Una más de exorcismos, casi ya un subgénero, con algunas innovaciones. En el argumento la hermana Ann, que según sus confesiones desplegadas ante una psiquiatra, tuvo un pasado terrible, convivió con una madre que cada tanto le hacía daño, cuanto estaba poseída por un demonio. Por eso ella esta tan interesada en esa escuela de exorcismos, donde después de cierto éxito con una niña, le permiten ser oyente en las clases. Es que esos soldados que luchan contra el diablo ejercen un destino reservado a los hombres. Luego ella demostrará y será reconocida como una experta. El argumento abunda en sorprendentes vueltas de tuerca, la cual más imaginativa, pero ese soporte le brinda al director Daniel Stamm poner en funcionamiento los sustos para el espectador. Y cuando llega el momento todos los trucos conocidos del tema, caras transformadas, fuerza descomunal, retorcimientos del cuerpo de todo tipo, aunque desde Linda Blair hasta hoy, ya podrían catalogarse por su uso frecuente. Hay que reconocer que hay algunos a estrenar que sobresaltan bastante. Lo que más llama la atención es que la hermana Ann en vez de luchar contra el demonio trata de empatizar con la persona poseído para que se rebele contra esa invasión de cuerpo y alma. El final deja una puerta abierta a ver si la pegamos y hacemos una saga. Para los adictos al terror el entretenimiento está servido.
Basada en un cuento de un clásico de libros infantiles, que curiosamente no fue abordado por el cine de animación. El autor es del famoso en EEUU Bernard Waber, que pone el acento en la importancia de las relaciones familiares y da lecciones de vida. Dirigida con eficacia por Will Speck y Josh Gordon esta fábula infantil funciona mezclando humanos con un cocodrilo que canta y que se acepta de inmediato, porque tanto de pequeño como gigante resulta adorable. Al principio lo conocemos cuando lo descubre un ilusionista venido a menos, compuesto con mucha gracia por Javier Barden, que baila, canta y seduce. Un oscuro mago que ensaya con el bichito para descubrir que en el momento de actuar, Lilo, que solo se comunica cantando y no habla, tiene un terrible miedo escénico que le impide triunfar. El mago huye, abandona al bichito en un desván. El tiempo pasa una familia se muda a la casa, y el chico que sufre bullyiung y no tiene amigos encuentra en el gigante Lilo a su compañero ideal. Con la voz Shawn Méndez, con canciones originales de Benj Pasek y Jusstin Paul), en una Nueva York soñada, el mago explotador fracasará otra vez pero le puntos al villano necesario. Para sonreir acompañando a los más chicos y con momentos de genuina ternura.
Cine coreano de acción, que es la remake de un film español, pero que de inmediato remite a lo que ocurre en “Máxima Velocidad”. Aquí un gerente de banco, un hombre de gran posición económica cumple con su obligación de llevar a su hijos (un niño y una nena) al colegio. En el recorrido suena un teléfono que encuentra en la guantera, donde le hacen una advertencia que pone en tensión a la película del principio al fin. Le advierten que en el auto hay una bomba que estallará si lo detienen o alguien se baja del vehículo. El precio de la salvación es pagar un rescate, transferir millones de su cuenta a otra y conseguir una suma en efectivo. Es una mezcla de acción y drama bien dosificada que pondrá contentos a los que gusten de un cine que es una descarga de adrenalina. El director Dchangsu Kim hace un buen trabajo donde sobresale un perfecto plano secuencia con la explosión de otro coche y no abusa de la utilización de drones. El clima de tensión y desesperación se mantiene porque no solo se trata de paga el rescate, uno se entera con cuanta antelación se planeó todo, sino mantener a los chicos a salvo y evadir a la policía. Un entretenimiento que cumple con lo que promete.
Un mandato difícil de cumplir en nuestros días donde discusiones, grietas y discriminaciones pueblan al mundo. Un hecho ocurrido en Alemania inspiró al realizador Mauro Mancini y a su coguionista Davide Lisino al origen de esta película. En la ficción, un cirujano, descendiente de un sobreviviente del Holocausto, no cumple con su juramento y deja morir a un hombre, víctima de un accidente de tránsito, cuando descubre que en su pecho tiene tatuada la cruz esvástica. Su acto no tiene consecuencias sociales ni legales, pero lo llena de culpa. Por eso busca y se conecta, sin contar lo que ocurrió, con los tres hijos de ese hombre. Contrata a la mayor para la limpieza de su casa y soporta amenazas y golpes del racista que resulta el hermano. Distinta circunstancias hará que los socorra en situaciones límites que ponen negro sobre blanco las ideas de skin head y su sacrificio. Una interesante reflexión que plantea las diferencias sociales, la violencia imperante, el desprecio por los inmigrantes. Bien actuada por Alessandro Gassman.
