Complicado encontrarle algún error a una película que sabe lo que quiere ofrecer y lo cumple con creces. Un reparto con actores de primer nivel muchas veces ha fracasado, sin embargo en Kingsman: El Círculo Dorado todos se lucen gracias a sus identidades y funciones en el film. Matthew Vaughn sigue puliendo su forma de hacer cine sin pausas, con inventos que nunca pensaste ver y con planos que te harán alucinar. Ojalá existan más películas de Kingsman para disfrutar de los modales que hacen al hombre. Mark Millar es uno de los escritores de comics que más fama ha ganado en la última década, claro que de merecida manera por sus trabajos en las mejores editoriales, pero más que nada por su propio sello “Millarworld”. Ahí es donde fue creada Kingsman, la historia del servicio secreto de agentes al mejor estilo James Bond pero que cuenta con una versión mucho más cool gracias a la visión de Matthew Vaughn y el cine. En 2014 fue estrenada por 20th Century Fox “Kingsman: The Secret Service”, una película que sorprendió a propios y extraños. Nuevamente el vínculo entre el creador de comics Mark Millar y el director Matthew Vaughn se volvieron a combinar luego de trabajar en dos películas de Kick-Ass, otra de las creaciones de Millar, aunque esta vez el enfoque no era tan superheroico, sino que se trataba de una aventura de agentes secretos con escenas memorables, acción filmada con cámara en mano y un soundtrack brillante. Tres años después del mega éxito, Kingsman está de regreso. Durante la primera entrega de Kingsman, se vio la transformación de Eggsy (Taron Egerton) que pasó de ser un pibe de los barrios bajos de Inglaterra a convertirse en un elegante agente del servicio europeo. En su apresurada y prematura misión para salvar al mundo, Galahad logra vencer al villano interpretado por Samuel L. Jackson quien amenazaba con controlar el mundo mediante dispositivos electrónicos. La victoria de los buenos llevó calma para atravesar el luto de Eggsy quien sufrió la pérdida de su mentor Harry (Colin Firth) de manera trágica. En esta segunda película no parece haber pasado demasiado tiempo desde The Secret Service y rápidamente, la historia cuenta con una nueva villana que se trae un plan tan disparatado y divertido como lo tuvo Sam Jackson. La ganadora del Oscar, Julianne Moore es Poppy, una empresaria millonaria, egocéntrica y peligrosa que vive alejada del mundo cotidiano. Su principal ingreso y el motivo de su enorme riqueza es la comercialización de drogas a nivel mundial y el control de un grupo criminal desconocido por todos, conocido como El Círculo Dorado. Cansada de ser una persona que opera en las sombras y de que la gente no la conozca por ser la más rica del mundo, Poppy decide salir a la luz para controlar el mundo con un plan bastante original y extremo. Ahí es donde entra en juego el servicio secreto de Kingsman que intentará frenar una vez más al terrorista de turno que amenaza con acabar con buena parte de la población mundial. Como antagonista de esta excelente película, Poppy sorprende con cada uno de sus métodos dentro del Círculo Dorado, como así también en la personificación y desarrollo de su personaje que termina siendo querible por sus acciones y su salud mental. La explosión de la trama y el disparate para una aventura sin frenos al mejor estilo Vaughn, se debe justamente a una explosión que acaba con la clásica sastrería Kingsman y con todos sus miembros. Solo Merlin (Mark Strong) y Eggsy sobreviven al ataque y buscando respuestas para contraatacar, descubren una base oculta de Kingsman en los Estados Unidos. Jeff Bridges, Channing Tatum, Pedro Pascal y Halle Berry son el grupo de agentes que operan en norteamérica y que deberán trabajar en conjunto con los sobrevivientes del Kingsman europeo. A diferencia del ocultamiento mediante trajes elegantes, sus colegas de USA operan en el negocio del alcohol, en donde cada agente cuenta con un nombre de una bebida, como por ejemplo Champagne o Tequila. Agente Tequila. Simplemente genial. La figura del gran Harry (Colin Firth) está presente, como seguramente lo habrán visto en posters, trailers y cualquier promoción de la película. Hablar de su personaje sin revelar spoilers sobre la trama del film, es algo imposible, pero el sentimiento de que es uno de los mejores personajes de la franquicia es algo que no se pierde. El actor británico vuelve a ser de lo mejor de la película.
