Ese anillo carcelero Un relato simple que comienza durante la juventud de Danny (Adam Sandler), quien luego de un fuerte desamor, decide tomar otro rumbo para su tímida vida amorosa. Ahora Danny es un reconocido cirujano plástico que finge estar casado y que dice estar pasando a la vez por un tormentoso momento en su relación para ganarse la compasión de bellas mujeres, cosa que le resulta a la perfección, para poder conquistarlas. Pero como toda comedia, la trama debe complicarse: la llegada de una hermosa muchacha mucho más joven que él, empezará a dominar su corazón. La bella Palmer (Brooklyn Decker), una joven profesora de primaria, quiere asegurarse que el relato de Danny es real. Y es entonces cuando Danny recurre a su secretaria, Katherine (Jennifer Aniston), para contribuír al enredo con sus dos hijos en un delirante viaje a Hawaii. El realizador Dennis Dugan es el mismo de Un Papá Genial, Son Como Niños y Los declaro marido y marido, entre otros títulos con Sandler, y marca de este modo su inclinación fetiche por el actor. El film acierta más que Son como niños y continúa con la comedia familiar alimentada por buenos personajes secundarios que hacen llevaderos los 116 minutos de metraje. Con enredos eficaces, ritmo y con unos niños simpáticos que hasta negocian su participación en el juego de roles. A diferencia de otros trabajos, Jennifer Aniston se mueve con soltura en su papel y Sandler aporta su acostumbrado carisma, pero no ocurre lo mismo con el "cameo" de Nicole Kidman, quien no termina de sacarle brillo a su personaje.
La química entre Aniston y Sandler es buena y creíble. Una esposa de mentira no será "la" comedia del año, pero sí un divertimento válido en el momento de elegir una película que tenga dosis casi iguales de romanticismo y de comedia ligera. Lo que sí, si no te gustaron las últimas...
Adam Sandler no va a cambiar, el tipo va a morir con la suya. Como actor/productor continúa haciendo el mismo estilo de películas, sin prestar atención a las pésimas críticas que suele recibir. Sandler tiene un público que lo adora, sigue siendo un actor rentable y cualquier proyecto que lleve su nombre seguramente se convertirá en otro éxito comercial, a pesar de la opinión de los críticos. Aquí vuelve a reunirse, por sexta vez, con el director Dennis Dugan ("Grown Ups", "You Don't Mess with the Zohan", "I Now Pronounce You Chuck & Larry", "Big Daddy", "Happy Gilmore") para presentar esta remake de "Cactus Flower", una divertida comedia de 1969 protagonizada por (nada menos que) Walter Matthau, Ingrid Bergman y Goldie Hawn. La historia es parecida (un cirujano plástico finge estar casado para conquistar mujeres y evitar así un compromiso, pero cuando encuentra una mujer que realmente le interesa, deberá pedirle ayuda a su asistente para que se haga pasar por su esposa), aunque ha sido aggiornada al "formato sandler": un poco de humor vulgar, otro poco de sentimentalismo y alguna actriz hermosa que acompañe. A diferencia de los últimos films surgidos de su productora Happy Madison ("Grown Ups", "You Don't Mess with the Zohan"), "Just Go with It" se acerca más a la comedia romántica que a la comedia ordinaria. Adam Sandler ocupa el rol principal, interpretando el mismo personaje de todas sus comedias, un actor desganado que actúa con piloto automático. Como su asistente y falsa esposa, lo acompaña Jennifer Aniston en un papel bastante simpático, y como la novia, la despampanante Brooklyn Decker, una hermosa y debutante actriz que aporta más belleza que talento actoral. Además, aparece ¿Nicole Kidman?!! en una acotada participación secundaria. La pequeña Bailee Madison es la que más sonrisas saca, con sus caras y falsos acentos. Filmada en los increíbles paisajes de Hawai, "Just Go with It" no deja de ser una comedia sencilla, liviana y previsible (a la que le sobran 20 minutos), pero al menos resulta lo más rescatable entre los últimos proyectos de Adam Sandler.
Mentiroso, mentiroso En esta remake de Flor de cactus (1969), comedia con Walter Matthau, Ingrid Bergman y Goldie Hawn -que a su vez estaba inspirada en una obra teatral francesa-, Adam Sandler interpreta a Danny, un cirujano plástico que vive de romance fugaz en romance fugaz hasta que se enamora de una hermosa veinteañera llamada Palmer (Brooklyn Decker). Sin embargo, cuando ella le descubre una alianza de matrimonio en su pantalón, se convence de que él es un mentiroso (cosa que es cierta, pero no en este caso). Desesperado, el protagonista recurre a Katherine (Jennifer Aniston), su asistente en la clínica, para que se haga pasar por su esposa a punto de divorciarse. Los enredos continuarán y, así, los tres terminarán en un resort de Hawaii junto a los dos hijos de Katherine (y supuestamente de Danny) y a una serie de personajes secundarios que incluyen, por ejemplo, a una esforzada Nicole Kidman tratando de hacer comedia. El film de Dennis Dugan (quien ya trabajara con Sandler en Happy Gilmore, Un papá genial, Yo los declaro marido y... Larry, No te metas con Zohan y Son como niños) no es un bochorno, aunque tampoco es precisamente un dechado de sorpresas y audacia. El tufillo a fórmula de comedieta romántica probada una y mil veces se percibe durante buena parte de las casi dos horas del film, hay algunos aislados pasajes de cierta inspiración, intérpretes con timing para el humor en sus diferentes variantes y, claro, esa veta misógina y machista que tanto disfrutan los muchachos estadounidenses y odian los comisarios de la corrección política. Para mi gusto, se trata de un producto menor, previsible (¿a qué no saben con quién se queda el bueno de Adam al final?), fugaz... Lamento, eso sí, que los exponentes más interesantes de la Nueva Comedia Americana no lleguen a los cines, mientras que Sandler -que cada cinco películas hace una buena- sea un "abonado" a la cartelera porteña. Que sigan estrenando sus films, pero que también se abra el juego para otras propuestas más arriesgadas, menos calculadas que las suyas.
Ridiculez al por mayor En las comedias románticas se suelen tolerar los lugares comunes y las fórmulas repetidas porque son parte de ese contrato implícito del espectador con el género. Pero sobre todo se espera permanecer por una hora y media atrapado por los juegos del amor y por el costado gracioso de este. Una esposa de mentira (Just go with it, 2011) parece haber olvidado esta premisa elemental y el disparate se hace parte estructural del film, haciendo de los personajes seres ridículos. Danny Maccabee (Adam Sandler) es un cirujano plástico que al comenzar el film nos relata su desdichado casamiento y divorcio ocurrido años atrás. La ganancia de ese fracaso fue la ventaja que le proporcionó con las mujeres usar el anillo de boda y su actuación de hombre sufrido en cada oportunidad de seducción. Sorpresivamente conoce y queda deslumbrado con Palmer (Brooklyn Decker), una joven y atractiva maestra de escuela, quien al descubrir su anillo lo considera un mentiroso. La condición de ella para creer que se divorciará es conocer a su mujer. Danny le propone a Katherine (Jennifer Aniston), su asistente en el consultorio, que tome ese papel frente a Palmer y así conquistar definitivamente su corazón. Esta situación, sin embargo, se extiende y complica más de lo esperado haciendo peligrar su plan inicial. Una esposa de mentira tiene un guión tan endeble como la química entre Jennifer Aniston y Adam Sandler. Existe un elemento esencial que debe poseer el guión y es la excusa para que se desarrolle la comedia entre los protagonistas. Esa excusa debe sostener casi toda la trama: hombre conoce a mujer (o viceversa) pero algo le impide estar con ella o él. Ese algo es la excusa y motor del conflicto principal y a partir de ahí se sostiene todo el sentido de las acciones venideras. La rubia que, en teoría, conquista el corazón de Danny y por la cual se desarrolla toda la trama aparece aquí como insignificante, se la representa como tonta e insulsa, y no parece valer el esfuerzo descomunal del protagonista, o sea, toda la película. Esto nos lleva a pensar que entonces son Katherine y Danny los que deberían terminar juntos, pero ni desde la dirección ni desde el guión se sugiere este vínculo como algo deseable para el espectador y, por eso, nada en este film funciona. Sería positivo argumentar que a pesar de una trama insostenible la película se luce desde los diálogos o bien con los personajes secundarios. Pero esto tampoco sucede porque el humor que se implementó es naif, burdo, repetido, predecible y aburrido como la historia en general. Los comediantes principales están desaprovechados y deslucidos, la trama aparece como algo tan lejano de la vida real que diluye cualquier identificación y el film termina fracasando a pesar de enmarcarse en un género de gran popularidad del cual parece imposible no salir aireoso.
