La aspiración de ser otro Un hombre aspira tener otra vida en este relato que fusiona dos historias: la de un marinero y otro que busca ser padre. Se perciben las buenas intenciones de este relato que fusiona dos historias, pero que peca de desparejo a la hora de trasladarlas a la pantalla grande. El tema del hombre que aspira tener "otra vida" y los deseos de formar una familia son los móviles de Agua y Sal, que cuenta dos historias -ambas protagonizadas por Rafael Spregelburd, el mismo actor de El hombre de al lado - que se irán juntando cerca del cierre de la película. Un hombre de buen pasar económico pasea por el puerto de Mar del Plata con su bella mujer (una correcta Mía Maestro) y se saca fotos, mientras la cámara se detiene en un pescador apodado “Biguá”, un hombre que conoce el mar como la palma de su mano y que se ha enamorado perdidamente de una adolescente (Paloma Contreras) que espera un hijo suyo. Agua y Sal juega con las dos historias, ofrece datos interesantes en la pintura de personajes (la familia de la chica, el duro trabajo a bordo de un barco) en la primera parte, pero decae en interés y emoción en su segundo tramo. La búsqueda de una familia, los sueños a distancia y la necesidad de un hijo que no llega son reflejados a partir de dos mundos opuestos y contrastantes, como lo indica el título del film.
Aventuras, misterio con espíritu de comic Vertiginosa y abrumadora son las palabras que definen la nueva película dirigida por Steven Spielberg, producida por Peter Jackson y basada en la serie de historietas creadas por Georges Remi (Hergé). Concebida con la técnica de "captura de movimiento" (al igual que El expreso Polar o Beowulf), Las aventuras de Tintín: El secreto de Unicornio sigue los pasos del joven periodista de jopo firme y fuertes convicciones (Jamie Bell, el actor de Billy Elliot), cuyo mundo cambia radicalmente cuando compra la maqueta de un barco en una feria de antiguedades. El juguete esconde algo misteroso en su mástil. Sin saberlo, y advertido por extraños personajes, el jovencito comenzará a ser perseguido sin descanso y, entre sus fieles aliados, se encuentran su perrito Milú; la pareja de detectives Hernández y Fernández (Simon Pegg y Nick Frost, la dupla de Arma Fatal y Paul) y el Capítán Haddock (Andy Serkis). El film de Spielberg respira el aire clásico de aventuras, y suma misterio e intriga a una trama plagada de peligros. Como en una vieja película de piratas con villano incluído (Daniel Craig) y transiciones creativas y muy bien resueltas (del mar al desierto), la acción dice presente en toda la historia y no deja de lado el tono de la historieta. Todo en uno y por el mismo precio. Los rubros técnicos sorprenden por su calidad, desde los movimientos, las texturas y la iluminación realista hasta las acciones secundarias ricas en detalles. Un viejo tesoro, un anciano que roba billeteras, un pasado tenebroso y una secuencia impactante con grúas en el puerto, constituyen los eslabones de esta aventura espectacular atravesada y potenciada tambien por la envolvente banda musical de John Williams. El "dream team" soñado deja la puerta abierta para una segunda parte. NOTA: El guión del film está basado en cuatro de las historias del cómic: "El cangrejo de las pinzas de oro", "La estrella misteriosa" y el díptico" El secreto del unicornio" y "El tesoro de Rackham el Rojo".
Ardillas náufragas Los personajes aplaudidos por el público infantil vuelven por tercera vez en este relato que combina acción en vivo y animación, además de los números musicales que los hicieron famosos. Alvin, sus compañeros y las Chipettes se embarcan en un lujoso crucero para participar de un Festival Musical, pero las cosas no salen como se esperaban y terminan como náufragos en una isla abandonada. Con este esquema, Alvin y las ardillas 3 repite la fórmula de las dos anteriores (un representante que las quiere y necesita y a quien le complican permanentemente la vida) y agrega un tono de aventura con referencias a Náufrago, de Robert Zemeckis. Una picadura que cambia el comportamiento de uno de los personajes, un tesoro oculto en la isla y la presencia de una joven que ha quedado varada desde hace años en el remoto paraje, son algunos de los condimentos que entrega este tercer eslabón. Los más chicos seguramente la disfrutarán y pasarán noventa minutos entre pasos de salsa, volcanes en erupción y rostros angelicales. No mucho más que eso y una correcta amalgama entre actores y animación.
