Repleta de clichés y super predecible, creo que va a divertir mucho sólo a los fanáticos de esta temática y a los que entran en contacto con ella por primera vez. El resto no la va a pasar tan mal, aunque la gran mayoría de los gags ya los haya visto en otros films. A pesar de lo poco innovador, Si fueras yo es entretenida y tiene un muy buen ritmo, además de...
Otra más y ... Las comedias que tratan sobre dos personas que intercambian cuerpos por arte de magia es un lugar común en el cine. Antes de verlas ya uno supone que tendrán la estructura típica: cambio, inadaptación, adaptación y el correspondiente desenlace. Si fueras yo (The Change-up, 2011) se ajusta a lo antes dicho. El gran cambio son los protagonistas y el director que intentan hacer de un cliché, una buena comedia. Si fueras yo trata de dos hombres, Dave (Jason Bateman) que es abogado, casado y padre de dos hijos, y Mitch (Ryan Reynolds), soltero, mujeriego y aspirante a actor. Tras decir que desean la vida del otro, estos amigos de toda la vida cambian de cuerpo y, por ende, de vidas conduciendo a complicadas y cómicas situaciones. Por ejemplo, Mitch en el cuerpo de Dave viéndose en la posibilidad de tener que intimar con la esposa de su mejor amigo; posibilidad que lo pone más contento que nervioso. La dupla Jason Bateman y Ryan Reynolds es la atracción del filme, y lo más destacable es que el director David Dobkin, supo explotar sus habilidades de comediantes, llevándolos a una película que tiene potencial de comedia divertida con algún que otro buen momento. Aún así, no deja de ser un filme por debajo del promedio. Las situaciones secundarias que se viven en el desarrollo del filme son los puntos de originalidad, lo que enriquece a un desarrollo, a gran escala, sin emociones. Así, Si fueras yo, es otra película más dentro de este rubro. A pesar de tener dos actores muy buenos que caricaturizan y exageran rasgos de dos estereotipos de personas, la trama no genera novedad. Un filme para ver un domingo de tarde, sólo para pasar el rato.
Lo pedís, lo tenés! El director David Dobkin, el mismo que se encargó de Los rompebodas, presenta a dos entrañables amigos de contrastantes personalidades. Y a la vez, uno está ansioso por tener la vida del otro. Si fuera yo Uno es Dave, un exitoso abogado que está a punto de concluir una fusión para la firma que representa y, así, conseguir su tan ansiada sociedad. El otro, (y su mejor amigo) Mitch, un incipiente aspirante a actor porno que vive como adolescente, es un bueno para nada y especialista en llevar mujeres a la cama. Dave tiene esposa, tres hijos y un futuro prometedor. Mitch no tiene a nadie y con trabajos se hace cargo de sí mismo huyendo de los compromisos y de un padre que sólo desea que se acerque a su casamiento. Para esta dupla cambiar de vida les será muy sencillo, ya que con sólo orinar juntos después de una noche de tragos, sus deseos casi involuntario les serán realizado. Para Mitch Planko (Ryan Reynolds) y Dave Lockwood (Jason Bateman), los cambios los llevará por senderos opuestos: alegrías, frustraciones, crecimiento personal y valoración de los seres queridos. El film ofrece mucho más de lo que promete, con muy buenos climas, momentos de humor bien logrados (los nenes en la cocina con Mitch), situaciones cotidianas de pareja que dejan el encanto en un cajón (como el no cerrar la puerta del baño) o el imaginario popular que el sexo de los otros es siempre mejor. Si Fueras Yo tiene todo lo que una buena comedia de enredos tiene que tener y quizás más, por una dupla de dos actores en crecimiento interpretándose el uno al otro de manera muy acertada. Cuidado con lo que deseas, porque se te puede hacer realidad!
Comedia con cambiazo Jason Bateman y Ryan Reynolds intercambian cuerpos. Existe un subgénero dentro de la comedia que, brutalmente, podríamos denominar “la del cambiazo”: dos personas cercanas cambian de cuerpo entre sí y deben no sólo buscar la mística cura (que siempre viene en plan autoayuda) sino responder a la agenda siempre trascendental y urgente del otro. Un viernes de locos o incluso una subtrama de Shrek tercero como ejemplos recientes. Otra de las características de las comedias “cambiazo” es que suelen ser personalidades opuestas, siempre lindando al borde de la hipérbole para obtener mayor rebote cómico (o mejor aún, abollar sus límites). David Dobkin, director de Los rompebodas , lleva el “cambiazo” al terreno de la Nueva Comedia Americana y para mayores de 18: es decir, además de la personalidad de los personajes de ficción entra en juego cierto imaginario construido en torno a los actores. En este caso, Jason Bateman y Ryan Reynolds. Bateman, parte de la realeza de la Nueva Comedia Americana (más celebrado por su rol en la serie Arrested Development ), y Reynolds, churro categoría “estuve de novio con Scarlett Johanssen” que todavía anda sin tierra entre el tanque ( Linterna verde ) y la comedia romántica ( La propuesta ). En Si fueras yo Bateman es un abogado padre de tres (una niña y bebes mellizos) que soporta el mundo resignado, ahogando a cada instante la frustración que le causan los demás y su vida de casado. Reynolds es un fiestero full-time sin ninguna responsabilidad que conseguir una cita diaria. Y, de repente y freudianamente, el cambiazo. Dobkin casi apela a la lógica cartoon : el personaje de Reynolds es un maxi Pappo a la hora de hablarle a las mujeres y la vida del personaje de Bateman parece un dibujito machista (cuando los cuerpos están cambiados, los bebés desvelados lanzan cuchillos). Esa idea exagerada y Playboy de la comedia se expande a cada rincón: casi no hay mujer que no aparezca en tetas (digitales, eso sí, como en el caso de Leslie Mann) y casi no hay instante que no genere un chiste chabonardo (“Salí con su boca casi un mes” entre las intencionales frases trogloditas o planos de escrotos). La oposición Responsabilidad/Hedonismo es igual de realista, incluso cuando sentimental, que un capítulo de Tom y Jerry y Dobkin aprovecha la caricatura de los actores para jugar con los gatos y ratones de ambos y así generar una comedia canchera e inteligentemente irresponsable y exagerada.
No han pasado cinco minutos y ya puede preverse que no se verá aquí nada que no se haya visto antes en una comedia cuyo nudo central es el intercambio de cuerpos, salvo que la novedad resida en llevar a extremos francamente repelentes la vulgaridad tan frecuentada últimamente por el cine de humor norteamericano. Es notorio que los guionistas de ¿Qué pasó ayer? (Jon Lucas y Scott Moore) y el director de Los rompebodas (David Dobkin) son capaces de resolver estos compromisos con mayor desenvoltura y poner en juego un espíritu más fresco y desenfadado. Pero aquí parece haber prevalecido la pereza: el ingenio es reemplazado por esa comicidad de inodoro que se practica entre quienes atraviesan la llamada edad del pavo, que bien puede extenderse mucho más allá de la adolescencia. Y en cuanto a la irreverencia, es mejor no esperar demasiada. Al contrario: en Si fueras yo no cabe la incorrección y, en el fondo, la extraña transformación que viven los dos protagonistas -uno asume la identidad del otro, y viceversa- viene con final aleccionador: el abogado formal e hiperocupado que triunfa en el trabajo pero descuida a la familia aprende a repartir su tiempo y su atención de modo más equilibrado, y el tarambana inmaduro que sólo piensa en el sexo y la diversión descubre las ventajas de la vida familiar, sienta cabeza y comprende que debe recomponer la relación con su papá. Los enredos que se producen cuando cada uno se ve obligado a representar el papel del otro son los que cualquiera puede imaginar. Los clichés abundan tanto como los gags presuntamente osados y casi invariablemente chabacanos con que los responsables del film intentan disimular la pobreza del libro y la chatura de la realización. A la computadora se le confía la misión de hacer posibles las escenas más desagradables y las actrices no corren mejor suerte. Jason Bateman y Ryan Reynolds (especialmente el primero) aportan su carisma y su buen oficio, pero no hay demasiada química entre ellos, y eso también se nota.