El anillo de la suerte Adam Sandler y Jennifer Aniston, en una remake. Una esposa de mentira es una remake bastante libre de Flor de cactus , la comedia que en 1970 consagró a Goldie Hawn, quien entonces acompañaba a Walter Matthau y a Ingrid Bergman en una farsa basada en una obra teatral francesa. Mucha agua ha pasado bajo el puente, y hoy es Adam Sandler quien encarna al protagonista, Danny, un hombre que –tras frustrarse su matrimonio- descubre que un anillo de casados es un imán para conseguir las chicas que desea. El problema empieza cuando se enamora de una en serio, la bella Palmer (la supermodelo Brooklyn Decker) y, como tiene que probarle que está a punto de divorciarse, inventa un elaborado plan con Katherine (Jennifer Aniston), su asistente en el consultorio en el que trabaja como cirujano plástico, que incluye llevar a todos (a Palmer, a Katherine, a los hijos de ella y a su primo) a Hawaii, donde las cosas se complican aún más. Ligeramente más elegante que Son como niños , centrada en una serie de gags bastante básicos (de esos que se tiran uno tras otro y se agradece si tres o cuatro funcionan de cada diez), Una esposa... funciona cuando Aniston se pone las pilas y saca a relucir parte de ese encanto que la convirtió en estrella y cuando Sandler deja de poner cara de “sufrido” (¡no sé si elegir a Jennifer o a la modelo de Sports Illustrated , pobre de mí!) y empieza a divertirse un poco, especialmente con los chicos, con los que parece tener más química que con cualquiera de las dos mujeres. La aparición de Nicole Kidman, en una película sobre un cirujano plástico que se la pasa viendo pésimas operaciones alrededor suyo, es un momento particularmente bizarro del filme. Uno no sabe si ella entró en el juego o si simula no darse cuenta de que, de todas las cirugías berretas que se muestran en la película, las suyas tal vez sean las más tenebrosas.
Adam Sandler y Jennifer Aniston, en una desorientada remake de Flor de cactus Una alianza en el dedo anular le sirve de escudo al doctor Danny, el cirujano plástico que de muy joven sufrió una humillante decepción cuando estaba a punto de casarse y ha desarrrollado una exagerada fobia al compromiso, aunque sin perder el deseo de conquistar a cuanta señorita de buena presencia se ponga a tiro. El anillo avisa que se trata de un hombre casado, dato que, con el agregado de algún cuento acerca de su presunta desdicha matrimonial, resulta irresistible para ellas y le asegura una aventura fugaz con inmediata fecha de vencimiento. Por lo menos con mujeres tan huecas y poco despiertas como las que pinta este film misógino (a veces también homofóbico), que quiere ser picaresco, aunque le falta ingenio y que sólo en contadas ocasiones acierta con el tono de comedia cómico-romántica que pretende ser. El conflicto se produce cuando a Danny el escudo le falla, deja que su corazoncito flaquee ante la joven Palmer (chica de tapa de Sports Illustrated ) y para no perderla deba responder a la farsa de su fallido matrimonio (y sus dos hijos). Por suerte para él, su secretaria de siempre (que quizá lo ama en secreto) toma el papel de la ex y le presta a sus crías, que son -claro- modelo Hollywood. Más tarde, y por razones que cuesta entender, todos se mudarán a Hawai y entrará en escena Nicole Kidman. Lejanamente basada en el guión de Flor de cactus , escrito por un maestro como I.A.L. Diamond, que a su vez se inspiró en una comedia de los especialistas franceses Barillet y Gredy, esta remake del viejo éxito con Walter Matthau e Ingrid Bergman no es exactamente una relectura sino una desorientada adaptación que anda a la deriva entre la comedia romántica y el humor para la edad del pavo, intenta el diálogo chispeante y rápido de la sitcom en un formato de casi dos horas, intercala chistes de inodoro y por si acaso también añade un toquecito sentimental. Termina pareciéndose a una larga improvisación a cargo de artistas no muy inspirados. A Adam Sandler y Jennifer Aniston (el doctor y su secretaria) no les cuesta nada repetir sus personajes habituales. Brooklyn Decker asume el papel que consagró a Goldie Hawn, pero sólo luce su figura. Nicole Kidman sonríe, dice maldades y menea las caderas vestida de hawaiana. Nada que vaya a enriquecer su currículum.
El juego de las apariencias Cuerpos perfectos pero falsos; vidas agraciadas aunque mentirosas y un sinfín de momentos fingidos para dejar en claro la felicidad de una pareja o la unión inquebrantable de una familia y un gran etcétera por delante marcan el rumbo de esta nueva comedia romántica, Una esposa de mentira, con el sello de Adam Sandler detrás. Protagonizada por el propio Sandler y Jennifer Aniston, secundados por un elenco afiatado donde se destacan fundamentalmente los niños Griffin Gluck y Bailee Madison, sumando una serie de cameos de figuras reconocibles y hasta la presencia de Nicole Kidman en un papel poco habitual para ella, puede decirse que el film acierta a la hora de las situaciones humorísticas con buenos diálogos y chistes rápidos que fluyen sin problemas y decae un poco al sumergirse en el territorio del romance, volviéndose meloso y reiterativo. Sin pecar de ingenuidad, resulta obvio que una comedia romántica debe transitar por los caminos de toda fórmula pero tratándose de Sandler uno siempre espera un milagro que lamentablemente no llega. El juego de las apariencias se articula desde el comienzo con la historia de Dan Mccabee (Adam Sandler), quien minutos antes de dar el sí en el altar descubre que su futura esposa le es infiel y que sólo se casa por conveniencia debido a su prometedor futuro como médico cardiólogo. Sin embargo, como no puede haber cardiólogos con el corazón roto, el destino de Dan cambia de rumbo hacia el campo de la cirugía plástica -comenzando por él al reducirse la nariz prominente- y luego adquiriendo éxito con pacientes de todas las edades y tamaños. Otro mundo de apariencias y artificio en sintonía perfecta con la falsa vida que noche tras noche despliega para acostarse con mujeres atractivas que se compadecen de su fracaso matrimonial de otrora (el muchacho nunca se quita el anillo de compromiso lo que le garantiza inmunidad ante cualquier avance de propuesta seria). La única que conoce su secreto es su asistente quirúrgica y secretaria Katherine (Jennifer Aniston), una madre divorciada que promedia los cuarenta y con dos hijos a quienes la ausencia de un padre afecta considerablemente. Así las cosas, la irrupción de una hermosa y sexy rubia de 23 años (Brooklyn Decker, una modelo a quien comparan durante toda la película con Teresa Palmer como parte de una humorada interna) pone en riesgo los planes de Dan al descubrir el anillo de compromiso luego de una noche de pasión en la playa, hecho que motivará que el hombre deba accionar el plan B: utilizar a su asistente y a sus hijos para hacerle creer a la blonda candidata que está tramitando el divorcio con una esposa que lo humilla cada vez que puede y así allanar el camino de la seducción. Con un tono liviano que inserta de vez en cuando algunas marcas políticamente incorrectas pero inofensivas, el realizador Dennis Dugan (ya había dirigido a Sandler en varias películas entre ellas Happy Gilmore y No te metas con Zohan) logra un relato ágil, con ritmo de sitcom que gracias a la buena química entre Aniston y Sandler -junto al elenco- se consolida en un escenario propicio como el de unas vacaciones en Hawaii (más allá de la belleza de sus playas paradisíacas) donde se desatan una serie de enredos hilarantes y bien resueltos. Tal vez la excesiva duración le juegue en contra a una trama con visibles desniveles narrativos pero que pasan desapercibidos gracias al ritmo entre toma y toma, donde el oficio de Adam Sandler y la rápida respuesta de Aniston corrigen de inmediato los defectos de esta buena comedia romántica.
