El director M. Night Shyamalan -"Sexto Sentido"- arremete con este film que combina terror, suspenso y toques sobrenaturales. Tres chicas son secuestradas por un hombre que tiene 23 personalidades, encarnadas por un multifacético James Mc Avoy. Después de Los huéspedes, el director hindú M. Night Shyamalan parece encauzar nuevamente su carrera con el estreno de Fragmentado -Split-, un éxito de taquilla en Estados Unidos, que retoma el tema de las personalidades múltiples en este relato demencial. El terror, el suspenso y los toques sobrenaturales se dan cita a partir del momento en el que tres chicas son secuestradas y encerradas por Kevin -James Mc Avoy-, un joven con 23 personalidades y, una más, la más instintiva y siniestra, que está por aflorar. Fragmentado mantiene un logrado clima claustrofóbico -por momentos recuerda a Avenida 10 Cloverfield- y remite a títulos como Demente, de Brian de Palma, y a Identidad, de James Mangold. Tres adolescentes quedan a merced de un hombre perturbado debido a los abusos que sufrió por parte de su madre y que lo llevó a un caso extremo de trastorno de identidad disociativo. Estas identidades sorprenden gracias al trabajo multifacético de James Mc Avoy, capaz de pasar y hablar como un niño ingenuo de nueve años o transformarse en la "dulce" celadora Patricia. Todas harán su aparición e interactuarán de acuerdo a las situaciones que se presentan en esta habitación refaccionada como una celda para mantener encerradas a las adolescentes. El relato juega también con la relación entre Kevin y la Dra. Fletcher -Betty Buckley, de gran peso en la historia-, su psiquiatra de confianza, pero quizás el punto más fuerte recae en Casey -Anya Taylor-Joy-, una de las chicas que tiene todo menos ingenuidad por el pasado que arrastra y que se conoce a través de "flashbacks". Ella es la única que puede entender lo que pasa realmente dentro de la cabeza de su captor. Entre las sesiones de terapia del protagonista, los intentos de fuga que inquietan al espectador y la sensación de un peligro mayor que se avecina, "La Bestia", Fragmentado es una buena película de terror y suspenso, que quizás encuentra su punto más débil sobre los minutos finales, pero no opaca los giros del relato sobre presas y cazadores, ofrendas, locura y muerte. El realizador también se asegura un papel menor en la trama, ayudando a la Dra Fletcher, y una sorpresa sobre el minuto final. Rica en detalles, la película ofrece un pesadillesco paseo por los laberintos de la mente.
Con 6 nominaciones para los Premios Oscar, incluyendo la de "mejor película", llega este relato sobre el amor, las pérdidas, la culpa y el nuevo acomodamiento que atraviesan los vínculos familiares. La película, que acumula 6 nominaciones para la entrega de los Premios Oscar del domingo próximo incluyendo el de "mejor film", es una drama crudo que coloca el ojo -y el corazón- en el reacomodamiento que sufren los vínculos familiares luego de una pérdida. Manchester junto al mar está encabezada por Casey Affleck, en la piel de Lee Chandler, el parco empleado de tareas de mantenimiento y plomero de Boston que se ve obligado a regresar a su ciudad natal luego de la muerte de su hermano para hacerse cargo de su sobrino de 16 años. Sulabor está nominada al Oscar. Con esta premisa que atraviesa el dolor, el director Kenneth Lonergan construye un relato donde el presente se ve caótico y tan desesperanzado como al protagonista, atrapado en un espiral trágico del que no puede escapar. El fuerte de la película reside en ese choque de costumbres y de mundos diferentes, en los silencios y en los "flashbacks" que van contando con cuentagotas lo que ocurrió antes pero, sobre todo, en la frialdad y las explosiones de Chandler para mantener un vínculo sano con quienes lo rodean. Las escenas en las que se relaciona con su sobrino Patrick -una gran actuación de Lucas Hedges nominada como "actor de reparto", logran el mayor nivel dramático de la propuesta que profundiza sobre el entendimiento de la pérdida física de un ser querido. La idea de posponer el entierro por el clima imperante, empieza a dejar sus huellas tanto en Chandler como en el adolescente que no quiere dejar su ciudad para ir a vivir con su tío, ni perder a su novia o a su círculo de amigos. El reencuentro de Chandler con su ex-mujer -Michelle Williams, también nominada como "actriz de reparto" en un rol pequeño pero decisivo- trae ecos dolorosos de un pasado cuyas heridas no parecen cerrarse. Manchester junto al mar muestra a un puñado de personajes que sobreviven como pueden en esta historia quizás demasiado extensa pero que deja un sabor amargo por las situaciones extremas que presenta. Al clima se suma el particular uso de la banda, las escenas con viajes en barco para exponer dramas y las culpas de una familia en la pequeña comunidad costera.
