La nueva película de la saga, comandada nuevamente por Bryan Singer, comienza en el Antiguo Egipto y se traslada a los años ochenta, haciendo gala de un gran despliegue visual. Sin sorpresas, el enfrentamiento por crear un nuevo orden permite el lucimiento de los mutantes. X-Men: Apocalipsis, comandada nuevamente por el director Bryan Singer luego del éxito de X-Men: Días del Futuro Pasado, presenta a los populares mutantes divididos ante el surgimiento de Apocalipsis -Oscar Isaac-, el más poderoso y antiguo del mundo desde los tiempos del imperio egipcio. El renace para crear un "nuevo orden mundial" para el que recluta a su propio equipo, encabezado por Magneto -Michael Fassbender-. Ambientada -tal es la costumbre de este tipo de realizaciones- en diversos escenarios internacionales, la acción transcurre en una trama alimentada por Magneto, quien arrastra su propia pérdida familiar, Cýclope -Tye Sheridan-, un joven mutante que debe aprender a controlar sus poderes y una apática Mystique -Jennifer Lawrence-, entre una galería de criaturas capaces de hacer "casi todo". La película hace gala de su gran despliegue visual y la acción transcurre en los años ochenta, época que está enmarcada por reconocibles referencias: una remera de El hombre nuclear, el video-juego Pac-Man, la serie El auto fantástico que se ve de fondo en un televisor y la salida de un cine donde proyectan El regreso del Jedi. Uno de lo personajes asegura "Las terceras partes no son buenas" mientras el mundo amenaza con caerse a pedazos con el esperado enfrentamiento entre el profesor Charles Xavier -James Mc Avoy- y el mismo Apocalipsis, cada uno con sus aliados de turno. Todo sucede entre escenas en las que se enciende el poder de la mente, la bestialidad de los superpoderes y la creación de mundos oníricos. Por su parte, la fugaz aparición de Wolverine -Hugh Jackman- pierde sorpresa porque se sabía de antemano su participación en esta nueva entrega, al igual que el cansador cameo de Stan Lee. Toda la imaginación visual de Singer se pone en marcha a lo largo de una historia que no pretende profundizar demasiado en los conflictos de cada uno de los personajes, sino colocarlos en el ojo de la tormenta. Se destaca la secuencia del ataque a la Mansión X, que nuclea a estas extrañas criaturas, con un envidiable uso del "ralenti" y situaciones que atrapan a nivel visual. Esta sexta entrega de la franquicia -sin contar Wolverine y la exitosa Deadpool- mantiene el nivel de la propuesta anterior, aunque no ofrece demasiadas sorpresas para los fanáticos del universo Marvel.
La directora Daniela Goggi aborda la seducción y la posibilidad de "amar" a dos personas al mismo tiempo en este relato que protagonizan Benjamín Vicuña y Eugenia Suárez. El film alcanza buenos momentos y escenas apasionadas. El encuentro casual entre un hombre y una mujer en un aeropuerto dispara la historia de El hilo Rojo, la nueva película de la directora Daniela Goggi -después del suceso de Abzurdah- que tensa la cuerda de una atracción que trae complicaciones a los personajes. La trama coloca en el centro de la acción a Manuel -Benjamìn Vicuña-, un enólogo que viaja constantemente debido a sus obligaciones, y Abril -Eugenia Suárez-, una joven asistente de vuelo. Ellos cruzan sus caminos de manera inesperada y encienden una seducción que se transporta en el tiempo. Con estos elementos y sosteniendo el relato a partir de una vieja leyenda china que asegura que "un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romperse", la realizadora aprovecha los tópicos de la comedia romántica para abordar tenas como la posibilidad de "amar" a dos personas al mismo tiempo, porque cada uno de ellos tiene sus familias armadas siete años después de su primer "flechazo". De este modo, entran en acción Laura -Guillermina Valdéz-, una fotógrafa casada felizmente con Manuel, que se muda con su pequeña hija a Buenos Aires, y Bruno -el español Hugo Silva, visto en Las Brujas y recientemente en Mi gran noche-, una figura del rock, esposo de Abril. El juego dispone sus cartas y el epicentro tiene lugar en una encantadora Cartagena de Indias, Colombia, donde el encuentro entre los protagonistas será explosivo. El hilo rojo es una película que tiene muy claro al público al que apunta y encuentra momentos de lograda tensión romántica y escenas apasionadas, utilizando el marco escenográfico natural -de soleado a lluvioso- para potenciar la tormenta interior que afronta la dupla de enamorados. Más allá del comentado y promocionado romance que nació entre Vicuña y la "China" Suárez durante el rodaje, el film se asegura una muy buena cantidad de espectadores por la expectativa que genera en el público adolescente. Con una buena factura técnica, convincentes trabajos de Vicuña y Suárez, respaldados por un solvente Hugo Silva, la película logra acelerar los corazones y la escena final resume visualmente la idea central de la propuesta, abriendo a la vez otras posibilidades.
