No es la remake de Ringu con Naomi Watts sobre un fantasma en una cinta de VHS, no es el film de suspenso próximo a estrenarse con Halle Berry en un Call Center de ayuda a la mujer; aunque comparten título, nada tiene que ver esta La llamada con esos exponentes de Hollywood. Estamos hablando de una Co-Producción Ecuatoriana-Argentina, aunque nuestro país sólo haya aportado dinero y todo el equipo sea del país de Rafael Correa. No es novedad decir que Ecuador no es un país con una filmografía plagada de títulos, no llegan a los diez por año, y recién ahora están acercándose a este número por medio de fomentos y acuerdos de co-producción tomándolo como un logro. Menos es de esperar que alguno de esos títulos traspase su frontera. Pero viendo el resultado de esta película, rogamos porque sea una tendencia en crecimiento, una cinematografía a descubrir a la que hay que prestarle atención. La historia se ira desarrollando por capas, como una cebolla pelándose, pero para empezar a entender, esta breve reseña está bien. El resto es mejor ir descubriéndolo. La llamada es un film básicamente simple, directo. No tiene grandes logros estéticos, ni momentos deslumbrantes, pero sí una tranquilidad y una historia que atrapa como si estuviésemos frente al mejor suspenso. Si bien no es sorprendente desde lo visual, sí es detallista, minimalista, cada cosa está en su debido liugar y adrede para lo que se quiere decir; y ese minimalismo incluye las actuaciones, sin sobresaltos pero sobresalientes, tremendamente logradas. Anahí Hoeneisen como Aurora nos hace creer todo lo que le pasa y todo lo que dice, sus cambios de actitud, y el caos interno en el que vive, la película no sería la misma sin ella; el resto del elenco, en menor medida (es un protagónico absoluto) acompaña muy bien. Tal vez a alguno le parezca declamatoria, lenta, aburrida, morosa y moralista, extremadamente simple. Pero es el paquete que maneja La llamada, y juega más a la sutileza que al mensaje directo. Nieto nos muestra un mundo colapsado, atacado por lo tecnológico y que impide la comunicación entre los humanos, impide ver los verdaderos valores sociales; la conexión con la familia y nuestros seres queridos. La llamada no está destinada a convertirse en un éxito de taquilla, ni siquiera en su país lo fue; es para ese nicho (ojalá fuese grande) que todavía disfruta del mensaje detrás de la imagen, que busca que un film le deje algo más que un impacto visual que se olvida a los quince minutos. Si existen las pequeñas grandes películas, esta es una de ellas, y bienvenido sea si llegan más como ella.
Anexo de crítica por Fernando Sandro Luego de haberla anunciado repetidas veces durante 2012 finalmente llega a las salas "Mi peor pesadilla", comedia al estilo típico francés que no obstante tiene varias particularidades; su directora y su protagonista. La historia es simple y ultra conocida, Agathe (Isabelle Huppert) es una mujer correcta, fina, que vive acomodadamente con su esposo e hijo. Adrien, su hijo es íntimo amigo de Tony, y es así como Agathe conoce al padre de este, Patrick (Benoit Poelvoorde) un hombre tosco, desprolijo, en las antípodas de Agathe. Agathe circunstancialmente hospedará a Tony y Patrick ingresará a la casa como empleado; distintas situaciones (que no adelantaré pero que son obvias) llevarán al hombre a tomar el control del hogar trastocando la vida y personalidad de la calculadora Agathe. Ya se sabe, es el clásico, rechazo, compasión, amistad, y amor. Su directora es Anne Fontaine, y decía que es una particularidad, porque tanto ella (Cocó antes de Channel, Natalie X) como Huppert – la reina gélida del drama – no estan acostumbradas al ritmo de la comedia de enredos, a la típica fórmula romántica de odio-unión-separación-amor para siempre; y sin embargo, y pese a sembrar el camino de clichés, sacan el film adelante y con muy buenas armas. Uno se imaginaría en ese típico juego del “groncho y la dama” a una Nicole Kidman y a un Hugh Jackman (por citar dos estereotipos de entre miles) jugando al juego del amor-odio; pero Fontaine sabe que tiene otros interpretes, que son otras las cartas con las que juega, y les saca provecho. Huppert (espléndida como siempre) y Poelvoorde están más acostumbrados al clima dramático, al igual que la directora; por eso no encontrarán acá una pila de nervios, son enredos, comicidad y romance, pero a un ritmo tranquilo, agradable, y con gags directos y certeros. "Mi peor pesadilla" es una comedia de actores, un duelo entre dos grandes interpretes, y entre ellos hay mucha química y saben hacer creíble cualquier situación. También es fundamental el aporte de secundarios con grandes actores como Andre Dussolier y Virginie Efira. Con un guión más elaborado la ecuación hubiese sido perfecta, las cosas suenan a demasiada casualidad, a apuro en la escritura, a fórmula probada y segura sin riesgo. Pero por suerte tiene un elenco en donde apoyarse. Es un film menor, y tiene autoconciencia de serlo, Fontaine no es ni pretende ser Francis Veber, hasta pareciera haberlo hecho por encargo; para la vasta producción francesa de comicidad este será un film promedio, y aún así le alcanza para destacarse dentro de la media de comedias románticas. Como siempre, Francia entrega elegancia en sus films, y acá los paisejes de Luxemburgo relucn bien en pantalla, es un clásico for export. El juego del contraste también destaca en este aspecto, Agathe vive rodeada de arte, de “clase alta”, Patrick vive en una camioneta mugrienta. Son esos detalles los que la hacen a la vez que previsible querible, como si uno quisiera ver una y otra vez el mismo film con ligeros cambios. Como sucediera con la simpática "Rompecorazones" hace dos años, este exponente copia una fórmula de Hollywood y se la apropia al método francés. Puede sonar traspolado, impropio, ajustado, y lleno de clichés ajenos... pero en los momentos en que reluce el encanto galo por sobre la machietta típica se convierte en una experiencia adorable. Dios gracias que cuenta con esos grandes intérpretes.
