Herederos de Merlín Un enfrentamiento milenario entre sucesores del Mago Merlín que extiende sus poderes hasta el año 2000 en plena ciudad de Nueva York. Esta es la nueva propuesta del sello Disney, de los mismos creadores de La leyenda del tesoro perdido, y que mantiene la línea de títulos como Percy Jackson y el ladrón del rayo. El protagonista, Balthazar Blake (Nicolas Cage) es un maestro de la magia que intenta defender la ciudad de su máximo enemigo, Horvath (Alfred Molina, un buen actor que vimos en El príncipe de Persia y como villano en El hombre araña 2). Para poder lograr su misión, recluta a su protegido, un jovencito universitario (Jay Baruchel), que es un como (y salvando las distancias) un pichón de Harry Potter. Así como los personajes manejan las energías a diestra y siniestra, el film no siempre da en el blanco. Si bien sorprende por su ritmo y por sus efectos visuales de su generosa producción (de Jerry Bruckheimer, ese sí es un mago), el desenlace con una desconcertada Monica Bellucci prometía mucho más. Las luchas cuerpo a cuerpo y las sorpresa reinan en la primera parte del film, en el que se suceden secuencias impactantes (la gárgola y el dragón que cobra vida como por arte de magia en el Barrio Chino), pero pierde fuerza al promediar el relato. Son como perlitas dentro de un gran despliegue de pirotecnia.
Equilibristas de la vida A la manera de una película familiar, y rodada con cámara en mano, los realizadores Rainer Frimmel y Tizza Covi (quienes vienen del documental) plasman en imágenes un microcosmos de lucha y supervivencia cotidiana. La acción gira alrededor de dos artistas de un precario circo ambulante de las afueras de Roma. Patty, una mujer robusta y de pelo rojizo, y Walter, su marido, quienes practican el tiro del cuchillo, el equilibrio con los platos y otras atracciones para su show. Pero todo cambia cuando Patty pierde a su perro y encuentra a Asia, una niña de dos años que ha sido abandonada por su madre. Ellos formarán, junto a un adolescente, una familia nómade mientras esperan que la madre de la criatura vuelva. La Pivellina acierta en su pintura neorrealista y no da demasiadas explicaciones. Combina dos mundos, uno ficticio, y otro real y tangible, que tiene que ver con la infancia perdida y la adopción. No sólo Asia está librada a la buena de Dios en este relato en el que todos buscan formar una familia. Y no se trata de una función más.
Más hechizado que nunca En la cuarta y última película de la saga creada por Dreamworks y ahora en 3D, las cosas se dan vuelta por completo para el protagonista. Shrek conoció tiempos de gloria en el que todos le temían. Pero ahora, cambia pañales y casi no puede dormir por las ocupaciones cotidianas y el cuidado de sus tres hijos junto a Fiona. En este cuarto eslabón, el ogro verde quiere volver a ser el de antes, pero le cuesta caro: es víctima de una maldición cuando decide firmar unos papeles al malvado Rumplestiltskin (cuyo rostro es diabólico cuando lo iluminan los relámpagos) y es transportado a una dimensión paralela donde nadie lo reconoce. La película, lejos de alcanzar los niveles de las dos primeras, es superior a la tercera parte en cuanto al contenido y la animación: una verdadera catarata de gags bien resueltos (los kilos de más de El gato con botas; el rugido de Shrek en el cumpleaños o las continuas visitas de un tour por las tierras del ogro). En la trama, la acción está impulsada por el villano y sus secuaces (las brujas), pero afloran los conflictos de pareja con Fiona, a través de un diálogo que bien podría haber salido de una comedia romántica para adultos. Shrek para siempre resulta divertida para chicos y para público adulto; y es atravesada oportunamente por canciones de Enya y Los Carpenters, con hechizos que alteran el tiempo (referencia a Volver al futuro) y besos eternos que deben sellar el amor. También tienen más desarrollo (y lucimiento) El Gato con botas (quien reaparecerá en su propia película); Pinocho con un Yepetto pintado de verde como el ogro del título y El flautista de Hamelin, seguido por su ejército de roedores. Quizás ya menos ocurrente resulta el burro. Los mejores momentos los tienen las escenas en las que nadie registra al protagonista, ni el gato, ni Fiona y todo sucede como si ellos nunca se hubieran conocido en este "universo" virtual, en el que Rumplestiltskin es el rey, los ogros son perseguidos y donde Shrek tendrá que ingeniárselas para volver a la normalidad. Aunque sea, en cámara lenta...
La magia del documental En el amplio y profundo azul del mar habitan criaturas inimaginables y las cámaras de los realizadores franceses Jacques Perrin y Jacques Cluzaud captan ese universo como nadie antes lo hizo. Apoyados por la última tecnología, los directores cuentan una historia cuyos protagonistas son deflines, lobos marinos, tortugas y tiburones. La riqueza de las imágenes y el mensaje aleccionador sobre el cuidado del planeta y las especies son el plato fuerte de este documental ideal para disfrutar en familia. Lo que para otros cineastas e investigadores parecía imposible, esta dupla lo hace real y lo transmite con emoción a la platea.
