Mente siniestra Una pelìcula nacional de terror es un acontecimiento si viene de la mano de Daniel De La Vega, un especialista en el género (desde el aplaudido corto La última cena pasando por La muerte conoce tu nombre y Jennifer`s Shadow, realizadas para el exterior) que ahora explora el tema de la locura, la doble personalidad y hasta la triple identidad en un producto inusual para el mercado. Dante (Luis Machín) es un sastre sacudido por la muerte de su hermano gemelo. Ese es el punto de partida que el realizador utiliza para jugar con los personajes de manera desmesurada (la esposa, el psiquiatra, el policìa) y sumergir al protagonista en un descenso a los infiernos, donde se dan la mano la locura, las apariencias engañosas y un clima enrarecido que avecina el peligro. Necrofobia aprovecha el 3D para explotar la profundidad de campo en ambientes tenebrosos (el cementerio, la cripta o el lugar de trabajo plagado de maniquíes tapados) y con tópicos que parecen salidos de una película de Argento o Fulci, además de la inclusión de tijeras, sombrero y amputaciones. El film tiene sus méritos pero confunde con su estructura circular (todo parece ocurrir una y otra vez) y una trama que quiere parecer más complicada de lo que en verdad es, con presencias fantasmagóricas que habitan los rincones de la mente. Quizás no resulte el mejor trabajo del creador de Hermanos de sangre, pero sus mayores aciertos pasan por las atmósferas, los rubros técnicos bien resueltos y la presencia de Luis Machín, sobre quien descansa todo el andamiaje.
El cine catástrofe vuelve a golpear con las fuerzas desatadas de la naturaleza en esta producción que no cuenta con grandes nombres (como ocurría en los años 70 con películas como Infierno en la Torre o Terremoto) y pone el acento en grandes tornados que se desplazan y multiplican amenazando a la ciudad de Silverton. Antes de arremeter con secuencias de destrozos y de gran despliegue, el director Steve Quale (Destino final 5) recurre a la estética del falso documental con cámaras que van registrando el accionar por parte de un grupo de profesionales que se mueve en un acorazado preparado para estos fénomenos (un aventurero y una madre alejada de su hija); dos desprevenidos que parecen salidos de una película de JackAss; y un padre viudo, vicerector del colegio de la comunidad, que tiene a su cargo a dos hijos adolescentes. La trama hará que los caminos de estos tres grupos de unan para enfrentar a las fuerzas de la naturaleza. Algunos momentos forzados (los chicos atrapados dejando un mensaje de despedida a sus padres) hacen que la tensión se disipe y el espectador espere una una aparición del tornado, el verdadero protagonista de la película. Las secuencias del los alumnos escondiéndose en el colegio, el chofer al que sólo le importa filmar el tornado lo más cerca posible o la impactante secuencia final con todos atrapados en un acueducto y en el “ojo de la tormenta”, suman nervios, espectacularidad y tensión. Nada nuevo, pero con la garra suficiente como para envolver al público durante casi una hora y media. En el elenco aparecen el padre encarnado por Richard Armitage (Thorin en la saga El Hobbit) y Sarah Wayne Callies (de la serie The Walking Dead).
Adolescentes sin salida Basada en el primer libro de una exitosa saga escrita por James Dashner, la historia muestra a adolescentes y niños que luchan por sobrevivir en una aldea que han construído y que los mantiene presos en un mundo que también les deparará sorpresas. Maze Runner: Correr o Morir comienza con Thomas (Dylan O`Brien, de Aprendices fuera de línea), un joven enviado a una comunidad de varones en la que despierta sin recordar su nombre. Ninguno de ellos sabe de dónde viene ni tiene noción del mundo exterior. Para escapar de esa comunidad que han organziado con esmero, también deben atravesar los paredones de un laberinto gigante que puede tener la respuesta a sus grandes interrogantes. La historia tiene su costado atractivo y espectacular, sin dejar de lado el tema de una juventud librada al azar y desconcertada ante una sociedad que muestra cambios constantes. El director Wes Ball focaliza además en los focos de poder que se generan dentro de la misma comunidad y lo mal que tratan a Thomas cuando descubren que puede ser el causante de todas sus desgracias. El espectador se encontrará con un film de aventuras que tiene sus mejores momentos cuando se traspasan los accesos de un laberinto que va cambiando de forma todas las noches y esconde a los Penitentes, criaturas mortíferas que se deslizan por los pasadizos llenos de musgo y lianas colgantes, y que persiguen a los valientes sin descanso. Las pesadillas sobre una misteriosa organización llamada CRUEL; la llegada de Teresa (Kaya Scodelario), la misteriosa muchacha que rápidamente conecta con Thomas (aunque a diferencia del libro no lo hace telepáticamente); jóvenes "transformados" por las picaduras de los Penitentes y un rebelde como Gally (Will Poulter, de Quíenes son los Miller?), conforman el unviverso de este bienvenido producto pensado para adolescentes que combina aventura, acción, ciencia-ficción y terror en dosis justas como para mantener en vilo al espectador durante casi dos horas. Allí están Thomas, Newt, Chuck o Alby, los chicos que se animan al cambio, y también los que esperan respuestas que nunca llegan luego de tres años. El film tiene todo como para convertirse en una saga cinematográfica repleta de más obstáculos y desafíos como los que imponen los límites del Laberinto.
