Abriendo el juego "Soy un experto en cartas, pero no soy mago. Ese es un término que confunde a la audiencia". Con estas palabras, el ilusionista René Lavand se define mejor que nadie en el documental que lo muestra con un presente activo (a pesar de su artrosis) y protegido en su fortaleza. El director Néstor Frenkel (Amateur, Vida en Marte) recorre pasado y presente del ilusionista argentino de fama mundial especializado en cartomagia, que realiza sus ilusiones con la única ayuda de su mano izquierda (la derecha la perdió a los nueve años en un accidente automovilístico). Lavand llegó a participar como invitado en El show de Ed Sullivan y Johnny Carson, llevando sus ilusiones a Venezuela, México y a varios programas de la televisión argentina. El gran simulador expone además su intimidad familiar junto a su esposa que busca material para el documental, la reunión con un amigo que le acerca relatos para sus presentaciones y un joven discípulo. Autodidacta, creador de su propia técnica, que le dio un estilo inconfundible, Lavand o Héctor Lavandera afirma que su laboratorio es el paño verde sobre el que se despliega su arte, sin olvidarse de la vida tranquila y el ámbito natural que lo rodea. El film acierta en la descripción de su personalidad ("Hay dos cosas que me molestan: una, que me pidan autógrafos. La otra, que no lo hagan"), utiliza material de archivo y escapa de los los típicos testimonios a cámara del género. La historia -que abre y cierra el relato- gira en torno a la búsqueda de su mano derecha en otro de los relatos que impulsan su trabajo y en medio de una película que se acerca de manera más que satisfactoria a la persona y al artista.
Más prototipos y una trama engañosa Con una trama que comienza en 1999, el tercer eslabón del superhéroe de Marvel, Iron Man, desembarca en la pantalla grande para entregar esta ¿última? aventura que pone en peligro el mundo personal de Tony Stark (Robert Downey, Jr.) y la estabilidad del poder político en los Estados Unidos. En Iron man 3, dirigida por Shane Black, quien acredita una extensa carrera como guionista más que como realizador (y con un papel nuevamente a cargo de Jon Favreau, responsable de los dos films anteriores) se da por muerto al millonario luego de un brutal ataque a su mansión. Con la ayuda de un niño, tendrá que luchar contra peligrosos enemigos, uno que conoció en el pasado (Guy Pearce), un experto en ingeniería genética, y otro, un terrorista internacional conocido como El Mandarín (Ben Kingsley) que maneja las comunicaciones, tiene el control y elimina a sus prisioneros sin dudarlo. La trama tiene en esta oportunidad matices más interesantes que los de las entregas anteriores (Tony Stark lucha como un héroe solitario en busca de su armadura,) una galería de personajes amenazantes con superpoderes y una vuelta de tuerca que seguramente sorprenderá al espectador. Esta superproducción acumula ataques terroristas (poco acordes al momento que vive Estados Unidos en la actualidad), el secuestro del Presidente, la presenca del comandante James Rhodes/War Machine (Don Cheadle) que pelea codo a codo con el protagonista y la aparición de más prototipos diseñados para las misiones peligrosas. Con todos los artilugios técnicos que uno pueda imaginarse, las situaciones se despliegan ante los ojos del espectador con suma eficacia y en vertiginosas escenas de acción. Y hasta se permite con humor alguna referencia a Los Vengadores. Iron Man 3 muestra además a la científica Maya Hansen (Rebecca Hall), una ex novia de Tony y a Gwyneth Paltrow, otra vez en su rol de Pepper Potts pero con más protagonismo que en las realizaciones anteriores. Las secuencias más atrapantes: el ataque a la casa del millonario; los tripulantes en plena caída libre luego de que el avión es secuestrado y un gran final en medio de grúas y containers con el Presidente casi crucificado colgando de cables. Y para los fanáticos: no se levanten de las butacas porque después de los creditos...
