Mac y Kelly tienen una pequeña hija y trabajos fijos y se han mudado a los suburbios, a lo que –suponen– será un barrio tranquilo en el cual cuidar, proteger y educar a la niñita. Lo que no se esperan es que la casa de al lado se convierta en el hogar de una fraternidad universitaria, con constantes fiestas y un ruido ambiente tal que la vida allí no resulta muy parecida a la que soñaban. Pero –y aquí está el asunto que hace que BUENOS VECINOS sea una muy interesante película– Mac y Kelly andan por los treintaypico y no solo no se sienten del todo lejanos al estilo de vida de sus barderos vecinos universitarios sino que, considerando las dificultades (y, en el caso de ella, agotamiento y hasta hastío) de estar todo el día pendientes de la niña, tal vez tener a esta banda descontrolada de vecinos sea lo mejor que les pasó en mucho tiempo. Esa es la bizarra energía que da vida a esta película de Nicholas Stoller, el director de las muy buenas FORGETTING SARAH MARSHALL y THE FIVE YEAR ENGAGEMENT. Sí, es otra película de alumnos de la Factoría Apatow acerca de un montón de hombres que no se atreven a crecer y a madurar, pero en la mecánica de las relaciones que hay entre los personajes del filme, esa propia lógica de arrested development entra en conflicto consigo misma. Crecer, luchar contra el aburguesamiento, superar etapas en la vida: cuestiones con las que la película de Stoller lidia más allá que en primera instancia trabaje sobre bromas que incluyen pedos incómodos, pijas gigantes y sillones que explotan. neighbors1Las películas de la camada Apatow se caracterizan por trabajar sobre este tipo de temáticas, pero aquí la originalidad está puesta en la dualidad de los protagonistas. Seth Rogen ya no es un universitario jodón, pero parte de él quisiera seguir siéndolo. Y Rose Byrne ya está lejos también de sus días de andadas juveniles, pero es claro que cuando tiene que cuidar a la niña todo el día parte de ella quisiera estar de fiesta. Pero en la práctica, es una guerra declarada. Tras unos intentos de “hacerse amigos”, la constante joda nocturna hace que la pareja termine por denunciarlos a la policía. Y es la torpeza de la misma policía la que termina dejándolos en evidencia por lo cual la parejita amable se convierte en los enemigos públicos de la fraternidad, liderada por un vicioso y sacado líder que encarna con mucha energía y miles de horas de gimnasio Zac Efron. Broma va, abuso viene, todo se convierte en un ida y vuelta de agresiones en las cuales se ponen en juego esas diferentes lógicas generacionales. Stoller hace lo posible por dejar en claro que Mac y Kelly se diferencian también de los “adultos convencionales”, pero es o no les impide hacer similares reclamos, solo que con culpa. También se ocupa en aclarar que no es sólo Mac quien quiere algo de diversión y Kelly la que lo reta, sino que ambos están involucrados en esa zona de conflicto. Es, en definitiva, casi una comedia de rematrimonio con la lucha contra la fraternidad como el impulsor de la mecha. Lo que surge a partir de ese combate es una serie de situaciones cómicas, algunas más divertidas que otras (la primera media hora, en especial, es muy muy graciosa, luego decae un poco la intensidad o el porcentaje de aciertos), pero que en todos los casos dejan entrever los conflictos personales de sus tres protagonistas y los que los rodean, amigos o enemigos. neighbors3Hay muchos cameos (se destaca el de Lisa Kudrow como la peculiar decana de la Universidad) y un montón de bromas (auto) referenciales, pero como en otras películas de Stoller (incluyendo sus guiones para LOS MUPPETS y LAS LOCURAS DE DICK Y JANE) lo central está siempre en la pareja protagónica y en la química que mantienen entre ambos integrantes, siempre compinches y, como tales, embarcados en la misma aventura. Más allá de sus diferencias y sus conflictos, las comedias de Stoller rescatan algo central al funcionamiento de las parejas: la capacidad de divertirse juntos. Y eso es algo que celebra esta muy buena comedia.
