El director Adrián Caetano vuelve a la violencia de sus primeros filmes en un acertado juego de ambiciones, traiciones y enfrentamientos. Leonardo Sbaraglia entrega un villano de lujo. El realizador Adrián Israel Caetano, el mismo de Un oso rojo y Bolivia y de la serie televisiva Tumberos, regresa al cine de sus orígenes con El otro hermano, un relato violento que pone al descubierto ambiciones, traiciones y enfrentamientos. Cetarti -Daniel Hendler- viaja a Lapachito para reconocer los cuerpos de su madre y su hermano asesinados, a pesar de que no tenía relación con ellos, y para poder cobrar un seguro que le permitirá instalarse en Brasil. En el lugar conocerá a Duarte -Leonardo Sbaraglia-, un ex militar que ejerce el poder en el pueblo y realiza secuestros extorsivos. Ya nada será igual para este un hombre desocupado que busca iniciar una nueva vida. Con la estructura de un policial violento, con influencia del western, humor negro y toques macabros, la película entrega una atmósfera de parsimonia rural que se va transformando en un espiral de violencia sobre los personajes principales y para quienes los rodean. Un relato visceral que, a través de sus encuadres, fotografía y actuaciones, va potenciando la atmósfera de una historia que los encamina a la tragedia. Basada en la novela "Bajo un sol tremendo", de Carlos Busqued, Caetano coloca a su antihéroe en el ojo de la tormenta y, de manera progresiva, mostrará como Cetarti se irá dando cuenta del monstruo que tiene al lado y que su vida pende de un hilo. Como secuaz de Duarte aparece Alian Devetac -el actor de La tercera orilla-, el adolescente callado que presencia y acompaña el horror; la española Angela Molina, irreconocible en su rol de mujer de campo; Alejandra Flecthner, como la secuestrada, y Pablo Cedrón, un hombre que compra y vende todo menos su tranquilidad. Todos los secundarios convergen en este universo asfixiante, de violencia contenida y silencios cómplices que estallarán a su debido momento. La secuencia del banco tiene un clima realmente logrado que inquieta al espectador y Sbargalia entrega uno de los mejores papeles de toda su carrera, transformando su aspecto físico, la forma de hablar y un cinismo que despierta el alerta del resto. Caetano regresó en su forma más plena para dar una batalla feroz, la misma que llevan adelante sus personajes.
Con su lujoso diseño visual y una historia de amor desarrollada entre hechizos, "La bella y la bestia" regresa con actores para cautivar a las nuevas generaciones y despertar la nostalgia de los memoriosos. La nueva adaptación de Disney del clásico animado de 1991, sigue la exitosa tendencia que logró El libro de la selva. En la versión 2017, el hechizo y la magia siguen presentes en la pantalla grande. La Bella y la bestia cautivará a las nuevas generaciones y traerá la nostalgia del musical a partir del momento en el que Bella -Emma Watson- decide ir en busca de su padre Maurice -Kevin Kline-, atrapado en un castillo, por una bestia maldita -Dan Stevens-. Bella decide hacer un intercambio y quedarse encerrada a cambio de la libertad de su padre. La fábula, que invita a encontrar la belleza interior, es una combinación de acción real con actores y efectos digitales de última generación, que conviven de manera fluída y armoniosa dentro de la historia. Watson, conocida por la saga Harry Potter, entrega a una Bella ingenua y soñadora pero aguerrida, que se mueve cómodamente en el género musical y, por otro lado, llega una Bestia de pisada fuerte y mucho mas melancólica. El lujoso diseño de producción enmarca a una acción que se mueve entre la aldea -por momentos recuerda a La novicia rebelde-, los bosques peligrosos y retorcidos, con la presencia de lobos amenazantes, y un castillo tenebroso y mágico habitado por objetos que cobran vida. De este modo, desfilan por la historia la Señora Potts -Emma Thompson-, Ding Dong -Ian McKellen-, Lumiere -Ewan McGregor- y, claro está, no se puede dejar de mencionar al verdadero villano de turno, el narcisista Gastón, rol a cargo de Luke Wilson -ysu afeminado ayudante, Le Fou-, inmerso en su alocada carrera por conquistar a la heroína de sus sueños cueste lo que cueste. Una historia de amor, cargada de falsas apariencias, una fascinación por los libros clásicos -la biblioteca de la Bestia- y el toque gay que le imprime el director Bill Çondon, realizador que ya transitó por el musical enChicago y Dreamgirls, además de Dioses y monstruos, quien demuestra con gran pericia narrativa y generosa producción que las historias clásicas también se reciclan y actualizan. Las eficaz banda sonora de Alan Menken resuena en la memoria y es acompañada por sincronizadas coreografías, como en la escena del baile, una de las más recordadas del film o, incluso de la versión teatral que se presentó en Buenos Aires. El enfrentanamiento entre Bestia y Gastón, en las alturas del castillo ensombrecido, contrasta con la caída de un pétalo de rosa que augura un final emocionante, entre luchas, canto, bailes y moraleja final.