Entre padres e hijos ¿Cómo reorganizar la vida cuando una pareja que espera un bebé debe hacerse cargo de una hija adolescente fruto de una relación anterior del padre?. Esa es una de las preguntas que dispara esta película nacional que tiene a Gustavo Garzón en el rol de director. Por un tiempo es un drama intimista que recorre situaciones cotidianas y reconocibles sin otra intención que la de plasmar un relato auténtico, carente de artificios y creíble en las situaciones que presenta. En ese sentido, Garzón, responsable además del guión, muestra el desequilibrio familiar que se produce ante la noticia de la existencia de una hija adolescente que debe permanecer junto a su padre, por un tiempo como indica el título, debido a una grave enfermedad que atraviesa su madre. Esteban Lamothe (visto en El estudiante y Villegas) y Ana Katz (Los Marziano) integran la pareja que está en la dulce espera y que ve alterada su existencia: é es arquitecto y peligra la relación con su socio, mientras ella intenta reacomodarse a la nueva vida que comparten. Entre una chica con problemas en el colegio, visitas al médico, concurrencia al curso de preparto y reunión de amigos, Por un tiempo sale airosa en sus conflictos y, al igual que los personajes, va reacomodando las piezas de un presente incierto. El film espía las relaciones entre padres e hijos y permite los cameos de Patricio Contreras, Sebastián Wainraich, Maria Jose Gabin y Jorgelina Aruzzi.
Palabras que no se lleva el viento El relato, construído a manera de caja china en donde cada narración aparece dentro de otra y a la vez relacionadas con la historia principal, juega con las verdades y mentiras de un escritor exitoso. Palabras robadas (The words) marca el auspicioso debut en la dirección de los guionistas Brian Klugman y Lee Sternthal (Tron: El Legado) luego de su presentación en el Festival de Sundance donde tuvo su premiere mundial. Rory Jansen (Bradley Cooper) es un autor que no termina de sentar cabeza (le pide dinero prestado a su padre) y su obra es rechazada por las editoriales. Pero todo se da vuelta cuando se convierte en un escritor respetado tanto por el público como por la crítica especializada mientras afianza la relación con su esposa (Zoe Saldana, la actriz de Avatar lo mejor de la película). Sin embargo, las cosas cambian una vez más cuando un anciano (Jeremy Irons) comienza a seguirlo y se presenta como el verdadero autor del libro. La película aprovecha sus diferentes capas narrativas -tres en total- para sumergir al espectador en las páginas de libros cuyas palabras no se lleva el viento. El anciano plasmó sus recuerdos de juventud cuando estuvo destinado en París luego de la Segunda Guerra Mundial. Esa historia vertida en un manuscrito que Rory encuentra en un maletín hacen que lo instale en un lugar de prestigio. Pero el trabajo no es suyo. Todo este marco combina historias dramáticas, romances contrariados y desencuentros amorosos de personajes que buscan sobrevivir, viven también de los recuerdos del pasado y juegan con el tema de la propiedad intelectual. Todo queda dentro de un hilo conductor principal impulsado por otro escritor (Dennis Quaid) que cuenta la historia de un fracasado, el mismo Rory. Palabras robadas tiene varias líneas de interpretación y moviliza al espectador a completar las páginas de su propio libro, a través de personajes que enfrentan el alto precio de la fama.
Relaciones peligrosas En el mundo del cine todas las historias ya fueron contadas, pero el secreto reside en cómo narrarlas para provocar al espectador. Eso es lo que busca el director coreano Park Chan-wook (Old Boy) que hace su debut en el cine norteamericano. Lazos perversos (Stoker) es un thriller cuyas imágenes se completan un tiempo después de que el espectador abandona la sala. Con un punto de partida sobre el que volverá al final, el realizador instala las dudas a través de un juego visual rico en detalles y con transiciones (pasa de la cabellera de Kidman a unos pastizales de manera imperceptible) que deben su mérito al cuidadoso montaje. Después de la muerte de su padre, India (Mia Wasikowskam la adolescente de Alicia en el país de las maravillas) una adolescente conoce a su tío Charlie (Matthew Goode) del que poco se sabe y que llega al lugar para vivir con ella y su madre (Nicole Kidman). Y ahí comienza una historia que combina misterio, locura y un pasado oscuro en esta atractiva apuesta visual del cineasta que, a manera de rompecabezas, irá dando la información necesaria al público con el correr de los minutos. Lo interesante del cine de Park Chan-wook, el mismo que también jugó con la acción en Sympathy for Mr. Vengeance, es que le imprime al género un aire innovador y violento (escenas sangrientas no faltan) donde los detalles cobran una dimensión expresiva muy funcionales al relato. La presencia del tío cobra una faceta fantasmagórica desde la escena del cementerio para la retina de India, y adelantará el caos que viene a instalarse en la casona de una familia con perturbaciones. El espectador se encontrará con una madre que llora en silencio y pasa el límite, con su hija que coquetea con arañas y con un asesino preciso y perverso que tiene como arma un cinturón. Tanto la seducción como el erotismo los empujan hacia un desenlace violento como en el documental que se ve en un televisor, donde el cazador y su presa inician su juego de muerte.
