No es aleatoria la elección del título para esta reseña. En aquel excelente thriller de Curtis Hanson, una escena definía todo el conflicto de aquella película. Durante una cena, el personaje de la amiga de la familia interpretado por Julianne Moore se sorprendía de la introducción de una niñera en el seno familar, y alertaba “la mano que mece la cuna gobierna al mundo”. Esa frase perfectamente podría transplantarse a La nana, y ahí se terminan las comparaciones con aquel film, ya que esta obra (que data de 2009), va mucho más allá que aquella, profundiza más en otras cuestiones, y hasta podríamos decir que le da otro significado a la frase. Raquel es la mucama de los Valdés, entró a trabajar desde muy joven, y mantiene con ellos una extraña relación simbiótica. Raquel es la que se encarga de todo, sin ella la casa y la familia no podrían funcionar; es más, pareciera ser la única que realmente trabaja de todos ellos. Ella maneja todo, está pendiente de cada detalle, y sin embargo no es más que la mucama. Uno podría observar la primer escena y directamente abandonar la sala satisfecho, en esos pocos minutos está todo el meollo. Raquel está sola aparte, pero prestando atención a todo lo que sucede; de pronto la llaman para desearle un feliz cumpleaños, le dan torta y festejan, pero toda la escena es tan falsa que uno advierte cómo son las verdaderas relaciones ahí; ella podrá sentirse parte, pero no es recíproco, por más que se disimule. El director Sebastián Silva pone el foco en este ser que vive al margen y hasta pareciera aceptarlo; una mujer que entregó su vida a una familia que nunca la aceptará como una igual. Raquel es un ser oscuro, ciertamente perturbado, a la vez de encargarse de todo/s y preocuparse, también demuestra cierto resentimiento, y hasta realiza pequeños actos en contra de ellos. Este resentimiento será más profundo hacia la hija mayor a la que podríamos decir que aborrece, pero en un extraño sentimiento casi familiar o maternal. Por otro lado, Raquel se encarga de que nadie se interponga, ella se ha encargado siempre de espantar a las otras mucamas mediante juegos mentales o trampas variadas; repito, es un ser oscuro y complejo. En un momento, la familia traerá a una nueva asistente, Lucy, que resistirá los ataques iniciales de Raquel hasta convertirse en la única persona que la entiende y se preocupa por ella, pese a que tiene una “ideología” diferente. La nana es varios films a la vez, por un lado tiene una construcción de suspenso perfecta, el clima de tensión va in crescendo y uno no sabe qué es lo que puede pasar en esa olla a punto de explotar, realmente come los nervios, hasta hacerlo insoportable, incómodo; también hay fuertes dosis de comedia negra, ideales para relajar y también para graficar ciertas cuestiones muy duras de tratar de otra manera; y por supuesto hay una alta carga de drama personal y social. El camino obvio para una película como esta hubiese sido un relato declamatorio sobre las diferencias sociales; y eso está muy presente, pero en medio de un argumento atrapante que deja fluir las cosas sutilmente, por naturaleza, alejado de lo reforzado. La nana no sería lo mismo sin su protagonista, la excepcional Catalina Saavedra, la película es ella, la nana es ella, y logra hacer querible un personaje odioso por varias razones. No suelen llegar a nuestro país demasiados títulos provenientes de Chile, no se entiende por qué se tardó casi cuatro en estrenarlo acá, pero sea como sea, estas pequeñas joyas de la cartelera merecen destacarse y no dejarlas pasar, parecieran ser oportunidades que se dan muy de vez en cuando.
