El filme clásico de 1988 tuvo varias secuelas pero desde su inicio siguió una curva descendente que tuvo mas delirio que terror. Esta versión de El muñeco diabólico cambia el punto central pero mantiene el clima de la versión original y lo combina acertadamente con humor negro. En tiempos en que los muñecos de Toy Story 4 y Annabelle 3 viene a casa dominan la cartelera cinematográfica, Chucky no podía ser la excepción. El empleado de una fábrica vietnamita de juguetes con inteligencia artificial es maltratado por su jefe y echado por baja productividad y, para vengarse, deshabilita los protocolos de ¿seguridad? de uno de los muñecos Buddi, que son capaces además de interactuar con sus dueños y controlar los dispositivos electrónicos del hogar. Y Buddi va a parar a Chicago, a manos de Karen -Aubrey Plaza-, la empleada del sector de devoluciones de un supermercado de juguetes, quien se lo lleva como regalo -extorsión mediante a uno de sus compañero de trabajo- a su hijo Andy -Gabriel Bateman-, a quien le cuesta insertarse en el grupo de amigos del barrio y tiene problemas de audición. Con este marco, el plato está servido para que Chucky -así se autodenomina por un desperfecto técnico- desate su simpatía con el niño primero y su furia asesina después contra todos aquellos que perturban la paz de su nuevo dueño. Pero cuando es desechado, su implacable cacería da comienzo. La película dirigida por Lars Klevberg mantiene un tono adolescente con personajes que descubren algo extraordinario en un ámbito ordinario, pero el ritual con posesiones que tenía el original, es reemplazado por el tema de la alta tecnología "al servicio" de los consumidores. El relato acumula suspenso y terror gore con referencias a películas ochentosas -en la tele se ve La masacre de texas II- y a Frankenstein, y retoma ese clima macabramente festivo que tenían realizaciones de antaño como Gremlins. Por la trama desfila un padrastro malvado que tiene una familia paralela, una vecina que recibe un "regalo" muy particular y un policía, hijo de la anterior, que comienza a investigar los misteriosos asesinatos ocurridos en el barrio.
Una película española que plantea un interesante interrogante: ¿qué pasa cuando una madre y una hija que mantienen un relación simbiótica propone una pausa?. Viaje al cuarto de una madre retrata la vida cotidiana de dos mujeres que deben cambiar sus rutinas para sobrevivir. Leonor -Anna Castillo- quiere estudiar turismo y probar suerte en Londres pero no se anima a decírselo a Estrella -Lola Dueñas-, su madre, una costurera que ocupa su tiempo viendo series y durmiendo. El relato propone un viaje interior a las personalidades de dos mujeres cuyo mundo parece derrumbarse. El paso del tiempo queda plasmado en una película que pone el acento en los vínculos familiares y transcurre casi en su totalidad en interiores para potenciar la idea de agobio que pesa sobre los personajes. En ese sentido, el guión y la dirección de Celia Rico Clavellino da las puntadas correctas para retratar de manera íntima los mundos de dos almas que necesitan un cambio. Esa ruptura aparece cuando Estrella recibe la propuesta de realizar vestuario para un concurso de baile, lo que le abre -a priori- su panorama laboral y sentimental, mientras que Leonor planifica la vuelta a su hogar para el cumpleaños. Nunca habían estado separadas y la muerte del marido de Estrella no hizo más que profundizar su peso sobre Leonor, quien está en busca de libertad. De tono monocorde pero no por eso menos interesante, el filme tiene el atractivo de dos grandes actrices y el resto pasa a un segundo plano.
