[REVIEW] Historias de ultratumba: La verdad está oculta a simple vista. ¿Cuando no un film de género nos invita a reflexionar sobre algo más sustancial? Este es el caso de “Historias de ultratumba (Ghost Stories, 2017)”, la cual se estrena esta semana y te la recomendamos con esta reseña. “Los monstruos son reales, los fantasmas también. Ellos viven dentro nuestro y, algunas veces, ellos ganan”. -Stephen King El cine, generalmente, nos invita de manera sutil a replantearnos ciertos aspectos de la vida…o quizás debería hacerlo, como el arte que es. Hay pequeñas producciones que, ante los tanques que se estrenan cada año y cada vez más en volumen, pasan desapercibidos, su estreno se retrasa o, algunos, simplemente nunca llegan a una sala de cine. Y es lamentable cuando estas gemas son vistas y uno se pregunta ¿Por qué? “¿Por qué esta película que me está diciendo algo más y es tan grata de ver no la pude disfrutar como se merece?” El caso de “Historias de ultratumba (Ghost Sotries, 2017)” es el de esos retrasos que tanto bien le hacen a la piratería pero, si uno no llega a enterarse, es muy bueno que llegue a cines y se den la oportunidad de ver. Verla como un ejercicio clásico de reflexión con entretenimiento; porque cuando el género de terror o fantástico mete mano en lo que a aspectos místicos y fundamentales de la existencia humana se refiere, en la mayoría de los casos sale ganando. Más aún cuando la premisa viene desde Inglaterra, el lugar donde el género tomo forma definitiva en la década del 50 con la Hammer Films y sus monstruos redefinidos y su ambientación gótica. Además de ellos, hubo otra productora que propulsó el género antológico y que lo denominó Portmanteau, así quedando como definición de toda película que tenga varios cortos con un hilo conductor. Esta productora se llamaba Amicus Productions. A partir de allí podemos ver infinidad de relatos similares, quizás las más notorias dentro del género contemporáneo sean Creepshow y Tales from The Crypt. Así llegamos al film de Jeremy Dyson y el, también protagonista, Andy Nyman, donde el “profesor” Goodman (Nyman) es un escéptico caza-chantas que tiene un programa de televisión a-la-cámara oculta en el que desenmascara a esta clase de “manochantas”, valga la redundancia. Goodman, quien se nos introduce al comienzo del film como una persona que ha tenido problemas familiares en el que las creencias fueron un factor determinante, ahora está decidido a probar que cualquier hecho paranormal, a priori, es algo producido por la mente según el grado de impacto que el medio y la fe tenga en el individuo. “El cerebro ve lo que quiere ver”, su frase de cabecera. Su mentor a través de, también la TV, fue otro tipo de predecesor en esto de dar a conocer fraudes, un hombre que se cree desaparecido pero que llega a la vida de Goodman con tres casos que no pudo resolver y encomienda a esta especie de discípulo tal quijotesca misión: un guardia de seguridad al que una aparición le cambió la relación con la hija, un jovenzuelo con problemas familiares que tiene un encuentro cercano con monstruos del bosque y un excéntrico millonario al que la paternidad lo dejó bastante solo. Las tres historias tendrán un impacto en él, no solo por el trabajo de investigación que le tomará al interactuar con estas personas, sino que a medida que se adentra más en el campo de lo “paranormal”, las visiones de una entidad que lo acecha van tomando más forma física. Sin contar demasiado de la trama, desde el vamos el nombre del protagonista será determinante a la hora de la verdad: Goodman es, literalmente, “Buen Hombre” en idioma inglés. La TV, como pantalla, como aprendizaje y trabajo, son una parte fundamental en la trama, la pantalla como eso a lo que se ve desde otro lugar, como espectador pasivo, como si eso que sucediera no fuera a afectarnos. También, como una forma de alejarse de la situación y convertirla en trivial, sin importancia. El film, a nivel técnico es impecable, desde que nos lleva a un ambiente más intimo, a las zonas rurales, con ese humor inglés tan característico, irónico, ácido en el que el reparto también es otro lujo al tener a Paul Whitehouse (Harry Potter y el Prisionero de Azkaban), Alex Lawther (Black Mirror) y Martin Freeman (qué decir de este fenómeno, no?). Todo lo que proporciona este film es digno de destacar, aunque es, sin lugar a dudas, mejor disfrutarlo. Por último, “Historias de ultratumba” nos ofrece una reflexión sobre nuestra forma de vivir, como las decisiones que tomamos afectan nuestro futuro, y como es mejor tener miedo a los fantasmas del pasado que a los espectros sobrenaturales de los cuentos. Quizás Scrooge tenía razón, y quizás nuestros abuelos también cuando nos decían: “Tenele miedo a los vivos…”
