El thriller siempre tuvo su lugar en el cine argentino. Durante diferentes épocas, directores de la talla de Carlos Hugo Christensen, Román Viñoly Barreto (uruguayo, pero que trabajó mucho en Argentina), Adolfo Aristarain y Fabián Bielinski supieron dar los mejores exponentes del género. Más recientemente, se destacan las adaptaciones de novelas de Claudia Piñeiro, empezando por Las Viudas de los Jueves. A esa tradición se le suma Pájaros Negros. Víctor (Luciano Cazaux) va muy bien en su trabajo como arquitecto y ama a su pequeña hija, pero no es feliz. Advierte que María (Martina Perret), su mujer, se muestra muy inquieta y esquiva, y sale sin decir adónde va. ¿Lo estará engañando? Pronto descubrirá que se está viendo con un tal Juan Cruz (Marcelo Sein), que también la golpea. Víctor se irá obsesionando más y más, al punto de querer recurrir a la violencia cuando se entera de que Juan Cruz anda detrás de la niña. Todo esto, ante la presencia de unos misteriosos pájaros negros que dan vuelta por los alrededores, como si realmente supieran qué está sucediendo. La ópera prima de Fernando “Fercks” Castellani comienza como una historia de infidelidad, pero va mutando en un film noir y finalmente desemboca en un siniestro descenso a los infiernos al estilo de El Maquinista. Desde lo temático, tiene puntos en común con Placer y Martirio, de José Celestino Campusano: presenta la contracara de las clases más pudientes (buena parte de la acción también transcurre en Puerto Madero), pero en vez de focalizarse en la mujer adúltera y perturbada, se centra en el marido que comienza a advertir que la relación está en punto muerto. Luciano Cazaux es quien lleva adelante la película y uno de los puntos más altos. Este actor es visto mayormente cubriendo papeles secundarios y, por el lado del cine, fue aprovechado en Regresados, de Flavio Nardini y Cristian Bernard, donde hacía de un eterno enamorado de su ex compañera de la secundaria. Su interpretación de Víctor -intensa, pero en su punto exacto- le permite ser convincente como un hombre común desembocando en lo más bajo de su propia mente. Los recursos cinematográficos de Castellani ayudan a plasmar su deterioro personal. Además de Perret y Sein, también forman parte del elenco Juan Manuel Alari, Juan D’Andre, Emma Spataro, Jorge Booth y, en papeles chicos pero vistosos, Carlos Kaspar y Tomás Fonzi. Pájaros Negros es un muy digno thriller de suspenso, que incluye momentos de tensión y giros desconcertantes. Para prestar atención a cada detalle.
Retrato de una obsesión El rumbo hacia la ambigüedad de Pájaros negros -2015-, primer largometraje de Fercks Castellani, toma por un lado elementos del suspenso gracias a la incorporación de una música incidental que acentúa esa misteriosa atmósfera, y por otro lado apuntes melodramáticos, generados a partir de pequeños gestos o situaciones por las que atraviesa una pareja de clase media con una hija pequeña. Una casa alejada de la ciudad, la rutina de un trabajo de oficina en el que Víctor –Luciano Casaux- se encuentra atrapado, a lo que se suma la sospecha de un romance clandestino de su mujer María, son los elementos que complotan en la frágil psiquis del protagonista y que derivan hacia diferentes direcciones, que lo sumergen en una verdadera pesadilla. Los pájaros negros -que se posan sobre un bebedero- no sólo inquietan al hombre de la casa sino que traen aparejados fantasmas del pasado que confrontan con un secreto que el director guarda celosamente desde el guión, y que apenas se va dilucidando siempre que el espectador esté dispuesto a atar cabos o recoger pistas sembradas con sutileza y que tienen como único centro de atención la ríspida relación de la pareja, más aún las diferencias en el vínculo con la niña. Ella es el receptáculo de las emociones encontradas, también de los miedos y la angustia de sus padres, pero lo más importante es su lugar de blanco vulnerable, que el propio Víctor busca proteger ante un entorno sumamente hostil y cambiante. La estructura del film desde el punto de vista narrativo fragmenta el relato, deja un tendal de indicios, como si se tratara de piezas de un rompecabezas disperso, aunque eso avanza de acuerdo al punto de vista de Víctor y su interacción con el mundo exterior. Es su mirada la que prevalece y por momentos redefine la puesta en escena en la que cada elemento del encuadre, a veces las angulaciones de cámara o los contrastes lumínicos, encuentra correspondencia con el estado psicológico o la personalidad semi paranoica afín a propuestas de este tenor, donde la riqueza climática predispone al espectador. En términos generales, Pájaros negros cumple como película de suspenso, cuenta con actuaciones sobrias y ajustadas, a pesar de algunos momentos en los cuales la sobreexposición de Luciano Cazaux es notoria, así como ciertos intentos desde el guión por ocultar desde la puesta en escena el secreto revelador del final, que obviamente no revelaremos aquí.
