Un hombre tímido fuera de los escenarios se transforma cuando asume la personalidad de un payaso. Sobre esta base, los directores Chico Gomes, Julio Hey, Luiza Villaca, Pedro Moscalcoff y Luiz Villaca construyeron una historia que recorre, de la mano de ese hombre que intenta homenajear a su socio y amigo fallecido, el proceso de realización de una versión circense de Il Pagliacci. Con gran ternura y sobriedad, este documental brasileño muestra la construcción del espectáculo desde los primeros ensayos hasta su montaje final y su estreno, deteniéndose en la profesión de payaso, tan antigua como la humanidad, y la importancia de los circos en la vida cultural de las ciudades.
Toco, un anciano y solitario montañés, vive en una desvencijada casa que se levanta en la inmensidad de un valle nevado. Su tarea es cuidar a sus animales hasta que un día, y durante una de sus travesías, halla a un hombre desvanecido tirado a la vera de un camino. Preocupado por tan extraño hallazgo, lo lleva hasta su morada y allí ese el desconocido, que responde al nombre de Vicente, comenzará a vivir una serie un deslumbramiento con los trineos y con la destreza que Toco posee para enseñar a sus perros a deslizarse por esa amplia planicie blanca. Vicente, de quien poco a nada se conoce de su vida, desea que el anciano le enseñe a manejar los trineos y en medio de esa convivencia aparece un individuo interesado en comprar la propiedad de Tosco. Este se niega a ese pedido y comenzarán así una serie de violentas situaciones que pondrán en riesgo la amistad ya sembrada entre Toco y Vicente. El director Alex Tossenberger logró concebir una historia que oscila entre el misterio y el suspenso hasta llegar a un final inesperado. Gastón Pauls, José Luis Gioia y Víctor Laplace aportar credibilidad a sus respectivos personajes, mientras que la sobresaliente fotografía recorre las geografías de Ushuaia y Tierra del Fuego, que sirvieron para narrar un entramado, por momentos algo confuso que habla de amistad y de secretos.
Sol, una niña de nueve años, es enviada por su madre tras la separación de su marido a la casa de campo de unos parientes lejanos para trabajar durante el verano. La pequeña, tímida y retraída, se verá así inmersa en un micromundo en el que la naturaleza y su relación con quien es ahora su inesperada familia comenzarán a descubrirle un mágico espacio en el que todo es para ella bello e intrigante. En ese ámbito, Sol (excelente trabajo de Thor Kristjansoon) conoce a Jon, un joven campesino que desea convertirse en escritor, aunque su carácter choca con el de la muchacha, y así los dos recorrerán esos campos en los que el ganado y los caballos constituyen el cotidiano interés de los habitantes de ese pueblo levantado entre montañas que tocan el cielo. A esa casa llega también la hija de los granjeros que amparan a Sol, y entre ambas se confluirá una extraña relación que intenta ser amistosa, aunque apenas logra una pálida sensación de temor. La directora Ása Helga Hjorleifsdóttir logró concebir una historia bella y sensible en la que su protagonista se verá atrapada en un paisaje hostil, salvaje e inmenso, que la hace sentir más aislada que nunca. Con una fotografía de enorme sugestión, el film recorre así la naturaleza de la Islandia rural y apuesta a seguir el nada fácil derrotero de su cálida protagonista.
Maria Callas es, sin duda, una de las personalidades artísticas más fascinantes de todas las épocas. Con su talento musical y dramático excepcionales, en cada una de sus interpretaciones logró transmitir intensas emociones a lo largo de una carrera plena de triunfos y premios. La Callas artista y la Callas mujer no pueden ser disociadas, aunque ella lo afirmara constantemente, y es que los acontecimientos que marcaron su vida tuvieron exacto reflejo en su trayectoria como cantante. De ascendencia griega, había nacido en Nueva York en 1923 y, a partir de este acontecimiento, el director Tom Volf viajó a los cuatro continentes en busca de archivos que retratan una vida dedicada al canto y a las emociones más íntimas de su ser. Así aparece la genial artista en fragmentos de sus óperas más celebradas, se detiene en las numerosas cartas que les remitió a sus muchos amigos y hace pie en el largo y tumultuoso romance que mantuvo con Aristóteles Onassis. La banda sonora del film se compone de grabaciones inéditas tomadas de cintas remasterizadas obtenidas a través de sus conocidos, en tanto que películas en Súper 8 van pautando la trayectoria de esa mujer que conoció el triunfo, aunque también sintió las amarguras del amor. Este bello retrato de Maria Callas es un homenaje a su trayectoria que el tiempo no podrá borrar.