[REVIEW] La Monja: Atmósfera gótica, sustos contemporáneos. Un nuevo spin-off de la factoría James Wan llega a cines, y esta vez le toca el turno al demonio Valak, un ente capaz de corromper al más devoto fiel de la Iglesia Católica. Hablar de James Wan en estos días es hablar del nombre del terror en cines. Sus filmes han superado con creces la media de lo que uno espera, esto es, sustos sin sentido y vírgenes corriendo despavoridas ante un asesino de fuerza sobrenatural, por dar algunos ejemplos. La técnica, la influencia del cine clásico, sumadas a la capacidad de inventar un universo completamente nuevo y estilístico, pero también mainstream, le han dado al realizador la fama suficiente como para rodearse de otros tantos talentos como él mismo. Luego de saltar a la palestra con “El Conjuro (The Conjuring, 2013)” y sus sucesivos desprendimientos, porque tiene una carrera más larga y prolífica que los filmes de la familia Warren; Wan decide ir creando todo un universo a través del cine de terror y, como dije anteriormente, se rodea de directores afín, como ser, David F. Sandberg en el caso de la película de la muñeca “Annabelle” o, en este caso, con Corin Hardy, quien nos trajo en 2015 la maravillosa “The Hallow”, un cuento de hadas de horror llevada a la cruel actualidad, jugando con el folclore local inglés y el género de “películas en el bosque”. Hoy, con “La Monja (The Nun, 2018)” llega un nuevo capítulo en el “Universo de El Conjuro”, esta vez con el ente que protagonizó o fue el antagonista en la secuela del 2016 que, si bien no encaja en los hechos reales de “El Misterio de Enfield” ni “Amityville”, si fue una idea de Wan que por suerte, perduró hasta convertirse en film individual. Esto es, en parte, responsabilidad de el director de “Aquaman (2018)” y, en parte, de la actriz que da vida al malévolo ser en pantalla: Boonie Aarons. La historia se traslada años antes que siquiera tuviésemos noticias de las andanzas del matrimonio Warren, 1952: Un convento en Rumania sufre el suicidio de una monja, cosa que el Vaticano no puede dejar así como así, ya que el hecho es un pecado en sí mismo y puede traer la pérdida de la fe en la Iglesia por parte de la gente y, con esto, el poder político que dicha institución tiene. Para dicha investigación envían al Padre Burke (Demian Bichir), un sacerdote con mucha temple que ha pasado guerras y viendo los horrores más inimaginables. Junto a él, el Obispado le encarga la compañía de una joven novicia que aún no a tomado sus votos pero será esencial en la trama, la Hermana Irene (Taissa Farmiga). Juntos emprenderán el viaje hacia la antigua abadía en el medio de una zona rural y supersticiosa del interior del país europeo, mientras encuentran la ayuda de un granjero local (Jonas Bloquet), el trío encontrará que el monasterio ya no es un lugar sagrado, sino que tendrán que enfrentar al Mal en estado puro, uno que usa las imágenes religiosas para burlarse de la Santidad y poseer y corromper almas inocentes, el temible Valak. “La Monja” bebe influencias del cine de género de época de la década del 50, 60, y 70, de los cuales podríamos nombrar la más influyente que sería la productora Hammer Films, pero también del exploitation en el que se mezcla la realidad con la ficción, como es el caso de la película “Los Demonios (The Devils, 1971)” de Ken Russell, film que habla sobre el caso de las monjas endemoniadas de Loudun que aquejo un poblado de Francia en el siglo XVII. En este caso, el film de Corin Hardy se nutre de estas producciones y lleva el susto hacia otra escala, más contemporánea (obviamente hay Jumpscares, no hay casi film actual sin ellos) pero sin dejar de homenajear a aquellos clásicos tanto en la paleta de colores ocre y azul, como en la trama que por momentos no da respiro al espectador y, por otros, hay algún que otro comic relief para calmar las aguas, siempre atendiendo al principal protagonista, el demonio Valak vestido de monja, que acecha en la oscuridad del convento, siempre en fuera de campo y fuera de foco. Sabemos que está, lo intuimos, pero muchas veces tomará la forma de nuestros peores miedos y pecados para, finalmente, poseernos. “La Monja” constituye otro capítulo, el más oscuro del universo de “El Conjuro”, y se agradece que tanto James Wan como sus colegas sigan apostando a la calidad cinematográfica sumada a una historia que cada vez se amplia más y más para nuestro deleite.