Sin látigo pero con ideas Una verdadera sorpresa es la visión de esta película de animación española dirigida por Enrique Gato, que encuentra en el público infantil -y también adulto- un entretenimiento efectivo y sólido en sus rubros técnicos. Desarrollada luego de dos cortometrajes que tuvieron a Tadeo Jones como protagonista, la película instala el género de aventuras a gran escala más allá de su obvia referencia al personaje de la famosa saga de Spielberg. El albañil Tadeo sueña con ser un héroe, un arqueólogo como el que él admira en la televisión, pero su realidad es otra. Cuando se ve obligado a ocupar el lugar de otra persona, inicia una travesía al Perú que lo conducirá a las pistas de la ciudad perdida de Paititi. En su viaje lo acompañan su inseparable perro; una profesora; un vendedor peruano y un pájaro que se expresa a través de carteles. Todos lucharán contra una corporación de cazatesoros. Tadeo el explorador perdido en 3D acierta en el diseño de los personajes (en especial el líder de los villanos que parece salido de un film de Bond) y en los obstáculos que se les presentan a los protagonistas en una civilización rica en tesoros y peligros ocultos. Sin látigo, pero con sombrero y un anillo que perteneció a su padre, Tadeo no usa armas sino todo el ingenio que le permite su torpeza para llegar a la verdad y terminar con sus enemigos. La película exhibe una factura técnica deslumbrante que no tiene nada que envidiar a las producciones de la gran industria y el uso del 3D resulta eficaz porque potencia el vértigo de varias secuencias. Un hallazgo es la transición que muestra a Tadeo en un terreno de aventuras para luego descubrirlo como un simple obrero colgado de una grúa de la construcción. Plagada de acción y con algún chiste sobre Ricky Martin, la película es la excusa ideal para disfrutar en familia.
El juego del "gato y el ratón" aparece acá potenciado con las comunicaciones telefónicas y los llamados al 911 de Emergencias, que pone en vilo a la protagonista y a las fuerzas policiales. 911 Llamada mortal (The call en el original) es una película de suspenso con una tensión que nunca decae y que pone en juego una serie de recursos quizás ya vistos en títulos como Celular, pero que adquieren aquí peso dramático en la trama y en el clima asifixiante que propone la película. Una joven (Abigail Breslin, la actriz de Pequeña Miss Sunshine y Tierra de zombies) es secuestrada por un desconocido que la encierra en el bául de un auto (lo mismo ocurre en la recíen estrenada Contrarreloj) y quien recibe el llamado al 911 es Jordan (Halle Berry), una operadora con experiencia en el tema pero traumada por una experiencia anterior. Su misión consiste en tranquilizar a las víctimas y dar aviso a la policía pero este caso parece salirse de sus carriles. Con un planteo que atrapa al espectador (los llamados de cientos de personas desesperadas) y con ecos de El silencio de los inocentes, el relato crece en intensidad de la mano del realizador Brad Anderson (El maquinista) y coloca al espectador como partícipe de una investigación en la que cada minuto cuenta. Entre persecuciones automovilísticas en la autopista, conductores que advierte el peligro y una chica que está a punto de morir, Jordan hará lo imposible -comunicación telefónica mediante- para rastrear la llamada y el vehículo que lleva a la presa. Anderson cuenta con una actriz capaz de transmitir la angustia y la incertidumbre que causa este tipo de trabajos, al punto que la protagonista organiza grupos de alumnos para desarrollar esas tareas mientras es contenida por su novio policía (Morris Chestnut). Por su parte, es más que correcta la elección de Michael Eklund como el villano de turno que va sembrando el horror cuando se alteran sus planes. El film no pierde tiempo, va al grano, con una narración de ritmo sostenido, como los pulsos de la línea que mantiene en contacto a la "salvadora" y la "víctima" para llegar a un desenlace abrupto, violento y efectivo.
El túnel de la muerte La película independiente de Mike Flanagan ha tenido repercusión en circuitos no convencionales y se trata de una producción que va a contrapelo de Hollywood, en una propuesta de terror inusual que fusiona lo fantasmagórico y la paranoia. En Ausencia (Absentia) la incertidumbre es la que moviliza a los personajes: dos hermanas, Tricia (Courtney Bell) y Callie (Katie Parker) se reencuentran luego de la misteriosa desaparación del marido de la primera. Después de siete años, llega el momento de declararlo "muerto en ausencia". Ese es el planteo de este relato ambientado en un vecindario peligroso, donde hay un túnel que pasa por debajo de la autopista y en el que se producen misteriosas desapariciones de mascotas y personas. El realizador juega con el tema de la locura en una historia cíclica que cambia las perspectivas cuando Daniel, el esposo, reaparece en extrañas circunstancias. Pero ya no es el mismo. Un film de aristas fantásticas que no cae en el despliegue de efectos. Por el contrario, utiliza al túnel como pasaje a un inframundo, entre pesadillas y un detective que se acerca a la "viuda" para proseguir su investigación. El resultado es una película despojada de artificios donde se coloca el acento en la creación de los climas (las apariciones en el hogar) y en los dudosos comportamientos de las hermanas en cuestión, sobre todo una que tuvo un pasado con las drogas. El resto es misterioso tanto para las protagonistas como para el público que irá descubriendo un largo túnel con luz blanca en el fondo pero que también guarda sus sorpresas.