El tema del "falso culpable" y la burocracia legal son los pilares de la ópera prima de Fernán Mirás, que lo cuenta además como actor, junto a Paola Barrientos. La parsimonia de un pueblo en el que "no pasa nada" es elegida por Fernán Mirás para su ópera prima, que también lo tiene como actor junto a Paola Barrientos. Un relato que espía las injusticias a las que se somete a un barrendero privado del habla pero que comprende todo lo que sucede a su alrededor. Gloria -Barrientos-, una abogada que arrastra una cojera debido a un accidente sufrido el mismo día en el que se recibió, está desilusionada de su profesión y trabaja en una oficina, destartalada, repleta de expedientes olvidados, junto a un asistente -Darío Barassi-. Todo cambia cuando decide defender a un acusado de violación -Daniel Lambertini-, al que considera culpable y por quien se traslada a ese lejano pueblo, mientras litiga con la fiscal Rivas -Maria Onetto-, su profesora en la facultad de Derecho, y con el atildado juez de la causa -Dario Grandinetti-. Mirás coloca el ojo en criaturas abrumadas por la injusticia y la desesperanza en un pueblo donde las desigualdades sociales están a la orden del día -la presencia del comisario; la mujer del acusado, encarnada por Jorgelina Aruzzi; los lugareños poco amigables- y donde el silencio parece el cómplice ideal para ciertos entramados del poder. Las deficiencias de un sistema judicial que no sólo perjudica a víctimas y acusados, sino también a los profesionales que quieren ejercer su trabajo con profesionalismo, y el tema del "falso culpable", son los pilares sobre los que se apoya esta historia que combina drama y momentos de humor. A la promisoria tarea narrativa de Mirás, que logra una descripción minuciosa de los hechos basados en sucesos reales, se suma una Paola Barrientos que coloca a su personaje en primer plano, con convicción, humor y garra para combatir a quienes la formaron en la profesión.
El torpe sargento de policía de una pequeña comunidad rural investiga una serie de extraños asesinatos. La apuesta coreana combina varios géneros y, a pesar de su extensión, logra inquietar al espectador. El tercer film coreano de Hong-jin -The Chaser, The yellow sea- espía la destrucción de los vínculos familiares bajo el formato del terror y el policial, coqueteando con otros géneros, y brindando así una experiencia extensa pero recomendable dentro del panorama actual del cine de terror. "Pueblo chico, infierno grande" es la realidad que azota al torpe sargento de policía de una pequeña comunidad rural, cuya tranquilidad se ve alterada por una serie de extraños asesinatos. Todo indica que la llegada de un anciano ermitaño es el responsable de los crímenes, pero el rumbo de los acontecimientos enfrentará al protagonista con sus propios miedos -pesadillas que presagian lo peor- y con su propia familia amenazada. Con una lluvia torrencial, una comisaría asaltada por una presencia fantasmagórica y el hogar del "hombre de ley", convertido en una verdadera pesadilla, En presencia del Diablo combina elementos del cine de terror y los toques sobrenaturales con el folklore propio de la cultura coreana, amedrentada por la presencia del anciano japonés. Un tópico que expone el choque de culturas, que el cine supo aprovechar en muchas oportunidades, y que el director desarrolla para instalar la intriga y el miedo en este pueblo olvidado y desprotegido. Al comienzo se ve una "carnada" que funciona como símbolo constante dentro del film que acumula cadáveres, zombies, posesiones diabólicas, extraños poderes y la presencia de un chamán que llega para ayudar a la hija poseída del policía. Magia blanca versus magia negra, actuaciones sobresaltadas y humor, un perro diabólico, carreteras desoladas y calles embarradas, son la constante dentro de un relato que presenta los acontecimientos de manera paulatina y -también engañosa- y los torna confusos sobre los minutos finales, con giros innecesarios, todo con una atmósfera inquietante que sobrevuela las dos horas y media de duración. La pregunta que se hace el espectador es ¿quién está realmente detrás de estos asesinatos brutales en los que gente común y corriente se convierte en extrañas criaturas?. Todo está servido y condimentado al estilo "gore" en una experiencia diabólica que se refugia en el bosque. Este exponente del cine coreano transforma -como lo hizo recientemente Invasión Zombie- lo cotidiano en algo desconocido y amenazante.