Viviendo (y enloqueciendo) en cuerpo ajeno - Mitch (Ryan Reynolds) ya no es tan joven, pero insiste en vivir como un adolescente, tropezando en una carrera de actor que no despega nunca, sin responsabilidades ni horarios y disponible para cualquier diversión fácil que se le presente. Dave (Jason Bateman) es su antítesis: ha llegado a la madurez como un auténtico hombre de éxito. Es un abogado de carrera meteórica, padre de familia entusiasta y esposo amoroso de Jamie (Leslie Mann), sin tiempo casi para divertirse en su afán de progreso social y laboral. ¿Qué tienen en común estos dos tipos, aparte de una amistad de años? Nada, en absoluto. Pero se envidian en secreto. Y luego de una noche de borrachera, un deseo formulado de la manera correcta en el preciso momento y lugar, les da la posibilidad de cambiar de cuerpos por tiempo indeterminado... poniendo a prueba la fuerza de sus convicciones y el sustento de sus auténticos deseos. La clásica comedia de enredos con cambio de cuerpos y roles está de regreso, esta vez con la dirección de David Dobkin (que sobresalió con "Los Rompebodas", una comedia simpática con algunos plus) y los mismos productores de las "¿Qué pasó ayer?". Esto podría hacer pensar que es posible revitalizar un género ya muy transitado en cine, pero si bien el resultado es favorable a rasgos generales, esa "refrescadita" esperada no es exactamente lo que sucede. Lo cierto es que no hay muchas vueltas de tuerca que ofrecer al espectador en este tipo de películas. Si la eligió es porque la fórmula resulta. "Si fueras yo" no es la excepción; ofrece entretenimiento, agilidad y humor burdo, aunque el valor agregado a un guión previsible y soso lo dan los actores ofreciendo un plus de histrionismo bastante mesurado y que sirve para reforzar la veta "profunda" (léase la cuestión moralizante) de la trama. En ese sentido estricto, no defraudará a su público. Nuestra calificación: Esta película justifica el 60% del valor de la entrada
El único motivo que justifica el visionado de esta absolutamente mediocre comedia sobre dos amigos que intercambian cuerpos por accidente es el desempeño de sus protagonistas. El siempre rendidor Jason Bateman (a años luz de aquel adolescente de la sitcom Valerie y de sus primeros escarceos con el cine en Muchacho lobo 2) y el carismático Ryan Reynolds interpretan respectivamente a un abogado workaholic ahogado por sus responsabilidades como esposo y padre; y a un actor bohemio inmerso en una etapa de inmadurez emocional e interesado sólo por “livin’ la vida loca”. Tras una noche de juerga el dúo expresa a viva voz su deseo de sentir cómo les calzarían los zapatos ajenos mientras descargan la vejiga en una fuente que, mágicamente, les concede el pedido. Al despertarse al día siguiente, Dave (Bateman) es en verdad Mitch (Reynolds) y Mitch, Dave. El contraste de sus personalidades entra entonces en juego propiciando la vis cómica de estos experimentados actores. Claro que no lo suficiente para que la película funcione a pleno… ¿Es necesario recordar todos los antecedentes en la materia que tiene Si fueras yo? Repasemos por las dudas: Un viernes de locos (en sus dos versiones: una con una Jodie Foster niña y la otra, más conocida, con Lindsay Lohan), Viceversa (el filme original inglés de 1948 fue convertido en una remake yanqui cuarenta años después), De tal palo tal astilla, 18 otra vez, Hay una chica en mi cuerpo… ¡la lista es interminable! Si la extendemos a la TV directamente nos quedamos cortos de espacio: en cualquier serie estandar se ha tocado la temática incluyendo Los Expedientes X y La Dimensión Desconocida, entre muchas otras. Con este panorama, ¿qué ofrece Si fueras yo que no se haya visto antes? Me temo que bastante menos de lo esperado: apenas cierto tono irreverente que el guión de los mismos autores de ¿Qué pasó ayer? confunde con mal gusto apelando a un humor de trazo grueso. A diferencia de algunos de los títulos citados aquí no hay espacio para la ingenuidad o el humor blanco. La receta utilizada mezcla a tontas y locas algo del estilo de los hermanos Farrelly con un tratamiento de los personajes cercano a lo que se suele ver en las producciones de Judd Apatow (cuya esposa, la actriz Leslie Mann, interpreta a la sargentona mujer de Dave). Lo que sucede es que más allá del esfuerzo actoral de la dupla principal cuesta encontrarle algún atisbo de inteligencia, creatividad e ingenio a un libreto que, además, se estira en demasía hasta rondar las dos horas de metraje. Que para lo que se cuenta y cómo se lo cuenta es, ni más ni menos, una barbaridad… Para colmo el consabido mensaje que conlleva la propuesta –con el tópico “responsabilidad” a la cabeza para no ahondar en varios subtemas que también están allí- es algo fútil e innecesario en el esquema de comedia guarra y canchera en la que se enrola este muy discreto trabajo del realizador David Dobkin que contó con un mejor material para su película Los rompebodas –que hasta la fecha sigue siendo lo más destacado de su corta filmografía-. Si fueras yo es de esos filmes contradictorios que se la dan de re heavies, re jodidos para en un último acto borrar con el codo lo que escribieron con la mano. Lo melosa que se pone la partitura de John Debney en esas escenas finales es francamente de no creer. La supuesta acidez del planteo a medida que se desarrollan los conflictos y cada personaje asume su nuevo rol (Mitch, en la piel de Dave, como un exitoso abogado y aplicado pater familias; Dave, dentro del cuerpo de Mitch, como un individuo con más tiempo para disfrutar del ocio) empieza a degenerar en la misma comedia previsible y condescendiente made in Hollywood de siempre. No hay un rigor para sostener nada: sólo queda en pie el histrionismo de dos tipos que si fuera por su profesionalismo merecerían la medalla de oro al remo tranquilamente. El único problema es que cuando se avizora la anhelada meta el bote se llena de agua y se hunde lentamente… Si alguien me pregunta sobre la presencia en el elenco de la divina Olivia “13” Wilde como una colega de Dave mi respuesta es muy corta: un lindo adorno. ¡Pero a quién le importa!
Promete transgresión y brinda convenciones Algunos de los primeros gags de esta comedia fantástica prometen algo realmente fuerte en cuanto al nivel y estilo de comicidad. Pero poco a poco el asunto se normaliza y «Si fueras yo» se convierte en una de tantas comedias que se venden como transgresoras para terminar resultando mucho más convencionales de lo que se podía esperar. La comedia trata sobre dos amigos de toda la vida que llevan vidas totalmente distintas. Uno es abogado a punto de ser socio de su firma, padre de una nena y un par de gemelos, mientras que el otro dejó la universidad para ser actor, y sólo hace comerciales de TV y películas softcore baratas Luego de no verse durante demasiado tiempo, los amigos van a un bar a ver un partido de béisbol y, al final de la noche, se dan cuenta de que a cada uno le gustaría llevar la vida del otro. Esto dicho mientras orinan en una fuente con una extraña estatua mitológica que los observa mientras expresan sus deseos. El asunto es que a la mañana siguiente los amigos han intercambiado cuerpos, o según como quiera verse, espíritus, ya que encerrado en el rostro del otro está el que quería ser soltero o el que ansiaba una familia. Antes y después de la transformación hay gags eficaces, realmente divertidos, que atañen a la vida original de cada uno de los protagonistas y los desastres que provocan luego de transformase en el otro, como la ruptura de una reunión definitoria para una fusión de empresas, malográndola totalmente, la filmación de una película erótica y la cita con una mujer embarazada (sin duda una de las escenas más procaces que se hayan visto en mucho tiempo en este tipo de comedia hollywoodense). Luego la película va derivando hacia cierta ingenua melancolía, e incluso se pone un poco moralista, lo que resulta anticlimático y hace que todo el conjunto decaiga irremediablemente.