La vida cotidiana de un trabajador de los pozos petroleros del sur del país es el centro de la acción de BOCA DE POZO, segundo largometraje de Simón Franco. El protagonista es Pablo Cedrón, encarnando a Lucho, un hombre que enfrenta con cierto desgano su mecánico trabajo cotidiano, pasando buena parte de su tiempo conversando con su colega chileno Gary (Nicolás Saavedra), más joven pero igualmente aburrido y mecanizado como él. Entre mates, videojuegos y charlas van matizando las horas de duro trabajo hasta que una huelga los envía de regreso a sus casas. Y allí veremos el otro lado de sus vidas. Lucho está casado y tiene un hijo, pero la relación con su mujer no parece ser muy buena. Tiene, además, otras peculiaridades que la película explorará cuando lo siga a través de sus recorridos por Comodoro Rivadavia. Gary tampoco parece pasarla del todo bien y el encuentro de ambos en la ciudad mostrará más detalles de su relación, que van la compraventa de un auto a una noche de fiesta y karaoke. No hay grandes eventos en BOCA DE POZO, pero lo que sí parece haber es mucha verdad. Cada recorrido, cada situación, cada diálogo –a excepción de algunas escenas “familiares” de Lucho con su mujer y su madre– destilan una cualidad casi documental, de esas que parecen surgir entre los personajes casi naturalmente, sin mediación de la actuación y/o el guión. Esto es especialmente notable en un par de conversaciones entre Lucho y Gary –el el trabajo y en el boliche– en el que los dos personajes van pasando de contarse anécdotas más o menos banales a hablar de cosas que les preocupan, todo en largos planos secuencias que los pintan a la perfección. bocadepozoLa película no intenta ir más lejos que eso: es la descripción de unos días en la vida de Lucho, un trabajador petrolero. Hay una curiosa relación entre la aparente comodidad económica del personaje (tiene un buen auto, cobra un aparentemente muy buen sueldo) y la callada angustia que lo acompaña todo el tiempo: un trabajo que lo agobia, una mujer con la que no se termina de entender, una posible salida que no se atreve a explorar. El escenario es otro elemento clave de un filme que se toca, tangencialmente, con otras sagas patagónicas minimalistas como LA RECONSTRUCCION, NACIDO Y CRIADO y hasta las películas de Carlos Sorín basadas allí. El frío y los paisajes desolados le otorgan al filme un aura triste, casi angustiante, dejando claro desde la primera escena que el clima es un elemento fundamental para entender algunos de los comportamientos: la soledad, el hastío, el alcohol, una suerte de vacío existencial. La película se estrena sin casi recorrido por festivales (se vio solo en Pantalla Pinamar) por lo que para muchos es una verdadera sorpresa, una “tapada” como se dice. No vi la anterior película de Franco (TIEMPOS MENOS MODERNOS) pero escuché muy buenas cosas de ella. A juzgar por BOCA DE POZO, más allá de su no muy afortunado título, es claro que se trata de un cineasta con un mirada y un oído muy atentos y curiosos, que sabe pintar el universo en el que vive con inteligencia (matices, sutilezas, detalles) y que entiende claramente que en el cine la verdad hay que construirla y sostenerla cada segundo.
Las películas deportivas son toda una especialidad de Hollywood. Y las películas deportivas de Disney son, dentro de ese subgénero, un universo casi con sus propias reglas. La historia real que se cuenta en UN GOLPE DE TALENTO es, claro, perfecta para este grupo de películas cuya familia incluye a un “abuelo” célebre (CUPIDO MOTORIZADO) y a un “padre” como JAMAICA BAJO CERO, cuyo gran éxito en 1993 derivó en una larga lista de “hijos” entre los cuales se cuentan DUELO DE TITANES, THE ROOKIE, INVINCIBLE, MIRACLE, ANGELS IN THE OUTFIELD y muchas otras, la mayoría no estrenadas en la Argentina por motivos obvios: suelen centrarse en deportes muy poco populares aquí como el béisbol, el hockey sobre hielo o el fútbol americano. Por motivos no del todo claros –pero que, imagino, tienen que ver con la misma idea de globalización de los deportes estadounidenses que vende la propia película–, este filme de Craig Gillespie (LARS AND THE REAL GIRL) se estrena en la Argentina. Protagonizada por Jon Hamm (la estrella de MAD MEN) y la comediante/actriz/directora Lake Bell (cuya comedia indie IN A WORLD es bastante recomendable), es la historia de un agente deportivo que, ante la perspectiva de tener que cerrar su empresa, no se le ocurre mejor idea que organizar un concurso de talentos para pitchers de béisbol en la India, un país enorme en potencial mercado pero sin tradición ninguna en