Al enterarnos que el director Jonathan Levine se encargaría de adaptar al cine la novela "Warm Bodies", uno podía imaginarse un giro completo de lo que fue su anterior film, el que lo puso en boca de todos, "50/50", esa suerte de comedia dramática con golpes bajos incluidos protagonizada por Joseph Gordon Levitt. También podíamos esperarnos, dado su lineamiento principal, que Mi novio es un zombie aprovecharía la vacante abandonada por la Saga Crepúsculo del amor juvenil “Inter-razas”; y como los rumores de esto eran bastante fuerte, los productores se encargaron de entregarnos un trailer que presumía desterrar esa idea, plagado de ironías y humor negro, burlándose decasi todo; ahí las esperanzas renacieron. Ya les digo, “Mi novio es un zombie”, no es ninguna de las tres cosas en un 100%; no es puro romance de hormonas adolescentes, no es todo lo irónica que se podía esperar, y tampoco es un giro tan profundo en la filmografía de Levine. Es ni más ni menos una entretenida comedia con toques de terror, y mucho del cine indie norteamericano. Relata en primera persona y en permanente off, es la historia de R (Nicholes Hoult, el ya no niño de “Un gran chico”), un zombie adolescente que, básicamente reniega de serlo aunque acepta las cosas como son. No se sabe bien qué fue lo que pasó, pero gran parte de la humanidad ha muerto y resucitado como zombie. Pero estos sujetos (¿llevando los últimos planteos de George Romero un poco más allá?) parecen tener conciencia, o algo así, tienen falsees de recuerdo de su vida pasada, y logran algo así como una comunicación y rutina diaria entre ellos. Del otro lado está Julie (la blonda Teresa Palmer), hija del lider de la resistencia (John Malkovich en plan quiero llegar a fin de mes a como de lugar) que no esta muy de acuerdo con los métodos ortodoxos de su viudo padre. En pleno ataque de humanos VS. Zombies, R (que no recuerda su nombre completo) ataca al novio de Julie, y para que no resucite como uno de ellos le come sus sesos; pero hay un problema, cuando un “no muerto” se come un cerebro tiene recuerdos pertenecientes al dueño original; y así, R se enamorará de Julie, la capturará y pretenderá defender de posibles ataques. Por supuesto, primero hay resistencia y luego nace el entendimiento común y el amor. “Mi novio es un zombie” da lugar para todo, hay momentos realmente divertidos, hay otros en el que vira dando lugar al romance clásico, y también tendrá momentos de acción y violencia que no llega ni por asomo al gore de Romero (hay unos “superiores” de los zombies, unos esqueletos, que esos sí son los malos del asunto) pero tampoco son livianos. Los momentos de humor ácido claramente son los mejores del film, pese a que algún chiste no funcione tan bien como debería. Otro gran acierto es la banda sonora, plena de canciones de hace 20 o 30 años ¡¡en vinilo!!, que se acopla muy bien en la trama. Levine hace un trabajo correcto como director, el film tiene buen ritmo y se sigue con interés pese a no tener un argumento muy complejo. También logra que se note su origen en el cine indie, con ese estilo medio “filósofo de la calle”, pleno de dilemas existenciales, y de comedia con amargura. “Warm bodies” corre cierto riesgo, abarca varios estilos, esto puede dejar satisfecho a un público variado, o dejar con gusto a más a la misma cantidad. Pero sin dudas nadie podrá reprocharle nada, ofrece poco más de hora y media de un entretenimiento confiable, eso solo ya no es poca cosa, sea que tu corazón esté frío o no...
El director David Ayer (Los dueños de la calle) sabe de lo que habla, en su filmografía como director y/o guionista cuenta con una cantidad de películas centradas en el mundo policíaco, la labor diaria, el heroísmo y los negocios sucios que la envuelven. Esta vez se decidió por abordar un proyecto de manera completamente independiente y tratar de filmar una historia decente en el cortísimo plazo de 22 días, el resultado es "En la mira". El argumento no presenta demasiadas complicaciones, es la rutina de dos policías compañeros y amigos, Zavala (Michael Peña) y Taylor (Jack Gyllenhaall) que van tras una pandilla mexicana; y sobre ese marco lo rodea las charlas de compañerismo, cierta filosofía de barrio, los códigos propios de la profesión, la lealtad al superior, el costado turbio al que se debe acceder para alcanzar un fin, y también la adrenalina diaria en la que estos muchachos se ven inmersos. El problema es que este recurso solo aporta adrenalina, vértigo, pero poco ayuda al relato quizás desorientando al espectador, de a ratos, a pesar de su sencillez. Será cuando adopte una veta más dramática cuando recupere su fuerza, se encamine y permita el lucimiento de sus actores. Ahí habrá menos desborde técnico, hasta podríamos decir que será más convencional, y sin embargo se convertirá en una película mucho más interesante. Ayer se encarga con talento de disimular algunos problemas de presupuesto, y lejos de parecer independiente, se ve como un film de primer nivel. En el conjunto, el costado narrativo sobresale por sobre la mera acción (que además es mostrada de una manera casi desangelada, ajena, como en esos programas de tv), y en el balance, Ayer, que también se encarga del guión (como hizo en la correcta pero sobrevalorada "Día de entrenamiento"), logra una buena construcción de personajes, de fuertes matices, aunque con algunos tópicos trillados o lugares comunes. "En la mira" intenta ofrecer una mirada distinta sobre la vida de los policías, pero llamativamente pierde encanto cuando se embarca en esta lucha, y lo retomará al mostrarnos lo que ya vimos repetidas veces; que detrás del heroísmo hay otras cosas, y nada es tan simple como se ve. Lo otro, la parafernalia, podrá gustar a los que disfrutan del cine de súper acción actual, ese en el que nada se entiende a propósito, el que confunde emoción con convulsión; para el resto, para los que busquen un contenido, deberán esperar hasta bien entrado el film, pero cuando llega, atrapa.
