La mutación comienza La escena inicial les parecerá familiar a los conocedores de la saga. La primera película de "X-Men" mostraba al niño Erik clamando por su madre, de quien lo habían separado los soldados nazis. La ira provocó que el muchacho destará su poder y doblara las rejas del campo de concentración. Sólo cuando un soldado le pegó un culatazo en la cabeza cesó en su acción. Hasta ahí habíamos visto. Ahora la escena continúa, nos enteramos que pasó con Erik, se nos presenta la oportunidad de comprender más profundamente el por qué de su posterior comportamiento. Mientras tanto encontramos al joven Charles Xavier, brillante científico que usa su teoría de la mutación para levantar minas. No iremos más allá en el argumento. Es obvio que las vidas de Xavier y Erik se cruzan, que conocen a otros mutantes y juntos deberán luchar contra un enemigo común. Lo interesante de este filme es como consiguen los guionistas incorporar a los personajes de Marvel en un mundo real y reconocible. Así como Erik padeció el régimen nazi, veinte años después los mutantes se ven involucrados en la crisis de los misiles, plena guerra fría. Es gracias a estos aspectos que Marvel ha ganado terreno, sus criaturas provocan empatía a través de situaciones humanas, en lugares y situaciones que nos son familiares. X-Men plantea dilemas morales y éticos. Erik, ya Magneto, no es un simple villano que adora hacer el mal por el mal mismo. Lejos está de semejante simpleza. Es un sujeto que no cree en la especie humana por haber conocido su peor rostro. ¿Quién puede culparlo? Lleva los números tatuados en el brazo y la imagen de su madre asesinada a sangre a fría grabada en su mente. Pero no lucha Magneto por vengar a los judíos sino a su raza mutante, metáfora que aglutina a todos los segregados por la especie dominante. Por su parte, Xavier sí cree en el potencial del ser humano para construir a partir de la bondad y la solidaridad, aunque la realidad lo sacuda y sienta, por un instante, que Magneto tiene razón. Nada es tan lineal en esta película; teniendo en cuenta que se trata de un simple entretenimiento, plantea cuestiones que muchas películas "serias" no alcanzan a abarcar. Si le sumamos que es entretenida, con buenas dosis de acción y buenas actuaciones, especialmente en roles secundarios cubiertos por actores como Oliver Platt, Michael Ironside y Rade Serbedzija. Lamentablemente la producción trastabilla de manera fatal, comete una torpeza que en los tiempos que corren es imperdonable. Como es habitual en el cine, cuando un nazi huye lo hace rumbo a Argentina. Esta vez, a Villa Gesell, para ser más precisos. Risa provocará a los espectadores ver que la toma aérea no muestra playas y mar, sino montañas y lagos. Algo que con solo clickear en Google Earth se hubiera evitado.
Nada, no pasó nada ¿Viste la primera? Bueno, es lo mismo pero peor. Ok, voy a ampliar, orden de "arriba", aunque estoy seguro que con eso alcanzaba. Les voy a contar una anécdota narrada por Jorge Guinzburg. El petiso contó una vez que el gran Pepe Iglesias "El Zorro" siempre le decía en relación a alguna situación cómica: "Si, está bien, esto es gracioso, pero no es insólito, vos tenés que buscar cosas que sean insólitas"; y un día, recordaba Jorge, Pepe vió un material y le dijo "¿Ves? esto es insólito", entonces Guinzburg dijo "uy, qué bueno", a lo que Iglesias remató "Pero no es gracioso". La trama de "¿Qué pasó Ayer? 2" está estructurada de idéntica manera a la anterior. En la primera parte los protagonistas tenían una mínima química, generada por la novedad, aunque la propuesta no era novedosa en sí misma. En esta segunda parte la química es inexistente, los actores repiten sus personajes pero sin conectar en ningún momento. Galifianakis hace al mismo infradotado pero esta vez sin gracia. Toda la película está a la deriva y queda claro casi desde el principio que va a terminar mal. O sea, aburriendo. Sí, aburre. Hay un punto en el que los guionistas se extravían, pierden el rumbo y confunden osadía con exabrupto. Por momentos el filme es ofensivo, pero no el sentido que podría serlo "Torrente", por ejemplo. El ejemplo vale porque mientras Santiago Segura con "Torrente" es capaz de la mayor guarrada, sabe manejar el tono, la intención. En ese sentido el director Todd Phillips se comporta como un pendejo que aprendió a decir un par de guarradas y las lanza sin ton ni son ni gracia. No vamos a explayarnos sobre el discurso nefasto de una producción que presenta una oda al descontrol que sólo puede venir de una sociedad reventada a la que no le alcanza con destruirse a sí misma, sino que busca incansablemente destruir a otros. Hasta con películas como esta.