Una buena idea argumental pero que resulta fallida. Reiteraciones, situaciones poco claras y finalmente una resolución que no convence. Igual que la relación de los personajes. (#)
Un hombre en plena crisis de confianza Thriller y suspenso, una buena dosis de terror fuera de campo, un riguroso trabajo en los rubros técnicos y un crecimiento dramático de la historia. Con esos ingredientes, estéticos y temáticos, la opera prima de Fercks (Fernando) Castellani narra las sospechas de un empresario, el desconcertado Víctor (Casaux), en relación a María (Spataro), su mujer, los riesgos con los debe convivir la hija de ambos y las apariciones, plenas de misterio y sugestión, de Juan Cruz (Sein). El dispositivo temático y formal de Pájaros negros no oculta sus influencias (Hitchcock, David Lynch, los films de suspenso de décadas atrás donde se intuía más de lo que se exhibía), pero esto no actúa de manera contraproducente para el devenir del relato; al contrario, la génesis de Pájaros negros ya invita al espectador a sumergirse en la vida de Víctor, sus inestabilidades de pareja y también profesionales, a escarbar en ese punto de vista que se presenta como una bienvenida manipulación. Castellani trabaja sobre algunos espacios concretos: el familiar, el laboral y los exteriores (bosques, caminos, rutas), cada uno de ellos delimitados por un reconocimiento inmediato y transparente. En ese sentido, al director (y a la misma historia) se los nota más cómodos cuando el argumento se establece en los espacios abiertos, representados a través de escenas diurnas y nocturnas que expresan una sensación muy compleja de obtener en cine: en Pájaros negros, una atmósfera turbia, un clima sugestivo o un registro visual que atemoriza al espectador se imponen en más de una oportunidad a los momentos familiares y oficinescos que también se describen en la trama. Es que el relato de Castellani, aun con su afán de acumular las clásicas obsesiones y constantes que caracterizan a los cineastas en sus operas primas, además de tratarse de un cuento muy bien contado, pertenece a la categoría de historias que tratan sobre un malestar, en este caso, por las sospechas de un esposo en relación a su mujer. Siempre es muy complicado transmitir un síntoma determinado desde la mente inestable de un personaje, pero, ante semejante desafío, los genuinos propósitos de Pájaros negros terminan resultando más que gratificantes.
Al protagonista de “Pájaros Negros” (Argentina, 2015) de Fercks Castellani le pasan muchas cosas en su cotidianeidad, todo como resultado de una realidad que lo agobia y lo presiona, pese a mostrarse como un exitoso empresario de la construcción y un dedicado padre y cabeza de familia. A Víctor (Luciano Cazaux), tal es el nombre del personaje, le pesa la depresión de su mujer (Martina Perret), el poco contacto que ésta tiene con su hija, y principalmente el no saber cómo acercarse íntimamente sin que el rechazo sea la única posibilidad de vinculación y declamación. Pero un día esta rutina agobiante cambia, porque percibe que ella algo le oculta, y aconsejado, mal, por algunos de sus compañeros del trabajo, mucho más jóvenes y experimentados que él, comienza a elucubrar un plan en el que la única posibilidad de escapatoria o respuesta a sus preguntas es que ella lo está engañando con otro hombre. Las certezas no llegan, y el agobio se transforma en obsesión, en maltrato, en situaciones inexplicables que tienen el seno familiar como punto de ebullición y también como lugar de reparo, vaya paradoja, para suavizar algún daño que en ambos suceda. Pero a Víctor no le basta la constatación o no de la infidelidad, quiere ir más allá, y mientras por momentos Castellani utiliza el recurso del flashback como manera de apelar a cierta luminosidad de un pasado no tan lejano, lo ominoso, que se traduce en esos “pájaros negros” que se acercan continuamente a verlo y a acecharlo van pesando cada vez más como estrategia narrativa. La tensión silenciosa que avanza, refuerzan la propuesta de un guión que sabe de su gusto por el género y que a partir de elementos claves y necesarios, como la música incidental o la configuración de primeros planos para enfatizar emociones, van conformando un intento de repetición de fórmulas y esquemas, cine que encuentra adeptos en espectadores específicos y únicos. Pero en esta historia todo se complica aún más, porque cuando los indicios del engaño también se van transformando en verdades y realidades, Víctor, su protagonista, deberá asumir el dolor con el que la traición se muestra en el cuerpo de su mujer, quien, más perdida que nunca, no encuentra la manera de poder refutar las consecuencias de la infidelidad y ser el objeto de los reproches de su marido. “Pájaros Negros” bucea en los arquetipos de los filmes y la literatura policial más clásica, y que desde una sospecha sobre una posible infidelidad o engaño, tejen una compleja trama de situaciones, en las que el tormento del protagonista y la empatía que se logra con él serán esenciales para continuar con la visión del filme. Castellani logra con holgura una aproximación a los miedos y obsesiones de una pareja dividida por la enfermedad y la depresión, y apela a un relato digresivo que termina por potenciar su climax con una resolución final que sorprende. Mención necesaria para que el relato funcione es la impecable actuación de Cazaux, quien con una economía de gestos, y a veces tan sólo una mirada, compone el complejo mundo de Víctor ante la inseguridad de sus vínculos.
