualmente en una famosa serie de videojuegos-, la moda da señales de estar experimentando cierto agotamiento, al menos en este ciclo. Y un poco de todo este declive se hace evidente en Orgullo, Prejuicio y Zombies (Pride and Prejudice and Zombies, 2016). La película de Burr Steers -un ignoto en este tipo de producciones- esta basada en la exitosísima novela homónima de Seth Graham-Smith, la cual tomó la clásica historia de Jane Austen, Orgullo y Prejuicio, y aprovechanado que se encontraba ya en el dominio público, confeccionó una versión alternativa en la cual una horda de zombies se vuelve otro eje temático dentro de la conocida historia de las cinco hermanas Bennet en la Inglaterra del Siglo XIX. Pero en esta ficción alternativa, las hermanas Bennet no son únicamente damicelas a la espera de ser esposadas, sino también fieras guerreras entrenadas en las más mortíferas artes marciales para mantener a raya a los no-muertos. El film sigue la trama clásica, eliminando algunas subtramas menos atractivas y concentrandolo todo en Elizabeth, la mayor de las hermanas Bennet, quien se debate entre su debilidad por un zagaz caballero cazador de zombies y su responsabilidad como guardiana de la familia. En 2009, el mismo año en que la novela se editó, empezaron los planes de una adaptación para la pantalla grande, pero el proyecto pasó por muchos potenciales directores de primer nivel (David O. Russell, Neil Marshall, Matt Reeves, Phil Lord, entre otros), guionistas y muchas potenciales estrellas clase A para el rol de Elizabeth (Natalie Portman, Scarlett Johanson, Anne Hathaway, Emma Stone y Mila Kunis). Pero conforme el tiempo pasó y el presupuesto se achicó, las aspiraciones menguaron y parte de eso se percibe en el producto final y su reparto. Y por cierto, 2016 ya no es un año tan zombie-friendly como en la temporada 2009/2010. El mayor problema de OPZ es que no termina de ser nada en particular: ni un film de terror, ni un film de aventuras, ni de comedia, ni de drama; sino retazos de esto y aquello diseminado a través de las diferentes secuencias. Quiere ser muchas cosas al mismo tiempo, y no por nada dicen que el que mucho aprieta poco abarca. Matt Smith, mejor conocido como una de las más recientes reencarnaciones de Dr. Who, con su papel de pretendiente de una de las hermanas Bennet, es quien más aporta desde lo cómico, pero promediando la mitad del film se produce un giro demasiado grande hacia lo melodramático del cual no hay retorno, y las secuencias de acción que involucran zombies dan la sensación de ser insertadas exclusivamente para dar un descanso al drama y recordarnos qué vinimos a ver en primera instancia. Debe ser uno de los pocos casos en que una adaptación no se atreve a ir, por lo menos, tan lejos como el material de origen, el cual en este caso manejaba un humor negro y una violencia gráfica que -más allá de los ribetes fantásicos- por lo menos generaba algo en el lector. Su par cinemetográfico carece de la rebeldía suficiente para salirse de los parámetros, correr el riesgo de hacer algo que resulte horrible o absolutamente brillante, pero que al menos no caiga en la absoluta apatía. Porque hay cosas peores que hacer una mala película, y eso es hacer un producto intrascendente en todo sentido. Prácticamente como estar muerto en vida, pero sin siquiera el aliciente de salir a comer cerebros ocasionalmente.
Contiene una buena recreación de la época victoriana, acción, y nos permite bucear en el mundo de los zombies. Contiene buenas coreografías, luchas, y es infaltable el humor negro, con toques gore a puro entretenimiento e ideal para el público adolescente.