¿Cuánto vale poder pegarnos unos buenos sacudones en la comodidad de la butaca en medio de la oscuridad de una sala de cine?, los seguidores del género del terror saben que esa puede ser una sensación inigualable, en definitiva ¿no es buscando eso que se paga la entrada?; y cuánto más vale si estamos en presencia de una película que se destaca por su originalidad, por sorprendernos cuando esperábamos ver más de lo mismo. Lo aclaro desde un principio, "Mamá" es la típica historia de fantasmas que se nos viene contando desde tiempos incontables, pero con varios elementos que la hacen destacar y convertirse en una experiencia muy original, y ciertamente muy aterradora “a pesar” de los escasos recursos de su producción. Desde ya un largo tiempo fuimos aprendiendo que EE.UU. no tiene el monopolio en films de terror, muchas de las mejores películas del género no provienen de ese país (es más cuando intentan hacer remakes en su gran mayoría las arruinan); y como ya se probó en otras ocasiones (también de la mano del productor Guillermo del Toro, entre otros) España suele ser un territorio muy fértil a la hora de provocar buenos sustos en la pantalla. Si bien esta co-producción española canadiense suena, y en parte se siente, a producto hollywoodense, lo cierto es que el origen de su estilo debemos encontrarlo, bienvenido sea, en películas como El Orfanato, La Séptima Víctima y Los ojos de Julia. La historia comienza a todo ritmo, debido a la crisis financiera - ¿extraño golpe político? – un padre asesina a su esposa y escapa con sus dos hijas pequeñas al bosque, también con el mismo plan de matarlas. Pero cuando llegan a la cabaña alejada algo aguarda, algo que no vemos pero que termina con el padre protegiendo a las nenas. Pasan cinco años y Lucas, el hermano de Jeff – el padre de las chicas - (Nikolaj Coster-Waldau en doble papel), sostiene una investigación para dar con su paradero, y cuando ya casi todas las esperanzas están perdidas, las encuentran a ambas, salvajes, inadaptadas, viviendo en armonía con la naturaleza del bosque. Lucas está en pareja con Annabelle (Jessica Chastain), integrante de una banda de rock que ya desde el principio demuestra su alegria por no ser madre; pero en medio de una disputa por la tenencia de las niñas con una tía, ambos se mudarán e intentarán comenzar una convivencia, aunque dejando las cosas bien claras, ellos no son los padres. De inmediato las cosas saldrán mal, Victoria y Lilly (las hermanas) aparentemente hablan con la pared, hacen dibujos extraños, y se refugian invocando lo que parece ser un ser irreal creado por sus afectadas mentes, Mamá. Adelantar más de la trama sería entre obvio y molesto, por supuesto que las cosas se saldrán de control, y se iniciará otra batalla por la tenencia. Un dato que hace curiosa a esta película en nuestro país, es que su director y guionista es el argentino Andy Muschietti (tal cual se presenta en los títulos), y en realidad está basada en un corto anterior del mismo. Tanto en el guión como en la puesta en escena, el hombre sabe dosificar bien los ingredientes, la historia se sostiene perfectamente cuando menos muestra; el film está lleno de escenas sutiles que manejan muy bien el horror psicológico y es ahí donde cobra fuerza. En un momento se hará más explícita, el fantasma se hará presente, y (quizás por un exceso de CGI) el asunto perderá algo de potencia. Un punto fuerte, además del opresivo clima logrado, son las actuaciones, como siempre sucede en estas películas, Megan Charpentier e Isabelle Nélisse (Victoria y Lilly) son dos pequeñas grandes actrices y realmente meten miedo en frasco chico. Pero las palmas se las vuelve a llevar Jessica Chastain, rompiendo el concepto de “no hay que trabajar con niños”, su composición de Annabelle como una mujer que rehúsa de ser madre aunque es obligada es minuciosa y excelente... más allá de la espantosa peluca morocha que lleva. Adelanto solo algo, el final dividirá las aguas, no será del agrado de todos, pero lejos está de arruinar lo visto hasta el momento, y para este humilde cronista encaja perfecto con el tono general del film. "Mamá" es una experiencia que bien vale ser apreciada como se debe, en pantalla grande, en plena oscuridad y con un buen sonido que destaque sus detalles; puede ser una experiencia imperdible.
