No estamos solos en el universo Volver a dirigir en ciencia ficción contando con la trilogía Matrix en el curriculum no debe ser tarea fácil. Hay mucho que llenar para superarse a uno mismo, y a eso apuntaron los hermanos Andy y Lana Wachowski con “El destino de Júpiter”. Esta superproducción con escenarios steampunk espaciales que nos recuerdan un poco a Metrópolis, cuenta la historia de Júpiter (Mila Kunis). Ella es una mucama pobre y bastante disconforme con su vida que se enterará que es parte de la realeza, reencarnación de la matriarca de la familia de Abrasax. Ok, lo admito, la chica pobre que descubre que es una reina no es una idea poco explotada. Así que vamos a la ciencia ficción. Los seres humanos no son oriundos de la Tierra, sino que dominan gran parte del universo desde hace millones de años, con su consiguiente gran tecnología. Los planetas son granjas donde se cosechan recursos y se venden como propiedades. La dinastía de Abrasax, dueños del negocio del real estate, entran en guerra cuando la reencarnación de su madre podría (o no) reclamar los títulos que le correspondían en vida. El mayor, Balem (Eddie Redmayne) prefiere sacarse de encima lo que se interponga en su herencia; mientras que los menores, Titus y Kalique, prefieren a Júpiter de su lado a la hora de hacer negocios. Pero de esto Júpiter no tiene ni idea, y francamente es un personaje bastante idiota. En un pasamanos que dura gran parte de la película, los tres hermanos contratan diferentes mercenarios para ir a buscarla. Uno de ellos es Caine (Channing Tatum), que después de una persecución excesivamente larga recibe la ayuda de Stinger (Sean Bean). La pobre Júpiter cambia de manos entre los tres herederos, todos traicionan a los demás, es un lío. Es una serie de intrigas de política y negocios donde quedan varios baches sin cerrar. Además, en esta dinastía se mezclan los negocios y los sentimientos. Si hay algo que arruina todos los negocios es hacerlo personal, ¿no? Así que para arruinar al personaje un poco más, Júpiter se levanta un día y se da cuenta que está enamorada de Caine, el mercenario contratado por Titus. Probablemente, si Mila Kunis hubiera hecho un mejor trabajo al ir variando sus expresiones y lenguaje corporal, esto tendría un poco de sentido. Pero no lo tiene, y su extrema inexpresividad sumado a que tiene escrito un personaje que es una chica estúpida, arruina mucho las cosas. Pero no todo es malo, lo cierto es que el trío masculino de Redmayne, Tatum y Bean han demostrado que son buenos actores. Es muy genial ver al buenazo de “Teoría de todo” en el papel de un villano sin mucho escrúpulo y con problemitas de la infancia sin resolver. Otro punto fuerte es el CGI y los increíbles escenarios construidos de las diferentes locaciones de la galaxia. Un gran trabajo, un diseño excepcional que se luce al 100%. Es una pena que mucho de lo bueno que tiene esta película quede opacado por el personaje de Júpiter y la paupérrima interpretación de Mila Kunis. Ejemplo: misma expresión cayendo al vacío, en un casamiento, o profiriendo una amenaza. Los muchachos hicieron un gran trabajo, pero Kunis no tiene el calibre para un papel principal como este. Sería mejor si se quedara con las comedias pavotas. Imaginemos que lo hace por decir, Jennifer Lawrence y ¡pum! salió la nueva Matrix. Pero en definitiva esta nueva producción de los hermanos Wachowski se queda corta. Algunos baches en cómo cerrar la historia, y lo excesivamente largo de las peleas y demás tomas de acción podrían no ser un problema tan grave si el personaje principal hubiera cumplido. El talento está ahí, pero deberían elegir mejor a su elenco. Mejor suerte para la próxima, Wachowskis. Agustina Tajtelbaum
"Una vuelta de tuerca" Liam Nesson vuelve a las andanzas como el ex-agente de la CIA que más amenazas ha tenido en su carrera, mientras que Olivier Megaton regresa a la dirección como en la segunda parte de esta franquicia. Junto con el nuevamente guionista, Luc Besson, son los franceses más estadounidenses del universo para traernos la más clásica acción yanqui. Confieso que mi primera impresión antes de ver esta película fue un largo suspiro y más de lo mismo. Secuestran a su hija en París, y en la segunda parte a su esposa en Estambul, pero por primera vez las cosas son bastante diferentes y por eso estamos agradecidos. Todo empieza cuando la vida del ex agente Bryan Mills (Nesson) parece finalmente encaminada. Se ha vuelto muy unido con su hija, y con su ex esposa; aunque con el detalle de que sigue enamorado de ella. Sin embargo, Lenore (Famke Jensen) se ha vuelto a casar con un multimillonario pelmazo, Stuart (Dougray Scott). Más allá de las discusiones entre Bryan y Stuart por el favor de la bella Lennie, nada parece fuera de lo normal. Eso hasta que ella aparece asesinada en el departamento de Bryan. Mientras huye de la policía que lo cree el asesino de su ex esposa, él pretende descubrir quién ha querido incriminarlo y por qué. Y lo encontrará y lo matará. Es una novedad que nadie haya sido secuestrado para variar. Por otro lado, es un buen cierre que retomemos el personaje de Stuart como el nuevo marido de Lenore, a quien conocíamos de la primera entrega aunque re-casteado en otro actor. Esto le da una cierta continuidad y cierra cabos que habían quedado a medio cerrar. También es una ventaja que el personaje de Kim (Maggie Grace), la hija de Bryan, finalmente esté mostrando un costado algo más adulto. Le creció la nena, pero siempre el último en enterarse es el padre. Además, la adición de Forest Whitaker como el Inspector Dotzler le da un buen toque. El personaje sirve tanto de descargo cómico como de una pausa para la reflexión, y el ex “Dimensión Desconocida” hace un excelente trabajo. Por otro lado, aunque el guión empieza como tanto que ya conocemos, el mafioso ruso con cara de niño malcriado que quiere vengarse y bla bla bla… luego la cosa cambia. Gracias a todos los dioses de la acción por darnos un poco de variedad a esta franquicia. Sabía que podías hacerlo, Luc, como en la franquicia de “El Transportador” donde las entregas son bastante diferentes una de otra. De todos modos hay un excesivo abuso de las explosiones al mejor estilo Michael Bay. Mills ya demostró que tiene siete vidas y una suerte impresionante, pero hay varias situaciones donde definitivamente no debería sobrevivir. Y otro par de cosas que no tienen sentido. Además, hay un abuso del montaje súper rápido, los planos pasan a velocidad warp y marea bastante. A pesar de estos abusos de los mecanismos técnicos de la acción, el guión ayuda bastante, y la interpretación impoluta de Nesson hace su gran trabajo. Y sigue con su frase muletilla, “te encontraré y te mataré”, ya resulta un viejo y entrañable conocido. Sin embargo, con el ascenso y ocaso del Stuart que conocíamos en la primera entrega y la muerte de Lemore, esta franquicia ya está bien cerrada. Algo más sería innecesario, aunque en una entrevista que Nesson dio a Fox News este mes, dejó abierta la posibilidad de una cuarta entrega. “Pienso que si la audiencia va a verla y si les gustan estos personajes, me encantaría trabajar con Forest [Whitaker] otra vez; y si fuera en un escenario de “Búsqueda Implacable 4?… genial“, declaró Nesson. ¿Estamos listos para un “capítulo final” más? Agustina Tajtelbaum
"Cordero con piel de lobo" De que Bill Murray es uno de los grandes actores de nuestro tiempo, no hay duda. Lejos quedaron “Los Cazafantasmas” y “Saturday Night Live“, y ha demostrado más de una vez que puede lucirse en el drama; como en “Perdidos en Tokio“. Sin embargo, hacía mucho tiempo que este monstruo no tenía un papel tan memorable donde desenvolverse con tanta originalidad y soltura. El viejo cascarrabias, apostador y borracho probablemente es de los que mejor se le da. Sin embargo, es lo mejor de Murray en mucho tiempo. El guión no es particularmente original. La historia de un viejo carbón que encuentra su humanidad cuando un niño entra en su vida, ya había sido visto en el cine. Se las arregla para crear un personaje con doble moral que nos deja identificarnos con él. Sabemos que lo que hace está mal, pero probablemente haríamos lo mismo. Bill Murray no es el único que brilla. El elenco femenino, conformado por Melissa McCarthy y Naomi Watts, también hacen de las suyas. Y es que ambas salen de sus zonas de confort y muestran un costado totalmente nuevo. A Melissa McCarthy la conocemos como una actriz de comedia, últimamente cómo una de las protagonistas de la serie “Mike and Molly“. Y sin embargo ahora la vemos en el extremo opuesto. Sin perder esa ocurrencia que siempre nos hará reír, interpreta a una madre divorciada que trabaja demasiado y vive con miedo constante a que su ex esposo le quite la custodia de su hijo. Por otro lado, a Naomi Watts solemos verla en papeles de mujer que sufre, pero aquí es una prostituta embarazadísima que se la pasa a los insultos. Y hace un trabajo genial como el descargo cómico del cuarteto protagonista. Y eso nos lleva a mencionar al pequeño actor que hace que Vincent sea más humano, Jaeden Lieberher, que interpreta a Oliver. Con mucho tiempo en