VideoComentario (ver link).
Cuando los deseos son escuchados Fueron amigos adolescentes y ahora no hay dos personas tan diferentes como estos amigos que viven en Atlanta. Dave es abogado, se dedica obsesivamente al trabajo y sabe que su destino es ser cada vez mejor, conseguir la mejor posición y convertirse en un buen padre de los tres chicos, que con su esposa están criando. En cuanto a Mitch, es más buen mozo, trabaja como actor y como el porno le da más réditos, incursiona en ese cine con entusiasmo, fuma yerba y es incapaz de tener una relación estable por miedo a la responsabilidad. Pero un día el asunto cambiará, Dave y Mitch se reencuentran y luego de beber demasiado, frente a una fuente con una estatua de una diosa muy bella, expresan un deseo. Dave quiere ser Mitch y Mitch quiere ser Dave. Sorpresivamente se produce un apagón y el deseo se cumple. AMIGOS EN APUROS "Si fuera yo" es una divertida comedia de enredos, con abundantes chistes picarescos, algunas escenas divertidas en base a equívocos. Son abundantes las alusiones sexuales en esta comedia liviana bien actuada. Hay escenas con humor que desembocan en algún detalle de mal gusto y otras bien resueltas como la trabajosa negociación de activos en la oficina con (cuándo no!) un poderoso cliente oriental. Los actores cumplen bien su papel. Jason Bateman es el abogado de la película y en la vida real los memoriosos lo pueden recordar como el pequeño primo de los Ingalls en la famosa serie televisiva. El canadiense Ryan Reynolds es el bohemio que caerá rendido ante la bella Sabrine (Olivia Wilde de "Dr. House"), de la consultora en que trabaja Dave. También está Alan Arkin como el pudoroso padre de Mitch.
No hace falta esperar más de cinco o seis minutos para descubrir que el humor aquí desarrollado no se aleja del presentado en gran parte de las películas de Hollywood de los últimos años, al mismo tiempo que el espectador se da cuenta de que no está presenciando una cinta que no entra en situaciones y en lugares trillados ya vistos muchas veces. Pese a que son muchos los momentos en los que se llama a la gracia fácil, a la previsibilidad y a la vulgaridad para demostrar algún sentimiento o emoción de los personajes, la propuesta va mejorando mientras los minutos van pasando, convirtiéndola en una entretenida, pero fallida, comedia.
Ya saben, sólo mirando el afiche promocional de “The change-up”, que es otro exponente de la Nueva Comedia Americana. Género en auge furioso globalmente (“The hangover 2” –exponente clásico en su segunda entrega -destruyó la taquilla y lo consagró como el de mayor rentabilidad del sistema) línea mimada de la industria por su barato costo de producción, posee seguidores y detractores en igual medida. Es, seguramente, una cuestión de gusto personal. Busquen en notas anteriores cómo abordamos y ejemplificamos los paradigmas de este tipo de productos (la nombrada “Qué paso ayer 2”: “Hall Pass”, “Bad teacher”, “Bridemaids”, etc) y entenderán sus cánones y formato con claridad. Comedias agresivas desde lo visual, escatológicas, poblados de sujetos de mediana edad (30/ 40 generalmente) frustrados económica o amorosamente que son empujados a vivir una aventura (o desafío) para el que no están preparados. Por ahí va la cosa. Ahora si, dicho esto, podemos comenzar a desgranar “The change-up”. Su director, hombre del palo, es David Dobkin, quien viene de una carrera irregular y su mayor hit fue “Wedding crashers”, nada demasiado auspicioso, aunque ha metido mano en varias comedias emblemáticas de este tipo en otros roles. En el cast, Ryan Reynolds... del que este año no hay buenos antecedentes. De “Green Lantern” para acá, el hombre bajó mucho su reputación (que desde "Buried" venía en alza). Nada prometía mucho. Pero fuimos. Y el cine es como la vida, a veces, cuando nada parece sorprenderte, lo hace. Nos reímos mucho y la pasamos bien. Tanto, que estamos tentados de decirles que es la mejor del año en este rubro (NCA)… “Si fuera yo” es una comedia de cambio de roles. Hay muchas que el cable repite, pero la que más me gusta es “Freaky Friday” (la debo nombrar porque es la favorita de mi familia, lejos), la estructura, en todas, es bastante lineal. A saber, dos desean estar en la piel del otro (porque creen que su vida apesta), el cambio se produce, tienen que enfrentar rutinas opuestas a lo que siempre hacen, valoran la experiencia, aprenden, y pasado un tiempo, regresan a su viejo envase corporal. Así funcionan. Esta, no es la excepción. Dave (Jason Bateman) es un prestigioso abogado de una gran firma. Vive en una casa preciosa, tiene una mujer bellísima y tres hermosos hijos. Es un workaholic. Y a pesar de que le va muy bien, es un sujeto insatisfecho: su vida es bastante exigente. Su mejor amigo, Mitch (Reynolds), es, todo lo contrario. Es actor porno, no tiene pareja estable, vive en un departamento mugroso y desordenado y el tiempo le sobra para hacer lo que quiere, eso si: todo el mundo le reclama que nunca termina nada, cosa absolutamente cierta. Cierto día, estos dos amigos (que se ven poco, pero se quieren mucho) van a ver un partido de béisbol a un bar y beben demasiado, al salir, buscan descargar la enorme cantidad de cerveza que bebieron y lo hacen en una fuente que está enfrente del mismo. Mientras viven ese momento de relax, al unísono (luego de contarse las frustraciones de su vida diaria), gritan un pedido de auxilio: quieren ser el otro. A la mañana siguiente, el hecho se transforma en cruda realidad. Hay que decir que el desarrollo de la acción es bastante lineal, sí. Lo rico es cómo se la aborda. Dave es un típico hombre casado que al ser padre de familia tiene que ocuparse de muchas cosas que son complicadas de resolver (cambiar a los bebés a las 3 de la mañana, soportar el malhumor y los reclamos de su esposa, dar el 120% en su trabajo para poder pagar la hipoteca de la casa y sostener el nivel de vida, etc…) por lo que cuando ocupe el cuerpo de Mitch, su universo desaparecerá y deberá enfrentar la vida, desde otro lugar. Por su parte, este último es un inmaduro que nunca se tomó nada demasiado en serio y tendrá que hacerse cargo de la pesada rutina de una abogado exitoso y reconocido, sin tener la más pálida idea de cómo hacerlo. La película tiene mucha acidez (la visión del guión sobre los dos mundos en los que ámbos están inmersos es muy rica), algunos desnudos en tono humorístico, muchos gags fuertes desde lo visual (no aptos para estómagos sensibles) y un ritmo trepidante. “The change-up” posee además, un atributo interesante, no se queda en la superficialidad del cambio en sí, sino que descompone la psicología de sus personajes y los presenta, humanos, queribles y seres plásticos al aprendizaje. Estao dispara la conexión con el público, logrando una empatía total con la película. Claro, se logra con un sólido trabajo de los protagonistas, quienes representan con soltura, dos roles distintos a los que nos tienen acostumbrados (sus registros terminan siendo opuestos, de playboy a hombre respetable y viceversa) y lo hacen bien. Hay mucha química en el cast con un gran trabajo de las dos secundarias de peso en la historia, las bellísimas Leslie Mann (la esposa de uno de los directores top de la NCA, Judd Apatow!!) y Olivia Wilde (a quien viéramos hace poco en “Cowboys & Aliens”) quienes le aportan el toque justo de romance que la historia necesita. Ni mucho, ni poco. La cantidad exacta. Seguramente si están casados, o viven con alguien, “Si fuera yo”, les va a encantar. El film es un derrotero de lugares comunes que desde afuera se ven como felices pero que no parecen serlo cuando uno es protagonista central desde dentro de la historia. Si son solteros, es una buena oportunidad para explorar el mundo del matrimonio y celebrar la libertad en su máxima expresión. Divertida, cálida y con buen tempo. Una comedia muy interesante, probablemente, la mejor de este tipo en este año en curso. Distinguida y crédito abierto para Dobkin y nuestro amigo Reynolds, enhorabuena.
