La primera "Sinister" era la historia de un escritor (Ellison Oswalt, aka Ethan Hawke) que descubría que un espíritu demoníaco llamado Bughuul inducía a los niños a asesinar a sus familias, una vez que ellas se mudaban de lugar, de formas realmente sádicas y rodar en súper 8 un corto donde quede graficada la demencial tarea. La cosa estuvo muy bien (buenas críticas) en la entrega anterior y ahora Blumbouse Productions intenta que aquel hit (costó 3 millones y recaudó mundialmente 78) genere una franquicia, elemento que deberá revisar a la luz de algunas cuestiones de la trama y el desarrollo de la historia. Está bien, llamaron a Ciaran Foy (Citadel) para llevarla adelante, pero la cuestión es que si bien la trama original funciona, en términos de atracción inicial, hay un tema con el desarrollo de los personajes que no logra afianzarse en esta segunda entrega. Veamos, el ex-ayudante del sheriff de la primera cinta (James Ransone) es el encargado de iniciar la movida. Como una especie de "legado", sigue buscando eliminar las casas (quemarlas) en las cuales presume que Bughuul puede atacar. Sigue haciendo un trabajo pseudo policial, pero ya no pertenece a la fuerza. No es un tipo muy lúcido que digamos (de hecho, se asusta bastante más que los espectadores, lo cual es alarmante), pero intenta dar con la estrategia para descubrir probables lugares donde el demonio ataque. La cosa es que llega a una casa en el medio de la nada (o casi), en la cual, Courney (Shannyn Sossamon) se refugia de su esposo. Víctima de violencia de género, ella está refugiada de incógnito allí, junto a sus dos hijos, Dyan y Zach. Cuando el ahora detective entra en contacto con ellos, empezará a descubrir que la familia no sólo está en peligro por el acoso de Clint, (esposo de Courtney, jugado por Lea Coco), sino que hay una amenaza mucho peor a la vuelta de la esquina. Más precisamente, en una iglesia abandonada pegada a la propiedad que alberga cierta historia siniestra... Como toda película de terror donde hay niños, "Sinister 2" es, de a ratos, escalofriante. Si bien la construcción del suspenso es bastante lineal, las instancias donde los chicos (recuerden el primer film) interactúan y las cintas que ven, son macabras. No está Ethan Hawke y se lo extraña. Ransone hace bastante por sostener la historia (aunque su tendencia a moverse en forma parecida al legendario Dewey - David Arquette- de la saga "Scream", le juega en contra) y Sossamon también, pero la falta de intensidad de los chicos hace que el film de a ratos entre en una latencia peligrosa que le resta puntos al resultado final. Resumiendo, "Sinister 2" intenta abrir una franquicia desde un primer buen impacto y quizás, lo logre. No encontraremos más que algunas ideas interesantes y el clima correcto para el desarrollo de la historia. Desde la tensión y la atmósfera, debemos decir que Foy podría haberle dado un toque más inquietante y punzante a esta entrega, pero decide optar por lo convencional y dejar abierto el camino a otras posibilidades. Aprobada con lo justo. Esperaba más pero algo me dice que en la tercera entrega (si la taquilla ayuda), habrá una nueva perspectiva para continuar con Bughuul.
Tomando la historia original como referente, pero buscando un nuevo rumbo desde donde se la dejó en la primera entrega, en “Sinister 2” (USA, 2015) asistiremos a la extraña manifestación de aquellos niños fantasmas que intentan controlar a los hermanos Dylan y Zachary para forzarlos a realizar una matanza, y quienes, además, deberán sortear sus propios miedos, relacionados a los cambios que significaron alejarse de su padre y mantenerse en la clandestinidad para evitar que éste los encuentre. Mientras su madre hace esfuerzos denodados para evitar ser siquiera detectada (porque además sabe que su ex marido posee tal grado de poder y control en los demás que rápidamente podrá descubrirla) se topara con un ex agente, especializado en fenómenos paranormales, en el acercamiento podrán en conjunto trabajar para poder así enfrentarse a las fuerzas naturales que los acechan. Porque justamente “Sinister 2” no intentará buscar respuestas sobre la primera entrega de la saga, todo lo contrario, ya todos sabemos cómo Bughuul maneja los destinos del grupo de niños que, bajo sus órdenes, decidieron terminar con los vínculos familiares de la peor manera. Tanto la madre, quien se encuentra atribulada y un tanto retraída por la situación de tener que haber escapado para poder preservar a sus hijos (a Dylan, principalmente), como el ex agente, entablarán un vínculo que irá mucho más allá de la mera cooperación para comprender realmente cuál es la situación en la que se encuentran. Porque la mejor idea que tuvo la mujer, es de alejarse tanto pero tanto de la civilización, que terminó por encontrar albergue en una estancia abandonada, que oh casualidad, es la misma en la que el demonio Bughuul, acompañado por su séquito de niños endiablados, asesinó hace tiempo a dos familias. Dylan sabe de esto pero no se anima a hablarlo, porque, justamente, sabe que deben permanecer allí para evitar ser alcanzados una vez más por otro tipo de violencia, la física, que ejercía en él su padre. Ciarian Foy va desarrollando con holgura la puesta en escena del guión escrito por C.Robert Cargill y Scott Derrickson, que prefieren profundizar en las pesadillas del niño y las escenas en las que los “fantasmas” de los pequeños se acercan para atormentarlo y también para exigirle, al igual que a ellos les pasó, que sacrifique a su familia y lo deje registrado en celuloide. Pero el joven se asusta, está cansado de correr de un lado para el otro y de ocultar sus reales temores, razón por la cual un giro hacia el final terminará por torcer la decisión de los espectros para investir a otro protagonista con la sangrienta decisión de matar a sangre fría. “Sinister 2” genera logrados climas para mantener el suspenso, pero en la reiteración del recurso de las cintas que se muestran, como así también en la no superación de algunos tópicos y lugares comunes, se resiente una narración que supera al promedio de este tipo de filmes. Foy busca mezclar las texturas, y se apoya en algunos momentos en la evocación y el flashback para reforzar lo que cuenta, generando un filme que si bien no asusta tanto como su predecesora, encuentra un tono y un ritmo que la favorece.
