Un amor en pantalla grande Este film que parecía que simplemente contaría la historia de un niño que se hacía amigo de un delfín herido que encuentra en la costa y que más tarde perdería su cola. Winter Es muchísimo más que eso, la película narra cómo mientras hay hombres que dañan las especies, otros con inconmensurable esfuerzo, casi en banca rota, pero con un profuso amor se encargan de salvar y mantenerlas vivas. Más allá de ser una clase magistral de cómo viven los delfines, su bellísimo mundo y notable inteligencia, Winter (quien se interpreta a sí mismo) le da al joven protagonista ganas de afrontar una vida y dejar atrás la vieja que era un verdadero pesar. Y de un día para otro, Winter, le termina modificando para bien su existir (o a de ambos).Winter 1 Esta historia que está basada en un hecho real, donde Winter se somete a los cuidados y atenciones de los encargados del Hospital Marino, le abre los ojos a mucha gente que no puede llegar a entender el hecho de la integración. Y entremezcla casos humanos con discapacidades y veteranos de guerra con lesiones. Todo perfectamente amalgamado en un relato sin demasiados golpes bajos, por el contrario, con mucho humor, pasión y ritmo. Esta película de corte familiar además de tener todos estos atributos, cuenta con un reparto muy bien formado: Ashley Judd, Harrick Connick Jr, Kris Kristofferson, Winter, un pelícano muy simpático y Morgan Freeman en el papel del encargado de idear la prótesis que salve a Winter de posibles lesiones. “Winter” El Delfín es un film que debe ser visto de manera obligatoria y aunque algún experto adula que ciertas miradas del delfín estaban fuera de foco, esta producción traspasa la pantalla. Y no solo porque puede ser vista en 3D, sino porque el conjunto global del producto es excelente.
Un film para toda la familia que exagera los golpes bajos El difícil arte de conseguir que una película para toda la familia sea efectivamente un entretenimiento para los chicos y que los adultos también disfruten suele resultar en más intentos fallidos que en films exitosos. Especialmente cuando sus realizadores se empeñan en aportar un mensaje "importante" a lo que quieren contar. Algo que sucede en Winter, el delfín , que además está inspirado en una historia real, otro obstáculo para propuestas bienintencionadas que se pierden en el camino. Todo comienza bajo el mar con un delfín que parece estar disfrutando de su vida en el océano al mismo tiempo que en la superficie un grupo de pescadores se gana la vida atrapando cangrejos en una especie de jaula-trampa de aspecto peligroso. En tierra, un introvertido chico de 11 años llamado Sawyer la está pasando mal por el abandono de su padre, sus malas notas y la noticia poco alentadora de que su primo mayor, un reconocido atleta, se irá a la guerra para poder pagarse la universidad cuando regrese. Quien haya visto alguna vez una película, una serie de televisión o haya leído una novela sabe que el primo no regresará de la misma manera en que se fue y que, de alguna forma, la tragedia del delfín servirá como espejo de la del nene. Sawyer, interpretado con naturalidad y ternura por Nathan Gamble, tiene muchas lecciones que aprender y lo hará por medio del rescate de Winter. Encontrado en la playa del pueblo de Florida en la que vive Swayer con su mamá (Ashley Judd), el delfín tiene pocas posibilidades de sobrevivir, pero su conexión con el chico es inmediata. Y así, el nene que vivía encerrado en su mundo empieza a conectarse con el resto de la gente, especialmente con el doctor (Harry Connick Jr.) encargado de los animales en el casi abandonado acuario del pueblo. Allí llevarán a Winter para intentar salvarle la cola que le permite nadar. Intercalando golpes bajos y mensajes ecologistas, patrióticos y familiares en todo su desarrollo, Winter, el delfín exagera al intentar transmitir una moraleja que está bastante clara desde el inicio. Entre los papeles secundarios aparece Morgan Freeman como un doctor especialista en prótesis para amputados, uno de los pocos personajes que logran superar la tendencia al melodrama que propone el guión.