Con múltiples escenarios en donde se desarrolla la acción, Spider.Man: Lejos de casa se sitúa después de Avengers: Endgame y retoma el relato con el personaje arácnido que siente el peso de la muerte de Tony Stark/Ironman y se embarca en una aventura adolescente en Europa. La película, que comienza con el segmento "in memoriam" para los personajes fallecidos en el filme anterior, instala a Parker -Tom Holland- en un viaje turístico junto a sus compañeros, pero la diversión se acaba cuando Nick Fury -Samuel L. Jackson- le ofrece una nueva misión: eliminar a Fuego, una de las criaturas de "Los Elementales" que está destruyendo el viejo continente. Alejado de los rascacielos neoyorquinos, el superhéroe deberá enfrentar a un nuevo enemigo, y se suma en este eslabón, "Misterio", encarnado por un deslucido Jake Gyllenhaal. Hay vértigo adolescente, impactantes secuencias de acción desarrolladas en Venecia y en el Puente de Londres; un romance postergado entre Parker y su compañera MJ -Zendaya, de El gran showman- y una galería de compañeros de colegio de varias nacionalidades para remarcar su tono inclusivo. En medio del uso de la tecnología desarrollada por Tony Stark/Ironman, la película aborda el tema de la herencia como herramienta para las nuevas generaciones y también se adivina muy pronto quién será el villano de turno. "Necesito un descanso" asegura Peter en esta segunda película en solitario después de Spider-Man: Homecoming -2017-, basada en los cómics de Marvel creados por Steve Ditko y Stan Lee, y dirigida por Jon Watts. La propuesta aprovecha el marco musical para potenciar la historia orientada al público más joven y concentra los tópicos del primer amor, la fascinación de MJ por el personaje primero y la persona después y el respeto por la tradición de los antecesores. Y se guarda lo más sorpresivo para el minuto final post créditos. El guión de Chris McKenna y Erik Sommers transita con comodidad por una serie de gags que muestran la ingenuidad del personaje central -con disfraz nuevo- y entrega un villano lavado que no tiene demasiados matices ni imprime la cuota de maldad necesaria. El relato se salva por el ritmo y Tom Holland sostiene todo el andamiaje en tierras desconocidas para él y su grupo de amigos que corren peligro. Por su parte, Marisa Tomeireaparece como la tía enamoradiza.
La película escrita y dirigida porGaspar Scheuer -El desierto negro y Samurai- coloca su mirada sobre la vida de un niño con sueños que crece en un ambiente hostil. Delfín -Valentino Catania- tiene once años, vive con su padre -Cristian Salguero- en un pueblo de la provincia de Buenos Aires, reparte pan a los vecinos y desea participar en el concurso de una Orquesta infantil en la ciudad de Junín. Sin recursos, Delfín improvisa su instrumento, el corno francés, con un embudo y una manguera, mientras espera el momento de viajar junto a su papá. Como ocurre en toda "road movie", se utiliza el viaje -que no sale como estaba planificado-, como excusa para mostrar el autodescubrimiento del niño y la relación que mantiene con un padre casi ausente en medio de un ámbito que no ofrece oportunidades. Mientras el progenitor escapa de algunas deudas y de los cobradores que insisten en visitarlo de manera violenta, Delfín va al colegio, espía con fascinación a su maestra -Paula Reca- y cuenta con el apoyo del panadero -Marcelo Subiotto- del barrio. Una historia sencilla que crece en emotividad por los climas logrados y coloca la inocencia del personaje central en un primer plano: la travesía, corta y arriesgada, lo obligará a sortear obstáculos al igual que los mayores que lo rodean. El film radiografía una realidad alejada de la gran ciudad, en la que el silencio se traslada a sus personajes y la ternura gana terreno con el correr de los minutos. Un buen elenco al servicio de un relato en el que Delfín afronta, casi, una vida de adulto.
La llegada de Annabelle viene a casaes la séptima película que integra el universo de El Conjuro -cuya tercera parte se anuncia para 2020- y juega con la idea de los espíritus inhumanos que utilizan a la muñeca del título como conductora para esparcir el Mal en sus distintas formas. Detrás de cámara está Gary Dauberman -guionista de Annabelle, las dos partes de It y la olvidable La monja- mientras que James Wan se mantiene en el rol de productor. Al comienzo del filme vemos a Lorraine -Vera Farmiga- y Ed -Patrick Wilson-, la famosa pareja de expertos en fenómenos paranormales, trasladando a la muñeca del título a su depósito de objetos endemoniados y pasando por un cementerio en medio de la ruta. Ese inquietante prólogo enciende el misterio de cómo Annabelle afectará al resto de los objetos que guardan bajo llave y aterrará a Judy -Mckenna Grace-, la hija de los Warren, a su niñera y a una amiga. Encerrada en una vitrina que nunca debe abrirse, la muñeca es el eslabón para despertar otras monstruosidades que están en el lugar. La película inquieta y concentra más suspenso que terror en una trama de la que se adueñan los personajes adolescentes: se encuentran solos y a merced de fuerzas sobrenaturales que los rodean. En ese sentido, Annabelle viene a casa explora el terror bajo las distintas formas en las que se manifiesta -"Veo cosas como mi mamá", asegura Judy- y juega con detalles terroríficos y la oscuridad de una casa inmersa entre las brumas. El relato recupera el espíritu clásico de las filmes de terror de los años setenta con presencias amenazantes que deambulan dentro y fuera de la casa y que aquí no adelantaremos. Esta tercera entrega concentra el clima adecuado y tiene momentos inquietantes en la casa de los Warren. En esta ocasión cobran protagonismo los diferentes objetos que fueron motivo de investigación y presenta nuevos monstruos entre pérdidas paternas, un juego de mesa y un romance adolescente con el cajero de un supermercado. Los sobresaltos están y el terror dice presente a través de las pérdidas, la culpa y los miedos más profundos.