Esta película ya la vimos (demasiadas veces) La secuela del film de terror estrenado en 2012 es menos de lo mismo. Con Scott Derrickson (director de la primera entrega, de El exorcismo de Emily Rose y de Líbranos del Mal) ocupando ahora el rol de guionista y productor, Sinister 2 mantiene de la original la idea de los videos caseros con escenas de asesinatos y el grupo de niños poseídos dispuesto a todo con tal de expandir su red de crímenes. Las víctimas son ahora dos hermanos que huyeron junto a su madre a una casa de campo ubicada al lado de una iglesia donde ocurrió un crimen seguido de cerca por un investigador privado cuyo contratista y motivaciones son desconocidos, marcando así la concepción de argumento como mero vehículo para hilar algunos sustos que tiene el realizador debutante Ciarán Foy. La aparición del padre de la familia refuerza la apuesta de Sinister 2 por retratar lo siniestro, pero finalmente se trata de una serie de golpes de efecto más o menos logrados, algunos aciertos climáticos y una historia que se desvanece tanto o más rápido que los pequeños fantasmas que pululan por la pantalla.
El Coco está en la casa El espectador cree ver algo, concentra la mirada en un punto fijo, se acostumbra a la persistencia de la imagen, reduce su visión periférica y queda vulnerable a cualquier cambio repentino: un plano, un sonido, un movimiento de cámara. La artesanía del susto es sencilla pero precisa. El Exorcista III (The Exorcist III, 1990) fija el plano en un pasillo de un hospital durante 2 minutos y concluye súbitamente con las tres cosas: un close-up, un grito, un zoom. La diferencia entre El Exorcista III y Sinister 2 (2015) son esos 2 minutos de fuego lento. Sinister 2 responde a una época en la que el ser humano ha esculpido sus ojos al ritmo de YouTube. Todo es más rápido, más estridente, menos memorable. La artimaña es la misma – la cámara desarma al espectador con falsos indicios – pero ahora el espectador está consciente de ello. Sabe por dónde viene el susto. Ha visto todos esos videos de miedo en YouTube. Entonces la película se apura. Hay muchos sobresaltos, pero en lo que va de terror, poco y nada. En defensa de Sinister 2, la técnica es impecable. Remite a La noche del demonio: Capítulo 3 (Insidious: Chapter 3, 2015), otra película de terror con un sentido del timing muy bueno. Ambas fueron producidas por Blumhouse Productions, que además apadrina la saga de Actividad Paranormal. La sugestión es mucho pedir de estas películas, pero hacen buen uso con los recursos que cuentan. Todas están cortadas de la misma tela, bastante barata: hay una casa, actores mayormente anónimos y un monstruo sobrenatural que mora en el fuera de campo. La película trata sobre una una madre (Shannyn Sossamon) y sus dos hijos, Zack y Dylan, que huyendo de un padre abusivo se refugian en una casa de campo. Lo interesante de la película es que se apega a esta historia de abuso doméstico y violencia familiar, y no la descarta así como si nada por un relato de horror sobrenatural. Más bien entrelaza ambos, y opone al patriarca abusador con un ex oficial de policía (James Ransone, haciendo de buenazo) que entre sus investigaciones sobrenaturales se convierte en la nueva figura paterna de los chicos. Resulta que la casa está embrujada por una especie de Hombre de la Bolsa y los fantasmas de los niños que ha raptado a lo largo de los años. Los niños desafían a Dylan a mirar películas snuff en el sótano de casa, rodadas en 16mm para mayor escabrosidad. Las películas son un recurso que regresa de Sinister (2012) y refuerzan la idea de que estamos experimentando el equivalente a videos de miedo en YouTube. ¿Quién no ha sido desafiado por un amigo a sufrir lo insufrible en la forma de un video asqueroso? Todo esto tiene su morbo, pero cuanto más vemos menos impresiona. Todas cuentan la misma historia – el sacrificio ritual de una familia – así que, ¿para qué mostrarlas todas? Los niños son de esa variedad tan obviamente maligna que el proceso de extrañamiento no surte efecto, y terminan siendo lo más inocuo de la película. El Hombre de la Bolsa se ve intimidante y tiene un parecido irónico a Michael Jackson, pero nunca llega a hacer nada para consolidarse como un villano formidable. Lo único que hace es quedarse parado e importunar transeúntes. Usualmente a las películas de la Blumhouse se le perdonan todas sus flaquezas a cambio de por lo menos dos o tres buenos sustos; ésta apenas tiene esa cantidad. Y sin embargo la película funciona porque no apuesta todo al sobresalto fácil y la mitología berreta e inconsistente a la que se aferra. En el fondo está sostenida por un drama familiar que, por caricaturesco que resulte, da solidez a la película.