El peor de los pecados La cuarta película de Inés de Oliveira Cézar echa una mirada al pasado nefasto de la Argentina y de cómo éste repercute en un presente dudoso, casi desdibujado,en el que los personajes se entremezclan y relacionan como pueden. Estructurada en diez capítulos, con una puesta casi teatral y con el marco de una fábrica, El recuento de los daños reelabora el complejo de Edipo, que aparece representado aquí por un joven (Santiago Gobernori) que llega a la fábrica manejada por una mujer madura (Eva Bianco) que enviudó recientemente y cuyo imperio amenaza con desmoronarse. La posibilidad de que ella sea su madre y, el muerto, su padre, no le impide caer en una relación amorosa mostrada con cautela y apasionamiento. Formalmente correcta, pero sumamente aburrida a pesar de su corta duración, el peor pecado que comete la película es ser pretenciosa en todo sentido. El personaje femenino aparece en muchas oportunidades como desenfocado, al igual que las ruinas de su fábrica. En tanto, el joven llega al lugar para realizar un informe y se ve inmerso en un complejo drama familiar en el que la hija menor parece ser la única que busca la salvación. Un cine extraño, hermético y casi experimental que sigue insistiendo en mirar hacia atrás para no modificar ni agregar nada a la pantalla grande.
Autoayuda para combatir el bostezo La actriz Sarah Michelle Gellar, vinculada al género de terror por su participación en la serie Buffy, la cazavampiros y en los flms Sé lo que hicieron el verano pasado y en El Grito 1 y 2, es la chica a la que se refiere el título. Veronika parece tenerlo todo y, al mismo tiempo, no tener nada, razón por la cual decide tomar una drástica determinación. Luego de ingerir gran cantidad de pastillas y alcohol, su intento se suicidio se ve frustrado e ingresa a una clínica psiquiátrica donde le advierten que su vida corre peligro (por motivos que no se explicarán acá). A partir se ese momento, su percepción de la realidad cambia para siempre. Con un planteo dramático que prometía mucho más, Veronika decide morir está basada en el best-seller de Paulo Coelho, y en manos de la realizadora Emily Young (Kiss of life), se convierte en un manual de autoayuda para combatir el bostezo. La directora recurre a silencios, primeros planos y movimientos de cámara para transmitir una atmósfera de desolación, pero no siempre lo consigue. En la trama, el personaje central se relaciona con gente nueva: Marie (Marisa Leo), una mujer marcada por la pérdida de su trabajo y su separación matrimonial; el director de la institución (David Thewlis), un hombre con más problemas que sus pacientes y, finalmente, con Edward (Johnathan Tucker, el actor de La masacre de Texas), un joven que no habla y se convierte en pieza fundamental de sus días. Y Veronika hasta logra enamorarse mientras espera su muerte. Lo que se dice un amor de locos. Los díalogos y las stuaciones románticas no resultan demasiado creíbles y el comportamiento que tienen los personajes se adivina con facilidad. A veces, es mejor la muerte...
Entretenimiento garantizado Adaptar la famosa serie de los años 80 a un formato de largometraje, cambiar los actores y sumarle la nueva tecnología era un riesgo que corrió el director Joe Carnahan y del que salió airoso. Brigada A: Los magníficos tiene todo lo que promete: humor, vértigo y acción muy bien dosificada en varias secuencias espectaculares. Los que conocen los episodios verán una "lavada" de cara, mientras que el joven espectador saldrá conforme luego de ver el film. La trama comienza con el Capitán John "Hannibal" Smith (Liam Neeson) al borde la muerte: está a punto de ser torturado y, en el mejor de los casos, devorado por perros asesinos. A punto, porque logra escapar y sale en ayuda de Face (Bradley Cooper) que no está en una mejor situación. No lo hace solo, sino que en su camino se cruza con B.A. Baracus (Quinton "Rampage" Jackson) y luego hará su aparición Murdock (Sharlto Copley), el arriesgado piloto que está loco de atar. El Teniente Templeton Peck (FAS o Faceman en inglés) encarnado por Bradley Cooper y que toma la batuta del protagonismo; el Capitán Howling Murdock, a cargo de Sharlto Copley y, por supuesto, Quinton “Rampage” Jackson como el famoso e inigualable Mario Baracus. La pata femenina la aporta la bella Jessica Biels erá la encargada del ejército que perseguirá sin descando a la Brigada A, además de haber sido el amor de Templeton en el pasado. El film también incorpora cameos de Dirk Benedict, uno de los protagonistas de la serie original.