El Ángel: Entre el Cielo y El Infierno. El nuevo film de Luis Ortega centrado en la figura de Carlos Robledo Puch, es una brillante narración que explota cultura pop a lo Tarantino. Carlos Robledo Puch. Uno de los criminales más famosos de la Argentina (sino el MÁS famoso). Aún hoy recluido en el penal de Sierra Chica. Un psicópata. Un niño lindo. Alguien que rompió los paradigmas del “criminal común”. Apodado por la prensa de la época como “El Ángel Negro”, con tan solo 20 años supo tener más de una decena de homicidios, más de 40 robos y otros tantos crímenes tan aberrantes como indecibles. La fascinación por la figura de este joven de la década del 70, un espíritu rebelde quizás, traspasa las fronteras de la realidad y se convierte en mito. Una fuerza de la naturaleza. ¿Una maldad innata? Quien sabe. El Ángel es la película que ahonda en ese mito, sin ser una propaganda que se posiciona de un lado de los hechos, ni mucho menos, una biopic cruda y descarnada. Luis Ortega decide darle protagonismo al entorno y al raid delictivo de “Carlitos (un fenomenal Lorenzo Ferro, gran revelación)”, un joven como cualquier otro, de clase media, que está sumido en un ensueño, el ensueño de la vida al límite. Sin mucha conciencia de lo que pasa alrededor, decide asociarse con Ramón (Chino Darín) y los padres de éste (Daniel Fanego y Mercedes Morán) en un círculo delictivo que lo llevará a transitar los más oscuros lugares de Buenos Aíres. Pero más que una víctima, Carlitos es una fuerza de la naturaleza, un enviado de Dios que cada alma a la que se acerca, termina corrompiéndola. Quizás sin intención. Quizás es solo un chico jugando al “Poliladron”. Los hermanos Ortega (Luis el director y Sebastián, productor) crean en El Ángel una puesta de escena muy pocas veces vista en el cine argentino: la recreación de época (1971), la paleta de colores, la banda de sonido (que incluye “La Joven Guardia”, Pappo, Palito Ortega y tantos otros hits) nos retrotraen a un escenario tarantinesco, kistch, a un mundo de fantasía donde podemos empatizar con el ser más despreciable que se nos cruce; porque, en definitva, sigue siendo humano. El Ángel termina siendo una película que exalta la figura de Robledo Puch y la cultutra pop, pero en ese universo, gracias a la interpretación del, hasta ahora ignoto, Lorenzo “Toto” Ferro, un pequeño gran actor que, si sigue así, tiene el estrellato asegurado. 45 años después de los hechos criminales, volvemos a hablar de la figura de Carlos Robledo Puch. Esta vez, desde el arte. Porque el cine nos da esa posibilidad, la de jugar con personas y transformarlas en personajes. En el caso de El Ángel, un criminal también puede estar al límite de la muerte y ser feliz bailando. ¿Acaso no a todos nos gusta bailar?
[Review] Misión Imposible: Repercusión. Vuelve la alegría. Vuelve Ethan Hunt. Vuelve Tom Cruise y como siempre, trata de superarse a sí mismo en cuanto a acrobacias se refiere. “Misión Imposible: Repercusión (Mission: Impossible-Fallout, 2018)” es la continuación directa de “Misión Imposible: Nación Secreta (Mission: Impossible: Rogue Nation, 2015)” y ambas son dirigidas por Christopher McQuarrie, un tipo que de acción sabe y parece que Tom le tomó mucho cariño luego de encontrarse con él por primera vez “Jack Reacher (2012)”. La sexta película de la saga que comenzó con la insuperable primera parte dirigida por Brian De Palma, nos cuenta la vida del mundo luego de que el super agente del IMF, Ethan Hunt (Tom Cruise), ha atrapado al líder del grupo terrorista denominado El Sindicato, Solomon Lane (Sean Harris): los que quedaron de esa célula infame y seguidores del hombre de la voz rasposa, ahora se hacen llamar Los Apóstoles y están infiltreados en cualquier lugar. La misión de Hunt (“Si decide aceptarla”) es detener un desastre nuclear que estos criminales intentan desatar en el planeta, para terminar con el viejo orden mundial. Lamentablemente, a Ethan siempre se le sobreponen inconvenientes difíciles de sortear, como lo es la vida en juego de uno de los de su equipo (en este caso Luther, interpretado de nuevo por Ving Rhames) y entonces, la pérdida del plutonio con el que desencadenarán el Apocalipsis nuclear. Las repercusiones (¡cuak!) no se harán esperar, y nuestro agente favorito tendrá que asumir las consecuencias de sus acciones, formando un nuevo equipo con Benji (otra vez el comic relief de Simon Pegg), el ya nobrado Luther y un agente de la CIA impuesto como “castigo/niñera”: August Wlaker (Henry Cavill), un tipo duro, denominado por su jefa la grandiosa Angela Bassett) como un “martillo”. Juntos emprenderán una nueva aventura; una que tendrá varias sorpresas y vueltas de tuerca que dejarán a más de uno con la boca abierta, y a otros con sabor a poco. “Misión Imposible: Repercusión” es la sexta entrega de una de las más largas sagas de espías más famosa (junto con la de 007) y se nota bastante: si bien desde el arranque podemos observar una falta total de cinematografía al explicarnos con una (demasiado) larga grabación el rumbo que tomará la película y hacernos casi interminable el primer acto, cuando comienza el segundo ya podemos comenzar a extasiarnos con las diferentes escenas de acción que no paran de estallarnos en la cara: peleas en el baño, saltos desde un avión a grandes alturas, persecuciones en autos, motos, y todo lo que se puedan imaginar. Es una película hecha para el entretenimiento, ni más ni menos. El condimento adicional que le otorga McQuarrie y que pocos supieron manejar en las anteriores, es el condimento de clasicismo en una película de espías sin que pase por aburrida o “lenta”. Es un gran logro, quizás demasiado en esta oportunidad (ya que M:I-Nación Secreta sigue siendo mejor que ésta, con un gran balance entre acción y narración). El pecado de esta nueva entrega es el que ya cometió Sam Mendes con “Spectre (2015)” para el agente bebedor de Martinis agitados: ya la franquicia está agotada y a punto de fagocitarse a sí misma, con peligro de autoparodiarse en un espectáculo autorreferencial. Y, como reza el dicho (y por eso está bien dicho): “A veces, menos es más”. Eso no impide que Misión Imposible: Repercusión sea una de las mejores película de acción de los últimos tiempos, y esto es, quizás, responsabilidad de McQuarrie y del inoxidable productor y actor, Tom Cruise, que no para de superarse capítulo tras capítulo. Hablar del reparto que acompaña a los protagonistas es, en este caso, una obligación casi autoimpuesta, ya que los personajes femeninos (desde el humilde punto de vista de este crítico) son, por lo menos en el primer acto del film, representadas de una manera villanesca en algunos casos (los más favorable) y, en otros, simplemente como un estereotipo de criminal o femme fatale: Vuelve al ruedo Rebecca Ferguson pero parece haber perdido esa fortaleza que nos dio en la entrega anterior. El agregado de Vanessa Kirby no es de gran importancia tampoco. Y la vuelta de Michelle Monaghan, qué decir, el personaje que apareció en la tercera parte de la saga y nunca nadie más supo qué hacer con ella. Hasta ahora. Si hay alguien que se destacó de la media en estas dos entregas (fuera de su protagonista) es el villano encarnado por Sean Harris, un actor que supo darle a su Solomon Lane un aire de némesis a quien temer, no solo un villano que quiere destruir el mundo porque sí. Un villano con una mente sobresaliente que tuvo en jaque más de una vez a Hunt, digno sucesor del que interpretara el querido Phillip Seymour Hoffman allá por 2006 en M:I 3. Por ultimo, no hay mucho que decir con respecto a Henry Cavill y su famoso (polemico) bigote: un personaje que es la otra cara de Hunt, alguien que tiene secretos por revelar pero que, si son seguidores de la saga, no caerán fácilmente en el engaño. En conclusión, Misión Imposible: Repercusión es un digno entretenimiento para fans de la saga y de los pocos blockbusters que, hoy en día, tienen la dignidad de caer de pie y no lastimarse. Como Tom Cruise. Ah, no…
Jóvenes Titanes en Acción: Cuando DC se ríe de sí mismo, siempre gana. Llega a cines la película de los más locos personajes del Universo DC y Cartoon Network. Y, como no podía ser de otra manera, es MARAVILLOSA. Seguramente los más fieles televidentes del canal de animación y los más chicos conocen la serie. Allí por el 2013 se lanzaba el “Spin-off” de Teen Titans, una especie de parodia con una animación muy diferente, tirando hacia el tipo animé chibi (algo así como “chiquitito”) que le daba a los mismo personajes una gran cuota de libertad a la hora de desenvolverse en una serie que tiene mucho humor negro y cuenta con cinismo y parodia, como también los chistes meta o autorreferenciales. Así, Teen Titans Go! se convirtió en el producto más exitoso de los últimos tiempos de Cartoon Network. Y como no podía ser de otra manera, debería tener una película a su altura. Bajo la dirección de Peter Rida Michail y Aaron Horvath (éste último, también creador de la serie) y con la producción de Will Arnett (que ya la rompió en Lego Batman: La Película), “Jóvenes Titanes en Acción: La Película” comienza con un día normal en la vida de Robin, Raven, Cyborg, Chico Bestia