Las chicas sólo quieren divertirse Una terraza en pleno verano en la ciudad de Buenos Aires es el escenario elegido por el director Gustavo Taretto para desarrollar su segundo largometraje luego de la aplaudida "Medianeras". En Las insoladas, seis amigas de personalidades contrastantes (Luisana Lopilato, Violeta Urtizberea. Marina Belati, Elisa Carricajo, Carla Peterson y Maricel Alvarez) van sumándose a esta actividad femenina por excelencia: broncearse. Y, como si fuera poco, lucir espléndidas para el concurso de salsa que otorga un premio de cinco mil dólares. Ellas también hablan de hombres y sueñan con un viaje a Cuba. Acá las chicas quieren divertirse, rotan de posición como lagartos al sol y esconden recelos y anhelos. Ambientada a mediados de los años 90, en tiempos donde los cassettes se rebobinaban con una lapicera, las protagonistas siguen con su eterno ritual que sirve como excusa para pintar sus días con diferentes tonalidades. Y lo hacen a través de gags que parecen escritos especialmente para ser dichos por cada unas de las actrices. El film (que intenta una pintura de época con una clase media lejana a la felicidad) está dividido por la hora y la temperatura de una extensa jornada de un sábado 30 de diciembre. Bronceadores, bikinis, confesiones íntimas (la escena de Urtizberea relatando su experiencia cercana al mundo de las peliculas porno) y charlas sobre los beneficios de las terapias alternativas ponen sobre la lona mitos, frivolidades y verdades del universo femenino.
El crimen en más blanco & negro & color Luego del rotundo fracaso que tuvo en los Estados Unidos, llega la segunda parte del film de Robert Rodriguez y Frank Miller que sumerge al espectador en la "ciudad del pecado" bajo la misma estética que combina el blanco & negro con los estallidos de color. Sin City: Una mujer para matar o morir es otra incursión de Rodríguez en el mundo del delito, construído con el espíritu de las viñetas del comic de Miller que tan bien ambos plasman en imágenes. En ese sentido, la película presenta varias historias: Dwight McCarthy (Josh Brolin en reemplazo de Clive Owen) es llamado por su antigua amante Ava Lord (Eva Green), quien le pide ayuda para escapar de un marido abusivo, el millonario Damien Lord; un joven (se incluye a Joseph Gordon-Levitt) que se juega su vida en una partida de poker con el senador corrupto (nuevamente encarnado por Powers Boothe), quien a su vez, desea vengar a su hijo....y los relatos continúan. El espectador espera la acción constante en una entrega que no brilla por la originalidad pero que juega con los personajes y los climas ded manera eficaz, entre strippers armadas hasta los dientes, persecuciones automovilísticas, decapitaciones y samurais al estilo Kill Bill. Al excelente reparto integrado por Mickey Rourke (personaje que no duda en apretar el gatillo con su rostro deformado), Jessica Alba, Bruce Willis (que parece seguir en la atmósfera de Sexto Sentido) y Rosario Dawson, se unen Ray Liotta, Stacey Keach y Christopher Lloyd (el científico de Volver al futuro) como el "médico" capaz de extraer balas del cuerpo a cambio de un buen par de zapatos.
