Mi fiel compañera “Alfa” (Alpha, 2018) es una película dramática dirigida por Albert Hughes y escrita por Daniele Sebastian Wiedenhaupt. El reparto incluye a Kodi Smit-McPhee (The Road), Jóhannes Haukur Jóhannesson (Caín en Noé), Mercedes de la Zerda, Marcin Kowalczyk y Chuck, un perro lobo checoslovaco de cinco años. La voz narradora es puesta por Morgan Freeman. Europa, 20.000 años atrás. Al joven Keda (Kodi Smit-McPhee), hijo de Tau (Jóhannes Haukur Jóhannesson), ya le llegó la hora de convertirse en hombre, por lo que parte de la tribu lo acompaña en una expedición. Durante un enfrentamiento con una manada de bisontes salvajes, Keda termina siendo arrastrado y tirado al vacío por uno de los animales, aunque su padre trata de evitarlo. Convencidos de que el chico ha fallecido, los demás cazadores abandonan el lugar. No obstante, Keda sobrevivió al ataque y deberá volver a hacerlo cuando unos lobos lo persigan. Totalmente solo y sin saber cómo regresar a su hogar, Keda irá estableciendo una relación de amistad con Alfa, una loba herida que fue dejada de lado por su familia. Con la cercanía del congelado invierno, animal y humano deberán confiar el uno en el otro para continuar con vida. Con una trama ultra sencilla, el mayor acierto del filme indiscutiblemente pasa por la excelente fotografía del austríaco Martin Gschlacht. Cada paisaje prehistórico resulta todo un deleite para la vista, a la vez que da cuenta de lo vasto, armonioso y solitario que es el mundo. Otro aspecto que hace que la cinta funcione muy bien consiste en la elección de actores no tan reconocidos, que encima hablan una lengua ficticia (pero que en ningún momento nos hace dudar de su realismo). De esta manera nos es más fácil creernos la historia, a la vez que el correcto vestuario también ayuda. Sin embargo, la cinta está lejos de ser perfecta y puede hacer bostezar a más de uno, en especial en su introducción. Con un comienzo que nos muestra escenas del episodio salido de control con los bisontes, el guión hace que volvamos una semana para atrás hasta llegar de vuelta al mismo suceso. Debido a esto, lo que más espera el espectador (ver a la loba y al chico) se hace desear bastante. Cuando por fin el animal entra en escena, por suerte el interés resurge. La creencia en las rocas, el respeto a los ancestros, lo difícil que es generar fuego y las adversidades del clima son solo algunos de los elementos que, aunque estén bien retratados, inevitablemente hacen pensar en que esto ya se ha visto en otras producciones. Muchos seres vivos fueron hechos con CGI, no obstante que la loba principal sea real nos hace empatizar con ella de inmediato gracias a su tierna mirada e insistencia por no separarse de Keda una vez que él la echa. Puede que “Alfa” no sea para nada original, abuse de la cámara lenta en ciertas partes y tenga un inicio que aburra. A pesar de ello, desde lo técnico el filme logra ser maravilloso y la amistad forjada entre hombre y lobo es muy linda de ver.