Crítica realizada por Gerald Evans @Evanstkh Dunkirk te tumbará. Nolan tuvo –y tiene- demasiado poder como cineasta para hacer su película perfecta, su producción definitiva, la mejor película de los últimos años. Christopher Nolan siempre dejó un escalón muy alto en todas sus películas, desde su debutante Following (1998), la atemporal Memento (2000), la extraña Insomnia (2002), el regreso del murciélago con Batman Begins (2005), la mágica Prestige (2006), el resurgimiento por todo lo alto con Batman The Dark Knight (2008) y The Dark Knight Rises (2012), el rompecabezas de Inception (2010) y la alucinante Interstellar (2014); ahora debuta en el tramado bélico e histórico con Dunkirk (2017), donde parece que ese escalón llega a un nivel insuperable, incluso para él mismo. Al momento de contar sobre el “milagro de Dunquerke”, Nolan hace uso de narrativas ya conocidas en Inception y Memento, donde crea líneas temporales distintas para dar coherencia a la producción, en este caso una historia sobre un muelle, sobre el mar y sobre el aire; cada una con una crónica diferente, una introspección personal distinta y un mismo objetivo: rescatar las tropas británicas acorraladas en una playa por el ejército alemán, al borde del peligro y a la espera de ataques. Desde el principio, Dunkirk sugiere una tensión implacable, ese es el trabajo de Nolan evitando el preámbulo innecesario de historias como recuerdos lejanos, desayunos familiares o las interacciones de pasillo que normalmente se utilizan para generar inmersión en los personajes. En su lugar, la película se deja caer en la acción, la tensión, el pánico y el temor de la difícil situación de cientos de miles de soldados ingleses. A medida que la película avanza, la dirección y producción de Nolan hace que se muestren sus más grandes deseos como realizador, sin olvidar su casi obsesión por jugar con el tiempo, la banda sonora y las expresiones en los personajes que cuentan la historia: que existe una claustrofóbica guerra con soldados atrapados por el mar y la tierra, aglomerados en largas filas en un gran embarcadero de hormigón y madera esperando barcos salvavidas o una lluvia de balas o bombas que podrían caer en cualquier momento. El multipremiado compositor y fiel a este tipo de obras, Hans Zimmer, toma un rol importante en la producción al integrar su perfecto cronómetro musical (en todo el sentido literal), donde entre compases de suspenso y tensión, pone carrera contra el tiempo a medida que transcurre el filme. Una cosa a tener en cuenta es lo poco que el diálogo figura en la película. Nolan podría haber borrado todo de la banda sonora, excepto la partitura de Hans Zimmer, con unos cuantos entretítulos aquí y allá, y habría funcionado igual de bien. Nadie habla a menos que tengan que hacerlo, y no hay ningún discurso o melodrama en absoluto. Cada diálogo que hay, es poesía. El conflicto hecho película narra los eventos en diferentes momentos: en tierra cientos de miles de soldados se quedaron varados en la playa por una semana. En el agua, la situación duró 24 horas, y por último, los aviones británicos sólo tenían una hora de combustible. Para unir estas diferentes versiones de la historia, se deben enlazar estos estratos temporales. De ahí surge la complicada estructura de un guion para contar una historia sencilla, pero espectacular. En medio de un enorme cielo azul y vistas panorámicas del mar, Dunkirk presenta un retrato de brutalidad incesante que simula el caos, la confusión y la brusquedad de la guerra violenta y sangrienta hasta el punto de que harán sentir que están ahí a los asistentes de la sala de cine. Actuaciones estelares de Tom Hardy, Mark Rylance y Fionn Whitehead (cada uno en su línea temporal) resultan impresionantes, al nivel de la misma película e imprimiendo a los personajes –dentro del poco diálogo- el carácter necesario para contar una historia sin llegar a debates personales. Visto en su forma óptima (70mm en una pantalla IMAX), la película captura la lucha por la supervivencia con intensidad visceral. Ofrece una inmersión en momentos angustiosos con una mezcla de sonido inigualable, acompañado de la majestuosa banda sonora compuesta por Zimmer. Nolan estuvo ansioso durante años para hacer esta película, plasmó todo lo que siempre tuvo en mente; hizo que Dunkirk fuera una producción vibrante y enérgica, pero sin salirse de las líneas de lo armónico. Dunkirk es lo que ha estado tratando de hacer con sus películas y lo sintetiza en un solo filme de manera estupenda. Es Nolan en su máximo absoluto, disfrutando de lo que hace y descartando todo lo demás con que antes innovó. Dunkirk te tumbará. Nolan tuvo –y tiene- demasiado poder como cineasta para hacer su película perfecta, su producción definitiva, la mejor película de los últimos años. Con todo lo dicho, no hay ninguna posibilidad de que esta película no sea una de las principales contendientes en los Oscar de este año, y que seguirá sosteniendo a Christopher Nolan como creador de piezas maestras.