Se renueva la cartelera y es hora de ver que nos propone "S.O.S. Familia en apuros", comedia con grandes intérpretes que buscan reubicarse en el panorama de la industria y de la que se esperaba mucho. De movida, les decimos, guión típico, desarrollo edulcorado, mensaje ultra-remarcado, y un elenco protagónico plagado de estrellas que brillaron hace tiempo en este tipo de cine y con probada buena ductilidad para la comedia. Es la historia de la Familia Decker, los abuelos Artie y Diane (Billy Cristal y Bette Midler), la hija de ambos Alice (Marisa Tomei) casada con Phil (Tom Everett Scott) y con tre hijos Harper, Barker y Turner. Artie, en plena crisis existencial por haber sido despedido de su trabajo como relator, y Diane aceptan viajar a casa de su hija, ya que el matrimonio joven debe/quiere emprender un viaje al cual no pueden/quieren llevar a sus hijos; claro, los abuelos deberán hacerse cargo. La película, de Andy Fickman -director de "Entrenando a Papá" entre otras-, plantea una suerte de batalla generacional; los dos mayores, cada uno con sus neurosis particulares deben hacerse cargo de tres chicos que lo último que quieren es hacerle caso a estos dos “viejos” con costumbres anticuadas. Mientras tanto, Alice y Phil parecen ir perdiendo el recuerdo de los valores familiares. Alrededor de esta trama de por más simple, los guionistas hilvanan una sierie de chistes o gags que, como de costumbre, variaran en su efectividad. "S.O.S. Familia en apuros" (título discutiblemente adaptado, el original -Parental Guidance- orienta más, aunque es menos ganchero) es una película de fórmula, quizás hecha a las apuradas y sin mucho esfuerzo. Muchas situaciones son forzadas, y la remanida anécdota de los pibitos piolas sobre los viejos cascarrabias cada vez hace reir menos (ya hasta irrita). Pero en algo acierta, es una comedia al viejo estilo, en donde sí, el mensaje está hiper remarcado, los hechos se tornan incoherentes, y todo termina demasiado bien y según lo esperado aún antes de entrar a sala; pero es entretenida y fuerza de valores probados, intenta demostrar que la fórmula no está muerta, y sí, los resultados son impares, pero por lo menos hace el intento. Dentro de ese, volver a lo clásico, el elenco es fundamental; sí, ninguno ofrece el rol de su vida, y varios diálogos son imposibles; pero todos son tan buenos en lo suyo que les alcanza para estar a un cuarto de máquina para sobresalir. Billy Cristal hizo toda su carrera a base de tres gestos, y lo bien que aún le salen, no necesita de más. Bette Midler hace de la típica conservadora, y vuelve a demostrar que los años no le han hecho perder gracia pese a que su personaje en construcción de guión le juegue en contra, es una reina. A Marisa Tomei los años no parecen correrles, tanto como para que creamos que es hija de ambos, hacía rato que no se probaba en una comedia simple, como aquella que le valió el Oscar a mejor actriz secundaria hace ya casi 20 años, acá se la nota algo incómoda y aún entregando una actuación convincente. A Tom Everett Scott quizás se lo recuerde por la ultra fallida "Un hombre lobo americano en París"... sigue con los mismos mohines de cuando tenía 20 años. Es el turno de hablar del trío infantil, tan simpático como odioso e irritante, no es que Bailee Madison, Joshua Rush y Kyle Breitkopf actúen mal, simplemente son odiosos en sus papeles. Comedia despareja, no llegará a ser un clásico, posiblemente pase desapercibida, pero tuve la experiencia de verla acompañado de dos generaciones, grandes y chicos, y ninguno salió decepcionado; divertir a una brecha grande puede serr un mérito pequeño, pero valedero. Es la historia de la Familia Decker, los abuelos Artie y Diane (Billy Cristal y Bette Midler), la hija de ambos Alice (Marisa Tomei) casada con Phil (Tom Everett Scott) y con tre hijos Harper, Barker y Turner. Artie, en plena crisis existencial por haber sido despedido de su trabajo como relator, y Diane aceptan viajar a casa de su hija, ya que el matrimonio joven debe/quiere emprender un viaje al cual no pueden/quieren llevar a sus hijos; claro, los abuelos deberán hacerse cargo.