Terror en segundas partes. Si la primera llamó la atención, la seducción de siniestros videos y la fascinación de un demonio sobre niños que recluta, esta secuela no tiene grandes actores, el demonio aparece más y el clima se mantiene para un público cautivo.
El regreso de los chicos asesinos Buhguul está de vuelta. Retornó esa cosa monstruosa que obliga al crimen y al asesinato. Volvió luego de una primera parte bastante recordable, filmada hace tres años, que tenía como centro a una familia con un padre escritor (Ethan Hawke) que no se llevaba bien con la policía. En Sinister, donde tras las cámaras estaba Scott Derrickson, ahora uno de los guionistas, las mejores escenas se manifestaban a través de un bienvenido anacronismo de objetos (cámaras en súper 8, discos, tocadiscos, cintas encontradas en un desván) que contradecía, para bien de la trama, con el efecto banal de los momentos en que aparecía ese monstruo de diversas formas llamado Buhguul. La operación formal que se presenta en Sinister 2, ahora a cargo de Ciarán Foy, reitera esa atmósfera demodé de la primera parte pero le agrega más tensión y suspenso, especialmente, cuando los pequeños protagonistas cobran fuerza en pasillos, rincones y lugares insólitos de una nueva casa como espacio referencial. Es que ahora la posta la toma un ex segundo de un sheriff (James Ransone), continúa con otra familia y una nueva casa, sigue con las apariciones camaleónicas de Buhguul y termina con un grupo de púberes escondidos en el follaje que atemorizarían a cualquier clan familiar, incluyendo a un espectador no acostumbrado al terror de los últimos años en su versión "pasillo tenuemente iluminado más chicos que no pestañean: miedo, pánico, susto asegurado". En ese territorio tan frágil pero seductor que oscila entre el homenaje al género de hace tiempo atrás coqueteando con el terror de estos días que busca un espectador poco exigente, la historia de Sinister 2 se ve favorecida por la no abundancia de CGI (efectos generados por computadora) y sí por una bienvenida alternancia de una puesta escena clásica (no hay "apuros" que propicie la edición) aplicado a los nuevos tiempos. La nueva Sinister, por tanto, anunciaría la posibilidad de que la historia de Buhguul y los chicos instados por él para el asesinato familiar podría convertirse en una saga interminable. Se verá qué deparan las probables continuaciones de la saga y, más que nada, si existen tantos objetos del pasado que puedan seducir al espectador adictivo al género por estos días.
Sinister fue una de las sorpresas que brindó el cine de terror en el 2012. Sin ser una obra maestra, el film presentó un cuento de terror decente que estaba muy bien narrado por el director Scott Derrickson y contaba además con un inusual trabajo de Ethan Hawke, quien no había explorado este género en su filmografía. La película funcionó muy bien en los cines y los productores enseguida se pusieron a trabajar en esta continuación que terminó siendo la versión estúpida de la historia original. La primera entrega se concentraba en los aspectos psicológicos del conflicto y evitaba las escenas de susto trilladas con el propósito de hacer más atractiva la narración de la trama. En la continuación sucedió exactamente lo contrario. El nuevo director, Ciaran Fox, expone de manera tonta todos esos elementos que en el episodio anterior se trabajaron con misterio y eso aniquiló a esta continuación. Sinister 2 básicamente es una película de terror sin escenas de terror. Los niños macabros que antes generaban intriga perdieron por completo su atractivo, ya que es director los expone continuamente en el film desde los primeros minutos. Algo similar ocurre con las cintas de filmación que eran un elemento aterrador de la primera película y ahora se convirtieron en escenas bobas. Los productores creyeron que al incorporar situaciones más violentas obtenían un mejor film y sucedió exactamente lo contrario. En una de las filmaciones llegaron al extremo de idiotez de mostrar a una familia devorada por un cocodrilo de animación computada que encima se nota que es digital. La continuación es tan diferente al trabajo de Derrickson que daría la sensación que el nuevo director ni siquiera vio la película original. Por otra parte, Sinister 2 no hace absolutamente nada por expandir o desarrollar el misterio del Bughuul, quien en esta película es una nabo que se convierte en un elemento más de utilería. Lo único rescatable de este film es la interpretación de Shannyn Sossamon (Corazón de caballero), quien se destaca claramente como lo mejor de esta producción. Toda la subtrama que tiene su personaje relacionada con la violencia doméstica termina siendo mucho más interesante que el conflicto principal de terror que es tonto y predecible. La realidad es que Sinister nunca necesitó una continuación y los productores la hicieron para explotar el suceso del primer film sin preocuparse demasiado en brindar un buen producto. El resultado fue otro estreno decepcionante de un género que sigue estancado en una importante crisis creativa.