Clases sociales diferentes “Locamente Millonarios” (Crazy Rich Asians, 2018) es una comedia romántica dirigida por Jon M. Chu y escrita por Peter Chiarelli y Adele Lim. Basada en la novela homónima de Kevin Kwan, el reparto incluye a Constance Wu, Henry Golding, Michelle Yeoh, Lisa Lu, Gemma Chan, Awkwafina (Ocean’s 8), Sonoya Mizuno, Jimmy O. Yang, Remy Hii, entre otros. Nacida en China y criada en Estados Unidos, la profesora de economía Rachel Chu (Constance Wu) hace un tiempo que mantiene una relación con Nick Young (Henry Golding). Una noche en un bar luego de salir de trabajar, Nick le propone viajar a Singapur, su país de origen, ya que quiere estar presente en la boda de su mejor amigo Colin (Chris Pang) y de paso desea presentar oficialmente a su novia entre la familia. Lo que no sabe Rachel, y se terminará enterando allá, es que Nick es el heredero de una enorme fortuna, el casamiento es el evento más esperado del siglo y toda la familia Young tiene un altísimo poder adquisitivo. Al no ser adinerada y encima inmigrante, la joven Rachel deberá lidiar con las miradas reprobatorias de la mayoría de chicas que la envidian y con el descontento de Eleanor Young (Michelle Yeoh), madre de Nick que se rehúsa a darle el visto bueno. Con una historia que en ciertos momentos recuerda a “La Cenicienta” (Cinderella, 1950), “Locamente Millonarios” se destaca por ser la primera película de Hollywood en donde el estudio decidió respetar la cultura asiática mostrada en la novela, por lo que en el elenco no tenemos a caras ya conocidas. Esto le otorga muchísima frescura al relato, la cual ayuda a que los clichés de este cuento de hadas moderno no molesten para nada. Gracias a una buena producción, los lujos de la familia Young no dejan de asombrarnos durante toda la trama. Ya sea por los altísimos edificios, la multitudinaria despedida de soltero, la celebración para las chicas que incluye compra masiva de ropa y spa o el diseño interno del hogar de Eleanor, la cinta nunca deja de ser atractiva y, por sobre todo, muy entretenida. No obstante lo importante no pasa por las cosas materiales sino por la buena construcción que hay del personaje protagónico femenino: aunque al principio Rachel se pone mal por no encajar en ese mundo, con el tiempo entiende que ella no tiene por qué avergonzarse de su persona. En cuanto a las demás actuaciones, Michelle Yeoh hace un gran trabajo al encarnar a la madre de Nick. Solo con su presencia la actriz es capaz de imponer respeto y distancia. Por otro lado, Awkwafina aporta la cuota cómica al ser la amiga de Rachel. Sus comentarios y ocurrencias harán reír en más de una ocasión. Con una edición acertada ya que el ritmo se mantiene durante las dos horas, la película también despierta el interés al mostrar comidas típicas de Asia tales como los dumplings. Además, la importancia de la abuela de la familia está bien retratada. La escena que da comienzo a la cinta, ambientada en 1995, termina siendo completamente innecesaria como muchos personajes presentados una vez que los protagonistas llegan a Singapur. La subtrama planteada con respecto a los problemas de pareja de una de las primas de Nick importa poco y nada, aparte de que muchos hechos se caracterizan por su inverosimilitud. Sin embargo, “Locamente Millonarios” no fue realizada para ser analizada minuciosamente, más bien es de esos filmes en el que desde un comienzo aceptás sus reglas y te dejás llevar por la propuesta. Disfrutable, graciosa y con un buen mensaje, la película consigue hacer feliz al espectador tanto durante como después de su visionado, y eso es más que un logro.
La misteriosa Emily “Un Pequeño Favor” (A Simple Favor, 2018) es un thriller cómico dirigido por Paul Feig (Damas en Guerra, Cazafantasmas) y escrito por Jessica Sharzer. Basado en la novela homónima de Darcey Bell, el reparto incluye a Anna Kendrick (Pitch Perfect, Into The Woods), Blake Lively, Henry Golding, Joshua Satine, Ian Ho, Andrew Rannells, Rupert Friend, Bashir Salahuddin, entre otros. La historia se centra en Stephanie Smothers (Anna Kendrick), una joven mamá viuda que tiene un videoblog sobre manualidades y recetas. Un día lluvioso, al pasar a buscar a su hijo Miles por la escuela, el pequeño le ruega pasar más tiempo con su compañero y amigo Nicky (Ian Ho). La madre de Nicky es la sofisticada y elegante Emily Nelson (Blake Lively), encargada de las relaciones públicas en una empresa de moda. Aunque estas dos mujeres pareciera que no tienen nada en común, debido a sus hijos irán entablando una relación de amistad en la casa de Em, donde después de varias copas de ginebra se irán contando los más profundos secretos. Pasadas unas semanas, Emily le pedirá ese “pequeño favor” a Stephanie, el cual consiste en que esta última retire a Nicky del colegio ya que ella está muy atareada en su trabajo y Sean (Henry Golding), su marido, se encuentra en Londres cuidando a su madre. No obstante, desde ese momento Emily no volverá a aparecer, lo que llevará a Stephanie a indagar sobre qué fue lo que realmente le sucedió. Reconocido por dirigir comedias femeninas, Paul Feig en este caso se mete en un relato con toques de “Perdida” (Gone Girl, 2014) o “La Chica del Tren” (The Girl on the Train, 2016) pero que se distingue por sí solo al mantener su propio estilo, uno que nunca deja de lado el humor filoso para adultos, las situaciones absurdas y un glamour soñado. La cinta capta el interés gracias a la química que hay entre las dos protagonistas, que mantienen charlas rápidas y astutas llenas de chistes inteligentes que funcionan. Cada vez que Blake Lively aparece en pantalla eclipsa todo lo demás, ya sea por su dominante carácter como por sus variados trajes que le dan una importancia indescriptible. Anna Kendrick no se queda atrás al construir a un personaje muchísimo más maternal, inocente y hasta un poco torpe, que se encarga de los quehaceres de la casa sin protestar y confía en que a los pocos días Emily ya será una amiga para toda la vida. El choque de estas personalidades ultra opuestas, sumado al aporte de buenas canciones francesas, invita al espectador a también querer saber qué es lo que pasó con la despampanante Emily. No obstante muchos saldrán de la sala desconcertados al no tener en cuenta de antemano el género de “Un Pequeño Favor”. A medida que avanza la trama, la película cuenta con muchos giros en el guión que resultan inverosímiles (alguno que otro es innecesario). También lo que ocurre es que, al aportar información tan rápido, el espectador se pierde fácilmente y no se logra distinguir adonde es que quiere llegar el director. El film se vuelve desorganizado y confuso aparte de que nunca pierde su cuota cómica, lo que ya sobre el desenlace consigue agobiar. Aunque “Un Pequeño Favor” tiene un muy buen desarrollo en su primera hora, la conclusión sobre lo que le pasó a Emily no es tan sorprendente como se esperaba. Si ya vas con la idea de que esta cinta no es para tomársela en serio, su visionado será mucho más disfrutable.
La complicidad “Rojo” (2018) es un thriller policial dirigido y escrito por Benjamín Naishtat (Historia del Miedo, El Movimiento). Coproducido entre Argentina, Brasil, Francia, Alemania y Holanda, el reparto incluye a Darío Grandinetti (Relatos Salvajes), Andrea Frigerio (El Ciudadano Ilustre, Mi Obra Maestra), Alfredo Castro, Laura Grandinetti, Rafael Federman, Diego Cremonesi, entre otros. Tuvo su premiere mundial en el Toronto International Film Festival, en donde fue nombrada para formar parte de la Selección Oficial en la sección Platform, convirtiéndose en la primera película argentina seleccionada para dicha competencia. Además, obtuvo tres galardones en el Festival de San Sebastián: Mejor Dirección, Mejor Actor (Darío Grandinetti) y Mejor Fotografía (Pedro Sotero). 1975, en alguna provincia de Argentina. Claudio Morán (Darío Grandinetti) es un respetado abogado de un pueblo que vive tranquilamente con su esposa Susana (Andrea Frigerio) y su hija Paula (Laura Grandinetti), que está de novia con Santiago (Rafael Federman). Una noche, Claudio se encuentra en una mesa de un colmado restaurante esperando por su mujer cuando percibe que un hombre lo observa desde unos metros. “El Hippie” (Diego Cremonesi) se acerca y le pide al mozo esa mesa donde está sentado Claudio ya que le parece una falta de respeto que él tenga que esperar su turno mientras el señor no está pidiendo ninguna comida. Esto produce un altercado en el lugar que luego continúa afuera y desemboca en una tragedia. Tres meses después, el ex policía y detective chileno Sinclair (Alfredo Castro) se presenta en una celebración con el objetivo de interrogar a Claudio sobre el paradero del Hippie, lo cual hará que