y StarFire: unidos luchando contra un supervillano hecho de goma y aire. Pero sus egos y su forma de tomar la situación no parece que comulguen con los otros encapotados como a Superman, Mujer Maravilla o Linterna Verde que, al fin y al cabo, terminan salvando el día mientras los pequeños aspirantes a héroes se la pasan bailando sin importarle la situación. Los Teen Titans terminan, no solo siendo ridiculizados ante los “más grandes”, sino que incluso, no son invitados a la Avant Premiere de la nueva película de Batman (¡Otra más!) ya que no son considerados superhéroers, solo “payasitos”. Ahora sí, Robin cree que para que los tomen en serio, deben encontrar un gran Director y que filmen su película propia, pero esto es solo otra misión que los llevará en una gran aventura y los enfrentará a su más grande némesis: Slade/Deathstroke. “Jóvenes Titanes en Acción: La Película” reboza de un humor irreverente, audaz y con el espíritu fiel a la serie. Aún así, es un film que puede verse sin tener noción alguna del mundo al que hace referencia, pero si sos seguidor y espectador geek, seguramente la vas a disfrutar a pleno. No es una película que subestime a ninguna clase de público: los niños se reirán de las desventuras de los personajes, los adultos entenderán y disfrutarán de su humor negro y las referencias a la cultura pop y la década de los 80, y el estallará con el meta-humor, la autorreferencia constante y los cameos sorpresivos (uno en especial es la estrella de los cameos). Una película que se ríe del universo comiquero, de los filmes de superhéroes, que hace múltiples referencias a la cultura pop y no cae en la nostalgia barata y, que con todo y un guión simple, resulta más efectiva que cualquier película live-action de los últimos tiempos. Eso es “Jóvenes Titanes: La Película”, una película para disfrutar desde el minuto cero de la diversión e irreverencia de sus personajes. ¡Y a quedarse luego de los créditos!
Ant-Man and The Wasp: No es bueno que el hombre (hormiga) esté solo. La secuela dirigida nuevamente por Peyton Reed está llena de acción, aventuras y se siente como un cómic en la pantalla grande. Luego de casi 2 años desde los eventos de “Captain America: Civil War (2016)”, Scott Lang (Paul Rudd) está a punto de cumplir con su pena de arresto domiciliario, mientras equilibra su vida como padre y, ahora, hombre de negocios ya que junto a Luis (Michael Peña) y sus amigos han creado una consultora de seguridad empresarial. Todo se viene a pique cuando Hope Van Dyne (Evangeline Lilly) y su padre el Dr. Hank Pym (Michael Douglas) pidan ayuda a Scott mientras son perseguidos por el FBI ya que pasaron a la clandestinidad tanto ellos como sus experimentos con el Reino Cuántico para rescatar a Janet Van Dyne (Michelle Pfeifer), esposa de Hank y madre de Hope; tras los Acuerdos de Sokovia. Tanto Scott como Ant-Man y Hope como La Avispa, deberán encontrar la manera de hacer equipo mientras son perseguidos por el Gobierno, un traficante de tecnología llamado Sonny Burch (Walton Goggins) y The Ghost (Hannah John-Kamen), una joven que sufrió un accidente en el laboratorio de su padre en Argentina (¿?) y ahora tiene la habilidad de que sus moléculas sean intangibles a voluntad. Esta habilidad la está matando y cree que las investigaciones de Hank Pym pueden salvarla, por esto decide robarlas. Ant-Man and The Wasp va directo a la acción. Peyton Reed no escatimó en recursos al apelar a la tecnología que proporciona este tipo de narración y los personajes (sobre todo los dos principales) fluyen como peces en el agua entre las secuencias de persecuciones, la acción y la comedia. Luego de un prólogo donde se nos cuenta de manera muy “The Amazing Spider-Man (2012)” la huida hacia una misión de los originales Hombre Hormiga y Avispa, el final de esta historia justifica el por qué Hope y Hank deciden volver a llamar a Scott aunque están enojados porque robó el traje para pelear al lado del Capi: él pudo volver del Reino Cuántico. Si bien hay actores que pudieron ser más aprovechados como Walton Goggins, Laurence Fishburne o la propia Michelle Pfeiffer, el film es un entretenimiento que se siente pleno y en el que sus dos horas de duración no se sienten para nada. Además, es un capítulo más en el UCM que los seguidores no deben perderse, ya que hay varias referencias que no pasarán desapercibidas por el fan y son necesarias para la futura Avengers 4. Hablando justamente de esto, nunca está de más recordar que hay que quedarse tras los créditos finales ya que hay dos (2) escenas post-créditos. Una mejor que la otra.