LA MENTIRA TIENE PATAS CORTAS Comedia protagonizada por Adam Sandler y Jennifer Aniston que, si bien tiene sus momentos bien logrados en cuanto a las escenas de humor; desarrolla una historia carente de sorpresas, de situaciones que causen gracia por la inteligencia del guión y no por discriminar, por golpes o insultos; y con actuaciones que no aportan nada nuevo a la carrera de los intérpretes. Danny es un exitoso cirujano plástico que queda perdidamente enamorado de una muchacha en una fiesta. Para poder conquistarla y para poder lidiar con una serie interminable de mentiras que le dijo cuando la conoció, le va a pedir a su secretaria, Katherine, que finja ser su esposa y que trate de convencerla de que ellos se están por separar. Muchos enredos de personajes van a aparecer cuando, inesperadamente, tienen que viajar al Caribe para poder conocerse mejor. La película se introduce con una escena lamentable que tiene el sello del Sandler visto en "No te metas con Zohan", haciendo hincapié en la discriminación y en el burdo estereotipo del significado de la belleza. Luego de esto (si tenés una nariz grande, según esta película, la solución es operártela para así poder vivir tranquilo y con la cantidad de mujeres que quieras), la película comienza a entrar en terrenos que ya se vieron muchas veces en el género y, sin aportar sorpresas ni situaciones delirantes, se mantiene un ritmo entretenido, pero poco original e interesante. La química lograda entre Sandler y Aniston está muy bien, pero está desaprovechada. Se introduce un humor lastimoso y vergonzoso por momentos, basado en golpes, caídas, malentendidos, malas palabras y en una supuesta crítica a la cirugía plástica que no se entiende y no se ve clara en pantalla. A su vez, hay una falta de respeto importante a la figura médica, ubicada principalmente en dos escenas: la mujer con la ceja más arriba de lo normal, y la que tiene un busto más grande que el otro. Está sobreentendido que esta es una comedia y que el propósito es que el espectador se ría, y lo logra, pero el humor es de mal gusto. Las actuaciones son muy correctas. Adam Sandler y Jennifer Aniston logran crear una pareja con buena vibra en pantalla, pero lamentablemente las similitudes que hay entre estos personajes y otros que los mismos actores interpretaron en el pasado, le resta divertimento y matices a sus actuaciones, en especial la protagonista de "The Bounty Hunter". En los papeles secundarios, Nicole Kidman (le da una chisma de calidad a las escenas en las que aparece, pero se derrumba rápidamente producto del poco interesante guión), Nick Swardson y Brooklyn Decker son quienes más se destacan. Bien fotografiada, con un humor algo desparejo, con un desarrollo poco sorpresivo y lleno de lugares comunes y de escenas que fueron realizadas de la misma manera en muchas otras producciones (el final se vio miles de veces) y con correctas actuaciones, "Just Go with It" es una cinta que disfrutarán los seguidores del humor de Sandler, pero en definitiva es otra de sus producciones que no logran destacarse y que desperdician tecnicismo e intérpretes. UNA ESCENA A DESTACAR: el inicio, el primer y principal error de la película.
“Una esposa de mentira”: floja comedia de enredos Por más boba que sea una comedia boba, debe partir de un planteo que el espectador pueda tomar en serio. Lamentablemente esto no ocurre con esta nueva película de Adam Sandler, quien por momentos intenta salir del estilo farsesco habitual para situarse dentro del romance. El asunto es que Sandler es un cirujano plástico que desarrolla una subita obsesión por una chica mucho menor que él (la bella Brooklyn Decker), y por algún motivo difícil de establecer, le dice una mentria: que está casado pero a punto de divorciarse, algo absurdo teniendo en cuenta que el hombre es soltero. A partir de este flojo inicio vienen las inevitables coartadas que hay que llenar, empezando por la esposa de mentira a la que se refiere el título, que no es otra que Jennifer Aniston, toda una señal de película en problemas, aunque aquí no está tan mal como otras veces en el rol de la asistente y recepcionista del protagonista que acepta la desubicada tarea de posar como su futura ex esposa. Luego hay que inventar falsos chicos, falsa causal de divorcio, y todo lo demás que viene con la mentirilla inicial (que de hecho estaba mejor planteada en el film ooriginal del que éste es un mal clon, «Flor de cactus»). El asunto es que finalmente el espectador asiste a una serie de gags medianos con Adam Sandler y Jennifer Aniston en Hawai, todo filmado en piloto automático por un viejo colaborador del cómico, el director Dennis Dugan (el de «Big Daddy»), y si bien para el público femenino queda la ilusión de que el amor verdadero puede llegar con toda esta sarta de mentiras, para el público masculino hay algo más concreto: Brooklyn Decker ligera de ropas toda la película.
Danny (Adam Sandler) es un cirujano plástico que por un determinado suceso camino al altar se desencantó de las relaciones que tengan un mínimo de compromiso y usa su anillo de bodas para conquistar mujeres. Una noche conoce a la joven maestra de primaria Palmer (Brooklyn Decaer), con la cual puede vislumbrar un futuro. La chica encuentra el anillo, así que piensa que el médico es casado y automáticamente quiere terminar la incipiente relación. Así es que Danny le hace creer que se está divorciando. La docente, para comprobar la historia, quiere conocer a la futura ex esposa. Por lo tanto, a Danny no le queda otra que pedirle a su fiel asistente Katherine (Jennifer Aniston) que se haga pasar por su mujer. La noche previa a ver Una Esposa de Mentira (Just go with it, 2011), cuya traducción del idioma literal sería “Seguí la Corriente” me cruzé con Hazme Reir (Funny people, 2009), una comedia negra donde el personaje principal, el de Sandler, es un comediante consagrado, millonario y que hace películas de dudosa calidad. Y no pude evitar pensar en el lugar común que el arte imita a la vida: en los últimos años el neoyorkino desafinó la puntería. Más allá de alguna que otra excepción, como No te Metas con Zohan (Don´t mess with the Zohan, 2008), el cine de Sandler perdió parte de la irreverencia que lo caracterizaba. La primera mitad es la más disfrutable. Está repleta del humor de cuello azul, ácido y burlón –en este caso a quienes se practican cirugías plásticas pero no sin una cuota de cariño- con el cual el ex Saturday Night Live (el clásico programa semillero de comediantes durante más de 35 años) cimentó su carrera. Es en esta parte cuando están los mejores diálogos, muchos evidentemente improvisados, entre el personaje de Sandler con el de Aniston. Convengamos que no es difícil hacer una pared de improvisación con Sandler, pero hay que saber mantenerle el ritmo y tener buen timing, algo para lo que hay que tener un nivel de talento, sino Billy Madison te deja sin pantalla. Es durante todo el viaje a Hawai que la cosa se empantana. Desde hace un tiempo que a Sandler se le notan los años, cumplirá 45 este año, y la llegada del éxito –con la comodidad que esto implica- al ex Conde del Weekend Update, un gran personaje que daba las noticias en formato de ópera en un segmento de SNL. El ritmo de la película decae, yendo más hacia lo previsible, conservador –hace foco en la familia y lo que significa tener una- y muchas situaciones se sienten forzadas. Por ejemplo: la competencia de baile entre Catherine y Devlin Adams (una Nicole Kidman fuera de ambiente) tiene poco justificativo. Dennis Dugan, colaborador con el cómico desde hace más de 15 años y con quien han hecho varias películas como la reciente y algo decepcionante Son como Chicos (Grown ups, 2010) o Happy Gilmore (1996), le da lugar a todos –incluyendo paneos a viejos amigos de SNL- para que puedan hacer lo que saben y encuentra en los niños que personifican a los hijos de Catherine una gran dupla de punchliners. Aunque conocemos el destino adonde Una Esposa…nos va a llevar desde el trailer, el camino es disfrutable, con buena vista y pocos baches.