La escatología como primer recurso Una comedia escrita por los guionistas de ambas ¿Qué pasó ayer? y dirigida por el director de Los rompebodas sonaba bien. Pero claro, además de ¿Qué pasó ayer?, Jon Lucas y Scott Moore escribieron Navidad sin los suegros y Los fantasmas de mi ex. Y David Dobkin dirigió Shanghai Kid, Enemigo en casa y Fred Claus. La lección que deja Si fueras yo es que a la hora de los pálpitos previos conviene tomar en cuenta todos los datos, no uno solo. Cruce de Hay una chica en mi cuerpo con la reciente Loco y estúpido amor, tan lejos de la celebración del caos de ¿Qué pasó ayer? como del espíritu subversivo de Los rompebodas, esta comedia de intercambio de identidades vuelve complementarios dos facilismos opuestos: la moraleja del viejo choto y la fijación escatológica del infante de meses. Para hacer funcionar esta clase de premisa se requiere un par de estereotipos, que puedan formar un sistema binario. Suelen ser siempre los mismos. Un yo y un ello, para decirlo en términos freudianos. Por un lado, el padre de familia tradicional, que quisiera tirar sus responsabilidades al demonio. Por otro, el tiro al aire, el tipo que hace lo que se le canta, el Isidorito de turno. En este caso, un abogado (Jason Bateman) con esposa (Leslie Mann) e hijos (incluidos dos bebés mellizos), que vive tironeado entre cumplirle a la patrona y salir de parranda, y un actor (Ryan Reynolds) que en verdad no puede ir más allá de los comerciales y el llamado cine lorno (porno light). Son amigos, claro, y la noche que a ambos les da por hacer pis en una fuente parece que la fuente tenía algún poder mágico, porque es sacar el pito y salir con las personalidades trocadas. En las buenas comedias, el juego de equivocaciones da lugar al redescubrimiento. En las no tan buenas, redescubrirse es el paso previo a corregirse. Es el caso de ésta, donde ambos héroes se encaminan a ser versiones mejoradas de sí mismos. La peculiaridad de Si fueras yo es el modo en que llega hasta allí: con una verdadera fijación por el pis, la caca y el pito. No se trata aquí de una escatología subversiva, como las películas de los hermanos Farrelly, sino del simple recurso de arrancar risas (se supone) con el bebé que caga al papá, las referencias a cierto testículo malformado, un tatuaje vaginal, una electrocución de la misma zona, el ruido del sorete cuando golpea contra el agua del inodoro y así. Algún buen gag hay. El del bebé que tiene la costumbre de cabecear los barrotes de la cuna, como si fuera Zidane en la final del Mundial. El otro con bebés en una cocina, arrojando cuchillos y lamiendo enchufes, que parece una variante de cierta memorable escena de Gremlins. El de la ninfómana embarazada que se le tira encima a uno, con los piecitos del bebé sobresaliéndole de la panza. Sí, por lo visto todo lo que funciona en Si fueras yo tiene que ver con bebés. Salvo cuando cagan.
Nunca le digas a tu amigo que deseas su vida porque te puede ir muy mal. Calificación: 2.5/5 Mitch (Ryan Reynolds) es un soltero que vive sin stress y disfrutando del sexo y la soltería mientras trabaja como actor porno. Su amigo Dave (Jason Bateman) es un abogado prestigioso, esposo y padre de tres hijos. Ambos anhelan la vida del otro. Dave desearía poder tener el tiempo que tiene Mitch para dormir, además de su falta de obligaciones y responsabilidades. Mitch, por su lado, envidia la hermosa familia que tiene su amigo y su trabajo tan bien remunerado e importante. En una noche de confesiones, ambos manifestarán su deseo y una fuente será la responsable de hacerlo realidad. ¿Algo nuevo? Pues no, pero para su director David Dobkin (Los rompebodas, 2005) cuando los guionistas de The Hangover (Jon Lucas y Scott Moore) le enviaron el guión no esperaba que fuera tan divertido y bueno. Dobkin era conciente que ningún director quiere tener en su carrera un filme sobre intercambio de cuerpos, pero tras leer la historia encontró en ella que había algo más, relacionado con la visión de los hombres en estados civiles distintos, otras formas de ver el sexo, el amor y las relaciones humanas que sumaban además de la cuota cómica . Bateman fue la primera figura elegida para protagonizar al padre de familia, mientras que Reynolds -que le gustó mucho el guión- era ideal para desarrollar ambas personalidades. Lo cierto es que aún quiero entender qué fue lo que vio Dobkin, o fue que se dejó guiar por el éxito de The Hangover y la dupla Lucas-Moore, ya que The change-up (el título original) no deja de ser una clásica historia de intercambio de vidas, cuerpos, almas, o lo que sea. Demasiado parecida a otras tantas películas que se han rodado que no hay nada nuevo para ver aquí. Bateman es quien se lleva la mejor parte, mientras que Reynolds cumple pero no deslumbra. Efectivamente una comedia más, donde los momentos reflexivos se pierden en la vorágine del doble relato, que la moraleja final queda chata y previsible. Existen algunas situaciones realmente entretenidas y graciosas, mientras que otras son muy poco creíbles . Ideal para ver cuando salga en DVD, un domingo cualquiera a pleno pochoclo casero. @Belloysublime
Anexo de crítica: Trillada pero efectiva, Si fueras yo visita todos los lugares comunes de los films de intercambio de cuerpos con un agregado políticamente incorrecto en ciertas escenas, producto de que detrás de la propuesta se encuentra el director David Dobkin, quien al igual que en Los rompebodas se encarga de explotar la veta histriónica de sus actores protagónicos, donde Ryan Reynolds se destaca y Bateman tarda en acomodarse al juego…- Pablo Arahuete (6 puntos)
Cine choto En los comentarios a mi columna anterior algunos lectores piden que opine sobre temas que ellos quieren que yo opine. Sus campañas y sus deseos me son ajenos. Y hay varias inexactitudes y errores que, en el caso de querer contestarles, me harían trabajar entre moderadamente y mucho para corregirlos, y no pienso hacerlo. Algunas puntuales inquinas, por su parte, se responden solas. Paso a otro tema, tal vez a tono: una película malísima. Atención: este texto contiene lenguaje soez y choto. De los estrenos de esta semana Contagio me gustó mucho y Los tres mosqueteros no me disgustó. Y tengo pendiente ver Violeta se fue a los cielos de Andrés Wood, quien tiene entre sus películas previas las muy buenas Historias de fútbol y Machuca. Pero se me antoja escribir sobre una de las peores películas del año, una que contiene una podredumbre creativa considerable, acompañada de una eficacia nula. Casi todo lo que puede estar mal en una comedia industrial actual lo está en Si fueras yo, dirigida por David Dobkin (el mismo de la mediocre