Sin Filtros: Libera tu mente, libera tu vida. Santiago Segura se aleja de “Torrente” y dirige una comedia sin muchas pretensiones. Solo hacer reír. Y lo logra. Sin Filtros nos presenta a Paz (Maribel Verdú), una mujer que vive con un hombre y su hijo adolescente y, que su vida está bastante llena de, parece, hijos de su buena madre: tiene un trabajo en la que es ninguneada constantemente, una hermana obsesionada con su gato, una amiga que no la escucha, un vecino que tiene fiestas interminables en la noche y un ex-novio inmaduro atrapado en una relación tóxica. con el que se manda whatsapp histeriqueándose todas las noches. Tantas presiones guardadas hacen que Paz estalle y tenga un ataque de pánico, a lo que su psiquiatra le manda más pastillas que no solucionan el problema de raíz, el desocultar el verdadero problema. Como por obra de la casualidad, Paz llega a un supuesto curandero hindú que le da una brebaje para liberar lo que lleva dentro. “Solo unas gotitas, pócima muy potente”, advierte el Mago; pero, sin darse cuenta y con un problema tan cotidiano como lidiar con un operador telefónico para que le arreglen la internet, Paz toma todo el frasquito, lo que supone una nueva personalidad, más liberada, lo que, finalmente, le supone la vida que por fin merece y la “paz” que tanto quiere. La adaptación de Segura del éxito chileno del 2016 del mismo nombre (pero en singular) pronto tendrá su versión local llamada “Re-Loca” y protagonizada por Natalia Oreiro. En verdad no encuentro la razón de tantas adaptaciones para este film, que sin menospreciar, no es una obra maestra. Es una comedia. Lisa y llanamente. Nos hace reír, nos toca algo no muy profundo en nuestro ser por las situaciones cotidianas de la protagonista, pero no mucho más. Lo particular en la dirección de Segura es la impronta gamberra que le da, sus personajes y amigos que siempre aparecen para recordarte el “Universo Torrente” y, en este caso, una extraordinaria Maribel Verdú. El mensaje, al final, es menos dramas y más diversión. Al final y al cabo, de eso se trata la vida: no de suprimir lo malo, sino de aminorarlo y aprender que es parte de la cotidianidad afrontar los problemas con una sonrisa.
El legado del diablo: Lo que se hereda no se hurta. El film del debutante realizador Ari Aster es una operística tragedia griega con tintes sobrenaturales que oprime y perturba en igual medida. “[…]Es una ofrenda quemada constante durante todas las generaciones de ustedes a la entrada de la tienda de reunión delante de Jehová, donde me presentaré a ustedes para hablarte allí.” -Éxodo 29:38-46 Comenzar esta review con una cita bíblica es tan bello y lógico como, a la vez, una forma de proteger a los creyentes (y a los que no lo son, también), ya que “El legado del diablo (Hereditary, 2018)” no solo es uno de los films más perturbadores de los últimos tiempos, sino que se mete sutilmente en nuestras cabezas, jugando con temas que para la mayoría no son conocidos y, para los que los conocen, no quieren tener nada que ver con ellos. Cuando Ellen, la matriarca de la familia Graham, muere, la familia de su hija comienza a descubrir crípticos y secretos sobre sus ancestros cada vez más terroríficos. Cuanto más descubren, más intentan escapar del siniestro destino que parecen haber heredado. La sinopsis nos deja mucho a la imaginación, así como también la cinta que, con sus dos hora de duración, no descansa un momento en hacernos temblar, ya sea por su atmósfera opresiva, o sus situaciones incómodas a lo largo del metraje. Vamos a lo importante, ¿por qué “Hereditary” fue catalogada por quienes ya la han visto el último Festival Sundance como “El Exorcista (The Exorcist, 1973)” de nuestros tiempos? En principio, las comparaciones son odiosas. Si bien la película del debutante Ari Aster tiene la impronta de esos films de la década del 60 o 70 sobre cultos satánicos y familiares con secretos indecibles, la obra se sostiene por sí sola al ser un drama familiar bastante peculiar en la mayor parte de su tramo. Asimismo, ya desde el comienzo, el obituario de Ellen Taper Leigh nos introduce de manera casi obligada y nos mantiene de rehén en algo que quizás no queremos ver, o de lo que no quisiéramos ser parte, pero ya estamos adentro. Lo que sigue es el drama de su hija Annie Graham (Toni Collette), su esposo Steve (Gabriel Byrne) y los dos hijos del matrimonio: el adolescente Peter (Alex Wolff) y la niña de 13 años, Charlie (Milly Shapiro). Los días pasan y todos parecen volver a la normalidad demasiado rápido, aunque Annie lleva sus traumas a un grupo de gente que ha perdido un ser querido y se apoya mutuamente. Allí