"Casi Leyendas" instala la mirada melancólica y el humor sobre las vidas de un trío de amigos, ex- integrantes de una banda musical, que intenta volver y alcanzar la fama. Evidentemente, las historias sobre amigos, retratadas con tono nostálgicos y humor, son las favoritas de Gabriel Nesci, el realizador de la serie Todos contra Juan y del largometraje Días de Vinilo. En Casi Leyendas reaparece esa mirada melancólica sobre un pasado glorioso que no vuelve y un presente caótico que parece no tener soluciones fáciles. Su nuevo trabajo reúne a Axel -Santiago Segura-, Javier -Diego Peretti- y Lucas -Diego Torres-, tres amigos que han estado distanciados y después de más de veinte, se ven obligados a volver a formar la banda musical "Auto Reverse", que estuvo a punto de alcanzar la fama. Axel, un psicòtico galopante, regresará desde España dejando a un padre enfermo en un geriátrico, para localizar a sus ex compañeros, a quienes la vida tampoco parece sonreírles: Javier es un profesor de secundaria que no logra ordenar su vida y, mucho menos, la de su hijo adolescente; y Lucas, un abogado altanero, acusado de desviar fondos de la empresa y que es, finalmente, despedido de su trabajo. Casi Leyendas juega con las diferencias existenciales de cada uno de los personajes y la unión para concretar sueños postergados, desplegando una galería de buenos roles secundarios que refuerzan la trama central: Claudia Fontán, la amiga que ahora está en silla de ruedas; Rafael Spregelburd, con su alocado agente de policía; Arturo Bonín, el abuelo preocupado por el futuro de su nieto, Fernán Mirás, el amigo "chanta" de Lucas, y Florencia Bertotti, la ex-fan del grupo, convertida ahora en madre de una hija que da que hablar en la película. Santiago Segura construye el personaje más logrado del film, con una actuación que lo despega de sus anteriores trabajos -desde El día de la bestia hasta la saga Torrente-. Sus miradas, comportamientos y manera de caminar encienden la gracia dentro de un relato que también ofrece su mirada piadosa. La necesidad de afecto, la soledad, los diálogos graciosos que hacen referencias a películas populares, hasta cassettes, cintas VHS y un muñeco de E.T, acompañados de una atmósfera musical retro, suman puntos en medio de un programa radial que promete "el regreso a la gloria", en un manifiesto choque de egos y fama fugaz. Casi Leyendas cumple su cometido con un guión afilado y efectivo.
La película transcurre en una isla misteriosa ubicada cerca del Pacífico y que no figura en los mapas. En toda la historia sobrevuela el espíritu de Ray Harryhausen y "La isla misteriosa", el film de 1961. Una nueva aparición del mítico King Kong, después de las versiones cinematográficas que marcaron épocas desde la filmada por Merian C. Cooper en 1933, pasando por el ahora irrisorio film de John Guillermin de 1976 hasta la más reciente de Peter Jackson, estrenada en 2005. Kong: La isla calavera puede considerarse una "precuela" de la aventura conocida por el gran público, ahora ambientada en 1971 y en tiempos convulsionados en la Guerra de Vietnam. En Kong: la isla calavera no está el Empire State y todo sucede en una isla misteriosa ubicada cerca del Pacífico, que no figura en los mapas y está rodeada de tormentas y bancos de niebla. Allí llega un grupo de exploradores para enfrentar una realidad perdida en el tiempo, con criaturas bestiales y con Kong como el rey indiscutido del lugar. Con este comienzo la película que ahora filma Jordan Vogt-Roberts, director que viene de la televisión, aprovecha todos los elementos que tiene entre manos para disparar una mega-producción que se alimenta de filmes clase B que encantaron a generaciones. Con lo último de la tecnología, sobre todo en el diseño de Kong, que se ve más realista que en la película de Jackson-. En Kong: La isla calavera sobrevuela el espíritu de Ray Harryhausen y La isla misteriosa -1961-. Bill Randa -John Goodman, con varios kilos menos- convence a las fuerzas militares para financiar la expedición y allí parte un grupo con líderes bien diferenciados: el capitán James Conrad -Tom Hiddleston-, el Teniente Coronel Packard -Samuel L. Jackson- y la foto periodista -Brie Larson, la actriz ganadora del Oscar el año pasado por La habitación-. Viajeros, exploradores y militares que no tardarán en mostrar sus diferencias. Por su parte, Hank Marlow -rol a cargo de John C. Reilly-, es el soldado de la Segunda Guerra que vive con los nativos desde 1944, y quien aporta los toques de humor. Desde un inicio que no da respiro, la película quizás no resulte sorprendente pero sí entretenida con el sinfín de obstáculos que se les presentan, entre paracaídas, helicópteros derribados y una amenaza aún mayor que Kong que emparenta al relato con la saga de Jurassic Park. La fotografía privilegia los tonos rojizos con el gorila gigante recortado entre bruma, cámara lenta y un cementerio que también trae intriga y un tono inquietante. Alejada de la ciudad, esta realización hace pie en la isla para quedarse y traer futuros cruces con criaturas aún más peligrosas y populares.