Las proezas de un héroe Luego de la fallida película de Renny Harlin, 'La leyenda de Hércules', estrenada en febrero en nuestro país, llega una nueva mirada sobre el héroe mitológico protagonizado ahora por Dwayne Johnson. La nueva aventura del hijo de Zeus lo encuentra atormentado por pesadillas (ya se sabrá el motivo) y con un nombre que se ha desplegado a modo de leyenda tras cumplir con varias hazañas que parecían imposibles. Hércules, acompañado por un equipo de seis luchadores (entre ellos una experta en arco y flecha), llega a Tracia y se convierte en un mercenario contratado para entrenar al ejército liderado por Lord Cotys (John Hurt) en una trama impulsada por la traición y la ambición de poder. Brett Ratner, responsable de Una pareja Explosiva, Dragón Rojo y X-Men: La Batalla final, pone el acento en las escenas de lucha cuerpo a cuerpo, en la organización militar con defensa de escudos que lleva adelante el personaje central y en un desenlace que concentra mayor despliegue. El realizador tampoco deja de lado el tono fantástico cuando el héroe es amenazado por criaturas monstruosas. La acción se mantiene a lo largo de una hora y media, pero nada tiene que envidiar a Conan, que contó con Arnold Schwarzenegger y hasta una misma versión de Hércules, con Lou Ferrigno. El fornido Dwayne Johnson va desde El Rey Escorpión y Viaje 2: La isla misteriosa hasta la saga de Rápidos y furiosos con una única expresión y músculos hiperdesarrollados, en medio de batallas sangrientas.
Una cuestión de sabores Con el sello del director sueco Lasse Hallstrom, llega esta comedia romántica que a partir del arte culinario pone en boca del espectador una historia sobre el exilio, el choque de culturas y el amor. Con la producción de Steven Spielberg y Oprah Winfrey, la película sigue a una familia de la India que llega a una aldea parisina y abre un restaurante: La maison Mumbai. Sin embargo, el caos se desata porque a metros se levanta un resto clásico regentado por Madame Mallory (Helen Mirren). Los recién llegados, el padre (Om Puri) y Hassan Kadam (Manish Dayal) a la cabeza, tendrán que superar varios obstáculos cuando ambas culturas se integran y cambian el curso de los acontecimientos. Un viaje de diez metros tiene el denominador común de los trabajos del creador de Las reglas de la vida y Siempre a su lado: un cuidadoso desarrollo de la historia y personajes que movilizan y emocionan. El choque de usos y costumbres aparece condimentado -en la medida justa- con toques románticos que no empalagan el relato escrito por Steven Knight, sobre la novela de "The Hundred-Foot Journey". Entre fuegos artificiales y cambios de iluminación en la fachada del restaurante, están los platos con sabores desconocidos -las verdaderas estrellas- que encienden los paladares de los comensales. Se destaca, como siempre, una intérprete de lujo como Helen Mirren, bien acompañada por el joven cocinero encarnado por Manish Dayal.
Cuando la sangre brota Un argumento que parece trillado es el elegido por Pablo Fendrik para su tercera película ambientada en la selva y con el mexicano Gael García Bernal como protagonista y productor. El actor de Amores Perros y Diarios de motocicleta es Kai, una suerte de jaguar humano que emerge de la naturaleza y llega a una plantación de tabaco donde viven un padre (Germán Da Silva) y su hija (Alice Braga, la brasileña vista en Depredadores y Elysium). Su precisión y agilidad encienden cuando un grupo de forajidos (entre ellos Claudio Tolcachir, Jorge Sesán, Julián Tello e Iván Steinhardt) irrumpe para apoderarse de las tierras y empieza su masacre. El ardor, un western selvático que funciona casi sin diálogos, va intensificando el clima de inminente peligro que enfrentan tanto Kai (que le brinda un tono entre ecologista y místico a la historia) como la joven secuestrada por los malvados de turno. El realizador Pablo Fendrik (El asaltante y La sangre brota) no narra con demasiada prisa y va concentrando las dosis de violencia en un desenlace que parece salido de una vieja película del oeste. Entre machetazos, armas y una motosierra que coloca a los enemigos en un lugar de amenaza constante, la película encuentra en el marco escenográfico natural el espacio ideal para desarrollar su mezcla de acción y aventuras. La construcción de planos y miradas alteran, junto al sonido de los disparos, la paz del lugar.