No sabría decir cómo empezó esta moda, si fue Tim Burton en los ’90 con su estilo de cuento de hadas dark; si fue aquella sub valorada "Los Hermanos Grimm" de Terry William, la olvidable "Van Helsing" de Stephen Sommers, o la burlona de "Shrek" y las que le siguieron/imitaron; lo cierto es que hace un par de años Hollywood adoptó una moda que puede resultarle en taquilla, pero pocos resultados “artísticos” le ha traído. Adaptar los tradicionales cuentos infantiles que traspasaron de generación en generación desde hace siglos, a lo que se considera una visión adulta de los mismos... pero entendiéndose esto por recargar las tintas de la violencia, complejizar (supuestamente, en verdad la banalizan) la trama, quitarle la inocencia – fundamental en la fórmula – y agregarle un cierto contenido sexual o de pérdida de lo virginal. El pretexto es que, presumiblemente, en su origen estos cuentos fueron pensados para un público mayor, o que contenían otros mensajes o moralejas y con el tiempo se fueron “suavizando”. Cierto esto o no, dudo que en el Siglo XIX tuviesen la mirada “desangelada” que tienen hoy estos vacios productos Hollywoodenses. ?Entonces, del mismo lugar de donde salieron "La chica de la Capa Roja", "Espejito-Espejito" (aunque esta guardaba cierto espíritu infantil), "Blancanieves y el Cazador", y en menor medida la serie de TV "Once Upon A Time", llega ahora "Hansel y Gretel: Cazador de Brujas"; y como era de esperarse, el resultado es el mismo que en los anteriores (con la excepción de Once... que guarda ciertos atractivos aparte), la nada misma. A modo introductorio al principio se nos muestra a los pequeños Hansel y Gretel que son seducidos por una casa de dulces en donde los aguarda una bruja; como si nasda, estos se avispan más temprano que tarde y la cocinan; como un breve repaso frio y a las apuradas de lo que era el cuento. Rapidito pasamos a Hansel (Jeremy Renner) y Gretel (Gemma Attterton) ya mayorcitos y que, como se ve que les gustó el asunto de hornear damas malévolas, ahora se dedican a ir pueblo por pueblo cazándolas, como una suerte de cazarecompensas medievales pero high-tech. Pero claro, así como las cucarachas se van haciendo inmunes a los insecticidas, los hermanitos se cruzan con una bruja, Muriel, que evolucionó para hacerse inmune al fuego, y anda haciendo estragos con los niños de un pueblo; ah, la bruja tiene el bonito rostro de Famke Janssen. El director es el noruego Tommy Wirkola que viene de pegarla con "Dead Snow", un film sobre uno zombies nazis invadiendo un campamento militar; y hay que decirlo, por lo menos pudo respetarse a sí mismo (algo no muy usual cuando Hollywood chupa). "Hansel & Gretel" no tiene medias tintas, el film es salvaje, terrible, aún más que el film asiático estrenado el año pasado; y la utilización del 3D sí, es con el fin de lanzar miembros y partes humanas a cámara. No es de aventuras, es una película de terror, y aunque hay producción mantiene una suerte de espíritu clase B. Para dejar las cosas bien en claro en cuanto al tema de que no es cosa de niños, se le agrega una historia sexual, un presunto incesto, y un pasado tumultuoso. Los protagonistas, incluidos Jannsen y Peter Stormare que da vueltas por el elenco como un sheriff que se opone a los hermanos; tienen un interesante currículo de buenas interpretaciones, pero acá andan sueltos por la historia; los hermanos no tienen química ni fraternal ni sexual, Famke no asusta a nadie, y Stormare actúa como pensando en la próxima película que tiene que filmar... más allá de que nadie creeria que alguien del elenco es realmente alemán. Visualmente es llamativa, y tiene de bueno que es corta y entretiene a los que buscan acción. Pero sería bueno haberle cambiado el nombre a los protagonistas y que simplemente se llamase Cazadores de Brujas.
