La nueva película de Dwayne “The Rock” Johnson y Kevin Hart, nos presenta a Bob Stone y Calvin Joyner, dos compañeros de secundario que se reencuentran 20 años después. Calvin, era la estrella del colegio, popular, atleta, inteligente, amado por todos, con la novia perfecta y votado como la persona con mas probabilidades de triunfar. Bob Stone (cuyo nombre en el secundario era Robbie Weirdicht), por otro lado, era todo lo contrario, introvertido, con sobrepeso, inocentón y propenso al bullying. 20 años después, Bob contacta a Calvin, ahora un contador insatisfecho con su vida, y de golpe se ve involucrado en una aventura con espías, terroristas, la CIA y, no menos traumático, una reunión de secundario. En la tradición de este tipo de películas, el personaje de Kevin Heart, es el lógico, el centrado en la realidad. Vendría a ser nuestro alter ego, que le parece un desquicio todo lo que pasa. Y The Rock es el otrora tímido, endeble chico que se transformo en una suerte de John McClane con esteroides, capaz de vencer a un grupo de agente de la CIA con un cinturón y nada más. La dinámica es casi idéntica a Arma Mortal (Hart vendría a ser Danny Glober y Johnson Mel Gibson) Lo mejor que tiene la película es The Rock. Su veta cómica, y pocas veces explotada, eleva la cinta. Del otro lado tenemos a Kevin Heart, actor cómico de moda, que en este caso, sirve de contrapunto para Jonson y lo hace muy pero muy bien, dejándolo brillar en un ámbito que le pertenece, de esta manera logrando un muy buen balance y transformando la película en algo muy dinámico. Si bien la historia es básica y hasta se podría decir completamente previsible, esto la hace muy entretenida, y se le suma los cameos, o papeles menores que muchos grandes actores han aceptado en la película (Melissa MacCarthy, Jason Bateman, Aaron Paul) que brillan en los momentos que aparecen. En definitiva, un muy buen entretenimiento para reírse una hora y media, pero no mas que eso.
La secuela de Nada es lo que Parece, retoma la historia de nuestros magos, Los Cuatro Jinetes, 18 meses después del final de la primera cinta. Dispuestos a desenmascarar a un magnate tecnológico, son sorprendidos por alguien que los expone y, aparentemente, sabe todo de ellos, poniéndolos en el lado opuesto al que están acostumbrados: ellos son el blanco. Hasta ahí, la historia suena divertida, sino fuera por un pequeño detalle. La película es básicamente una sucesión de escenas en las que deben resolver situaciones imposibles, cuasi quijotescas inclusive, y la manera en las que las resuelven son inverosímiles. Todos suspendemos un poco la lógica al entrar a ver este tipo de películas, son divertidas, entretenidas, y no deben tener demasiado sentido las cosas que pasan, pero deben tener, cuanto menos, la apariencia de tenerlo. Aquí, el director, los guionistas, y los actores, han dejado de tratar directamente. Escenas de pelea que son resueltas con trucos de magia, cortes de cámara para imprimir una supuesta velocidad a hechos que son, de otra manera, imposibles de realizar, y la frutilla de la torta: cambian a Isla Fisher por Lizzy Caplan, sin siquiera explicar que paso con el cuarto jinete, excepto en un dialogo menor que pasa desapercibido. Repitiendo todos los personajes de la primera, con un guión que básicamente se basa en cuatro secuencias claves que se unen por escenas notablemente escritas solo para lograr una cohesión, actuaciones forzadas o desganadas, y locaciones internacionales, cabe destacar una cosa: Woody Harrelson. Sigue intacto, sino fuera por el, la película no hubiera logrado mantenerme despierto. Una lastima, sobre todo porque ya están preparando la tercera, y me estaría dando pánico.