Existen afectos que curan Winter, el protagonista de esta película, es un delfín, al que se puede visitar si se viaja al acuario marino de Clearwater, en Florida, Estados Unidos. El delfín sufrió un accidente al quedar atrapado en una trampa para cangresos y debido a eso perdió su cola. Luego de un arduo cuidado y entrenamiento en un acuario, el mamífero terminó aceptando una cola ortopédica, con la que se mueve naturalmente en el agua y juega con los niños y adultos que se le acercan. Esta es la base de este relato, al que los guionistas Karen Janszen y Noam Dromi le añadieron una serie de situaciones que vuelven más lacrimógena la historia. Ocurre que "Winter, el delfin" es ese tipo de películas que emociona a niños y grandes, a partir de la observación de unos protagonistas que con paciencia y dedicación logran superar instancias muy dolorosas en sus vidas. Sawyer, el niño que cuida a Winter -luego de hacerse amigo de la hija del biólogo que atiende el acuario-, perdió a su padre y cuando descubre la comunicación y el afecto que el delfin parece dedicarse, el chico siente que su vida encuentra una nueva razón de ser. EL AGUA A ésta se añade la difícil situación por la que atraviesa un familiar del chico, que luego de ser campeón de natación, ingresa al ejército y por un accidente se ve obligado a usar muletas. Como si esos dos datos fueran pocos, el grupo de voluntarios y científicos que atienden el acuario, se ve obligado a asumir su cierre, debido a no poder continuar seguir manteniendo la institución. Pero son los niños, a los que justamente se les ocurre una solución inmediata que termina dando sus frutos. La película tiene un buen desarrollo dramático, se apoya en emociones intensas, en estrechar los lazos entre niños, padres y abuelos y si bien es conmovedor ver a tantos niños y adultos a los que algunos les falta una pierna o un brazo y se acercan a Winter, como si fueran a la búsqueda de nuevas energías para su subsistencia, también es verdad que una mascota, o un animal a veces, y en especial los delfines tiene sus propios poderes curativos, según dicen los especialistas. Este es un drama ideal para ver en familia y con niños de diez años en adelante y si algo tiene asegurada la película, es la de despertar emociones intensas. Además de las buenas actuaciones del pequeño Nathan Gamble, Kris Kristofferson y Harry Cormick jr.
Un delfín en problemas (no bélicos) Película basada en un caso real, llama la atención que siendo un producto de tanta simpleza apele a un elenco que presenta algunas figuras (Ashley Judd, Kris Kristofferson, Morgan Freeman). En Winter-El Delfín (Dolphin tale, 2011) un niño asume el cuidado de un delfín varado junto a un grupo de veterinarios marinos. ¿Era necesario relacionar la trama principal con las aberraciones que produce la política bélica de Estados Unidos? La historia ya ha sido contada. Varias veces. Lo que no representa, a priori, un problema. Un niño con conflictos emocionales toma contacto con un animal (generalmente salvaje) y su vida se transforma. Ya lo hemos visto en Liberen a Willy (Free Willy, 1993) y tantas más. En este caso, la variante viene dada por el tratamiento en 3D (optativo) y la vida real como fuente de inspiración. Winter es encontrado en la orilla del mar, con una lastimadura en su cola producto de una red que se la ha apretado demasiado tiempo, y que será inevitablemente extirpada. Su destino es una suerte de hospital-oceanario en donde su auxiliador Sawyer (Nathan Gamble) termina “colándose”. Allí encuentra un microcosmos que contrasta con su hogar, en donde convive solo con su madre (el padre se fue “y no volvió jamás”). En el oceanario hay un hombre que junto a un grupo de especialistas cuidan del cetáceo y otras especies más. Lo acompaña su hija, quien perdió a su madre a los siete años de edad. Por fortuna, la película no fuerza un romance entre ninguno de ellos, lo que hubiera resultado por demás maniqueo. En cambio, no cede ante la obvia y demagógica analogía entre el delfín y el primo del niño. Un joven que se une al ejército, con la finalidad de que el Estado le de fondos destinados al desarrollo de su carrera como nadador. El tiempo lo devolverá con una pierna paralizada. No hay nada que deshabilite una lectura alegórica respecto de un conflicto micro y uno macro más siniestro, aun cuando esto ocurra en un film de factura “familiar”, al punto de que resulta llamativo que en este formato (a esta altura esperable bajo la modalidad “directo al DVD”) se destacan varias figuras, como ya apuntamos. Lo que es francamente oportunista es que las apelaciones comparativas sean tan poco sutiles e inverosímiles. La película tiene a dos niños con química cinematográfica y una historia “efectiva”, y desarrolla, en cambio, aquella sub-trama con una corrección política bastante rancia y simplificadora. De esta manera, el sutil encanto que se gesta a partir del encuentro entre el animal y la interioridad del niño deviene en una mirada condescendiente y ligera sobre la sociedad estadounidense y su vínculo con la guerra. Y sus secuelas, que la película emplea para meter en la misma bolsa a los niños discapacitados. Tamaño exabrupto es lisa y llanamente una canallada.