Es un cuento de hadas para adultos, una cenicienta ubicada en los años 50 que sueña no con un príncipe pero si con un vestido de alta costura, hecho por la casa Dior en Paris. Bastante ya tiene la protagonista, viuda de guerra, optimista y bondadosa por naturaleza con sus empleadoras cuyas casas limpia, siempre olvidadizas al momento de pagar. El director Anthony Fabián es también el co-guionista de la novela de Paul Gallico, junto a Carole Cartwright, Olivia Hetreed y Keith Thompson, de esta historia en apariencia ingenua que resulta encantadora. La protagonista no tiene mezquindad ni revancha, es una humilde obrera que se atreve, juntando peso sobre peso, a traspasar las puertas de un mundo lujoso que en principio la desprecia por su origen. Pero además es una mujer “invisible” como la catalogan, que reclama su derecho a ser vista y admirada. Con “magia” y vueltas de tuerca ella no solo viaja a Dior, entra del brazo de un marques, elige su vestido y consigue alojamiento en la casa de un empleado. Así se hace querer por todos en la mansión, organiza una huelga, moderniza el lugar y arma una pareja. No contenta con eso tendrá un último gesto de bondad que será recompensado con creces. La maravillosa Lesley Manville sostiene toda la gracia del relato ingenuo y su contrapunto es otra actriz enorme Isabelle Huppert. Con un vestuario maravilloso donde colaboró la firma francesa, buena dirección de arte y un elenco perfecto, todo se redondea y se acepta con mucho agrado.
El documental de Nicolás Canales revive la guerra de Malvinas en los testimonios de 22 veteranos de guerra que cuentan sus experiencias, sus sentimientos, sus vivencias a cuarenta años de una acción bélica que los marcó para siempre. Con emoción inevitable, con una mirada centrada solo en los hechos y su inspiración, recortadas en una parte de nuestra historia con geografía propia y algunas criticas directamente relacionadas con otras películas sobre el tema. Dice un testimonio lanzado no al azar “nosotros no somos los chicos de la guerra” en referencia a un film icónico sobre el tema. Pero en esos hombres que dan su testimonio de modo sencillo y contundente, escapándole a lo conmovedor, que siempre aflora, hay un especial ítem que tiene que ver con la culpa de estar vivos, o el no haber podido salvar a tal o cual hombre, y a los que consideran ser verdaderos héroes, a ninguno de los entrevistados le gusta ese título para sí.
No en vano a Ariel Winograd le pusieron la corona, merecida por cierto, de ser el rey de la comedia, el que maneja como nadie los momentos de humor y vértigo, con la fina emoción y los sentimientos a flor de piel. El guión de Patricio Vera se inspira en el libro “El gerente de Noblex” que relata un caso que se estudia en el mundo publicitario, el de una campaña casi suicida que propone esa fábrica de televisores. Ligar el destino económico a la clasificación de la Selección argentina en el Mundial de Rusia del 2018. En el argumento la decisión es de un gerente ya vencido por una realidad que no entiende bien, demasiado previsor, apurado por las circunstancias a jugarse prácticamente la vida. Pero el tema emotivo es el que más le gusta al realizador: la relación padre e hijo, la brecha generacional, la desconfianza y el reencuentro. Por eso más allá del hecho conocido, ese plano familiar, juega las mejores cartas. Winograd maneja con pericia todas las circunstancias con un suspenso y una desmesura casi periodísticas, de documental, de vértigo y luego nos traslada mágicamente a sentir ese partido definitorio, que es historia, con la emoción de la inmediatez, con el recupero de una emoción única. Cuenta con un Leo Sbaraglia, envejecido para la circunstancia, permeable e inspirado a los vaivenes que le exige el guión, y siempre acierta. En el elenco se lucen Carla Peterson, Luis Luque, Cecilia Dopazo, Valentín Wein, Marina Bellati, Mónica Raiola. Un placer para el espectador.
