“Días de Ira” narra la venganza de Clayde Shelton (Gerard Butler), afectuoso padre de familia, que al abrir la puerta de su casa es agredido violentamente por dos delincuentes que ingresan, violan a su mujer y la matan junto a su hija, habiendo agredido previamente a Clayde, a quien dejan moribundo, testigo impotente de reacción ante los acontecimientos. Las investigaciones derivan en la detención de los responsables quienes son sometidos a un juicio que culmina con la condena a uno de ellos a diez años de reclusión y la liberación del otro, merced a la negociación encarada por el exitoso fiscal Nik Rice (James Foxx). Una década después, en tanto el agredido se recuperó físicamente e intenta rehace su vida, conteniendo la bronca por considerar injusta la acción de la justicia, el delincuente cumple su condena y sale en libertad. El hecho afecta profundamente en quien confiaba en la acción del sistema pero, al considerase burlado como ciudadano, aflora en él la ira contenida en forma de venganza para estallar en una furia descontrolada que se manifiesta con la misma violencia de los agresores e igual, o aun más sangrientas, consecuencias. La venganza por mano propia es una temática muy recurrente en la cinematografía internacional. F. Gary Gray, realizador neuyorkino de 40 años, con seis títulos como antecedente, entre ellos “La Estafa Maestra” (2003); Gerard Butler deja los personajes heroicos (“300” -2007-) o románticos (“El fantasma de la ópera” -2004-) para interpretar al psicópata Clyde, y lo hace muy bien; Kurt Wimmer como guionista se mantiene, en cierta medida, en la línea de “El secreto de Thomas Crown” (1999) y “Dueños de la calle” (2008); Jamie Foxx recordado por “Ray” (2005) y “El solista” (2009) como Nick, el exitoso fiscal que recurre a cualquier arreglo o artilugio para ganar los juicios, pone en juego su solvencia profesional para trasmitiendo credibilidad. Esa suma de aportes deja como resultado una producción que se inscribe a otras tantas similares en contenido y forma, con similares falencias y buena apoyatura técnica. Como cuadra en la consideración habitual de la temática no faltan las situaciones con acciones de desbordante violencia. Por momentos apunta a una mirada interesante sobre el fondo de la cuestión en algunos los diálogos intensos entre los protagonistas sobre los artificiosos juegos de la ley y la justicia. La historia narrada y la trama entretejida provocan, subjetivamente, en el espectador el enjuiciamiento a la ley y la justicia, en circunstancia como la que ocupa a este film, propenso a ser cómplices del accionar del vengador.
“Triangulo” trata la vida de tres personajes atrapados en su soledad, culpa, pasión desesperanza, vacío, que no forman parte de la prosperidad alemana. Thomas (Benno Furmann) acaba de enterrar a su madre, un hombre atlético expulsado del ejercito, con ocupaciones transitoria y muchas deudas para afrontar. Los acreedores se llevan su dinero que tenía escondido en el jardín de su madre y le dan una golpiza. Una vez recuperado se cruza con Ali (Hilmi Sozer), hombre primitivo, astuto para los negocios y desconfiado, cuya única preocupación es que los empleados de los bares de los que es propietario no le roben. Thomas saca de un apuro a Ali en una situación en la cual interviene la policía, la que le quita el registro de conductor por manejar alcoholizado. En agradecimiento lo contrata Thomas como su chofer permanente. Al le presenta a su mujer Laura (Nina Hoss), una hermosa mujer con pasado no muy claro que conforma su pareja muy lejana del amor y próxima a la seguridad económica, situación que trae al recuerdo la novela y las versiones fílmica de “El cartero llama dos veces”. Laura y Thomas se atraen, la relación se hace cada vez mas intensa y planean la muerte de Ali, para que se termine el maltrato que le daba a su mujer y de esa manera para conseguir la libertad que tanto desean. Quieren amor y también seguridad, camino los lleva a la traición. Hay dos frases en esta realización, cuando Ali afirma “vivo en un país que no me quiere, con una mujer que compre”, y cuando Laura dice, “si no tienes dinero no puedes amar.” La base de todo es a base del dinero, convirtiéndose en el cuarto personaje que juega un rol importante en la trama de este triangulo. El desenlace sorprende, induce al espectador a preguntarse si un crimen cabe que ocurra en esta trama. Una historia interesante desarrollada con una trama atractiva y diálogos precisos en el guión, que contó con una muy buena dirección de Christian Petzold, quien contó con un reducido pero muy efectivo plantel interpretativo y un equipo técnico muy idóneo.
