El genero fantástico es un fenómeno universal al punto de que en un país como Venezuela, con las tribulaciones extremas por las que está pasando, también produce películas de monstruos. En este caso, el ser sobrenatural del título surge del folklore local de las llanuras venezolanas, y de hecho hay varios films con referencias a este tenebroso Silbón. Se trata de un ser que no habla, sino silba, y que se dedica a masacrar gente mala. Esta película intenta explorar las fuentes del Silbón, pero lo hace sin mucha coherencia. La narración es errática y confusa, con una trama que presenta un conjuro original que generó al monstruo, a lo que se agrega una niña que podría estar poseída. La dirección de arte y la ambientación de época también aportan confusión, pero a favor del film hay que decir que hay buenas imágenes y que la fotografía sabe aprovechar los atractivos naturales, utilizándolos para potenciar el clima macabro. Pero, por desgracia, esto es puro clima, y el film falla radicalmente en cuanto a la narración y al ritmo. Hay algunos momentos gore, y por supuesto mucho silbido, que mantiene su presencia sonora hasta el pintoresco tema musical de los créditos finales.
Por algún motivo difícil de establecer, a Marvel le ha ido últimamente mucho mejor que a DC Comics en el cine. Las producciones con superhéroes enfrentados o amigados (es decir “Batman vs. Superman” o “Liga de la justicia”) no resultaron convincentes para los fans de las historietas, y sin embargo como la taquilla habla, y quedan superhéroes para filmar, aquí tenemos a Aquaman. Dirigida por James Wan, el experto en terror de “La noche del demonio” y “El juego del miedo”, esta película tiene buenos puntos en común con la mejor de las de DC comics recientes, “Wonder Woman”, en cuanto en que se las arregla bastante bien para conectar el mundo mítico del personaje central con la acción terrenal que es, finalmente, la que lo convierte en superhéroe. El problema aquí es que la acción submarina, si bien propone imágenes notables, no ayuda en lo argumental, con diálogos y situaciones entre lo elemental y lo minimalista que no sostienen bien una película de casi dos horas y media de duración. Sin embargo, la trama sobre las intrigas imperiales de los reinos submarinos a los que pertenece el protagonista, Jason Momoa, no deja de tener su gracia, y el elenco esta repleto de nombres interesantes como Temura Morrison, Nicole Kidman, Willem Dafoe y el eterno resucitado Dolph Lundgren. Ahora sí, lo que está claro es que “Aquaman” tiene un único punto realmente fuerte, y es de las imaginativas escenas de super acción submarina.
Bernardo Arias fue asistente de dirección de Lumiton y otros sellos, cabeza del departamento técnico del Teatro San Martín, y también director asediado por la censura. A los 90 años comenzó un documental que respondería a la eterna pregunta “¿Qué es el arte?”. Lo acompañaban Antonio Pujía, amigo desde cuando eran estudiantes en el Nacional de Bellas Artes, el Chango Félix Monti, y un director joven, Marcelo Goyeneche (“Las enfermeras de Evita”), que además lo fue registrando. El resultado combina el sueño del veterano con el making afable, respetuoso y cálido del joven quien, a su vez, se hacía otra pregunta: “¿Qué moviliza a Bernardo y Antonio a seguir transitando la búsqueda del Arte?”P. S.
Hay varios resortes dramáticos conocidos en esta película de terror no especialmente original, pero que al menos sabe cómo combinar razonablemente sus ingredientes. Hay una expolicía con problemas de adicciones que sólo consigue trabajo en una morgue de Boston, justo donde está el cadáver de una chica que meses atrás murió sin que unos curas pudieran terminar de exorcizarla por completo. La premisa da para situaciones obvias, como una protagonista poco creíble como testigo de situaciones sobrenaturales horripilantes. En este último sentido hay que reconocer que el director holandés Diederik van Rooijen, en su debut hollywoodense, sabe cómo dosificar bien los sustos y lograr que el cadáver de la Hanna Grace del título original se las arregle para lucir más tremendo a medida que avanza la proyección. Shay Mitchell es convincente como la espantada protagonista, no así el resto del elenco, que no resulta sólido en su conjunto. Con la cantidad de sustos, y la intensidad de algunos de las más logradas secuencias de acción, más allá de los reparos ya mencionados se puede recomendar este “Cadáver”.
La película empieza en la década de 1950, con unos chicos aterrorizados jugando al esotérico juego “Midnight Man”. La acción salta al presente, en el mismo caserón, donde una adolescente cuida a su abuela levemente demente. La chica encuentra una caja con algo parecido a un juego. De ahí a que, junto a un par de amigos, vuelvan a convocar al Midnight Man, hay un solo paso. Más allá de la incoherente premisa argumental, la película –emake de un film irlandés de 2013- consigue involucrar al espectador en una interminable serie de situaciones intensas y genuinamente terroríficas. En ese sentido la fotografía y en especial la dirección de arte ayudan a disimular el hecho de que prácticamente toda la película transcurre durante una sola noche, y siempre en el mismo caserón, por suerte lleno de recovecos y objetos atemorizantes. Igual que en los buenos viejos tiempos de la serie “Invasión V”, Robert Englund -es decir, Freddy Krueger- tiene la oportunidad de interpretar a buen tipo, algo asi como un Val Helsing archienemigo del Midnight Man. Su aparición ayuda a que este producto desparejo no decepcione del todo a los fans del género.