Hace ya unos cuantos años que se corrían los rumores sobre un film a gran escala que retomara el mundo representado por El Mago de Oz, aquel clásico de Victor Fleming de 1939 que adaptó parte de los relatos escritos de L. Frank Baum, recordado por mucho más que el sorprendente colorido del mundo al que Dorothy iba a parar luego de aquel remolino que arrancara su hogar. Hubo rumores de una adaptación del musical Wicked (todavía los hay), sobre un film que reacondicionara al género del terror; y luego del éxito (comercial, no tanto artístico) de Alicia en el país de las maravillas de Burton y Disney, se comenzó a pensar fuerte en este proyecto, adaptación de un relato anterior del mismo escritor que narra hechos previos. El desafío era enorme, tratar de representar un mundo que quedó grabado en la cabeza de varios como una iconografía por un film clásico de hace más de 70 años, y adaptarlo también a los tiempos de las superproducciones actuales, 3D incluido, porque en definitiva estamos ante un producto de Hollywood que busca captar a la enorme audiencia. Lo primero que hay que decir, es que estos dos objetivos están logrados en parte, existen un poco de ambas cosas, lo que llevaría a que las fuertes expectativas creadas puedan estar colmadas. En definitiva, "Oz, el poderoso", es lo que se esperaba, y ofrece lo que prometía desde sus primeros avances, nadie puede salir sorprendido. Para quienes no conozcan la historia, en esta oportunidad el film se centra en la figura de Oz (sobresaliente James Franco), un mago de feria con más de estafador que magia real, una persona a la que, en un principio no pareciera importarle el otro, solamente alcanzar su grandeza. Intentando escapar de una de sus estafas, huye en su globo aerostático para ser alcanzado por un tornado que lo llevará al mágico mundo de Oz, un lugar que, como su nombre lo indica, tendrá muchos puntos identificables con su entorno. Ahí se cruzará con dos brujas, Theodora (Mila Kunis, que intenta jugarla de Femme Fatale, para recaer en sus habituales alaridos), y Evanora (Rachel Weisz, demostrando nuevamente ser una perfecta conjunción de belleza y desborde de talento), que le explicarán que él es el enviado de la profecía para terminar con el malévolo reinado de la Bruja Malvada y así coronarse a rey. Empujado por la Codicia irá a derrotarla, pero allí conocerá a una tercer bruja, Glynda (Michelle Williams, a la cual los años le vienen haciendo justicia), un rostro que le resultará familiar... En primer lugar, la adaptación de Mitchell Kapner y David Lindsay-Abaire ofrece diversión y entretenimiento por donde se la mire; varios gags son graciosos y el espíritu de montaña rusa (y telenovela donde las tras damas se lo disputan) ayuda bastante. En este aporte cómico, también serán fundamentales las presencias de Zach Braff y Tony Cox. Los 130 minutos de duración realmente vuelan. A modo de homenajear el film de 1939, Raimi, optó por utilizar el mismo método de aquel, el mundo “real” es representado en blanco y negro anamórfico (en aquel era sepia), para luego desplegar toda la paleta de colores en el mundo de Oz. Ahí el despliegue visual será inmenso, si bien tanto Kansas como Oz son representados visualmente, la tierra fantástica planea ser de una belleza increíble, llana de detalles y colores fuertes, variados y pasteles, todo está puesto en pos del asombro. Pero aquí está el problema (quizás el único) de Oz el poderoso, al igual que sucede con las últimas superproducciones en los últimos años, se termina creando un abuso, y tanto colorido termina por quitarle vida, realismo al asunto. En el mundo digital se sabe que todo es posible de “crear”, pero cuesta otorgarle espíritu a las cosas, tristemente todo suena a plástico. A esto le podríamos sumar un 3D no del todo aprovechado. Sam Raimi, al igual que Peter Jackson podríamos decir, es conocido por ser un artesano, ambos provienen del cine clase B, y su estilo está en crear figuras “artesanales”, como si fuese hecho a mano, lo que le otorga cierto espíritu lúdico muy disfrutable. Jackson a sabido manterner, en parte, esa esencia en sus grandes producciones, pero a Raimi, desde Spiderman 3 a la fecha parece costarle encontrarse en su registro. Simplemente en Oz, el poderoso es dificil encontrar su mano, parece más un film hecho por los diseñadores de FX’s. Por el resto es un entretenimiento grandioso con todo lo que debe tener, muy disfrutable, impactante, y muy bien narrado. A unos pasos de convertirse en un gran film, si simplemente hubiese optado por algo más de sencillez. Sólo el destino puede saberlo, pero este Oz, el poderoso es un muy buen entretenimiento, aunque quizás no llegué a la altura de clásico.