La siesta interminable No es buen síntoma que uno defienda a Una esposa de mentira diciendo que en comparación a lo que venía haciendo Adam Sandler de Click para acá (salvo la feroz No te metas con Zohan), se trata de una comedia romántica más o menos efectiva, que recupera algo del Sandler que nos gusta y que tiene un plus en la química evidente con su coprotagonista, Jennifer Aniston. Sin embargo no se puede dejar de señalar que la nueva colaboración del comediante junto al director Dennis Dugan es una comedia rutinaria, previsible en todas sus vueltas de guión, simplona en la búsqueda de algunos chistes indignos (e indignantes) y hasta con algunos personajes secundarios que no están a la altura de otros personajes secundarios que aparecían en dislates tales como Happy Gilmore, La herencia del Sr. Deeds o El hijo del Diablo. Una esposa de mentira es en realidad una remake, una nueva versión de Flor de cactus, aquella con Walter Matthau, Ingrid Bergman y Goldie Hawn, reformulada de acuerdo a los estándares sandlerianos. El comediante interpreta a un cirujano plástico que tiene un hábito: utiliza siempre una alianza, que le sirve de señuelo para buscar mujeres de una noche a las cuales abandonar ni bien sale el sol. En una de estas peripecias, conoce a una joven veinteañera (Brooklyn Decker) por la que realmente siente algo, pero el equívoco con la alianza lo lleva a tener que inventarse un matrimonio al borde del divorcio, con su secretaria (Aniston) y los hijos de esta. Y todos, terminarán involucrados en un viaje a Hawaii. A Dugan le lleva un feo prólogo y un par de escenas desafortunadas organizar el conflicto, pero una vez que lo hace, conduce con mano más o menos certera el camino de equívocos, enredos y cruces de pareja que propone el relato. Una esposa de mentira no es más que eso. Y por suerte no pretende ser mucho más que eso. Evidentemente el problema del comediante ha sido su madurez: dejando atrás el concepto de niño grande violento, iracundo y latoso, se convirtió en un adulto que apenas mantiene lo latoso. Si a la hora de resolver sus conflictos, Sandler fue siempre bastante sensiblero, con el tiempo fue dejando de lado esa sensibilidad, muchas veces entendida como humanidad, y reconvirtiéndola en conservadurismo. Aquí se amaga un poco con eso, ya que obviamente Sandler comenzará a ver a Aniston con otros ojos y esta verá cómo el muchacho es un buen compañero para sus hijos, aunque todo queda tamizado adecuadamente por la estructura de la comedia romántica más convencional. Incluso aparece nuevamente esa habilidad de Dugan para quebrar con un chiste aquellos momentos que pueden estar al borde de lo pueril. Ejemplo: Aniston mira enamoradamente a Sandler mientras le enseña a nadar en la pileta a su hijo, pero el plano abre e ingresa un personaje que reconvierte el sentido de la escena. Esos pequeños rasgos de genialidad que antes eran norma, ahora son excepciones en medio de un mundo de chistes sin timing ni gracia. De los dislates anteriormente mencionados, sobreviven en esta película algunos maltratos de Sandler para los pequeños hijos “adoptivos”, que conforman los mejores pasajes de Una esposa de mentira. Y también la buena dupla que hace con Aniston: son especialmente disfrutables las escenas que comparten y donde se agreden constantemente en medio del juego que han planificado. De todos modos el panorama es tan pobre que uno tiene que andar rascando de la lata para sacar algo. Una prueba para comprobar la intrascendencia de las películas del comediante en la actualidad puede ser recordar todos los momentos de las comedias de Sandler y darnos cuenta que de Click para acá es poco lo que nos queda en la mente: la memoria es una buena herramienta para medir la irrelevancia de algunas obras y artistas. Lamentablemente Sandler se tomó demasiado en serio aquello de “hazte la fama y échate a dormir”. Esperemos que se despierte pronto de la siesta.
¿Cómo le va? Sírvase un café. Bien. Empiezo: Dennis Dugan es, para mí, un realizador del montón. Nada de lo que hizo hasta ahora va a cambiar el cine ni mucho menos pero, en contrapartida, hace mucho tiempo que hace comedias. Y como una de las cosas que se puede hacer con el tiempo es adquirir conocimientos; en más de 20 años de carrera, hasta el más burro aprende. Recuerde sino “No te metas con Zohan” (2008). Por cierto, incluyendo Zohan, esta es la sexta vez que elige Adam Sandler como protagonista. Sigo. Considero a Adam Sandler un actor del montón. Nada de lo que hizo hasta ahora va a cambiar la historia de la actuación pero, en contrapartida, el 99 por ciento de lo que hizo en este tiempo de carrera han sido comedias. Es verdad que casi todas con esa impronta de pobre-tonto-buenazo (con más o menos cafeína según el guión), y esa impronta es lo que le da una marca registrada. Puede gustar o no, pero que la tiene, la tiene, y más cuando Jennifer Aniston es su partenaire. Sigo. Que linda es Jennifer Aniston. Diez temporadas de “Friends” (1994-2004) en TV hicieron que se encasille, sí; pero además que tenga un entrenamiento en los manejos de los gestos que son comedia pura. ¡Y qué linda que es! (¿Ya lo dije, no?). ¡Ah! ¿si es buena actriz? Eeeemm… sigo con la película en cuestión. Danny (Adam Sandler) tuvo la mala experiencia de un casamiento que nunca ocurrió, porque justo, justo, estaba detrás de la puerta de la habitación en la que su prometida se pavoneaba de todas las aventuras que tuvo y tendrá, una vez consumado el cuarto sacramento. También tuvo la mala experiencia de nacer con una nariz enorme y espantosa. Y digo tuvo, porque esa misma noche triste, sólo en un bar y con casorio suspendido, descubre el “poder” que el anillo matrimonial tiene para conseguir mujeres. Ahí decide hacerse cirujano plástico y ganar mucha plata. Luego de la breve introducción, vemos al personaje de Adam Sandler pocos años después recibido de cirujano plástico, ejerciendo en su consultorio con su asistente Catherine (Jennifer Aniston, que es muy linda) y sin el injerto de látex que le dieron al actor en el set de maquillaje, pero eso sí, con el hábito de tener una mujer joven y hermosa por semana, todas conseguidas con su anillo de soltero y las distintas variantes del verso del casado-infeliz. Hasta que, claro está, habrá alguna chica que lo fleche. Él hará cualquier cosa para quedarse con ella, y los enredos se sucederán a partir de la cantidad de “cualquier cosa” que Danny decida hacer, incluso irse a Hawaii con… bueno, descúbralo usted, así me quita el peso de tener que contarle más. La produxxión en sí se deja ver, apenas uno haga las concesiones del caso y no se haga demasiadas preguntas. Estos actores (todos) entienden bien de qué va la película y es gracias a ellos que la comedia no decae. En algún punto entiendo que el guión le de la espalda a chistes más subidos de tono que piden a gritos ser mostrados, pero en USA querían que fuera para toda la familia, así que, no dio. Pero digamos que el realizador la lleva bien y se nota que conoce mucho a su actor fetiche. Habrá tenido que hacer concesiones con algún productor que le exigió una o dos tomas en las cuales Jennifer Aniston muestre que físicamente tiene los abdominales donde tienen que estar y que… es muy linda... pero esto no le quita ritmo al film. Hay una constante musical que son versiones light de temas de The Police y Swing (Dennis Dugan debe tener todos sus discos) que aportan clima de playa, al igual que la fotografía del veterano Theo Van De Sande, que no será el artesano de “El Asalto” (Fons Rademakers, producción holandesa), obra ganadora del Oscar como mejor película extranjera en 1986, pero entendió claramente cómo funciona Hollywood, por eso; a esta película la midió de taquito. En cuanto a la compaginación, que para la comedia es fundamental porque puede hasta determinar el destino de un gag si no está bien hecha, cumple con lo pactado en el guión técnico El realizador y los guionistas se basaron en “Flor De Cactus” (Gene Saks, 1969) aquella deliciosa comedia con Walter Matthaw, Ingrid Bergman y Goldie Hawn, que estaba basada en la adaptación de Abe Borrows, quien, a su vez, adaptó de la obra teatral original de Pierre Barillet y Jean-Pierre Grédy, “Fleur de Cactus” (¡Uf, uf, uf… no llegaba más!). Ví la versión dirigida por Saks en 1969. Sería ingenuo compararlas, pero sí puedo decir que estas épocas no parecen propicias para los simbolismos y en aquél clásico, recuerdo que justamente ese cactus, frío, inaccesible que Ingrid Bergman tenía en su escritorio, terminaba dando una flor al tiempo que ella florecía descubriendo el amor. No necesito prevenirlo de ir a buscar este tipo metáforas con esta realización ¿verdad? “Una Novia de Mentira” conserva sólo la estructura de parte del guión y de la esencia de los personajes principales, pero si quiere haga como hice yo: deje los cuestionamientos en casa y simplemente vaya a divertirse un rato. Es eso, o ver por enésima vez algún capítulo de “Friends”.