Tom Tykwer se dio a conocer en el mundo cinematográfico con la adrenalínica Corre, Lola, Corre y dado el prestigio y éxito comercial de aquella se le auguraba un destino de director de films de acción al ritmo de “cámara confusa que no para de moverse”, cine a 200km/h. Pero el alemán también es el director de las exquisitas "La Princesa y el guerrero" y "Perfume", de la no tan perfecta pero calma "En el cielo", y de los tramos más tranquilos de la reciente "Cloud Atlas"; salvo en la trepidante "Agente Internacional" no ha vuelto a filmar acción a raudales. Así llegamos a "Tres", estreno tardío en nuestro país de un film que proviene de 2010, una historia en la cual, lo único que sucede a las apuradas es la escena inicial con un travelling sobre un tren y una voz en off que nos habla de una pareja (casi) acabada; y aún ahí hay más lirismo que vértigo. La historia pareciera sencilla, es la de una pareja que perdió la chispa y tiene una periferia más que complicada. Ellos son Hannah y Simon (Sophie Rois y Sebastián Schipper), dos compañeros con demasiados planteos internos como para mantener viva alguna pasión. Hannah tiene un amante, Adam (Devid Striesow), un hombre aparentemente atractivo no solo físicamente sino por su personalidad, tanto que cuando Simon se entera del amorío, terminará manteniendo un affaire él con el mismo Adam. La trama parece sencilla de relatar, escueta, y es que es más lo que se dice que lo que sucede, por lo que en el trasfondo habrá mucho más que estos sencillos renglón y medio. Tykwer parece querer desarrollar un film sobre los conflictos de parejas, sobre las personas que se replantean el haber llegado casi a la mitad de su vida (y sobre lo que les queda por delante viendo lo construido hasta el momento), y sobre las relaciones abúlicas que la sociedad permite construir. Claro está, habiendo una relación homosexual en el medio, también estará el tema de la “polémica”, del despertar, el descubrimiento; pero no parece ser esto lo que más le preocupe al cineasta. La temática de los tríos amorosos, con la consecuente homosexualidad latente, no es nueva en el cine. Se me viene a la cabeza la fallida Threesome/Tres formas de amar, que allá por mediados de los ’90 intentó causar una (no lograda) controversia a través de tres universitarios que se relacionaban sin tapujos entre ellos. La diferencia con el film de Andrew Fleming es que allí donde se buscaba escándalo y ampulosidad a base de clichés y prejuicios; aquí las cosas suceden con más naturalidad, en fin de manera más realista. El problema con "Tres" es que en la búsqueda de esa naturalidad y hacer un “tratado sobre las relaciones de hoy día”, se termina cayendo en una solemnidad soportable sólo de a ratos, y muchas veces la convierte en discursiva, a la larga, pesada. Tykwer maneja al trío protagónico con solvencia logrando buenas performances, y hace un manejo de la cámara casi excelente (salvo determinado tramos que pueden resultar chocantes, como una operación de testículos mostrada con innecesario plano detalle). Tres es un film recomendado para aquellos que quieran indagar en los problemas de pareja desde un ángulo serio, a veces demasiado; es una experiencia interesante, tal vez no la más lograda de su director; pero en una cartelera cada vez más repleta de dramas manipuladores, una historias tan sencilla como esta puede resultar un aire fresco por más tratado que ya fue el tema.
Una película puede buscar sus méritos por varias cuestiones; un buen elenco es uno de ellos. Poner a un conjunto de estrellas, cuyos nombres resalten en la taquilla y le de algo de prestigio al asunto, es un buen recurso; y más si ese elenco se compone de actores talentosos que entregan buenas performances. Uno de los ejemplos más recientes del año pasado fue Curvas de la vida en la cual Clint Eastwood, Amy Addams y John Goodman remontaban una historia algo remañida. Algo similar ocurre con Fuerza Anti Gangster una película correcta, interesante, y en la cual para disimular los baches contamos con labores actorales sobresalientes. Es llamativa la apuesta del director Ruben Fleischer, después de ser reconocido por films como Zombieland y 30 segundos o menos, encaro un proyecto que podría llevarlo en otra dirección, digamos más seria; una historia de gangsters y policías ubicada en Los Ángeles en 1949. Sin embargo, desde la violentísima primera escena nos percatamos de que no será tan así. Fuerza Anti Gangster es una mixtura, de climas, de géneros, en definitiva de tratamientos. La ciudad está siendo conducida hacia la perdición por Mickey Cohen (Sean Penn), un mafioso ex boxeador sin ningún tipo de remordimientos y con ínfulas de formar un imperio del crimen. Estamos en la reciente post-guerra y el Jefe de Policía Parker (Nick Nolte) convoca secretamente al Sargento John O’Mara (Josh Brolin) para que forme y lidere un escuadrón cuyo objetivo será terminar con el reinado de Cohen, entregarlo vivo a la Fuerza para ser condenado por homicidio; con un detalle, el escuadron debe manejarse en las sombras, no figurará en ningún lado, casi como un grupo para-policial... o un team de super-héroes. O’Mara convocará al Sargento Wooters (Ryan Gosling), y a los Oficiales especialista en Keeler (Giovanni Ribisi), Ramírez (Michal Peña), Kennard (Robert Patrick), y Harris (Anthony Mackie); y juntos responderán a la violencia