la materia, salvo por las ligeras similitudes que el lanzamiento de béisbol tiene con el del cricket, el deporte más popular allí. milliondollararmSí, una cruza casi perfecta entre JERRY MAGUIRE y SLUMDOG MILLONAIRE, con un toque de la citada JAMAICA…, que centraba su historia en el improbable “triunfo moral” de un equipo de bobsled de ese país en los Juegos Olímpicos de invierno, también basada en un caso real. La película tiene dos partes claramente diferenciadas. La primera transcurre en la India, cuando Don Draper (perdón, JB Bernstein, a quien Hamm encarna como una versión medio desaliñada de su personaje televisivo), habiendo vendido la idea de un reality show sobre béisbol en la India, tiene que lidiar allí con las complicaciones e inesperados placeres de hacer el show y encontrar potenciales beisbolistas en ese extenso y complicado país. La segunda será en Los Angeles, lidiando con la adaptación de los dos rookies a la vida y costumbres norteamericanas y –obviamente, ya que la película está más centrada en él que en los jugadores– en la readaptación/humanización de este agente que solo piensa en dinero y contratos. El recorrido de la película es tan obvio como placentero. No hay casi sorpresas: el filme recorre todos los tópicos posibles de este tipo de historias casi como si tuviera un chart a seguir o con la inevitabilidad de una bola eficientemente lanzada en ese mismo deporte. El hombre frío humanizado por estos dos nobles jóvenes extranjeros y por la “vecina de al lado” a la que no le prestaba atención, las idas y vueltas de la evolución deportiva de los insospechados beisbolistas, los simpáticos personajes secundarios que vienen con una lección de vida ad hoc y los villanos de turno en la piel de deportistas egocéntricos, agentes tramposos y multimillonarios insensibles. Todo está ahí y casi todo funciona bastante bien, más allá de una extensión algo exagerada de 124 minutos. million-dollar-armUn punto a favor del filme es su capacidad para sortear esas vallas narrativas con cierta gracia. Desde lo actoral, gracias a la presencia de Hamm, Bell y de secundarios de lujo como Alan Arkin y Bill Paxton; y por otro lado debido a un guión (de Tom McCarthy, otra cara del indie) que encuentra algunos toques graciosos dentro de un campo minado de potenciales clichés de turismo y hasta de explotación cultural. Es cierto que la película podría ser entendida dentro de un paquete promocional similar al que vende la historia (digamos, exportar el béisbol a países donde no se lo practica demasiado, de la misma manera que la NBA logró internacionalizarse), pero si bien ese combo está inscripto en cada fotograma (el pack parecería incluir el reality show original y la película hecha a partir de la historia por ellos mismos generada) es indudable que el producto en sí funciona la mayor parte del tiempo, muchas veces gracias al hecho de no tomarse demasiado seriamente a sí mismo. A la medida –pequeña, pero amable– de la historia y de los personajes.
El cineasta polaco Pawel Pawlikowski, radicado en Gran Bretaña, es conocido por películas como LAST RESORT y MI VERANO DE AMOR, dos muy buenos filmes que no nos preparaban para el radical cambio estilístico y temático de IDA, su nueva y sorprendente película. Los cambios son bastante llamativos e impactarán al espectador de entrada, con solo ver un fotograma: IDA luce como una película del más puro y duro cine de autor europeo hecha en la época en que transcurre, a principios de los ’60. En su blanco y negro franco y frontal, su cuadro de 4:3 y su iluminación rigurosa, parece ser una película redescubierta hecha por alguien estilísticamente hermanado con nombres como Wajda, Bresson, Tarkovski o Bergman, por citar solo algunos nombres que la precisión formal de esta película evoca. Además, IDA marca el reencuentro del cineasta con su país natal, a la vez que un brutal recorrido por la historia más cruenta de Polonia. En 1961, el filme nos muestra a Anna, una joven que vive en un convento y que está a punto de ordenarse monja. Antes de dar ese paso, la Madre Superiora le recomienda visitar a una tía suya que vive en Lodz, a la que no conoce. Ida lo hace, casi a regañadientes (su expresión es tan seca durante toda la película que resulta muy difícil saber lo que piensa), y allí se encuentra con Wanda, la tía en cuestión, una jueza del Estado con sus propios problemas personales y políticos, que la “desayuna” con una noticia inesperada: Anna se llama en realidad Ida Lebenstein, es judía y es la única sobreviviente de una familia cuyos otros miembros murieron durante la Segunda