BOSQUE AMENAZADO Hay que luchar, no queda otra. El bien y el mal no admite indecisos. Y el bosque es aquí la imagen de un mundo donde el enfrentamiento acaba siendo la una manera de perdurar. MK es una chica de 17 años que vuelve a la jungla a visitar a su padre, un científico que sólo vive para desentrañar los misterios del bosque. MK perdió su madre y se va a despedir de papi, pero bueno, el destino y la magia la obligará a ponerse en contacto con esos serer diminutos que habitan el follaje y que su padre busca sin suerte. Ella se pone a la altura de esos insectos chiquititos (una alegoría) para ver lo que su padre no puede ver. Y a partir de allí se despliega una historia entre malos y buenos que luchan para salvar o hundir un bosque que tiene pájaros y flores enredados en la pelea. La dirigió Chris Wedge (“La Era de hielo”, “Robots”). Es interesante y simpática, pero lo mejor está en el sostenido virtuosismo de una imagen que es sin duda lo máximo que hasta ahora alcanzó el 3D. Deslumbra la calidad del dibujo, el detallismo de los planos distantes, los movimientos de cámara. El resto es lucha entre malos y buenos, un par de personajes simpáticos, mensajes sobre el coraje y la vida sana, reencuentros, algún romance y un poco de humor. Chiquitos y grandes, todos deben saber que vivimos en un bosque peligroso que nos obliga a andar a los saltos y a tomar partido.
¿Se pueden comprar el amor y la inocencia? Jay Gatsby quiere comprar todo: el amor, el pasado, los sueños. Tiene tanta plata que ni la valora. Y se mira en el espejo de esa riqueza para ver reflejado lo mucho que ha dejado atrás para poder amasarla. La novela de Scott Fitzgerald vuelve al cine. Y el que la trae es el australiano Baz Luhrmann, un director más preocupado en el envoltorio que en el contenido. Estamos en 1922, en una época llena de euforia y arribismo. Gatsby es un millonario enigmático, que todos nombran y pocos conocen. Su meta es acumular dinero para poder recuperar no sólo a Daisy, su amor de juventud, sino aquel pasado de inocencia. Filme fastuoso que se mimetiza con el espíritu de este gran farsante que, como muchos millonarios, solo cree en el poder absoluto del dinero. Pero más allá de sus artificios y de sus extravagancias, vale como ejemplo de un arrollador romanticismo que busca retratar personajes lanzados en medio de ese mundo que es puro reflejo. El amor, el pasado, la traición, la soledad y el dolor desfilan entre la música de hoy y las pasiones de siempre. Es el vistoso, frenético y desbordado retrato de un héroe trágico que acabó siendo esclavo y no amo de su riqueza. El film dice que los millones enajenan, que la sensación de poder que da la riqueza, quita identidad, confunde, desmerece los sueños. Y que la inocencia y el pasado nunca se recuperan. Gatsby mira desde su muelle la otra orilla de la bahía, esa la luz que lo acerca (y lo aleja) de Daisy. Es el amor. Y se extasía ante un reflejo que es pura esperanza. Y que siempre se le escapa entre los dedos
APOLOGIA DEL REVIENTE Son cuatro chicas que deciden vivir a pleno sus vacaciones primaverales en Florida. Y como se quedan sin plata, salen a robar. La travesura le abre las puertas a otra realidad. Y a partir de allí, seguirán probando. Es otra historia sobre reflejos deformados. El filme quiere mostrar la otra cara del espejo de Disney. Y somete a estas heroínas a un viaje que es aprendizaje y destino. Van a la cárcel, alguien las rescata y ya no hay retorno. Drogas, sexo, balazos surgen en medio de una fotografía gruesa y frenética, que no se detiene en sus rostros sino en sus excesos. El filme es delirante y a veces exagera el clima de reviente, pero tiene escenas memorables y un aire desafiante de libertad y rebeldía que la ubican en el otro extremo del cada vez más repetido cine norteamericano. Es cierto, hay mucho efectismo y algunos pincelazos muy gruesos, pero hay talento y sensibilidad a la hora de pintar el alma confundida de unas chicas que por una vez quieren dejar lo conocido (la escena inicial) para probar lo que hay en la otra orilla, ir más allá de los reflejos, animarse a llegar al final del camino. La escribió y la dirigió Harmony Korine, un hombre del cine independiente. La escena en que cantan el “Everytime”, de Britney Spears, define el espíritu de esta obra atípica: hay desesperación, desenfado, extravío, melancolía y belleza.