Rugidos y lágrimas El director Cameron Crowe logra un relato emotivo de gran impacto que habla sobre los vínculos familiares, el amor a los animales y las ausencias que marcan la vida de los personajes. Basada en las memorias de Benjamin Mee, Un zoológico en casa recorre la vida de un aventurero y redactor (Matt Damon) que intenta sobrellevar la pérdida de su eposa, mientras convive con su pequeña hija, su hijo adolescente y mantiene un estrecho vínculo con su hermano (Thomas Haden Church). Benjamin se gasta todos sus ahorros al comprar una propiedad que tiene un ruinoso zoológico con más de doscientos animales. Aunque la ficción se ambienta en el Rosemoor Wildlife de Los Angeles, el verdadero zoológico, el Dartmoore Zoological Park, se encuentra en Londres. El ciclo de la vida y de la muerte queda plasmado con convicción por el realizador de Jerry Maguire, Casi famosos y Todo sucede en ElizabethTown, que encontró el material adecuado y a los intérpretes ideales para emocionar al espectador. Al buen diseño de los personajes, como el hombre de familia en busca de la superación personal y familiar o la presencia de la directora del zoo, encarnada por Scarlett Johansson; se suman oportunos toques de humor a cargo del equipo que comanda el zoológico o el estricto funcionario que tiene que habilitar el lugar para su reapertura. Entre rugidos y lágrimas, cada pieza encuentra el tono adecuado en esta película pensada para la familia.
El escritor oculto Un buen drama nacional de Víctor Jorge Ruiz que se sumerge en el pasado nefasto de la Argentina y deviene en un relato de suspenso con venganzas en primer plano. Gonzalo (Eugenio Roig) es un escritor argentino, criado por sus tíos en España, que regresa al país para terminar una novela sobre sus padres y tomar venganza contra el asesino de éstos, un ex-comisario (Arturo Bonín) que vive cerca del lugar donde se hospeda. La trama lo cruza también con la hija de su enemigo (Victoria Almeida), de quien se enamora, mientras continúa con su investigación que tambíen pone en dudas el pasado de la joven y la relación con sus padres. La última mirada, que llega con dos años de retraso, es la imágen que conserva Gonzalo de su madre, lo único que lo ata a un presente desolador. El director de Flores amarillas en la ventana, construye una historia que va agregando detalles a cada minuto: las muestras de ADN; Katja Alemann, una médica que sufre los embates de su profesión en un mundo inhóspito; los animales que aparecen muertos a balazos y el inglés que comienza a sospechar del comisario. Todos los personajes que desfilan por la trama afrontan sus propias dudas. Un tema recurrente del cine nacional desde La historia oficial y La noche de los lápices hasta Garage Olimpo y La mirada invisible, es plasmado acá con intriga y galopa hacia un desenlace con envoltorio de thriller. La búsqueda de la identidad y el conflicto creativo del escritor sirven para contar una historia que desgraciadamente conocemos todos.