Las últimas comedias de Adam Sandler y Jennifer Aniston fueron tan olvidables que con este trabajo que los reúne por primera vez en el cine, la verdad que ambos levantaron un poquito la puntería. No es una obra memorable ni te vas a reír a carcajadas como en ¿Qué pasó ayer? pero tampoco es tan terrible como adelantaron en sus reseñas los críticos norteamericanos. Digamo que si te la pasan en un avión las podés ver, sino tenés a mano algo bueno para leer. Esta semana hay estrenos peores. Sandler en este caso produjo una remake de La Flor de Cactus, una comedia muy taquillera que protagonizaron en 1969, Walter Matthau, Ingrid Bergman y Goldie Hawn. Una historia que adaptaba una obra de Broadway, que a su vez era una adaptación de una obra de teatro francesa. La versión de Sandler sólo tomó el concepto de la esposa falsa que inventa el protagonista, ya que después la trama no tiene nada que ver con el film de 1969. Dennis Dugan, quien ya trabajo con el comediante en Happy Madison, Big Daddy, Yo los declaro marido y… Larry, No te metas con Zohan y Son como niños, se hizo cargo otra vez de la dirección del film. Como es costumbre la película cuenta con algunos cameos de amigos de Sandler, donde llama la atención la ausencia de Rob Schneider, quien suele interpretar personajes alocados y siempre se destaca en alguna escena. Si bien la trama es sumamente predecible, la película resulta entretenida dentro de todo gracias a la buena química que se generó entre los dos protagonistas. Los escenas más graciosas en realidad no tienen que ver con el conflicto central, sino con los chistes que se hacen sobre las cirugías estéticas. También hay algunos momentos divertidos con las participaciones de Nicole Kidman y el músico Dave Mathews, quien ya había aparecido en otros filmes de Sandler. Sería muy interesante poder acceder al balance de presupuesto de esta película, ya que los 80 millones de dólares (una bestialidad) que costó no se ven representados en la pantalla. Los seguidores de este comediante, que no se hayan hartado de los filmes que estrena año tras año con la misma fórmula, son los que probablemente más van a disfrutar esta propuesta.
REFUGIO SEGURO Una esposa de mentira propone un agradable reencuentro con Adam Sandler y su mejor filmografía como actor. En esta historia, Sandler es un hombre que para conquistar a las mujeres, les miente diciéndoles que está casado. Y cuando encuentra a una que realmente le importa, le pide a su secretaria que finja ser su esposa para conquistarla. Tras esta historia encontraremos un relato de conversión interior, una buena y nueva propuesta para acercarnos a la comedia americana. Las últimas dos entregas de Adam Sandler como actor parecieran dialogar entre sí. Funny People (2009) y Una esposa de mentira (2011) nos presentan a hombres que, si bien tendrán destinos completamente opuestos, parten de una posición similar: un estado de desencantamiento con sus rutinas luego perturbadas por un suceso inesperado: una enfermedad allá, una mujer acá. Estos eventos regresan a los personajes de esa vida fuera de sí que venían llevando para devolverles su vida interior. Ese camino es largo, allí no tendrán un arribo seguro, aquí sí. Una esposa de mentira despliega el humor al que Sandler nos supo acostumbrar en Un papá genial (1999) y Happy Gilmore (1996), ambas realizadas por Dennis Dugan, así como esta película. Danny (Adam Sandler), el protagonista de nuestra película, representaría la adultez de los adolescentes eternos Happy Gilmore y Sonny Koufax, o de todos esos amables personajes que interpretó, como Billy Madison, Barry Eagan, Longfellow Deeds, Henry Roth, Bobby el aguador y los que cada uno quiera agregar. Con el transcurrir del relato percibimos que esta etapa adulta no tiene la misma fuerza o violencia que tenía en aquellos personajes, por eso algunos gags parecen diluirse o no tienen los remates que el espectador (de Sandler) ansía, pero luego aprendemos a mirarlos desde el punto de vista de nuestro protagonista. En las escenas más importantes de la película, Danny estará sentado, mirando transcurrir lo que sucede con una postura segura, serena. Por más que aparezca Katherine (Jennifer Aniston) iluminando todo el lugar con su belleza y simpatía, él no se mostrará tan deslumbrado; por más que esté a punto de declarársele a la mujer de su vida, o ya en su boda, y nosotros entendamos que él desborda de felicidad, él mantendrá su aplomo, su tranquilidad. Será que en esta edad adulta, Danny podrá abandonar su vida vacía, mentirosa, resentida, para volver en sí, mirar a la mujer que estuvo todo el tiempo a su lado y animarse a vivir una vida junto a ella y sus hijos. Así parece, porque todo el camino de regreso (a su interior) va a mostrarle que ella está a su lado, que es hermosa, que es deliciosamente graciosa, que es fiel. Danny comenzará a tachar de la lista todos los requisitos que debiera cumplir “su mujer ideal”, pero deberá primero recuperar la fe en sí (herida por un engaño de la que hubiera sido su esposa en el pasado) para decidirse. En el recorrido habrá un espejismo, otra mujer aparentemente perfecta, pero que está tan lejos de sí como Danny y sólo alcanzará a ser parte de las distracciones que él encontrará en el camino de regreso. Ya volviendo en sí, con ese travelling circular que nos devuelve a Danny como espectador y actor de su boda, confirmamos que no es que nuestro personaje (o la película) carezca del ímpetu reclamado, sino que el lugar en el que está (él mismo) es de reflexión, honestidad, de plenitud familiar, espiritual. Desde ese sillón, Sandler parece mirar, con la misma actitud de Danny, a todos sus personajes y quién sabe si entrando de nuevo en sí, volverá a deleitarnos como cuando lo conocimos.
VideoComentario (ver link).