Crítica realizada por Martin Gonzalez @zoomartin Transformers: The Last Knight es más de lo mismo, pero resulta más amena y divertida que otras películas de la franquicia. A pesar de su ritmo irregular, consigue que su duración no se sienta densa. La cinta empieza con un flashback que lleva a la época del Rey Arturo y el mago Merlín (Stanley Tucci): La clave para salvar al planeta está en el pasado secreto que los Transformers tienen con la raza humana. Mientras tanto, la historia de esta quinta entrega presenta una nueva villana, Quintessa (Gemma Chan), que quiere destruir a la Tierra, secuestra a Optimus Prime (Peter Cullen) y lo programa para ser su sirviente. El Último Caballero tiene todo lo bueno y todo lo malo que se puede esperar de Michael Bay. La historia es la más bizarra y delirante hasta ahora, aunque se nota un esfuerzo por unir varias tramas anteriores y tratar de tapar agujeros, sin embargo, termina creando otros. Se presentan algunos personajes nuevos que pasan sin pena ni gloria y algunos otros, como los Dinobots, vuelven a estar desperdiciados. El tono es un gran acierto: la película no se toma en serio a sí misma, lo que ayuda a pasar por alto ciertos momentos ridículos. Además, está llena de humor que funciona y está bien dosificado. Es llamativo el agregado de tonos “familiares” de la mano de Isabela Moner en algunas escenas que están apuntadas al público más joven. En actuaciones, lo mejor es Anthony Hopkins y su mayordomo Cogman (Jim Carter), un viejo robot con problemas de ira que actúa como un opuesto de C-3PO. Ambos aportan los momentos más graciosos y divertidos haciendo que el relato se haga más llevadero. Mark Wahlberg logra desplegar más carisma que en Age of Extinction, mientras que Laura Haddock intenta ser el personaje femenino menos estereotipado de la franquicia. Como era de esperarse, las escenas de acción son enormes y Bay despliega sus trucos conocidos. Afortunadamente aplica menos cámaras temblorosas y más slow-motion, algo que viene incrementando desde Dark of the Moon (2011). Los efectos de la ILM son brillantes como siempre, pero esta vez se notan más pulidos y menos “dibujados” que en la entrega anterior. Otro detalle del apartado visual es que está rodada íntegramente con cámaras IMAX, lo que permite disfrutarla más en ese formato. Podría tener mejores diálogos, hay elementos que se encuentran agotados y se podrían quitar algunas escenas innecesarias, pero en su conjunto, es una propuesta sólida para tomar un balde de pochoclos, disfrutar de las explosiones y acompañar al querido Optimus Prime una vez más.