Los rompebodas). Si fueras yo es uno de esos relatos de “intercambio de cuerpos”: dos amigos mean en una fuente y zas, el soltero colgado con departamento desordenado y aspirante a actor etc. cambia el cuerpo con el abogado casado con hijos en casa recién pintada etc. Ahí está el punto de partida, una chotada, pero podría perdonarse si al menos hubiera buenos chistes, alguna línea memorable, humor físico bien actuado, algo que no fuera choto. Pero no, nada mínimamente decoroso. Para peor, hay absoluta falta de conexión entre los dos protagonistas: Jason Bateman ha probado en muchas películas ser un gran comediante (en la imperdible Extract de Mike Judge, en Paul, en Quiero matar a mi jefe), pero acá no recibe jamás un pase bien dado de Ryan Reynolds, un actor que aquí demuestra estar más cerca del modelaje para alguna marca de zapatos que de la comedia. Reynolds parece estar todo el tiempo preocupado por ser bonito (y porque le brillen los mocasines aunque use zapatillas) sin dejar espacio para que se cuele la deformidad, la acidez, la mirada oblicua que suele ser parte del mundo desplegado por las buenas comedias, por las que no son chotas. A juzgar por esta película, Reynolds apenas sabe actuar y no interactuar, y quizás por ese motivo no estaba del todo mal en un ataúd hablando por teléfono en otra película chota. Pero si el problema fuera solamente un actor sin gracia no estaríamos ante una de las grandes catástrofes fílmicas del año. Si fueras yo es cine choto, del que podría decirse “malo con ganas” si no fuera tan desganado. Con molesta frecuencia aparece en la película la situación de “le hablo a X sobre Z pensando que mi interlocutor es X, pero como en realidad Z está escuchando porque está en el cuerpo de X y así se entera de lo que yo pienso de él cuando no está presente, aunque yo, personaje padre o personaje esposa, no me entero de que le hablé a Z pensando que era X”. Con este recurso hay muchas tentaciones de “lecciones de vida”. La película no se resiste nunca y así los chistes de grosería extemporánea se intercalan con ñoñerías de tanta linealidad emocional como la música que se nos inflige. Ah, ¿pero cómo? ¿Este crítico se queja de chistes groseros y el año pasado defendía Jackass 3D? No me quejo del humor grueso, grosero y escatológico per se sino de su uso extemporáneo y su uso choto. La película se cree muy zarpada en plan “uy qué vivos que somos, qué chabones ocurrentes, recién descubrimos que las mujeres también tienen la parte final del aparato digestivo y excretan”. En esta película vemos y escuchamos a una mujer a la que se presentó como una diosa sexual –con un ralenti idiota– pedorrear y cagar delante del marido (“eh, tenemos 12 años mal llevados y nos parece digno de compartir que, a pesar de portar tetas, las mujeres usan el inodoro”). Y también vemos a un bebé cagar en la boca de su padre. Por otra parte (o por la misma parte), esta es una película en la que todas las mujeres son rechazadas sexualmente porque, claro, el casado que decía que quería experiencias sexuales con otras no quiere con una porque está embarazada, y con la compañera de trabajo que lo vuelve loco tampoco, porque justo se pone sentimental (ah, las enseñanzas del cine choto, siempre a tiempo aunque sin timing). Como si fuera un baño químico, en Si fueras yo todos cagan y mean y nadie coge. Tal vez sea por esa falta de fluidez sexual el tremendo malhumor de esta comedia subnormal, repetida, indolente, burocrática, una cabal agresión al género (genre) y a los géneros (gender). Vayan a ver, antes de que la saquen de cartel, Damas en guerra, en la que se caga y se coge más y mejor, con más gracia y con más cine. PD1: si alguien ve Si fueras yo, o si no la ve pero se entera del motivo, que por favor me explique por qué la piel de las mujeres se ve como si fuera de plástico: ¿efecto digital?, ¿iluminación?, ¿Barbie trabaja de doble de cuerpo? PD2: en Si fueras yo vemos, de frente, mear a los dos protagonistas dos veces. Pero no, no se les ve la chota. Debe ser la magia del cine, del cine choto. PD3: haciendo memoria velozmente, este parece ser el año en el que se puso de moda en Hollywood mostrar mujeres cagando (Pase libre, Damas en guerra, Si fueras yo). PD4: en el afiche Ryan Reynolds está abrazado a dos mujeres, para comparar con Bateman que tiene un bebé en cada brazo. Si quieren hacer ese afiche, no sean tan chotos y al menos metan la situación de las dos mujeres en la película.
Cuadro de situación: Dave (Jason Bateman) es un hombre bastante estructurado, prolijo, pulcro, padre de dos bebés mellizos y una nena en edad de escuela primaria. Es exitoso pero adicto a su trabajo como abogado de una firma; lo que deriva en una esforzada y escasa atención a su esposa Jamie (Leslie Mann) quién sólo pretende dialogar un poco y que su esposo sea felíz...
Mitch y Dave se conocieron en la secundaria y desde allí han sido amigos. No son inseparables, pero siempre tratan de encontrar momentos para estar juntos y contarse como va la vida de cada uno. Opuestos totalmente, Dave es un abogado reconocido, esposo y padre, mientras que Mitch no tiene planeado dejar de lado ni su soltería ni su vagancia. Tras algunas copas de más, y en un claro intento por hacer feliz al otro, ambos desean tener la vida de su amigo. La mañana siguiente los encontrará con sus cuerpos intercambiados y con la necesidad de ponerse en los zapatos del otro para conservar la amistad. A la manera de cientos de otras propuestas similares (“Un viernes de locos”, “Ella es Él” son las primeras que vienen a la cabeza) el cambio de identidad de dos personalidades con rasgos diferenciales tan marcados será el centro de todas las escenas cómicas. Con mayor éxito por el lado de Ryan Reynolds, quien aventaja por varios cuerpos a Jason Bateman, el protagonista de “Linterna verde” tiene un perfil de comediante natural, poco forzado, algo que le juega en contra a su compañero de elenco. Son infaltables las desagradables y las ya obvias bromas escatológicas que jamás suman nada a una historia que se vuelve un dejá vú constante.
Este año, uno de los caballos de batalla del cine norteamericano ha sido, indudablemente, la comedia. Las hubo de todo tipo, y de muy diversas calidades. No he visto todas, pero solo dos me han parecido de las que valen la pena: Damas en Guerra (Bridesmaids, Paul Feig) y Loco y Estúpido Amor (Crazy, Stupid, Love; Glen Ficarra, John Requa). Estas dos películas resaltan sobre el resto menos por contar con sólidos elencos que por sustentarse sobre sólidas estructuras narrativas, con cierto mimo en la elaboración de personajes y en lo que estos dicen (eso sí, con altibajos)...