de Mickey con más violencia, por algo se manejan al margen de la ley. Una subtrama otorga más relevancia Gosling, Wooters mantiene un romance con Grace Faraday (Emma Stone), una de las principales chicas del mafioso. La película maneja una suerte de oscilamiento, a la manera de un Guy Ritchie moderado (por suerte), hay manejo de cámaras lentas, trayectorias de balas en primer plano, otros sucesos más acelerados, y repito, una carga de violencia excesiva e innecesaria para esta historia. Por un lado, conjugamos una típica historia de gato y ratón, policías y gangsters manejada con clasicismo; y por otro lado, como si fuese otro film, un ritmo acelerado, con algo de gracia y estilo modernista impuesto, como para atraer a un público distinto al acostumbrado a las historias policiales. Como atractivo extra, el film se basa en supuestos hechos reales, una serie de notas periodísticas que hablaban sobre un escuadrón para policial persiguiendo al mafioso Cohen. A pesar de algunas fallas y cambios abruptos en el clima; Fuerza Anti Gangster maneja dos cartas que le juegan muy a su favor, rubros técnicos muy cuidados (con una interesante ambientación de época) y lo que nombramos al principio; un elenco dispuesto a salvar las papas del fuego. Tanto Penn, como Brolin, Gosling y Emma Stone (en una extraña femme fatale de film noïr) cumplen con sus roles haciendo creíbles todas las situaciones. Pero hay otros que merecen ser destacados, Giovanni Ribisi algún día será reconocido por muchas grandes actuaciones, y Robert Patrick parece encontrarse en un eterno regreso glorioso; y sobre todo Mireille Enos en el papel de Connie, la esposa de O’Mara sabe hacer un gran rol de un papel pequeño, simplemente está perfecta en las escenas más demandantes. Fuerza Anti Gangters es un film noble, entretenido, y realmente fresco, pero más que nada, a la altura de los anteriores trabajos de Fleischer... con todo lo que ceso puede significar.
Nadie puede negar que Tom Cruise ha tenido una carrera exitosa a base de su imagen; habrá quienes digan que actúa mejor o peor, lo cierto es que una sonrisa suya siempre pareció valer más que las horas en el Actor’s Studio de muchos colegas. Está imagen compradora se la ha ido formando a lo largo de films suficientemente variados, y hay que decirlo, tuvo suerte a la hora de elegir proyectos. Luego del intento – fallido – de mostrarse como una estrella de rock ochentosa en la imperfecta La Era del Rock vuelve a lo que mejor ha sabido hacer en los últimos tiempos, calzarse un par de armas en cada brazo y salir a defender a su país; aunque está vez la historia proponía una vuelta de tuerca, agregarle la investigación de unos asesinatos. En Jack Reacher, Tom es el personaje del título, un ex militar, investigador policial y ahora privado que actualmente vive alejado como un vagabundo (o todo lo croto que se le crea al actor de Jerry Maguire, que es poco); como sucede siempre con estas películas un hecho más o menos fortuito lo hará volver a la acción. La película comienza cargada, un hombre baja de su auto y rifle en mano liquida a cinco personas en un estadio sin ninguna razón aparente, luego de esto huye. La investigación policial da con el principal sospechoso por medio de una huella y es el francotirador quien pide por nuestro héroe. Las reglas del género indican que primero se negará, después aceptará a regañadientes, y por último se compenetrará en el caso junto al Fiscal de Distrito (Richard Jenkins que oscila entre granes roles como el de la reciente Cabin in the Woods y cosas como esta) y su hija que oficia de abogada defensora (Rosamund “cubetera” Pike) intentando evitar la pena capital. La trama (basada en One Shot un volumen de una serie de libros centrados en Reacher) deparará varias vueltas de tuercas, revelaciones, secretos, y nadie parecerá lo que era en un principio; pero tampoco es de entusiasmarse, son los mismos giros esperables de manual que vimos varias veces. En este punto radica el problema de Jack Reacher, pese a que la trama se complejiza (demasiado) no depara sorpresa, llevando al espectador entre dos posibilidades, perderse en la maraña de situaciones, o aburrirse por la sensación de ya haberlo visto. Para calmar las aguas del diálogo propicio a la investigación, no nos ahorraremos de escenas de acción, algunas innecesarias; todas apenas correctas y con el frenético ritmo actual mareador. Ya lo dije arriba, la película se centra en Tom Cruise (pese a tener un elenco que incluye figuras como Robert Duvall) y este hace lo que puede con el rol de una persona que pide ser parco, sí acá no sonríe (tanto). En su segundo film como director, Christopher McQuarrie (guionista colaborador de Bryan Singer en varios de sus films, pero también guionista de El Turista) se encarga de otorgarle un clima específico a cada secuencia, así la película ira como una montaña rusa con momentos de tranquilidad y diálogo que anuncian un raudal frenéticop de tiros sin demasiada lógica; Jack Reacher parece ser su carta de presentación para su próximo proyecto, Misión:Imposible 5. Lo dicho no estamos en presencia de un mal film, espectadores con pretensiones de una más de acción y algo de intriga (con rusos malos incluidos, claro) no saldrán decepcionados; y sinceramente no creo que nadie espere otra cosa de esta película hecha específicamente para su público.