Mi Amigo el Dragón, la nueva película de Disney, nos cuenta la historia de Pete (la traducción del nombre original de la película es “El Dragón de Pete”), un niño que al perderse en el bosque es rescatado por un Dragón que lo cuida, y ambos se adoptan como amigos, familia y hermanos. Esa paz se ve interrumpida cuando una guardabosques encuentra a Pete, y de esa manera, se tiene que separar de Elliot (el dragón). En la tradición de las películas de Disney, (esta es una remake de la película de 1977 con el mismo nombre que combinada animación clásica con actores), la cinta logra todos los puntos que esperamos de ella. Todos. Desde los golpes bajos hasta hacernos sentir que Elliot es real, y nos encantaría tenerlo de mascota. Uno de los grandes logros de la película, es lo que han hecho con el dragón. Lo han transformado en una criatura querible, para nada amenazante, dándole rasgos y actitudes caninas, siendo de alguna manera, un perro enorme, que resulta que vuela. Según el director, David Lowery, dijo a la revista IGN, que prefería un dragón que uno quisiera abrazar, y de ahí el cambio estético. Prefería para la historia eso que el tipo de dragón de Game of Thrones, que se ve bien, pero parece peligroso y frío. La única critica que le haría, es que el 3D no le suma nada a la historia, es mas, por momentos distrae, sobretodo si se la ve subtitulada. En conclusión, la película es un gran entretenimiento, muy bien filmada, con grandes actuaciones (Oakes Fegley, de 12 años, en el papel de Pete esta impecable y Robert Redford como siempre cumple), con una historia simple pero emocionante, que de alguna manera nos permite fantasear con un mundo donde existen los dragones, y nos gustaría tener uno como Elliot.
Checco, es un hombre italiano que vive en un pueblo pequeño y cuasi paradisiaco de Italia, y tiene algo que todos sus vecinos quieren: Un puesto fijo. Su trabajo en la administración pública tiene la característica de ser perpetuo, convirtiéndolo, en su mente y en la que los rodean, en un semi dios. Todo esto se ve amenazado por una reforma estatal, y el, bajo ningún concepto, va a renunciar a su titulo de “nobleza”. Esta comedia es, al momento de su estreno, la más taquillera de la historia de Italia. Y esto se debe a que toca temas muy cercanos a esa sociedad, que a su vez, son muy cercanos a la nuestra. Esa idea del trabajo perpetuo, del cual no te pueden echar sin importar lo que hagas, es inentendible para alguien que no viva en Italia, Argentina, o algún lugar con una sociedad similar. Y en eso se ancla la historia, un hombre que bajo ningún concepto renuncia a su preciado tesoro: su puesto fijo. Siempre cercana al absurdo, la película es muy divertida. Si bien se repite varias veces en los gags, no deja de ser entretenida, y a medida que pasan los minutos, nos vamos de alguna manera encariñando con Checco, al punto de ponernos de su lado, en esta suerte de cruzada ideológica. En resumen, una manera entretenida de pasar una hora y media, y de alguna manera, sentirnos identificados, o por lo menos, reconocer a alguna persona cercana, ya que todos tenemos un Checco cerca.
La última película de Atom Egoyan (El Dulce Porvenir, Ararat, etc.) nos trae al enorme Christopher Plummer en el papel de Zev, un hombre que sufre Alzheimer, internado en una casa de cuidados para gente de la tercera edad. Una semana después de enviudar, su amigo, Martin Landau, lo conmina a cumplir la promesa que había hecho, una misión que cumpliría al morir su esposa. Muñido de una letra que le entregan, para guiarlo en su viaje, Zev se escapa de la comuna y decide cumplir con lo dicho, sea lo que fuere. No se puede decir más de esta película, ya que a medida que Zev se entera de las cosas, nos vamos enterando nosotros. Su demencia senil es un vehiculo para irnos sorprendiendo a medida que las revelaciones se van dando, lo que hace que el relato sea entretenido y tremendamente interesante. Egoyan es un gran director, no voy a descubrir nada a este punto, pero aquí demuestra como la simpleza en la manera de filmar esta historia intima, ya que todo pasa por Plummer, puede ser extraordinariamente bella sin ser grandilocuente. Párrafo aparte merecen las actuaciones, sutiles, orgánicas, tremendamente humanas, y sorprendentes… Christopher Plummer logra uno de los mejores trabajos de su carrera, y contando que ha trabajado en películas tales como “El Socio del Silencio”, “El Informante” y “La novicia Rebelde” (Si es un peliculón, el que lo niegue se reprime), no es poco decir. El resto del reparto también cumple, Dean Norris, Bruno Ganz y Henry Czerny están a la altura de las circunstancias. Recomiendo ampliamente esta película, para que no nos pase como a Zev, una clara metáfora de nuestra sociedad, una sociedad que ha olvidado algo tremendo, que solo recuerda cuando se lo cuentan, cuando es forzada a enfrentarlo, con la diferencia que nuestro Alzheimer es selectivo, autoinfligido, y el de Zev no.