Guerra. ida 2La película toma entonces la forma de una seca road movie en la cual la inocente monja y la cínica veterana viajan al lugar de los hechos: a saber qué pasó exactamente con la familia de ella (Wanda nunca quiso conocer demasiados detalles, algo casi ligado a la forma en la que Polonia lidió en esos años con la herencia del Holocausto) y, de ser posible, saber donde están enterrados. El viaje servirá para eso, sí, pero también para conocer más a estos dos personajes y las maneras que tienen de lidiar con ese pasado. Conocerán a gente que estuvo con la familia que preferirá evitarlos o agredirlos, se toparán con un músico de jazz que parece mostrar una posible cara nueva para el país, autoridades que mirarán para otro lado y una atmósfera general de desentendimiento, olvido o, más bien, ocultamiento. Para Ida será, además, un choque directo y violento con el mundo real, tras vivir toda su vida en un convento. No sólo conocerá su pasado específico sino también pondrá en contexto su devoción religiosa, enfrentada a los personajes –devotos pero siniestros– que encuentra en su camino por los pueblos de Polonia. Para Wanda, que fue una ferviente stalinista hoy descreída, será enfrentar un pasado que ha preferido olvidar –su sistema para hacerlo parece ser el alcohol y las compañías casuales–, con consecuencias imprevisibles para ambas. Si bien por momentos la película peca de un guión acaso demasiado sistemático en su fórmula de descubrimientos y oposiciones, demasiado armado en función de motivaciones psicológicas algo simplistas, no hay dudas que IDA es una obra mayor en lo que respecta no sólo al tema que trata sino a la precisión de su forma. Los planos largos y fijos, los encuadres inusuales (el preferido por el director es el de encuadrar a los personajes muy abajo dejando un inmenso espacio simbólicamente vacío arriba), el uso del sonido y la música diegética, los personajes tomados de muy lejos (o de muy cerca) en escenarios casi vacíos de gente son las formas visuales que toma el filme y las que más impactan. ida 3Uno podría pensar que hay algo demasiado “preciosista” en el cuidado del encuadre, como si la película se preocupara más por transmitir su austera belleza que por lo que está contando, pero en todo momento se tiene la sensación que el clima que esa puesta en escena propone está en total consonancia con lo que se narra, tanto en los enfrentamientos con los habitantes del pueblo como en las rutas y en el hotel/bar donde tienen lugar sus encuentros con el joven músico de jazz y una nueva cultura que parece emerger. IDA es una película que sorprende por su poderosa calma, por la manera que tiene de atrapar al espectador con mínimos gestos y con sus elegantes composiciones. Hay un choque de estilos actorales (la actriz no profesional que encarna a Ida lo hace en un estilo casi “bressoniano” y austero, mientras que la Tía Wanda tiene un modelo más de actriz teatral) que, en lugar de jugar en contra del filme, lo hace a su favor, casi poniendo en contraposición dos formas de acercarse al mundo y de experimentarlo. Más cerca del final, cuando Ida se permita un gesto más claro, una sonrisa, una pequeña reacción, sabremos que el mundo habrá cambiado definitivamente para ella y que nada volverá a ser lo mismo.
No soy un experto en folklore ni mucho menos por lo que no sabía qué esperar de esta película más allá de la fama de López como fotógrafo. Lo que me resultaba curioso era pensar cómo su estilo tan, digamos, kitsch y colorinche, podía aplicarse a la hora de hacer un documental sobre una figura del folklore autóctono. Pero no conocía los suficiente a Ayala y al verlo me di cuenta que podían ser compatibles y que el estilo algo desaforado de este folklorista misionero, más conocido y reconocido como compositor que como intérprete, le caía a la perfección a Marcos. Y así es: RAMON AYALA es un documental bastante convencional sobre una figura poco convencional y está bien que así lo sea. Hay respeto y cariño sobre su figura, se lo muestra y se lo escucha y se lo admira, lo cual me resultó un alivio porque tenía miedo que, kitsch sobre kitsch, termine dando una ensalada barroca de ironías y canchereadas. No las hay. López entiende y celebra la naturaleza excesiva de Ayala, un compositor de folklore cuyo aspecto es más el de un músico de cumbia que de un folklorista, y esa curiosa mezcla estilística da algo muy rico de explorar. Con testimonios, con shows en vivo y con historias de vida que enriquecen aún más el universo en el que se mueve Ayala. Bah, el universo del folklore nacional en su vertiente misionera.