El suspenso y los toques sobrenaturales impulsan una historia en la que el protagonista puede revivir el recuerdo con su esposa fallecida en un accidente. El clima inquietante queda relegado por las explicaciones que dan los personajes. Una historia que mezcla suspenso y toques sobrenaturales es la que impulsa el director Víctor Postiglione en esta coproducción argentino-colombiana que intenta jugar más con los climas que con los efectos. Tiempo Muerto parte de una idea interesante: la posibilidad de revivir los recuerdos y reencontrarse con los seres queridos fallecidos, un tópico utilizado generalmente por las realizaciones de terror. Franco -Guillermo Pfening- sufre la pérdida de su mujer Julia -María Nela Sinisterra-, una periodista, en un accidente de auto. La presencia de un extraño, Luis Ayala -Luis Luque- en el cementerio le abre la posibilidad de acceder a una leyenda urbana, llamada Tiempo Muerto, por medio de la cual es posible revivir los recuerdos con personas fallecidas. Entre el estudio de fenómenos científicos cuánticos, las dudas que aquejan a Franco, imágenes difusas que distorsionan la realidad y la aparición de los recuerdos como una posibilidad de existencia paralela, la película va enhebrando una trama que acumula personajes misteriosos, una suerte de secta que realiza estas actividades, y encamina al protagonista a una situación tan peligrosa como confusa. Tiempo Muerto alcanza los momentos de mayor interés sobre el final pero su desarrollo presenta demasiadas explicaciones en lugar de plasmarlas en imágenes, lo que resta interés al film. Un elenco conformado por artistas locales y colombianos se suman a este thriller que plantea lo infinito como una anhelada probabilidad.
La tercera aventura del superhéroe con escudo ofrece acción, humor y cruce de personajes ya consagrados por el público, además de presentar al nuevo "Hombre araña". Un buen entretenimiento también teñido por los excesos visuales. El universo Marvel dice nuevamente presente con el escudo mortífero de Capìtán América: Civil War, el tercer eslabón de aventuras nuevamente comandado por los realizadores Anthony y Joe Russo, los mismos de la entrega anterior, Capitán América y el soldado del invierno. En la primera de la saga, Capitán América: El Primer Vengador la acción estaba ambientada en la década del cuarenta, en plena Segunda Guerra Mundial y con la figura de Hitler como fondo; y en la segunda - la mejor de todas- aparecía una moderna Washington D.C. Ahora la acción, como buena película de espionaje, tiene lugar en varios escenarios internacionales y narra una historia de enfrentamientos y alianzas en este vertiginoso producto que si bien está teñido por los excesos visuales ofrece un universo donde los superpoderes están servidos en bandeja. El grupo de Los Vengadores está dividido por la decisión de instalar un sistema de control sobre su accionar luego de un incidente que dejó daños colaterales. La alianza se presenta entonces en dos grupos: uno que no apoya esta decisión, liderado por Steve Rogers/Capitán América -Chris Evans- y otro que rinde cuentas al gobierno, con Tony Stark/Iron Man -Robert Downey Jr.- a la cabeza. Bajo el lema "Si no puedes con tu enemigo, divídelo", el relato está impulsado por un villano no tan feroz -Daniel Bruhl-, dramas familiares y toda la galería de personajes de Marvel que se enfrentan en una impactante secuencia desarrollada en un aeropuerto. Los aliados combatiendo entre sí ya tiene un plus interesante para explotar en esta nueva entrega, con la presentación del nuevo adolescente inquieto Peter Parker/El hombre araña -rol a cargo de Tom Holland, el ex niño de Lo imposible-. En tanto, los momentos de humor están bien dosificados y, en ese sentido, Tony Stark lo lleva como anillo al dedo, además de la acertada intervención del no tan diminuto Ant-Man -Paul Rudd-. Con una incesante acción que se pasea por los años 90 y pasa a la actualidad, la trama queda relegada ante tantos efectos visuales, mientras el superhéroe del título arrastra sus propias pérdidas familiares. Todo aflora en medio de este policromático enfrentamiento en el que se pone en juego la unidad de lucha contra las injusticias del mundo.