Truth, la opera prima del guionista James Vanderbilt (Zodiac, The Loosers, Amazing Spiderman), nos lleva al año 2004, al centro del programa periodístico más prestigioso de ese momento, 60 minutos. Una productora, Mary Mapes (Cate Blanchett), empieza a trabajar en una historia para Dan Rather (Robert Redford), la principal figura de noticias de CBS. La información que maneja: George Bush, que en ese momento esta en medio de su campaña de reelección para presidente, habría usado influencias y favores para no ir a la guerra de Vietnam. Para investigar reúne a un equipo: Mike Smith (Topher Grace), Roger Charles (Dennis Quaid) y Lucy Scott (Elizabeth Moss), y comienza a hurgan entre archivos, testigos, rumores y memos. El gran problema que tiene la película es que no toma partido. Sin entrar en demasiados detalles, nunca queda claro que paso. Fue todo falso? Fue falsa una parte pero verdad la historia? Fue todo verdad? Al final de la película seguimos sin saberlo. Ha sido tan pasteurizada la historia, que llega al punto de un relato de los hechos, y para este tipo de historias, que nos muestran un hecho trascendental en la historia de un país, profesión, etc., HAY QUE TOMAR PARTIDO. No podemos contar una historia de esta importancia lavándonos las manos, tenemos que decir que pensamos, y hacernos cargo de eso. Por momentos homenajea (por no decir que copia) a “El Informante” de Michael Mann, con planos, melodías, etc., ya que esa película también transcurre en el programa 60 minutos. Sinceramente se nota mucho que es una opera prima, la música en muchas partes trata de generar emociones falsas, esta forzada, y nos saca de clima. Las actuaciones son correctas (todos los que trabajan son grandes actores) pero por desgracia le queda grande el proyecto al director. Una lastima, porque podría haberse transformado en una pieza de recreación histórica que es fundamental para el momento que se vive en los medios, como se hacen los reportajes, los intereses que hay en el medio, y los controles que tendría que haber. Pero cae en la nada, y quedara en el olvido.
La nueva película de Will Smith y Peter Landesman (Parkland, Kill the Messenger) nos lleva al año y a la ciudad de Pittsburg. Ahí, el patólogo Bennet Omalu (W. Smith) es un doctor obsesivo, que casi religiosamente realiza las autopsias de las personas que tiene enfrente con un solo objetivo, contar la historia de cómo llegaron ahí. Cuando termina frente a el un ídolo del equipo de la ciudad, Mike Webster (David Morse), completamente desahuciado, el Dr. Omalu se pregunta que lleva a una persona de 50 años, a tratarse de tal manera que sin ningún indicio claro, termina muerto. A medida que investiga los motivos, y el cerebro del jugador, descubre algo que potencialmente puede destruir la liga de futbol americano. La película funciona como la mayoría de este tipo de cintas. Nos cuenta una historia reciente, tratando de escandalizarnos por algo que ahora nos parece lógico, y no entendemos como se oculto tanto tiempo. Si bien lo logra por momentos, es repetitiva en cuanto a la manera de contarlo. Solamente cuando la historia entra en la etapa que llamo “David y Goliat” se pone realmente entretenida, y de alguna manera cumple con lo que promete. Más allá de esto, la película es buena. El reparto es sólido, y tal vez deberían haber nominado a Will Smith al Oscar como mejor actor, pero sabiendo como es la academia últimamente con la gente de color (termino que personalmente odio, ya que no son verdes, sino negros) no es para sorprenderse. Una lastima, porque tenían todo para hacer una película al nivel de “El Informante” de Michael Mann, y se quedaron cortos.
