Ser bebé es lo mejor del mundo En esta revisita al universo creado por Marla Frazee en sus libros, el esfuerzo por querer impulsar una nueva historia sólo queda en la intención de recuperar tópicos, que si bien dialogan con actuales paradigmas, pierde la oportunidad de transitar un nuevo camino con gracia e impacto. Cuando hace cuatro años la precuela de Un jefe en pañales 2: Negocios en familia (The Boss Baby: Family Business, 2021) llegaba a las salas, el protagonista, con un aire a Baby Herman, el bebé de ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (Who Framed Roger Rabbit, 1988), había un aire nostálgico que impregnaba, desde la comedia, un espíritu diferente al relato. Tom McGrath vuelve a ponerse al mando, y comienza la historia con un adulto Tim, haciendo malabarismos en su casa, con sus hijos, quehaceres domésticos, mientras su mujer, es la encargada de llevar el dinero para solventar todo. Bien, no sólo las mujeres son las responsables de organizar el hogar, pero, se lo percibe tan forzado el planteo, que sólo queda en eso. Ese dibujo del personaje, padre administrador, se lo hace para contrastar con su hermano Ted, director de una empresa poderosa, quien sólo se dedica al trabajo y nada más que el trabajo, y ambos mundos volverán a conectarse a partir que la pequeña hija de Tim, que se presenta también como una agente secreta de Baby Corp, e intentará desarmar el plan del siniestro Dr. Armstrong, cuyo objetivo es eliminar de la faz de la tierra a los padres. Una vez más, en las propias premisas, aun en su plan ligero, esta comedia animada destinada al público familiar, expone el contraste entre el deber ser y lo políticamente correcto. El punto más alto de un entretenimiento, en el que el echarse en cara a generaciones parece ser sólo el objetivo, de manera cómplice en la sala, y puede despertar carcajadas, es rápidamente olvidado, tejiendo una vez más viejas narraciones y perdiendo la posibilidad de construir una secuela superadora. A los pocos minutos de iniciado el relato, se percibe la pérdida del halo nostálgico que su predecesora poseía, y que en el guiño a Baby Herman, pero también a Looney Tunes, anclaba la gracia de su historia en el recuerdo de algo que se añoraba y en la frescura con la que se presentaba a Ted como un hábil empresario. En Un jefe en pañales 2: Negocios en familia no hay evolución de los personajes, más allá que el cambio de cuerpo y el crecimiento, sea la manera con la que McGrath y equipo entienda que esta historia debía continuar y con esta forma, no se logra la atracción a la pantalla y menos, a los personajes. En vez de revisitar el universo, lo subvierte, pero sin gracia, y en donde el chiste del bebé con talentos para gerenciar, ya llega gastado, principalmente, porque una serie televisiva continuó con el personaje, profundizando en sus virtudes, sin exigirle mucho más que alguna morisqueta y risa.
Similar a lo que pasó hace unas semanas con «Los Croods», nos llega la secuela de «Boss Baby» (2017), un film de Dreamworks Animation que parecía no tener suficiente tela como para cortar y mandar a hacer secuelas, pero aquí llega, «The Boss Baby: Family Business», dirigida por el mismo director de la primera entrega, así como de varios productos del mismo estudio de animación, entre los cuales se encuentran «Megamind» (2010) y la trilogía de «Madagascar» como codirector. «Boss Baby» fue un film con un concepto bastante alocado y original que lograba brindar un entretenimiento para toda la familia sin demasiadas pretensiones. La animación como siempre tenía ese toque distintivo de Dreamworks Animation y, a pesar de estar a la sombra de Pixar y otros estudios como Laika, sí conseguía dar un producto de calidad que se alejaba de las secuelas que se estaban dando por ese entonces. Pasaron cuatro años desde aquel relato y continúa la tendencia de explotar fórmulas probadas y conocidas por el público, tanto por la falta de originalidad reinante en el mainstream norteamericano como también por la necesidad de obtener un rédito económico lo más inmediato posible. Es por ello, que no resulta extraño que estas producciones no terminen de funcionar en taquilla (más allá del contexto pandémico) ni de recibir la aprobación de la crítica. Si bien aquí se da un caso bastante parecido al de «The Croods», como decíamos al principio, la secuela de «Boss Baby» se siente todavía más innecesaria que la de la familia prehistórica, más allá de que tampoco es el desastre que pintaron los medios norteamericanos. El largometraje se vuelve a centrar en la familia Templeton, al igual que su predecesora, aunque en esta oportunidad los