Woody´s greatest hits Esta película es anterior a la estrenada hace unos meses "Conocerás al Hombre de tus Sueños". Cosas de la distribución tardía, al menos podemos disfrutar del mejor Woody en años. Porque cuando empezábamos a acostumbrarnos a sus filmes europeos, en los que reconocemos que Inglaterra y España le sentaron muy bien, de pronto el genio de Manhattan nos lleva de nuevo a su adorada Nueva York. Desde el inicio, con los clásicos títulos sobre fondo negro, al escuchar a Groucho Marx cantar su "Hello, I Must be Going", Woody nos predispone a disfrutar de un rato de risas y reflexión. Esta vez eligió a su alter ego más perfecto: el actor Larry David, quien consigue emular a Allen como nadie. Nos preguntamos por qué decidió no estar adelante de cámaras, pero la elección no podía haber sido más perfecta. David compone a Boris, un nihilista absoluto, incapaz de confiar en la raza humana, despechado por haber sido "casi" premio nobel de física. De entrada nos tira en la cara su opinión sobre la sociedad y las relaciones humanas. Pero como suele suceder, sus convicciones son puestas a prueba cuando una jovencita se aparece en su vida. Los conocedores de la obra de Allen encontrarán en Boris algo del Frederick que Max Von Sydow compuso en "Hannah y sus Hermanas", con algo del Mickey que Allen encarnó para el mismo filme. La relación entre un hombre mayor y una jovencita, casi "lolita", tampoco resultará extraño, ya que también es una constante en la filmografía de Woody, como sus chistes sobre religión, política y la sociedad en general. Corrosivo como hacía tiempo no le veíamos, en este filme hallaremos casi sin esfuerzo una buena cantidad de gags y situaciones a la altura de muchos de sus buenos viejos filmes. Como es costumbre, en el reparto se lucen actores que aceptan un pequeño papel sólo por estar en una de Woody Allen, así vemos a Michael McKean, creador y protagonista de la ya legendaria "This is Spinal Tap", o al ascendente Henry Cavill, a quien pronto veremos lucir las calzas de Superman. El título hacer referencia a que si algo funciona, está ok. Y está claro que Woody lo tuvo claro al hacer esta película. Hizo lo que mejor sabe hacer, y le salió bien.