Orgullo, pretensiones y zombies Siendo que la maquinaria postmoderna vino definitivamente a engullirlo todo y regurgitar sus sobras mezcladas para entretenernos; y que quizás sea cierto eso de que con esta práctica nos van a entretener hasta morir; debo afirmar que está muy bien que existan películas como Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros (Abraham Lincoln: Vampire Hunter) o en este caso, Orgullo, Prejuicio y Zombies (Pride and Prejudice and Zombies). Está bien porque demuestra que ya podemos cagarnos en todo sin ningún tipo de prejuicio. Eso está buenísimo. Lo que no podemos perdonarles es que ambas películas desatiendan a eso que está buenísimo y pretensiones ampulosas, solemnes. No podemos perdonarles jamás que esas películas aburran. Si la película ya desde su gestación es la adaptación de la adaptación (está basada en una novela de un tal Seth Grahame Smith que parodia la de Jane Austen) de un original que ya deviene en tan liviano y soso que es necesario adobarlo con zombis, si cedimos esas obras a esa maquinaria, no podemos permitirnos como nación cinéfila que el resultado no sea una maravilla del cine fiesta. Estamos pagando con nuestra cultura y nuestra historia, reclamemos nuestro pago, reclamemos que nos entretenga. Orgullo, Prejuicio y Zombies aburre por su tosquedad, por la poca energía en encuadrar dignamente un plano y el nulo entendimiento del pulso narrativo de su director. Aburre porque no tiene intención de construir a sus personajes y no se decide cuál historia contar. El film tampoco se decide por ningún género o peor aún, se queda a mitad de todos. El humor no funciona, el mensaje feminista está desactualizado unos 30 años, las escenas gore dan lástima por su tibieza y la acción pierde fuerza a causa de la ausencia de solución de continuidad en la intensidad dramática. No podemos permitirnos como nación cinéfila que una película que se llame Orgullo, Prejuicio y Zombies sea aburrida. Haití cedió ante el deseo anglosajón de agregarle la letra e a la palabra zombi. Haití y todos los que adoptamos el modismo agregándole la letra e en señal de fraternidad, exigimos que a cambio, nos entreguen una buena película de zombis (o mejor dicho zombies). Si muestran muertos vivos del siglo XVIII y estos no son aterradores o no pueden generar tensión entre Lily James y quien se le ponga adelante es porque hay algo que están haciendo muy mal. Seth Grahame Smith (el tipo al que le sacan estas ideas), además de Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros y Orgullo, Prejuicio y Zombies escribió Sense and Sensibility and Sea Monsters. Tienen un intento más. Antes de intentar mezclar la novela de Austen con climas lovecraftianos piensen bien quién va a dirigir eso. Pero por sobre todo recuerden que en el burlesque no puede fallar la comedia.
La normalidad como el peor defecto Con Abraham Lincoln: cazador de vampiros ya habíamos tenido una adaptación de una novela de Seth Grahame-Smith que apostaba al pastiche entre géneros y temas. En ese caso, la fusión se daba entre la típica estructura del biopic y el subgénero de vampiros, para darle una nueva configuración a la figura de Lincoln, la Guerra Civil y las luchas vinculadas a la esclavitud. Así como ese film no terminaba de fusionar sus diversos elementos con fluidez en un relato realmente atractivo, algo parecido sucede con Orgullo, prejuicio y zombies. Rara y problemática la historia del proyecto de Orgullo, prejuicio y zombies, que se estuvo gestando durante muchos años, con muchas idas y vueltas: en un momento, iba a ser dirigido por David O. Russell y protagonizado por Natalie Portman -quien se bajó pero permaneció como productora-. Luego circularon muchos nombres para la dirección -Mike Newell, David Slade, Matt Reeves, Jonathan Demme, Neil Marshall, Mike