Una ficción verdadera Basada en un hecho real, destaca el valor de la perseverancia. Con un delfín real en el centro de la historia, la muy buena actuación de dos niños, escenas calculadas para emocionar, y un mensaje políticamente correcto, Winter-El delfín entra en el rubro de filmes que se promocionan como “para toda la familia”. En tal sentido, conviene separar las aguas. La película resulta ideal para niños. En cuanto a los adultos, es probable que la disfruten quienes estén dispuestos a no esperar una gran originalidad en el tratamiento de la historia, porque el guión y la realización siguen al pie de la letra el manual de los filmes tiernos, emotivos y con mensaje positivo. Pero, eso sí, yendo por el camino convencional, consiguen un muy buen producto hollywoodense. Filmado en exteriores, en Florida, Estados Unidos, está inspirado en un hecho real, ocurrido en 2005 en: un delfín hembra quedó atrapada en una trampa para cangrejos. Un pescador la rescató en una playa de la Florida. Los biólogos del hospital marino de Clearwater tomaron a su cargo el tratamiento del delfín al que llamaron Winter. No hubo más remedio que amputarle la cola, y esas condiciones era muy poco probable que pudiera volver a nadar, e incluso que siguiera viviendo. Pero gracias a los esfuerzos del personal de Clearwater y la tozudez de un especialista en prótesis para humanos, que construyó para el delfín una cola artificial, en diciembre próximo Winter cumplirá seis años, y en los Estados Unidos, se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la adversidad. Con muy buenas actuaciones, el filme transmite lo que se propone. Nathan Gamble compone a Sawyer Nelson, un niño que se compromete a fondo con la recuperación del delfín, acompañado por otra niña (Cozi Zuehisdorff), la hija de Dr. Clay Haskett (Harry Connick Jr.), el director del hospital marino. Morgan Freeman es el especialista que crea la prótesis para Winter. “Creo que esta película puede servir de inspiración para los niños, sobretodo aquellos que hayan perdido una pierna o un brazo o que no puedan caminar”, declaró Harry Connick Jr., algo que el filme se encarga de subrayar.
Con buenas intenciones no alcanza Winter - El Delfín es un drama que narra la historia de un delfín hembra que es lastimado por unos pescadores y rescatado por un niño y un grupo de biólogos que tienen un hospital para especies marinas. Los expertos deberán tomar la dura decisión de amputarle la aleta caudal como única forma de salvarlo, pero a su vez esto no le asegura una esperanza de vida normal. El niño que lo encontró en la playa tiene una especial conexión con él y resulta un elemento fundamental para recuperar a este animal amputado. En paralelo se van desarrollando otras historias, todas vinculadas con la idea de amputación, de falta, de pérdida. Tanto a nivel físico, como emocional. El dato más insólito de esta película es que está basada en un hecho real, lo que hará que los más incrédulos espectadores deban aceptar la parte más cinematográfica del relato, es decir la capacidad de Winter de abrirse paso a pesar de la adversidad. Como dato de color, el personaje del delfín lo interpreta el mismo delfín que dio origen a la película. Sus dotes actorales no serán analizadas aquí, claro, porque en definitiva se interpreta a sí mismo, lo que no le debe resultar demasiado complicado. La película está dirigida por Charles Martin Smith, director menor de basta experiencia, pero más conocido como actor, en particular por su rol de contador devenido en compañero de Elliot Ness en el film Los intocables. Smith cumple con su oficio, sin brillar pero tampoco sin cometer errores. La principal falencia de Winter - El delfín es su acumulación de momentos para llorar. La denominación exacta serían golpes bajos, pero tampoco la película se arrastra a la total falta de dignidad. Un poco de humor y la simpatía de un elenco por demás importante (Ashley Judd, Morgan Freeman, Harry Connick Jr.) le permiten al film mantener un cierto equilibrio. El equilibrio de no desbarrancarse, pero tampoco de elevarse demasiado. El respeto por la naturaleza pero el respeto por la vida en general, tanto la humana como la de los animales, es una reflexión valiosa que la película expone. Aun así, con sus buenas intenciones y su mirada positiva, no le alcanza para convertirse en una buena película que justifique ir a verla al cine.