Pasen a ver el circo El director Francis Lawrence, responsable de la desafortunada remake de "Soy Leyenda", se reivindica esta vez al contarnos un cuentito con todos los ingredientes que gustan al gran público sin necesidad de insultar su inteligencia. Nos presenta a Robert Pattinson, quien tiene color en su cara y hasta es capaz de hacer gestos, cosa que en la saga "Crepúsculo" tiene vedado. El muchacho interpreta aquí a Jacob, un joven que está a punto de recibirse de veterinario, pero a quien un hecho trágico le tuerce su destino y lo empuja a buscar otros caminos. Es cuando tras mucho andar, al ver pasar un tren decide subirse a él, cambiando definitivamente su vida. Es el tren de uno de los pocos circos que siguen funcionando. La acción transcurre a comienzos de la década del treinta, plena depresión en los EE.UU., época en la que la población necesitaba distraerse pero no tenía mucho dinero para invertir en pasatiempos. El circo es regenteado por el temible August, rol que como ya es costumbre cumple a la perfección el austríaco Christoph Waltz. August maneja al personal con mano de hierro; despiadado, cruel y celoso de su joven mujer Marlena (Reese Witherspoon) no duda en sacrificar lo que sea y a quien sea por el bien de la empresa. Como ya habrán adivinado, el conflicto central será el enamoramiento entre Jacob y Marlena. La reacción de August y sus consecuencias, y en el medio una elefanta, el último recurso del circo para atraer espectadores. Lo que es realmente destacable de este filme es su elenco, los personajes secundarios son realmente interesantes y el director sabe sacar provecho de ello. La ambientación es excelente, con buen nivel de producción y si bien la propuesta es algo pretenciosa para lo que Lawrence es capaz, este consigue salir airoso en la mayor parte del filme. Por momentos emotiva, especialmente en el inicio y final, sirve esta película para homenajear al ámbito donde todo inició, un mundo lleno de privaciones y sacrificios, donde personajes como August realmente existieron, y de alguna forma, aunque no sirva como justificación, su dureza se basaba en lo impiadoso del ambiente.
Para no verte, mejor Tomen algo de "La Aldea" de Shyamalan, bastante del clásico "El Hombre Lobo", una pizca del cuento de Caperucita Roja y mezclen todo con el romanticismo berreta de "Crepúsculo" que impone la directora de la primera entrega de la historia de los vampiros, ahora dedicada a impregnar con el mismo tono esta versión muy libre del clásico infantil. La protagonista ya no es una niña, sino una mujercita con las hormonas a tope enamorada de un muchacho de la aldea. Pero su madre tiene otro plan para ella, casarla con el hijo de un hombre con una mejor posición económica. Mientras tanto un licántropo azota la villa y los lugareños ya no saben como enfrentarlo. Cierto día llega a la aldea el Padre Salomon, interpretado por un Gary Oldman con piloto automático, sujeto especialista en la captura y matanza de hombres lobo que impone restricciones en el lugar. El pastiche anodino que es esta película sólo nos impone advertir sobre su falta de sustancia, monotonía y vulgaridad en el relato. El marketing y las necesidades adolescentes harán lo suyo para llevar público al cine, mientras nosotros les recomendamos que aprovechen su tiempo en ver algo mejor. Nuestra calificación: Esta película no justifica el valor de una entrada.
Curando las heridas Sutil. Así es este filme. Pasa como una brisa amable, pero en ese paso mueve, alborota sensaciones. Ana Katz no gusta de las estridencias y deja que el buen guión y sus notables actores hagan lo suyo mientras ella casi, casi que los espía. Luis (Arturo Puig) vive en un country con su familia. Médico, de buen pasar económico, pasa el verano jugando al golf. Durante una partida sucede algo inesperado, se cae en un pozo. Un pozo en medio del field. No es un hecho aislado, otros vecinos sufrieron una caída como consecuencia del accionar de un vándalo al que infructuosamente intentan descubrir. A Luis se lo ve siempre tenso, amargado, nunca una sonrisa. Sufre el calor porque a su esposa le hace mal el aire acondicionado, y encima tiene un brazo enyesado por haber caído al pozo. Luis se obsesiona y se pone a buscar al responsable. Juan (Guillermo Francella) vive en Misiones, está desocupado y de pronto descubre que no puede leer. No se trata de un problema de visión, sino de comprensión, no es capaz de leer. Por eso viaja a Buenos Aires, para buscar ayuda médica. Juan y Luis son hermanos, pero hace años que no se hablan. Delfina (Rita Cortese) es hermana de ambos y ayuda a Juan durante su estadía en la ciudad. También intentará que los hermanos se encuentren. La historia va mostrando detalles de cada personaje, los va dotando de mayor carnadura. Juan y sus cassettes, que guardan su pasado radiofónico. Luis y su vacío. Francella dio un giro a su carrera en la producción mexicana "Rudo y Cursi", y lo reafirmó en "El Secreto de sus Ojos". Tuvo, al fin, la chance de demostrar que puede tocar otras notas, entregarse a un director que lo contenga y sepa llevarlo. Ana Katz consigue que el actor diga todo con una mirada, un gesto mínimo. Ese que sólo los cómicos consiguen, una mirada que logra emocionar, una actitud corporal que no necesita ser acompañada por palabras. Pero para ser justos, lo que sorprende en "Los Marziano" es la actuación de Arturo Puig, un actor que también merecía una oportunidad en el cine y que con este rol supo sacarle todo el provecho. Su Luis es de una introspección intimidante. Durante todo el filme muestra una actitud tan hosca como convincente que gracias a la escena final adquiere una dimensión mayor. El final. Simplemente sucede, y aunque por un instante parezca abrupto, no tardará el espectador en comprender y aceptar que no hacía falta más. Que, como en la vida, con un gesto a veces basta.