Pájaros Negros, la ópera prima de Fercks Castellani, apuesta a un oscuro thriller de suspenso. Víctor tiene un buen y exitoso trabajo, que de todos modos le consume mucho tiempo y energía, una pequeña hija a la que adora, y una mujer a la cual ama pero no termina de entender. Ella parece estar sumergida en medio de una fuerte depresión que la tiene constantemente desganada y cada vez más alejada de su propia hija. Castellani logra desde el primer momento crear atmósferas de misterio y densas, uno de los puntos más fuertes del film sin duda. Pero la historia avanza, a Víctor le entran dudas, sin querer descuida un poco a su hija, tiene desencuentros en su trabajo, y comienza a desconfiar de la supuesta depresión de su mujer con el fantasma de la infidelidad. No es conveniente contar más de la trama pero lo cierto es que a medida que avanza, esta película que dura poco más de una hora, comienza a tornarse cada vez más reiterativa e incongruente. La participación especial de Tomás Fonzi y sus forzados acento y expresiones gallegas terminan de restarle seriedad a un producto cuyo tono no deja ni un poquito de lugar a la comedia voluntaria. Se toma tan en serio a sí misma, que carece de naturalidad. La interpretación de Luciano Casaux como Víctor está bastante bien mientras que la actriz Martina Perret se encuentra más deslucida y lo que le impregna a su personaje ese aura de misterio, especialmente en la primera mitad de la película, se le debe más al guión que a su actuación. Los pájaros negros rodean a los personajes como señal de un mal presagio pero el film además está plagado de otros detalles que funcionan como indicios, detalles que de todos modos muchas veces se repiten más de lo necesario. La resolución, aunque predecible, no termina de convencer. Pájaros negros es una película que sabe construir climas (aunque la música incidental que ayuda a construirla por momentos se sienta excesiva) sin embargo se enreda a la hora de definir personajes y relaciones y deriva en un producto interesante pero al que le falta pulir un poco más la narración y tono uniforme.
Frágil borrador de thriller Un thriller psicológico doméstico. Vemos un hombre preocupado porque su mujer está deprimida. También tiene una hija y un trabajo. No hay nada especial, aunque hay un ser que aparentemente viola, amenaza y golpea. Ese personaje ojeroso está lejos de poder integrarse de forma lógica o fluida a un relato que trastabilla por todos lados: en los diálogos endurecidos (muchos doblados), en la música carente de sutileza, en la nula elaboración simbólica, en el amateurismo general que se exhibe, en un acento extranjero realmente imposible en boca de Tomás Fonzi, en las vueltas y vueltas alrededor de las mismas cosas, en una amenaza que se pretende y no se construye. O, mejor dicho, se construye apenas como parte de un frágil borrador con explicación extemporánea "que cambia todo" sobre el final.