Para (los muchos) que desconozcan su origen, la “teoría de cuerdas” es una “hipótesis” de la física que asegura que las partículas materiales que forman “los objetos” tal y cual los conocemos son en verdad vibraciones de un objeto de estructura básica llamado cuerda. Sería que todo lo que vemos y palpamos proviene de una estructura simple de cuerdas expandida a través de vibraciones producidas por las mismas cuerdas ¿Se entiende?, bueno más o menos; pero de esta teorías proviene el título y la premisa (por decirlo de algún modo) de este film experimental que se estará proyectando todos los jueves de marzo en el Centro Cultural de la Cooperación en el único horario de 20:30hs. "Teoría de cuerdas" es un proyecto – nunca mejor dicho – creado por Ernesto Baca que convocó a 11 directores (Clara Frías, Antonio González Mediondo, Luján Montes, Laura Focarazzo, Oscar Maio, Amado Casal, Luciana Foglio, Gabriel González Carreño, Juan Tancredi, Sergio Brauer, y Eugenia De Rossi) junto con el diseñador de sonido Esnaola Moro para realizar un film coral, de cierta manera episódico, con la propuesta de una banda sonora y un mineral para cada uno, y a partir de ahí plasmaran en imágenes lo que esos dos elementos le producían, claramente sin necesidad de una lógica estricta. Volviendo al principio, la teoría física habla de una estructura básica que se transforma con las vibraciones. La premisa de este film intenta aplicar eso; elementos básicos, un sonido, una imagen, un mineral, que se transforman en otra cosa (lo que sea) a través de darle movimiento. Estos once directores hacen uso de todos los recursos imaginables, se podrán ver imágenes en distintos formatos, desde filmaciones originales, hasta reconstrucción de otras filmaciones para darle un nuevo “sentido”, conjunción de imágenes fijas superpuestas, y otras saturadas o yuxtapuestas para causar una impresión. Ante semejante propuesta, no es fácil dar una sola opinión, "Teoría de cuerdas" renuncia a lo narrativo, no hay un hilo a seguir, son once “cortos” individuales, de diferente estructura y textura, pero que extrañamente logran un todo homogéneo. No hay una historia a seguir, ni general ni fragmentada, ni lineal ni alternada, es pura expresión de imagen hecha movimiento. Claramente no estamos ante un film para el público masivo, pero para quienes deseen contemplar una propuesta tan original, única, como arriesgada artísticamente no saldrán para nada disconformes. La sensación al haber abandonado la sala es la de haber visto algo que nunca antes se vio, tan interesante como subyugante, y extrañamente pese a no tener narración alguna logra atrapar al espectador. Aquel público ávido de experiencias artísticas tiene una buena oportunidad para ver un proyecto que rara vez llegue a estrenarse en una sala. "Teoría de cuerdas" viene a demostrar que no hay una sola forma de hacer cine, de montar una película; y este film, por más ajena que parezca que la propuesta y por más dependiente que sea de otras ramas del arte, es cine puro, en una esencia nunca antes descubierta. Adelante los aventureros de nuevas sensaciones frente a una pantalla.