hermanos Ted (Alec Baldwin) y Tim (James Mardsen) ya son adultos y se han distanciado, siendo el primero un hombre de negocios bastante workaholic y el segundo un padre de familia que busca acercarse a sus hijas por medio de su gran imaginación. Lejos quedaron las aventuras del film anterior a tal punto de que Ted no recuerda nada de la corporación de los bebés y Tim que de alguna manera no pudo superar esas aventuras de la niñez. No obstante, un nuevo jefe (¿o jefa?) parece surgir para unir a los Templeton nuevamente en otra gran misión y para inspirar un nuevo negocio familiar. Esta segunda película busca redoblar la apuesta brindando una premisa más delirante, estridente y colorida que la anterior, en la que se refleja la imaginación del personaje principal y de los guionistas, que si bien no resulta de ser del todo novedosa sí trata de ir aumentando en extrañeza y excentricidad, lo cual le juega por momentos a favor y por momentos en contra. El elenco que le presta las voces a los personajes en su versión original es una de las cosas más atractivas que tiene para ofrecer esta película para los adultos (a las voces de Baldwin, Mardsen también se les suman las de Amy Sedaris, Ariana Greenblatt, Jeff Goldblum, Eva Longoria, Jimmy Kimmel y Lisa Kudrow) que apunta a un público más infantil principalmente. «Un jefe en pañales 2: Negocios de familia» es un film entretenido que, a pesar de sus fallas, logra brindar una experiencia familiar digna en la que no faltarán las risas y un trabajo de animación impecable. No será de las producciones más destacadas de Dreamworks pero tampoco resulta ser el desastre que pintaban algunos medios.
Mirá quién habla también Los hermanitos de la primera ahora son adultos... pero vuelven a ser pequeños en esta comedia del director de “Madagascar”. Fue un éxito en 2017, con chistes también para adultos. Un jefe en pañales intentó ser casi tan sarcástica como Shrek, y si bien no le fue tan bien, ahora tiene su secuela, con los hermanos Tim y Ted, y más personajes, que estrena en plenas vacaciones de invierno. Para los papás, tíos o abuelos que no quieran quedar en offside al llevar ahora a los chicos, y si no vieron la primera película y para evitar papelones, sepan o recuerden que en la original Ted llega a la casa no traído por la cigüeña, sino en un taxi. Tim, el hermano mayor, descubre que Ted tiene actitudes extrañas. No es para menos: Ted es un bebé que habla y que trabaja para una compañía de bebés. Ya son adultos, pero Ted y Tim vuelven a ser pequeños. Cosas del cine. Foto UIP Ya son adultos, pero Ted y Tim vuelven a ser pequeños. Cosas del cine. Foto UIP Ahora, los Templeton han crecido, son adultos (o algo parecido a ello) pero cuando Ted visite la casa de Tim, que se casó, tiene una hijita, Tabitha, y una bebé, no llega en taxi sino en helicóptero. Es multimillonario, y después de darle como regalo a su sobrinita mayor un fajo de billetes, se entiende por qué los hermanos estaban distanciados. Bueno, no importa, sí interesa que Tina, la bebita es una agente secreta de BabyCorp, con la misión de descubrir qué se oculta en la escuela de Tabitha (que es una nerd de aquéllas) y qué oculta el director Erwin Armstrong. De tal tío, tal sobrina. Tina, la bebita que ahora es una agente de BabyCorp. Foto UIP De tal tío, tal sobrina. Tina, la bebita que ahora es una agente de BabyCorp. Foto UIP La vuelta de tuerca Para ello, hay una nueva fórmula que, por 48 horas, permite que los adultos vuelvan a ser pequeñitos. La familia unita. No imaginan lo que pasará. ¿O sí? Foto UIP La familia unita. No imaginan lo que pasará. ¿O sí? Foto UIP No hay mucho más que agregar, porque los guionistas tampoco es que se hayan esmerado demasiado. Con todo, la película puede resultar algo confusa para los más pequeñitos (y hasta para algún adolescente que quite la vista de la pantalla grande para ver la del celular, o se distraiga con el balde de pochoclos). En la versión original las voces las ponen Alec Baldwin (Ted), James Marsden (Tim), Eva Longoria (Carol, la madre y esposa) Amy Sedaris (Tina; le había prestado su voz a Jill en El gato con botas con Antonio Banderas), Ariana Greenblatt (Tabitha; es la chica de Love and Monsters y Disomnia, por Netflix) y Jeff Goldblum (el director de la escuela). La plelícula también parodia a otras, como a "KIll Bill". Foto UIP La plelícula también parodia a otras, como a "KIll Bill". Foto UIP Tom McGrath (el director de la anterior, de las tres de Madagascar y de Megamente) se especializa en el slapstick, el humor más gráfico, y tal vez por eso los más chicos se divertirán a lo loco. El resto, acompaña.