Como ocurre en sus películas anteriores (Refugiado, Una especie de familia, La mirada invisible) el talentoso director Diego Lerman nos sumerge en mundos que se supone el común de la gente no conoce y nos lleva a un destino, a un derrotero que culmina en la médula de sus temas. Con una historia que le pertenece, que primero trabajo con Juan Vera y luego escribió con María Meira y Luciana de Mello, nos hace acompañar los pasos de un intelectual de clase media que se supone en un escritor fracasado, que se separa, que pierde su cátedra en la universidad y un poco a su pesar acepta ser un suplente. No en cualquier lugar aunque el protagonista lo piense. Es en un colegio secundario cercano a la Isla Maciel, donde él se crió, donde vive su padre solidario, donde habita una realidad cruda y dolorosa. Es un maestro de literatura que se estrella ante la indiferencia de sus alumnos, los que viven en un mundo de códigos durísimos, inmersos en la violencia, las drogas, el narcotráfico. La transformación de ese suplente comienza con el compromiso, con la necesidad de jugarse por su alumno favorito, con poner el cuerpo, con asumir su propia valentía. Juan Minujín, uno de los actores más solicitados del momento, despliega toda su sabiduría en una actuación intensa, profunda y a la vez sencilla, con una entrega conmovedora. El elenco se completa con Bárbara Lenie, María Merlino, Lucas Arrúa, y muy especialmente con la labor premiada de Renata Lerman, como la hija rebelde del protagonista.
Es una comedia deliciosa, inteligente, romántica a pesar de las convicciones de los personajes. El realizador Emmanuel Mouret demuestra un gusto refinado, con inteligentes observaciones tanto en la realización como en el guión. Se trata de la historia de una relación pasajera como indica su tÍtulo original: Para retratar los vaivenes de un amor efímero se basa en la personalidad de la mujer protagonista, segura de sus deseos, independiente, gustosa de disfrutar de una relación sin compromisos, destinada a ser sexual, apasionada y sin futuro. Para la personalidad del hombre, eligió a alguien que de entrada aclara que no va a dejar a su esposa y que se deja llevar por el ímpetu de ella, que tomó la iniciativa. Lo cierto es que aunque marcaron cuidadosamente los límites de lo que los une, se los ve cada vez más íntimos, cómodos, compartiendo no solo el mejor sexo, sino también paseos, películas, libros, los mismos intereses. Todo el tiempo que pueden, esta madre soltera y este hombre con familia, la pasan juntos. Lo notable es que se niegan a comprender que están enamorados y que el deseo de independencia, especialmente de ella, los condena a no tener futuro. Así de ciegos pueden ser los humanos. Los actores son geniales, Sandrine Kiberlain se deja llevar por el tono de comedia y Vincent Macaigne es un galán melancólico, el seductor menos pensado, entre ellos una química perfecta que hace llegar su magia al espectador.
Mas que la película de un supe personaje aquí se trata de un antihéroe prácticamente invencible, que está muy, muy enojado. Esta superproducción tiene varios problemas. Primero se abusa del rol de un relator para que explique la historia, bastante intrincada. Pero luego, también hay que resolver que el pasado no era como parecía. Para los que no son especialmente fans del mundo DC, estas demoras en querer dejar todo en claro afectan la fluidez del film, aunque el director Jaume Collet-Serra se esfuerza en poner acción grandiosa, imponente y con pretendida solemnidad. Llama la atención la falta de humor. Tener a alguien tan carismático como Dwayne Johnson, tan gracioso en la comedia, para hacer de musculoso pocas pulgas eternamente emperrado es mucho, se extraña que no afloje un poco. A favor hay que decir que este Black Adam se ve majestuoso, magnético aunque volátil y antisocial. La acción transcurre en un país parecido a Egipto donde se supone hay una primavera árabe contra una corporación extranjera que esclaviza al pueblo. La resistencia busca la corona de un metal especial que da poderes y los malos desean lo mismo. Cuando llega un comité de La Sociedad de justicia de América con Hawkman y Dr Fate, los oprimidos les reprochan porque no se jugaron antes por ellos. Rarísimos giros para buscar nuevos públicos o una acción geopolítica, vaya uno a saber. Los combates y los efectos especiales están bien, son espectaculares, y se supone que este anti-héroe se pondrá mejor en su próxima película. Por eso no se vaya cuando empiezan los títulos que la sorpresa para el futuro es sabrosa.