El miedo está sólo en la superficie La paranoia nacida en el agua tuvo múltiples variantes en la pantalla grande, pero nadie se animó con la remake de Tiburón, de Spielberg. Sin embargo, derivados de todo tipo llegaron al cine, como este producto que lleva la firma del David R. Ellis. Realizador de Celular (su mejor película hasta el momento), Terror a bordo y Destino Final 3D, entre otras, el cineasta coloca una vez más al espectador en el ojo del peligro: un lago en la zona cercana al Golfo de Louisiana, plagado de diferentes clases de tiburones. La trama develará el por qué. Y como para no traicionar al género, un grupo de adolescentes viaja a una casa de fin se semana para encontrar una verdadera pesadilla en lugar de diversión. Con este sencillo esquema alimentado por chicas y chicos seductores (uno de ellos posa desnudo para pintores), Terror en lo profundo (Shark Night 3D) repite el esquema, pero aquí los verdaderos villanos no son los escualos. Con un comienzo que recuerda al film de Spielberg, el resto continúa con los protagonistas atrapados en una casa de fin de semana y pidiendo ayuda; motos de agua que aceleran a fondo; un sheriff más preocupado por tomar cerveza que por ayudarlos, y un novio del pasado que resurge de las profundidades para cambiar la suerte de los jóvenes ingenuos. En tanto, los tiburones hacen de las suyas y devoran todo lo que encuentra a su paso. Sólo una secuencia de fuerte impacto, que tiene que ver con la moto de agua, es la que se lleva los aplausos. En ese sentido, y con sus años a cuestas, Alerta en lo profundo, de Renny Harlin, lograba inquietar y sacudir al espectador. Acá todo es rutinario, con escaso clima de suspenso en una historia poco creíble. El verdadero miedo aparece sólo...en la superficie.
Acordes sobre la fragilidad de las relaciones Con cuatro años de retraso llega este relato atravesado por canciones que interpretan los actores. No es una comedia musical y ni siquiera pretende serlo. Se trata de un film sobre dos jóvenes parisinos que deciden quebrar los límites y experimentar con la fragilidad de las relaciones. Ismael (Louis Garrel, el mismo de Los soñadores) y Julie (Ludivine Sagnier, rostro de las películas de Francois Ozon), son novios e invitan a Alice (Clotilde Hesme) a vivir (y dormir) con ellos. La película de Christophe Honoré (Los bien amados es su más reciente creación) está estructurada en tres capítulos: La partida, La ausencia y El regreso. En la primera, la muerte golpea inesperadamente al protagonista y la tragedia queda plasmada en instantáneas fotográficas en blanco y negro. En La ausencia, el espectador se acerca a la angustia, a la llegada de un nuevo "amigo" de Ismael y ve cómo queda su vínculo con Alice, la tercera en discordia. Y el episodio final, propone un ordenamiento afectivo y existencial de los personajes. Las canciones que se escuchan fueron compuestas por el mismo director antes del rodaje de la película, y aparecen como aporte dramático de los intérpretes para que la acción continúe. No se trata de letras pegadizas, sino de diálogos musicalizados. Filmada en la calle y en interiores, este film resulta curioso y, a la vez, bienvenido por su formato original. Una historia de amor y desarmor bien actuada por un sólido elenco. Triángulo amoroso, conquista homosexual y convivencia con las ausencias, constituyen los ejes de la trama.
El campo de los sueños Las películas de corte deportivo no han tenido demasiada suerte en nuestro país. Ahora es el turno de este film protagonizado por Brad Pitt y basado en un hecho real. El actor de El árbol de la vida encarna a Billy Beane, un ex beisbolista y Gerente General de los Oakland Athletics, quien tuvo la difícil tarea de sacar adelante a un equipo de beisbol pobre en recursos y resultados. En su odisea se ve respaldado por Peter Brand (Jonah Hill, el actor de comedias como Superbad) quien a través de un software de análisis de datos y estadísticas, buscará a los jugadores más “baratos” y con buenos rendimientos, que pasan desapercibidos y que fueron echados a la banca en otros equipos. El juego de la fortuna es una película de más de dos horas que resulta agobiante si no fuera por el buen desempeño de Pitt; la convincente presencia (corta) de Phillip Seymour Hoffman, como el entrenador del equipo, y la de Jonah Hill, que es, lejos, lo mejor de la realización. Entre apuestas, negociados, pase de jugadores, el film no ofrece mucho más que eso y pasea al espectador por varias décadas, dejando el claro que el juego es el que manda y que por él, el protagonista se puede distraer de los requerimientos de una hija adolescente que al final le dedica una canción. El resto son números, negociaciones y un clima del que probablemente el espectador permanecerá ajeno, no porque no esté logrado, sino porque es un tema muy localista. El director Bennett Miller logró un contagioso romance en Capote, pero aquí ni el fervor ni la pasión por el deporte se transmite a la platea.