Esta nueva “sección” tomará en cuenta una serie de películas que no se colocan ni en el ámbito de los estrenos comerciales de la semana, ni de los filmes que pasan por festivales, ni el ya usado “no estrenos”, dedicado a películas que no llegaron a tener una salida comercial en la Argentina. “Crítica”, como sección, tomará el resto de las películas, en especial aquellas que por diversos motivos no pudieron reseñarse en el momento de su estreno y que luego las pude ir recuperando. Aquí entrarán también algunas películas relativamente nuevas (no los “clásicos”, esos van por otro lado) que por un motivo u otro no se comentaron en su momento. Dos aclaraciones: esta sección no pretende ser exhaustiva ni tomar todas las películas que veo después de su estreno, sino solo las que me resultan interesantes de comentar. Por otro lado, tomando en cuenta que son películas que ya circularon en salas y ahora están editadas (video, DVD, BluRay, online, lo que sea), las críticas tendrán más SPOILERS que lo habitual, ya que están también para comentarlas y discutirlas con espectadores que ya pueden haberlas visto. edge-of-tomorrowArrancamos con AL FILO DEL MAÑANA, película que me perdí durante su estreno ya que estaba de viaje (lo mismo me pasó con otros “tanques” que llegaron en mayo como las nuevas de CAPITAN AMERICA, X-MEN y GODZILLA, que llegaron acá en la época en la que yo estaba en Cannes, y que comentaré cuando las vea y si siento que hay algo para decir sobre ellas). Dirigida por Doug Liman, un cineasta bastante competente que ha hecho mejores y peores películas a lo largo de su carrera, el arma secreta del filme es el guión del también director Christopher McQuarrie, a quien conocemos desde LOS SOSPECHOSOS DE SIEMPRE. Basada en un comic japonés, la película cuenta con otra arma poderosa aunque no tan secreta. Estoy hablando de Tom Cruise, para mí uno de los mejores actores del cine norteamericano, uno de los que mejor entiende el rol del actor en este tipo de producciones, el de ponerse al servicio del espectáculo y del espectador, jamás intentando “fascinarlo” ni demostrarle nada, sino tratando de ser un conductor emocional para que el público pueda “meterse” de lleno en la película. Y en ese sentido, Cruise jamás decepciona, cumpliendo a la perfección con la tarea de transmitir la confusión inicial que siente este Mayor del Ejército Norteamericano, de apellido Cage, que pasa de ser el encargado de Relaciones Públicas a tener que ir al frente de combate sin tener la más mínima experiencia en el frente. edge-of-tomorrow--tom-cruisesEl “combate” no es del todo común ya que el mundo ha sido invadido por una suerte de criaturas intergalácticas, especie de arañas gigantescas que parecen arrasar con todo a su paso. Y una invasión a Europa parece ser el último intento medio desesperado de las fuerzas “aliadas” para detenerlos. Cage, inexperto en combate, es enviado ahí, pero en el primer enfrentamiento es literalmente bañado por un líquido viscoso de una de estas criaturas, asunto que termina dándole unos poderes bastante peculiares y que hacen recordar a la película GROUNDHOG DAY. Esto es: cada vez que muere en el campo de batalla vuelve a vivir, un día antes, y a atravesar la misma situación bélica cada vez. El se va dando cuenta, claro, pero para los otros es siempre la primera vez. El asunto avanzará por ese lado, con un Cage cada vez más experto y conocedor de lo que sucederá en las batallas, y de a poco asociándose con algunos aliados que lo entienden y tratan de sumarse a su manera de enfrentar el conflicto, que es tratar de encontrar otras salidas al choque bélico directo. Entre los que lo ayudan está Rita (Emily Blunt), un soldado que pasó por una situación similar a la de Cage y que es la única que puede ayudarlo a avanzar más allá de lo que parece un enfrentamiento insoluble e insuperable. Ella sabe un secreto, también, acerca de la “condición” de Cage, que marcará a fuego el resto del filme. La trama no solo es ingeniosa desde la construcción ya que logra adaptar ese giro humanista que tenía la comedia de Harold Ramis a un campo bélico. Si bien los resultados no son los mismos (la última media hora y, especialmente, el apurado final, no están a la altura del resto del filme), AL FILO DEL MAÑANA intenta ser para todo conflicto bélico lo mismo que era esa película para, digamos, la manera de enfrentarse a la vida. La idea del conflicto permanente e insoluble que no puede superarse porque tanto unos como otros insisten en permanecer “trabados” en el mismo asunto sin posibilidades de avanzar es una crítica política mucho más contundente que la de muchas películas que pretenden hablar más directamente del tema. edge-of-tomorrow-1Al tener como enemigos una raza de criaturas evolucionadas, el filme evita cualquier link directo con la realidad, pero no así con su lógica. Los conflictos bélicos se vuelven eternos y repetitivos porque funcionan como un deja vu permanente que nadie se atreve a cortar porque, en cierto modo, les da una razón para existir. La película no se atreve a ir demasiado lejos en esa teoría y por momentos peca de lo que critica: convertirse en una serie de largas secuencias bélicas continuas con un estilo cercano al videogame. Pero Liman sabe que Cruise sabe y que nosotros sabemos, por lo que va dosificando esas escenas en el filme de manera tal que promediando el relato ya la película logra volverse una de intriga, por un lado, una reflexiva, por otro, y –finalmente– una, en cierto punto, romántica. Tengo la impresión que sin su un tanto agotadora media hora final y sin ese cierre que parece querer apurar las cosas (o facilitar una posible secuela) estaríamos hablando de una película extraordinaria. Es cierto que es brillante: narrativamente sólida, visualmente impactante, políticamente inteligente. Tal vez –clásico problema de las películas bélicas norteamericanas– Liman no se atreve a ir lo lejos que debería en su hipótesis ya que toma en cuenta que el público en su país tampoco acepta demasiado bien la idea de que todo conflicto bélico es básicamente inútil e inservible, especialmente si no cambian las maneras de enfrentarlo. AL FILO DEL MAÑANA apuesta por la inteligencia en lugar de la fuerza bruta. Tanto en el cine, como en la guerra.