Como “Flipper”, pero algo más lacrimógena Desde los tiempos de Flipper, las historias con delfines siempre pagan, sólo que en este film hay una vuelta de tuerca de impensable corrección política: el delfín es discapacitado. Así, un chico triste y solitario está camino al colegio en su bicicleta y descubre junto a un pescador un delfín varado en la playa, atrapado por unas redes. El nene le corta las redes y entabla una curiosa amistad con él, amistad que continúa cuando el delfín es alojado para su difícil cura en un hospital para animales marinos. A cada rato la trama presenta una situación terriblemente lacrimógena que, por suerte, se soluciona bastante bien antes de la siguiente catástrofe emotiva. Hay un atleta, primo del pequeño protagonista, que va al ejército para tratar que le paguen su entrenamiento para las Olimpíadas, sólo para quedar lisiado tras una explosión. Accidente que crea un paralelismo con el delfín Winter, que debe ser amputado de su aleta trasera para seguir manteniéndolo con vida en el acuario. Morgan Freeman, el médico especialista en lisiados y ortopedia del hospital de veteranos, es el encargado de mejorar la vida tanto del atleta como del delfín, creando una rara aleta ortopédica que, lógicamente, en principio el delfín se niega a aceptar. Pero entre risas y lágrimas, y algunas muy lindas imágenes logradas por el director Charles Martin Smith -actor de varios clásicos de los 70 y los 80 como «American Graffiti» y «Los intocables»- todo se soluciona. Obviamente esta «Winter-El delfín» es una película para chicos, pero basada en un historia real -antes de los créditos del final hay imágenes documentales que bien justifican quedarse sentado un poco más en la butaca- que realmente alecciona sobre la relación entre animales y seres humanos. Las buenas actuaciones también ayudan.
El amor como uno de los primeros auxilios No se deje llevar por la primera impresión cuando lea la calificación que le da este comentario al filme. Winter, el delfín, es una buena película, llena de aventuras, humanismo y valores, pero puede afectar la sensibilidad de algunos. Sucede que este largometraje tiene una historia verdadera detrás, que es más grande que cualquier intento de Hollywood, aún el más loable, por representarla en la pantalla. Un delfín real luego llamado Winter fue encontrado en una playa de California, enredado en una trampa para cangrejos. Debieron amputarle la cola, y primero un hospital marino y luego una comunidad entera se comprometieron con su salvamento. Reunieron fondos para pagar el tratamiento y las prótesis necesarias para curar a ese animal que se convirtió en un símbolo especial de la supervivencia. Actualmente existe una página para seguir la vida de Winter en vivo, www.seewinter.com y se relacionan de modo terapéutico con él muchos niños y adultos con capacidades físicas especiales, atletas e inclusive veteranos del ejército norteamericano que perdieron algunos de sus miembros durante la guerra. El relato fílmico dirigido por Charles Martin Smith permite que una parte de la verdad relatada asome sobre la ficción, y entonces hay algunos pasajes emocionalmente fuertes en medio del cuento. De todos modos, y de manera abundante, el protagonista a un niño de alrededor de diez años que participa accidentalmente del salvamento y tras encariñarse con el pez comienza a visitarlo en el hospital, hasta convertirse en uno de los participantes necesarios de su curación. El niño de paso deja de lado la falta de motivación generalizada que lo afectaba en su vida, ocasionada por el abandono paterno y por la pérdida del afecto de un primo que también se aleja de él para enrolarse. Un filme en que los lazos afectivos ocupan un lugar central, ya sea en el trabajo comunitario por el delfín, como en el drama de las personas cuyas vidas son modificadas por la guerra, o en el grupo del hospital marino, donde el cariño derriba las fronteras para convertir a los compañeros en miembros de una familia
VideoComentario (ver link).