Danny es un cirujano plástico en pleno romance con una mujer mucho más joven, y recluta a su fiel ayudante para simular ser la esposa de la cual supuestamente se estaría divorciando, con el fin de encubrir una descuidada mentira. Just go with it no tiene siquiera un buen comienzo. El personaje que interpreta Adam Sandler fue humillado en su propia boda años atrás, y descubre que con la alianza en su dedo puede conquistar a cualquier mujer a base de lástima. Por si acaso no llegara a ser graciosa por sí sola esa primera escena, a este se le hace una nariz desproporcionada igual que a su hermana, que por cierto no vuelve a aparecer, y a todas las mujeres se las hace hablar como si fueran Fran Drescher en La niñera. El chiste fácil, simple, no va a dejar de aparecer en ningún momento, con pacientes que van a hacerse una consulta y tienen un pecho de un tamaño desproporcionado o una ceja que se eleva hasta el pelo. No son medios que sirven para construir una película cómica sino que son fines en sí mismos, buscan generar alguna escena divertida, sin importar lo desconectada que pueda estar del resto del filme. Hay dos grandes tipos de comedias que parecen llegar desde Hollywood, a cargo de dos estudios creados exactamente el mismo año. Por un lado hay que hablar de Apatow Productions, productora de Judd Apatow que dio títulos como Virgen a los 40, Ligeramente embarazada o Supercool, películas que no sólo son realmente cómicas sino que abarcan también distintos tópicos, buscando (y logrando) hablar de la familia, amistades y del crecimiento de cada uno. Cuando esta se juntó con Adam Sandler, fundador de Happy Madison, hicieron Funny People, la cual debe ser una de las mejores del actor. Por separado hacen, entre muchas otras cosas, filmes que él mismo protagoniza, en los que sus amigos tienen algún papel secundario y que Dennis Dugan se encarga de dirigir. Todas estas realizaciones acaban por parecerse, con algunos cambios en los personajes o en las historias, a los que hoy podrían ser considerados algunos de sus trabajos más “clásicos” como Billy Madison o Happy Gilmore. Que el rol femenino sea ocupado por Jennifer Aniston hoy dejó de ser una garantía. Ella sigue sacando provecho a su papel de Rachel en Friends, y si le rinde se debe a que todavía tiene la simpatía suficiente como para hacerlo. Su problema parece encontrarse en los guiones, no por nada su mejor película en los últimos cinco años es una sobre un perro (Marley y yo), porque ya hizo pareja con Vince Vaughn, Aaron Eckhart, Jason Bateman y Gerard Butler sin lograr que ninguno de sus trabajos sea digno de mención. Siguiendo el tema de los actores, una mención aparte merece la poco feliz intervención de Nicole Kidman, quien tiene una carrera mucho más interesante que el resto de los involucrados. Una cosa son los cameos a estrellas, otra es que ella acepte tener un rol secundario como pareja de Dave Matthews y contracara de Jennifer Aniston en una película muy menor. Sacando un gran chiste de Adam Sandler, en el que hace referencia a los osos panda, el cual vuelve a usar más tarde y se da cuenta que lo está repitiendo, así como buena parte de la banda de sonido de The Police, es poco lo que se puede rescatar. Sin logros en el guión, sin personajes secundarios que se destaquen como suele ocurrir en las comedias y con una historia trillada y predecible hasta la médula, uno al menos esperaría chistes buenos que logren compensar semejante paliza a la comedia, pero hasta eso nos niega.
Un gran chico Una esposa de mentira no es una película anárquica ni está llena de citas autorreferenciales al mundo de la nueva comedia americana. Más bien es una película conservadora que no aprovecha del todo al Sandler de antaño y sus acostumbradas explosiones de ira. Sin embargo, aunque la ternura esté demodé, Una esposa de mentira es una comedia que sí aprovecha la otra cara del Sandler de la vieja época, esa que nos hace creer que es la persona más buena del mundo, o por lo menos una de las más queribles. La historia es remanida y predecible: Danny (Sandler) sufre una desilusión amorosa en el día de su casamiento (al igual que en La mejor de mis bodas) y desde entonces deja su especialización en cardiología y se dedica a la cirugía plástica, disciplina que encaja mejor con su nueva vida libertina. Dicho libertinaje, sin embargo, se interrumpe cuando se enamora de una chica casi perfecta. A partir de ahí, recurrirá a su confidente y mejor amiga (la siempre adorable Jennifer Anniston) para que lo ayude a conquistar a la chica de sus sueños. Como es sabido, en el medio se dará cuenta de que la perfección es bastante aburrida y que la chica con la que trabaja todo los días y con la que se ríe de los mismos chistes es algo así como su alma gemela. Y aunque todo esto parece abundar en lugares comunes (¿qué comedia romántica de los últimos tiempos no lo hace?) la película los vuelve auténticos. Porque ahí están los ojos siempre movedizos de Jennifer Anniston y la nobleza de niño crecido de Adam Sandler para que les creamos que realmente son un médico y su asistente aguantando la risa por las cejas en estado de asombro permanente de una paciente, y, para que les creamos, más que nada, que están enamorados. Quizás el gran acierto de la película es no tenerle miedo al pastiche, porque usa todos los recursos habidos y por haber pero los hace propios, con un ritmo en el que no hay tiempo para estirar un chiste hasta el hartazgo. Si la aparición de Nicole Kidman (una ex amiga del personaje de Jennifer Aniston que puede desbaratar todo el plan de ficción familiar que están llevando a cabo) podría hacernos suponer toda una seguidilla de chistes de encuentros y desavenencias molestas al estilo de una obra de títeres, acá no pasa. El director no se regodea en el malentendido y los lleva a una escena en la que Nicole y Jennifer se sacan chispas bailando hawaiano y que termina con el mejor beso no dado entre Sandler y Anniston. Y aunque se la pueda acusar de muchas cosas a Una esposa de mentira (tales como un final un poco apresurado, o una dosis de más de cursilería), no se la puede acusar de no tener corazón, porque el niño gigante de Adam Sandler y la chica de los mohines perfectos que es Jennifer Aniston lo ponen entero, y lo demás, no importa.
Una película de mentira Una comedia romántica de enredos más (Cary Grant se revuelca en su tumba). Básicamente la historia es sobre un tipo (Adam Sandler) que quiere conquistar a una mina (Brooklin Decker) y le pide a su amiga y asistente (Jennifer Aniston), con anteojos y sin ropa sexy, que lo ayude a tejer una red de mentiras para conquistarla; pero cuando su amiga se saca los anteojos y se pone en bolas él se da cuenta que siempre estuvo enamorado de ella. Perdón por contarles esa improbable vuelta de tuerca del final. El tema es que ya no importa si la película es predecible o no, no importa si es igual a todas o no, no importa si repite incansablemente todos y cada uno de los lugares comunes y no aporta nada nuevo, todo eso es un detalle menor teniendo en cuenta que hasta las grandes películas de este género lo hacen; el principal problema es que esa historia, repetida hasta el hartazgo, parece contada sin ganas, sin una preocupación muy grande por generar enredos, por pasar de una situación a otra, todo se va dando sin sorpresas, sin conflicto, sin humor. Tampoco se puede hablar mucho de la química entre los personajes, que brilla por su ausencia, porque queda la sensación de que los errores vienen desde el guión. Quizá alguna escena genere una risa apagada, quizá la trama, puesta en piloto automático, nos retenga en la butaca (siempre y cuando nuestro cerebro esté también en piloto automático), quizá incluso no la odiemos al salir de la sala, pero lo que es seguro es que no nos va a dejar nada. Una película menos de Adam Sandler. Se suma a las tantas películas fallidas de uno de los mejores comediantes (sino el mejor) de la nueva comedia americana, que debería dejarle este tipo de comedias románticas a Ben Stiller. Una película menos de Dennis Dugan, su director, que luego de la gran Happy Gilmore tuvo varios traspiés (aunque a esta altura una buena película sería un traspié en su carrera). La nueva comedia americana es una usina de grandes películas y de grandes comediantes que año a año demuestran que la comedia tiene mucho camino por recorrer. Como toda gran industria a gran escala tiene productos geniales, algunos buenos, algunos mediocres y muchos malos. El gran problema es lo que llega a los cines de Argentina. Las distribuidoras utilizan una (i)lógica para elegir qué estrenar que solo ellos entienden. Estrenan películas como Una esposa de mentira y dejan afuera películas enormes como The Other Guys (Adam McKay, 2010) o Funny People (Judd Appatow, 2009). En el primer caso ya estamos acostumbrados a que nos nieguen películas del gran Will Ferrell, comediante no muy popular por estos pagos. Pero en el segundo caso el protagonista es también Adam Sandler, que hace muchas malas películas, y lamentablemente son esas películas las que se estrenan en nuestro país.