Volver a la carga con los éxitos de los ochenta significa muchas veces un riesgo para los productores. En esta ocasión, Sam Raimi, el director que asombró en los comienzos de su carrera con Diabólico (Evil Dead) y luego con la saga de El hombre araña, se convierte en el productor de la nueva versión comandada ahora por el uruguayo Fede Alvarez. En épocas de remakes, el film llega a nuestro país como Posesión infernal y agita un género que parecía dormido con esta potente y creativa visión del horror. Con buenos recursos y sin importarle el despilfarro de tripas y excesos, el film evidencia menos humor que el original pero se transforma en una aterradora pesadilla para los protagonistas y para el público más desprevenido. Después del corto Ataque de panico, donde extrañas máquinas amenazaban a la ciudad de Montevideo, Fede Alvarez demuestra que las puestas en escena elaboradas y las historias con pocos personajes son lo suyo. Posesión Infernal muestra a cinco jóvenes, entre ellos dos hermanos (Jane Levy y Shiloh Fernández, el de La chica de la capa roja) que comparten un pasado oscuro, que emprenden una travesía a una remota cabaña en el bosque para que ella abandone su adicción a las drogas. Sin embargo, cuando uno de los muchachos encuentra "El Libro de los Muertos" abre la puerta al mismísimo infierno. Como en El enigma del otro mundo, uno a uno serán poseídos por un demonio escondido que no perderá la oportunidad para sembrar el horror. Con algunos cambios con respecto al film original, pero manteniendo la cámara subjetiva -y acelerada- que recorre el bosque, la película asusta, inquieta y se gana un muy buen lugar dentro del terror gore. Entre un sótano donde ocurrieron extraños rituales, un prólogo con una vuelta de tuerca sorpresiva, cuchillos de todo tamaño y una motosierra, el relato hace gala además de su "falso final" para luego volver a la carga. No apta para almas y estómagos sensibles.
Si hay un actor todoterreno se llama Nicolas Cage, quien en los últimos años eligió el cine de acción para fortalecer una carrera más comercial en la pantalla grande. En esta ocasión, Cage encarna a Will Montgomery, un ladrón de bancos que luego de pasar ocho años tras las rejas, es buscado por sus antiguos compañeros de andanzas y por el agente del FBI (Danny Huston), porque creen que Will escondió el botín en algún sitio. Para recuperarlo, su rival Vincent (Josh Lucas) le secuestra a la hija (Sami Gayle). El realizador Simon West, quien ya había trabajado con Cage en Con Air, construye un relato ambientado en los carnavales de Nueva Orleans (lo mejor de la película es la secuencia en la que Will camina por los techos de los autos mientras la música de Mark Isham crece al ritmo de los enloquecidos pies de unos bailarines callejeros) donde las persecuciones están a la orden del día. Mezcla entre Búsqueda implacable y la reciente Parker, donde el héroe en cuestión es traicionado, esta realización de West acierta en las escenas de acción porque es un especialista en el género, pero no así en la elección del villano con pata de palo encarnado por Lucas, que es poco creíble en su accionar. Lo mismo ocurre con la relación establecida entre el agente del FBI y el protagonista que va cambiando y acerca a los personajes con el correr de los minutos sin dar demasiadas explicaciones. El resto se ve convencional y sin sorpresas para el espectador habituado a este tipo de relatos que recuerdan a algunos films de los 80, cuando el malo "resucitaba" en el momento esperado. En tanto, la adolescente raptada y mantenida oculta en el baúl de un taxi, aguarda el reencuentro con un padre que emprende su búsqueda implacable. Cajas fuertes violadas, lingotes de oro derretidos rápidamente y un pasado criminal son las constantes de un relato que elige un viejo parque de diversiones donde, a la manera de duelo final, se toparán cara a cara el héroe redimido y el antagonista que vuelve para vengarse.