El guionista y director Fercks Castellani debuta con un oscuro thriller psicológico. Pájaros volando Las operas primas muchas veces pueden llegar a ser un género en si mismo. Los directores y guionistas, en contadas ocasiones recién habiendo terminado la carrera o incluso con la misma todavía en curso, suelen tirar toda la carne al asador sin detenerse a pensar demasiado sus posibilidades. Es decir, ponen por delante sus ambiciones sin tener en cuenta impedimentos técnicos, presupuestarios o hasta su propia experiencia como realizadores, y es por eso que los resultados no siempre suelen ser favorables. Pero ese no es el caso de Pájaros Negros, del debutante Fercks Castellani. Un film que se mantiene fiel a su idea y abraza sus limitaciones. La película está centrada en Victor (Luciano Cazaux), un empresario que lleva una vida feliz en apariencia pero que puertas adentro es otra historia. María, su esposa, sufre de una profunda depresión por lo que él debe hacerse cargo exclusivamente de su hija, la cual constantemente reclama por su mamá. Al mismo tiempo comienza a encontrar extraños mensajes de otro hombre en el celular de su mujer, con quien al parecer tuvo una relación extramatrimonial y ahora no deja de acosarla. Con la vida de su familia en peligro, Victor decide hacerse cargo del asunto y protegerlos de todo mal, sea como sea, aunque eso signifique un lento descenso a lo más oscuro de su ser. Los oscuros recovecos de la mente es sin dudas uno de los temas que mejor le sienta al cine, y en especial a los thrillers que solemos definir como psicológicos. No sin una importante cuota de surrealismo incluida en sus películas, es probablemente David Lynch quien, con films como Mulholland Drive, Carretera Perdida o Terciopelo Azul, más haya influenciado a una nueva generación de realizadores deseosos de explorar los misterios de la psiquis humana. Pájaros Negros es un claro ejemplo de eso y sobre todo es un film con la capacidad de poder diferenciar la influencia del homenaje. Castellani aprovecha a su favor las limitaciones que conlleva hacer una obra a pulmón, y con una puesta de cámara inteligente sumado a un buen trabajo de post-producción entrega una obra que nada tiene que envidiarle a producciones de una mayor envergadura. Así mismo el guión siempre se mantiene ágil y logra captar nuestro interés, hasta llegar a una revelación que tomará a varios por sorpresa. Conclusión Pájaros Negros es un thriller que sabe manejarse dentro de sus limitaciones y que logra escaparle a muchos de los problemas que aquejan a las operas primas hoy en día. Con actuaciones medidas de todo su elenco, la película que tiene en claro la historia que quiere contar y sabe como hacerlo, suficientes razones para mantenernos mirando. Sin dudas un promisorio debut para su Castellani.
Crónica de una obsesión La ópera prima de Castellani es una más que valiosa incursión en el universo del thriller psicológico.??? Pájaros negros intenta adentrarse en el terreno del thriller psicológico, algo que no muchas películas nacionales de los últimos años han hecho. Lo hace reutilizando viejas fórmulas que supieron aplicar desde Alfred Hitchcock hasta Brian De Palma, narrando así una historia de obsesiones y misterios.? El film tiene como protagonista a Víctor, un exitoso arquitecto casado y con una hija. Ellas son su motivo máximo de felicidad, a la vez que la principal causa de su angustia. La madre no parece estar muy preocupada por la nena y, por si fuera poco, todo indica que tiene un romance con un tal Juan Cruz. ? A partir de ahí, Pájaros negros muestra el derrotero emocional de Víctor, quien pasa de la duda a la certeza, y de allí a la bronca. Fercks Castellani concibió su ópera prima con seguridad, ritmo y conocimiento de los elementos del género, mostrándose además como un sólido constructor de climas, sobre todo gracias al manejo de un fuera de campo atemorizante. ? Algunos excesos musicales y visuales –los pájaros del título, por ejemplo- y una vuelta de tuerca más efectista que funcional impiden que esta historia de malestares generalizados termine de convertirse en una película aún mejor. ?
Una mujer bajo influencia En su ópera prima, Fercks Castellani bucea en el cine de género para narrar una historia de obsesiones, engaños y hasta violencia de género. Víctor, un exitoso empresario, casado y con una pequeña hija vive preocupado por la forma en que su esposa ignora a la niña. Ella se encuentra inmersa en una profunda depresión y él intuye que mantiene una relación paralela con otro hombre. Comienza a seguirla hasta descubrir una verdad insospechada. Con claras influencias del cine hitchcockiano, pero también con guiños a maestros como Brian De Palma, Martin Scorsese, Quentin Tarantino y hasta los inicios de M. Night Shyamalan, Pájaros negros (2015) se construye como un rompecabezas con piezas que van encajando en su lugar a medida que la trama avanza. Es imposible develar demasiado porque eso sería quitarle al espectador la posibilidad de dejarse sorprender por un laberinto de intrigas y misterio donde nada es lo que parece. Castellani logra sumergir al espectador en un estado de tensión permanente producto de los climas que tan bien maneja, de una puesta en escena acertada donde no hay lugar para el azar y un especial cuidado en la iluminación para crear la densidad que el relato necesita. Pájaros negros es una vuelta al cine de género clásico, donde lo que importa es la historia que se cuenta y los mecanismos utilizados para resolver una trama compleja sin caer en los clisés. Todo esto complementado por un grupo de actores donde se destaca Luciano Cazaux, un gran trabajo de edición y la música de Pablo Sala.