Winter, el delfín, es una emotiva película basada en un hecho real que ocurrió hace unos años en el acuario marino de Clearwater, en Florida, Estados Unidos. La historia de esta delfín recorrió el mundo y se convirtió en todo un ejemplo de perseverancia e inspiración especialmente por la manera en que superó su rehabilitación luego de perder su cola a raíz de un accidente. El film fue dirigido por Charles Martin Smith, un actor muy conocido (aunque su nombre no te suene en el acto), quien en el pasado se destacó en clásicos del cine como American Graffiti, de George Lucas y Los Intocables (era el contador del grupo de Eliot Ness), de Brian De Palma, entre tantos otros filmes. Su trabajo en esta película es genial porque la trama está muy bien contada y logró encontrar la sensibilidad exacta para llegar al corazón del espectador, sin la necesidad de exagerar con golpes bajos o escenas melodramáticas. Tampoco cayó en los clichés de las películas con animales de Hollywood, onda Liberen a Willy, y eso es un plus que tiene esta propuesta, porque desde su narración es muy honesta y brinda un gran mensaje positivo. Si bien a los hechos le agregaron una estructura dramática para contar esta historia desde la ficción, el trabajó de Smith se concentró en describir la experiencias que vivió Winter en el acuario y el grupo de personas que le salvó la vida. El director eligió como protagonistas a dos niños muy espontáneos que no contaban con grandes experiencias en el cine, como Nathan Gamble y Cozi Zuehlsdorff y los rodeó de veteranos que tienen muy buenos momentos a lo largo del film. Especialmente Morgan Freeman y Harry Connick Jr. De todas las producciones que se hicieron con animales en el último tiempo la historia de esta delfín es claramente una de las más logradas, ya que lidia con temáticas serias, como las discapacidades físicas, y se encarga de expresar un mensaje positivo al respecto. Winter es una gran película familiar que merece su recomendación.
¡Una que miremos todos! Basada en la historia real y protagonizada por sí mismo, Winter narra una historia para todos y deja una enseñanza de vida, el jueves para toda la familia. Su título original Dolphin Tale, nos refiere al cuento de un delfín, sólo que Winter no es cualquier cetáceo sino uno que ha sufrido la amputación de su cola lo que supone al menos una imposibilidad para nadar y por ende para vivir. El film de Charles Martin Smith se basa en una historia real y en la belleza del mundo marino y la de estos sutiles, bellos, inteligentes y amigables animales unido a un reparto en el que niños y adultos hacen muy bien su trabajo. En el caso de los adultos Ashley Judd, Morgan Freeman y el legendario Kris Kristofferson y los bellos Ray McKinnon y Nathan Gamble, sumando a esa gran actriz que es Frances Sternhagen y entre los niños esas preciosas criaturas llamadas Nathan Gamble y Cozy Zuehlsdorff. Winter quedará atrapada (es una hembra) en una red caza cangrejos y eso dañará severamente su cola, de este modo y con pocas posibilidades de recuperación será ingresada en la Clearwater Marine Hospital donde le serán prodigados los cuidados y curaciones pero nada es tan fácil ni color de rosa y el daño deberá ser solucionado ideando una prótesis que suplante la cola, aquí es donde Freeman entra a jugar su papel de héroe de la historia acompañando a médicos veterinarios, un biólogo marino y la Fe que es en definitiva lo que cambia las vidas de varios protagonistas de la película. El tema de las capacidades diferentes y las amputaciones que sufren los sujetos en los avatares de la vida se amalgama así, sin bajezas ni golpes de efecto a la historia del animal emblemático de los niños (¿quién no recuerda a Flipper?) para mostrar no sólo cómo la ambición del hombre daña de modo constante y muchas veces irreversible a una naturaleza concebida para sostener su propio equilibrio sin la maliciosa intervención del sujeto sino que, logra cierta epifanía que permite ver al fin del pasillo una luz que nos muestra que es posible cambiar. Un delfín no sobrevive sin nadar, los sujetos no sobrevivimos sin esperanza, apenas vegetamos. ¿Cómo se logra? He aquí la cuestión… Hermosa música y una gran dirección de fotografía que logra captar ese mundo azul en dónde Winter debe vivir, completan la recomendación de este film. Para toda la familia, con bellas imágenes, Winter, el delfín nos aleja por un rato del tormento de los trasnformers, narcotraficantes, comedias amorosas previsibles y del apocalipsis diario que causa muchas amputaciones mentales. Al fin una para que veamos todos.