Ser conserva hoy En el marco de la comedia norteamericana actual, al menos en aquella que podemos denominar mainstream, parece haber dos formas posibles de construcción: por un lado, las que tras cargarse a las instituciones terminan reconfirmando algún tipo de status quo, pero apelando siempre a la disfuncionalidad del modelo tradicional (las mejores comedias de Sandler, las de Will Ferrell y Adam McKay), o las que luego de satirizar y amagar con romper el molde, vuelven al origen, más conservadores que antes. Este año hubo un film fallido como Pase libre, donde los Farrelly no obstante eran conscientes de esas contradicciones y exponían esta dicotomía: la ansiada libertad masculina, castrada por la institucionalidad del matrimonio. Más allá de lo desparejo e incluso de lo poco coherente del final, los Farrelly son tipos demasiado inteligentes como para que ese asunto se les pase de largo, e incluso en Irene, yo y mi otro yo ya habían dado cátedra acerca de cuánto era necesario de incorrección/corrección dentro del individuo como representación simplificada de la sociedad. En este sentido, las comedias de cambio de cuerpo ofrecen un territorio más que evidente para jugar con estas posibilidades: el correcto que por unas horas es el incorrecto, contra el incorrecto que pasa a ser el correcto un tiempo. Si fueras yo es esa clase de película, y una que desaprovecha ramplonamente todas las posibilidades que tiene. David Dobkin ya había tenido algunos problemas para redondear Los rompebodas, aunque aquel film tenía sus grandes momentos de humor y Owen Wilson junto a Vince Vauhgn estaban afiladísimos. Aquí cuenta con un guión de la dupla de ¿Qué pasó ayer? (Scott Moore y Jon Lucas), más algunos intérpretes probados en el género (Jason Bateman, Leslie Mann) y alguna estrellita en ascenso (Ryan Reynolds), aunque un poco estrellada luego del fracaso de la inocua Linterna verde. El film, entonces, parecería ser la reunión de un grupo de gente piola capaz de sacarnos buenas sonrisas: por un tiempo lo son, o al menos en algunos pasajes lo aparentan, pero en el final hacen uso de aquella Ley de Murphy que dice que todo lo que puede salir mal, saldrá mal invariablemente. Si fueras yo es una comedia poco lúcida sostenida demasiado en lo escatológico, que tiene algunos momentos de humor incorrecto que funcionan muy bien, pero que se cae a pedazos cuando su premisa tiende a la bajada de línea aburrida y sin gracia, fanatizada con la idea de la monogamia, el sexo hablado pero nunca practicado y la familia como centro y epitome de la autosuperación personal. El problema no es la premisa: Dave (Bateman) es abogado, está al borde de un importante ascenso, vive en una bella casa, está casado y lleva una vida ordenada, más allá de lo que lloran sus dos niños recién nacidos; Mitch (Reynolds) es un actor que no consigue un gran papel, habita un departamento bastante desordenado y es un mujeriego irrecuperable. Un día, orinando en una fuente, ambos aseguran desear la vida del otro. Y se les cumple. Lo único bien que hace la película es no explicar ese asunto fantástico que produce el cambio de identidad, y en eso se parece a las películas originales de este subgénero. Como decíamos, el problema no está en la premisa, utilizada mil veces pero también efectiva como lo demuestra la reciente remake Un viernes de locos, sino en lo que el realizador y sus guionistas hacen con ella. Está claro que el talentoso Bateman y el carilindo Reynolds, hacen lo que pueden. Si fueras yo aprovecha medianamente los enredos, insinúa una idea desprejuiciada de la vida, tiene algunos momentos de humor algo insano (unos bebés que cometen todo tipo de atrocidades en una cocina, una escena de sexo con una embarazada), pero se torna muy molesta cuando se nota explícitamente la intención de sus autores de que la moralina sea eje. La diversión en Si fueras yo siempre termina por censurarse o auto-amputarse: no es posible que Mitch en el cuerpo de David nunca bese a su esposa en los labios, por más mal que ande ese matrimonio; tampoco que David en el cuerpo de Mitch no aproveche tener sexo con su secretaria, de la que está tremendamente enamorado (o caliente, ya que este es un film que se identifica con esos niveles “sentimentales”). Dobkin, en la mayoría de los casos, recurre a la escatología como forma de humor, y no hay nada malo con eso, salvo que la escatología termine siendo alguna forma de castigo: en Si fueras yo, cuando una mujer caga, caga la situación literalmente. Y lo peor está en esos últimos 15 minutos, donde el film se convierte en un maratón de la corrección política, con musiquita sentimentaloide y todo, lagrimitas y chistes malos. En un año donde tuvimos Damas en guerra, Malas enseñanzas y hasta las desparejas, pero efectivas Loco y estúpido amor, Quiero matar a mi jefe y Una esposa de mentira, Si fueras yo es un ejemplo demasiado flojo de comedia que, por esta vez, podría haber ido directamente al DVD sin ningún inconveniente. E incluso, podría nunca haberse filmado y no hubiera pasada nada.
Agreguémosle al titulo en cuestión (“Si fueras yo”) algunos signos de puntuación ¿? Entonces podría responderse a esta posible pregunta, con: Particularmente después de verla no la estrenaría y, prosiguiendo con la respuesta, utilizando más signos de puntuación, mira solo ¡Por vergüenza! Hagamos un paréntesis, pongamos puntos suspensivos,….(sigo con los signos de puntuación; mire)…. El problema más grave está en el guión, (no como signo….etc,). En este momento hago referencia a lo que debería haber sido la descripción detallada de la acción y los diálogos, más específicamente certificando la casi ausencia de ideas originales. La sola presentación de los personajes en polos contrarios y amigos íntimos lo hace previsible. Uno es un abogado exitoso, casado, padre de dos hermosas criaturas, pero que no tiene tiempo para su familia, para él primero esta el futuro. El otro, el amigo, solo es un proyecto de actor, desempleado, irresponsable, mujeriego, y mantenido por su padre. El “conflicto” primordial es el intercambio de cuerpo, por ende, de situación entre estos dos personajes. Toda un mezcla, más bien un revoltijo informe, o sea sin forma, o mejor dicho, deforme de otras comedias, muchas, buenas la mayoría, y valgan como ejemplos: 1) “Quisiera ser grande” (1988), en la cual Tom Hanks le pide a un genio de un jueguito en una feria de entretenimientos y su deseo se cumple: cuando se despierta a la mañana siguiente duplico su edad. 2) “Hechizo de un beso” (1992), cuando Meg Ryan intercambia su cuerpo con un anciano antes que dé el sí el día de su casamiento. En esta, los amigos desean eso que luego sucede lo expresan ante una fuente con la escultura de una doncella, en una noche misteriosa. Luego, por cuestiones muy poco explicadas, esa fuente es trasladada al día siguiente con destino incierto. Pero hay más “homenajes” o “citas” reconocibles, sobre todo la utilización indiscriminada de escenas escatológicas que intentarían hacer reír al espectador, de la misma manera que sus guionistas lo hicieron con sus anteriores filmes “Que paso Ayer” 1 y 2), estrenadas en el 2009 la primera y este año la segunda. Con una salvedad, en estas la descripción se delimitaba a la radiografía de una caterva de inútiles. Para estos menesteres de inclusión del mal gusto el director recurre a la digitalización de la imagen de la forma más vulgar, chabacana, posible, con la ausencia absoluta de alguna función narrativa, sólo producción de algún efecto en el espectador. Particularmente a mi me produjo la casi incontrolable sensación de tener la necesidad de huir de la sala, lastima que estaba en un lugar poco apropiado y que hubiese molestado a mucha gente, sobre todo a los que ya, a esta altura de los acontecimientos, habían podido conciliar el sueño. Muy poco, casi nada para sorprenderse. La irreverencia implícita y esperable en este tipo de producciones también falto al encuentro. No alcanza con el intercambio de personalidades, el hecho que cada uno asume los roles del otro sólo redunda en los clisés, en los gags que deberían sucederse sin solución de continuidad, en lo que correspondería ser tal, como se presenta anticipatoriamente, como una comedia de enredos, pero ni son tan asiduos, menos originales, si chabacanos, burdos. ¿Cuanto tiempo se sostiene el intercambio? Lo suficiente como para que ambos modifiquen sus vidas para siempre. A sabiendas que es una fantasía ¿debería dejar de importar la verosimilitud? No me parece. Hay acción narrativa, cuando visualizamos la mimesis, no en cuanto a concepción aristotélica, no en la capacidad de las acciones que por su coherencia externa e interna nos parezcan verosímiles, ni tampoco como vulgar imitación de actos humanos. Como si quisieran dar por tierra con una de las famosas frases de Oscar Wilde, cuando decía: “La vida imita al arte” Esto lo logra, pues de arte, ¡nada! En cuanto a los otros rubros no hay nada que cruce el límite de lo mediocre, ni la puesta en escena, menos aun la música que por empalagosa termina siendo insoportable. Sí es para destacar, tratando de ser justos, pero afirmando que no alcanza para rescatar a la producción del hundimiento, las actuaciones de Jason Bateman y Ryan Reynolds, pero esto ya se daba por descontado. Digamos, es mala y punto PD: ¿Me faltó algún signo?