"Ley Primera" combina el pasado y un presente caótico en el que se tratan de preservar las tierras y las costumbres de una comunidad indígena relegada frente e la salvaje irrupción del capitalismo. Ambientada en el impenetrable chaqueño y hablada en Qom -idioma del pueblo toba-, con algunos diálogos en inglés y español, la última película de Diego Rafecas -Paco, Un Buda- transita por varios géneros y denuncia el empobrecimiento y la usurpación de las tierras que sufre y -todavía combate- la comunidad indígena Qom. Ley Primera, combina el pasaso sangriento -con la masacre de Napalpí de 1924- y un presente caótico en el que se trata de preservar las costumbres y la tradición de una cultura relegada y que se manifiesta en contra de la salvaje irrupción del capitalismo. Ese contraste aparece representado por Máximo y Simón, dos hermanos separados desde pequeños. Uno, apasionado por su gente y su tierra, el otro, un empresario que vive en los Estados Unidos y regresa para sembrar el caos. Ambos están interpretados por Rafecas, que se suma a un elenco internacional integrado por el norteamericano Armand Assante, como el chamán de los nativos, y la mexicana Adriana Barraza -actriz "todoterreno" nominada al Oscar por Babel y vista en Arrástrame al infierno, de Sam Raimi-, como la madre que se muestra fiel a su tierra y combate el regreso de un hijo al que poco conoce. El rol protagónico también lo impone Juan Palomino, el "salvador" moderno que se enfrenta con fuerte presencia a la injusticia imperante a su alrededor. La correcta ambientación y el generoso despliegue de escenas de acción en ambientes naturales, también esta en lucha constante en una narración que coquetea con el suspenso, la intriga y el cine de denuncia, y, por momentos, privilegia el exceso en algunas situaciones. Aún así Rafecas se las ingenia para entregar un producto que atrapa y muestra la herencia de una comunidad que está en el olvido, a través de las generaciones -la adolescente con arco y flecha que defiende a los suyos- y con algunos personajes que quedan desdibujados. El título del film alude a la frase del Martín Fierro y apela a la unidad de los hermanos contra cualquier amenaza exterior, entre muertes y políticos corruptos.
La última película de la franquicia de Wolverine, "Logan", es un sólido producto de acción y de vínculos perdidos con un Hugh Jackman crepuscular que enfrenta su último desafío. Es menos espectacular que las anteriores y eso le suma puntos. La esperada película de Wolverine, la tercera y última como personaje solista, está basada en la miniserie de comics Wolverine: Old Man Logan, escrita por Mark Millar e ilustrada por Steve McNiven en 2008 y 2009. El film trae por última vez a Hugh Jackman, en este potente relato que combina la acción clásica con la faceta más humana del personaje. En Logan vemos a un hombre cojo, crepuscular, con una barba desprolija y con las cicatrices de un pasado doloroso. Refugiado en un escondite de la frontera mexicana junto a un enfermo Charles Xavier -Patrick Stewart- y Caliban -Stephen Merchant-, un mutante que se esconde en las sombras, Logan enfrenta una nueva aventura: debe proteger a Laura -Dafne Keen-, una niña mutante que no habla y es buscada sin piedad por una organización que intenta utilizarla como un arma. Despojada de grandes artificios y sin el despliegue grandilocuente de las películas anteriores, Logan suma puntos en su tratamiento y arremete con todo nuevamente bajo las órdenes de James Mangold. Con una significativa escena final, que reafirma el universo de los X-Men, el film adquiere nuevos aires y fuerzas para luchar contra enemigos implacables. Logan, en su desesperado escape junto a Charles y Laura, enfrenta varios obstáculos y se une a una familia desprotegida, mientas sus afiladas garras se preparan para lo peor. Lo interesante del film es el correcto equilibrio entre la acción sangrienta y la mirada que ofrece sobre la debilidad del poder, el surgimiento del "doble" y la vejez, elementos que el realizador aprovecha a la perfección porque es quien más entiende al personaje. Logan, una película de acción y también la más sentimental de todas, acumula una persecucion tras otra en ambientes naturales con villanos funcionales al relato y con una sucesión de flashbacks que explican el origen de Laura y de otros niños con habilidades especiales, en un combate final sin tregua ambientado en la montaña.