Disfraza bajo las vestiduras de una aventura infantil el loco universo de los hermanos Marx La secuela del film animado de Dreamworks propone alocadas persecuciones, caídas estrepitosas y algunos gags escatológicos para construir un universo en el que todo puede pasar porque los bebés son los que mandan La secuela de Un jefe en pañales, del sello Dreamworks y bajo la dirección de Tom McGrath (Madagascar), consigue disfrazar bajo las vestiduras de una aventura infantil el loco universo de los hermanos Marx. ¿Quién lo hubiera imaginado? Aquella comedia anárquica, iracunda y demencial que puso patas para arriba el despegue de la comedia clásica aquí se combina con cierto desenfado de la slapstick, las persecuciones alocadas, las caídas estrepitosas y algunos gags escatológicos para construir un universo en el que todo puede pasar porque los bebés son los que mandan. La historia también tiene algo de sentimental. Tim Templeton, el narrador de la primera entrega, ha crecido hasta convertirse en un padre de familia, que cuida a sus dos hijitas mientras su esposa trabaja fuera de casa. Sin embargo su satisfactoria vida familiar tiene un fantasma: la distancia que lo separa de su hermano Ted, hoy CEO exitoso, tapado de reuniones y compromisos. El accionar de una nueva “baby boss” no solo tendrá como misión derribar a un goloso villano sino unir nuevamente lo que la vida adulta ha separado. Más allá de los dislates de la narrativa y las convenciones de la animación, lo que sostiene a la película es el desenfreno que impulsa a su universo. En una extravagante corrida contra reloj de los dos hermanos -ahora alumnos de colegio-, el pony que los conduce arrasa con todo, también con un espectador del cine 3D que ve salir de la pantalla la película que miraba confortable en su asiento. “¡Es tan real!”, exclama mientras los intrusos lo arrastran fuera de la sala. Ese es el espíritu de Un jefe en pañales 2, una aventura tan real que no deja nada en pie.