SE VIENEN LOS COREANOS Gerard Butler se calza el traje del Bruce Willis de “Duro de matar” para salvar a Estados Unidos de un ataque de terroristas coreanos, los flamantes villanos de Hollywood. Es la misma fórmula: un tipo solitario, algo arisco, que solito se encargará de salvar al país, rescatar al presidente y poner en caja a unos desalmados invasores que, hasta allí, le venían ganando por goleada a un ejército norteamericano que llega tarde o tiene mala puntería o se equivoca en el diagnóstico. Sobran efectos especiales y golpes de efecto, sobra clima patriotero y afirmación del coraje y la entrega, pero como película de acción –de eso se trata- funciona. El comienzo es muy bueno y el resto, arrollador. Eso sí, Butler podrá con los coreanos pero no con Bruce Willis.
El amor irrumpe y todo tambalea ¿Qué pasa cuando tu amiga empieza a salir con tu ex? Lucia (Bertucelli), que hace tres años se separó de Ricki (Mirás), se va a pasar unos días con su actual pareja y le pide a su mejor amiga, la desolada Ana, que le cuide la casa y su hija. Y aparece Ricki y bueno, salen a comer y acaban en la cama. No hay más. La historia es chiquita pero está bien contada. Los celos, la amistad, el amor posesivo, el flechazo, las dudas, los códigos femeninos, todo estalla cuando Ana le cuenta a Lucía lo que está pasando y lo que está sintiendo. Es una comedia dramática, pero también tiene humor y pasa con mucha naturalidad de las preguntas al odio, de la sorpresa a la bronca. Hay culpas, reproches, dudas. Lucía siente que Ricki no está en su vida pero le sigue perteneciendo. Y la noticia que le trae Ana la obligará a revisar los alcances y el peso de ese ex que sigue ausente y sigue estando y al que se valora más cuando lo disfruta otra. Galardi (“Cerro bayo” y “Amorosa soledad”) tiene buen oído para el diálogo, destreza para pintar personajes con pocos pincelazos (el jardinero), buen pulso para conducir actores y sobre todo talento para crear climas a través de una puesta en escena que sugiere más de lo que dice y nos enseña que lo explícito está en los detalles. No es un filme redondo. Es moroso, le falta animarse un poco más, pero es creíble, elegante, sensible y con final abierto, una película que, como la vida, deja a todas sus criaturas tambaleando.
ATRAPA Y CONFUNDE Filme vistoso, algo extravagante, confuso, lleno de emboscadas narrativas, pero tiene nervio y aciertos visuales. Don Boyle (“¿Quiere ser millonario?”) suele pasarse de rosca, pero sabe cómo se hace para que hasta la escena más simple tenga sello propio. Cine comercial de empinada factura. Sádico, vertiginoso, medio tramposo pero también atractivo. Aquí cuenta las andanzas de un ladrón que se roba un cuadro de Goya. Cuando va a escapar recibe un golpe en la cabeza y no se acuerda dónde lo dejó. Los integrantes de la banda primero no creen en su amnesia, pero después deciden recurrir a una terapeuta. Hipnosis y charla van despejando el camino. Pero las cosas nunca son simples. La terapeuta juega su partido, hay traiciones, sospechas de todos lados y surgen recuerdos y olvidos que lastiman y complican todo. Al final el robo es una forma de ajustar cuentas. La película se enreda, porque no sabemos si lo que vemos es lo que pasa o lo que deambula por la conciencia de ese desmemoriado. Thriller interesante, intenso, pero con demasiadas vueltas.
INVASORES DE ALMA Estos alienígenas alcanzaron algunos logros. Han logrado redondear un planeta sin tensiones, uniforme y algo aburridón, pero amable, donde no se miente ni se roba y la gente vive más de mil años. Pero claro, el puñado de seres humanos que se ha salvado de la destructora invasión, no quiere perder ni sus mañas ni su espíritu. Los invasores los buscan para sacarles el alma sin quitarles el cuerpo. Por allí va la cosa. Nada nuevo: invasores implacables que sólo capitularán ante el heroísmo y el amor. Porque una de las alienígenas, que anda con el alma de una humana enamoradiza, podrá conocer el amor. Y allí cambiará todo. Alargado y artificioso homenaje a una civilización, la nuestra, que miente, roba y no vive mucho, pero que le pone garra, alma y besos a su accidentada estadía. Y así estamos.