La Ciencia Ficción es uno de los géneros más maleables para crear una historia, puede ser encarada de muchísimas maneras, y dentro de ellas los juegos temporales siempre han sido un atractivo ineludible tanto para los realizadores como para el público. "Cloud Atlas", "La Red Invisible" es una nueva muestra de este sub-género, aunque sus particularidades la hacen difícil de encasillar en un solo “lugar”. Mucha era la expectativa y mucho se ha hablado respecto de la nueva obra del dúo de hermanos que en 1999 sorprendió a más de uno creando un nuevo ejercicio estilista en la Ciencia-Ficción con Matrix. Lo primero que hay que aclararle al espectador, si bien esta pelìcula tiene momentos de impacto visual, no encontrarán mucho del mundo de aquella película con Keanu Reeves y sus secuelas, quizás sí algo de la “plasticidad” de Meteoro en una de las historias, aunque mejor utilizada. Hay un tercer co-director además de Lana y Andy Wachowsky, Tom Tykwer, el alemán a cargo de "Corre Lola Corre" y la sub-valorada "Perfume", y este “atlas de las nubes” tiene mucho de él, por suerte. En una extensa duración de 172 minutos, Cloud Atlas se propone contarnos seis historias a través de la historia del universo, de la humanidad; y si el proyecto suena de por más ambicioso, la puesta en escena también lo es. No se puede adelantar mucho del argumento, los apuntes iniciales parecen simples y se irán complejizando. Cronológicamente, la primera de las historias se desarrolla en 1850, el notario Adam Ewing (Jim Sturgess) se embarca en un buque mercantil, ahí entabla relación con el Dr. Henry Goose (Tom Hanks) y con Autua (David Gyasi) un esclavo y eximio marinero. Pronto Ewing comenzará con preocupantes síntomas que Goose diagnosticará como un gusano cerebral al que solo él puede tratar. La segunda historia se desarrolla en la Bélgica de 1931, el novel compositor y gigoló Robert Frobisher (Ben Whishaw) abandona la cama de su amante y amor eterno Rufus Sixsmith (James D’Arcy) para terminar como asistente de Vyvyan Ayrs (Jim Broadbent) un artista que lo contrata para que componga la partitura de una canción con la que soñó, el sexteto Cloud Atlas del título. Ya en los agitados años setenta, una periodista con una herencia pesada Luisa Rey (Halle Berry) comenzará con una simple entrevista que se convertirá en una peligrosa investigación que, al mejor estilo espionaje, desenmascarará un trama de corrupción petrolera. En el 2012 actual, en Inglaterra, el lúcido anciano Timothy Cavendish (Jim Broadbent) será encerrado en un asilo familiar por su hermano (Hugh Grant) y emprenderá una hilarante fuga junto a otros residentes. Ya en un futuro relativamente cercano asistimos a un mundo mercantilizado en el que una suerte de clones son creadas para atender sin errores en un local de comida rápida coreano, pero en toda perfección hay fallas o secretos ocultos. Por último, más lejos aún (si!! pueden creerlo?) en una proyección post-apocalíptica, Zachry (Tom Hanks) y una suerte de emisaria de pitonisa, Meronym (Halle Berry) emprenderán un viaje en busca de revelaciones y salvación para su pueblo. La narración no es expuesta de manera episódica, todo lo contrario, las historias van y vienen, se entremezclan y cuentan al mismo tiempo. Hay algunas que se conectan de manera más fuerte que otras; pero en sí son relatos independientes contados simultáneamente. Esta idea fácilmente podría haber llevado a la confusión, pero no, ese es uno de los grandes aciertos de Cloud Atlas, una vez entrado el ritmo, el espectador difícilmente se pierda. Hay historias para todos los gustos, drama, comedia, acción, ciencia ficción futurista y apocalíptica, épico, suspenso; y aunque en varios tramos puede caer en la línea del ridículo, la verdad es que fluye muy bien. Todas los relatos, diferentes, confluyen en lo mismo, son historias de revoluciones libertadoras, más grandes o pequeñas, de acciones grupales o individuales; y ahí está su claro mensaje. Sin dudas, la cuarta y quinta historia son las más destacables. Por lejos, lo más destacable será el trabajo de maquillaje, Hanks, Berry, Broadbent, D’Arcy, Grant, Whisnaw, y los no mencionados Susan Sarandon, Hugo Wiewing, y Doone Bae entre otros jugaran roles diferentes en cada historia, como si fuese una reencarnación, una historia cíclica, y la verdad es que cuesta identificarlos más de una vez. Cloud Atlas es una película que puede gustar o puede ser odiada, pero no es el monstruo complejo que muchos esperaban, y ese ya es un gran punto a favor; las casi tres horas no serán tan graves para quienes se interesen por lo que se cuenta. Probablemente no sea la mejor película del año, pero sabe dosificar bien distintos momentos, y con eso le alcanza; sin dudas es una propuesta muy interesante.