Después de los incidentes vistos en la primera entrega, el ahora retirado agente de policía (James Ransone) que intentó ayudar a los Oswalt se dedica a seguir la línea de asesinatos violentos similares a los que investigó. Mientras, Courtney (Shannyn Sossamon), una madre que se esconde de su violento marido, se refugia en una casa abandonada en el campo junto a sus hijos; sin saber que ahí ocurrió una matanza años atrás. Ahora el ex agente y Courtney deberán luchar contra el mal personificado en Mr. Boogie. Estamos ante una secuela directa de Sinister, film estrenado allá por el 2012, y que sin ser nada del otro mundo, fue de lo mejorcito en cuanto a terror visto ese año. Vale hacer esta aclaración porque es interesante el camino que se intentó seguir en esta continuación, en lugar de hacer un film sin continuidad y que sólo repetía el tema visto anteriormente. Sinister 2 El personaje interpretado por Ransone es una conexión directa con la primera parte, viendo que ahora él ya sabe que algo sobrenatural ronda lo ocurrido a sus amigos los Oswalt, y pese a que constantemente demuestra que tiene miedo, decide meterse de lleno a investigar y tratar de detener que continúe esta cadena de brutales asesinatos. Pero para mí lo más interesante que propone Sinister 2, es que vemos el punto de vista de uno de los chicos que está siendo tentado a masacrar a su familia y unirse al séquito de Mr. Boogie. De a poco vamos a ver cómo funciona esta especie de reclutamiento de este ente maligno, provocándoles pesadillas a niños pequeños para que de a poco vayan volviéndose locos y se decidan por asesinar a toda su familia con tal de poder dormir sin turbios sueños. Como ya pasó en la anterior película, veremos cintas caseras filmadas en Super 8, donde se nos muestra los actos atroces cometidos por los chicos previamente a su desaparición y unión a Mr. Boogie, y nuevamente estos cortometrajes son lo más tétrico y mejor realizado de la película. También vuelve a hacerse presente ese clima lúgubre, todo un logro del director Ciarán Foy; una especie de atmósfera asfixiante para algunos personajes, que saben que se están metiendo en algo peligroso pero no pueden escapar. Además (y por suerte), estamos ante uno de los pocos films que no intenta asustar a base de subir el volumen al máximo de golpe buscando darle un infarto al espectador sólo por la sorpresa, que por haber logrado un susto bien preparado y ejecutado. Sinister 2 Es una pena que la película no sea en su totalidad igual de regular, y se nos muestran algunas cosas bastante tontas (en especial chistes mal puestos, porque no son graciosos y porque cortan el clima que se venía creando). Además de un forzado e innecesario acercamiento entre el oficial de policía y Courtney que no aporta nada más que minutos en pantalla sin sentido. También en el apartado actoral no hay mucho que destacar. Sin hacer papelones (en el mal sentido de la palabra) los actores tampoco dan grandes actuaciones, y se extraña a alguien con más experiencia y rodaje, algún todoterreno como lo fue Ethan Hawke en la primera entrega. Sinister 2 sigue los pasos de su antecesora; es decir, una aceptable y de a ratos buena película que crea una atmósfera de suspenso casi constante. Vaya uno a saber por qué los guionistas buscan romper esto con chistes o un affaire que no aporta nada; pero si uno obvia estas cosas, no la va a pasar mal viéndola.
Con todo el morbo en la cabeza No hay suspenso, sí torturas, no hay incertidumbre y sí la certeza de lo que va a venir a continuación... Los que disfrutamos -es una manera de decir- la Sinister original hace tres años aplaudíamos lo macabro de su trama, la actuación de Ethan Hawke, como el escritor de novelas criminales que llegaba a una casa en medio de la nada con su familia a escribir precisamente una novela, y que lo truculento era, en síntesis, lo de menos. Había allí una historia, una manera de relatarlo, suspenso. Y sí, algún que otro golpe de efecto. Nada de ello hay en Sinister 2. El viejo truco de retomar una idea para exprimirla hasta lo indecible parece ser el motivo de la realización de esta película. Aquí sí que hay morbo, porque hay que ser retorcido para pensar, escribir, filmar y mostrar cómo niños masacran a sus propias familias, sea quemando, enterrando, electrocutando y siguen los verbos. Una madre (Shannyn Sossamon, que ha sufrido ya en varios filmes del género) escapó de un marido y padre golpeador, y con sus hijos gemelos creen encontrar la paz en una casa rural donde lo que no encontrarán será precisamente la paz. Hay películas en Super 8 filmadas por espíritus de niños manejados por un ente malévolo, los chicos tienen visiones, y el que parece miope es el director, el irlandés Ciarán Foy. No hay suspenso, sí torturas, no hay incertidumbre, sí la certeza de lo que va a venir a continuación. Más de lo mismo.