Alberto Olmedo fue, sin dudas, uno de los actores cómicos más populares del espectáculo local de los últimos años. Su vida y su labor artística fueron tomadas por su hijo Mariano en este film para reconstruir la trayectoria de ese hombre que, desde su humilde infancia y sus comienzos como acróbata, llegó a lo más alto del podio de los triunfadores. Mediante una minuciosa edición se incluyen en el relato pasajes de las producciones cinematográficas y televisivas en las que participó Olmedo y escenas reales de su vida cotidiana a través de videos y de películas caseras. Así transitan aquí los momentos más emotivos en los que, desde su Rosario natal, ese jovencito se ilusionaba ya con ser alguien importante y ver su nombre en la marquesina de los cines y de los teatros. Varias figuras del ámbito artístico -entre ellas Diego Capusotto, Guillermo Francella, Moria Casán, Dady Brieva y Palito Ortega- rememoran la simpatía que les deparó ese Negro inolvidable de final tan trágico. Entre lo documental y lo ficcional Mariano Olmedo sentó frente a sí a una periodista que logra, mediante sus entrevistas, hacer confluir el pasado del comediante con la idea de construir la existencia de ese ser inolvidable que transita nuevamente por la pantalla grande, como un cálido y merecido homenaje a su carrera plena de éxitos y de halagos.
El malambo, ese baile folclórico de larga data, es la pasión de Facundo Arteaga, un pampeano que divide su existencia entre el cuidado de sus hijos y su trabajo en el campo. Con 35 años intentará por última vez ganar el premio mayor en el Festival Nacional de Malambo, que se realiza todos los años en un apartado rincón provinciano y en el que, irónicamente, quien salga campeón no podrá volver a competir nunca más. Dedicará sus días a ensayar los más difíciles pasos del malambo y a preparar sus prendas para esa ocasión. Mauricio Halek y Germán Touza lograron con esta historia un film cálido y atrayente que retrata la necesidad de triunfar a través de esa telúrica danza.
Una argentina y una alemana planifican un viaje por los países más remotos del mundo. Así comenzarán un peregrinaje por Egipto para continuar por Israel, Palestina, Chipre, Turquía y otros destinos en los que descubrirán un nuevo mundo que encierra alegrías, tristezas y decepciones. La directora María Pérez Escalá logró recrear ese viaje siempre sostenido por la amistad que se profesan esas dos muchachas en medio de los más exóticos paisajes. El candor y la poesía sostienen esta excursión y hablan, sobre todo, de la fuerza de la amistad y de la necesidad de unir deseos en medio de este viaje pleno de sorpresas y de descubrimientos.
La vida de Naldo es tan austera como monótona. Todos los días camina desde su casa, donde vive solo, hasta el garaje en el que, desde hace años, se ocupa de registrar la entrada y la salida de los vehículos y de organizar todas las tareas cotidianas. En ese amplio local él también sueña, frente a los lujosos autos que están allí estacionados, con conducir sin problemas algunas de esas máquinas que su destino nunca podrá poner en sus manos. La observación paciente de todas estas situaciones construye la materia con la que se moldea un meticuloso relato visual, y sobre esta base se erige la columna que da sustento al film a la que el director Diego Bliffeld supo acompañar con auténtica emoción. El escritor Marcelo Cohen, una de las figuras más sobresalientes de la literatura argentina actual y autor de la historia original, se encargó con su voz en off de relatar las idas y venidas de ese Naldo (muy buen trabajo de Manuel Vicente), y así la historia se desarrolla casi sin diálogos, lo que le da una estructura atípica y plena de candor y de poesía. Así los pensamientos del protagonista, su presente y su posible futuro se van desarrollando dentro de un mismo ámbito (el garaje) y al compás de todas y de cada una de las pobres peripecias en las que se ve envuelto ese hombre taciturno inserto en su pasión por los automóviles y en esperar que su suerte finalmente pueda cambiar.
Empleado en una agencia inmobiliaria, Dalmiro ocupa su tiempo, además, en asistir a un club cuyo equipo de fútbol anima su solitaria existencia. Sin embargo, la repentina muerte de su hermano lo obligará a ocuparse de su cuñada, de sus dos sobrinos y de programar un ansiado viaje al extranjero. Acostumbrado a una vida rutinaria, ese hombre se verá sumergido en las angustias de esa familia que quedó sin el amparo de quien manejaba todos los resortes del hogar. El desafío que le tocará asumir se transformará en pequeños y grandes problemas cotidianos a los que se sumará el despido de su trabajo. Dalmiro enfrentará esas contingencias con valentía y multiplicará su amor por esos seres tan cercanos a su corazón cuando su cuñada le informe que está embarazada de su hermano muerto. La directora María Eugenia Sueiro, que en 2012 estrenó su ópera prima, Nosotras sin mamá, logró recorrer con emoción esta historia sobre la necesidad de salir adelante pese a todas las contingencias que se cruzan en el camino de ese Dalmiro convertido en alguien que brinda y recibe la ternura de su entorno. Sin caer en el melodrama, la trama halló en César Bordón y en el resto del elenco la necesaria emotividad para mostrar la comprensión de ese hombre que hallará su nuevo destino.
Pilar es una muchacha que desea, en un sábado por la noche, estar sola en su departamento. Esa soledad se verá rota por la llegada de su novio, Marcos, con planes muy distintos. Como si esto fuera poco, se une al dúo Ema, hermana de la joven, quien le contará el mal momento que está pasando con su marido. El sonido del portero eléctrico puntúa una serie de enredos que toman como punto de partida una obra teatral de Paula Manzone. Si bien el film no pierde en ningún momento su origen escénico, tuvo en la propia autora y en Nicanor Loreti dos directores que supieron dar a la trama el ritmo necesario, bien acompañados por las actuaciones de Gimena Accardi, Benjamín Rojas, Valeria Lois y Diego Velázquez.