“Una esposa de mentira”, traducción incorrecta del título original “Just go with it”, es una comedia de enredos devenida en romántica, que parte de un guión teatral y que reúne a Adam Sandler y Jennifer Aniston en la usual trama de embrollos y complicaciones que aquí dirige el actor y realizador de “Zohan”, Dennis Dugan. Danny (Sandler) es un cirujano plástico y un mujeriego que conquista mujeres simulando ser un hombre casado. Pero sus mentiras casi son descubiertas por su joven novia, una maestra de escuela veinteañera, Palmer (Brooklyn Decker), que busca un verdadero compromiso y que Danny no quiere perder. Por ello, recurre a su asistente Katherine (Aniston), rogándole que finja ser su ex-mujer, con el objetivo de conseguir la reconciliación con Palmer. Por los embrollos del guión, terminarán todos haciendo un viaje de fin de semana a Hawaii, y pronto la mentira empieza a convertirse en una gran bola de nieve en la que se ven involucrados los hijos de Katherine y de la que Danny difícilmente podrá salir. Sandler nuevamente se embarca en el tipo de comedias que, supuestamente, mejor le salen. Resulta, a esta altura, algo poco creíble que un casi cincuentón actúe roles con características cuasi-adolescentes. Es cierto que la comedia admite concesiones para lograr la risa; pero Sandler ya está madurito para ciertos roles y es poco verosímil que una despampanante bomba que podría estar en la tapa de la Sports Illustrated sucumba a primera vista ante los encantos (?) de Adam… Ya no da… Salvando eso y algunos toques entre guarangos y escatológicos (muy de moda en la comedia norteamericana) el filme resulta bastante entretenido y las apariciones de los niños actores son graciosas, así como también la presencia de una gran estrella en un personaje secundario: nada menos que Nicole Kidman, como una amiga de la infancia del personaje de Aniston, que protagoniza junto a ella un par de simpáticas escenas.
Un seductor con familia ficticia Dennis Dugan ya hizo varias películas con Adam Sandler ("Un papá genial", "Yo los declaro marido y... Larry", "No te metas con Zohan") y la dupla nunca logró un resultado altamente satisfactorio. En esta oportunidad, la trama se basa (libremente) en "Flor de cactus", una comedia inspirada, a su vez, en una exitosa obra de teatro. La película no logra alzar vuelo, a pesar de que en el primer cuarto de hora pareciera establecerse un planteo interesante, con elementos originales como base de la comedia de enredos. Dugan presenta al personaje de Sandler, un cirujano plástico, a través de la relación con sus pacientes y ex pacientes, y apela a elementos sorpresivos para esbozar una crítica a la adicción que tienen algunas personas a las cirugías estéticas. Pero la ilusión dura poco; el guión rápidamente se centra en los malos entendidos que surgen de la falsa relación del protagonista con su secretaria (y después, con los hijos de ésta) dentro de una trama de mentiras montadas para seducir a una muchacha. La incorporación de Jennifer Aniston y de la bella Brooklyn Decker al elenco, al igual que la participación de Nicole Kidman, no implica un salto de calidad sino más de lo mismo en los remanidos recursos tantas veces vistos en este tipo de películas. Es una pena, porque en algunas (pocas, muy pocas) escenas, Sandler y Aniston demuestran que son capaces de manejar el género con buenas armas, y que tal vez con otro guión, la comedia hubiera salido a flote. No es así, y la reiteración de momentos ridículos termina con cualquier posibilidad de éxito. El resultado es una trama absurda, con abuso de escenarios supuestamente "paradisíacos", y momentos tan claramente preparados para el lucimiento de los actores (sobre todo, de los chicos) que terminan por producir exactamente el efecto contrario en el espectador. Sin sorpresas, con un final "cantado" y personajes secundarios sin lucimiento, la comedia naufraga a pesar de los esfuerzos de los protagonistas.
Una pareja con química La historia de "Una esposa..." es bastante simple y predecible: un hombre madura desea conquistar a una mujer mucho más joven que él, y para despertar su interés, contrata a su asistente, una madre soltera y a sus hijos para que finjan ser su familia, a fin de demostrarle a la chica que su amor por ella es tal que está a punto de divorciarse de su mujer, pero al final, termina enamorándose de la asistente. De todos modos, el filme se hace llevadera por algunos buenos gags y la gran química de la dupla protagónica, por lo cual los seguidores de este comediante no se van a sentir defraudados. Una gran sorpresa fue la de ver a Nicole Kidman y al músico Dave Mathews haciendo de un matrimonio bastante careta. Como valor añadido cabe apuntar que la película dura casi dos horas, algo más que la mayoría de estas comedias, y resulta entretenida hasta el final.
El columnista insiste con su prédica. Persiste. Todos están equivocados cuando se quejan de que “no hay nada para ver” y lloran por el “estado actual del cine estadounidense”. Hay mucho, y muy bueno. Es más, el columnista propone un sensacional cuádruple programa. Habitualmente, muchos críticos usan expresiones como “entre la pobreza de la cartelera se destaca...” o “brilla tal o cual cosa entre la medianía de los estrenos”. No tengo ganas de discutir esas expresiones demasiado automáticas, sino de ofrecerles un menú bien balanceado para que redescubran el placer de ir al cine (el placer de la emoción, la reflexión, la diversión y la pasión). Empiecen a la tarde, pero temprano, cerca del mediodía (una hora rebelde para ver películas más bien nocturnas) por Scream 4, el regreso de una saga mucho más reflexiva que sangrienta. Uno de los grandes directores que ha dado el género de terror, Wes Craven, sabe jugar con el componente cinéfilo freak y con eso hacer algo así como una metacomedia de terror, o un film cómico de metaterror. Scream 4 está todo el tiempo rizando el rizo con sustento intelectual disfrazado de gritos. Lástima que Courteney Cox se haya convertido en alguien que –ridículamente– intenta engañar al tiempo y haya terminado con el labio superior inmóvil. Por suerte, hay grandes golpes (no ejemplifico con claridad para no revelar nada) bien dados, hilarantes y a la vez genuinos. Tan genuinos como la calidez de Neve Campbell. Luego continúen con Culpable o inocente, un thriller judicial de personajes creíbles. Sí, creíbles: pero no por un realismo sucio y sin glamour sino porque cada actor es conciente de su condición y, un poco a la manera de las estrellas clásicas, incorpora su carisma estelar para componer un ser humano reconocible, a la vez que no reniega de su brillo y de su fotogenia. Matthew McConaughey, Marisa Tomei y William H. Macy nos dejan con ganas de más. Comprueben lo que son actores en estado de gracia, fluidos, en una película lanzada a velocidad, con mucha cámara en mano, que acompaña la sensación de urgencia planteada por diálogos afortunadamente mucho más inteligentes que los de la vida real. Lejos de categorías-yunque como “obra maestra” o “imprescindible”, Culpable o inocente es una de esas películas que nos recuerdan porqué nos gusta tanto esto de ir al cine. Por más que tanto Scream 4 como Culpable o inocente tengan componentes de comedia, ninguna maratón de cine está bien balanceada si no hay una comedia cabal. Y eso es Una esposa de mentira, la mejor película-Sandler desde Como si fuera la primera vez (2004). Pero cómo, ¿a este columnista no le gustaba Funny People? Sí, por supuesto, pero esa no es una película-Sandler sino una película de Judd Apatow con Adam Sandler. Una esposa de mentira está dirigida por Dennis Dugan, el máximo director de las películas-Sandler (actuadas, producidas y dominadas por Sandler). Una esposa de mentira es una comedia de enredos e imposturas (en un momento hay tres o más mentiras enroscadas entre sí). Una esposa de mentira es una remake de Flor de cactus, de 1969, a su vez basada en una obra de teatro. Pero Una esposa de mentira, como muchas otras remakes (todos están equivocados cuando se quejan y se quejan de las remakes antes de verlas) es una película singular, de una singular etapa de Sandler: en Son como niños, en Funny People y en esta película, Sandler interpreta a millonarios. Ya van tres películas en la que Sandler se permite bromear con el dinero. Y como todo espectador realmente lúcido sabe, no hay nada más serio que las bromas de las buenas comedias. Y Una esposa de mentira se mete también con la obsesión por las cirugías, y le premite a Jennifer Aniston jugar –como comediante filosa– de igual a igual con Sandler (el intercambio de agresiones en la primera presentación de Aniston como esposa es ejemplar, pero hay mucho más). Por último, para completar el día y ahorrar un poco de dinero, les recomiendo una película en DVD, la comedia agridulce Cyrus, con John C. Reilly, Jonah Hill, Catherine Keener y... Marisa Tomei (seguro que se quedaron con ganas de más Marisa luego de Culpable o inocente). Cyrus es una de esas comedias pequeñas, de tono un tanto enrarecido, reconcentradas sobre pocos personajes y pocas peripecias. Una película ideal para bajar la adrenalina de lo que vieron en el cine si siguieron estos consejos, quizás tan equivocados como los de los que afirman que “la cartelera es un desastre”, pero brindados por alguien que se pone en momentos como este, a punto de salir para el cine para ver Rápidos y furiosos: 5in control y comprobar si es tan buena como afirman varios amigos.