El susto de lo que ya pasó El demonio de los niños está de vuelta. Sinister 2 (USA, 2015) amplía el mundo que dejó atrás a Ethan Hawke en Sinister (2012), con nuevas víctimas, mientras se explora el origen del espíritu que causó los asesinatos. Al mantener las bases que hicieron un gran éxito al primer film, el director Ciaran Foy (Citadel – 2012) buscó encontrarle la vuelta a una segunda parte que no coordinó con su importante materia prima, en la relación guion-dirección-reparto. Luego de la muerte de los Oswalts y la desaparición de la hija más chica (hechos que ocurren en la primera entrega), el ex-ayudante del sheriff (James Ransone) continúa con su investigación sobre el demonio Buhguul. Entre tanto, Courtney (Shannyn Sossamon), víctima de violencia de género, se esconde de su esposo junto a sus dos hijos gemelos de nueve años, Dylan y Zach, en una casa en medio de la nada. El nuevo hogar de la familia, situado junto a una iglesia abandonada, es el escenario donde el demonio sigue con sus planes. 3S7C6341.CR2 Sin ningún tipo de innovación respecto a la primera entrega, la dirección a cargo de Foy cae en lugares comunes y predecibles. En el marco narrativo, con el guión de Robert Cargill y Scott Derrickson (director de la película anterior), el filme se focaliza a desentrañar la mitológica histórica detrás de Bughuul, mientras descuidan la investigación para derrotar al espíritu. Además, se personifica al nemesis y le quitan el aura espectral que lo hacía tan aterrador. Por eso, Bughuul, al ser una entidad ya conocida por el espectador, pierde la cuota de terror y susto que lo caracterizaba, por mantener e imitar la impronta de la primera película sin ofrecer nada novedoso. Una falla importante en Sinister 2 recae en la falta de protagonismo de sus actores principales: ninguno llena el cupo para sobrellevar el film. A pesar que no hay malas actuaciones, tampoco logran una interpretación lucida y significante. Ni Ransone ni Sossamon salen de la superficialidad de sus encarnaciones, aunque sus interpretaciones sean aceptables. A diferencia de la primera, donde las decisiones del personaje de Ethan Hawke estaban relacionadas con su profesión y su familia, y ambas entrelazadas entre sí, en Sinister 2 se pierde ese atractivo de thriller. Las impactantes películas caseras que caracterizaron a la primera entrega no están a la altura en esta secuela. Este cóctel de malas decisiones solo toma aire en el final de la película, en el único momento de tensión. Los niños son el punto de anclaje entre lo espectral y el mundo real, aunque nunca se llega a un clímax imponente en cuanto a su presencia. Sinister 2 es el reciclaje de un producto que en su momento dio buen resultado gracias a una historia original y buenas actuaciones, pero en su continuación ambos factores brillaron por su ausencia. A pesar de mantener la dupla original creativa, no pudieron desarrollar de manera satisfactoria a un gran antagonista como Bughull.
Otra de la chacinería de los sustos Un grupo de chicos “parafantasmal” llamando a silencio.Los números asustan bastante más que las imágenes de la pantalla grande: Sinister 2 es la ¡13ª! película de terror lanzada desde el primer jueves del año, cuando Ouija abrió un marcador que seguirá incrementándose con la llegada de La casa del demonio (3/9), Desde la oscuridad (17/9), Te sigue y Puertas adentro, estas dos últimas aún sin fecha confirmada de estreno. La amplitud del corpus invitaría a pensar en una muestra de la variedad de formas, estilos y calidades que campean a lo largo del género, pero lo cierto es que casi todas ellas, Sinister 2 incluida, se encuadran en la categoría “del montón”. Explotación nominal de la exitosa Sinister (2012) y con el realizador Scott Derrickson (El exorcismo de Emily Rose, Líbranos del Mal) ocupando ahora el rol de guionista y productor, el segundo largometraje de Ciarán Foy esfuma los méritos de su predecesora para convertirse en una –otra– película salida de la chacinería de los sustos.El de Derrickson no era un film cumbre ni mucho menos bisagra dentro del género, pero apostaba por climas inquietantes y una narración tan calma como fluida antes que por la generación de sobresaltos a fuerza de efectos sonoros y visuales. Que los había, claro, pero siempre funcionales a la historia de ese escritor de policiales (Ethan Hawke) víctima de su propio caso de investigación. Como en nueve de cada diez exponentes contemporáneos del cine de terror, la resolución apelotonaba explicaciones sobrenaturales y esfumaba el aura hasta ese momento terrenal del relato incluyendo a una figura mitológica especializada en devorar almas de niños. Sobre esta última coordenada parte Sinister 2. Menos secuela que spin-off, el vínculo narrativo con la película de 2012 es la presencia de un ex policía y amigo del malogrado escritor que, en su nuevo rol de detective privado, llega a un caserón rural donde vive una madre (Shannyn Sossamon, la morocha de Corazón de caballero) y sus dos hijos. Que nunca quede muy en claro cómo llegó hasta ahí o quién lo contrató es síntoma de una historia porosa, mero vehículo para sostener los sobresaltos presentados con cuidada regularidad.También se repite el cajón con rollos Súper 8 usados a lo largo de las últimas décadas y etiquetados con nombres de películas caseras pero que en realidad esconden asesinatos de familias completas. O casi completas, ya que en todos los casos uno de los hijos desapareció. Ellos forman un grupo “parafantasmal” que ahora acecha a los chicos de turno obligándolos a mirar los videítos. El fuera de campo y la textura fílmica de esos microrrelatos generan un efecto ominoso y siniestro que no llega a contagiar a la historia que los contiene. Lo que no deja de ser una lástima, ya que si hay algo que sobra en la figura del papá, un tipo bruto y violento pero con los contactos suficientes para mantener a mamá y a la prole en alerta, es carácter siniestro. Debe reconocerse a Foy la apuesta a establecer un carácter especular entre ambas vertientes narrativas, aun cuando nunca logre su cometido. Quizá la 14ª sea la vencida.