A 21 años del film original, el director Danny Boyle regresa con una historia que reúne al grupo de amigos, entre drogas, violencia y venganza. El film tiene un nivel estético que, si bien no sorprende como antes, vale la pena visitar. A 21 años del estreno de la alucinógena Trainspotting, llega esta secuela tardía también dirigida por Danny Boyle, quien logró reunír al mismo elenco de la película anterior. T2: Trainspotting 2 no impacta como la película original, pero mantiene un nivel narrativo y estético que vale la pena visitar. Al final del film anterior, se veía a Renton -Ewan McGregor- cruzando el puente Waterloo con una bolsa de dinero y ahora lo vemos corriendo en la cinta de un gimnasio. Y lo necesitará porque se quedó con un "vuelto" que debería haber repartido. En la trama reaparecen sus amigos Spud -Ewen Bremner-, quien sigue consumiendo drogas, Simon -Jonny Lee Miller-, que está a cargo de un bar que nadie visita y además tiene una novia prostituta -Anjela Nedyalkova-, y claro, Begbie -Robert Carlyle-, el psicópata que escapa de la cárcel, humilla a su familia y se lanza tras los pasos de Renton, que regresa a su Edimburgo natal para encauzar su vida. Este reencuentro pendiente mantendrá la expectativa hasta el final con personajes que son adultos, y que pasaron de una fuga constante de un sistema que no los contenía, hasta un presente que se mueve entre la redención y las nuevas oportunidades para reconectarse, no sin problemas, con el nuevo mundo. Entre imágenes surrealistas, inserts del film original y flashbacks con el grupo de amigos a los 9 años, Boyle entrega una producto cáustico con escenas fuertes -como el intento de suicidio- y un desenlace más propio de una vieja película de acción. Con la furia contenida y con los toques de humor negro que no faltan, T2: Trainspotting 2 seguramente no marcará el hito de "película generacional" pero sí tiene herramientas narrativas como para asegurarse un buen lugar dentro de la filmografía de Boyle. Los ya no tan jóvenes heroinómanos de los suburbios de Edimburgo están de vuelta y siguen haciendo de las suyas en otro contexto. Renton asegura "Elige la vida. Elige Facebook, Twitter, Instagram y ten la esperanza de que a alguien, en alguna parte, le importe", y esta frase sintetiza el espíritu de un film que tiene una banda de sonido impecable y se adentra en las sombras más profundas.
Una historia de atracción y deseo postergados en el tiempo es el puntapié de este cálido relato que cuenta una historia de amor entre dos amigos de la infancia. Basada en su cortometraje Matías y Jerónimo, el director Papu Curotto salta al largometraje con la misma temática: la búsqueda de la identidad sexual a través de una historia de deseos postergados a lo largo del tiempo. Esteros cuenta la historia de dos niños que pasan sus vacaciones familiares en Pasos de los Libres, Matías y Jerónimo, a quienes el destino separa porque el padre del primero se debe instalar en Brasil por cuestiones laborales. Los chicos crecen entre bailes, baños y películas, y el deseo no tarda en aparecer. El relato, cruzado por los prejuicios familiares y alimentado por miradas cómplices y silencios, encuentra a estos personajes diez años más tarde, encarnados por Ignacio Rogers y Esteban Masturini, pero la situación es distinta: Matías está en pareja con una brasilera y trabaja como biólogo, mientras que Jerónimo, declarado homosexual, se dedica al mundo del cine. Ellos son adultos pero el paréntesis que atravesaron no cambió sus sentimientos. En un escenario natural pantanoso donde las lluvias repentinas no parecen lavar el deseo contenido, Esteros juega con la idea del reencuentro y de las relaciones postergadas por diferentes motivos en una película que también se codea con el cine de temática gay desarrollado por el realizador Marco Berger. Sin otras intenciones que las de entregar un relato sencillo, sin estridencias y con una cámara que está siempre cerca de sus protagonistas, la propuesta se muestra complaciente en su desenlace, alternando pasado y presente, y en medio de aguas tranquilas que se siguen agitando debajo de la superficie.