Esa línea mínima que separa a un documental de un film de ficción, eso que hace que algo sea una “realidad” filmada o una representación ficcional, en Los días parece más borrada de lo general. Presentada en la última edición del BAFICI, esta ópera prima de Ezequiel Yanco logra crear algo único para un documental, ocultar la cámara al punto que sus “personajes”, “protagonistas”, no la sientan e interactúen narrativamente de la misma manera que si tuviesen un libreto, solamente que lo que dicen y actúan no es más que su quehacer diario. Lo que se muestra, en primer lugar pareciera simple, es la historia de dos niñas gemelas en el Conurbano Bonaerense. Es la vida diaria de Micaela y Martina y su rutina diaria en Quilmes, todo lo que se espera de a vida de dos nenas de nueva años, hasta van a un casting para un publicidad. Pero en un momento esa armonía propia de la rutina se rompe, mamá Norma debe “abandonar” la permanencia en el hogar para ayudar a papá Alejandro en una remisería; por lo tanto Martina y Micaela van a tener que arreglárselas solas buena parte del día. Yanco nunca abandona el registro calmo e intimista, aún en esos momentos en el que el mundo de las hermanitas cambia no acentúa los matices, es más, ni siquiera hace uso de música incidental, sólo hay sonido ambiente, y con eso le alcanza y sobra para crear climas. Lo mismo sucede con la fotografía, simple, sin remarcados, sin necesidad de enfocar de cerca, entrometerse; es la visión de alguien que mira desde afuera, que deja ser. Por momentos, este alejamiento y la economía de recursos puede convertir al documental en un retrato frio, quizás desangelado, pero gana en naturalidad, nada suena forzado; sí algo suena aburrido es porque en la rutina diaria es aburrido, nada más. A su vez, esa naturalidad favorece a una profundidad sobre otros temas que no se tocan directamente. La vida de estas dos chicas y su familia tal vez sólo puede ser comprendida en su totalidad por quienes vivimos toda la vida en un barrio del Conurbano; no hay necesidad de exagerar ni recargar las tintas, de manera colateral la problemática diaria de esa zona está presente. "Los días" puede ser un documental que divida las aguas, puede encantar a algunos, hallarse en su punto exacto; o puede sumergir al espectador en la misma rutina de los filmados sin nada nuevo que mostrar. Podría ser ficción, un botón de muestra de las muchas familias en condiciones similares, y también, por qué no, un retrato generacional. Los días viene a demostrar que cualquier historia, por más simple y minúscula que parezca merece ser contada, y si se hace con el ritmo suficiente como para mantener el interés, bienvenido sea.
Los hermanos Hughes se hicieron conocidos como dueños de una estética particular entre frenética y “artística”, con encuadres particulares y un ritmo acelerado y oscuro; hasta llegaron a ser considerados herederos de Tim Burton. Exagerados o no, lo cierto es que antes de "Desde el Infierno" (aquella relectura de Jack el destripador que los puso en el candelero) ya habían tenido algo de reconocimiento con un film diferente al resto de su filmografía, "Presidentes Muertos", y será en esta en donde deberemos buscar el estilo que uno de los hermanos (Allen Hughes) le imprimió a "Broken City", un clásico policial político como hacía rato no se veía en la pantalla grande. Una de las características más comunes del film de suspenso o policial con ingredientes políticos suele ser el enfrentamiento entre la figura y la contrafigura, entre aquel que quiere hacer las cosas bien y el que está inmerso en la corrupción; y acá tenemos a Billy Taggart (Mark Wahlberg, lejos de las publicidades de calzoncillos) un ex detective de la policía de Nueva York que fue obligado a retirarse de la fuerza de un episodio confuso y un largo juicio que terminó a su favor aparentemente gracias a las influencias del alcalde de la ciudad Nicholas Hostetler (Russell Crowe, lejos de los gladiadores romanos engominados). Pasaron varios años de aquello y Billy se la rebusca a duras penas como detective privado de muy poco monta; en medio de la desgracia y las deudas es convocado por Hostetler para lo que parece ser una investigación particular y privada, sospecha que su esposa Cathleen (Catherine Zeta-Jones, lejos de la juventud) lo está engañando y necesita la comprobación de las pruebas; claro, se necesita de la mayor de las discreciones. No hay que ser muy avispado para darse cuenta desde el minuto cero de la propuesta que las cosas no serán tal cual aparentan, es año de elecciones y Hostetler tiene una contrincante que le está pisando los talones. En medio de la investigación, y frente a las primeras pruebas, Billy recibirá una advertencia de la propia Cathleen, y el desenlace de los hechos, el amante aparecerá muerto. No crean que estamos tirando spoilers y adelantando todo el argumento, esto es solo la premisa original, a partir de ahí las cosas se saldrán de cause y hay mucho más para descubrir, pero no, no lo adelantaremos por acá; lo único y obvio, ni Billy, ni Nicholas, ni Cathleen son seres completamente limpios y la suciedad no tarda en salir. Hollywood mantuvo durante décadas una fuerte tradición en thrillers políticos, sobre todo a partir de los años ’70 con algunas cacerolas que se destaparon; pero en los últimos años este sub-género pareciera haberse perdido, y es por eso que Broken City parece un film original aunque en verdad sea tan clásico y de acuerdo a reglas establecidas. La política a gran o pequeña escala es un mundo sucio, lleno de secretos y traiciones y en donde nadie sale limpio, y esto es lo que viene a demostrar una vez más este film. Allen Hughes maneja el suspenso a base de intriga de diálogos, la trama se va enrareciendo y complicando cada vez más, y habrá que estar atentos para comprender todo lo que sucede. No van a encontrar acción a raudales (un poco nomás) ni ritmo apurado, "Broken City" no permite relajarse, exige de un espectador que comprenda y acepte todo lo que sucede. El argumento se desarrolla correctamente, aunque tiene ciertas fisuras bien disimuladas, y en esto es fundamental una dirección dura y marcada que lo convierte en un film si bien no sorprendente estéticamente, muy controlado. Los rubros actorales siempre son importantes en estas películas, y si bien el trío luce muy correcto, una vez más será Russell Crowe quien se destaca como un “villano” difícil de no querer a base de un alto carisma con la pantalla. Quizás no será un film que sorprenda, no destaca por su originalidad, pero sí es heredera de un grupo de películas que, tal vez mejores que ella, hacia mucho que no se veía. Seguramente encontrará su público cautivo.