Aunque utiliza los mismos gags que su antecesora, esta secuela mantiene la gracia, y ofrece una mirada pintoresca sobre las nuevas desventuras amorosas de la familia griega que busca su felicidad en tierras norteamericanas. Después de catorce años del éxito de Mi gran casamiento griego -2002- llega la secuela, Mi gran boda griega 2, una comedia romántica que se sostiene gracias al ecléctico elenco y por una historia que pone el acento en el choque de culturas, pero enfocado ahora en las tres generaciones de la familia Portokalos, que lucha por mantener su felicidad en tierras norteamericanas. Nuevamente con el guión y el protagónico de Nia Vardalos, la película regresa con el mismo equipo y con una frase que dispara el relato: "Ya es hora que te cases, te estás poniendo vieja". A Gus -Michael Constantine-, el patriarca de la familia y Toula -Nia Vardalos- casada con Ian -John Corbett-, se suma Paris -Elena Kampuris-, la hija de 17 años que busca nuevos horizontes y una bulliciosa camada integrada por tios, primos, hermanos y abuelos. Ellos inundan la pantalla con sus graciosas apariciones mientras el patriarca está preocupado por averiguar si es realmente el descendiente de Alejandro Magno. En tanto, se abre otra puerta que tiene que ver con el "verdadero" matrimonio entre Gus y María -Lainie Kazan-, y una celebración que pondrá en juego la unidad familiar y algunos secretos que irá develando la trama. Aunque la película reitera gags del film original, también mantiene su espiritu intacto a través del encanto y la ingenuidad de algunas situaciones, con momentos lacrimógenos que no la alejan de los tópicos del género. En ese sentido, el matrimonio formado por Toula e Ian atraviesan una crisis de pareja y necesitan recuperar el deseo perdido, pero los mejores momentos reposan en la verborrágica tía Voula -Andrea Martin- que cuenta sus intimidades y en la abuela Yaya que enciende el motor del clan. Entre amores adolescentes, sesiones de fisioterapia, la lucha contra las nuevas tecnologías y vecinas chismosas, la comedia aprovecha para instalar el tema de la apertura sexual mientras prepara tortas y confites para la nueva fiesta que se avecina. ¿Será la última?....
Como un batido de varios títulos del género, "Ellos vienen por tí" plantea las dudas y miedos que enfrenta un psicólogo -Adrien Brody- cuando descubre un misterioso secreto que involucra a sus pacientes. Otra película con fantasmas. Una historia que combina suspenso y terror paranormal es llevada a la pantalla grande por el director australiano Michael Petroni, antes reconocido guionista de El rito y Ladrona de libros. Como un batido de varios títulos del género, Ellos vienen por tí plantea las dudas y miedos que enfrenta el psicólogo Peter Bower -Adrien Brody- cuando descubre un misterioso secreto que involucra a sus pacientes y que lo lleva al pasado para ir reconstruyendo un presente incierto y plagado de preguntas sin respuestas. Aunque la sinopsis adelanta más de lo que debe y quita misterio a la trama, la segunda parte del film apuesta al misterio y los miedos de la infancia que arrastrarán al protagonista a su pueblo natal, False Creek. La película se apoya constantemente en un juego sobre los límites difusos entre realidad e imaginación, en una trama que va acumulando presencias engañosas y algunos sobresaltos, pero todo con la sensación de que ha sido visto en otras realizaciones. Aún así, el film mantiene su clima inquietante y arrastra las confusiones del personaje central al público, colocando al relato en la línea de Sexto Sentido y Los otros. Ellos vienen por tí es como dos películas en una, el primer tramo que se va adivinando con el correr de los minutos y, el segundo, que ofrece un giro atrapante. Una niña de apariencia fantasmal y una policía que sospecha e investiga ponen en marcha un tren que trae sus propios reflejos de muerte.