el abogado se ponga nervioso y decida aparentar con la típica “acá no ha pasado nada, queremos paz”. Si hablamos de Golpe de Estado, películas nacionales sobran. No obstante “Rojo” tiene una originalidad que sorprende y es súper bienvenida para el espectador. Con una primera escena introductoria seguida de una secuencia potente que constituye uno de los momentos más tensos de la cinta, el filme se destaca por centrarse en el comportamiento de la sociedad años antes de la dictadura que ya conocemos. Así, Naishtat nos hace testigos de cómo se manejaba la gente durante la intervención federal, lo común que era aparentar para pertenecer, callarse, esconder y que los cuestionamientos solo queden en la mente de cada uno. Con una perfecta utilización de la música, unos encuadres que da gusto ver y una fotografía sublime, el director construyó una trama que no sigue a un hecho puntual, más bien está compuesta de distintos momentos que constituyen una metáfora ya sea a las desapariciones del futuro como al miedo en el que ya estaban inmersos los argentinos. Los cortes de las escenas pueden resultar abruptos, sin embargo al analizarla uno se da cuenta de que no existía la necesidad de continuar cada hecho para entender a dónde se quiere llegar con lo expuesto. En cuanto a las actuaciones, todas están muy bien, en especial la de Darío Grandinetti, Alfredo Castro y Diego Cremonesi. El detective consigue incomodar con su seriedad, fija mirada y manera de hablar. Para él las cosas son blancas o negras, no hay grises. Aunque Cremonesi tiene poco tiempo en pantalla, su interpretación de “El Hippie” queda en la memoria tiempo después del final del filme. La impunidad que había con las armas, las desapariciones que nadie se ocupaba en resolver por estar la municipalidad intervenida, el peso que tenía la religión, el accionar de los medios al tapar lo que verdaderamente importaba con la llegada de los vaqueros norteamericanos y el orgullo que había que sentir por el suelo argentino son solo algunas de las cosas en las que pone el foco Benjamín Naishtat. Pero, por sobre todo, “Rojo” deja pensando en cómo cada persona fue cómplice de alguna manera para que la etapa más oscura de nuestro país se haga realidad.
Polos opuestos “Solo el Amor” es una película nacional romántica y musical dirigida por Andy Caballero y Diego Corsini (Solos en la Ciudad, Pasaje de Vida). Ellos también se encargaron del guión junto a Yamila Saud (Hipersomnia), actriz que comparte el protagónico con Franco Masini (El Clan, Inseparables). Filmada en la Ciudad de Buenos Aires, completan el reparto Facundo Gambandé, Bautista Lena, Andrea Frigerio, Gerardo Romano, Josefina Ramírez y Victorio D’Alessandro. La historia se centra en Noah Langdon (Franco Masini), un joven cantante que, con sus amigos Eric (Facundo Gambandé) y Danny (Victorio D’Alessandro), tiene una banda de rock llamada “Beso Cósmico”. Una mañana, Noah está apurado por llegar al garaje para ponerse a ensayar por lo que inevitablemente termina chocando con la abogada Emma Salomé (Yamila Saud), tirándole todos sus papeles. Noah queda maravillado por la belleza de Emma y, gracias a que sin darse cuenta se quedó con uno de sus expedientes, puede volverla a ver e invitarla a un bar donde Beso Cósmico hará una presentación. El comienzo de una relación amorosa se verá truncado por la repentina fama de Noah, que desde que tiene como mánager a Maia Levin (Andrea Frigerio) causa furor tanto en la prensa como en cada lugar al que se dirige. Las películas nacionales para adolescentes son casi inexistentes, en especial si tenemos en cuenta el aspecto musical. “Solo el Amor” viene a llenar este vacío en el género, sin embargo lo hace de la peor manera posible. La cinta tiene un exceso increíble de clichés que, sumado a lo idiotas que resultan los personajes, solo consigue que sea imposible tomársela en serio. Por otro lado, los guionistas copiaron descaradamente elementos de “Diario de una Pasión” (The Notebook, 2004): sin ir más lejos, el protagonista se llama Noah, la chica adora pintar pero lleva una vida estructurada debido a su estricto padre y los dos provienen de “mundos diferentes”. Incluso en cierto momento del filme se hace referencia a esa película, lo que deja aún más claro que cada vez hay menos inspiración y originalidad. En cuanto a la dirección, el film luce más como un