Honrarás a tu familia Fernando “Fercks” Castellani apostó fuerte para su primer film. Convocó actores de jerarquía, alguno debutó bajo su dirección; montó locaciones lúgubres en Escobar y en el barrio de Colegiales; y lo más importante: persiguió el suspense que distingue e inmortalizaron los yanquis. La violencia será el denominador común en cada una de las escenas y las microhistorias que se van develando de a poco como quien corre un telón. Desde la gráfica se anuncia: “Todo lo que él quiere es proteger a su familia, pero su amor por ellas lo llevará al límite”. Los amigos del trabajo hablan de infidelidades. Algunos se hacen la cabeza. La pregunta es: ¿cuánto? Así comienza la paranoia, los señuelos y una búsqueda incansable del protagonista por algo que no puede explicar. La depresión de la mujer la aísla hasta de su hija y los enigmas se van desentramando a fuerza de golpes bajos. El thriller está signado por la obsesión y la estética se cuida con mucha voluntad. No es un dato menor que la familia de Luciano Cazaux en la ficción es la misma que en la vida real, de ahí la chispa con su esposa Martina Perret y su hija Emma Spataro. El personaje de Víctor es el nexo entre una relación partida y tortuosa entre madre e hija, con tantos vericuetos que a veces exaspera aunque la película sea corta. Marcelo Sein es el comodín en toda esta historia, el que acecha en el umbral. Asimismo, es interesante la segunda línea de actuaciones: aparece Carlos Kaspar como un vendedor de armas y Tomás Fonzi como un proxeneta-bon vivant. Los guiños del joven cineasta son muchísimos y no caen en lugares comunes: desde la ducha icónica de Psicosis hasta la célebre manzana de los ¿primeros? humanos. Dicen que “somos seres humanos sin saber en verdad lo que es hoy un ser humano”. Aquí nadie sabe mucho, ni los icónicos pájaros negros que no auguran buena fortuna pero en la pantalla grande nos han demostrado en Los mensajeros que pueden ser, al menos, un poco amigables. El montaje, edición y el trabajo de post producción son acertados; mantienen la tensión hasta el final mientras se acomoda y se desacomoda la sucesión de cajas chinas. La música tiene los picos de una montaña rusa, se entremezcla con canciones infantiles, pasajes sombríos y gritos. Hay muchos gritos. Es interesante el recorrido que hizo el proyecto hasta llegar a una proyección comercial: antes estuvo en Ideame -crowfunding de participación colectiva- con poca repercusión, pese a contar ya con el apoyo de Perinola Films, Plastic Shit, y el apoyo de la escuela de cine CIC. Esta apuesta del cine nacional es osada, por un género que tiene mucho que explotar y cuando ha sido filmado fue por el mainstream y habiendo tomado de antemano muchos recaudos. Las pequeñas producciones pueden convivir en una esfera de anarquía donde se pueden tomar riesgos antes, durante y después de haber filmado. En Pájaros negros pasa esto. Vayan a verla porque se van a sorprender y porque de eso depende su presencia en la cartelera.
Escuchá el audio (ver link). Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli. Un espacio dedicado al cine nacional e internacional. Comentarios, entrevistas y mucho más.
La Autopista del Sur Escuchá el audio (ver link). Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli. Un espacio dedicado al cine nacional e internacional. Comentarios, entrevistas y mucho más.
Nada es lo que parece Pájaros negros es la opera primera del joven realizador Fercks Castellani, quien se arriesga a dar los primeros pasos en el medio con una arriesgada historia de celos y engaños en donde nada es lo que parece. Si bien el apartado técnico no es el mejor y las actuaciones carecen de total naturalidad y soltura, no son estos motivos de sorpresa considerando que es la primera incursión del director en el medio y se antoja un gran esfuerzo de todas las áreas, destacando tal vez desde la producción y sus roles afines. El guion aunque bien intencionado y con un planteo claro desde el principio, peca de algunos clichés típicos del género que son muy comunes entre las producciones nacionales, pero aun así logra crear un ambiente entretenido y con cierta expectativa en la trama. De la mano de una hábil vuelta de tuerca Castellani consigue no solo despejarnos dudas y darle aire fresco al relato hacía el final, sino también salvar a la película de su propia caída, y así dejarnos un sabor de boca mucho más dulce respecto al resto del film. Pájaros negros es un buen intento como ópera prima y su resultado entretiene a lo largo de sus 72 minutos de duración. Queda claro que el resultado no es óptimo y hay muchas asperezas para limar, tal vez más de las que uno esperaría, pero logra mantener en vilo al espectador y sorprender hacía el final con un desenlace inesperado.