En Primera Plana, la quinta película de Tom McCarthy (cuyo debut The Station Agent, del 2003, es una gema perdida que recomiendo ampliamente que vean) nos lleva a Boston en el año 2001, donde un grupo de periodistas, liderados por Walter Robinson (Michael Keaton), son parte de una “elite” dentro del Boston Globe llamado “Spotlight” (titulo original de la película). Este grupo se especializa en historias que requieren una investigación profunda, y generalmente eligen sus propias tareas. Con la llegada de un nuevo editor en jefe, al equipo de Spotlight se le pide seguir una historia que había sido “enterrada” en una columna de opinión: las denuncias de abuso infantil en manos de un cura de la iglesia católica y de que manera la Arquidiócesis de la ciudad de Boston, estaba involucrada, en caso de estarlo. A grandes rasgos, esa es la historia. Impregnada con un aire a homenaje de “Todos los Hombres del Presidente” (la obra maestra de Alan J. Pakula que relato el trabajo de los periodistas que expusieron el escándalo de Watergate, hecho que termino sacando a Nixon de la Casa Blanca), la cinta nos muestra como Mike Rezendes (Mark Ruffalo), Sacha Pfeiffer (Rachel McAdams) y Matt Carol (Brian d’Arcy James), liderados por Robinson, se adentran en la laberíntica tarea de encontrar las pruebas que, como toda película que funciona en retrospectiva con un hecho real, ya sabemos: La Iglesia Católica encubrió, protegió, escondió y hasta ayudo a profugarse a cientos de curas en Boston, y miles en el mundo entero al enterarse que abusaban de niños. Sabían lo que pasaba, y no solo lo toleraban, sino que activamente, y en muchos casos llegando hasta lo mas alto de la misma, hicieron todo lo posible para que los curas no fueran condenados, y las victimas fueran silenciadas. Cabe destacar varias cosas sobre la película. La más importante, para un amante del cine, son las actuaciones. Es fácil olvidar que Michael Keaton es un gran actor, y esta película nos lo recuerda. Aquí, da uno de sus mejores trabajos. Conciso, puntual, sin exagerar. Desde Jackie Brown no lo veía actuar así, y tal vez el papel nos recuerde a la ignorada pero genial película de Ron Howard “The Paper”, de 1994, que también transcurre en un diario. Ruffalo, McAdams, Liev Schreiver, John Salttery y d’Arcy James acompañan dicha actuación, como sus compañeros en esta investigación. Stanley Tucci brilla como nos tiene acostumbrados interpretando a un excéntrico abogado con una misión concreta, tildado de loco, pero más cuerdo que la mayoría. Billy Crudup, Jamey Sheridan, también acompañan, o en pocas palabras, nadie desentona, y todos dan grandes performances. La dirección de la película es correcta, sin grandes planos o excentricidades, permitiéndonos absorber la dimensión de lo que esta gente ha logrado. Más cercano a un registro, como si la cámara estuviera ahí y fuera una persona en el cuarto escuchando atentamente lo que pasaba, y de esa manera, permitiéndonos recorrerla a través de las actuaciones, los momentos, dejándonos digerir la información, sin perdernos en lo llamativo de la manera clipera que últimamente domina al cine en general. La semana pasada les contaba sobre “La Gran Apuesta”, y como cada tanto aparece una película importante, que hay que ver para no permitir que ciertas cosas se repitan. Esta es otra de esas películas, que nos recuerdan que el jaque al poder viene de la vigilancia, y en esta época, el periodismo TIENE que cumplir esa tarea. Porque muchas veces, fuera de la condena judicial, la condena civil y publica es el único refugio que tenemos contra los poderosos. Y en Boston, en las décadas finales del siglo XX, con una comunidad pobre, católica y creyente, los curas eran Dios, nadie se animaba a hablar de lo que pasaba, NADIE… hasta que un periodista empezó a preguntar.