Para que la música de la vida siga sonando Para su debut como realizador, Dustin Hoffman eligió un tema que lo roza: hablar de un grupo artistas que, en el ocaso de su vida, reencuentran en su vie ja vocación el mejor remedio para sentirse vivos. La Casa Beecham, una residencia para músicos retirados, está preparando una gala para recolectar fondos. Y recibe a una nueva pensionista: Jean, una ex diva que sigue reclamando incluso allí un trato diferenciado. Jean se reencontrará con su mundo y con su ex marido. Incluso revela que fue allí para ponerse al día, no sólo con la fama sino con el amor. La historia es leve, pero fluye en calma y encuentra su mejor apoyo en la música y en un afilado elenco que añade sensibilidad y simpatía. Son músicos verdaderos que este filme realmente los ha recuperado y que le dan el tono y el sentido a esta lección de vida. Hoffman los rodea con amable ternura, sin caer en cursilerías, dando cuenta apenas de la implacable marca que deja el tiempo. Y conmueve con buenos recursos. N os dice que hasta el final el hombre seguirá latiendo por los mismos impulsos: el amor, el egoísmo, la vanidad, el miedo, el amor. Y que lo mejor es hacer lo posible para que los sueños y las pasiones no se jubilen nunca. “Rigoletto en apuros” es, en el fondo, un homenaje al arte como el mejor refugio para dar y darse felicidad. ”Envejecer no es para cobardes” es la famosa frase de Bette Davis. El filme la trae para avisarnos que, además de coraje, se necesita pasión, amor y temple para enfrentar lo que queda.
VOLVIO EL HOMBRE DE HIERRO Revitalizada, ágil, irónica. El millonario Stark se ha retirado, pero cuando se entera que la Tierra está en peligro, sale otra vez a la cancha. Vieja fórmula que aquí sale a flote por una factura visual que le resta ampulosidad a estas extravagantes y exageradas propuestas justicieras a gran escala. Como siempre, el héroe está disfrutando de s u buena casa y de buena compañía, pero claro, la Tierra cada tanto está en peligro y los de adentro, ni te digo. Es que los malvados sólo pierden en el cine. Pero bueno al menos en la ficción aparecen súper héroes que nos sacan de apuro sin pedir nada. El filme deambula por terrenos conocidos: efectos, luchas encarnizadas, persecuciones, pero Black (y el bueno de Robert Downey Jr.) le agregan oportunos toques de humor, dejando caer algunas ideas, como esa insinuación de que al fin el exceso de vengadores en el fondo agiganta el pánico. Buen filme, vistoso, con un personaje que no cede ni ante el moralismo ni ante los sentimientos, un ser falible que anda sin traumas ni concesiones y se pone al hombro la policía y la justicia. Un tipo a la altura de estos tiempos.
MAS LIVIANA QUE EL AIRE Otra comedia francesa desganada, con tonterías y personajes de cartón. Tiene un origen teatral y se nota demasiado. Es muy hablada y encerrada. Son cinco personajes cuarentones que se juntan a cenar. Dos matrimonios, y un músico amigo. Gente de buen nivel cultural y social, informada, discutidora. Y todo se desencadena a partir de una broma tonta. El malentendido reaviva viejas asignaturas pendientes. Aparecen reproches, excesos. El tema es parecido al de “Un dios salvaje”, con un encuentro que empieza muy distendido y amistoso y acaba mal. También aquí, de a poco, la tensión crece, surgen verdades guardadas, hace su entrada la ira, la intolerancia y de a poco todo se desbarranca. Estos ejercicios casi teatrales exigen una cámara curiosa y detallista, grandes actores y diálogos sabrosos. No hay nada de eso. Es un filme sin gracia, con personajes pobres y actores exagerados. No sólo el planteo es poco convincente (todo se arma porque un padre primerizo quiere que su hijo se llame Adolfo). También su desarrollo: nada es creíble en esta pieza alargada, liviana y aburridona.