White, Phil Lord y Christopher Miller- y el protagónico -Scarlett Johansson, Anne Hathaway, Emma Stone, Mia Wasikowska, Rooney Mara, Mila Kunis y Blake Lively-, hasta que finalmente se eligió a Burr Steers y Lily James, respectivamente. Teniendo en cuenta el tiempo esperado y a la vez los baches atravesados, el film podía llegar a ser algo realmente muy bueno y original, o directamente un desastre. Visto el resultado final, ni una cosa ni la otra. Lo que se ve es una permanente tensión irresuelta entre la estructura aportada por la novela Orgullo y prejuicio, de la gran Jane Austen, el modelo habitual de los films de época que muchos veces se agrupan bajo el término “qualité” -con la exhibición de vestuario, las locaciones impactantes desde los planos generales y abiertos, la fotografía paisajística, los diálogos finamente calculados y los dilemas sociales de ocasión- y las diversas convenciones del subgénero de zombies -la sangre, las tripas, la construcción de climas opresivos y desestabilizadores, lo paranoico como factor decisivo-. Durante casi todo el metraje, se percibe un relato atrapado por las propias referencias que se impone a sí mismo: están Elizabeth Bennett (James) y su vínculo de amor-odio con el Sr. Darcy (Sam Riley); el resto de la familia Bennett y sus ansias de escalar socialmente; George Wickham (Jack Huston) y su doble moral; el Sr. Bingley (Douglas Booth), Lady Catherine de Bourgh (Lena Headey), Parson Collins (Matt Smith), con sus respectivos deseos, ambiciones y frustraciones; y las diversas subtramas tan románticas como sociales. Todo está ahí, pero reconvertido en función de un universo donde hasta las mujeres recurren a las artes marciales y las armas filosas para defenderse de los no-muertos. Pero ese cruce no pasa de ser un mero guiño, la fisicidad propuesta por Steers a partir de la novela de Smith no confluye de la forma esperada con el retrato de época que supo armar Austen. De ahí que tengamos los conflictos esperables -más aún si se conoce el material de origen-, sólo que condimentados con algunos pasajes plagados de sangre y tripas. A Orgullo, prejuicio y zombies se le notan demasiado sus parches, su disposición cuasi frankenstiniana, su necesidad de seguir explotando el subgénero de zombies pero dándole una vuelta de tuerca que le aporte una pátina de prestigio. Todo luce demasiado correcto, políticamente correcto incluso, porque estamos ante un film que no se anima a repensar a sus personajes, dándoles nuevos destinos y posibilidades. Encima Orgullo, prejuicio y zombies llega un tanto a destiempo, cuando todavía pesa el recuerdo de la magnífica versión del 2005 dirigida por Joe Wright y protagonizada por Keira Knightley, que se mostraba capaz de expandir las resonancias del libro de Austen a partir de las herramientas cinematográficas, con una libertad en sus formas -desde los planos secuencia, el montaje, la banda sonora, el trabajo de la luz para componer a los personajes y hasta la puesta en escena de ciertos diálogos clave- de la que el film de Steers carece casi por completo. Hay una sola secuencia donde Orgullo, prejuicio y zombies parece que va a aportar algo realmente nuevo a partir de lo cinematográfico, donde los diversos desencuentros entre Elizabeth y Darcy terminan por estallar, y el estallido se da a través de golpes, patadas y hasta cuchillazos, con las barreras entre lo masculino y femenino derrumbándose. Son unos minutos donde el film respira libertad y sólo le importa transmitir las tiranteces entre los cuerpos en pugna. Ahí aparecen en toda su dimensión los personajes, expresándose a través de sus acciones y deseos frustrados. Pero eventualmente la pelea llega a su fin y todo vuelve a la normalidad. El peor defecto de Orgullo, prejuicio y zombies es, precisamente, su correcta, correctísima normalidad.