descubrimos que la madre tiene bastantes desgracias en su haber, relacionadas a su entorno, es más, una obsesión por sus nietos que terminó en insanidad. Allí, Annie conoce Joan (Ann Dowd) quien perdió a su hijo y nieto recientemente. Una amable señora que, si conocemos los papeles anteriores de la actriz, sabemos que algo anda mal. Más allá de este “drama cotidiano”, algo circunda el aire del film, no lo sabemos, pero se siente en la piel, casi como si se respirara y claro, pronto otra tragedia sacude a la familia, un hecho que desencadena no solo los instintos más primitivos en la mente de los protagonistas, sino que también esa fuerza que los rodea comienza a tomar forma para llegar a un clímax que termina perturbando tanto a los personajes como al espectador. No hay manera de hablar de “El legado del diablo” sin analizar más profundamente o contar literalmente qué lleva a los protagonistas a que les suceda lo que les sucede, sin embargo hay una figura de la que voy a hablar y, quisiera que tuvieran en cuenta al ver el film: Paimon. Éste es un demonio nombrado en antiguos grimorios o textos de ocultismo. Generalmente se lo representa con una cara femenina o andrógina y una gran corona en su cabeza. Supuestamente, a los que lo invocan, les provee sabiduría y conocimiento. El halo de esta entidad sobrevuela por todo el film, y creo, no es casualidad, ciertos paralelismos de su figura y los sacrificios que deben hacérsele con los descritos al comienzo de mi cita bíblica: los sacrificios que el pueblo elegido por Dios debía hacerle a Jehová para ser bien vistos a sus ojos y tener abundancia. Por último, el reparto de “El legado del diablo” es sobresaliente, destacando a Toni Colette pero sin desmerecer al entramado familiar que hacen de esta historia de horror familiar algo más cercana que cualquier película de fantasmas o posesiones que se haya visto. Y la cercanía con la que se cuenta la historia es, quizás, el punto más perturbador de un film que será difícil sacártelo de la cabeza.
[REVIEW] Han Solo: Una historia de Star Wars. Llega a los cines el origen del bandido más entrañable de la galaxia y es un aire fresco dentro de la saga más famosa del cine. Si hablamos de Star Wars, sus personajes son conocidos a nivel mundial y son parte ya de la vida no solo del geek, sino también de cualquiera que se precie amante del cine. Entre ellos, uno en especial, un bandido, forajido que supo capturar los corazones de todos (en especial de Leia); el personaje que, otrora, interpretó Harrison Ford: Han Solo. Poco se sabía de sus aventuras previas a Star Wars Episode IV: A New Hope (1977) y luego que Disney comprara la franquicia, se han decidido por realizar una explotación que, a priori, parece innecesaria, pero que viendo el nivel argumental y dramático de Rogue One: A Star Wars Story (2016), podríamos decir que la historia del bandido espacial era más que esperable y no nos iba a decepcionar. Por lo menos a los fanáticos de las películas del oeste. Revisando la génesis del personaje (y la saga) es conocida que la historia de Han Solo fue el germen que George Lucas terminó por ampliar en la más grande opera espacial, y es por esto que, quizás, hoy en día le debemos mucho al personaje y se merecía su propia historia particular. Han es un joven que junto a su novia, Qi’ra, vive en un submundo de criminalidad luego que el Imperio dejara relegados a su suerte a cierta parte de la población intergaláctica (como suele suceder con los gobiernos pupulistas/totalitarios). Aún así, sus sueños de libertad y riquezas no son esclavizados como su vida; incluso añora ser el mejor piloto de la galaxia, cosa que no sucederá muy pronto, ya que un hecho delictivo lo obliga a escapar de las autoridades y salvar su pellejo a costa de su amor, prometiendo que algún día volverá por ella. Ante la presión de ir a alguna cárcel de por vida y sin demasiadas opciones, Han se alista en la Fuerza Armada del Imperio y recibe su apellido, Solo, ya que no tiene familia (¡!). Ya en una guerra en algún planeta distante, Han conoce a Beckett, Val y Río, unos estafadores que roban cuanto pueden donde pueden. Luego de un encuentro fortuito con un Wookie llamado Chewbacca, Han se une a los tres bandidos para robar un cargamento valioso de un tren, pero las cosas se irán complicando según pase el tiempo: alianzas inesperadas, enemigos ocultos, traiciones insospechadas harán que Han Solo viva sus primeras aventuras y, algún día, se convierta en líder de la Resistencia, pero hoy, es el forajido más buscado de la galaxia. Han Solo: Una Historia de Star Wars sigue la bocanada de aire fresco que surgió con Rogue One