Basada en una historia real que relata la manera en la que un delfin hembra llamado “Winter” (“Invierno” en inglés), como explica una de las protagonistas en una linea confusa, es rescatada luego de caer en una trampa para cangrejos. Por la cual su cola permaneció demasiado tiempo sin circulación, cuestión que ocasionó la terrible decisión de ser amputada. El delfín utilizado en el film es el real, también se utiliza algún delfín mecánico y por supuesto a todo esto se suma animación (en parte para la seguridad del animal); lo secunda un niño que logra una conexión increíble con el mamífero acuático. El film busca atraer la atención del público al presentar figuras como Morgan Freeman, el cantante Harry Connick Jr. y Ashley Judd. Sin embargo a pesar de las estrellas, el film calificado para toda la familia, es demasiado simple; puede resultar entretenido para los menores pero carece de guiño alguno para adultos. Los diálogos del pecoso Nathan Gamble son un suplicio y el espectador espera con ansias la aparición del Dr. McCarthy, especialista en prótesis , interpretado por Morgan Freeman, quien le brinda un poco de oxígeno al elenco. No hay mucho más que pueda agregarse en esta repetición de fórmula sobre relación de un niño con problemas para expresar sus sentimientos luego de ser abandonado por su padre. Gracias al delfín, fortalece el vínculo con los adultos y crea nuevas amistades. Con reminiscencias al film Liberen a Willy (1993) del cual, Karen Janszen es también una de las guionistas. Al film le resulta difícil escapar de la estricta moral estadounidense. Mientras que el relato nos muestra la rehabilitación final del mamífero, esta edulcorada situación contrasta con la de un campeón estatal de nado que sufre un accidente. La dirección recae en Charles Martin Smith quien reutiliza la fórmula de generar un lazo entre un niño y un animal, cayendo en golpes bajos, estereotipos y lugares comunes; elementos que terminan conjugándose en esta olvidable experiencia.
Basada en la historia real de una delfín hembra con problemas motrices, y protagonizado por ella misma, Winter - el delfín entrega un grato y emotivo momento fílmico, Este animal es una celebridad en Estados Unidos, no sólo por la epopeya que sufrió en su vida, sino por haber servido y servir actualmente de permanente inspiración para niños y adultos discapacitados, que van a ver a ella y su cola prostética como un aliciente para seguir adelante en sus vidas. Era una joven delfin cuando perdió su cola en una trampa para cangrejos, pero su vínculo con un niño de 11 años, que la libera y la atiende, y un grupo de especialistas que la rescata en la costa, será vital para una recuperación y rehabilitación que jamás antes se había intentado con éxito. Esta temática de hondas implicancias psicológicas y vivenciales está plasmada en el film de manera sencilla y sin melodramatismos innecesarios. El realizador y ex actor Charles Martin Smith aprovecha todos los recursos visuales y emocionales que tiene a su alcance, pero privilegiando una trama cuyas alternativas pueden ser muy estimulantes para el público infantil. Si bien las copias están dobladas, aún así se pueden apreciar convincentes labores del gran Morgan Freeman como el Dr. creador de la prótesis, Harry Connick Jr., Ashley Judd y el niño revelación Nathan Gamble.
Chico encuentra delfín que perdió su cola y trata de salvarle la vida. Cuando alguien se encuentra con una película “de fórmula” tan evidente, puede hacer dos cosas: o rechazarla de plano o tratar de dejarse llevar. Sin ser una maravilla, en este caso conviene lo segundo. Más allá de la insoportable bondad de Morgan Freeman, la historia del chico y el bicho resulta emotiva sin golpes bajos, narrada ágilmente y con imágenes en ocasiones muy bellas. Importa menos lo aleccionador que el cuento en sí, lo que es para agradecer.
Basada en la historia real de Winter (durante los créditos finales se ven imágenes de archivo que grafican la recuperación real del animal y cómo este fue de ayuda para el tratamiento de niños que carecen de alguno de sus miembros) esta cinta apuntada al público familiar jamás cae en el melodrama clásico ni simplista. Es una puesta al día y una versión contemporánea de lo que “Liberen a Willy” significó para una generación de chicos allá por los años noventa. El sólido elenco -que incluye a Harry Connick Jr., Ashley Judd, Morgan Freeman y los pequeños Nathan Gamble y Cozi Zuehlsdorff-, jamás se sale de tono y logra entregar un relato sensible, tierno y con un sentido mensaje de autosuperación.