El relato de terror presenta los mismos elementos que sus antecesoras pero adaptados a la era digital. Las reglas son las mismas y el miedo nunca aparece. En el 2002 La llamada marcó una tendencia del cine por traer a espíritus vengativos siguiendo el éxito de películas orientales. Las versiones norteamericanas no tardaron en llegar y ahora está el intento de reflotar la franquicia iniciada por Gore Verbinski, de quien esta semana se estrena también La cura siniestra. La llamada 3 -aunque el título original es Rings-, dirigida por el español F.Javier Gutiérrez, presenta los mismos elementos que sus antecesoras pero adaptados a la era digital. Las reglas son las mismas: un video maldito en VHS y un extraño llamado que provoca la muerte de quienes lo miran siete días después, a menos que logren mostrárselo a alguien. El film tiene un débil comienzo a bordo de un avión y luego la acción pasa a desarrollarse dos años después. Julia -Matilda Lutz-, una joven que comienza a buscar a Holt -Alex Roe-, su novio y uno de los estudiantes que forman parte del experimento que desarrolla e Profesor Gabriel -Johnny Galecki-, quien estudia los misterios que encierra un video, ahora instalado en celulares que extiende la maldición. Lo curioso de esta entrega es que no da asusta y no tiene una sola secuencia que genere suspenso o una atmósfera sobrenatural y pesadillesca hasta el desenlace -con final abierto a otras películas- en una historia que se ve antigua con la aparición del espíritu de Samara, la chica diabólica y con los pelos en el rostro. La llamada 3 no tiene sorpresas aunque se ve la intención de recorrer un camino lleno de preguntas y misterios que llevan a la protagonista a averiguar la verdad que se esconde ante las señales que se le presentan en su camino. Entre imágenes en blanco y negro, una película dentro de otra, extrañas desapariciones, malos presagios y muertes horrorosas -no tantas como se esperan- el relato queda en el olvido y parece haber marcado el número equivocado, incluso con la participación de un buen actor como Vicnent D´Onofrio.
El director chino Zhang Yimou, alejado del tono de sus realizaciones anteriores, entrega un producto hollywoodense que concentra logrados momentos de vértigo, acción y ataques sorprendentes. La acción se centra en la China del siglo XV, en la que se extiende la Gran Muralla que separa al ejército chino de varias amenazas y, justamente, una de esas tantas leyendas enciende este relato de tono fantástico en el que no faltan la acción, el esplendor visual y el ataque de criaturas monstruosas. La gran muralla está alejada del tono de las realizaciones anteriores de Zhang Yimou -desde Sorgo Rojo y Esposas y concubinas hasta la más espectacular La casa de las dagas voladoras- pero el toque fantástico y la reinvención del género de aventuras más clásico se conjugan en este producto entretenido que no pierde tiempo en explicaciones y da rienda suelta a la acción desde el comienzo. Entre combates sangrientos con arco y flecha, explosivos y acrobacias circenses -también vistas en Mad Max: Furia en la carretera-, la nueva película del director chino se impone por la belleza de su fotografía, el buen uso del 3D en las escenas en las que la altura cobra protagonismo y en una parafernalia visual construída en base al CGI. En ese marco se mueven dos mercenarios, William Garin -Matt Damon- y Pero Tovar -Pedro Pascal-, un español, que llegan en busca de pólvora y se transforman de prisioneros a punto de ser ejecutados en los nuevos aliados de una comunidad que se encuentran en una situación de riesgo por la presencia de los monstruos conocidos como Tao Tei, verdaderos devoradores de carne humana que se multiplican con la misma velocidad que las flechas atraviesan el lugar. El choque de culturas está presente en la trama y la idea del trabajo en equipo para superar las adversidades es la que domina este relato que recuerda a las viejas producciones hollywoodenses. Con elenco occidental, que incluye fugaces apariciones de Williem Dafoe, y un reparto oriental en roles de más peso, el espectáculo está servido en bandeja.