y se extenderá (seguramente) con el spin-off centrado en Obi-Wan Kenobi. Luego de Episodio VII y Episodio VIII, estos desprendimientos no solo aportan a la mitología de la saga una mirada que nunca habíamos tenido de ciertos personajes o hechos, sino que suelen estar menos cargadas de fan service y, en consecuencia, se obtienen historias independientes pero unidas a este universo cinematográfico. La historia no solo está plagada de aventuras, sino que homenajea a las grandes clásicas obras del género de vaqueros. Y no hablo del western clásico estadounidense, sino que, a pesar de lo que se crea en un principio, el film presenta rasgos y guiños a varios Spaghetti Westerns o Westerns europeos. Así, los paisajes nevados nos recuerdan a “El Gran Silencio (Il Grande Silenzio, 1968)” de Sergio Corbucci, los planos amplios de Sergio Leone e incluso sus personajes (desaliñados, carentes de moral, ética y escrúpulos, aunque también traicioneros) nos recuerda a ese gran clásico de, también, Leone: “EL Bueno, El Malo y El Feo (Il Buono, Il Bruto, Il Cattivo, 1966)”. Si hasta la banda de sonido, aunque mantiene la esencia de Star Wars, nos recuerda que estamos ante una película del salvaje oeste. Ron Howard logra captar el espíritu aventurero del personaje y contar la historia desde un lado más alegre que quizás, Rogue One, pero sin dejar de lado el drama que, si bien es poco, resume el camino del héroe que debe tomar Han: Pasar de ser un niño a un hombre implica, al final, que deberá morir la figura paterna, a costa de corromper su alma. Tanto Alden Ehrenreich con Han Solo, Donald Glover como Lando y Woody Harrelson (siempre grandioso) como Beckett son perfectos para cada papel. Paul Bettany, como el villano de turno, se luce con mucho carisma y una atracción peculiar hacia su personaje despreciable. La que parece no haber dado en la tecla es Emilia “Madre de Dragones” Clarke, con su personaje Qi’ra, que parece estar a medio camino entre una damisela en peligro y una mujer decidida pero no se decide por ninguna. Han Solo: Una Historia de Star Wars es otro punto a favor en la explotación de la saga espacial más famosa del cine y, ojalá, se siga yendo por este camino, incluso, en la continuidad de la historia central.
Isla de Perros: ¿Qué pasó con el mejor amigo del hombre? Lo nuevo de Wes Anderson es un fábula cargada de emoción, que será el disfrute para toda persona, pero sobre todo, para los amantes de los canes. La ciudad de Megasaki es asediada por una super población perruna y, sobre todo, por la gripe que estos animales traen y amenazan con infectar a los seres humanos. Al alcalde no le queda más remedio que emitir un decreto en el que los perros serán exiliados a la “Isla Basura” sin excepción. Como prueba de ello, el primero en ser deportado es el guardaespaldas de Atari, el protegido del alcalde de Megasaki. Así, comienza Isla de Perros (Isle of Dogs, 2018), aunque mejor dicho, comienza con un prólogo en el que se da a conocer como Megasaki fue infectada desde hace siglos por un odio irracional hacia los canes y, es trasladado hasta el presente en forma de segregación por la política corrupta. Si bien la nueva obra de Wes Anderson ahonda en estos temas, poniendo como protagonista al mejor amigo del hombre, también es una historia de lealtad, no de los animales hacia los humanos, sino al revés: de como este joven, Atari, enfrentará a la sociedad y al establishment para cambiar el prejuicio de la gente hacia los perros. Pero también, Isla de Perros es una gran nueva obra con el sello Anderson (que por segunda vez trabaja con la técnica stop-motion), embelleciendo cada fotograma con su simetría en los planos y su paleta de colores saturados. Además, cada perro y su personalidad es única, pero conforman un grupo de Alfas que nos remite a esos personajes heroicos del japón y el cine de samurais de Kurosawa, o incluso a los westerns de John Ford, en el que el realizador estadounidense dice haberse inspirado. Esta vez la partitura está a cargo de Alexandre Desplat, ganador del Oscar por “La Forma del Agua”, y compone un ritmo de tambores a la vez que beat el cual es imposible que no se te quede en la cabeza por un largo tiempo. Los humanos hablarán en japonés y pocas veces serán traducidos, hecho que pone énfasis en las voces en inglés y la impronta de los canes, interpretados por Edward Norton, el gran Bryan Cranston, Bill Murray, Jeff Goldblum, Harvey Keitel, Frances McDormand, Tilda Swinton y de Scarlett Johansson. Isla de Perros no es perfecta, pero es un bella película que toma lo mejor de la tradición japonesa y la trannsforma en un fábula respetuosa y maravillosa.