De forajido a héroe seductor El popular personaje, que apareció desde la segunda entrega de la saga Shrek, tiene brillo propio y ahora su película, que cuenta con la dirección de Chris Miller (Shrek Tercero). Gato con Botas muestra la transformación del felino, de forajido a héroe, en esta aventura pensada para toda la familia y que lo sitúa antes de su encuentro con el Ogro verde. Entre su crianza en un orfanato, escapes y vuelos al mejor estilo Kung Fu Panda, el Gato con Botas (con la voz de Antonio Banderas) se encuentra al borde del precipicio: quiere robar unos frijoles mágicos que hacen crecer una planta que llega al castillo de los gigantes, y esconde un tesoro de huevos de oro. En su intento se topará con dos feroces guardianes, Jack y Jill; con Kitty Patitas Suaves (Salma Hayek), una gatita enmascarada, y con Humpty Dumpty. Lo más interesante del relato descansa en el ritmo impreso por el director, en los toques fantásticos instalados en una trama que tiene su espíritu de "western" y que tampoco deja de lado los números musicales con aire flamenco. Seductor, aventurero, fiel a su vaso de leche y con las Botas puestas, el personaje promete volver con más aventuras. Los rubros técnicos son impecables, como se acostumbra en este tipo de realizaciones, y ricos en detalles. Los momentos de humor (los gatitos que intentan atrapar luces reflejadas en la pared) y la secuencia final, sintetizan un gran poder de observación del mundo felino. El resto, es puro entretenimiento.
El lobo disfrazado de cordero En su segunda película como director, Miguel Angel Rocca aborda un tema difícil como el abuso infantil a través de una historia marcada por las sutilezas y los buenos climas que genera. La Mala Verdad comienza y termina de la misma manera: Bárbara (Ailén Guerrero), un niña de diez años de aspecto triste, entona una canción que sintetiza la idea central del relato. Su comportamiento en el colegio despierta la sospecha de su maestra (Jimena Latorre) y de Sara (Malena Solda), la psicopedagoga del instituto. Su madre (Analía Couceyro), su padre (Carlos Belloso) y Ernesto (Alberto De Mendoza), su abuelo, conforman un panorama familiar que se debate entre las obligaciones diarias en una librería y una convivencia "apacible". Pero Ernesto no es lo que parece. Con este esquema, la trama coloca a los vínculos en primer plano con la presencia de un "lobo disfrazado de cordero" en el seno familiar. Uno de sus méritos del film es el tratamiento que se le da al tema y su capacidad dramática para trasladarla al espectador. El orden cotidiano se trastoca lentamente y el horror profundo está más cerca de lo que uno supone. La Mala Verdad da en el blanco, resulta creíble (el encuentro de Sara con la mamá de Bárbara; los dibujos que hace la niña y que hablan por sí solos; la negación, la verguenza y el hecho de no poder gritar) y se ve respaldada por las buenas composiciones del elenco. Alberto De Mendoza vuelve al cine con un papel oscuro, siniestro y construído a partir de una fachada amable; Malena Solda (el cine debería tenerla más en cuenta) le brinda carnadura a su personaje al acercarse a la pequeña protagonista, y Analía Couceyro, quien propone un juego de miradas y silencios que la colocan en un standby emocional. El espectador se irá empapando de una "inocencia interrumpida" gracias a la presencia de la niña Ailén Guerrero.