La corrupción de los inocentes. Considerando que estamos ante un típico caso de “clink, caja” por parte del inefable Scott Derrickson, la verdad es que Sinister 2 (2015) se abre camino como una propuesta bastante potable para lo que suele ser la triste media ya no sólo del campo de las secuelas, sino del terror en general. El norteamericano, a la manera de su compatriota John Erick Dowdle, rankea en punta como uno de los realizadores más eficaces y parejos trabajando en el mainstream de nuestros días: si bien ambos no son unos genios del género ni nada parecido, por lo menos resulta evidente que mantienen un buen nivel y que cada nueva obra despierta una sana curiosidad, a diferencia de lo que provocan palurdos infantiloides como Eli Roth. En esta oportunidad Derrickson conserva los roles de guionista y productor aunque cede la silla del director en favor de Ciarán Foy, cuyo único antecedente era precisamente su ópera prima, la apesadumbrada Citadel (2012). Tanto en Sinister (2012) como en su continuación podemos identificar un engranaje doble en lo que respecta al apartado formal: en primera instancia está la clásica concesión para con los espectros y las citas al J-Horror de la década pasada (por suerte más cerca de las sutilezas que de los jump scares), y en segundo lugar encontramos un rescate nostálgico mucho más interesante, vinculado al sadismo y las “muertes artísticas” de los slashers de los 70 y 80 (cada deceso tiene su propia identidad). La historia por supuesto retoma el derrotero de Bughuul, esa deidad pagana que gusta de adoctrinar a niños para que maten a sus familias y así eventualmente consumir sus almas. Ahora tenemos en paralelo la investigación del agente de policía de la original, interpretado por James Ransone, y el martirio del clan de turno, hoy compuesto por Courtney Collins (Shannyn Sossamon) y sus hijos Dylan (Robert Daniel Sloan) y Zach (Dartanian Sloan). Ambas líneas se unifican a fuerza de la intervención de un grupo de nenes fantasmas -bajo el influjo de Bughuul- que obligan a Dylan a ver filmaciones en Super 8 centradas en asesinatos protagonizados por los jovencitos, con Milo (Lucas Jade Zumann) a la cabeza. Nuevamente la película termina engrandeciéndose más por la pobreza y enorme estupidez del contexto cinematográfico actual que por lo que ofrece en sí, en esencia un amasijo de elementos entrañables pero derivativos, los cuales son administrados con solvencia por Foy e incluyen un poco de humor bien dosificado, algo de melodrama, una mínima insinuación amorosa y los visionados tétricos “marca registrada” de la franquicia. Derrickson sigue controlando el opus y sorprende explicitando que lo suyo es una “observación estética de la violencia”, lejos de la ironía estandarizada del presente y cerca del retrato exploitation en torno a la corrupción de los inocentes, esos pequeños reconvertidos en verdugos autistas…
“Sinister 2”: aun por debajo del nivel del ya mediocre original En el film anterior, Ethan Hawke era un experto en lo sobrenatural que llevaba a toda su familia a vivir a una casa donde se habían cometido varios asesinatos. En el altillo encontraba una colección de films súper 8 que registraban los crímenes y que, además, tenían una cualidad sobrenatural. Por supuesto, todo terminaba horriblemente mal, y ahora en esta secuela, el detective que interpretaba James Ransone está de vuelta -a falta de Hawke- para continuar investigando los crímenes irresueltos y seguir buscando películas viejas de súper 8. La verdad es que las ideas no les han fluido demasiado a los productores y guionistas que aquí intentan resucitar una saga sin una historia demasiado clara, ya que la mezcla de fenómenos ominosos que encuentra el investigador durante sus pesquisas es un poco excesiva y sus apariciones no resultan demasiado coherentes. Hay un demonio de nombre impronunciable y aspecto debidamente horripilante que aparentemente tiene la culpa de todo lo que viene pasando, y su búsqueda lleva al protagonista a una granja donde una pobre mujer no sabe qué hacer con sus hijos gemelos, Obviamente, los hermanitos están expuestos a la mala influencia del horrible demonio, y eso es lo que debe tratar de detener el personaje de Ransone. El demonio, algo así como "Bughuuu", una abominación interpretada con pelo largo y muchos efectos especiales por Nick King, es tal vez lo más divertido de esta secuela, que no llega al nivel del original, y eso que tampoco se podría decir que "Sinister" fuera un auténtico hito del cine de terror ni mucho menos.