Steven Soderberg es lo que llamaríamos un director ecléctico, después de darse a conocer por la interesante pero sobrevalorada "Sexo, Mentiras y Video" pasó muchos años en films pequeños hasta regresar nueve años al candelero con otro film sobrevalorado pero totalmente distinto al de 1989, "Un romance peligroso", y a partir de ahí comenzó una catarata fílmica digna de Woody Allen y su film por año. Esta extensa filmografía lo ha llevado por películas muy interesantes como" Vengar la Sangre" y "El buen alemán"; otras promedio como "Erin Brokovich", su versión de "Solaris", la biografía de El Che en dos partes, y "Haywire"; y otras directamente insufribles como la Trilogía de Ocean’s, Traffic, y "Full Frontal". Una carrera con altibajos. Bien, esta producción parece bastante por debajo de su nivel. Situada en Tampa, comienza con la historia de Adam (Alex Pettyfer) un joven sin mucha educación ni futuro que comienza a trabajar en la construcción. Ahí conoce a Mike (Channing Tatum), un compañero de trabajo del que inmediatamente se hace amigo, juntos van a pub, y ahí Mike se revela como el "mágico", la atracción principal de un bar stripper que parece, hace furor entre las damas del pueblo. Casi de inmediato, Adam entra en el mundo de esta personaje, conoce a Dallas (Mathew “años encima” McConaughey) el gerenciador, presentador, coreógrafo y dueño del espectáculo; y pasará a ser uno más de los “bailarines desnudistas”. De ahí en más, la película nos mostrará la vida de Mike intentando progresar, enamorándose de la hermana de Adam, y protegiendo a su amigo; y la suerte de Adam hundiéndose cada vez más en los peligros de la profesión. El problema fundamental con Magic Mike es que básicamente inconsistente. Intenta meterse en la vida probada de estos strippers pero sólo se queda en la más superficial; cuando decide mostrar algo de problemática y dramatismo lo abandona sin más remedio y sin darle una resolución. Pero tampoco funciona como “film erótico para mujeres” o algo así, inexplicablemente se trata de un film sobre strippers contenido, los bailes son mostrados sin energía, mal filmados y de manera rutinaria. Los diálogos ayudan poco y nada, Mike parece haber abandonado una cátedra de filosofía y letra para mostrar su calzoncillo, su supuesta intelectualidad no aporta más que risas involuntarias. Para peor, la ideología es directamente machista, hay dos personajes femeninos con algo de fuerza, y los dos tienen construcciones pobrísimas, la hermana de Adam pasa de ser una chica dura y seria preocupada por el futuro incierto de su hermano a en un tris babearse por el sudor y las tonterías bonachones de Mike; y la amiga bisexual de este, bueno, realmente no se sabe qué función cumple en toda la película. Los hombres son quienes llevan los pantalones, manejan el deseo a su antojo, las mujeres son seres instintivos que no pueden más que rendirse; misógino es lo menos a decir. En cuanto a los rubros técnicos y actorales, ninguno está explícitamente mal, todo en una media no destacable; casi como si hubiese sido filmada por algún principiante. En los años ’90, Paul Verhoeven vio su incipiente carrera amenazada por la desgraciada "Showgirls", algo similar le sucedió a Demi Moore y la soporífera "Striptease"; hay que decir que en comparación a "Magic Mike" todas ellas son ampliamente superiores. Ya es un hecho que el timorato Hollywood no sabe hacer films provocadores, tampoco era la intención de este espectador, pero por lo menos encontrarse con una historia convincente y atractiva, hecho que en esta oportunidad no se dio. "Magic Mike" está lejos de lo esperable para un film de Steven Soderbergh, sin dudas.