Ejemplo claro de cómo un cambio de título puede ayudar a generar interés en una película, este filme se conoció en el Festival de Mar del Plata pasado bajo el nombre de MARAVILLA: UN LUCHADOR DENTRO Y FUERA DEL RING, título que no sólo no invitaba para nada a ver la película sino que hacía pronosticar lo peor por su exceso de cursilería, una que no parece puesta de manera irónica. Alguien se dio cuenta, le puso MARAVILLA: LA PELICULA, y la propuesta de golpe se volvió más atractiva. Con ambos títulos, de todos modos, el filme de Juan Carlos Cadaveira, es un producto raro aún dentro de la enorme cantidad de documentales sobre personajes que se hacen en la Argentina. Se trata de un filme efectivo a la manera de un documental norteamericano de esos de HBO. No hay innovaciones de ningún tipo, pero el relato claro, su búsqueda de impacto, el ritmo narrativo y el formato que posee hacen que uno sienta que está ante un filme estadounidense. maravillaAlgo de eso hay ya que buena parte de la carrera del boxeador argentino se maneja desde allá y esto no es otra cosa que un documental oficial que produce el propio manager del boxeador, el peculiar Lou DiBella. Es obvio que uno no verá demasiadas zonas oscuras del boxeador argentino que triunfó en el exterior y volvió como ganador al país, pero Cadaveira se las arregla para contar una buena historia. Es la de este muchacho Sergio, inesperado campeón que se vio obligado a exiliarse para luego ir convirtiéndose, de a poco, en figura del box mundial. El filme se centra en su pelea con Chávez Jr., y en su supuesto rol como enemigo del status quo y las autoridades que manejan de manera algo turbia el mundo del box. En las idas y vueltas narrativas –la película combina el presente con la historia de Maravilla– quedan algunos baches intermedios, como la primera vez que conquistó el título, pero el ritmo narrativo y la intimidad lograda meten al espectador en un relato más que efectivo. Un hallazgo es cómo Maravilla y su equipo se las ingeniaron para volverlo famoso en la Argentina, mercado que no manejaba del todo y le impedía participar en las grandes peleas. Estrategia pura, el boxeador hizo lo que tenía que hacer: hacer producciones fotográfixas sexies, bailar y cantar en lo de Tinelli, contar chistes. Volverse una especie de heredero del Gatica showman, digamos. Maravilla-pelicula-documental-Sergio-Martinez_CLAVID20140528_0030_34Es cierto que el mundo del boxeo y sus protagonistas casi nunca fallan a la hora de ser pasados al cine. Hay algo muy rico y muy cinematográfico no solo en las peleas en sí sino en las historias de vida de los que practican este deporte. Y Cadaveira logra captar eso. Más allá de que su carácter “oficial” le impida al documental husmear demasiado profundo –uno imagina que el “corte final” de la película debe haber sido de la gente de Martínez–, es innegable que el filme funciona e impacta de una manera en la que el cine argentino no está del todo acostumbrado. Imitando, casi, los formatos del documental norteamericano televisivo. No innova, claro, pero hace bien los deberes. Y gana por puntos, cómodo.