Abstergo es una empresa que tiene, en principio, un único objetivo: eliminar la violencia en los seres humanos para "dominar el mundo". Para conseguirlo, la científica Sophia Rikkin (Marion Cotillard) y su padre, Alan (Jeremy Irons), capturan a Callum Lynch (Michael Fassbender), un joven que tiene un pasado complicado. El filme de Justin Kurzel, director de Macbeth y Snowtown, es una adaptación libre de la serie de videojuegos homónimos de Ubisoft. La narración apuesta a los saltos temporales: el 70 por ciento de la película ocurre en tiempo presente y el 30 restante en la época de la Inquisición española, en el siglo XV. Assassin's Creed tiene una seria complicación con su estructura narrativa y el peso entre lo comprensible e incomprensible no está equilibrado. Las secuencias que mayor confort darán al espectador medio son las que permiten a Lynch, -o Aguilar, en el pasado- lucirse en tremendas peleas durante su estadía en la Inquisición. Lamentablemente, a la hora de darle forma a la historia, esas secuencias carecen de sentido y, además, son solo tres. Por otra parte, el cuento que se narra en el tiempo presente, mayormente dentro de Abstergo, abusa de las explicaciones técnicas de todo lo que le sucede al protagonista. Los actores no ofrecen papales inolvidables, algunos prestigiosos nombres aparecen solo en cameos y la introducción de un director de espíritu anti-blockbuster y su equipo que siempre lo acompaña -también con un currículum prolífico- en la industria norteamericana no termina de cerrar.
Una película realizada con lo que la gente quiere: historia interesante, resolución simple y directa, grandes actores y muy buenos momentos. Cuando hoy se habla de “la nueva de Ben Affleck”, es complicado no pensar directamente en la figura de Batman. El Contador es la tercera película que estrena Warner Bros. en 2016 con Affleck dentro de ella. A principios de año, Batman v Superman fue la presentación del actor como la nueva encarnación del caballero oscuro, papel que repetiría meses después en Suicide Squad. Ahora, llega a los cines argentinos The Accountant, un gran thriller de acción con actores de primer nivel. El protagonista desde su consagración como director en Argo (2012) atraviesa un crecimiento deslumbrante en sus actuaciones, que deja muy atrás a ese joven Affleck que era nada más que una cara bonita. Con papeles bien logrados, que encajan perfecto con su físico y su forma de expresarse, el presente es otro y hace vivir al actor el mejor momento de su carrera. Ben Affleck interpreta al contador Christian Wolff que, además de ser el mejor con los números, es autista. Wolff es requerido por las figuras más poderosas del mundo para realizar trabajos de finanzas que nadie puede solucionar. Pero más allá del gran profesional que es, la película presenta un trasfondo muy importante con historias de su entorno familiar que jugará con sus cabezas durante todos los minutos del film, mientras implanta el deseo en el espectador de saber más sobre este personaje. ¿Cómo es posible que un niño autista sea en un contador tan exitoso? El protagonista se abre como una caja de pandora, brindando la sensación de que en ningún momento se lo deja de conocer. Los gestos y la profesionalidad de Affleck se ven muy potenciadas por los momentos de gran tensión que son explotados con escenas de acción que transforman al personaje en una máquina de matar. El director Gavin O’Connor (Warrior, 2011) es un especialista en llevar a cabo una historia rica que guarda lo mejor de ella para las escenas violentas. Los momentos de acción están muy bien filmados y logrados. Las peleas son muy reales, sus personajes están entrenados para la ocasión, y no hay nada que sea forzado. Todo está muy calculado y el resultado es excelente. Para poder contar El Contador, el director tiene, además de un excelente Affleck, las participaciones poderosas de Jon Bernthal (The Punisher en Marvel’s Daredevil) y el oscarizado J.K. Simmons (Whiplash, Justice League). Bernthal, sin spoilear su rol en la cinta, interpreta a un mercenario tan letal como el propio Frank Castle. El actor ya fue dirigido por los mejores cineastas, pero sin embargo todavía no es un peso pesado en Hollywood, por ahora su fuerte estuvo en las series, con participaciones en The Walking Dead ( e incluso en su propia historia del próximo año: Marvel’s The Punisher). En cuanto a Simmons, confirmado como el nuevo Comisionado Gordon en el universo DC, nos anticipa un poco lo que veremos en Justice League (2017), cuando encarna a un oficial que está dispuesto a descubrir la verdadera historia del Contador. Los primeros planos son minutos que hay que apreciar para comprender y entender sin muchas vueltas por qué este actor ha sido premiado como uno de los mejores. Luego de tanto sufrimiento, exigencias mentales y violencia, la película tiene sus respiros y encuentra la calma en la sonrisa de Anna Kendrick. Sin llegar a ser la molesta dama en apuros o el personaje femenino que está de más, Kendrick interpreta a una auxiliar de contabilidad que se interesa e intenta socializar con Wolff. Lo hace de forma correcta y cumple con su papel. Todos los protagonistas son importantes, brindan calidad a la cinta y demuestran el nivel actoral que necesita una gran película que solo se sienta en la historia de Wolff. Uno de los puntos más fuertes de El Contador es que tiene de protagonista a una persona con capacidades diferentes, algo que nunca falla en Hollywood. Como resultó en su momento Dustin Hoffman en Rain Man (1988), Ben Affleck interpreta a un hombre que atraviesa diferentes dificultades durante toda la película. No solo eso, también se dan el lujo de revivir algunos momentos de la Daredevil (2003) protagonizada por el actor, con guiños que solo los verdaderos fans podrán notar. Por momentos es posible que la película resulte lenta, con algún agujero en la trama, pero todo tiene un porqué y todo está pensado para poder comprender la cabeza del contador, uno de los mejores personajes que interpretó Affleck. The Accountant es la película que tiene Ben Affleck para mostrarle a su amigo Matt Damon y decirle que puede enfrentarse en un mano a mano y ganarle a Jason Bourne.
El intento de llevar a la pantalla grande a los villanos del universo DC y juntarlos en una misma película con Batman y el Joker pudo haber sido devastador, simplemente pudo haber sido… Si se habla de una de las películas mejores promocionadas de los últimos tiempos, se habla sin dudas de Escuadrón Suicida, de David Ayer. Luego de una enorme espera y con una semana de retraso en Argentina, la segunda película del año para los personajes de DC Comics llega para recibir palazos de todos lados. Palazos de todos lados: la crítica norteamericana la tildó de podrida en el sitio más consultado por el público; miles de fans están enojados por las escenas eliminadas; y Argentina no parece ser la excepción. ¿Cómo es posible? Alguien debe hacerse responsable. Es sorprendente y llamativo que un producto tan bien filmado y con grandes actuaciones no logre convertirse en una gran película, como lo debería ser. Batman v Superman: Dawn of Justice, la película que todos esperaban que sea un éxito y el despegue fundamental en el universo extendido de DC tuvo miles de trabas, pero el problema se solucionó un poco con el lanzamiento de la Ultimate Edition, con 3 horas de film y la presentación de la historia original. Muy lindo todo, pero ¿deberá llegar a esto Suicide Squad? ¿Cuál es el problema con el estudio que no logra presentar una película de manera correcta? Sus miedos y dudas afectan al desarrollo de este proyecto que quiere despegar con actores de la talla de Ben Affleck, Will Smith, Jared Leto o Viola Davis y que son dirigidos por profesionales de renombre como en este caso lo es David Ayer (Fury, 2014). En Suicide Squad se ve el profesionalismo de todos sus actores y la dedicación de Ayer para filmar cada plano y cada momento de acción. Todo este trabajo de excelencia se desperdicia y se tira a la basura, gracias a una edición que nunca ayuda a entender el propósito de los personajes, la historia de esta película y a la amenaza a la que se enfrentan, como así también la clara reducción de violencia en sus escenas. Luego de que Batman partiera miles de huesos en la última película de DC, el estudio se vio ¿obligado? a bajar un poco los decibeles y al estar en una película protagonizada por la peor escoria de su universo, los golpes físicos no resultan muy creíbles y prácticamente la sangre o el “chocolate” no están presentes en una película que sin duda tuvo que ser de categoría R. “Es un producto dedicado a los fans” fueron las palabras más utilizadas por todos los protagonistas del Squad cuando salieron a defenderse. Cuestionable desde varios puntos, como por ejemplo el hecho de que también soy un fan pero esto es muy difícil de dejarlo pasar. Sus personajes están excelentes, porque claro, se disfruta ver a Will Smith como Deadshot mientras asesina sin fallar ningún disparo, con