pantalla, resulta correcto para ser el otro costado de Bill Murray. Su arco argumental es algo típico, sin grandes sorpresas, muy parecido a otros papeles del estilo. No es que haya en Hollywood grandes papeles para pequeños actores ¿no? Pero en fin, brinda esa ternura que activa a Murray como si fuera su propio abuelo, aunque tampoco lo es en la ficción: es sólo su niñero. Y como el guión es bastante típico seguramente se preguntarán que diferencia a esta historia del resto de historias de redención que conocemos, pienso por ejemplo en “Elsa y Fred” sin ir más lejos, o “Mejor Imposible” con Jack Nicholson, o hasta “Up” de Disney. Y la diferencia está en las interpretaciones. Dicen que un guión de medio pelo interpretado en forma sublime, puede crear una gran obra. Y eso es lo que ocurre aquí. Conectamos con ellos, nos emocionamos; y si no se te pianta un lagrimón por el final, no tenés corazón. Finalmente la historia es hermosa, los dos polos de Vincent y Oliver que forman un dúo simbiótico en el que sin darse cuenta, uno necesita del otro. Las dos protagonistas femeninas tienen la oportunidad única de hacer algo diferente, en especial McCarthy que fuera de la comedia y las caídas, nos llega a emocionar. Pero el plato fuerte es sin duda Bill Murray, un tipo que después de bastante tiempo ha vuelto a tener un papel en el que demuestra que es un genio. Agustina Tajtelbaum
"Una historia de vida" La actriz y activista humanitaria Angelina Jolie se pone en el asiento del director por tercera vez en su carrera para traernos una biopic. Llevando al cine el best seller biográfico de Laura Hillenbrand, esta película cuenta la historia de Louie Zamperini (Jack O’Connell), un atleta olímpico que debutó en los Juegos de Berlín ’36 para luego ser convocado obligatoriamente a combatir en la Segunda Guerra Mundial. Sociable y amistoso, enseguida se hace amigo de sus compañeros de pelotón, en especial de Phil (Domhnall Gleeson). Mantiene el puesto de bombardero aéreo hasta que su avión se estrella en el océano y tres sobrevivientes pasan 47 días en el mar, sólo para ser capturado por los japoneses y llevado a un campo de concentración. Vamos de a poco, hay mucha tela para cortar en esta historia. “Inquebrantable” es una historia de supervivencia, de una lucha por no rendirse. Al principio intercala la vida adulta de Louie con su niñez, adolescencia y su paso por los Juegos Olímpicos. Destaca la figura de su hermano, que lo ha animado a entrenar en atletismo. Sin embargo, mezclar esta historia del deporte con la guerra puede que no haya sido la mejor decisión. Crea unos anticlimax bastante fuertes, y probablemente hubiera sido mejor respetar la linealidad cronológica para marcar un “antes y después”. No tenemos demasiado contexto sobre dónde está el pelotón de Louie, pero funciona bien para transmitir lo poco que realmente saben los soldados sobre la guerra en general. De cualquier modo, el avión de nuestros héroes se estrella en el Pacífico. Sólo Louie, Phil, y Mac (Finn Wittrock) sobreviven al choque. Este es el momento de brillar de Domhnall Gleeson. El entrañable Bill Weasley ha crecido, ya desde “Frank” viene demostrando que es un gran actor, y aquí se roba la pantalla. Su transformación física por el hambre es impresionante, superando por lejos la de O’Connell. Incluso comentó en el Huffington Post que bajó tanto de peso y el cuerpo cambió tanto que sus lentes de contacto no le entraban. Si no fuera por su excelente actuación, el tiempo en el mar sería excesivamente parecido a “Una aventura extraordinaria”, de Ang Lee. Después de mucho, son rescatados, pero es el enemigo quien los encuentra. Ahora nos enteramos que están en Japón, así que ambos amigos son separados y enviados a campos de concentración diferentes. A partir de ahora sólo sabemos de Louie. En este punto la calidad de la película baja, ya que se torna repetitiva hasta lo insoportable. El némesis de Louie es el Teniente Watanabe (Takamasa Ishihara), apodado “El Pájaro”, un superior sádico que la tiene con él. Sin motivo aparente, porque el personaje no está desarrollado más allá de este punto, Watanabe parece divertirse torturando física y psicológicamente a Louie. Es el personaje más chato que he visto en mucho tiempo. La única emoción que conoce es la ira y todo lo que sabe hacer es ser sádico y repetir las escenas de tortura una y otra vez. Sabemos de reojo que Watanabe tiene un hijo, eso quiere decir que debe tener algún tipo de humanidad. Es una lástima que el personaje no se desarrolle y se quede en sólo una máquina de golpear. El Louie de