Mitch y Dave eran amigos inseparables de niños y adolescentes, pero con el paso de los años, se han alejado. Dave es ahora un abogado exitoso, casado y con hijos. Mientras que Mitch disfruta al máximo de su soltería. Después de compartir una tremenda borrachera, sus mundos se vuelven del revés cuando se despiertan en el cuerpo del otro. Solo basta una escena, la primera para ser más específicos, para ver qué clase de película será The Change-Up. Es de madrugada y un Dave dormido trata de limpiar y alimentar a los gemelos. Antes de que él pueda atinar a algo, veremos a uno de los niños cual poseso apaleándose la cabeza contra la cuna y, unos segundos después, el cruce de frontera de lo escatológico: un disparo de diarrea hacia la boca abierta de Jason Bateman. Pero la secuencia no concluye y el padre sigue su recorrida por la casa, dando cuenta de que lo anterior fue un traspié y él sabe exactamente lo que hace, hasta quedar sentado en un sillón con ambos bebés enganchados a sendas mamaderas. Y así se conducirá el film, que hace unos años se llamaba Freaky Friday, sabiendo que la posibilidad de algo mejor está a unos escasos metros de sus protagonistas, pero siempre dándole prioridad al chiste burdo, fácil y efectista. Hay en el film de David Dobkin (Wedding Crashers) ciertas líneas que habilitan algunas risas, muchas de las cuales provienen de las posibilidades que ofrece la presencia de Leslie Mann, el personaje con el conflicto más grande, el que atraviesa la mayor cantidad de estados emocionales y al que se descuida un poco al momento de la resolución. Ryan Reynolds por otro lado tiende a repetirse y, si bien es simpático, funciona mejor cerca de Bateman, un gran actor al que la comedia, aún en sus formas más pobres, le sienta muy bien. Jon Lucas y Scott Moore, guionistas de The Hangover, son los autores de esta, una película que en cierto sentido se parece a la otra. Dave es un hombre maduro con una vida armada pero que se arroja de cabeza ante la oportunidad de tener unos días de libertad. En la primera, no obstante, no hay reproches ni culpas por aquella vuelta a la juventud, cosa que sí hay a montones en esta, que todo el tiempo insinúa pero jamás concreta. Pocas veces un título en español es tan apropiado, porque Si fueras yo nunca pasa del “y si”, y cuando asoma un poco la cabeza, los mismos personajes se encargan de contenerse.
Un chiste demasiado repetido Sí, lo que ya sabemos: las comedias sobre intercambios de personalidad son un clásico. Hay mejores y peores. Esta debe ser, sin dudas, una de las más mediocres de todas, sino la más. A pesar de que Los rompebodas no era una gran película ni mucho menos, se podría haber esperado otra cosa del director David Dobkin. Lo mismo cabe decir de los guionistas Jon Lucas y Scott Moore, también responsables de la muy digna ¿Qué pasó ayer? Si fueras yo, por cierto, tiene algo de Loco y estupido amor, estrenada hace unos meses. Claro que, en comparación con este bochorno, Requa y Ficarra son los Dardenne. Mitch (Ryan Reynolds) es un mujeriego empedernido que ocasionalmente trabaja como actor de películas softcore. Su amigo de siempre Dave (Jason Bateman), por el contrario, es un responsable padre de familia y prestigioso abogado. Siguiendo la regla más estricta del estereotipo, estos dos no tienen nada que ver entre sí, pero oh, sorpresa: Mitch envidia la vida de Dave y Dave envidia la vida de Mitch. Una noche, esta confesión brota de ambos mientras están meando en una fuente. Como por arte de magia, se produce el trueque de almas. Así, uno pasa de tiro al aire a ser una pinturita y el otro, viceversa. Hasta aquí, el compendio de previsibilidades aceptable. Y si bien era difícil prever un bacanal de ingenio a partir de esto, el film de Dobkin derrapa de una manera escandalosa. Porque si el recurso de la escatología funciona para los Farrelly o para Apatow, se debe a que en la coyuntura de los pedos, los culos y la caca de sus relatos habitan personajes humanos, con los que poco cuesta, aunque sea por momentos, identificarse, o a los que, cuando menos, no nos cuesta comprender. En este sentido la debilidad de Si fueras yo se acerca a la exhibida por otra película con Bateman (buen comediante, pese a todo) estrenada hace poco, Quiero matar a mi jefe. Personajes acartonados, inbancables, impermeables a cualquier tipo de empatía por parte del espectador. Así transcurre el resto del film. La seguidilla insoportable de chistes burdos y escatológicos lleva al final más predecible y moralista que se pueda imaginar. No hay nada destacable en Si fueras yo, una humorada demasiado repetida y, para colmo, pobremente contada.
Estados civiles alterados Si fueras yo es una típica comedia norteamericana, o más bien neoyorquina, para todo público, y el espectador que esté en busca de eso se sentirá satisfecho después de verla. La película tiene una premisa principal, el trueque de cuerpos entre dos amigos, uno casado y otro soltero, y juega con todas las posibilidades que encuentra como derivadas de ese enredo. Cuando la industria yanqui hace un filme “para todo el mundo”, realmente se preocupa por que eso sea así. Es decir que mete en la bolsa todo lo que esté a su alcance: un poco de incorrección política, otro de humor judío o italiano o wasp, momentos de armonía familiar, reflexiones sobre la amistad y el matrimonio, contenidos sexuales, guiños para el ejecutivo que busque distraerse un rato, algo de sofisticación. Si fueras yo tiene pasajes descartables, pero no es pura chatarra. Dentro de una historia que reúne la fantasía más desencadenada con nociones sobre la vida real, hay varios episodios donde las situaciones en que se hallan los personajes, sus vivencias o los diálogos no sólo causan gracia sino que además emocionan o hacen pensar. Es que la dicotomía entre el matrimonio y la soltería, entre los “deberes y la seguridad” de uno y entre la “independencia y soledad” del otro desvelan a los seres humanos desde hace mucho tiempo y acaso persisten en el interior de las personas independientemente de la condición o etapa en que se encuentran. Esta comedia dirigida por David Dobkin también es pareja en cuanto a actuaciones. Jason Bateman y Ryan Reynolds están en una estación de alta cosecha. Leslie Mann?, que encarna a la esposa, logra minutos vibrantes diciendo sus líneas sobre la mujer sumergida en la tormenta nupcial, y lo mejorcito de Olivia Wilde es el desdoblamiento que hace de secretaria sexy a chica guarra.
Grotesco y Trillado The Change Up o Si Fueras Yo en su traducción latina, es otra representante del nuevo humor americano, que comenzó a surgir tímidamente con esa gran película llamada "Virgen a los 40", para luego mutar en algo un poco más zarpado como "¿Qué Pasó Ayer?", que también tuvo mucho éxito y que se podría decir, es la representante más icónica de esta nueva manera de hacer comedias. A uno puede o no gustarle este tipo de humor, pero es innegable que ha tomado muchísima fuerza en los últimos tiempos con lanzamientos como "¿Qué Pasó Ayer? 2", "Pase Libre", "Malas Enseñanzas", etc. Por mi lado, me quedo mil veces más con el humor (un poco menos asqueroso) de "Virgen a los 40", que tiene algo de comedia física y bizarra, pero sobre todo tiene diálogos realmente divertidos. Si pasamos al análisis de films como "Pase Libre" o esta misma película que estamos comentando, se evidencia una exageración en la elaboración de este nuevo tipo de comedia, que pasa de ser "aceptablemente vulgar" a "vulgar" a secas, produciendo sensaciones de incomodidad y malestar en muchos de los espectadores. Por supuesto que habrá siempre un grupo de gente dispuesto a morirse de la risa cuando un chorro de diarrea salte directamente desde el ano de un niño a la boca de su padre... pero bueno, ese no es mi caso. Dirige el norteamericano David Dobkin, responsable de otros títulos como "Los Rompebodas" y "Shanghai Knights", películas divertidas, pero que no han sido la gran cosa. "Si Fueras Yo" está definitivamente muy por debajo de los 2 títulos nombrados. Protagonizan Jason Bateman ("Quiero Matar a mi Jefe", "Arrested Development") y Ryan Reynols ("Linterna Verde", "Enterrado"), una dupla que se mostró con muy poca química en esta historia, más allá de que por separado debo reconocer que me caen bien y me parecen divertidos. Acompañan Leslie Mann, la hermosísima rubia que actuó en "Ligeramente Embarazada" como hermana de Katherine Heigl, Olivia Wilde interpretando un papel que le quedó muy chico y el gran Alan Arkin, que realmente no se como se metió en este producto mediocre. Para finalizar, creo que la mayor falencia estuvo en juntar a un grupo magnífico de comediantes para dar vida a una historia, que además de estar re contra mil trillada, no atrae ni está bien ejecutada... El tema de cambiar de cuerpos para cumplir el sueño de tener otra vida ya pasó muchachos... es viejísimo y no le aporta nada nuevo al género. ¡Con tanta guita que ganan podrían hacer trabajar un poco más la cabecita! Recomendable sólo para fans del humor grotesco y poco innovador.