Nostálgica, visualmente arrolladora y con una historia romántica potente, "La La Land" ofrece un merecido homenaje a los musicales y dos actuaciones magnéticas de Emma Stone y Ryan Gosling. Después de su anterior película Whiplash: Música y obsesión, ganadora de tres Oscar, el director Damien Chazelle arremete con esta comedia musical que cosechó siete premios en la última entrega de los Premios Globo de Oro y se perfila como una de las favoritas para la próxima entrega de las estatuillas de Hollywood con un total de 14 nominaciones. Como un bienvenido homenaje a los musicales de los años 40 y 50, y con un género que está prácticamente desaparecido de la pantalla grande, Chazelle despliega sus propias obsesiones: su amor por la música y también por el cine de antaño en esta cuidada y atractiva puesta en escena que también juega al "teatro dentro del séptimo arte". Desde el comienzo en una colapsada carretera de Los Angeles, donde los automovilistas cantan, bailan y saltan exponiendo sus dramas y penurias cotidianas, la película une los caminos de dos almas que buscan el triunfo: Mia -Emma Stone-, una aspirante a actriz que trabaja en la cafetería de los estudios de cine, y Sebastian -Ryan Gosling-, un pianista que sueña con tener su propio club de jazz. Ambos se cruzan en la autopista y sus vidas cambiarán para siempre. Nostálgica, visualmente arrolladora y con una historia romántica muy potente, La La Land ofrece entonces un cálido homenaje y no es casual que desarrolle parte su acción en el observatorio del Parque Griffith, conocido por la película Rebelde sin causa; el cine Rialto donde los protagonistas se desencuentran y en las escenografías cambiantes del set que alguna vez vio nacer clásicos. Es cierto que es una película para cinéfilos pero también para todos aquellos que quieran enamorarse como lo hacen Mia y Sebastian, dos personajes encarados con los intérpretes ideales acompañados por el jazz: Emma Stone juega a la actriz insatisfecha que prueba su suerte, sin demasiado éxito, en varias audiciones en las que no le prestan atención, e impregna a su Mia de emoción y mirada triste con el tono adecuado. En tanto, Gosling se deja seducir por las teclas de piano e intenta acercarse a la mujer de sus sueños, mientras arrastra apremios económicos y sentimentales. Con ecos de Cantando bajo la lluvia, con escenas bien coreografiadas, fantasía y una realización que apuesta a la supervivencia del jazz y de la mixtura de géneros musicales, La La Land adquiere vida propia, emociona y desliza humor en las escenas en las que interviene J.K.Simmons, el actor de Whiplash. Hipnótica, mágica y hermosa por donde se la mire, la realización tiene el ADN de los clásicos de Fred Astaire y Ginger Rogers, entre polleras acampanadas y toques modernos.
Sexta -¿y última?- entrega de la exitosa adaptación cinematográfica de la popular serie de videojuegos. Entretenida pero demasiado delirante en los minutos finales, este eslabón trae más zombies, monstruos y una población a punto de desaparecer. El director W. S. Anderson comenzó la saga de Resident Evil en 2002 y hasta la fecha, todas las películas superaron los 1.000 millones de dólares de recaudación en todo el mundo. Resident Evil: El capítulo final -¿lo será esta vez?- trae una verdadera batalla campal en una Washington destruída, en donde Alice -Milla Jovovich-, la única superviviente capaz de salvar lo que queda de la raza humana, lucha contra los zombies y otros peligros que se avecinan. Ahora, en su misión final, debe regresar a El Panal, en Raccoon City, donde la temible Corporación Umbrella reúne fuerzas y también secretos antes del ataque final. En un mundo destruído por feroces enfrentamientos, la trama del sexto eslabón que combina ciencia-ficción y terror, entrega algo ya visto por los seguidores pero el realizador se las ingenia para no dar respiro al colocar a Alice en el ojo de la tormenta. Atada a un vehículo blindado y perseguida por una horda de zombies hambrientos, intentará alcanzar junto a un grupo de sobrevivientes el centro de El Panal para revertir el camino de destrucción total al que se encamina la Tierra. Retomando conceptos como "El Arca de Noé", y donde sólo los ricos podrán salvarse, Resident Evil: Capítulo Final trae nuevamente a Iain Glenn, como el Dr. Isaacs, el enemigo de Alice, en una pelea sangrienta que se extenderá hasta los minutos finales, pero la protagonista también tendrá aliados inesperados, sufrirá una traición y conocerá una suerte de "rompecabezas" virtual que irá componiendo su existencia previa. Como es costumbre, con una edición frenética y tomas que no duran mas de un segundo, el director tira toda la carne al asador e intenta enhebrar algunas ideas de las películas previas. El resultado es pura pirotecnia visual, entre enfermedades incurables, una nueva droga para detener el horror mientras el paso del tiempo parece no detenerse, aunque la saga muestre signos de agotamiento y, al igual que el personaje central, esté al borde de la extinción.