Ciruja a la conquista Luego de la insuperablemente oscura Hazme reír, Adam Sandler regresa a la comedia romántica con Una esposa de mentira. Las comedias norteamericanas vienen recurriendo a los viajes a islas paradisíacas con una regularidad peligrosa, invitando al espectador habitual del género al coqueteo con el tedio y la saturación cuando esa magnificación cuantitativa acarrea una diversidad cualitativa: hay películas muy buenas (Cómo sobrevivir a mi novia), buenas (La mujer de mis pesadillas) y muy malas (Sólo para parejas). Una esposa de mentira, el modelo 2011 de esa tendencia, se ubica más cerca de las dos primeras que del bochorno de Vince Vaughn y Jason Bateman. La película de Dennis Dugan (el mismo de No te metas con Zohan) sigue a Danny, un cirujano plástico egoísta, suficiente, “yoico” y mentiroso (Adam Sandler, en una versión rebajada del George Simmons de Hazme reír) cuyo objetivo máximo es la conquista continua de mujeres hermosas. Y si tienen varios años menos, mejor. Su método es infalible: finge la inmersión total en una crisis matrimonial simulando ser un hombre golpeado, un cornudo crónico, un esposo no correspondido. Así conoce a la despampanante Palmer (Brooklyn Decker, de la versión norteamericana de Betty, la fea), quien, ilusa, muerde el anzuelo. Pero, oh sorpresa, la rubia desapolilla el corazón del embaucador profesional obligándolo a crear un mundo acorde a las mentiras que vocifera: necesita una mujer odiosa de la que supuestamente se está divorciando, además de un par de vástagos. La esposa de mentira del inexacto título local será su secretaria Katherine (Jennifer Aniston), y los hijos de ella serán los hijos de ambos. Ese es el punto de partida de una comedia romántica que, sin ser trascendental, e incluso muy lejos de los mejores Sandler, tiene un par de particularidades que la elevan por sobre la habitual pacatería norteamericana. La primera es que el personaje de Sandler está secundado por dos chicos tanto o más perspicaces que él, lo que ubica a ese adulto que nunca quiso serlo en una rara posición igualitaria o hasta inferior. No sólo que su actitud para con los hijos apócrifos está lejos de la habitual condescendencia y resignación paterna, sino que muchas veces éstos lo superan con holgura, dejándolo como un auténtico pelmazo intelectual. De hecho el viaje a Hawai que dispara la trama, es producto de un paso en falso de Danny en la “negociación” con los menores. El segundo punto de atención está en la ausencia de la habitual parábola emocional y moral de un personaje repudiable e inmaduro, otro punto de contacto con la fundamental Hazme reír, aunque con un tono diametralmente opuesto. Si allí Simmons era un ser odioso y con tendencia a la misantropía y desprecio hacia sus pares y súbditos, y el desenlace lo encontraba –más por resignación que por voluntad- sentado a una mesa frente a quien quizá fuera la única personaque lo aceptaba tal como era, el Danny de Una esposa de mentira se queda con aquella mujer que lo conoce sin dobleces ni artilugios auto impuestos para el arte de la seducción, la que disfruta con su humor corrosivo, ácido y muchas veces desubicado, la única que logra extirparle la verdad aun cuando duela. Katherine acepta a Danny tal como es, con sus muchos defectos y pocas virtudes, evade la condena al no exigirle maduración ni cambios sino simplemente que mantenga esa transparencia que tanto ama. Coda paradojal para una de las grandes humoradas del año: Nicole Kidman y Jennifer Aniston, dos de los paradigmas de la destrucción de lo particular en pos de la homogenización estética, provocada por la proliferación del quirófano, son las figuras femeninas de una película cuyo protagonista es un cirujano plástico. Pura justicia poética.
Humor segmentado Just go With It o Una Esposa de Mentira (título latino) es la última comedia-romántica de Adam Sandler, coprotagonizada por Jennifer Aniston y Brooklyn Decker, con dirección de Dennis Dugan, un tipo que parece tener un contrato de por vida con el comediante o simplemente le reporta mucho dinero, ya que no dirige películas donde no actúe él, de hecho, es conocido por sus anteriores trabajos como Happy Gilmore, Un Papá Genial y Yo los declaro marido y Larry, todas con el histriónico actor como protagonista. La historia cuenta las andanzas de Danny (Adam Sandler), un tipo que luego de cancelar su casamiento, se da cuenta por accidente, que a las mujeres les atraen muchísimo los hombres casados, situación que lo convirtió en un mujeriego intratable, pero al conocer a Palmer (Broolyn Decker), una espectacular maestra de matemática que cree es la mujer de su vida, se ve forzado a convencer a su asistente Katherine (Jennifer Aniston) de hacerse pasar por su esposa en proceso de divorcio, para cubrir algunas mentiritas que dijo para lograr la conquista. Como podrán vislumbrar, la situación se irá poniendo cada vez más absurda y complicada, creando una comedia que sorpresivamente me entretuvo, incluso me hizo reír bastante en más de una escena, aunque puede ser que justo ese día haya estado tentado. Es una comedia que viene con varias críticas de expertos que le dan con un caño, y la verdad es que los comprendo, ya que todas los films de comedia que protagoniza Sandler tienen el sello característico de su humor que es bastante criticable, con situaciones que son repetitivas en su fórmula película tras película, al punto de haber cansado a muchísima gente, lo que creo ha sugestionado a muchos de los críticos que lo tienen bastante cruzado. En este caso, se supera a sí mismo en el aspecto humorístico, pilar central de la película, lo que junto a la participación de Aniston más algunas apariciones inesperadas pero divertidas, como las de Nicole Kidman y Dave Matthews (líder de Dave Matthews Band), hacen que la experiencia sea agradable al fin. ¡Cuidado a los que no les gusta Adam Sandler! Esta definitivamente no es una película para ellos, en cambio si son seguidores del actor, seguramente les gustará esta comedia que según mi criterio, supera ampliamente a su trabajo anterior "Son como Niños". En mi caso, no soy para nada seguidor de este comediante, pero debo admitir que la cinta me divirtió. Algunos dirán, es una comedia estúpida... puede ser... pero el resultado final reflejado en las risas de los espectadores es infalible para determinar si cumple su función o no, y en este caso, creo que lo hace.
Desde su productora Happy Madison, Adam Sandler construyó un filme ideal para él, rodeándose de colaboradores que pudieran serle funcionales a sus planes. El director Dennis Dugan es el mismo de la fallida “Son como niños” y el guión está levemente inspirado en el de “Flor de cactus” (no es en esencia una remake de aquella película con Goldie Hawn). A esto se suma la pequeña Bailee Madison que, con su colección de acentos, es tal vez quien tiene los pasajes más divertidos de esta propuesta y el trío de mujeres compuesto por Jennifer Aniston, Brooklyn Decker y Nicole Kidman (en breves apariciones), todas a favor del lucimiento del verdadero protagonista: Sandler.