videoclip súper extenso que un largometraje en sí. Esto era de esperarse si tenemos en cuenta que Andy Caballero es reconocido por haber dirigido más de 150 videos musicales. El problema no es la banda de sonido, sino cómo se la utilizó en la trama. Al no tener tanto contenido por narrar, las escenas en las que Noah practica con su guitarra se vuelven repetitivas y monótonas, aparte de que la edición no es fluida ni por asomo. Para colmo, la química entre Franco Masini y Yamila Saud no da resultado. Los actores no dan buenas interpretaciones, aunque hay que tener en cuenta que es muy complicado sobrellevar un guión tan pobre e inverosímil. Sus personajes son extremadamente planos e ingenuos, además de que toman decisiones erróneas que hacen que la poca simpatía que les teníamos se pierda. Párrafo aparte para la ridiculez que constituye Andrea Frigerio en el filme. La actriz, lookeada con una peluca rubia platinada corta e impoluto traje blanco, se la pasa hablando en una combinación de inglés con español cero creíble que solo da gracia por lo bizarras que son todas sus escenas. Empalagosa y sin creatividad, “Solo el Amor” únicamente será aceptada por niñas de 13 y 14 años que sean fanáticas de Masini. Para los demás, la cinta será otra historia de amor mal desarrollada que pasará directamente al olvido.
Huida constante “Transit” (2018) es una película dramática dirigida y escrita por Christian Petzold (Bárbara, Phoenix). Coproducida entre Alemania y Francia, la cinta está basada libremente en la novela homónima de Anna Seghers publicada en 1944. El reparto incluye a Franz Rogowski, Lilien Batman, Maryam Zaree, Godehard Giese, Paula Beer (Frantz), Bárbara Auer, Sebastian Hülk, entre otros. Fue nominada en la categoría “Mejor Película” en el Festival Internacional de Chicago, el Festival de Cine de Sidney y el de Nuremberg, ganando solo en este último. Ambientada en una Francia actual ocupada por los nazis, Georg (Franz Rogowski) es un alemán que deberá escaparse cueste lo que cueste. Debido a un malentendido, Georg toma la identidad de un escritor muerto, lo cual le sirve para poder utilizar la visa que le garantizará refugio en México. En su viaje, antes de irse a América, conocerá a Melissa (Maryam Zaree), una mujer sordomuda que maneja el lenguaje de señas y se encariñará con su hijo asmático Driss (Lilien Batman). Además, se enamorará de Marie (Paula Beer), una mujer que vive esperando por su marido. Como se puede notar, lo curioso de este largometraje pasa por la decisión del director de trasladar al día de hoy una historia que concordaría con la época de la Segunda Guerra Mundial. Petzold no necesita dar explicaciones, más bien se basa en las imágenes, para retratar el enorme sufrimiento de los refugiados, problemática que hace pensar en cómo están las cosas en Europa ahora mismo, donde aún no se halla una solución. Así seremos testigos de una Marsella colmada de fascistas que con sus vehículos y hostigadoras sirenas deambulan por las calles deteniendo y aplicando la violencia a quien les plazca. En este sentido, se nos hace fácil imaginar que el escenario expuesto podría ser real. Los permisos de residencia en el Consulado y las continuas redadas ayudan a crear una atmósfera opresiva donde los únicos sentimientos que prevalecen son la vergüenza y el miedo. No obstante, la trama avanza a un paso tan lento y confuso que inevitablemente el interés se va perdiendo. Cada vez cuesta más conectar con lo que va pasando, además de que la voz en off en tercera persona no sirve para enganchar al espectador. Hubiese funcionado mucho mejor sin ella ya que todo lo que se cuenta tranquilamente lo podemos ver con nuestros propios ojos. El acierto del título de la cinta es absoluto debido a que no solo se refiere a que los refugiados no tienen un lugar fijo donde vivir (el protagonista pasa por edificios, restaurantes, transporte, puertos, etc) sino que también los personajes secundarios no están desarrollados, pasando por la vida de Georg rápidamente. En especial Marie, encarnada por Paula Beer, que más que como atracción romántica el director la usa como fantasma (Georg casi siempre la ve de lejos y luego desaparece). Con un final muy abierto en el que se hace imposible descifrar qué pasó verdaderamente, “Transit” gustará a los que ya conocen el estilo y trabajos previos de Christian Petzold.