Un cuento clásico sobre los temores infantiles que no escapa a un tratamiento sensiblero en los minutos finales, pero al que el director imprime imágenes seductoras en un universo pesadillesco. El realizador de El orfanato y Lo imposible, el español J.A. Bayona, cierra con Un monstruo vino a verme una suerte de trilogía sobre las relaciones familiares inmersas en condiciones extremas. Un monstruo vino a verme, un cuento basado en la novela homónima de Patrick Ness, gira en torno a los temores infantiles y si bien no escapa a su tratamiento sensiblero en los minutos finales, el director crea a través de imágenes seductoras un universo de peligros, entre luces y sombras, para que un niño atraviese su camino a la madurez. Con un elenco de lujo encabezado por Lewis MacDougall, en el rol de Connor, de 12 años, quien debe ocuparse de llevar las riendas de la casa porque su su madre -Felicity Jones- está enferma de cáncer, se enciende una trama en la que se construye una "ficción dentro de otra" para comprender y atravesar una realidad dolorosa. Con la ayuda de una presencia monstruosa -amenazante al comienzo y amigable al final- Connor enfrenta sus pesadillas recurrentes, y además a una abuela calculadora -Sigourney Weaver- que llega al hogar. El film expone buenos climas de misterio al comienzo, con la presencia monstruosa en forma de árbol que irrumpe en la ventana del pequeño protagonista y a secuencias oníricas y otras de animación, que se dan a través de los relatos que el monstruo le acerca a Connor. A la voz que aporta Liam Neeson a la criatura en cuestión, se suma la fugaz presencia de Geraldine Chaplin y Toby Kebell como el padre. Las tomas cenitales muestran cuán pequeños seguimos siendo ante situaciones incomprensibles en las que la muerte dice presente. Una fábula muy bien filmada y altamente emocionante.
La película conecta dos mundos y dispara una sucesión de persecuciones en azoteas, al estilo "parkour". Con un elenco local español y Michael Fassbender como cabeza del proyecto, el relato logra sólo algunos momentos disfrutables. "Trabajar en la sombra para servir a la luz" es una de las frases que sintetiza esta adaptación del exitoso videojuego lanzado en 2007, que tiene secuelas, y expone un eterno combate entre Asesinos y Templarios. El mismo equipo de Macbeth, con el director Justin Kurzel a la cabeza y con los protagonistas Michael Fassbender -Magneto en la saga X-Men- y Marion Cotillard -vista la semana anterior en Aliados- regresa para instalar un universo de luchas ancestrales y travesías en el tiempo. Cal Lynch -Fassbender- es un convicto que se enfrenta a la pena de muerte pero encuentra su segunda oportunidad en un experimento desarrollado por las Industrias Abstergo, liderada por Sofia -Cotillard- y su frio padre -Jeremy Irons-, una máquina con tecnología revolucionaria que permite rastrear ADN cuando descubren que Cal es descendiente de Aguilar de Nerha, el miembro de una sociedad secreta conocida como los Asesinos en la España de la Inquisición. Dos mundos y dos bandos opuestos se conectan y la acción no tarda en aparecer, mientras Cal está colgado del dispositivo que le permite recordar y vivir la vida de su antepasado. Con este esquema, por momentos confuso, y proclive a ser disfrutado en mayor medida por los amantes del videogame, la película es una sucesión de persecuciones y enfrentamientos en azoteas, al estilo "parkour" con saltos de un techo a otro. Con un elenco local español y un ejército, el relato tiene sólo algunos momentos disfrutables como el antes mencionado, pero hasta resulta aburrido en la mayor parte de su desarrollo. A la buena labor de Fassbender, un actor siempre iluminado, se suman también intérpretes de prestigio como Brendan Gleeson y Charlotte Rampling en roles menores que pasan casi desapercibidos. La lucha de un hombre, quien arrastra además la muerte de su madre, es uno de los motores del film que impone su paleta de colores oscuros para la época medieval y un toque moderno cuando muestra esta suerte de cárcel donde se somete al protagonista al peligroso experimento. Entre música estridente, el pasado virtual tiene escenas de acción logradas pero que no superan la media que se aprecia en este tipo de producciones. El resto alterna pasado y presente como en un caótico pasaje de niveles.