Se va al demonio La segunda parte de la exitosa película de terror se queda a mitad de camino para ser una muy buena historia de este género. Nada más que 10 minutos separan a Sinister 2 de la muy buena película de terror que hubiera podido ser, si los astros se alineaban, el director se le proponía y el guion de Scott Derrickson (autor de la Sinister original) se lo permitía. Por supuesto, no son 10 minutos de menos, sino 10 minutos de más. Los suficientes como para que haya que tildar con un signo neutro lo que hasta ese momento era positivo. Uno de los méritos de esta segunda parte es que no pretende superar a la primera, que fue uno de los mejores productos del género de los últimos años. Arranca donde aquella terminó y recupera un solo personaje, el agente (ahora exagente) encarnado por James Ransone, cuya interpretación de un héroe patético es el máximo acierto del casting (no así la coprotagonista, Shannyn Sossamon, víctima de su propia apatía y de un vestuarista que se inspiró en Jesucristo Superstar para vestirla). Ransone se mueve todo el tiempo por esa cuerda tendida entre el pánico y la curiosidad que es como un concentrado psicológico de lo que genera en cualquier persona el miedo a lo desconocido (o a lo demasiado conocido que se vuelve extraño). Su presencia tiene la rara virtud de aliviar la atmósfera sin despojarla de tensión y suspenso. En el foco de la historia, otra vez hay niños, cuyas almas son siempre el botín más preciado del demonio (en este caso, en su versión noruega). Pero al revés que la primera –que se tomaba sus buenos minutos para entrar en tema– aquí el espanto se plantea desde el principio. Son dos hermanos que viven junto a su madre en una casa ubicada justo al lado de una iglesia abandonada donde ocurrió un crimen atroz. Otra vez, también, hay una cámara y un proyector Súper 8, con varias cintas que contienen escenas de asesinatos de familias. El denominador común en todas esas películas caseras es la irrupción de lo siniestro: una tarde de pesca, una fiesta o una misa que de pronto se convierten en una carnicería. Los 10 minutos problemáticos llegan, como es obvio, en las escenas finales, y si lo bueno erigido hasta ese momento se desmorona es porque el espectador debe conceder demasiado para creer lo que esta viendo, no lo sobrenatural, sino lo natural, lo físico, lo posible, justo lo que un buen relato de terror nunca debería traicionar.
Llega al cine la obvia e innecesaria segunda parte que toda película de terror medianamente exitosa tiene. Sinister 2 (o Cosecha Negra) Tal era el nombre que recibía Children of the Corn aquí en Argentina, la película basada en el libro de Stephen King. Bueno, Sinister 2 es más o menos lo mismo. Es un “homenaje”, alejándose de absolutamente todo lo bueno que tenia la película original protagonizada por Ethan Hawke. Con una buena premisa, un “otro” más que interesante, y con una temática que sobrepasaba lo sobrenatural en favor de un drama familiar y existencialista, tocado de costado por lo terrorífico, la Sinister original era una apuesta potable en el genero de terror, con una historia que desde luego no necesitaba segunda parte. Pero como la maquina de hacer chorizos no para nunca Sinister 2 llega para dormirnos con sus casi 100 minutos de duración. Basándose en gran medida, como ya dije, en la saga de Children of Corn, que comenzó con un libro original de Stephen King, y también cometiendo el peor de los pecados que una pelicula/historia de terror puede tener: explicar “lo otro”. En este caso Bughuul. Cuando menos es mas Bughuul era un personaje interesante que utilizaba a los niños para que cometieran atrocidades contra su familia y de ese modo, alimentarse de ese sufrimiento. Muy poco sabíamos de él, excepto su modus operandi, y atisbos de su fisonomía. Todo eso se va al tacho en Sinister 2, con una sobreexposición e innecesaria explicación del personaje que a mi parecer solo va en detrimento de la historia. Es verdad, las filmaciones caseras cobran mayor protagonismo, pero en un momento parecen ser hechas por Jigzaw ya que dejan de ser solo “asesinatos” perpetrados por los niños para pasar a ser cada vez más imaginativos, a lo Saw. Cayendo casi en el ridículo del Coyote y sus artilugios marca Acme. Sin dejar de tener en cuenta, que muchos de ellos, son físicamente imposibles de llevar a cabo por pequeños de 10 o 12 años y esta es una de las peores fallas de Sinister 2. La mitad siniestra La historia en Sinister 2 gira en torno a Courtney y sus hijos gemelos (o mellizos… nunca me acuerdo cuales son cuales). De los cuales aparentemente uno de ellos esta atormentado por fantasmas de niños que cometieron atrocidades. Claro está, esto pasa porque Courtney no tuvo mejor idea que esconderse de su marido abusador en una casa donde se Bughuul cometio uno de sus maravillosos asesinatos. Con el tiempo nos daremos cuenta que los dos mellizos pueden ver los fantasmas, y serán tentados nuevamente a matar a toda su familia (que original, el mellizo siniestro…). Sin embargo, anda por ahí dando vuelta el detective So & So (se llama así, lo juro), quien estuvo presente en la película anterior e interactuó con los Oswalt. Este es quizás el único personaje medianamente interesante de Sinister 2, pero también el más desilusionante, ya que será quien eche luz en las incognitas y nos explique todo en demasía. Chata, sin luces y absolutamente predecible. Y para colmo con sustos efectistas para el espectador, ni siquiera para los personajes, tristisimo. Conclusión Sinister jamás debió ser una saga (o al menos comenzar a intentarlo). Lamentablemente es un paso en falso en una dirección que poco aporta al género. Con actuaciones poco convincentes, efectos que por momentos que atrasan diez años y lugares comunes, Sinister 2 queda atascada en el pantano de la mediocridad que abunda en las películas de terror. Aun asi, sabemos que estas funcionan bien en Argentina. Por otro lado, tampoco es un espanto! Tiene algún que otro momento interesante aunque sean los menos. Como dice mi mamá, ni linda que encanta, ni fea que espanta.