Pájaros volando Un guacamayo azul es capturado por una mafia dedicada al tráfico de animales y acaba en una casa de Minessota, al cuidado de una niña que lo halló en la calle. El pájaro acompaña a la chica en su crecimiento hasta que un científico va en busca del animal, el último macho de su especie, para que se apareé con la última hembra de su especie. Pero la mafia vuelve a entrar en acción y roba los dos pájaros. Pero la pareja de guacamayos logra escapar, y es cuando ella se entera que él no sabe volar. Años de vida como mascota ahora le impiden desarrollar sus instintos naturales. El vuelo de los pájaros y sus movimientos se lucen con el 3D, al igual que los escenarios realistas presentados como fondo. Los personajes, más caricaturescos, son simpáticos aunque algunos en sus acciones nos resulten muy similares a las de otros, en otros filmes. En realidad, la estructura de la película responde a un canon utilizado por varias producciones en los últimos años, que si bien le resta originalidad no le quita ni una pizca de diversión.
Mami! Mami...?! Tortuosa fábula de la factoría Disney que insiste en trabajar la culpa de los más pequeños. Esta vez le toca a un niño llamado Milo que se dedica a vivir su infancia a pleno, desobedeciendo a su madre, como corresponde, y permitiéndose ser todo lo desprolijo que la impunidad de su edad le habilita. Una noche Milo le espeta a su madre una frase desafortunada pero común en los pequeños, que como todos sabemos son seres desalmados en esencia. Con la culpa carcomiéndolo, Milo se levanta en mitad de la noche para pedirle disculpas a su progenitora, pero grande es su sorpresa al ver que unos extraterrestres la secuestran y sin dudarlo va en su ayuda. Los dos terminan a bordo de una nave que los lleva a Marte. A partir de allí Milo iniciará la aventura de su vida al intentar rescatar a su madre de una muerte segura. La animación está hecha mediante el sistema de captura de movimientos, como en "El Expreso Polar", pero el dibujo de los personajes terrestres busca ser hiper-realista, lo que nos lleva a preguntarnos ¿por qué no usaron actores en lugar de dibujos?. Bien podrían haber interactuado con los dibujos y los fondos digitales, pero en cambio decidieron apostar a un método incapaz de transmitir emoción alguna. El 3D no aporta demasiado, apenas sirve para dar más profundidad a las imágenes, algo que con pericia se puede lograr sin tener que apelar al artilugio de moda. La trama es obvia, sin gracia y abundante en golpes bajos; aunque los chicos, que no hilan tan fino, pueden entretenerse un rato con este chicle visual nada nutritivo.