O’Connell debería conmovernos, pero no lo hace. No llega al nivel de interpretación que sí ha logrado Gleeson. Después de más de una hora entera en el campo de concentración bajo las torturas de Watanabe y francamente algunos bostezos, los aliados ganan la guerra. Todo el resto de la impresionante vida de Louie Zamperini se cuenta en placas que en su conjunto no llegan a los cinco minutos. Habiendo tantos nuevos e impresionantes datos para contar, ¿por qué se los ha despreciado así, en beneficio de una segunda mitad en exceso repetitiva? El resultado final hubiera sido mejor si se hubiera equilibrado el tiempo de exposición de los hechos. La historia es impresionante pero lamentablemente falla en la forma de ser contada. Hay mucho que no ha sabido aprovecharse tanto desde la interpretación como el guión, e incluso llega a aburrir. Una lástima que no se haya podido explotar el enorme potencial que tiene esta historia de vida. Agustina Tajtelbaum
"Cualquiera puede ser un monstruo" El director Daniel Stamm vuelve al terror luego de cuatro años de ausencia después de “El Último Exorcismo”. Como de terror oriental vive Hollywood, está es la remake de la tailandesa “13 Game Sayawng”. La idea es novedosa pero sencilla: personas con graves problemas económicos son contactadas por una organización desconocida que los hace partícipes de un juego. Sólo tienen que pasar trece pruebas para recibir dinero, cada vez mayores sumas. Pero si fallan una, pierden todo. A priori parece un “Juego del Miedo” 2.0 pero enseguida el director nos demuestra que es mucho más que eso. Como bien dicen las reglas del juego, el espectáculo es la transformación. Cualquiera puede ser un monstruo, y cualquiera puede tener las agallas de hacer cualquier cosa con el nivel adecuado de desesperación. Elliot, nuestro protagonista interpretado por Mark Webber, empieza como un inútil querible para volverse cada vez más loco. Me ha sorprendido con su interpretación de un hombre derrotado que haría cualquier cosa por salir del pozo que él mismo se ha cavado, y el plus de conformar a su padre. No estoy segura que terror sea el género correcto, pero sí mucho suspenso y algunas escenas gore que impresionan hasta al mayor fan de las películas con violencia excepcionalmente gráfica. Además, mucho misterio, preguntándonos una y otra vez qué será lo siguiente. De todos modos la estrella de la película es la transformación del hombre común en un tipo monstruoso. Tiene algunos momentos de comedia para aliviar un poco el ambiente, pero mantiene el misterio. Se explora la psicología del personaje, la presión de la responsabilidad y la profundidad de los lazos familiares tanto por el amor como por el odio. Y por sobre todo, mantener la intriga de qué está pasando realmente y quién maneja el juego. También es rescatable el hecho de que tomando una idea original, haya impreso el sello occidental en la historia. Eso supuso también acortar el metraje y acelerar el ritmo, además de modificar el final. Una decisión acertada para sorprender con una vuelta de tuerca y no quedar en el montón de películas de este estilo. Lo cierto es que se nota que no cuenta con un presupuesto particularmente alto pero sorprende positivamente lo bien que lo han hecho con lo que tenían. Stamm no se molesta en explicar los orígenes del juego a pesar de haber comenzado a delinearlo. No sabemos cuál es la organización detrás de todo ni cuales son sus motivos, aunque no es estrictamente necesario saberlo. Las comparaciones son inevitables, y el espíritu de “El Juego del Miedo” está presente. Está un poco desconectado cómo los problemas psicológicos de Elliot explotan de un momento a otro, pero fuera de eso su interpretación está muy bien. Bastante mejor que el promedio de terror con un presupuesto moderado. Agustina Tajtelbaum
"Cazadores de monstruos" Julianne Moore parece estar en todas, y menos de una semana después de verla ganar su Globo de Oro a mejor actriz de drama, vuelve a las andanzas. Esta vez se mete en la piel de Malkin, una bruja malvada con vestuario al mejor estilo Disney que escapa de una prisión donde estuvo por décadas, sedienta de sangre y venganza. Quien la capturó allí, el Maestro Gregory (Jeff Bridges), tiene la tarea de detenerla de una vez y para siempre, y para eso recluta a un nuevo aprendiz: Tom Ward (Ben Barnes). ¿Y por qué Tom? Y es que en este universo de fantasía, el séptimo hijo del séptimo hijo tiene poderes inusuales para luchar contra las fuerzas de la oscuridad. La relación maestro-aprendiz es clásica como ya la vimos desde “Karate Kid”. Una etapa