Cuando en 2017 se estrenó Un jefe en pañales, la productora DreamWorks demostró, una vez más, su capacidad para fabricar animaciones ingeniosamente esperpénticas al poner en escena un bebé que vivía en dos realidades distintas, y cuyas peripecias desopilantes no se conformaban con ser las aventuras trilladas del dibujito de turno, sino que también contenían una segunda lectura posible para el público mayor. Cuatro años después, la productora fundada por Steven Spielberg apuesta nuevamente a la historia del niño Tim y el bebé Ted, y al director Tim McGrath (Madagascar) como el encargado de llevar adelante una trama un poco más sofisticada que la primera (por las varias subtramas que maneja). Si bien no está a la altura de su predecesora, McGrath logra que Un jefe en pañales 2: Negocios de familia sea una comedia de aventuras desbordante, con un ritmo favorecido por el dinamismo juguetón de la puesta en escena. Los hermanos Templeton ahora son adultos. Tim es padre de familia y vive alejado de su hermano menor Ted, quien se convirtió en un CEO importante. Tim y su esposa viven felices con su brillante hija de 7 años, Tabitha, y la recién llegada Tina, una bebé que es agente secreta de BabyCorp y que pronto se encargará de unir a Tim y a Ted en una misión para frenar los planes malvados del Dr. Armstrong, el creador de la escuela para niños avanzados a la que asiste Tabitha. Tina les da a su padre y a su tío una superfórmula desarrollada por BabyCorp que convierte a un adulto en bebé, para que se infiltren en la escuela y averigüen lo que el Dr. Armstrong planea realmente. Si la filosofía de Armstrong se difunde, podría ser el final de la niñez. Mientras Tim y Ted van descubriendo aspectos de ellos mismos que desconocían, Tabitha pasa por situaciones de pánico escénico y autoexigencias que se destacan por la amorosa incomodidad que se produce cuando interactúa con su padre convertido en un niño de su edad, que además es su nuevo compañero de grado. Tom McGrath apuesta por el avance de la narración a un ritmo arrollador, poniendo en el camino a personajes graciosísimos sin perder jamás el equilibrio de los vaivenes de la historia. Los bebés ninjas, una nena terrorífica que se aparece por detrás y una poni adiestrada en situaciones peligrosas son algunos de los personajes que acompañan a Tim y a Ted en la misión para detener a Armstrong, quien quiere hacer una revolución en pañales y convertir a los padres en zombis. Un jefe en pañales 2 lleva la marca inconfundible de las animaciones de DreamWorks, entre atolondradas y grotescas, entre hilarantes y sofisticadas, con personajes rarísimos y tiernos, que priorizan siempre el costado freak y más fantástico de la narración antes que el drama moralizante y más realista de Pixar. Los dibujitos de DreamWorks son locuras divertidas que rara vez decepcionan, y que aun en sus productos menos logrados consiguen hacer reír a toda la familia por igual, con momentos de creatividad inspirada e historias que no se detienen hasta llegar a la consabida escena final, siempre cargadas de emotividad y gracia.
Epoca de vacaciones en invierno y las salas apuestan por la convocatoria al público infantil como pocas veces en el año. Dreamworks animation sigue en su búsqueda para posicionarse en el género pero antes de generar nuevos desarrollos, parece explotar las ideas que alguna vez funcionaron en su catálogo, y ese es justamente el caso de «Boss baby». Comedia familiar de cierto éxito (175 millones de dólares globalmente en 2017) que no revistió una idea muy original, regresa con el mismo director (Tom McGrath) que ya fuera responsable de la trilogía de la súper taquillera «Madagascar». En esta oportunidad, la propuesta apunta al humor de gag, simple, veloz y con gran ritmo. Podrá gustarte o no la temática pero hay que reconocerle que la película entretiene y cumple su objetivo de divertir a su audiencia. La trama nos trae otra vez a Tim y Ted, ya grandes y con caminos claramente distintos. Uno es un hombre hogareño dedicado a su familia, y el otro… bueno, digamos que no tiene esas prioridades y es un hombre de negocios. El reencuentro no promete nada demasiado especial, pero cuando ámbos se dan cuenta que Tina, la bebé de la familia, es en realidad una «boss baby», las cosas comienzan a acelerarse y una nueva misión aparece en el horizonte: hay un villano que quiere, con medios muy tecnológicos (quizás demasiado complejo para los más peques de la sala) terminar con el reinado de los papás y las mamás en todo el mundo. Tal plan llevará al equipo de los buenos, a situaciones hilarantes, algunas bien resueltas pero todas, dentro de un ritmo trepidante. No es que «Boss Baby 2» sea un festival de incesantes situaciones risueñas, pero su director conoce mucho como aplicar golpes de efecto y promover espectacularidad en momentos claves, lo que termina por darle un aceptable ritmo a la cinta a lo largo de toda su extensión. Si son adultos, el film les deparará algunas sonrisas, si son niños, muchas más y si bien no es una secuela destacada, cumple con lo esperado. Dato extra, la versión en inglés tiene un excelente trabajo de voces con grandes intérpretes aunque la latina no desentona.
