El tiempo se cotiza El tiempo se cotiza y los personajes de esta película de ciencia-ficción comienzan una carrera desesperada por la supervivencia. El escritor y director Andrew Niccol (Simone) abre un planteo inquietante (más que la película que tiene entre manos) concebido con aires "retro". En un futuro no muy lejano (y con un ambiente muy similar al actual) el tiempo es literalmente dinero y la gente necesita controlarlo mediante relojes implantados en sus brazos, antes que la cuenta llegue a 0. Con la búsqueda de la eterna juventud ("Si nadie muere no entraríamos en el planeta"), todos intentan heredar, robar o recibir segundos, minutos y horas de supervivencia. En El precio del mañana (In Time), Will Salas (Justin Timberlake) ayuda a un joven que escapa y, sorpresivamente, se hace acreedor de cien años de vida. Por supuesto que esto es sólo un privilegio de los ricos y comenazará a escapar con la ayuda de la hija (Amanda Seyfried) de un poderoso para luchar contra un sistema corrupto. El film no es otra cosa que un relato de acción con un envoltorio de ciencia futurista, ambiciones desmedidas y villanos que se lanzan tras los pasos de los protagonistas. El actor Cillian Murphy (otra vez en el rol de malo como en Vuelo nocturno) hará lo imposible (y no es el único) para atraparlo. El film de Andrew Niccol entretiene con sus cuotas de acción y persecuciones automovilísticas (autos acorazados) y, si por momentos se torna reiterativo, se debe a los recursos de las "muertes". El deseo de salvar al ser amado (¿De qué sirve vivir para siempre si no están todos los que uno quiere?") antes de que el tiempo expire encuentra en la historia un móvil poderoso para retener a madre, amigo o amante. Justin Timberlake se sigue consolidando en el mundo del cine, luego de La red social y la comedia Amigos con derechos, y está acompañado por Amanda Seyfried, una actriz en ascenso a quien pronto veremos en Gone. Acá ostenta pelo rojizo, corte carré y muchas ganas de correr.
Terror nacional con un debut prometedor Ambientada en un pueblo cercano al mar, esta producción nacional de terror juega con las presencias fantasmales, el pasado que golpea en el presente y con los miedos infantiles. Se trata de la ópera prima de Sergio Mazurek. El director aparece rodeado por gente que conoce y viene del género de terror: Daniel De la Vega, en la cámara; Damián Rugna y Nicanor Loretti, en el guión; y Fabián Forte, en la asistencia de dirección. Lo siniestro encuentra su estreno comercial luego de títulos locales como Visitante de invierno y Sudor frío. Las realizaciones de este tipo van logrando lentamente su espacio en el mercado, y el film cumple con su fantasmagórica misión de inquietar (más que asustar) al espectador con los recursos del género. Clara (Paula Siero), una mujer que mantiene una relación conflictiva con su esposo (Carlos Echevarría) vuelve a la casa donde pasó su niñez ("Tengo la infancia completamente borrada"). Atormentada por pesadillas, el extraño comportamiento de los lugareños y el encuentro con su abuelo (al que creía muerto) complicarán su estadía. En su tenebrosa búsqueda la acompañará el encargo del destacamento (Luis Ziembrowski) del lugar. "El secreto está guardado en esta casa desde hace mucho tiempo. Esperando por vos" asegura uno de los personajes de este relato que empieza mejor de lo que termina pero que, aún con sus desniveles, atrapa hasta el final. Un debut prometedor, entre sótanos misteriosos, muertes y escalones que llevan al infierno.