de instrucción inusualmente corta, la parte de los consejos que son obviamente ignorados por el aprendiz, luego el maestro revela algunos secretitos oscuros de su pasado, y el aprendiz encuentra en algún momento su verdadera fuerza. Es de librito. De todos modos el trabajo de Bridges es digno de destacar, ya que combina momentos divertidos con momentos realmente oscuros. Mucho de lo bueno de esta película proviene únicamente de Jeff Bridges. Uno de los primeros consejos del Maestro Gregory es que no se enamore de las brujas. ¿Y qué hace Tom? Por supuesto, se enamora de una bruja. La sueca Alicia Vikander interpreta a Alice, el interés amoroso de Tom. Pero ella además, es la hija de la más fiel seguidora de Malkin, y tiene ciertas dudas respecto al fanatismo que profesa su madre hacia los exageradísimos delirios de su reina. Pero de todos modos, todo eso queda olvidado por la historia de amor. Y estos actores, ambos son hermosos, no hay duda. Pero no les vendría mal aprender un poquito de expresividad. La verdad sea dicha, no logramos conectar con ellos. Vulnerabilidad sincera, fracasos reales, eso conmueve a la audiencia. En estos muchachos no vemos nada de eso. La malvada reina Malkin cuenta con varios poderosos seguidores que son comandantes de su ejército de criaturas de la oscuridad. La mayoría de ellos son los más trillados estereotipos. Tenemos al africano, al hindú, al indígena norteamericano, esas cosas. Y los vestuarios de esta gente son la cosa más espantosa que vi en una pantalla de cine últimamente. No obstante, Djimon Hounsou, que interpreta a Radu, es el que salva al ejército de la oscuridad del bochorno. Hay una escena magnífica, una coreografía donde nuestros héroes encuentran la guarida de los malos y él orquesta un ejército de siete u ocho guerreros partidarios de Ronan… ¿Ah esto no es “Guardianes de la Galaxia“? El actor resucitó a su Korath, cambiame a Ronan por Malkin y estamos. En vez de las ramas de Groot hay una cadena que hace lo mismo. Ok. Pero lo interesante es que todos los comandantes del ejército de la oscuridad pueden convertirse en otras criaturas. Por ejemplo, el estereotipo del africano se transforma en (¡adivinen!) un leopardo, pero con un añadido de escamas sobre la columna; para no perder la costumbre de diseñar personajes horrendos. Radu se transforma es un dragón muy badass, que ahora sí está muy bien. Aunque no tiene alas, yo diría que es un dinosaurio. Malkin sí es un dragón de verdad, con todo y alas. Las líneas argumentales se diluyen del lado de los malos en el deseo de venganza enferma de Malkin. No esperen de Julianne Moore el genial nivel de interpretación de “Polvo de Estrellas“ o “Las Horas”. Así que tenemos por un lado, una historia de amor con un grado cero de expresividad, y por el otro una venganza obsesiva hasta lo incómodo. Una solución podría ser tomar el cameo de Kit Harington y dárselo a Ben Barnes, y viceversa. Kit podría haberlo hecho mejor que lo flojo que estuvo el protagonista. Gracias a Jeff Bridges por levantarlo, y a Julianne Moore algunas veces. El cast cuenta con grandes nombres, pero no está finalmente a la altura de lo que se intenta. Para los que crecimos viendo fantasía de calidad, no necesariamente de mayor presupuesto, no está muy buena. Ambos bandos tienen buenos actores y buenos momentos, y los efectos están muy bien logrados. Pero no alcanza para levantar un guión trillado hasta el cansancio y dos protagonistas que decepcionan con su interpretación. Agustina Tajtelbaum
"Valores familiares" Llega lo nuevo del director japonés Hirokazy Koreeda, famoso por explorar la trama psicológica de las relaciones humanas. En esta película seguimos a Ryota, el patriarca de una familia de clase alta obsesionado con el trabajo y el cumplimiento de metas. Este arquitecto ve su vida dar un vuelco cuando le informan que su hijo de seis años, Keita, no es en verdad su hijo biológico ya que por un error, el hospital les entregó a otro bebé. Este desafortunado hecho abre la puerta a una serie de interrogantes. Luego de conocer a la familia que crió a su hijo biológico, una familia que no podría ser más diferente a la suya, comienzan las preguntas. ¿Tendrán que intercambiarlos y quedarse cada uno con su hijo biológico? ¿Se puede fingir que esos seis años de crianza jamás ocurrieron? ¿Se puede ignorar todo aún sabiendo que hay un hijo nuestro en algún lado? Pero fundamentalmente, ¿qué nos convierte en padres e hijos? ¿Lo biológico o lo adquirido? Todas estas preguntas intentarán ser contestadas por los miembros de las diferentes