La directora de POR TU CULPA tal vez sea la cineasta que mejor filma el caos familiar cotidiano. Me refiero a que tiene un ojo y un oído afiladísimos para detectar y poner en escena el sinfín de energías contrapuestas que existe en una situación aparentemente normal y convencional de un hogar. Como en ése, su anterior filme, AIRE LIBRE es el retrato de uno de esos pequeños pero a la vez enormes desequilibrios cotidianos, de esos que empiezan con fastidio e irritación para luego transformarse en agresión y violencia. Berneri parece filmar por abajo de los hechos (o por adentro), en esa zona donde es más importante el movimiento de los cuerpos, la energía circundante y los tonos de voz que lo que, a primera vista, se dice y sucede. Es una cineasta del subtexto, capturando los ritmos internos de cada situación como pocos logran hacerlo, aún a costa de que los ritmos, digamos, externos, se borroneen un poco. La película, entonces, funciona más como una serie de sensaciones que como una narración estructurada de manera convencional. Los hechos son pocos y la evolución es bastante lógica desde que conocemos a la pareja que encarnan Manuel y Lucía (Leonardo Sbaraglia y Celeste Cid), su intención de reformar una casa en el campo para irse a vivir allí y la obligación/necesidad de estar en lo de sus respectivos padres mientras la construcción avanza. La distancia entre ambos empieza a ser física y luego también emocional, por lo que de a poco el “proyecto de pareja” empieza a complicarse, con la casa como testigo y metáfora de esa destrucción. El hecho de que tengan un hijo en común no siempre es motivo de unión. Al contrario, puede sumar conflictos. Aire_Libre1_2Lo que Berneri narra aquí es un estado de ánimo o bien una serie de estados de ánimo que van desde el desencuentro familiar a la fractura. En ese sentido, logra que cualquier espectador con mínima experiencia en conflictos de pareja y/o familiares se sienta inmediatamente en un universo que conoce, acaso, demasiado bien. Digo “demasiado” porque esa familiaridad que logra transmitir Berneri es potencialmente irritante para el espectador también, a quien los fastidios –a veces menores pero finalmente importantes– que se viven seguramente le harán recordar los suyos, muchos de los cuales desearía olvidar. Sin sentimentalismos y con un tono seco y realista, AIRE LIBRE se presenta como una crónica de una familia en problemas. Berneri puede tener sus simpatías pero no toma partido por nadie. Y si bien el niño es la principal víctima de unos padres confundidos en sus propios rumbos, tampoco se lo presenta como un “pobre angelito”: por momentos el pequeño puede ser tan irritante y fastidioso como sus padres y hasta más. Los comportamientos del trío son decididamente patológicos y la película no intenta disfrazarlos. Al contrario, más bien tiende a mostrar solo sus momentos oscuros. airelibreBerneri toma la situación in media res: no hay demasiadas explicaciones previas ni los personajes se definen por un objetivo o un conflicto claro. La cámara entra a la casa (o las casas) a espiar como si fuera un miembro más y de a poco uno debe intuir qué está pasando. Eso –que puede generar algunas confusiones narrativas, ya que Berneri opta además por poner la cámara muy cerca de los personajes y a veces no sabemos ni dónde están– le da a la película un tremendo e inusual grado de intimidad. En la cocina, en el baño, en la cama: lo que vemos u oímos está muy cerca de parecerse a lo que vivenciamos en nuestras respectivas experiencias. Como otras cineastas argentinas (Martel y Murga, básicamente), Berneri es una artista del detalle, de esa mirada, ruido o movimiento que dice más que mil explicaciones. Digamos que en sus filmes el sonido es más importante que el diálogo: el ruido ambiente, el tono con que se dice algo, los gritos (los personajes gritan y discuten bastante en el filme) son centrales a la trama. Y como sucede a veces con este tipo de retratos expresionistas, a veces el relato se resiente: la película se hace un poco larga y esa caótica desorganización familiar se traslada a la propia narración. Por suerte, en la segunda mitad AIRE LIBRE encuentra su ritmo y avanza hasta su contundente final. El filme cuenta además con dos actuaciones impecables como las de Sbaraglia y Cid. El, que ya protagonizó la relativamente similar EL CAMPO, arma un personaje complejo e interesante, un tipo que encuentra en su separación una posibilidad de regresar a la adolescencia, confundiendo objetivos y neurosis varias en el camino. Cid –cuyo bello rostro y figura algo más asentada le dan, en sus treinta, un touch menos de princesita y más de intensa actriz francesa– sigue demostrando que es una de esas grandes actrices capaces de llevarse puestas las películas en las que participa. Sobra decir que debería actuar en muchas más. La otra sorpresa de la película es la cantante Fabiana Cantilo en su debut cinematográfico, interpretando a la particular madre de Lucía (Cid). Un personaje que, como los otros, no puede evitar sumarse a esta caótica danza de la vida cotidiana.