Es cierto que hace un tiempo que DreamWorks trabaja un poco callada en cuanto a la realización de productos animados, la competencia es mucho más grande y está lejos de esos tiempos en el que le seguía el camino a Pixar. Lejos de tener desastres, si han logrado brindar producciones entretenidas en la que se encuentran películas como Los Croods o la primera entrega de Jefe en pañales. Esta última, lejos de querer mostrar una historia profunda, nos dió algo simple, loco y divertido, por lo que su secuela no tardó en llegar. Esta segunda parte viene con el mismo propósito, entretener sin tantos problemas, y podemos decir que lo hace y bastante bien. Si, es muy loco pensar en la idea de la existencia de bebés superdotados que trabajan como espías para una gran empresa, pero es la magia de la animación la que nos permite disfrutar de ello, aunque requiera un trabajo sostenible en el guión para que el absurdo no le juegue en contra. Para los que vieron la primera entrega, el plan malvado fue evitado, y los protagonistas crecieron luego como cualquier persona normal. Resulta que un nuevo miembro de la familia también es una “Boss” por los que le encomienda una misión dónde los hermanos ya adultos deben volver a la niñez. El conflicto, un bebé que quiere acabar con los adultos, algo que no requiere mucho ingenio a la hora de escribir el guión, pero que logra centrarse en los personajes principales y como no, en la familia. El film nos otorga varios momentos divertidos, que aprovecha el absurdo de su trama para hacer reír con el. En cuanto a la animación, si bien en lo técnico mantiene la calidad de lo que hemos visto en el primer film y anteriores películas de DreamWorks, podemos destacar el lado más artístico, donde hacen un buen uso de la imaginación de los personajes para montar escenas llenas de color e interesantes planos. Jefe en pañales 2: Negocios de familia es una película que es simple y que va directa en su objetivo de entretener. Se mantiene en la línea del primer film y es una opción ideal para ir con los con los chicos en estos últimos días de vacaciones de invierno, y que a su vez, los grandes dejen consigo algunas risas. Calificación 8/10
Las secuelas de éxitos de taquilla como “Un jefe en pañales“ (2017) son inevitables. Inclusive esa película dio lugar a una serie de Netflix que no iba mucho más allá de la premisa original. Pero en esta segunda parte para cine, el director Tom Mc Grath se envuelve en una trama demasiado complicada, tirada de los pelos, que transcurre décadas más tarde con el bebé original ya grande preocupado por algunos problemas familiares propios de los adultos. Esta vez, la jefa en pañales que trabaja para Baby Corp es la pequeña llamada Tabitah, y el recurso dramático es que el adulto preocupado vuelva y encuentre un truco casi mágico para convertirse en bebé por un par de días, e infiltrarse así en la temida Baby Corp. como un espía industrial. La animación es de calidad , pero las vueltas de la historia son un tanto cansadoras para los adultos que vean el film junto a sus hijos, y absurdas para ellos, a quienes presuntamente está destinado. Hay algunos gags divertidos pero nada funciona como en la película original.
Reseña emitida al aire
RITMO FRENÉTICO PARA UN ENTRETENIMIENTO FAMILIAR Para esta secuela, de la primera película del 2017, el argumento ubica a los protagonistas del anterior como dos adultos, Tim Templeton es un padre que se queda en casa para atender a sus hijas y Ted un importante ejecutivo. Los dos ya casi ni se hablan, parecen alejados para siempre. Pero deberán unir esfuerzos y junto con la bebe de Tim que resulta algente secreto, tomaran la poción mágica y ,niños otra vez, ya en Baby Corp combatirán contra un malvado que quiere destruir a las familias y separar a los bebes poderosos de sus progenitores. Un mundo para dominar lejos de los adultos. Todo en la película es frenético y caótico, sin un respiro y con la colaboración de un pony que con sus carreras prácticamente destruye todo a su paso. Exige del público infantil y adulto mucha atención para seguir el hilo y tampoco carece del momento reflexivo a favor de los valores familiares y de reconciliación.