Dave es un tipo esforzado que estudió juntando moneda por moneda y, convertido en abogado, se juega su futuro en un súperbuffet. Con tres hijos y una hermosa esposa su vida pasa por su trabajo. Mitch, por su parte, es su antítesis. Mujeriego, nocturno y despreocupado vive su vida a los tumbos. Hasta que una noche, orinando en una fuente luego de algunos tragos, ambos explicitan su voluntad de ser el otro. Y así acontece: uno se queda con el cuerpo del otro (y las mujeres también). De esta manera, se desata una comedia que tiene poco de entretenida y mucho más cuando las situaciones se empiezan a repetir. Y claro, uno no quiere que el otro se acueste con su mujer, y todo eso. Cansadora y poco original, la película se supera solamente en las actuaciones de sus protagonistas que, obviamente, no serán tenidas en cuenta para los Oscar pero para este filme sobran. Lo preocupante es la meseta en la que han entrado las comedias de Hollywood, donde nadie se juega por sorprender al público. Lamentablemente pareciera que faltan no solamente buenos directores sino, y con mayor urgencia, guionistas en La Meca del cine. Aunque muchas veces los estudios son los culpables porque son tan conservadores que prefieren apostar por fórmulas archiconocidas que por otras más novedosas. Y esperan, sino ganar mucho dinero, por lo menos no perderlo.
Quiero vivir tu vida Desde hace un tiempo, la industria del cine ha redescubierto a la comedia como un género muy popular; la idea de lograr interesantes recaudaciones siempre anima a los productores de Hollywood, y es por eso que en este caso, decidieron volver sobre el tema de las identidades intercambiadas que tantas veces se ha transitado en el cine. Pero estas comedias en las que los personajes intercambian cuerpos parecen ya haber dado todo lo que podían dar. Al menos esta película, dirigida por David Dobkin (el de "Los rompebodas") no le agrega absolutamente nada nuevo a la lista de títulos sobre el tema. No lo ayudan los guionistas (Jon Lucas y Scott Moore, los de "¿Qué pasó ayer?" y "Navidad sin los suegros"), que transitan sin pena ni gloria las situaciones embarazosas y grotescas que genera el intercambio de los personajes. A todo esto se le agrega una dosis (quizá excesiva) de ese humor rayano en el mal gusto que se ha puesto de tan de moda en las comedias norteamericanas de la última década. Los protagonistas hacen lo que pueden con sus personajes: Jason Bateman (un actor solvente, no siempre bien aprovechado) y Ryan Reynolds sortean con suerte dispar las escenas que propone el guión, y Leslie Mann y Olivia Wilde (la de "Dr. House") no encuentran en los coprotagónicos femeninos elementos como para construir personajes sólidos. Y se nota una situación paradójica, frecuente en este tipo de filmes que pretenden hacer una bandera de la incorrección política: al final, la transgresión resulta sólo formal. El soltero inmaduro, exclusivamente dedicado a pasarla bien con el mínimo esfuerzo, terminará reconociendo las ventajas de las relaciones formales y estables; y el casado, aburrido a muerte con su vida de trabajo, monótona y sin alternativas novelescas, acabará por reconocer que es precisamente esa existencia aparentemente gris y anodina la que lo satisface plenamente. Nada nuevo bajo el sol.
Simpática comedia de cambio de roles Mitch y Dave crecieron juntos. Mitch es un tiro al aire que trabaja en películas eróticas y todavía no ha madurado para un hombre de su edad. Mientras tanto Dave ha sobresalido en sus estudios, es un considerado abogado y tiene una familia hermosa con una maravillosa esposa, una pequeña hija y unos mellizos bebes. Una noche en que después de cierto tiempo Mitch y Dave salen juntos, se emborrachan y frente a una fuente mágica cada uno dice querer tener la vida del otro. Situación que se cumple. El irresponsable de Mitch, ahora en el cuerpo de Dave, tendrá que mantener a su familia y defender el ascenso que le están por otorgar a Dave. Dave conoce la vida de mujeriego de Mitch y la libertad que este maneja. Esta es la historia de este film que reúne a dos buenos comediantes pero que parecen estar desperdiciados. Reynolds y, sobretodo, Bateman han demostrado que están para más que para este tipo de films que basan el humor en lo escatológico y en lo grosero más que en la inteligencia, incluso hasta las partes más emotivas se vuelven confusas y uno de los remates de Reynolds y Wilde pocos lo entienden. Más allá de eso es una película que para quienes gusten de este tipo de comedias pueden llegar a disfrutarla, pero para quienes esperan una película con algo más de lo que ya se vio, este no es el caso.”Si fueras yo” es solamente una buen comedia de roles.
La formula se repite pero los actores, las situaciones y la moraleja cambian. Al mejor estilo "Un Viernes de Locos" o "Este Cuerpo no es Mío", este film concebido por los escritores de "Qué Pasó Ayer?" (Jon Lucas y Scott Moore), y por el mismo director de "Los Rompebodas" (David Dobkin), nos presenta la historia de dos mejores amigos cuyas vidas se ponen patas para arriba cuando un día despiertan en el cuerpo del otro. Dave (Jason Bateman) es un adicto a su trabajo como abogado a la espera de convertirse en socio de la prestigiosa firma para la que trabaja, está casado con Jamie (Leslie Mann) y es padre de tres niños; mientras que el inmaduro e irresponsable Mitch (Ryan Reynolds) es un soltero empedernido, mujeriego al extremo y aspirante a actor que sólo vive de empleos ocasionales. Si bien han crecido juntos, a medida que han pasado los años, este par de amigos se ha ido distanciando poco a poco porque al personaje de Bateman le cuesta mucho trabajo mantener el tipo de amistad que lleva con el interpretado por Reynolds, ya que a éste sólo le interesa continuar disfrutando de la vida como si aún fueran unos niños. Tras una noche de diversión (de esas que no se les dan muy seguido a causa de las responsabilidades de Dave), ambos -algo borrachos- se confiesan mutuamente que desean la vida del otro porque para Mitch, Dave lo tiene todo, y para Dave, tener la vida de Mitch, sin presiones ni obligaciones ni consecuencias, sería un sueño hecho realidad. El pequeño detalle, y con ésto no revelo nada porque está incluído en el tráiler, es que la confesión y el posterior cambiazo sucede mientras están orinando en una fuente de un parque público que tiene una diosa mitológica sobre la que el espectador nunca sabrá cuál es su origen. A partir de ese instante, más precisamente a la mañana siguiente, los protagonistas notan que hay algo raro y buscan una forma de regresar a sus propios cuerpos mientras lidian con las rutinas y los hábitos diarios del otro, tratando de no estropearlos. Claro que los enredos y las situaciones insólitas, están a la orden del día. Divertida, pero sólo por momentos, y repleta de situaciones escatológicas y sexuales, "Si Fueras Yo", que cuenta con eficaces desempeños tanto de Bateman como de Reynolds en lo que respecta a este tipo de comedias, nos propone pasar un buen rato viendo cómo estos insatisfechos personajes logran descubrir que la vida del otro no era tan ideal como parecía.