Aunque efectista la película es esperanzadora. Más si se trata de una filme basado en una historia real inspirada en la estrecha relación de un niño y un delfín. Es casi una remake de la vieja serie Flipper, de los años 60. Los protagonistas son, además del fiel amigo de los océanos, dos niños que se unen en un fin común: salvar un hospital marino. En un papel secundario pero fundamental Morgan Freedan, haciendo de un médico loco pero posibilitador. La película tiene momentos de fuerte dramatismo pero al mismo tiempo de gran expectativa, donde aparece la esperanza _ siempre a la manera americana_ donde el espectador podrá emocionarse con este vínculo tan especial de los hombres, los animales y la naturaleza.
Inscripta como “para toda la familia”, se estrenó este jueves “Winter, el delfín”. La verdad es que estructuralmente el guión cumple con todas las pautas habituales de éste tipo de producciones. Por caso, las películas con animales tiernos casi siempre funcionaron bien. Desde aquella Lassie en “La cadena invisible” (1943), protagonizada por Elizabeth Taylor y Roddy McDowall, pasando por la saga de Benji iniciada en 1974. Por lo general son los chicos y el animal en cuestión los que muestran el costado frágil dentro del mundo de los adultos. En éste caso, también está la famosa y condicionante fracesita, “basada en hechos reales”. Un delfín (Winter) aparece un día en una playa traído por la corriente marina, muy lastimado luego de enredarse con una trampa para cangrejos. Es descubierto por Sawyer (Nathan Gamble), un chico tímido y con cierta carencia afectiva, que comienza a interesarse por la suerte del cetáceo. Así conoce a la gente del Hospital de Animales Marinos, quienes se debaten por la continuidad del instituto, entidad que está enfrentando serios problemas económicos. Sawyer hace un tándem con Hazel (Cozi Zuehldorff), su nueva amiguita, hija de Clay (Harry Conick Jr.) que como médico hará lo posible para seguir adelante pero denotando siempre una impronta derrotista. Convocado por Sawyer llegará el tozudo Dr. McCarthy (Morgan Freeman), quien diseña prótesis para los soldados que vuelven de la guerra. El bueno de Morgan pondrá su sapiencia como actor para traer tranquilidad al elenco y una cola nueva para Winter ya que la suya original fue amputada para salvarle la vida. Charles Martin Smith es en realidad más conocido por algún sólido trabajo actoral (“Los Intocables”, 1987), que por su trabajo como director; pero como hombre de Hollywood conoce el paño en el que juega. Lleva adelante el guión de Karen Janszen y Noam Dormi en forma solvente. Sin arriesgar nada porque sabe a qué público va dirigida esta producción. También cumple con la coordinación de los rubros técnicos, aunque la secuencia inicial de los títulos evidencia algunas computadoras de menos de las necesarias en el presupuesto. De todos modos no hace a la cuestión. Mark Isham sigue siendo un virtuoso compositor de bandas de sonido, mientras que la compaginación de Harvey Rosenstock suma el ritmo que impone una historia predecible y agradable a la vez. Quedará el mensaje bien instalado. Esto de reponerse ante una situación que se presenta imposible de resolver. Una intención muy noble y de simple decodificación para los más chicos. En este sentido, llevarlos a ver Winter es una buena opción. Para separar la paja del trigo hago este punto y aparte. El documental ganador del Oscar el año pasado fue “The Cove” (la ensenada). Al principio de esta película se explica claramente que los delfines y demás animales “animadores” de los espectáculos tipo Mundo Marino sufren un tremendo stress al verse rodeado del sonido y el bullicio generados por el público. En el caso de los delfines, se potencia por el tipo de frecuencia sonora con la que se comunican. Con esto demostrado, cuesta ver películas que involucran delfines y eventualmente cualquier animal no doméstico. Winter es un delfín que tuvo que “actuar” algunas escenas en las que aparece para contar su propia historia. Por ende ha sido dirigido por profesionales, tal cual sucede en cada función de Sea World. Permítame poner en duda esta vez la leyenda de los créditos finales que indica que ningún animal fue dañado.