La ópera prima de Ilya Naishuller imprime acción y vértigo en un relato narrado íntegramente en primera persona. El recurso atrapa pero también resulta cansador. Luego de su paso por el Festival de Toronto, donde fue muy bien acogida, Hardcore: Misión Extrema, deja claro que se trata de una película de género como cualquier otra, a excepción de que ha sido filmada en primera persona. El espectador se colocará todo el tiempo en el punto de vista de Henry, una especie de cyborg, que recuerda a Robocop, reconstruído luego de su muerte en un laboratorio, y que se lanza tras los pasos de su esposa secuestrada -Haley Bennett-. Ambientada en una ciudad que el mismo personaje central desconoce, Moscú, y a merced de obstáculos y peligros varios que se acumulan a lo largo de la trama, el director Ilya Naishuller -conocido por los videoclips de la banda Biting Elbows- plasma un vertiginoso videogame llevado a la pantalla grande con la intención de colocar al espectador en el ojo de la tormenta. Con el recurso de las tomas subjetivas, muy utilizado en el género de terror de los últimos años, Hardcore: Misión Extrema tampoco pretende ser otra cosa, simplemente un relato plagado de tiroteos, caídas desde edificios y persecuciones en una carretera, además de aliados -un misterioso inglés encarnado por Sharlto Copley- y enemigos que se irán sumando en una travesía peligrosa. El film no incluye nombres reconocidos en su elenco, a excepción de Tim Roth en el rol del padre de Henry. Aunque como producto novedoso atrapa en los primeros minutos, también resulta agotador seguir los pasos de Henry, el héroe perseguido sin descanso, que deja un reguero sangriento a cada paso que da. Las únicas pausas visuales descansan en un trío de adolescentes que aparece al comienzo. El resto, es pura adrenalina para los fanáticos de los videojuegos.
El director Rodrigo Grande logra una película redonda que crea tensión, intriga y violencia. Leonardo Sbaraglia se pone el suspenso al hombro y Pablo Echarri convence con su villano cínico. El cine de género en la Argentina tiene afortunadamente cada vez más exponentes y Al final del túnel, del director Rodrigo Grande -el mismo de Rosarigasinos y Cuestión de principios-, cumple sobradamente con las expectativas. Una historia de suspenso, con mucha tensión e intriga, es jugada hasta las últimas consecuencias en una trama en la que se irán hilvanando correctamente diferentes situaciones y detalles. Un relato construído en base a logrados climas que utiliza una vieja y lúgubre casona como un personaje más. Joaquín -Leonardo Sbaraglia- es un joven que ha sufrido un accidente y queda postrado en una silla de ruedas. Además de la compañía de su viejo y amado perro, nadie parece quebrar la soledad de su hogar. Hasta que Berta -la bella y convincente actriz española Clara Lago-, una bailarina de striptease, y su pequeña hija Betty, llegan para alquilar una habitación. Una convivencia con choques de costumbres que se alterará cuando Joaquín descubra que un grupo de ladrones, liderado por Galereto -Pablo Echarri- está construyendo un túnel que pasa bajo su casa para robar un banco cercano. Con un obsesionado juego por espiar y descubrir los planes de los villanos en cuestión, se pone en marcha un film que no disimula su inspiración y estilo narrativo que se nutre del espíritu de títulos de Alfred Hitchcock y Brian De Palma. Rodrigo Grande excava al milímetro un guión que le da muchas posibilidades y cada detalle -a excepción de uno que quizás el espectador se repregunte al finalizar la proyección y aquí no adelantaremos- va conduciendo hacia un espiral de violencia que coloca al público al borde de la butaca a lo largo de dos horas. Con giros inesperados, un túnel que somete al protagonista a una prueba física máxima, una niña que se esconde donde no debe y bailes sensuales en la terraza, Al final del túnel también trae a Federico Luppi al juego de las ambiciones desmedidas y a una banda que tiene peso propio. Sbaraglia se pone la película al hombro con un trabajo impecable que es registrado en primerísimos primeros planos y Echarri entrega un villano de doble cara, cínico y peligroso. Mientras tanto, la tormenta en el exterior potencia la explosión de cada uno de los personajes y el director le hace honor a su apellido.