Otra secuela, animada se suma a la cartelera para reforzar la oferta hacia el público familiar en plenas vacaciones de invierno. Continuación de una de las películas más taquilleras de 2017, basada en un libro ilustrado, que divertía (mucho) con la llegada del pequeño bebé Tim a la casa de los Templeton. Un nene muy inteligente con la voz de Alec Baldwin, traje, maletín y planes de CEO que involucraban una lucha contra las mascotas. Para organizar a los suyos, el pequeño monstruito terminaba por conseguir la complicidad de su hermano mayor. Ahora, los muchachos son adultos y Tim padre de familia. De una nena que, bueno, habla y tiene dotes de jefaza corporativa. De esas muy jóvenes que dan órdenes a boomers, bastante mayores que ella, en uno de los muchos guiños paródicos y dardos contra la cultura techie, de esta segunda parte, los que seguramente divertirán más a los adultos en el cine. Bajo el subtítulo “negocios de familia”, el film arranca así una trama que involucrará a los Templeton como equipo. Un divertimento que funciona también como lupa distorsionada para reírse, con los chicos, de algunos aspectos de la sociedad de consumo que mal o bien conformamos. Eso sí, ideal en versión original con subtítulos, para no perderse el trabajo con la voz de Alec Baldwin, James McGrath, James Mardsen, Jeff Golblum, Lisa Kudrow o Eva Longoria.
En “Un jefe en pañeles 2” Tim, ahora adulto, es un amo de casa, conserva su imaginación intacta y es su pareja quien se ocupa de los ingresos familiares. Su relación con sus hijas es su mayor tesoro, y su principal rival es su hermano Ted, un CEO exitosísimo al cual sus hijas admiran. A pesar de sus voluntades, una misión vuelve a reunirlos cuando toman una fórmula mágica que los transforma en bebés durante 48 horas. Juntos, deberán evitar que un villano termine con la vida adulta. En la misión asignada, Tim intentará acercarse a su hija mayor lo más posible, poniendo por momentos en peligro el plan. “Un jefe en pañales 2: negocios en familia” viene a romper con cánones de familias tipo. Si bien la diversidad y los roles de la ma-paternidad están cada vez más a la vista, que un grande como Dreamworks decida mostrarlo ayuda mucho a la causa. Tom McGrath, también director de Madagascar y Megamente, nos invita a recorrer un desopilante universo donde los bebés están al mando y Baby Corp mantiene el mundo bajo control. El humor es moneda corriente y no puede faltar la presencia de un Pony con un carácter muy especial que da un toque agridulce a la historia. En esta segunda edición, comprendemos la importancia de las segundas oportunidades y una vez más, recordar que en época de tanta tecnología, la mejor manera de recordar los momentos especiales es a través de nuestras retinas y memoria, sin necesidad de ver a través de una pantalla.
Crítica publica en YouTube.
ES DIFÍCIL SER BEBÉ Ya hemos hablado en estas páginas de los riesgos que corre la animación cuando se convierte en mera mercancía; en nada más que un producto para cumplir con una cuota dentro de un calendario de estrenos. Un jefe en pañales 2: negocios de familia es un nuevo ejemplo de eso. La película de Tom McGrath no solo que es innecesaria como la mayoría de las secuelas, si no que no hace demasiado por justificar su existencia dentro de una pantalla. Y eso que hace todo el esfuerzo a puro ruido y secuencias anárquicas que buscan en la simulación del movimiento algo de vida. Pero no, esta nueva producción de Dreamworks carece no solo de gracia y creatividad, sino de una lógica interna que era lo que había convertido en una enorme sorpresa a la original. La película de 2017 pensaba el universo infantil a partir de convertir las pesadillas de un chico en aventuras. Se asomaba al terror que un pibe sentía ante la presencia de un hermano y, con ello, la pérdida de su seguridad y su individualidad. Todo lleno de guiños cinéfilos y un diseño que funcionaba como homenaje al cartoon clásico. Era un film que muy inteligentemente trabajaba dos niveles narrativos que se superponían, uno real y otro fantástico, y los hacía chocar de forma imaginativa mientras construía personajes atractivos como esa troupe de bebés que eran como un comando especial. Lo que se podía prever, además, era que Un jefe en pañales no tenía más