El día del delfín Cuenta la historia real de Winter, un delfín que sufre heridas a causa de enredarse con una red de pescar cangrejos y es rescatado por un grupo de protectores de animales marinos y llevado a un acuario. Pero en la escena justo estaba Sawyer (Nathan Gamble). Un jovencito algo alborotado y poco aplicado en el colegio, que se entusiasma con el delfín tanto que hasta que se escapa de su casa y de las clases para ayudar en el cuidado de animal. Pero luego de que su madre descubriera esto, la misma ve el tremendo interés de su hijo por Winter y lo autoriza a ir al acuario. Las graves heridas sufridas en la cola del delfín no logran curarse y los cuidadores no ven otra opción para salvarle la vida que cortársela. Sorprendentemente el animal, logra recuperarse y nadar sin su cola moviendo el resto de su cuerpo hacia los costados como si fuera una serpiente marina. Pero esto afecta su espina dorsal pudiéndole provocar una parálisis fatal, ya que los delfines están hechos por la naturaleza para mover su columna de arriba hacia abajo y viceversa y no hacia los costados. Entonces a Sawyer se le ocurre la alocada idea de ponerle al animal una “cola ortopédica” como lo hacen con los heridos humanos cuando se lesionan sus miembros, inesperadamente su locura es secundada por el doctor Cameron McCarthy (Morgan Freeman) y empieza a probar distintas prótesis pero obviamente no será fácil ni encontrar el material adecuado ni que Winter acepte tener una “cola falsa” Emotiva, con excelente calidad de imágenes, cuidada, logra a la perfección transmitir el mensaje que pretende, excelente para ir a verla con los niños y no tan niños, una película para disfrutar y emocionarse en familia.
La historia está muy bien narrada ya que atrapa desde el comienzo y conmueve sin caer en dramones innecesarios. El hecho de que la misma Winter trabaje y que en el sitio web de ella se haga referencia a la película, hace que el espectador pueda creer más en lo que se cuenta, pues es bien sabido que en Hollywood les encanta...
Cursilería Acuática Dolphin Tale es un largometraje familiar de bajo presupuesto (37 Millones se considera un gasto bajo para un film de este tipo) que lamentablemente se percibe como tal, produciendo esa sensación de estar viendo una de esas pelis para la TV que pasan en Disney Channel a las 15 hs de un jueves, cuando no hay nadie viendo, como para rellenar la programación. Quizás soy un poco duro, pero la verdad es que me aburrí bastante con Winter (pobre, el animalito no tiene la culpa) y hasta hubo momentos en que me sentí empalagado de tanta cursilería berreta. Dirige el californiano Charles Martin Smith (¿alguien conoce un nombre más yanqui que ese? jaja) que anteriormente estuvo a cargo de algunas basuras como "Air Bud" y "Comando de Alto Riesgo". La verdad es que ha tenido mucha más suerte en su carrera como actor, ya que según IMDB, participó en 84 títulos que incluyen a "Los Intocables", "Los Lobos No Lloran" y varias series conocidas de TV. Como director de cine... parece gustar de este tipo de historias sentimentalonas que resultan ser un bodrio tanto para los adultos como para los niños. Protagonizan el film, una nena y un nene de unos 10 años que se hacen amigos e impulsan toda una movida para salvarle la vida a Winter, un delfín que perdió gran parte de su cola al quedar atrapado en redes de pescadores. Con la ayuda de algunos doctores y sus familias, consiguen que se fabrique una prótesis especial para que Winter pueda seguir nadando y no pierda su vida. Eso es todo... entiendo que la historia real es algo peculiar y esperanzadora, pero no creo que eso baste para hacer un película de 113 minutos... con un buen video motivador de 10 minutos viralizado en You Tube habría bastado para hacer conocida la historia a nivel mundial y no matar del embole al espectador que paga una entrada al cine. Otro problema que presenta esta cinta familiar, es la interpretación de los 2 niños protagonistas, que tienen muy poco carisma y son de lo más cursi que he visto en años. Esto seguramente es culpa del director que parece no saber en que tiempos vivimos, y que los niños de ahora son muchos más despiertos y picantes que el estereotipo que decidió poner en pantalla. Participan también los actores Morgan Freeman (Dr. McCarthy), Ashley Judd (Lorraine Nelson) y Harry Connick Jr. (Dr. Clay), 3 famosos veteranos del cine que quedan deslucidos y desaprovechados. Hay muchos aspectos flojos para resaltar, pero me parece que ya dejé más o menos clara la idea. Es cursi, es aburrida, todos son divinos y se quieren un montón... quizás en otro mundo funcionaría una película así, pero en el nuestro, ver este tipo de historias sin nudos o tramas turbulentas, resulta bastante tedioso e insoportable.