En 2006 luego de siete años de la aparición del primer "Silent Hill" para la PsOne, se estrenó la primer adaptación a la pantalla grande, titulada acá (extrañamente directo a DVD pese a que fue un éxito de taquilla) "Terror en Silent Hill", despertando opiniones diversas y contrarias. Por un lado, era un aceptable film de terror, con una estética interesante, que se despegaba de los estilos trillados del género; y por otro lado se despegaba de la historia original del juego, le cambiaba ¿innecesariamente? Los nombres a algunos personajes, cambiaba el sexo de la protagonista que pasaba a ser una madre en vez de un padre (aunque este aparecía como esposo), y principalmente, cambiaba el rol de la villana fundamental, que ya no sería la clásica Dhalia Gillespie (que aparecía, pero justificando su actuar), sino un personaje inventado excluvisamente para el film; Christabella. Tal vez por esa crítica que recibió (aunque con el tiempo adquirió el merecido reconocimiento del público) es que se tardó otros seis años en continuar con una secuela; y si bien, los productores anunciaron que sería convenientemente una suerte de re-nacimiento de la saga, lo cierto es que estamos frente a una continuación directa de aquel primer film, y también en una adaptación (más fiel que la primera pero hasta ahí) del tercer juego de la saga. Pasaron varios años desde los eventos originales, Harry Da Silva (Sean Bean) cambió su apellido a Manson (primer arreglo para volver al film más fiel) para poder huir de los “fantasmas” que lo acosan junto a su hija Heather (Adelaide Clemens) que acaba de cumplir 18 años. En realidad, Heather es Sharon Da Silva (Cheryl en el juego) la niña que, junto a su madre quedaba encerrada en el limbo de Silent Hill al final de la primer película, pero aquella logró sacarla mediante un medallón y regresársela a su esposo para que la criara. Heather vive con constantes pesadillas, y es poco lo que recuerda de su estadía en el infernal pueblo. Luego de varios sucesos, y pese a la advertencia de su padre, cuando este desaparezca secuestrado, ella regresará a Silent Hill en su rescate, acompañada de un nuevo amigo Vincent. Contar más del argumento sería un desperdicio para quienes no jugaron al videojuego, ya que como aquel, se va desarrollando por etapas, y hay algunas vueltas de tuerca de mayor o menor importancia. Sólo diré que amalgama muy bien, la diferente historia original con la historia del juego. Si algo destacaba al primer film (más allá de la estética) era que se trataba de una de las pocas adaptaciones que expresaba muy bien, la “jugabilidad” de su origen; en aquella, Rose, corría y se escuchaban sus pasos y agitaciones, buscaba llaves, resolvía acertijos, miraba y memorizaba mapas, y claro, se enfrentaba a unos cuantos monstruos como postas a superar en cada lugar que visitaba. En esta oportunidad, la sensación es igual, Heather recorre lugares, busca y encuentra, y en cada lugar hay monstruos para eliminar. La diferencia con aquel es que funcionaba perfectamente como un film aparte del juego. En este caso, es casi obligatorio para “disfrutarlo” completamente, no solamente haber visto la primer entrega, sino tener algún conocimiento de los videojuegos, su argumento y desarrollo como film de terror es bastante más débil que en aquel, al igual que la construcción de climas y escenarios; fácilmente puede convertirse en rutinario e incoherente. Quienes sí, conozcan el mundo de Silent Hill en profundidad encontrarán guiños a prácticamente las nueve entregas principales. Técnicamente, "Silent Hill 2: La Revelación" es correcto, aunque se nota un menor presupuesto. El uso del 3D está pensado para apuntar directamente al espectador, y es una lástima que las escenas de niebla (fundamentales en la nieve y en la original) aquí escaseen, es donde mejor se aprovecha esta técnica. Junto a Clemens y Bean, hay participaciones de Rhada Mitchel y Deborah Karra Unger repitiendo roles, y la incorporación de Carrie Anne Moss (Claudia Wolf), Kit Harrington (Vincent), Malcolm McDowell (Leo Wolf) y Martín Donovan (como Douglas Cartland el cual tiene muchísimas más participación en el juego); pero nadie esperaría en un film así actuaciones memorables. Silent Hill 2 cumplirá con el público gamer, el amante de la saga joystikera, al resto, al incauto, tal vez lo deje con gusto a más. La pregunta final es si estamos frente a un film independiente, o un deudor de un producto originado en otro formato, cada uno tendrá su respuesta.