Esta comedia gira alrededor de varias historias sobre la pareja, con encuentros y desencuentros, marchas y contramarchas, relaciones que empiezan con toda la fuerza del amor y finalizan por elección o por error de sentimientos, plantea que el amor no es para siempre, pero el “ex” es de por vida. Historias de amor que se cruzan, plagadas de conflictos, que sufren hasta llegar al final previsible, al estilo de las producciones en episodios entrelazados, en estos casos, con vínculos familiares, profesionales o de amistad, animados básicamente por seis parejas. Casos como el de un psiquiatra divorciado que debe asumir el cuidado de sus hijas adolescentes por la perdida de su ex mujer en un accidente, hecho que lo lleva a la reflexión y a descubrirse; un juez encargado de casos de divorcio enredado en el suyo; un sacerdote ante el dilema de seguir su vocación sacerdotal o retornar a la vida civil con su ex; padres que no desean obtener la tenencia de los hijos menores, en tanto estos no desean convivir con ninguno de los dos; Un policía celoso que vive amenazando al novio actual de su ex. Se trata de una comedia costumbrista muy italiana que cuenta con un guión aceptable que desgrana situaciones graciosas, algo reiterativas, diálogos amenos, dirigida con oficio, sostenida con buen ritmo, aunque algo excedida en tiempo por los 120 minutos de duración que hubiera ganado con su reducción a 90 minutos, y animada por un elenco muy apropiado al género, Fue muy exitosa en su país de origen, y es muy posible que entre nosotros tenga buena aceptación, máxime con las comedias inconsistentes estrenadas este año, sobre todo con los amantes de la comedia romántica.
Narra la historia de John Tyree (Chaning.Tatum), un joven soldado que está de vacaciones en la casa de su padre Tyrnn, un coleccionista de monedas, obsesivo, y con leve autismo, en una muy buena actuación de Richard.Jenkins, lo mejor para apreciar en esta producción. Conoce a Savannah (Amanda Seyfried), una estudiante muy altruista de la cual se enamora. Viven días intensos y con muchas promesas en esas vacaciones de primavera, pero él debe reintegrarse a su cuerpo y regresar al frente: Durante mucho tiempo se mantendrán en contacto, según lo acordado, a través de las cartas que se intercambiarán contándose todas sus mutuas vivencias. De pronto John deja de recibir las misivas, lo que le produce sorpresa, desconcierto y dolor Al ser herido en un combate lo retornan a su casa, agudizándose la relación con su padre y para enfrentar el encuentro inevitable con Savannah. El final de una historia más de amor y guerra, de un soldado y la novia, que pueden imaginarla o, si les seduce la propuesta, comprobar cómo lo resuelvan los responsables de esta producción que apunta a la sensibilidad femenina, con la intención de conmover su corazón y activar los lagrimales, aunque para mi gusto mediante un relato demasiado almibarado. La novela en que se basa es un best-seller, razón por la cual llega a la pantalla grande, y siempre habrá románticas a la expectativa. .