En busca de inspiración “Gauguin, viaje a Tahití” (Gauguin: Voyage de Tahitiaka, 2017) es un drama biográfico francés dirigido por Edouard Deluc, siendo éste su tercer largometraje. Escrito por Deluc, Etienne Comar, Thomas Lilti y Sarah Kaminsky, el reparto incluye a Vincent Cassel (El Cisne Negro), Tuhei Adams, Pernille Bergendorff, Teiva Monoi, Marc Barbé, entre otros. París, 1891. El artista plástico Paul Gauguin (Vincent Cassel), cansado de ver siempre las mismas caras y objetos de Francia, decide viajar hacia la isla de Tahití para cambiar de aire y poder realizar pinturas más significativas. Aunque le insiste a su esposa Mette (Pernille Bergendorff) que luego se una a él en esta travesía y lleve a sus cinco hijos pequeños, la mujer decide no acompañarlo al no estar de acuerdo con la aventura que propone Paul. En la selva tropical, Gauguin conocerá a Tehura (Tuhei Adams), joven que mantendrá una relación amorosa con el pintor (aprobada por sus padres a pesar de la diferencia de edad) y será la protagonista de varios de sus cuadros. Rodada en la Polinesia y luego en París, con “Gauguin, viaje a Tahití” seremos testigos de solo un tramo en la vida del artista, una etapa muy significativa que estuvo marcada por el amor, la exploración y la sencillez. Con un ritmo pausado y sereno, el filme sale airoso gracias a la interpretación de Vincent Cassel, que desde su mirada logra empatizar con el espectador a pesar de las variadas decisiones erróneas que Gauguin tomó en ese tiempo. Entristece ver cómo el trabajo de Paul, el cual disfrutaba mucho haciéndolo, para la época no tenía valor ni se le daba un poco de la atención que merecía; a la vez, el actor transmite muy bien la desesperación al quedarse sin lienzos para pintar ni dinero con el que salir a flote. La fotografía es otro punto fuerte de la película. El cinematógrafo Pierre Cottereau nos ofrece muchos paisajes naturales donde el foco está puesto en la belleza del cielo, las cascadas, colinas y los diferentes tonos de verdes en la vegetación. Hay un buen balance entre los momentos lindos, como el disfrute de Gauguin al pintar a su amada o correr con los niños de la tribu, y los más dramáticos tales como cuando Paul sufre un ataque al corazón o se dedica a ser estibador ya que nadie se fija en su arte. El problema de la cinta está en que no tiene un inicio, desarrollo y desenlace bien marcado, todo se maneja en una misma línea que no la hace ser una producción memorable. Algunas situaciones entre Paul y Tehura podrían haber sido más detalladas, como sí queda en evidencia la naturalización de la violencia de la mujer en ese momento; sin embargo la película constituye un buen material para los que quieren conocer la solitaria y sufrida vida de Gauguin, un hombre que, como muchos otros pintores, murió en la indigencia y solo después de su fallecimiento fue reconocido como debía.