familias. Ryota, nuestro protagonista, encuentra una verdadera dificultad por primera vez en su vida. Le abruma la devoción de su esposa al hijo que crió aún sabiendo que no es el que dio a luz. Le molesta admitir el amor con que la otra familia crió a su hijo biológico. Él empieza a preguntarse si ha sido buen padre, y la película acaba siendo un viaje de redención. La historia es un poco lenta pero no resulta contraproducente, ya que así podemos conectar emocionalmente con las familias. Es un relato triste donde cualquiera, padre o hijo, puede sentirse identificado y del cual parece no haber salida fácil. La interpretación de Masaharu Fukuyama le imprime una fuerte carga emocional al personaje de Ryota, un hombre estricto y adicto al trabajo con metas altísimas que nadie puede satisfacer. Al mismo tiempo, ama a su familia y trata de hacer lo mejor desde su criterio. Igual que todos, no hay una dicotomía de bueno y malo, cada uno hace lo mejor que puede. Aunque es un personaje delicioso de ver, quizá está errado el hecho de sobreexponerlo en perjuicio de los demás. La historia falla en relatar ambos puntos de vista, prefiriendo una de las dos familias como protagonista. Si estos hubieran estado equilibrados, el impacto emocional hubiera sido mayor. A medida que avanza la trama vemos más de Ryota cada vez más perdido y menos del resto. Midori, su esposa, aparece de a momentos irreverente y de a momentos muy sumisa. Nos quedamos con las ganas de saber más de ella, que empieza sintiéndose culpable e incluso considerando huir pero no lo hace, dos hilos que no se retoman. Por otro lado, tampoco se hace demasiado hincapié en los dos niños, Keita y Ryusei, a quienes tienen en una total oscuridad la mayor parte del tiempo. Cuando deciden decirles una verdad a medias ninguno de los dos se lo toma demasiado bien. ¿Tan poco importa lo que quieren los niños? ¿No es su vida sobre la que están decidiendo al fin y al cabo? Sólo al final se explora un poco más qué opinan ellos, y deja con gusto a poco que sus emociones queden en el más relegado segundo plano. Una historia cruda y triste, emotiva y con buenas interpretaciones. Falta profundizar en los demás personajes para completar el cuadro de situación de ambas familias. De todos modos tan grande fue su éxito cuando se estrenó en Japón en noviembre que superó a películas como “El Abogado del Crimen” y “Frozen”. Y como a toda película extranjera que le va muy bien, ya tiene rumores de una posible remake para la cual estaría interesado Steven Spielberg. Agustina Tajtelbaum
"Una última vez" Peter Jackson vuelve a dirigir en la Tierra Media, en su segunda trilogía del universo de Tolkien. Con nueva tecnología superadora de la que había empleado hace diez años con “El Señor de los Anillos“, el director corrigió una de sus críticas más severas: muchos las catalogaron de densas y aburridas. Ahora recurre a una puesta en escena más espectacular pero como consecuencia se aleja de la fidelidad al libro. Era de esperarse, un solo libro llevado a tres películas. Para llenar los blancos Jackson recurrió a los apéndices de Tolkien, a algunas cosas que quedaron afuera en “La Comunidad del Anillo” y a su propia inventiva. Aunque algunos fanáticos se molestaron, el resultado global es bueno. Nada de caminatas interminables, ni un segundo de calma. Mucha tensión y preguntarnos qué se trae cada uno entre manos, y cuáles son las verdaderas intenciones de cada bando. Quizás Jackson haya aprendido algo de intrigas de Juego de Tronos. Y por supuesto no podría aumentar la acción drásticamente sin aumentar el uso de CGI (imágenes generadas por computadora, por sus siglas en inglés). Francamente a esta altura ya dejamos de distinguir una montaña hecha con CGI que una de verdad. En esta entrega también se recurre a captura de movimiento para personajes como los orcos, y pantallas verdes en todos lados. Ian McKellen, que interpreta a Gandalf, se quejó de esto señalando que como actor se le hacía muy difícil hablar con una pelota en un palito verde y no otro actor. Pero el resultado global fue bueno, no se ve falso sino al contrario: es un mundo de fantasía. Es difícil imaginar una película de fantasía épica en la que no nos salga el CGI por las orejas. Dentro de lo que se espera de este tipo de películas no es excesivo. Muchas de las armas, carros de batalla, armaduras y formaciones son concordantes con la Tierra Media de Warner. Basta con haber jugado alguna de las aventuras que las diferentes plataformas le ofrecen al nerd desprevenido como Battle for Middle Earth o Shadows of Mordor. Punto a