La producción narra la historia de un viudo, Burke (Aaron Eckhart), quien llega al éxito al escribir un libro de autoayuda que se convierte en un Best Seller, cuya temática se que refiere a como superar la muerte de un ser querido. Su socio organiza una gira para promocionar la obra. Una de los destinos que tiene que visitar, con muy pocas ganas, es la ciudad de Sattle, que él abandonó tras la muerte de su esposa, para olvidar lo sucedido, alejarse de sus suegros y de cuanto le recordara ese etapa feliz de su vida. En uno de los seminarios que debe dictar conoce a Eloise (Jennifer Aniston) una hermosa florista. La relación se inicia con equívocos, pero a poco andar Eloise se va convirtiendo en la única persona capaz de ayudarlo a enfrentarse a su propia perdida, y a todo lo que tiene interiormente y que nunca contó ni elaboro. Como usted seguramente lo presume, finalmente comieron perdices y fueron felices por siempre. El tema del grupo en autoayuda esta bien tratado, existen en muchos lugares del mundo, donde se encuentran pares que han sufrido perdidas y pueden hablar de lo que sienten. La trama está bien planteada, con situaciones no siempre creíbles pero resueltas con profesionalismo, animadas por una pareja que tiene química, secundada por un elenco con oficio. El resultado es una comedia atendible que conforma al espectador que disfruta del género
Esta realización apunta a ser una comedia sobre cinco amigos que se reencuentran después de treinta años, convocados por la muerte de su entrenador de basketball para despedirlo y rendirle homenaje. Se reúnen todos acompañados de sus esposas e hijos en la casa del lago, donde ellos celebraban el campeonato ganado en la infancia. A pesar que sus vidas han tomado distintos caminos, los amigos empiezan a reconectarse, rememorar y poner en practica los que hacían de chicos, volver a repetir esos recuerdos y contarse lo que pasa en sus vidas. Trasmitirles a los hijos malcriados que valoren la vida al natural y los juegos en familia. A ellos se suma el soltero con adicciones, el amo de casa maltratado por su mujer y su madre, el de New Age que esta en pareja con alguien que lo dobla en edad, y por ultimo el vendedor que se quedo sin trabajo. Hay algunas escenas de humor aceptable, pero resulta ínfimo para que el espectador apenas tenga oportunidad de insinuar una sonrisa, fracasando como pretendido entretenimiento, aunque pueda incluir situaciones sólo entendibles para el publico estadounidense. Se trata de una mezcla de elementos de comedia en el marco de la amistad y los lazos familiares más lo sentimental, que no funciona, al menos entre el espectador argentino, por carecer de ingenio y frescura, pese al esfuerzo de un buen elenco.
Esta producción se basa en una historia real ocurrida en Japón en la década del 20 del siglo pasado, sobre un perro de raza akita llamado Hachiko y su relación con un profesor universitario, trasladando el relato a los comienzos del siglo XXI ambientándo en los Estados Unidos. Comienza en una localidad del Japón desde donde se despacha en una jaula a un cachorro akita con destino a los Estados Unidos. Todo se desarrolla normalmente hasta la jaula llega a la estación ferroviaria de un pueblo en la nación del Norte. Al ser traslada se despende en el hall, al caer se abre y el pequeño queda liberado y comienza a rondar el amplio espacio del recinto. Entre los pasajeros que arriban a ese destino se encuentra Parker (Richard Gere), un profesor de música en su diario viaje para cumplir con su trabajo docente en la ciudad. Dirigiéndose hacia la salida descubre al cachorro perdido. Es viernes, el jefe de la estación manifiesta no poder hacerse cargo, sugiere al profesor que lo conserve hasta el lunes y si nadie lo reclama lo entregue a la perrera. Parker trata de alejarlo, pero