Una larga publicidad de Apple La presencia de Cameron Diaz junto a Jason Segel (uno de los actores de comedia más destacados de la televisión) bajo la dirección de Jake Kasdan repitiendo la fórmula de Malas enseñanzas (Bad Teacher), en una comedia que gira en torno al desgaste de la pasión y el sexo en una pareja producido por la convivencia y los hijos, sumado a los problemas de internet propios de nuestro actual mundo tecnológico, prometía entretenimiento y taquilla asegurada. Una pareja que tras diez años de matrimonio y con dos hijos ha perdido la intensa chispa sexual, decide reavivar la llama de la pasión grabando un video porno casero con su nuevo iPad. Pero los nuevos atributos del dispositivo y las tendencias tecnologías actuales aran que por error dicho video acabe en manos de varios de sus familiares, amigos y conocidos. A pesar de estos interesantes disparadores, quien roba protagonismo y pasa a ser el verdadero eje del relato es Apple (intenten contar la cantidad de “casuales” primeros planos y veces que se mencionan sus productos). No solo que los iPad inician, desarrollan y finalizan la historia, sino que cuenta con un gran número de situaciones forzadas únicamente para apreciar las virtudes de ese dispositivo. Considerando que es una comedia, Nuestro video prohibido podría haber explotado más sus disparadores temáticos, como la propagación viral de una grabación porno doméstica, los finos límites de la privacidad y una generación que a los 40 años debe lidiar con una realidad tecnológica en la que niños de 12 años los pasan por arriba. Sin embargo, la película se vuelve predecible, con diálogos insulsos, con pocas situaciones de enredo típicas del género y encima completamente inverosímiles (nadie puede creer que los servidores de una compañía completamente de internet estén todos juntos y a pasitos de donde viven los protagonistas, mucho menos que el dueño de YouPorn este allí por la noche y ante un siniestro se apiade justo de la familia), volviéndose protagonista absoluto Apple y como sus productos signan la vida de los ciudadanos (desde un iPad hasta el Flash Pen Drive). La belleza y oficio para la comedia de Cameron Díaz no alcanzan para una película que tras una apariencia transgresora desaprovecha material y termina siendo más bien conservadora y políticamente correcta, con algún que otro momento divertido y donde la anécdota más destacada fue el desnudo de Cameron que deja ver zonas poco vistas del cuerpo de esta actriz de 42 años (si realmente es ella).
Equipo nuevo y viejo enemigo Sin la dirección de Sylvester Stallone, vuelve el equipo de mercenarios con más estrellas y con una misión que los lleva a descubrir los orígenes de su formación. Sin Bruce Willis, el film reúne una vez más a Jason Statham, Arnold Schwarzenegger, Dolph Lundgren, Randy Couture, Jet Li, a los que se suman Wesley Snipes, Antonio Banderas, Harrison Ford, Mel Gibson, Kelsey Grammer y Kellan Lutz (Crepúsculo), entre otros. El choque entre lo nuevo y lo que queda de la "vieja escuela" impulsa el relato dirigido por Patrick Hughes, rodado en Bulgaria, que enfrenta a Barney (Stallone) con su propio equipo cuando decide formar una unidad con sangre nueva, rapidez y equipos de alta tecnología (¿Qué llevas en tu muñeca, una computadora?) para salir tras los pasos de un peligroso traficante de armas (Gibson) al que se creía muerto. El guión de Creighton Rothenberger y Katrin Benedikt (La caída de la Casa Blanca) juega con la acción espectacular (la secuencia del edificio sobre el desenlace), los diálogos chistosos que no se detienen sólo en bromas sobre la edad, sino en situaciones que afrontan los personajes en la vida real (Wesley Snipes liberado de prisión tras su evasión impositiva) y en un verborrágico Antonio Banderas que posa para la cámara, baila y enloquece a todo el grupo con sus relatos. Aunque sigue siendo efectiva en sus escenas de gran despligue, el film ya muestra algunos síntomas de cansancio y queda un escalón por debajo de sus antecesoras. Una vez más, las estrellas disparan, se suben a un tanque de guerra y corren en medio de una serie de explosiones para mantener vivo el género.