Este impactante thriller se despega de "Cloverfied", con una historia que acumula tensión y giros inesperados. Una joven sufre una accidente en la ruta y despierta secuestrada en un búnker. Excelente John Goodman. Anunciada como la precuela de Cloverfield -2008-, el productor J.J. Abrams delegó la dirección al debutante en el largometraje, Dan Trachtenberg, a quien habrá que tener muy en cuenta en sus siguientes trabajos. Un ambiente cerrado y pocos personajes alcanzan para crear la enloquecida atmósfera que propone este thriller que combina suspenso y ciencia-ficción, y logra poner los pelos de punta desde el comienzo. La joven Michelle -Mary Elizabeth Winstead- decide abandonar a su pareja y escapa del hogar a bordo de su automóvil y con destino incierto. Después de sufrir un accidente en la ruta, despierta encadenada en un búnker subterráneo y secuestrada por Howard -John Goodman- un extraño que asegura haberla salvado del día del "juicio final". Con algunas situaciones que recuerdan a la reciente La habitación, el film funciona de manera independiente: su estilo y narración se despegan de Cloverfied, a través de una historia que acumula tensión cuando la desesperación de Michelle crece con el correr de las horas. Un tercer personaje, Emmet -John Gallagher Jr.-, también cautivo, se unirá a la protagonista para poder trazar un plan y escapar del siniestro lugar. El guión firmado por Josh Campbell, Matthew Stuecken y Damien Chazelle tiene giros interesantes -lo peor no es el encierro- y un desenlace inesperado. La convivencia "obligada" de los tres personajes en un espacio reducido, donde Howard impone sus propias reglas, un misterio que asoma lentamente y hace temblar a los protagonistas, y un enemigo exterior que les imposibilita salir, conforman una pesadilla ingeniosa que suma climas de locura y claustrofobia. John Goodman equipara kilos y talento con su acertada composición llena de matices en un sujeto peligroso que también muestra su faceta más amable y melómana, mientras que Mary Elizabeth Winstead soporta los primeros planos con comodidad para contagiar la desesperación al espectador.
La fábula con animales parlantes vuelve de la mano del director Jon Favreau "Iron Man", quien imprime vértigo y realismo de los personajes en una aventura vertiginosa ideal para compartir en familia. El clásico infantil de Joseph Rudyard Kipling tuvo sus adaptaciones a la pantalla con mayor y menor suerte, desde el film protagonizado por Zabú en 1942, pasando por la gran película de dibujos animados de 1967 y hasta una versión realizada en 1994 por el especialista en aventuras Stephen Sommers, el mismo de la saga La momia. Ahora es el realizador Jon Favreau -de gran destaque en Iron Man- quien reinstala la fábula con animales parlantes y lo último en materia de cine digital para dejar una moraleja destinada al público familiar, pero sin olvidarse de los adultos y con varias monstruosidades que asoman en la pantalla. El libro de la selva acierta en el ritmo impreso y en el tono elegido para contar esta historia en la que la unión hace la fuerza y transforma al pequeño protagonista, Mowgli -Neel Sethi-, en un adulto con cuerpo de chico que afronta muchos obstáculos para sobrevivir en la jungla cuando se ve obligado a abandonar el único hogar que ha conocido en toda su vida. Luego de perder a su padre, el "cachorro humano" es criado por una manada de lobos que sigue sus propias reglas y están en una amnistía de paz con las otras especies hasta que el temible tigre Shere Khan aparece en escena, sembrando el miedo en todos los animales. Los simpáticos personajes -algunos reales y otros generados por CGI- adquieren realismo en la pantalla, destacándose el simpático oso con miedo a las alturas y la pantera negra que se convertirá en escolta inseparable de Mowgli a lo largo de su travesía. Con elaborados fondos en los que sobresale El Templo de los Monos y la oscuridad de la jungla con árboles retorcidos y habitada por una amenazante serpiente -con voz en la versión original de Scarlett Johansson-, la película consigue sobresaltos y revitaliza los tópicos de Disney como la pérdida paterna, la familia ensamblada y el temor a lo desconocido. Todo funciona porque El libro de la selva es un gran espectáculo visual en el que los personajes tienen vida y traspasan la pantalla. El estreno viene acompañado de un juguete de la última tecnología -Consultar las salas de cine que la incorporaron-, las butacas D-Box, que están en sincro con lo que sucede en la pantalla: movimientos que acompañan los travellings o vibranciones que sacuden al espectador en los momentos de mayor tensión.