el animalito ya lo ha adoptado. Ante esta situación se apiada y lo lleva a su casa con la esperanza que alguien lo reclame. Al llegar Cate, su esposa (Joan Allen), no ve con buenos ojos la decisión, aunque a los hijos les cae simpático, pero finalmente accede con el compromiso que el lunes sea restituido a su ignoto dueño. Nadie lo reclama, la perrera lo tendía unos días para luego sacrificarlo. Ante esa perspectiva Parker logra el consenso de Cate, cuando ésta observa la fuerte relación que se establece, y la felicidad de los chicos, para finalmente Hachiko ser incorporado a la familia. Todos los días, cachorro primero y luego ya adulto, lo acompaña por la mañana a la estación, y a las cinco de la tarde aguarda su regreso Esta rutina sigue su curso uniéndolos emocionalmente, hasta que un día el profesor no retorna debido a un infarto mientras dicta una de sus clases a cuya consecuencia muere. Durante la próxima década, hasta su muerte, la lealtad de Hachiko se manifiesta esperando a Parker todas las tardes a la misma hora, ocupando el mismo lugar a la intemperie frente a la estación, desafiando lluvias, vientos, calores y nevadas. Parker y Hachiko resultan ser dos personajes entrañables, cuyo amor y lealtad conmueve en términos generales, pero muy particularmente a quienes en algún momento de sus vidas tuvieron una conexión similar con algún cachorro. Ante este caso no extraña cuando alguien nos cuenta que un perro a la muerte de la persona con la cual convivía se dejó morir sobre su tumba La historia tiene buen desarrollo en un guión debidamente articulado, realizado con delicadeza y ternura por Lasse Hallström, sensaciones que supo materializar dirigiendo un elenco que aportan sensibilidad a los personajes con Richard Gere, los animales que cubrieron las distintas etapas de vida de Hachiko, y Joan Allen en primer plano, secundados por quienes encarnan al amigo nipón, el jefe de la estación o el vendedor de panchos. En suma, se tarta de una realización conmovedora sobre la amistad y la lealtad que a más de un adulto hará empañar sus ojos, y a los chicos quizá comprender y valorar a su mascota, cualquiera que ella sea. Cabe acotar que Hachiko para Tokio es uno de los héroes japoneses. Ha sido objeto de cuentos infantiles. Le han levantadas tres estatuas de bronce en tres lugares distintos de Japón, que tienen a su vez una historia, que constituían uno de los puntos de encuentro más famosos del país. En la actualidad queda una frente a la estación ferroviaria, en el mismo lugar donde esperaba a su amo.
El lado desconocido de una leyenda de la mano de Ridley Scott Robin Hood (Rusell Crowe) el héroe de la leyenda llevada a la cinematografía en muchas oportunidades, quedando en el recuerdo particularmente las protagonizadas por Fiarkanks (“Robin de los bosques”, 1922), Errol Flynn (“Las aventuras de Robin Hood”, 1938), Sean Conery (“Robin y Marion”, 1973) o Kevin Costner (“El principe de los ladrones”, 1991) En todos los casos se hace una parcial, y muy somera, referencia a la vida del personaje anterior al momento de sus hazañas en el bosque de Sherwood, centrando todo el relato en las aventuras que se supone allí se registraron. En tanto “Robin y Marion” (1973), con Sean Conery, abordaba los últimos años del héroe legendario. En el caso que nos ocupa, en cambio, el relato nos retrotrae a la niñez de Robin Hood narrando todas las incidencias de su vida que finalmente, por decisión de Juan sin Tierra, hermano de Ricardo I, coronado rey ante la supuesta muerte de éste, es obligado a convertirse en un fugitivo, para iniciar como tal su lucha por la libertad y la justicia desde el famoso bosque británico. Consecuentemente, esta nueva visión de la historia del Robin Hood, protagonizado por Russell Crowe y dirigida por Ridley Scott, a diferencia de