El diablo blanco, dirigida por el actor Ignacio Rogers y exhibida en la Sección competitiva Vanguardia y género de la edición 21 del BAFICI, es una película que no le teme a las comparaciones ni a los clichés con los que juega, y aprovecha sus recursos para sumergir a los personajes en una ola de crímenes y situaciones sobrenaturales. Una ruta. Una pareja -Julián Tello y Martina Juncadella- y dos amigos que en algún momento fueron algo más -Ezequiel Díaz y Violeta Urtizberea- emprenden un viaje hacia el complejo turístico de cabañas que da título al filme y presagia lo peor para sus vacaciones. Ya las señales de la ruta -tumbas con fotos invertidas- anuncian que el cuarteto de amigos enfrentará situaciones de peligro extremo. A la soledad de los parajes, bien capturados por la cámara, se suma la hostilidad de los lugareños y un extraño ritual pagano que parece perpetuarse en el tiempo. La película hace referencia al "hombre del bosque", un fantasma que se pasea en busca de venganza desde los tiempos de la conquista y recuerda a varios íconos del cine de terror norteamericano. Quizás mostrarlo más de lo debido le resta al clima asfixiante de persecuciones y misterio. La trama acumula sangre y una sucesión de muertes que encierran un enigma que los protagonistas deberán desentrañar y que un noticiero desde un televisor explica demasiado. El hilo conductor lo lleva Fernando -Díaz-, el joven que se convierte en el principal sospechoso de esas muertes y también desfilan por la pantalla un policía, la hija del dueño del lugar -Ailin Salas- y una abuela de temer, en medio del bosque que es un personaje más dentro de la inquietante propuesta. Logra momentos de tensión y abre sus puertas para una continuación.
Desde su aparición en 1995 esta saga supo conquistar los corazones de grandes y chicos por su mensaje de amistad revisado con un tono nostálgico. En Toy Story 4 la magia sigue intacta gracias a un sorprendente nivel técnico que está respaldado por la creatividad del guión y los efectivos gags que presenta. La lealtad, la protección y el crecimiento son atravesados con ingenio por una trama que trae nuevamente a los populares personajes y nuevas creaciones. Andy crece y sus juguetes pasan a manos de Bonnie, la niña que está por ingresar al jardín de infantes, y crea a Forky, una "cuchara tenedor" que considera que su destino es la basura, cuando recibe la ayuda del experimentado vaquero Woody, que se esconde en lamochila de Bonnie. Cuando la familia de la pequeña sale de vacaciones en casa rodante, Forky se pierde y Woody intentará, junto a todos sus amigos, rescatarlo de una lúgubre casa de antiguedades. La película juega con las persecuciones, las caminatas por parajes desolados y desarrolla sus secuencias más efectivas en la misteriosa casa de objetos antiguos y olvidados. Allí Gabby Gabby, una muñeca a cuerda de los años cincuenta, es paseada en un cochecito de bebé y desea recuperar su "caja de voz" mientras está custodiada por siniestros muñecos de ventrílocuos. En ese sentido, la película cobra un clima retro y logra escapes de indudable eficacia. En la vertiginosa aventura también reaparece la muñeca de porcelana Bo Peep, el amor perdido de Woody. Al siempre eficaz y leal compañero Buzz Lightyear se suma Duke Caboom -con la voz de Keanu Reeves-, un doble de riesgo abandonado por su dueño porque no cumplía con las mismas piruetas y acrobacias que mostraba en la publicidad de televisión. Juguetes con alma y emociones a flor de piel recorren la pantalla bajo la dirección de Josh Cooley y aprenden lecciones que tienen que ver con el lugar que ocupan, su función como juguetes y el inexorable paso del tiempo. El "estado de transición" en que Andy y Bonnie se encuentran repercute directamente en los comportamientos de los juguetes. Un más que digno ¿cierre? para una trilogía que ya hizo historia.