favor para hacer la película más inclusiva con otros productos del paquete. Por otro lado, también es la segunda vez que se aplica el método del HFR. Un método polémico. El Hugh Frame Rate se refiere una mayor cantidad de fotogramas por segundo (fps). Desde que el cine dejó de ser mudo se usa un número estandarizado de 24 fps. Esto es así de toda la vida y muy pocas películas han experimentado con cambiarlo a 48 o 60 fps. Primero, porque sólo es posible en una proyección digital. El famoso rollo de película no puede con esto. Por ejemplo, Avatar de James Cameron, se filmó con 60 fps. Pero el ojo humano capta las imágenes en movimiento a 24 fps en la vida real, así que ver una película con HFR es un poco raro. Se vuelve bastante confuso en escenas donde los personajes se mueven rápido, como una lucha. Quizá la solución hubiera sido ser selectivo en el uso del HFR en algunas escenas solamente. Si vamos a hablar del guión, estoy conforme. Los espacios en blanco están en general bien llegados, aunque hay momentos en que no parece tener sentido y tenemos que hilar fino para encontrárselo. Por supuesto, el espectador que no leyó los libros no tiene este problema en absoluto. Incluso (nunca pensé que diría esto) llegue a querer al personaje original de Jackson, Tauriel, después de que fuera demasiado exasperante en la entrega anterior, “La Desolación de Smaug“. Al final todos los arcos argumentales cierran bien y dan pie a “La Comunidad del Anillo” y los sucesos que van 60 años después que está historia. Y por cierto, quiero felicitar a Guillermo del Toro por el diseño conceptual del dragón Smaug, puro CGI, pero realmente memorable. Como puntos fuertes tenemos más acción, estilo de vídeo juego, y más del universo de Tolkien que por cierto acaba cerrando bien con momentos emotivos (que nos inducen al suicidio, en realidad). Como debilidades, la poca fidelidad al libro, y el uso indiscriminado del HFR. El CGI es bueno pero no excesivo, con riqueza en los detalles, y por cierto el 3D está bien hecho para sentirnos dentro de la película. Una buena despedida a la Tierra Media en cines, quién sabe por cuánto tiempo. Agustina Tajtelbaum
"Una vuelta de tuerca" El actor italiano Andrea Di Stéfano debuta como director en este drama con aires biográficos sobre el temerario jefe del cartel de Medellín, Pablo Escobar. El ambicioso papel estuvo reservado desde el principio a Benicio del Toro, quien logra imprimirle al personaje una escalofriante doble moral. El punto de vista es novedoso, ya que seguimos la historia de Nick, un “gringo” interpretado por Josh Hutcherson que ha tenido la brillante idea de comprometerse con la sobrina del “Tío Pablo”. Los dos personajes principales tienen en común los dos lados de sus personalidades. Por un lado, el Pablo Escobar de Benicio del Toro es francamente impresionante. Vemos el lado poco conocido popularmente de este criminal. No es como Scarface, sino que es un lobo con piel de oveja. Era hincha de fútbol, cantaba ópera y era fan de las películas de Disney que miraba con sus hijos. Pocos saben que había sido senador antes de traficante y que hacía gran cantidad de obras de caridad en la comunidad. El gringo surfista que enamora a su sobrina, bronceado, musculoso y sacado directamente de “The OC”, se gana el cariño del Tío Pablo. Y hasta aquí no damos dos pesos por este pobre personaje, y la verdad sea dicha no le tenía mucha confianza a la capacidad de Hutcherson para despegarse de Peeta de “Los Juegos del Hambre”. Pero conforme avanza la historia acompañamos a Nick descubriendo el lado oscuro de Escobar junto con su propio lado oscuro. La transformación del personaje tanto psíquica como física, sorprende. Está basado en la historia real de uno de los hombres de Escobar, aunque mucho de él sea añadido del director. Como la mayor parte de las biopic, puede resultar un poco lenta de a momentos. Sin embargo, la tensión es creciente, en especial en el plano psicológico. Es un acierto que el director haya decidido dejar de lado la violencia explícita, exagerada. De este modo podemos seguir los cambios psicológicos en los personajes. Conforme vamos descubriendo la doble moral de Escobar más complejo se vuelve este mundo oscuro, y más nos cuenta sobre detalles que no son demasiado conocidos. El momento culmine de Del Toro es un monólogo frente a un sacerdote donde tiene la arrogancia de amenazar incluso a Dios. Ahí deja ver la escalofriante sinceridad de un tipo con demasiado poder. El hecho de cambiar el punto de vista fue bastante criticado, un movimiento riesgoso por parte del