Cómo aislarse del mundo adulto El director Israel Adrián Caetano dejó su huella en el cine con títulos como Pizza Birra Faso, Bolivia y Un oso Rojo, entre otros. Su nuevo trabajo, Francia, es quizás el escalón más flojo de su filmografía. Mariana (Milagros Caetano, hija del realizador) es una niña como muchas otras, pero logra aislarse del mundo adulto. No le gusta la situación que atraviesan sus padres separados (Natalia Oreiro y Lautaro Delgado), quienes se ven obligados a convivir bajo el mismo techo por cuestiones económicas. Ni siquiera su nombre: se hace llamar Gloria. Su mejor aliado es el disc-man que la ayuda en su "tarea diaria" de "no escuchar" lo que sucede a su alrededor. El film se titula Francia, pero se podría haber llamado Italia o España. Da exactamente lo mismo, ya que es el lugar a donde nunca podrián viajar los personajes de esta película. Caetano construye la historia a partir de la mirada infantil y se mueve en un mundo cotidiano que se vuelve amenazante. Natalia Oreiro, a cara lavada, logra transmitir el conflicto que arrastra y resulta lo mejor de esta propuesta. El resto se mueve apenas con corrección. Francia no crece con naturalidad y su visión provoca escaso interés, a pesar de la lograda escena final en un largo pasillo y con música de Rafaella Carrá. Esta no es precisamente una fiesta.
Manual para construír un superhéroe Creativo por donde se lo mire, este film basado en la historieta de Mark Millar (autor de Se busca) combina de manera eficaz el humor y la acción con los tópicos de relatos sobre supoerhéroes. Y se los toma en broma. En Kick-Ass, Dave Lizewski (Aaron Johnson) es un chico adolescente como cualquier otro, solitario, que crece bajo el cuidado de su padre (su madre muere de forma repentina durante el desayuno) y vive pegado a su computadora, frente a la que libera su libido sexual. De la noche a la mañana, enfundado en un ajustado atuendo verde que lo asemeja a El acertijo, decide convertirse en el superhéroe del título, inspirado en las historietas. Y esto le traerá muchos dolores de cabeza y unas cuantos huesos rotos. Y menos mal que no está solo en su osada misión de combatir el mal en las calles: en su camino aparece un misterioso vigilante llamado Big Daddy (Nicolas Cage) y su acrobática hija Hit-Girl, quienes están tramando un plan para detener al capo de la droga Frank D'Amico (Mark Strong, visto en Sherlock Holmes). Si algo define al film es la astucia para enhebrar todas estas historias en las que se ponen de manifiesto el despertar sexual, el romance, las apariencias engañosas (el protagonista se hace pasar por gay para estar cerca de la chica que le gusta) y el tema del doble oculto (o aquí no tanto). Y así desfilan por la ingeniosa trama los gags bien resueltos y dosificados, alternados con explosivas escenas de acción que harían temblar a más de un superhéroe. Además, está presente la venganza que impulsa Big Daddy, el otro héroe enmascarado (cualquier similitud con Batman no es coincidencia) y su peligrosa niña. Y un personaje más (el hijo del villano) que trepa al mismo nivel que Dave, permitiendo la lectura del "hijo malcriado de padre rico y Dave, hijo de padre trabajador". Las referencias a films populares y a series como Lost también están en boca de los personajes. En Kick-Ass todo funciona como un mecanismo de relojería y el resultado es un producto violento, con muchísimo sentido del humor y con un enfrentamiento feroz que recuerda al Kill Bill de Tarantino. Todo está contado en clave de sátira, donde el héroe no tiene superpoderes: los construye a partir de su imágen en Internet que cobra popularidad y se esparce como reguero de pólvora. Al igual que las balas y el humor de la trama. Imperdible.
Renace el romance por escrito La idea de contar una historia romántica con referencias al clásico de Shakespeare y ambientarla en la actualidad, se hizo en varias oportunidades. En Cartas a Julieta, el argumento puede pecar de ingenuo, pero funciona por los recursos propios del género puestos en marcha por el director Gary Winick. Y por el elenco que los sostiene. Cartas a Julieta propone un romance actual y rememora otro iniciado cincuenta años atrás, con toques lacrimógenos y de comicidad (los italianos que desfilan por la historia hasta dar con el hombre buscado). Si bien el final escoge un sendero trillado, el interés se sostiene hasta el desenlace. La protagonista, Sophie (la siempre convincente Amanda Seyfried), llega a Verona con su pareja (Gael García Bernal, hablando en inglés) y queda impactada por los pedidos de consejos amorosos que los turistas dejan escritos en los muros del patio donde se desarrolló la historia de amor entre Romeo y Julieta. Ella se une al grupo de mujeres que pacientemente contestan esos reclamos y descubre una vieja carta fechada años atrás, escrita por Claire Smith (Vanessa Redgrave), en busca de un italiano (Franco Nero) del que se enamoró en su adolescencia. A partir de ese momento, Sophie, junto a la anciana y su nieto (Christopher Egan), se embarca en una travesía de muchos kilómetros por Toscana para ayudar a Claire a encontrar a su "príncipe azul". Lo mejor recae en la recuperación del viejo romance, en el surgimiento del nuevo que se avecina sobre la protagonista y en el marco escenográfico ideal para desarrollar este relato. Y aunque no hay que ser un genio para adivinar lo que ocurrirá, el resultado se despega de las comedias románticas estrenadas en el año. El amor renace por escrito y se concreta como en un viejo cuento de hadas.