No había que esperar mucho de un título tan irreverente como Pride and Prejudice and Zombies, y aunque el resultado de la adaptación fílmica de Burr Steers no es tan abismal como la novela homónima, sí es un poco decepcionante. Nada malo tiene la historia, la ya clásica lucha de clases y estereotipos que tan hábilmente escribió Jane Austen hace años y que aún sigue en vigencia. El primer problema que suscita es el equilibrio entre un tipo de prosa y el nuevo agregado de los no-muertos. Si bien el escenario apocalíptico victoriano promete mucho en principio, el correr del tiempo termina por agotar la novedad, que da paso a que los eventos de la novela original se vean adaptados una vez más, sino mucho zombie de por medio. Los muertos son una amenaza casi latente, pero nunca son lo suficientemente terroríficos como para causar pánico, ni tampoco tan graciosos para que el costado de la comedia brille. Hay elementos de uno y otro lado, pero la combinación nunca llega a cuajar. La culpa tampoco es de un inspirado elenco, que se ven ensimismados en los papeles que les tocó en gracia y llevan a cuestas una trama que es una locura desde el comienzo. Lily James y Sam Riley son geniales como Lizzie Bennett y Mr. Darcy, tanto luchando con sus filosas lenguas como en combates mano a mano. Son el corazón de la película, y gracias a esta dupla es que Pride and Prejudice and Zombies no se hunde. Bella Heathcote es una hermosa y letal Jane Bennett, mientras que los aplausos se los lleva un denso e hiperquinético Parson Collins, interpretado con gusto por Matt Smith quien se roba varios momentos con su personaje. Lena Headey, la imparable Cersei de Game of Thrones, hace lo que puede con un dignificado cameo que está para poner su nombre en el póster y no mucho más. Mejor suerte le va a Charles Dance con su correcto Mr. Bennett, pero no mucho más lejos del territorio de la mera participación. Una de las complicaciones fundamentales a la hora de empañar el entretenimiento de una propuesta que casi no se lleva a cabo -piensen que en algún momento iba a ser protagonizada por Natalie Portman y dirigida por David O. Russell- es su contenido. Hay violencia y sangre, sí, pero la calificación PG-13 no permite que todo estalle como debería hacerlo. Hay muertes, decapitaciones y heridas varias, pero todo es tan rápido que apenas se puede apreciar bien el nivel de detalle. Hay buena coreografía, interesantes escenas de acción, pero el apocalipsis zombie apenas se siente verdadero. Ya para el acto final, hay muchas reglas inherentes al género que se rompen sólo por romperse y no tienen sentido. Lo poco que se había logrado se destruye con esos momentos, y por mucho que el elenco lo intente, ya no hay vuelta atrás. Pride and Prejudice and Zombies tiene una premisa tan descabellada que tenía que funcionar. Como libro no lo hizo del todo, y como película tiene sus momentos de gloria, pero son entrecortados, espaciados y se apagan pronto. Un elenco joven y fresco tiene poder para levantar de entre los muertos dicha propuesta, pero sólo pueden sostenerla durante cierto tiempo. En el camino hay un epílogo que promete el doble de acción y aventura, pero dudo que lleguemos a verlo algún día. Y si la adrenalina viene tan descafeinada como ahora, dudo de que queramos hacerlo.
Austen se revuelca en su tumba Orgullo, prejuicio y zombis es una reversión de la novela de Jane Austen, con la excentricidad de ambientarse en una Inglaterra acosada por zombies. Con ideas simpáticas no alcanza. Orgullo, prejuicio y zombis es una reversión de la novela de Jane Austen, con la excentricidad de ambientarse en una Inglaterra acosada por zombies. Esta premisa pudo inspirar carcajadas en una reunión de creativos, pero de ahí a convertirse en un largometraje es todo un misterio. La película sostiene la arquitectura de la novela y focaliza la tensión entre Elizabeth Bennet y Mr. Darcy. Lo curioso es que no se trata de un esquema para habilitar la parodia; su guionista y director, Burr Steers, busca climas sentidamente románticos, con actuaciones serias y firuletes musicales. De la melancolía se nos zarandea a escenas pop con las hermanas Bennet descuartizando zombis. O seguimos la inescrupulosa cacería de Mr. Darcy por la alta sociedad. Este collage pierde su potencial irreverente: más que una deconstrucción habilidosa, estamos ante cajas chinas de películas, cada una manejando el código que le concierne en su momento. La confusión de géneros impide que la historia crezca o encuentre identidad. Los zombis no proponen ninguna relectura sociológica en el contexto histórico, son apenas un detalle de marketing para que un adolescente convenza a su novia de entrar a la sala. The Walking Dead victoriano + melodrama a lo Hallmark + épica oriental + comedia de gags = es imposible conectarse con esta mutación fallida. Burr Steers, además, no toma decisiones atractivas para la puesta y cada escena se desenvuelve en piloto automático, bajo las previsibles reglas del género de turno. Orgullo, prejuicio y zombis por momentos compite con la insuperable adaptación de Joe Wright (2005), lookeando a Lizy James como Keira Knightley. Pero la mayor parte del tiempo el filme se asimila a esas aberraciones clase Z como 50 sombras más oscuras o la saga Scary Movie, sólo que aquí hay un poquito más de dignidad cinematográfica, como un pariente avergonzado de sus orígenes que busca distinguirse con modales afectados.