Una heroína adolescente vive en una isla de la Polinesia junto a su tribu y enfrenta varios desafíos en este relato de animación que une herencia generacional, toques mágicos y apariciones ancestrales. La isla Motunui, ubicada al sur del Pacífico, es el nuevo escenario elegido para este relato de animación que une herencia generacional, toques mágicos, presencias ancestrales y fantasmagóricas y, la materialización del océano como un amigo siempre presente. En Moana: Un mar de aventuras, la nueva heroína adolescente de Disney se lanza a un viaje lleno de peligros para encontrar al fornido semidios Maui, y juntos, tendrán que devolver una piedra mágica, perteneciente a la diosa que antes daba vida a todas las islas, y que ahora sufre una maldición que despertó la furia volcánica del demonio Te Ka. Junto a un pollo desorientado, cocos convertidos en feroces piratas, arrecifes de coral, aguas turbulentas y un tono musical que atraviesa toda la película, Moana se convertirá en la nueva líder una comunidad comandada por hombres, pero antes deberá desobedecer algunas reglas de su tribu. No es casual el tono similar que presenta con La sirenita, ya que se trata de los mismos directores, John Musker y Ron Clements, que impulsan a la protagonista a sortear varios desafíos y a cruzar los límites de lo aceptado o prohibido. En ese sentido, la trama adquiere un interés extra: el miedo a lo desconocido y a quebrar el orden establecido. Ya desde el comienzo con una encantadora Moana niña frente a los misterios del mar, la presencia de una abuela que representa la sabiduría eterna o un padre que advierte sobre los peligros que se avecinan, el relato entrega una historia disfrutable también para el público adulto, entre canciones y escenarios de ensueño. Entre el prodigio técnico de la animación -con la sorprendente cabellera de Moana- y los tatuajes que cobran vida en el pecho de Maui, el film brilla por su colorido y encanto. Antes de la proyección se exhibe el corto Cabeza o corazón que muestra de manera ingeniosa el funcionamiento del cuerpo a partir de la vida de un triste oficinista que ve pasar sus días de manera rutinaria. El film, creado por un pequeño equipo de Walt Disney Animation Studios, combina la animación por computadora con la técnica del dibujo a mano.
La producción coreana arremete con el tema zombie de manera vertiginosa cuando una travesía en tren se convierte en una verdadera pesadilla para un padre, su hija y un grupo de pasajeros. Otra película con zombies. Ahora viene de Corea y bajo la batuta de Yeon Sang-Ho, realizador de Seoul Station, un film de animación que funciona como precuela de Invasión Zombie. Un placentero viaje en el tren KTX que va de Seúl a Busan traslada al padre Sok-woo y su hija Soo-ahn para ver a su madre, aunque el primero no tiene ganas de reencontrarse con su ex mujer y la niña termina convenciéndolo. Y allí se embarcan sin imaginar que entre los pasajeros se extenderá una verdadera epidemia zombie. Con la claustrofobia en primer plano, la película entretiene de manera vertiginosa y lo hace en esta historia impulsada por niños, adultos y ancianos que luchan por su supervivencia, se unen -en muchos casos- y también son presas del contagio que se instala. Invasión Zombie no inventa nada pero entrega dos horas de puro impacto con una producción más que generosa que atraviesa suspenso, tensión, cine catástrofe y un clima gore en muchas de sus escenas. Un plato ideal para los fanáticos del subgénero que alguna vez disfrutaron con el clásico La noche de los muertos vivientes, de George A. Romero, incluso con Guerra Mundial Z y, más recientemente con Howl, film no estrenado en Argentina, donde un grupo de pasajeros a bordo de un tren detenido en el medio del bosque luchaba con hombres lobo. Lo interesante es que la amenaza exterior aumenta mientras el desconcierto y los infectados crecen en algunos de los vagones, lo que obliga a los pasajeros a desplazarse constantemente sin ser advertidos. Ahí la construcción de los climas es muy acertada, al igual que las escenas finales con mayor despliegue y tomas aéreas. En la trama, los tópicos del compañerismo, el heroísmo y la lucha de poderes también se verán alterados en esta travesía sangrienta que dispara a una sociedad con olor a muerto.