Sin salida La vida de gente común que sorpresivamente aparece atrapada en un espiral de engaños, conspiraciones y violencia ha sido llevada a la pantalla grande en numerosas oportunidades. Ahora es el turno del australiano Roger Donaldson, el mismo director de Sin salida y Arenas Blancas. En Fuera de la ley se pone en juego y se altera el orden cotidiano de Will Gerard (Nicolas Cage), un profesor de secundaria de Nueva Orleans, casado con una brillante violonchelista (January Jones). Luego de un salvaje ataque sexual que sufre su esposa, Will acepta la propuesta de un hombre desconocido (Guy Pearce) para hacer justicia al instante. El riesgo y la necesidad de ver al responsable muerto lo harán conocer un mundo desconocido, una organización de "vigilancia" en la que no todo es lo que parece. El film elige el vértigo y la intriga antes que la acción para contar esta historia donde todo encaja como en un rompecabezas. Y donde las fichas son personas. El protagonista es perseguido por policías que lo creen culpable de un crimen que quedó registrado en una cámara de seguridad y con el correr de los minutos la cuestión se dará vuelta. Narrado con precisión, el relato tensa la cuerda del suspenso y lo hace con buenos recursos (las pistas que Will deberá seguir casi al borde de la locura o la persecución a un supuesto pedófilo) que colocan a personajes secundarios en el ojo de la sospecha. Fuera de la ley es un thriller convincente por las vueltas de tuerca que presenta y porque cuenta con un Nicolas Cage creíble, más sólido que en los últimos (y olvidables) trabajos que hizo para el cine. Acá es un hombre cuyo mundo parece sucumbir, entre apariencias engañosas, tiroteos y asesinatos.
Una ruta con sorpresas Después de haber participado en numerosos festivales y de recibir tres de los principales premios del apartado Semana de la Crítica en el Festival de Cannes, la ópera prima de Pablo Giorgelli llega a las salas argentinas. Las acacias es un relato conmovedor realizado con pocos elementos y con la emoción colocada en primer plano. En ese sentido, recuerda a Historias mínimas, el filme de Carlos Sorín. Acá la ruta se convierte en un inesperado lugar de encuentro entre seres solitarios. La trama es sencilla: un camionero tosco y de pocas palabras (Germán de Silva) recorre por cuestiones laborales la ruta que une Asunción del Paraguay con Buenos Aires. Sólo que esta vez tiene un encargo: llevar a una mujer paraguaya (Hebe Duarte) y su beba, a destino. El realizador Pablo Giorgelli entrega una película minimalista, construída con escasos diálogos, cruces de miradas y miles de kilómetros que se convierten en un verdadero desáfío para los protagonistas. El tiene una coraza, hace ocho años que no ve a su hijo y su mejor amigo es el camión en el que transporta troncos de acacias. Ella, con su hija a cuestas, es una mujer sola que busca nuevas oportunidades en la ciudad. Tensa y distante al comienzo, la travesía se verá enriquecida por detalles que harán que los tres se vayan encontrando en un mundo tan pequeño como prometedor. ¿Cómo hacer para que un relato de estas características interese al público?. La respuesta es sencilla: a veces menos es más. El realizador plasma en bellas imagenes la soledad, el dolor y la pérdida en la boca de personajes que ansían formar una familia. Cuando se cae el cascarón, las emociones y los sentimientos largamente postergados empiezan a girar como las ruedas del inmenso transporte. Y a gran velocidad.
Una Bella entre colmillos, pañales y aire carioca La saga Crepúsculo continúa y en esta nueva entrega aprovecha con buenos recursos las vueltas de tuerca que ofrece el relato. Rodada de manera conjunta con Amanecer (Parte 2), que se verá en noviembre del año próximo, el nuevo eslabón de la saga protagonizada por humanos, vampiros y hombres lobos encuentra a los personajes un paso adelante: han crecido, deciden dejar el hogar paterno y construír su propia familia. El director Bill Condon elabora un melodrama con toques fantásticos y cambia el eje de la acción. La boda de Bella (Kristen Stewart) y Edward Cullen (Robert Pattinson) está organizada, todos reciben invitaciones para la fiesta y el lugar elegido para la luna de miel es Río de Janeiro. La decisión (y el riesgo) de Bella de unirse al clan de los inmortales desata una ola de acontecimientos peligrosos cuando queda embarazada y se convierte en un "objeto de protección" de los Cullen y del enemigo de los vampiros, Jacob (Taylor Lautner), el amor de su juventud que se transforma en licántropo. Entre luchas sin cuartel que se tejen entre los clanes que quieren destruírla y aquellos que la protegen ser una "elegida", la película entretiene e imprime su aire romántico en el primer tramo para luego desatar la acción. Basado en la obra de Stephenie Meyer, y con guion de Melissa Rosenberg, el film juega con el tema del embarazo (la vida y la muerte) a través de imágenes que inquietan; un "flashback" que muestra el pasado de Edward como asesino de "hombres perversos" y la idea de la continuidad de la especie que aparece teñida de color sangre. Entre aguas calmas recortadas por la luz de la luna, Bill Condon acierta en la creación de atmósferas seductoras y pesadillas (las luchas de los lobos es reiterativa) y en la nueva "vida" que le espera a Bella. Amanecer (Parte 1) termina justo en el momento más atrapante y habrá que esperar un año para conocer el desenlace de un producto pensado para público adolescente que ha dejado 1.8 mil millones de dólares en las boleterías de todo el mundo. Acá los colmillos dejan lugar al encanto, al sexo, la sorpresa y al parto, como ocurría en El monstruo está vivo!.