todas las que le anteriores, finaliza cuando Robin va a comenzar su camino hacia la leyenda. Al regreso de las cruzadas, y considerado muerto en una batalle Ricardo I Corazón de Leon (1157-1199), le es encomendada a Robin la misión de entregar la corona en Londres, para lo que asume el nombre del noble Loxley, hombre fiel del Rey, muerto en batalla a quien Robin promete llevar la espada a su padre. Después de cumplir la misión que le fuera encomendada entregando la corona al principe Juan, parte con destino a Nottinghan donde conoce a Lady Marian (Cate Blanchett) esposa de Loxley y al padre éste Sir Walter Loxley (Max Von Sysow), a quienes les confiesa toda su verdad al momento de cumplir con la entrega de la espada, gana la confianza del anciano considerándolo digno de que siga usando el nombre de hijo, revelándole a Robin aspectos de sus antecedentes familiares. Ahora Robin Longstride interviene en las luchas contra los invasores franceses, que actuaron merced a traiciones en el entorno del Rey Juan. Por su actuación en las batallas gana un reconocimiento que molesta al soberano británico, quien lo considera un peligro para la corona y es obligado a actuar como un fugitivo. Robin cansado de injustas amenazas, del aumento desmedido de impuestos, el vandalismo de las autoridades y la hambruna, violencia e injusticias que debe soportar Nottinghan resuelve resistir esos embates, actitud que avalan los ciudadanos para comenzar a reivindicar sus derechos humanos tomando las armas en defensa propia. Los quionistas nos traslada a la Inglaterra del siglo XII con una historia plena de lealtades, traiciones, amores y aventuras, desarrollada con inteligencia en cuanto al tratamiento del relato y los personajes que la animan, en una interesante vuelta de tuerca que mantiene interés sostenido en las acciones engarzadas con buen criterio. El realizador británico Ridley Scott tiene 72 años, en los últimos 33 dirigió 19 producciones desde “Los duelistas” (1977) hasta “Robin Hood” (2010), incluyendo títulos como “Alien, el octavo pasajero” (1979), “Blade Runner” (1982), “Thelma y Louise” (1991), “Gladiador” (2000), “Red de mentiras” (2008). Recordando estas obras estamos ante un cineasta avalado por una trayectoria de indiscutible calidad artística, con sus más y sus menos según la apreciación de cada cinéfilo. “Robin Hood” suma méritos presentes en los títulos mencionados por tener como punto de partida buenos guiones, a los Ridley supo interpretar acabadamente en contenido y forma, armonizándolas al materializarla en imágenes y sonidos. Denota conocimiento, gusto y estilo para aprovechar todas las posibilidades tecnológicas al servicio de la cinematografía, y de los equipos técnicos que la aplican en justa medida sin sobrecarga de efectismo, en este caso la calidad de la fotografía, el trabajo de las cámaras, la dirección de arte y el uso de los planos sonoros, y una compaginación que sostiene ritmo y cadencia narrativa. Esto último particularmente notorio en la utilización de la música placentera, incluidos los coros, tratamiento que en algunos pasajes recuerdan a “Gladiador”. Por otra parte, tiene el mérito de una inteligente selección de intérpretes, a quienes conduce por sendas claras y mano segura logrado buen nivel en todos los estratos, apreciado desde Russell Crowe y Cate Blanchett encarnando a Robin y Marion cuarentones, hasta el rescate de un excelente actor sueco Max von Sydow, por lo general desperdiciado por los realizador de Hollywood. La historia invita a disfrutar de la acción y la aventura, en tanto la realización alcanza un muy buen nivel artístico que sostiene sin desmayo los 138 minutos de proyección. Se abre una incógnita: ¿puede haber una segunda parte cubriendo lo que algunos espectadores esperaban encontrar al concurrir a la sala?