Entre el sueño y la realidad “La Casa del Eco” es una película nacional dramática y de suspenso psicológico que constituye el debut como director de Hugo Curletto, que también se encargó del guión. Rodada en Córdoba, el reparto está compuesto por Gerardo Ottero, Guadalupe Docampo, Pablo Tolosa, Gina Cavagna y Rubén Gattino. La historia se centra en Alejo (Gerardo Ottero), un arquitecto que vive con su esposa Ana (Guadalupe Docampo) y su hija Elena (Gina Cavagna), a la cual le encanta la gimnasia artística. En el día del cumpleaños, su padre le regala la escritura de una parcela de pinos ubicada en Alpa Corral. Con la reciente caída de una pared en la obra donde trabaja, Alejo emprenderá un viaje con Ana hacia la montaña. Guiados por Pedro (Pablo Tolosa), un lugareño armado, el trastorno de sueño progresivo que padece Alejo se hará cada vez más presente. La ópera prima de Curletto se caracteriza por ser de lectura abierta, por lo que cada espectador puede interpretarla como quiere o no llegar a ninguna conclusión en absoluto. El filme se desarrolla en dos tramas diferentes: por un lado el tiempo en familia que pasa Alejo, yendo a buscar a su hija al colegio o no sintiéndose satisfecho con su trabajo, y por otro la cabalgata con su esposa y el guía en busca del lugar que le obsequió su padre. La línea entre lo que es un sueño y lo que es real cada vez se vuelve más confusa y es primordial saber que las explicaciones nunca llegarán. Con un silencio predominante por sobre los diálogos, la cinta se vuelve parsimoniosa y demasiado metafórica. Insectos caminando sobre troncos o frutas, piruetas de la niña y una maqueta de un edificio que está diseñado para producir eco son solo algunos de los elementos que invitan a pensar qué es lo que el director quiso transmitir. Por más que el filme se torne aburrido, consigue dejar una sensación rara en el espectador ya sea por la música utilizada o la crisis existencial del protagonista. La paternidad, el conflicto en la pareja, la incomunicación, la soledad y el vacío son temáticas que se hacen presentes en “La Casa del Eco”, una película en donde la bella dirección de fotografía, sumado al sonido de los pájaros, hace que sea fácil sumergirse dentro del rústico bosque. Luego de su visionado, una de las tantas incógnitas quedará latente: ¿alcanza con lo que somos?
Un viaje alocado “All Inclusive” es una comedia nacional romántica dirigida por Diego y Pablo Levy. Ellos también se encargaron del guión junto a Ignacio Sánchez Mestre. El reparto incluye a Julieta Zylberberg, Alan Sabbagh, Mike Amigorena, Marina Bellati, Mariana Chaud, Martín Campilongo, Santiago Korovsky, entre otros. La historia se centra en la pareja compuesta por el arquitecto Pablo (Alan Sabbagh) y Lucía (Julieta Zylberberg), una modelo que se dedica a hacer publicidades de barritas de cereal. Los dos nunca se casaron pero conviven hace más de cinco años. Pablo tiene una gran oportunidad en su trabajo ya que debe vender uno de sus proyectos de edificio a una compañía japonesa, sin embargo las cosas no salen como él esperaba y su jefe lo despide. Esa noche, sin contarle lo ocurrido a su novia, Pablo tiene un impulso y desde Internet compra boletos de avión y estadía en un hotel con todo incluido a Brasil. En estas vacaciones espontáneas, Lucía y Pablo compartirán actividades con otra pareja compuesta por Ana María (Marina Bellati) y Mariana (Mariana Chaud), además que conocerán al enérgico gerente Gilberto (Mike Amigorena). Muchos ni siquiera leerán la sinopsis de All Inclusive al ver su banal póster promocional, sin embargo no todo es lo que parece y si vamos más allá de las apariencias la película resulta toda una sorpresa. Súper divertida y disfrutable en cada minuto, el filme logra sacar muchas carcajadas y tiene un ritmo que nunca decae, por lo que su duración ni se siente al estar tan compenetrados con lo que va pasando. Esto sucede principalmente gracias al guión y las verosímiles actuaciones. Cada actor del reparto tiene su momento para destacarse, no obstante los que más brillan son Julieta Zylberberg y Alan Sabbagh. Sus interpretaciones son muy naturales y frescas, a la vez que la dinámica entre ellos nos resulta familiar: mientras que Pablo es más tranquilo y estructurado, Lucía es creativa, activa y se prende con más facilidad a cualquier actividad. Las pequeñas peleas que se dan entre ellos una vez que dejaron atrás la rutina de Buenos Aires tranquilamente podrían suceder en la vida real, lo que hace que este noviazgo sea muy atractivo para el espectador. Mike Amigorena entretiene al hablar en un portugués entendible y al ser tan entusiasta con los planes para pasar unas excelentes vacaciones. En cierto punto el montaje se torna brusco al volver a Argentina, pero todo tiene sentido al enterarnos luego lo que sucedió la última noche en Brasil. Aunque durante el último tramo los hechos sean disparatados, All Inclusive nunca pierde su esencia, haciendo que con su desenlace uno salga feliz de la sala. Si buscás una película simple con muy buenos diálogos, no te guíes por el póster ni mires el tráiler (que spoilea demasiado) y andá a verla sin dudarlo.