Viejos son los trapos El calor pega fuerte en Roma a mediados de agosto. Es cuando se celebran las fiestas de verano y todos salen de viaje. Menos Gianni que se queda con su madre. Él es un cincuentón soltero y desocupado dedicado a las tareas del hogar y al cuidado de su anciana progenitora. La relación entre ellos es amorosa, se acompañan mutuamente. Sin embargo los problemas económicos les agobian y el consorcio del edificio donde viven reclama pagos atrasados. En una de las visitas que el administrador le hace a Gianni para ver el estado de las cuentas aquel le pide un favor muy especial a cambio de rebajar en algo la deuda. dado que va salir con motivo de las fiestas necesita de alguien que cuide a su madre. Gianni acepta y al otro día recibe a la madre del administrador que viene con yapa, la tía. De un día para el otro Gianni tiene a tres mujeres mayores de setenta viviendo con él y por quienes debe velar. Pero no quedará ahí la cosa. El médico amigo de la familia también debe viajar y sí, también le pide a Gianni que cuide de su madre. Una mujer que toma varias pastillas por día y debe seguir unaestricta dieta. Gianni tiene ahora a cuatro mujeres mayores a su cargo, en principio por un par de días. Se enfrenta al problema de los gastos y la ruptura de su rutina, todo en medio de una ciudad desierta y calurosa. El protagonista es además guionista y director de esta película en la que actúa con su propio nombre, como el resto de los personajes. Elige un tono medido, afable, sin estridencias. Se toma su tiempo para cada escena, en la construcción de cada plano parece poner la misma dedicación que su personaje pone en la atención de las mujeres. Se trata de un relato breve, simple, en el que podemos reconocernos y a través del cual se muestra que tan necesaria es la interacción entre esos viejos que acaban abandonados, destinados a una reclusión involuntaria por parte de sus hijos. Es una comedia ligera, de esas que reconfortan sin segundas intenciones. Para pasarla bien; si es en familia, mejor.
El eternauta de al lado Interesante apuesta a un género a menudo tomado a la ligera, encarado por muchos con aires de estudiantina. Pero no es el caso de Nicolás Goldbart que consigue unir varias ideas ya conocidas con solvencia y desparpajo. Como sucede en la española "REC", un edificio es clausurado con sus habitantes dentro, en este caso debido a un virus mortal que azota al planeta. La trama se centra entonces en los pocos vecinos del edificio recién estrenado, donde no tardan en aflorar desconfianzas y recelos. Una pareja formada por Coco (Daniel Hendler) y Pipi (Jazmín Stuart) toman el centro de la narración. Él: un individualista, egoísta e inmaduro. Ella: embarazada de siete meses, ajena de todo lo que sucede, ocupada en retar constantemente a su marido. Cuando el edificio es declarado en cuarentena es Horacio (Yayo), el vecino de Coco, quien mejor se pertrecha. Máscara antigas, traje aislante, víveres para años. Su personalidad paranoica lo preparó para este momento. Y quiere compartirlo con Coco, a quien le da un traje y hasta un arma. Es que la cosa se va a poner fea. Especialmente cuando Zanutto (Federico Luppi), un amable anciano, muestre su verdadera cara. Lo mejor que "Fase 7" tiene para ofrecer es su desenfado, que no va en detrimento a la seriedad con que se encaró el proyecto. El resultado es bueno en general, con mucho humor y buen ritmo cinematográfico aunque el final parezca algo tirado de los pelos, poco elaborado. Se destacan las actuaciones de Luppi, quien con poco hace mucho, y la de Yayo que aprovecha la oportunidad para sacarle el jugo a los momentos más desopilantes y demostrar de paso, como Aráoz en el "El Hombre de al Lado", que hay un actor capaz de abordar otros matices, más allá de su cómica labor televisiva. Bizarro no es un término que utilizaríamos para "Fase 7", no intenta ser extraño, raro ni estrambótico. Intenta abordar un género, en este caso el de la ciencia ficción, ni más ni menos. Algo que al cine argentino le hace bien y puede abrirle nuevos y buenos horizontes en el camino para volver a ser una industria.