No pasan diez años sin que Hollywood se abstenga de hacer una nueva versión de “Robin Hood”, y lógicamente con la idea de darle una vuelta novedosa. Grave error, dado que lo divertido siempre será la leyenda original del héroe robando a los ricos para darles algo a los pobres del bosque de Sherwood. En esta nueva versión ni siquiera hay bosque de Sherwood, y la dirección de arte propone un medioevo muy extraño, con largos tapados para los villanos y un ambiente urbano que no se compatibiliza con la época. Más allá de estos y otros detalles híbridos, la película es bastante ágil y, por momentos, entretenida. Esta vez Robin Loxley (Taron Egerton) viaja a las Cruzadas, donde con un gesto justiciero se hace amigo del moro Jamie Foxx, una curiosa variante del mítico Pequeño Juan que es quien le enseña al protagonista el uso del arco y flecha como si fuera un auténtico ninja. Hay escenas de acción atractivas, y otras dialogadas bastante tediosas. Se deja ver, pero no mucho más.
Luego de “La La Land”, el director Damien Chazelle reaparece con esta biografía del astronauta más famoso de la historia, Neil Armstrong, el primer hombre que pisó la Luna en 1969. La historia de Armstrong abarca mucho más que la ya de por sí fascinante carrera espacial que, en la década del 60, hizo competir a los rusos con los estadounidenses, que terminaron con la famosa misión Apolo 11. Sin embargo, la película se centra sólo en esos años claves, comenzando en 1961 cuando Armstrong era un riesgoso piloto de pruebas de extraños aviones ultraveloces. Ryan Gosling es Armstrong y Claire Foy, en una sólida actuación, su sufrida esposa, quien no sabe si su marido sobrevivirá a cada una de sus peligrosas misiones. Chazelle intenta un estilo nuevo, un poco audaz, pero sólo relativamente eficaz, que es filmar a los personajes desde atrás, o a los costados, cambiando el grano de la fotografía como si se tratara de “home movies”, desde luego en un intento por aportar verosimilitud a la narración, algo que no siempre consigue. Pero el fuerte de “El primer hombre en la Luna” son las misiones al espacio, especialmente la primera, que fue a la Luna, y ahí la idea del hombre solo frente al cosmos logra imágenes que hay que ver para creer. Sin la contundencia del film de culto de Philip Kaufman “The Right stuff” (“Elegidos para la gloria”, nunca estrenada en cines en nuestro país) sobre la carrera astronáutica, esta nueva producción es más que interesante y recomendable.
Un profesor de matemáticas sale de la ciudad con su mujer embarazada para enseñar en el Sur. El paisaje es fabuloso, la universidad es moderna y la casa donde se alojan es enorme y hermosa, lástima que el primer día de clases la esposa se queda sola, se encuentra con una extraña mujer que llora la pérdida de su hijo, luego sufre una serie de experiencias perturbadoras y termina perdiendo el embarazo. Y ahí la cosa recién empieza. "Malicious" en principio parece una típica película de terror clase B con casa embrujada, pero el argumento es más retorcido e interesante, además de original, ya que tiene que ver con unos malignos espíritus parásitos que se aferran al bebé que la protaognista no tuvo. Dado su escaso presupuesto, la película está bien filmada y al menos cuenta con una muy buena actuación, la de Delroy Lindo como un ciego experto en lo paranormal, pero que puede ver a los espíritus.
Luego de largos años sin volver a los sets tras de su exitosa "12 años de esclavitud", el director Steve McQueen regresa con un intenso policial feminista que, sin dejar de incluir todos los elementos del género, también aborda temas sociales actuales y reconocibles. Basada en una miniserie británica de los años '80, "Viudas" parte de la difícil situación en la que queda Viola Davis y otras esposas de criminales de Chicago luego de perder a sus maridos en acción. El planteo argumental no sólo es creíble sino que también sirve a las necesidades de la trama de un thriller, ya que estas viudas pronto están listas para dar su propio golpe, que no sólo les permitirá pagar sus deudas y sobrevivir en un mudo eminentemente masculino, sino también vengar a sus hombres. Steve McQueen no es un director apegado al cine de género, y por eso le da un toque especialmente interesante a las numerosas escenas con situaciones que el espectador habrá visto docenas de veces en películas policiales. Este toque original es muy bienvenido, igual que el impresionante elenco que incluye a Liam Nesson, Robert Duvall y Colin Farrell. "Viudas" es un policial muy recomendable, y no sólo para los fans del genero.