Confusas historias de vida Seis personas en busca del amor y en plena crisis aparecen inmersas en un pueblo que no les ofrece mayores posibilidades. Bajo la batuta del director Rodrigo Guerrero, la película cordobesa también agrega el frío como otro personaje más de la historia. Una bailarina que tendría, según su madre (Coni Vera), mayores opciones laborales en la ciudad de Buenos Aires; una joven y su relación con un chico de campo (Lautaro Delgado); una mamá alterada; un hombre (Luis Machín) que persigue a su "presa" sin saber bien por qué y una joven que siente que perdió su lugar, constituyen el motor de la trama. Los caminos de estas criaturas se cruzan en una historia que no siempre convence y resulta incompleta. Poco se sabe lo que les ocurre o lo que les pasó. Simplemente, están ahí y deambulan con su andar cansino. A la buena pintura del pueblo y de sus costumbres, se agregan diálogos forzados, muchos minutos de más y una banda sonora que distrae de la parsimonia del lugar. El invierno de los raros es un buen intento, pero queda a mitad de camino porque peca de pretenciosa.
Nostalgias de un pasado que dejó sus marcas Un notable relato plagado de nostalgia, emoción y romance es el que impulsa la realizadora Paula Hernández y, para lograr su objetivo, cuenta con intérpretes de primer nivel. Un amor es un viaje al pasado que tiene sus repercusiones treinta años después, en un presente incierto y dominado por soledades e inseguridades. Con este esquema, la película hace foco en las vidas de Lalo (Luis Ziembrowski) y Bruno (Diego Peretti). El primero trabaja en un taller mecánico reparando kartings y en el mismo pueblo que nunca abandonó. Bruno escribe guiones en la ciudad y pudo construír su familia. Y la tercera en cuestión es Lisa (Elena Roger), la mujer que vuelve al país para reunir los cabos sueltos de una adolescencia marcada por el romance y la pasión. Los tres vértices de este triángulo están signados por una vida rutinaria y sin demasiadas sorpresas, cuyas piezas se reordenarán a partir de un reencuentro que trae recuerdos de un despertar (sexual) que los marcó para siempre. Al igual que en Herencia y Lluvia (los anteriores filmes de Hernández), los personajes hacen lo que pueden para sobrellevar sus vidas. La película transmite una sólida atmósfera dramática como consecuencia del buen manejo de tonalidades que imprime la directora: lo que no se dice y está presente, las pausas, las miradas y la pintura de una época que pasó. Su trabajo fusiona pasado y presente con la misma fuerza con la que Lisa irrumpe en la trama hasta el desenlace. Además de los intérpretes antes mencionados, se destacan Agustín Pardella, como el Lalo adolescente; Alan Daicz, como Bruno a los catorce años y Denise Groesman como la lanzada Lisa. Por su parte, la actriz de Piaf, Elena Roger, hace un debut más que promisorio en la pantalla grande con un personaje que transfiere confusión en las vidas de estos tres adultos. ¿O todavía jovencitos inexpertos?.