Pocos géneros son tan esquemáticos, repletos de clichés y órdenes pre-establecidas como el cine de terror. Ya lo demostró Scream hace más de quince años, hay determinadas reglas que siempre se deben seguir, y el cumplirlas o desobedecerlas llevará al destino a convertirnos en protagonistas o uno de los primeros en caer. Así como la obra generacional de Wes Craven lo hizo con el sub-género slasher, ahora La Cabaña del terror va más allá, son las reglas generales del terror, y al igual que aquella, lo hace de un modo muy original. Imagínense una gran corporación en la cual gerentes, hombres de traje, y empleados muy aburridos decidieran el destino de un grupo de jóvenes, literalmente los metieran dentro de una historia típica de terror y de una u otra forma los obligaran a tomar todas las decisiones que no hay que tomar; de eso se trata esta ópera prima de Drew Godard. Cuando ven una película de terror ¿no son de los que le gritan a la pantalla pidiéndole al personaje que no vaya a tal o cual lugar, que no deje esa puerta abierta, que no vuelva para ver si el muerto realmente lo está? "La Cabaña del terror" se burla de todo eso y nos lo enrrostra casi al límite de la parodia. La típica, cinco jóvenes se van a pasar una temporada en una cabaña en medio del bosque, las cosas arrancan mal desde el principio, hay desperfectos y cosas extrañas, pero por la fuerza del “destino” llegan al lugar, una vez allí se van a encontrar con un libro extraño que no deben leer, pero claro, es un film de terror y se hace lo que no se debe hacer; lo que sigue es lo esperable pero no lo vamos a adelantar por acá. Lo que ellos no saben es que desde un lugar remoto están siendo vigilados desde hace rato, a través de determinados actos fueron llevados al bosque, del cual no podrán salir, y por medio de otras cosas “invisibles” serán obligados a tomar todas y cada una de las decisiones erróneas, aún a conciencia de que son equivocadas; los señores de la corporación manejan todo y monitorean la situación con un propósito que desconocemos. El argumento suena a totalmente descabellado y ciertamente lo es, pero una vez iniciada mantiene su propia lógica, y la suerte de mezcla entre terror (muy) gore y comedia satírica funciona casi a la perfección. La película, producida por Josh Whedom, busca los clichés y el elenco de jóvenes (entre los que se encuentra Jesse Williams de Grey’s Anatomy) está a la orden del día, todos son encasillados adrede, claro para eso los eligió la corporación y no los dejará salirse de ese lugar. Pero el verdadero plato fuerte está en esos señores aparentemente insensibles, empleados trajeados, compuestos por los geniales Richard Jenkins y Bradley Whitford, ellos tienen las mejores líneas, y se llevan todas las palmas. Como una mezcla entre The Truman Show y Evil Dead, La Cabaña del terror tiene preparada miles de vuelta de tuercas, y se la ama o se la odia, hay que estar advertidos, a muchos la autorreferencia los puede cansar. Promediando el final, cuando llegue la hora de las explicaciones, la lógica se debilitará un poco, hará su aparición en un breve rol Sigourney Weaver, y la película tornará a algo más tradicional; pero aún así, con lo conseguido hasta entonces, alcanzará para dejar contento a más de uno. Siguiendo en las comparaciones con el hito de 1996, como aquella, "La Cabaña del terror" tardó más de un año en estrenarse en nuestro país, y a esta altura ya es mucho lo que se ha hablado de ella. Por otro lado, la copia que llega a nuestras salas también es presa de los clichés, al original "Cabin in the woods" se le agregó la palabra “terror” en el título para hacerlo más ganchero. También salieron varios comentarios negativos sobre ella, pero nadie podrá negarle su extrema originalidad, el aire fresco a un género tan repetitivo como el terror. Quienes estén dispuestos a ver algo distinto a lo acostumbrado, y fundamentalmente, a reírse de lo que siempre ven y no tiene sentido, esta es su película.