La película rusa dirigida por Pavel Sidorov hereda el estilo del cine de terror norteamericano y sumerge a la joven protagonista en una suerte de sueños oscuros de los cuales no puede escapar. Pesadilla al amanecer comienza en 1999 con una escena prometedora para pasar luego al cumpleaños número veinte de Sveta -Alexandra Drozdova-, la chica que arrastra pesadillas y presencia el suicidio de su hermano. Con esta estructura, la película intenta recorrer luego una serie de obstáculos oníricos que no siempre dan en el blanco. A la inexpresividad de los intérpretes, se suma la mezcla de realidad y mundos aterradores, y la conexión de Sveta con el Instituto de Somnología que la sumerge, junto con otros pacientes, en un sueño colectivo lúcido. Y los problemas comienzan cuando ellos despiertan. A veces, el remedio es peor que la enfermedad. El film acumula algunos sobresaltos a lo largo de una historia que no siempre funciona y pone el acento en el logrado tratamiento visual, entre túneles y un laboratorio. El relato va de manera descendente, hereda lo peor del cine norteamericano de género y no puede remontar la atmósfera plasmada en el prólogo. A lo largo de la trama desfilan personajes amenazantes -nunca falta el martillo- y monstruosidades varias pero el suspenso no aparece, y tampoco contribuye a generar la atmósfera adecuada la vuelta de tuerca final.
El tercer largometraje de Eduardo Meneghelli, después de Román yRuleta Rusa, no es un relato sobre robos sino una indagación sobre la personalidad alienada de Luna -Gabriel Peralta-, el chofer de un camión de caudales que cae en un pozo depresivo luego de la muerte de su mujer y de su hija. Blindado, que se vende desde el afiche como una película de acción, aborda ese conflicto como disparador de la historia. Luna tiene un sueño revelador y se ve en un viaje junto a Selva -Aline Jones-, la empleada de limpieza de la empresa para cual trabaja, y su pequeño hijo. Su vida no es fácil, consume calmantes, escucha a un pastor de la radio que parece marcarle un camino y arrastra los miedos de un presente incierto. En su trabajo diario lo respaldan sus compañeros -encarnados porLuciano Cáceres, Luis Ziembrowski y Lautaro Delgado Tymruk- con su rutina de paradas para escoltar el dinero recaudado. Si bien hay un golpe fallido al camión blindado, Blindado escoge el camino inicial para mostrar el derrotero de su personaje central, que también ve la oportunidad de "salvarse". El filme cuenta con una sólida factura técnica respaldada por la música, acentúa su costado dramático y asoma además al tema de la violencia de género pero no se detiene en ese conflicto ni lo desarrolla. Todo funciona en la cabeza de Luna como un estallido para accionar y cambiar su presente. La canción del comienzo asegura que "el frío queda" y es el que arrastra Luna a lo largo de la historia, que concentra intriga y un poco de acción sobre el desenlace. Entre los códigos de compañerismo, empanadas de carne que Luna prepara con "entusiasmo" para "compartir" en su ronda laboral, la propuesta tiene sus patas más fuertes en el elenco que respalda a Peralta. Su personaje se mira al espejo en varias ocasiones pero no siempre expresa el infierno que atraviesa a diario para lograr la recomposición personal y familiar.
Una coproducción argentino española que aborda los vínculos familiares alterados a partir de un descubrimiento que lleva la acción desde el 2002 hacia 1968. Laura -Flor Torrente en un auspicioso debut- vive en Buenos Aires con su padrastro Fredo -Eduardo Blanco- cuando un llamado desde España le asegura que su padre Félix Careaga -Eneko Sagardoy- apareció enterrado en un bosque y con una bala en la cabeza. Cuando dejes de quererme es un thriller pero no deja de ser una historia de amor entre padres e hijos que impulsa a los personajes centrales hacia una travesía a Bilbao para averiguar qué es lo qué verdaderamente ocurrió. Laura vuelve a sus raíces para investigar y esparcir las cenizas de su padre, y en su espinoso camino, ambos se toparán con Javier -Miki Esparbé-, un agente de seguros que les brinda información útil sobre Félix. El clima de intriga y misterio convive con una historia de amor solapada que se desarrolla lentamente a espaldas del horror. Por momentos, el relato se vuelve laberíntico por la cantidad de personajes secundarios que intervienen -con puntos de vista engañosos- y por la información presentada a modo de flashbacks. Todo el andamiaje del filme pasea por el panorama del País Vasco treinta años atrás, la represión franquista y la ETA. El director Igor Legarreta entrega una película de climas oscuros con un complejo entramado familiar en el que el pasado pisa fuerte para poder resolver un crimen que aparentemente no tiene respuestas. Eduardo Blanco es una pata destacada porque descomprime la tensión con los remates justos, colocando humor en una trama dominada por la oscuridad. Por su parte, Flor Torrente recorre con Laura, un camino de transformación que la lleva de la ingenuidad a ser una mujer de fuertes convicciones. El filme cumple con su objetivo, acumula una lista de sospechosos y pistas, brindando un buen pasatiempo.