Un empujón hacia el éxito “Nace Una Estrella” (A Star Is Born, 2018) es una película musical dramática que constituye el debut en la dirección de Bradley Cooper, el cual también la produjo, protagonizó y co-escribió junto a Eric Roth y Will Fetters. La cinta es la tercera remake que se realiza de la original, estrenada en 1937. Completan el reparto Lady Gaga, Sam Elliott, Dave Chappelle, Andrew Dice Clay, Anthony Ramos, Michael Harney, Bonnie Somerville, entre otros. Fue presentada tanto en el Festival de Venecia como en el de San Sebastián. Luego de dar un concierto, el consagrado cantante Jackson Maine (Bradley Cooper) decide meterse en un bar de drag queens a beber y escuchar música. La primera que sale a escena es Ally (Lady Gaga), una joven mujer súper maquillada que con su voz e interpretación deja maravillado a Jack. Luego de conocerla en el backstage, el único propósito de Jack será que Ally tenga la carrera musical que merece. Los dos comenzarán una historia de amor marcada por el ascenso artístico de ella y el derrumbe de Jack debido al alcoholismo. Estamos ante un filme que, aunque muchos ya sepan la trama, cautiva al espectador desde las interpretaciones de los protagonistas, los temas musicales, la iluminación, el sonido y la posición de cámara, donde uno también se logra sentir arriba del escenario. La historia de amor es lo principal en este relato, por lo que la relación que se va forjando entre Jackson y Ally debía lucir creíble desde el comienzo. Por suerte, esto se logra al punto de que al estar en pantalla, los actores logran que nos olvidemos de sus nombres reales y nos metamos de lleno en lo que les sucede a sus personajes. Lady Gaga sorprende al ser éste su primer largometraje. La reconocida cantante se luce en todo momento al ser Ally, una joven vulnerable que en un comienzo no se anima a cantar sus propias canciones o a mostrarse tal cual es por miedo a ser juzgada por su apariencia. Una persona como Jack es lo que ella necesitaba para triunfar; a él lo único que le importa desde que la observó cantar esa noche es que Ally muestre al mundo la gran artista que ya es. La química entre ellos, sumado a lo hermoso que resulta apoyar al otro sin esperar nada a cambio y la caballerosidad de Jackson, es lo que nos hace empatizar con la pareja al instante. Como era de esperarse, la música tiene un gran peso en el filme. Aparte de descubrir la magnífica voz que tiene Bradley Cooper, las letras no quedan descolgadas con lo que está pasando en la historia por lo que es fácil dejarse llevar y disfrutar. Lady Gaga no solo canta sino que gracias a los primeros planos podemos ver cómo siente cada frase, cómo brilla al dar todo de sí. Por otro lado también se hace una pequeña crítica a la industria, que pretende moldear al cantante como mejor le convenga, perdiendo autenticidad. No se puede dejar pasar la adicción al alcohol que sufre Jackson. El director no cae en golpes bajos al mostrar la decaída del protagonista, por lo que en ciertos momentos el espectador también querrá hundirse y desaparecer en la butaca a la vez que sentirá tristeza genuina por él. “Nace Una Estrella” consigue ser más que un buen primer paso en la carrera como director de Bradley Cooper, lo que da ganas de ver cuáles otros proyectos llevará a la pantalla grande. Aunque contenga algunos minutos de más y no sea arriesgada, la cinta logra emocionar y tiene lo que se necesita para ser nominada en las próximas premiaciones.