James Reece (Jonathan Rhys Meyers), el actor de la recordada “Match Point” (2005) trabaja como asistente en la embajada de EE.UU. en Francia con aspiraciones de llegar más alto en su profesión, y mantiene contacto telefónico con la persona que le da encargos para realizar como espía encubierto. La oportunidad se le presenta cuando le dan otra misión en la que tiene que ir a buscar a su nuevo compañero Charlie Wax (John Travolta), un agente de la CIA acostumbrado a aplicar métodos pocos ortodoxos. Hombre de pocas palabras, violento y muy irónico. Ambos causan destrozos por todo Paris en busca de narcotraficantes y peligrosos terroristas. Espectaculares persecuciones, gran despliegue de exteriores e interiores, enfrentamientos donde no se escatimaron municiones ni violentas acciones cuerpo a cuerpo escalonan esa búsqueda implacable por múltiples locaciones de la Ciudad Luz. En las situaciones planteadas por el guión se alternan acciones tratadas –verbal y visualmente- efectivos toques de humor, por ejemplo durante la mayor parte de las persecuciones y enfrentamientos Reece debe llevar y cuidas la integridad de un valioso gran jarrón chino conteniendo una considerable cantidad droga como prueba, lo que lo obliga a ir esquivando balas y golpes de karate a granel que les propinan. Como cuadra a toda producción de acción por la acción no olvida una dosis de romanticismo. En este caso a cargo de Caroline (Kasia Smutniak) como la novia francesa de Reece, con la mirada burlona de Charlie. Sorprende el look calvo y con barba candado de Travolta animando con actitudes de matón a un espía experimentado, donde se lo ve cómodo, desenvuelto, simpático, en un trabajo serio con el cual se debe de haberse divertido, estado de ánimo que trasmite al espectador. Meyers cumple su parte como coprotagonista muy a tono con el enfoque definido por el realizador para Reece, en tanto Kasia Smutniak es el toque femenino bien puesto en la trama. No quiero dejar de destacar el adecuado aprovechamiento Paris como locación general para la historia, ciudad de la cual el realizador capta los lugares más bonitos y frecuentado por franceses y turistas, como la torre Eiffel, pero también incorpora lugares que la gente no llega a descubrir de la otra cara Paris, quizá la más auténtica que no muestran las tarjetas postales, oscuros y lóbregos. La acción permanente bien dosificada y un ritmo muy ajustado a este tipo de realizaciones asegura a los amantes de la acción por la acción con buenos toques de humor un entretenimiento asegurado.
Esta es la segunda realización de Allen Coulter (“Hollywoodlands”, 2007), con una trayectoria importante en series televisivas como, por ejemplo, "The Sopranos" "Sex and the City". La historia es el eterno tema humano de los vínculos. Tyler Hankins (Robert.Pattison protagonista la saga “Crepusculo”) es un joven rebelde que no ha superado la muerte de su hermano mayor Michael (se ha suicidado), y todo su dolor y enojo lo lleva a una confusión de sentimientos, en una familia esta desintegrada por lo sucedido. La relación con su padre Charles (Pierce Brosnan) es conflictiva, de aparente indiferencia, y viven un permanente enfrentamiento. Se trata de un empresario exitoso, pero ausente en el vínculo con sus hijos, excepto en las obligaciones económicas. Tyler cuida de su hermana menor (Caroline), con la que mantiene cierta complicidad y acuerdo en las charlas que tienen cuando la pasa a busca por la escuela. En una pelea callejera Tyler es detenido con cierta saña por el Sargento Neil Craig (Chris Cooper), debido a diferencias pendientes. Tyler es liberado por la fianza depositada por su padre lo que suma otro motivo al enfrentamiento. Su mejor amigo Aidan (Tate Ellington) en un desafío lo convence que conquiste a Ally (Emile de Ravin), hija del Sargento, quien presencio la violenta muerte de su madre durante un asalto, cuando ella tenía sólo 10 años, la que se enamoran de él. Superando el conflicto que genera el descubrirse la verdad resuelven luchan ante otra oportunidad que se les presenta sobre la base de creer en sí mismos. El guión entrama conflictos dramáticos familiares con diversos giros temáticos que incluye un relato romántico, no exento de un toque con reminiscencias de Romeo y Julieta, con un giro final sorprende e inesperado. Los adolescentes recibirán esta realización con cierta preferencia por su romanticismo y la presencia Robert Pattinson, a quien, palpito, se lo perfila, en presencia y estilo interpretativo, como el James Dean de esta generación.