Si bien no es otro intento de muertos vivos hollywoodenses, explotados por la mano de productores carnívoros, Orgullo, prejuicio y zombies -2016- es lo que su título indica, una película de época con la problemática mundial de que los zombies están dominando el mundo occidental. No es un film sólido, pero la panzada bizarra es completa. El tono de la película no se termina de justificar en ningún momento, intenta alcanzar niveles de seriedad que quedan completamente aplastados al ver las cualidades de los zombies, totalmente capaces de seguirle la charla a cualquiera de los espectadores con mate de por medio. Las escenas de pelea, mano a mano entre las hermanas Bennett y los no muertos se tornan confusas, los ángulos en que la cámara se posa no benefician el detalle de los combates, el gore PG 13 se queda muy corto y lo único rescatable es el elenco demostrando artes marciales, no hay duda que aprendieron. La moda de “pon un actor de Game Of Thrones en tu película” no se queda atrás, con Cersei Lannister –Lena Headey-, Tywin Lannister -Charles Dance-, esta vez no de padre e hija pero sí en tono medieval guerrero, pero no pueden más que jugar con el tinte de la película y dejarse llevar. En definitiva, el largometraje rasca sus pocos aspectos positivos desde su premisa inicial “Orgullo, prejuicio y zombies”, lo bizarro sobrepasa el mero título y logra escenas simpáticas en dicho tono, pero a su vez se entremezcla con alguna mano productora fría y vacía de contenido, lo cual hace de esta pieza un mejunje de 108 minutos que nunca se recuperarán.
Otro crossover que no cumple Se estrenó nomás esta bizarra versión de Orgullo y Prejuicio llamada "Orgullo, prejuicio y zombies". La premisa ya se instalaba como una arriesgada versión de acción apocalíptica sobre este relato romántico de época. Por supuesto que los más escépticos tuvieron como primera reacción el escándalo y la resistencia, mientras que los más abiertos adhirieron y les pareció divertido esperar una versión muy distinta del clásico. Debo decir que desde el inicio me ubiqué en este último grupo, aunque con varias reservas debido a que ya hemos visto que de estos tipos de crossovers no ha surgido nada realmente bueno. Recordemos "Abraham Lincoln cazador de vampiros", "Cowboys & Aliens", "Alien vs. Depredador", etc. El problema de esta entrega no fue su planteo inicial ciertamente, sino la ejecución de una trama que tampoco supo cohesionar de manera atractiva el mundo de fines del siglo XVIII con el apocalipsis zombie. Para empezar, las razones por la cual se expande la horda zombie es demasiada básica y el contagio se da super rápido cuando se supone que la gente ha sido entrenada para hacer frente a este mal. La vuelta de tuerca de mitad del film en la que los zombies podrían convivir con los humanos es todavía más básica y torpemente materializada. Por otro lado, la dupla protagonista no llega a convencer. Les falta carisma para con el público y les falta química entre ellos. El resto del cast no aporta demasiado tampoco. Son todos personajes demasiado secundarios que no generan interés. Como positivo se puede decir que respeta algunos aspectos de la historia original de Jane Austen que de por sí son atractivos y que algunas peleas de espada y tiros con los zombies están bien planteadas, aunque se utilicen recursos que ya son cliché como las alternancias entre cámaras lentas y rápidas. Un film menor, que algún espectador muy fan del terror y la acción podrán disfrutar, pero para el público en general quedará rápidamente en el olvido.