La segunda película dirigida para el cine por Charlie Kaufman, Anomalisa, nos lleva a un mundo tremendamente humano, paradójicamente, por medio de la animación. Michael, nuestro protagonista (con voz del enorme David Thewlis) viaja a Cincinatti por negocios y conoce a Lisa (Jennifer Jason Leigh). Y listo, no les puedo contar mas de la historia, porque la brillantez de la película no esta en eso (aunque la profundidad de los personajes hacen que la historia simple tenga otra dimensión) sino que reside en la decisión de hacerla animada. La animación Stop Motion (es decir, hecha con “muñecos” y fotografiada cuadro por cuadro para después reproducirla a 24 fotogramas por segundo y dar la sensación de movimiento) es al mismo tiempo magnifica como incompleta. Muchas veces se nota que no están los muñecos terminados, o que las caras son intercambiables, pero no trata de engañarnos, y eso nos permite de alguna manera insertarnos mejor en la historia. Otro gran detalle, magnifico, y tan genial que no entiendo como no se le ocurrió antes a nadie, es que todos los personajes, excepto nuestros protagonistas, tienen la misma cara y comparten la misma voz (Tom Noonan), haciendo de ellos comunes, planos, y diferenciándolos de nuestros dos protagonistas, los únicos originales y “distintos” de toda la historia. Calculo que en ese detalle esta la idea de hacerla animada, pero no me atrevería a meterme en la cabeza del guionista de “Quieres ser John Malkovich”, aunque el no tiene problemas metiéndose en la cabeza de los demás, aparentemente. En resumidas cuentas, la película es un viaje a la vida de un hombre, que conoce a una mujer, en un viaje, con todo lo que ello conlleva. Con la locura a la que nos tiene acostumbrados, Charlie Kaufman nuevamente logra meternos en un mundo extraño, pero a la vez, extremadamente familiar.
Creed, se podría denominar la séptima entrega de la saga de Rocky, y tal vez lo más inteligente que hicieron las personas responsables de la cinta, fue no hacerlo. La película empieza mostrando a un chico que esta en un correccional para menores, peleando, en un ambiente duro… A este chico lo visita una mujer, que dice saber quien es su padre, y cuando el pregunta el nombre, antes que le responda aparece el titulo de la película: “Creed”. De esta manera, el director Ryan Coogler (Fruitvale Station) deja claro quien es el protagonista de la historia, el protagonista es Adonis Creed, hijo de Apolo, primer rival de Rocky y posterior amigo/hermano del Marañon Italiano. Años después, viviendo con todas las ventajas que el dinero trae, Adonis decide renunciar a su comodidad para perseguir una pulsión interna que lo consume: ser boxeador. Esa es la premisa principal del relato que nos trae nuevamente a Rocky Balboa, pero esta vez como entrenador (hagamos de cuenta que Rocky 5 no existio), retirado, sin querer tener nada que ver con ese mundo que tanta gloria, pero tanto dolor le trajo. La película tiene varias cosas que vale la pena destacar, pero lo principal, es que nos recuerda que Sylvester Stallone ES UN BUEN ACTOR. La saga de Rocky y Rambo transformaron a Sly en una estrella mundial, pero la saga también opaco dos cosas: uno, las primeras entregas de ambas (Rocky 1, y Rambo 1) son peliculones, y se lo discuto a quien quiera, y dos, de alguna manera encasillo a Stallone en el rubro de Actores mediocres, que solo puede hacer una sola cosa. Quitando el hecho que es un excelente guionista y director (en su haber cuenta con 28 guiones filmados, que incluyen títulos como Rocky, Rambo, F.I.S.T., Staying Alive, si la de Traolta, y 8 películas dirigidas) si no vieron las sagas, vean Copland para ver de lo que es capaz este hombre. Y la actuación en Creed, nos recuerda esto. El Stallone de esta cinta es el mejor Stallone. Es sinceramente hipnótico ver su interpretación de este hombre que conocemos como algo más grande que la vida misma, invencible, inquebrantable, en ese momento de su vida, en el ocaso del luchador. Cada vez que aparece transmite emociones, y logra el sentimiento familiar que es necesario para unirnos al personaje de Adonis e invertir en su historia. Otro de los puntos que vale la pena destacar, es que cambia de alguna manera la dinámica de este tipo de sagas, ya que no es un chico pobre tratando de superar la adversidad, sino que es un chico dejando la bonanza que los demás persiguen, para conseguir su sueño, y de alguna manera, demostrar que es el hijo de su padre. Bien dirigida, bien escrita, usando sin explotar demasiado la nostalgia que sentimos por estos personajes, bien actuada por todos, y excelentemente actuada por nuestro Rocky, esta película es una suerte de reseteo para esta saga, y un reseteo más que bienvenido.