mundo por explorar o que, al menos, debían ser muy creativos si pretendían estirar el concepto y convertir todo en una franquicia. Esta segunda parte, por lo tanto, confirma las peores presunciones. Tal vez el principal problema de Un jefe en pañales 2: negocios de familia esté en su propia premisa. La sorpresa aquí desde el vamos es que Timothy Leslie Templeton -el protagonista- ya no es un niño, sino un adulto casado y con dos hijas. Esa elipsis no deja de ser un riesgo que toma la película. El miedo del personaje, ahora, es la distancia que la hija mayor comienza a ponerle. Por lo tanto la aparición de ese mundo infantil, donde hasta el ritual más trivial podía convertirse en una aventura, luce un poco forzado en la lógica que aquí se emplea. Y como en una acumulación de conflictos que Timothy debe resolver, también se da la distancia con su hermano Ted, aquel boss baby de la primera película. Un jefe en pañales 2: negocios de familia es entonces una suerte de piñata llena de dramas familiares, de hijas a padres, de padres a hijas, de hermanos a hermanos, todos resueltos con demasiados diálogos y frases cercanas al aforismo. No deja de ser llamativo que tanto el director como los guionistas sean los mismos de la original y que no hayan encontrado la forma más adecuada de expandir este universo. Una película completamente fallida que ni siquiera ofrece el noble ejercicio del entretenimiento.
Jefe en pañales 2: negocios de familia es la secuela de la película animada del 2017, que vuelve a contar con la dirección de Tom McGrath y las voces de Alec Balwin y James Mardsen como los hermanos Ted y Tim Templeton en su versión original. A los que se suman nuevos personajes, como Tina, hija menor de Tim con la voz de Amy Sedaris, la esposa de Tim Carol, con la voz de Eva Longoria y el Dr Armstrong, el villano con la voz de Jeff Goblum. En esta ocasión, se nos presenta a los hermanos Templeton ya siendo adultos, y que toman una fórmula mágica que los convierte en bebes durante 48 horas para detener los malvados planes del Dr Armstrong, director del colegio al que asiste Tabitha, la hija mayor de Tim. Respondiendo a las órdenes de Tina, una nueva bebe jefa a cargo de Baby Corp. Pero el principal problema de esta película se encuentra en su ritmo acelerado, que acumula una gran cantidad de gags, muchos de ellos muy buenos, y otros destinados exclusivamente al público adulto, sin darle tiempo al espectador de disfrutarlos. Lo que resulta un paso en falso para Tom McGrath, un director que supo manejar con efectividad la screwball comedy animada en la trilogía de Madagascar. Pero no todo es negativo: vale la pena destacar la banda sonora de Hans Zimmer y Steve Mazzaro, que se luce especialmente durante el clímax. Así como también se animan los gestos y actitudes corporales tanto de Alec Balwim como de Jeff Goblum en los personajes a quienes prestan su voz, razón por la que es recomendable para los adultos que la vean en su versión original. En conclusión, Un jefe en pañales 2: negocios de familia es una película a la que la acumulación de gags le juega en contra, porque no le dan tiempo al espectador de disfrutarlos. Pero a pesar de sus errores de puesta en escena puede llegar a cumplir su función de entretener al público infantil, que es a quien está dirigida en primer lugar.
Los hermanos Templeton, Tim y Ted, se han convertido en adultos que se han alejado el uno del otro. Tim es ahora un padre de familia y Ted es un líder y CEO. Pero la hija de Tim es una nueva jefa en pañales. Tan disparatado como el film anterior, pero subiendo la apuesta para que la diversión sea total. La película respira una libertad poco habitual para el cine de animación actual. Los personajes son delirantes, toda la trama apuesta al humor y no se preocupa por se correcta o medida. Se lanza a la locura con convicción y el resultado es una gran comedia donde todo puede pasar. Aunque hacia el final es un poco más convencional, igual funciona en la emoción y son pocos los minutos en los cuales Un bebé en pañales 2 pierde su magia. Las voces originales son un lujo y no importa que tan bueno sea el doblaje nunca estará a la altura de los talentos de actores como Alec Baldwin y Jeff Goldblum, entre otros. Más que digna secuela, muy recomendable.