A la hora de mostrar “el mundo juvenil”, el cine ha demostrado poder encararlo desde todos los ángulos posibles, desde las películas de surfistas de los ’60, los parranderos de los ’80 (y dentro de la misma década John Hughes y toda la pesadumbrez de la adolescencia), pasando por las generaciones perdidas de Cameron Crow, Gus Van Sant o Richard Linklater. Pero hay una temática que siempre está presente, el del nacimiento del amor; el descubrimiento de la pasión a la par de ir quemando etapas madurativas; de eso el cine ha hecho uso y abuso, y "Tengo ganas de ti" es una muestra cabal de eso, de lo largamente transitado del asunto. Lo primero que hay que aclara al espectador desprevenido es que estamos frente a una secuela de "Tres metros sobre el cielo", película de 2010 que retrataba la historia de los adolescentes Hache (Mario Casas) y Babi (María Valverde) en un principio incompatibles, pero al final enamorados aunque conflictuados; se trataba de un melodrama sobre el paso de la adolescencia y había mucha tragedia de por medio. La novela italiana de Federico Moccia (de mismo título) tiene una continuación,y es esta la que ahora el mismo equipo de actores, escritor y director, se encargan de adaptar al cine debido al enorme éxito de la primer parte. Lo extraño en nuestro país, es que "Tres metros sobre el cielo" no fue estrenada en salas, y no tengo registros de un estreno en DVD, Sí se la puede ver actualmente en rotación continua en un canal de TV Cable Premium (para los interesados); y lo que complica más el asunto, haber visto esta primera entrega es casi esencial para entender varios puntos de la secuela. Aclaro antes de centrarme en el argumento que necesariamente debo tirar spoilers importantes sobre Tres metros... Aquí, Hache regresa a Madrid desde Londres, luego de la tragedia que sufrió el grupo de amigos tras la muerte de Pollo (Álvaro Cervantes, aquí aparece en recuerdos o visiones) que hizo que todo se derrumbara y él y Babi se separasen indefinidamente. Con todos sus conflictos a cuestas, y sin encontrarse con su ex, ahora se le cruza por su camino Gin (Clara Lago), un alma libre, bailarina, fotógrafa, actriz, cantante, y desprejuiciada. Casi de inmediato comienzan el jugueteo y se enamoran; pero Babi está ahí en Madrid, y a la larga se reencontrarán. Hache/Hugo, Gin/Ginebra, y Babi tienen cada uno un pasado a cuestas, y no sólo deberán lidiar con ellos mismos y sus miedos; también estará la enfermedad de la madre de Hugo, una carga pesada para Gin, y los problemas de la hermana y los padres de Babi... y claro, el recuerdo del Pollo. Al igual que en la anterior entrega, el director Fernando Gonzáles Molina nos entrega una mezcla de comedia romántica con drama, en este caso no adolescente sino ya joven, veinteañero. El primer problema está en la falta de identificación con los personajes. Se puede optar por reflejar a la propia población o hacer un producto de industria, con pretensión de imitar a Hollywood, quizás aquí se busca eso; al igual que sucede localmente con las producciones de Pol-Ka y algunas de ASF, la película parece un film estadounidense menor doblado al español, y eso le quita mucha frescura. Los personajes son clichés (el hecho de que al nombrar a Ginebra piensen en la bebida y no en el Rey Arturo, ya habla de qué tipo de jóvenes son), repiten frases hechas, pomposas (es más, hasta tiene una página de Facebook dedicada a “sus frases”), y esto además de demostrar su condición de construcción literaria y, otra vez, restarle frescura, los vuelve esquemáticamente cursis, irreales. Casas es el protagonista exclusivo, y si bien tiene la pinta de una mezcla entre Ryan Reynolds y Taylor Lautner, calladito se defiende mejor; una mueca, una ceja levantada y actúa mejor que cuando habla. Valverde y Lago también son lindas y actúan un poquito mejor que el muchacho. Atención con la hermana de Babi, personaje irritante si los hay tanto en guión como en caracterización. Algo logrado en sus pretensiones, "Tengo ganas de ti" no envidiará nada desde lo técnico al cine de grandes estudios, la factura en ese sentido no es sobresaliente pero sí correcta. Gonzáles Molina (que también dirigió el despropósito de "Fuga de Cerebro" pero también la muy interesante tira "Los Hombres de Paco") hace un buen uso de un presupuesto que se nota abultado. En definitiva, gustará a aquellos jóvenes que no tengan mayores pretensiones que ver su telenovela compactada en una duración algo extensa para este film pero aún así corta respecto a algo episódico; y sobre todo, gustará a quienes conozcan y gusten de la primera entrega. El resto puede sentirse algo perdido a pesar de su simple argumento.