Sin entrar en la realidad de nuestro país en cuanto a los hechos de violencia civil y doméstica, uno puede imaginar las expresiones de horror en los Estados Unidos cuando vienen noticias como las de un pibe entrando en un colegio muñido de una ametralladora para acribillar a maestros y compañeros de clase. No son pocas las novedades de este estilo provenientes de allí y, más allá de los análisis psicológicos y sociológicos que puedan realizarse al respecto, lo cierto es que un hipotético título estilo: “Los chicos norteamericanos están masacrando a los adultos y al sistema”, puede generar diferentes tipos de espejos, y en el cine de terror todo eso se magnifica. Por ese camino pareciera querer transitar “Sinister 2”, segunda parte de una primera que en 2012 andaba sólo por los rumbos de la ficción sin dobles lecturas. En aquella oportunidad un escritor de casos policiales estremecedores encontraba una caja con viejas películas en super 8 en las cuales veíamos asesinatos terribles. “Papita pal loro”, pensaba en ese entonces el personaje de Ethan Hawke que podía tener material bien a mano para un nuevo best seller, pero el punto es que todo eso estaba filmado con el propósito de convocar una suerte de demonio que se le aparecía al ocasional espectador. Esos cortos llegan ahora a las manos de Dylan (Robert Daniel Sloan) y de su hermano Zach (Dartanian Sloan. Sí, son hermanos en la vida real). El primero tiene conexión directa con cinco fantasmitas de su edad que están muy ansiosos de hacerle ver las películas. Por un lado, porque de no hacerlo el conocido demonio les va a dar una paliza “ectoplasmática”, y por el otro, para lograr sumar a Dylan a las filas de los chicos asesinos de sus propias familias. Incluso hay, para que el sadismo no tenga eufemismos, una suerte de competencia a ver quién es más cruento para liquidar a sus progenitores. Supongamos que la dirección de Ciaran Foy obedece pura y exclusivamente a la amistad con el guionista y realizador de la primera, Scott Derrickson (en esta ocasión sólo guionista). Podríamos decir que hay un buen manejo de la tensión, una discreta pero correcta construcción de los personajes, y algunos golpes de efecto que funcionan mejor cuando la banda de sonido no se empeña en aturdir al espectador. En este sentido cumple con lo esperable. El problema de “Sinister 2” está en un guionista que, contrario al contenido de la primera, no termina por decidirse entre una mirada ácida sobre la naturaleza violenta de la sociedad pre adolescente de Estados Unidos, o una simple película de terror. Ambas cosas pueden coexistir perfectamente, pero aquí interfieren una contra otra dejando trunca la certeza de lo que se está viendo. El terror como género, a partir de la escena en la que uno de los chicos sale corriendo hacia una iglesia en adelante, sufre de abandono de verosimilitud. El discurso, lo más jugoso de esta producción, queda sumergido en lo anecdótico. En especial con la última toma. Así, las buenas virtudes que se insinúan dejan poco para recordar hasta que se estrene la tercera. Habrá que ver por cual vertiente se deciden.
“Sinister 2” sigue por el buen camino en el que su primer entrega, allá por 2012, la dejó. Los sucesos de esta película pasan luego del final de la primera, es decir que hay mucha referencia al primer film y además contamos con la presencia de James Ransone, dándole vida al mismo personaje que sobrevivió y decidió investigar. El ex policía (Ransone) ahora es un investigador privado, que en sus tiempos libres trata de encontrar una solución al Bughuul y descubrió un patrón que lo lleva a una casa que está habitada por una pequeña familia conformada por Courtney (Shannyn Sossamon, “Wayward Pines”) y los hermanitos Sloan, que le dan vida a Dylan y Zach. Los tres se están escondiendo del esposo de Courtney y padre de los niños, porque es un hombre violento que quiere la tenencia de los chicos.