El lobo disfrazado de cordero La nueva creación de Darren Lynn Bousman, responsable de las tres partes de la saga El juego del miedo, intenta abrir la puerta que permite el acceso de criaturas demoníacas. En ese sentido, La profecía del 11-11-11 se alimenta del clima oscuro de títulos como La profecía y Hellraiser, pero queda a mitad de camino al plasmar una historia que acumula diálogos, simbolismos, fe y escaso clima pesadillesco. Un escritor que ha perdido a su familia (Timothy Gibbs) se ve obligado a viajar a Barcelona para acompañar a su padre, el cura de una pequeña congregación, en sus últimos días y, a su hermano (Michael Landes), también sacerdote, que se encuentra postrado en una silla de ruedas. Una vieja mansión que registra presencias perturbadoras a través de monitores se convierte en el nuevo escenario del horror para el protagonista, quien además lucha contra sus demonios internos. El número 11 aparece como símbolo de amenaza y horror en su vida y deberá luchar para descubrir la verdad porque la nueva fecha se acerca y todos aquellos que lo rodean corren peligro. El film desaprovecha el clima opresivo del comienzo (sólo potenciado en las escenas finales) y se limita a mostrar el peregrinaje de una serie de personajes ambiguos: el ama de llaves, la compañera de terapia, el hermano postrado y un padre que, al borde la muerte, advierte el peligro que se avecina. El resto es rutinario y modesto en recursos: todo sucede entre presencias que se ocultan en las sombras, el hijo que reaparece cual fantasma, extrañas raíces que cruzan la casa y un libro oculto. Lejos de sorprender al espectador, el relato lo sumerge en una trama que juega con el "lobo disfrazado de cordero".
Almodóvar regresa con la precisión de un cirujano El cineasta Pedro Almódovar arremete con sus obsesiones en una película diferente en su carrera y se reúne, después de veinte años, con Antonio Banderas. La piel que habito, una historia sobre la identidad, la transformación, la venganza y la espera, está narrada con la precisión de un cirujano y alimentada por varios géneros. En la trama dicen presente la ciencia-ficción, el drama, el policial y el terror, pero también las pasiones desenfrenadas que llevan el estilo de un narrador que salta en el tiempo para contar su historia de locura y encierro. La acción se ambienta en El Cigarral, una masión aislada (al mejor estilo Frankenstein) donde habitan el Dr. Ledgard (Banderas), un cirujando plástico, y su fiel ayudante Marilia (Marisa Paredes). Allí, incansable, el médico desarrolla una piel artificial con la que podría haber salvado a su esposa que sufrió graves quemaduras en un accidente automovilístico. Doce años después, consigue cultivarla en su propio laboratorio gracias a la terapia celular. Pero necesita a un "Conejillo de Indias", Vera (Elena Anaya) para probar su experimento. El film está atravesado por el suspenso y da rienda suelta a un juego perverso que se irá construyendo con el correr de los minutos. La piel que habito acierta en los climas (pobre el incauto que ingresa disfrazado en la mansión) y sorprende al espectador más experimentado por el vuelco que da la trama. Crimen y misterio se conjugan en un eterno juego entre "el cazador y su presa", como si se tratara de un film del italiano Darío Argento, en el que el bisturí y las pinzas están servidas en bandeja. El sólido elenco encabezado por el actor de La ley del deseo y Atame se completa con las convincentes actuaciones de Marisa Paredes (un rostro inevitable en films de Almodóvar), Elena Anaya, Jean Cornet y Susi Sánchez.
Actriz y director en crisis Inspirada libremente en Opening Night, de John Cassavetes, la nueva película del director Santiago Giralt explora la conflictiva relación entre una pareja con una hija durante un fin de semana en una casa de campo. Este es el comienzo de Antes del estreno, el film del creador de UPA! Una Película Argentina, Las Hermanas L y Toda la gente sola. Con una cámara que persigue sin descanso y desde atrás a sus personajes, la historia muestra a Juana Garner (Erica Rivas, una buena intérprete) y los días previos a su estreno como protagonista de una obra de teatro en el San Martín. Ella es alcohólica, confunde realidad y ficción y pasa letra todo el día. Su marido (Nahuel Mutti) es un director de cine en pleno bloqueo creativo. Y en el medio aparece una pequeña hija (Miranda de la Serna en una destacada labor) que es rehén de las inseguridades y tambaleo afectivo de sus padres. La película se limita a mostrar esos días turbulentos sin la existencia de un conflicto mayor que estalle. El director no cuenta mucho más que eso y al caos de la pareja se suma un matrimonio (el encarnado por Rodrigo de la Serna) con aires swinger, una periodista (Mónica Villa) y dos amigos, entre dosis de alcohol y drogas. Los anteriores trabajos de Giralt evidenciaban una búsqueda más interesante y atractiva de lo que plantea este film que lleva unos años en el arcón de los recuerdos. Se exhibirá en 4 salas: Espacio INCAA KM 0-Cine Gaumont, El Camarín de las Musas, Cine Soho (Honduras 4761) y Elefante (Soler 3964).