director. Pero creo que funciona bien. Podemos establecer el todo por la parte, este mundo por uno de sus miembros. Hutcherson está a la altura, es buen actor aunque a muchos les moleste. Pero no es demasiado versátil y tiene momentos “estilo Peeta”. Sin embargo, si hubiéramos seguido al “Tío Pablo” nos hubiéramos perdido la tensión del descubrimiento y terminaríamos con un docudrama de Nat Geo al estilo de “Drogas: Negocio Redondo”. Una buena ópera prima para Andrea Di Stefano, un ex actor que trasladó la interpretación al guión. Un thriller psicológico que genera tensión en la medida justa aunque el inicio vaya un poco lento y nos demande paciencia. Benicio Del Toro nació para este papel, un trabajo impecable de un jefe de una mafia que en nada se parece a El Padrino y a la vez tiene puntos en común con él. Es una nueva interpretación de una historia que muchos conocemos, pero que ahora volvemos a conocer. Agustina Tajtelbaum
"Biografía y drama" Este drama histórico llega a nuestras salas directo desde Francia, una muestra impecable de típico cine europeo. Cuenta la historia de Maria Anna Mozart, apodada Nannerl, la hermana mayor del compositor clásico. La narración nos lleva por la infancia de ambos hermanos, de 11 y 15 años, arrastrados por sus padres alrededor de toda Europa para que todas las cortes vean a sus prodigios. Sin embargo, no todo es gloria, y este viaje que nunca termina acaba desgastando a todos los miembros de la familia. La historia se organiza en forma de episodios donde se muestra la parte por el todo. Con sólo un momento podemos inferir cómo es la vida diaria de estas personas. Aunque Nannerl es un prodigio por sí misma, Wolfang la supera y sus padres ponen todas sus energías en él. Ella crece a la sombra de su hermano con cierta culpa, ya que de hecho tienen una relación muy cercana. Vemos además con claridad los prejuicios de la Francia victoriana a los que ella debe enfrentarse. Para empezar es mujer, y algunos instrumentos les están prohibidos. Por otro lado, no es de la nobleza. Estos asuntos obstaculizan que ella pudiera emprender una vida profesional por sí misma. Marie Féret interpreta a Nennerl, una actriz que logra transmitir con éxito las frustraciones que el personaje acumula sobre sus hombros y hace que empaticemos con ella. La química en pantalla con Marc Barbé, que interpreta a su padre Léopold es envidiable. Cada desprecio para con su hija viene desde lo más profundo, y nos hace odiarlo. Pero es un personaje contradictorio, ya que aunque muy equivocado, ama a sus hijos e intenta hacer lo mejor para ellos (especialmente para Wolfang, claro). Esto se profundiza por la soledad del viaje. Los niños no logran hacer ni un amigo ya que nunca se establecen. Pero las cosas cambian cuando Nannerl conoce a Louise, la princesa de Francia e hija de Luis XV, la primera amiga de su vida. Tiene la tragedia escrita cuando se enamora de su hermano Louis Ferdinand, el Delfín de Francia; en ese momento príncipe. Y aquí es que las cosas comienzan a complicarse para los espectadores. Si uno no la tiene muy clara en historia, entender los porqués va a ser una tarea muy pero muy complicada. Así que sugiero que vean la película con el árbol genealógico de la casa de Borbón en la mano. Más allá de eso, él la corresponde y es una preciosa historia de amor prohibido mientras puedan. No podemos dejar de hacer mención a la banda sonora. Toda la música es preciosa y acompaña perfectamente las emociones de los personajes. Tanto como cuando los vemos tocar o componer, como cuando la música sólo está en el ambiente, es perfecta. Por otro lado, la fotografía es un gran acierto. La película es visualmente hermosa, y cada detalle está cuidado desde los trajes y maquillajes hasta los carruajes y los muebles en las habitaciones. Históricamente exacto, incluso más de lo que estamos acostumbrados en las películas de época; al punto que observamos detalles que no son muy conocidos. La historia es bella pero cruda, organizada en episodios que nos cuentan mucho más de lo que aparece en la escena y logra una gran empatía. Un deleite a la vista y aún más a los oídos, pero el error radica en la falta de explicación del contexto histórico de los hechos. Sin saber mucho de historia es fácil perdernos y no logramos apreciar en su totalidad los giros de la trama. Sin embargo para ser justos, la trama principal se entiende de todos modos; pero nos costará encontrar los motivos detrás de las decisiones. Cine europeo en su máximo exponente, especial para los amantes de la música clásica. Agustina Tajtelbaum