Después de dos cortometrajes cuyas búsquedas se conectan con las de esta película, Naishtat lleva sus preocupaciones temáticas e intenciones estéticas a un escenario más grande: los conflictos sociales y de clase en Argentina. Así como su corto que pasó por Cannes EL JUEGO proponía una mirada casi metafísica a un mundo violento dentro de un sistema tipo HUNGER GAMES, su largo procede más por la acumulación de momentos y por la transmisión al espectador de una sensación de incomprensible y casi metafísica violencia. Es el espectador el que debe, durante buena parte del metraje del filme, ir armando las piezas de esta narración. Lo que Naishtat propone, a la manera de acumulación de momentos, es una serie de situaciones suburbanas en las que los personajes experimentan miedos difíciles de comprender pero que tienen que ver con esa sensación de malestar urbano que nos rodea. Un hombre empieza a actuar raro en un McDonald’s, una alarma suena sin explicación, pilas de basura aparecen tiradas dentro de un country, un hombre corre desnudo en una autopista tirándose arriba de los autos, personas que no vemos lanzan barro a los coches que pasan y la tele siempre transmite algún caso policial terrible. Todo sucede más como en una película de ciencia ficción que como en un policial. historia miedoNaishtat hace algo que pocos intentan en la Argentina: cuenta visualmente. La película no apuesta ni al desarrollo psicológico ni a un entramado narrativo que levante tensión en el espectador. No. Naishtat cuenta como si fuera una película de terror, con la cámara, el sonido, el silencio y las miradas como las conductoras de los nervios de los espectadores. El director habló de la influencia de John Carpenter en su cine y eso es obvio: su película es más un filme político disfrazado de thriller que un drama sobre el miedo de las clases pudientes. La película recuerda un poco también a cierto cine austríaco (Seidl, Haneke) en su estilo algo gélido y hasta agresivo con el espectador. La actuación de Jonathan De Rosa, lo más parecido a un protagonista que tiene esta película coral, va por el mismo lado. Es poco lo que dice y menos lo que sabemos de él, pero su mirada penetrante y hasta su estructura ósea parece ser suficiente para transmitir al espectador confusas sensaciones: no sabemos qué le pasa, no sabemos qué es capaz de hacer. historia del miedoEs cierto que algunos espectadores podrían llegar a preferir mayor claridad dramática, pero no es el mejor camino para el filme. De hecho, sobre el final, cuando casi todos los personajes se juntan en un mismo lugar y aparece una mesa familiar (mesa similar a la que había en EL JUEGO), esas relaciones se clarifican pero también muchos miedos se ponen en palabras y el misterio se vuelve algo más convencional. Durante su primera hora, sin embargo, con cortes de luz y calores insoportables, con noticieros que transmiten cualquier cosa y con situaciones cotidianas que nos asombran y que no comprendemos nunca del todo bien, HISTORIA DEL MIEDO transforma nuestra realidad en una película de ciencia ficción. Acaso no sea nada descabellado…
Este breve y sentido filme-ensayo encuentra al realizador trazando los pasos familiares desde la inmigración de sus abuelos hacia la Argentina a fines del siglo XIX, centrándose luego en la historia familiar en las colonias judías de Entre Ríos, las vidas de sus abuelos y, especialmente, de su padre, un marino de la Armada, que vivió viajando buena parte de su vida y al que conoció poco. Con mucho y muy bien conservado material de archivo (especialmente fotográfico), Cozarinsky cuenta la historia familiar en un tono entre nostálgico y poético, viajando a los pueblos de Entre Ríos donde vivieron sus familiares, lugares a los que nunca había ido anteriormente. Allí va reconstruyendo una historia biográfica (de padres e hijos) que es también una historia social y cultural de parte de la inmigración judía de esa época, con los devenires posteriores que son comunes a buena parte de la colectividad. Emotiva, honesta y sentida, la “carta” de Cozarinsky intenta conectar al realizador y escritor (también un “viajante”) con ese pasado con el que, más allá de las aparentes diferencias, uno se reconoce cada vez más. Y con ese padre –ausente en la vida real, pero “presente” en los regalos, postales y fotos que le envíaba– al que, dice el propio Cozarinsky, no conoció lo suficiente.