la máscara blanca y un traje espectacular. También es muy linda la relación amorosa bastante sólida con infinidad de guiños, entre Harley Quinn y el Joker o también el gran momento que genera Amanda Waller con pelotas más enormes que cualquier hombre. El resto del cast cumple, al igual que sus compañeros, de gran manera en sus papeles: Rick Flag (Joel Kinnaman) encabezando el grupo como un verdadero líder, el Capitán Boomerang como un insoportable grano en el culo y Katana (Karen Fukuhara) hablando -muy poco- en japonés y actuando como una verdadera guardaespaldas. También sorprende la llamativa interpretación de Jay Hernandez de El Diablo, una de las mejores cosas de la película. El problema más grande que sufre Escuadrón Suicida es su edición final: una combinación errada entre la elección de escenas y el trato que reciben los personajes (en especial Killer Croc –Adewale Akinnuoye-Agbaje- que no se entiende para qué está en la película). Si piensan reunir un equipo de varios integrantes, al menos se le deberían brindar minutos de pantallas a cada uno, y no centrarse sólo en las travesuras que puede hacer Harley Quinn (Margot Robbie) o en los planes de Deadshot. La historia es confusa y va directo al acontecimiento que se puede observar en las mayorías de los tráilers. Amanda Waller (Viola Davis) presenta un proyecto al gobierno de Estados Unidos: los villanos serán liberados de Belle Reve, su prisión de máxima seguridad para proteger al país de un ataque. El grupo comandado por Flag encara una misión de una sola noche con las reglas que no pueden faltar en el Task Force X: los chicos malos tienen una bomba en sus cabezas y ante cualquier movimiento en falso o reacción inadecuada, la mujer poderosa los eliminará sin pensarlo. De los actores no hay nada para criticar, es más, son los únicos responsables de que el público tenga buenos recuerdos de la película. Muchos de ellos tuvieron la difícil tarea de personificar a los villanos por primera vez, y lo hicieron excelente. Tampoco se puede cuestionar a David Ayer, un director brillante en lo que hace. A pesar de la restricción de violencia, las escenas de acción, peleas y tiroteos siguen pareciendo geniales. Quizás uno de los que más sufrió la recortada del film fue Jared Leto y su Joker. La nueva interpretación del príncipe payaso del crimen, luego de que Heath Ledger lo encarnara en The Dark Knight (2008), dice presente en Suicide Squad pero aparece menos de lo que el público pueda imaginar. Su estilo gángster, sus dientes de plata, sus tatuajes y todo lo que tanto se criticó están perfectos. El nuevo enfoque para el personaje es el ideal para estos tiempos, pero no se pudo ver mucho y nos quedamos con ganas de un poco más. La violencia que maneja el Joker en esta oportunidad es pura adrenalina y su amor por Harley es de los más fuertes que se hayan visto en una película de cómics. No se desanimen con las palabras y los comentarios en contra de esta película, que al fin y al cabo es simplemente entretenimiento visual y cada uno saca sus propias conclusiones. Todos los personajes están muy bien respetados. El film es una locura: muchas escenas mezcladas, varias sin sentido, pero no por eso no se puede disfrutar de una aventura nueva (con el extra de que el Batman de Ben Affleck aparece en más de una ocasión). Suicide Squad pudo haber sido una excelente película, de hecho podría haber sido una de las mejores de su género, pero el manoseo del estudio responsable le bajó muchos puntos y no se lo permitió. Solo se puede esperar a que los responsables empiecen a confiar en sus productos para brindarles a sus directores la libertad de presentar lo que realmente prepararon, que sin dudas es mejor que lo que llega a los cines.
12 Horas para Sobrevivir es la película ideal para ir al cine entre amigos y reírse de las situaciones que presenta. Las muertes, los momentos bizarros y las actuaciones a media máquina funcionan ambientados en una noche ideal para el terror. El Año de la Elección es la tercera entrega de la franquicia iniciada en 2013, creada y dirigida por James DeMonarco. La premisa es interesante: en un futuro diferente, Estados Unidos opta por permitir todo tipo de delitos y atrocidades, sin consecuencia alguna, por una noche al año; mientras tanto, los políticos y líderes del país, definieron a La Purga como el acto que salvó a su nación de la quiebra económica. En el lanzamiento de esta franquicia, se presenció la visión de esa noche desde el hogar de un empresario de seguros (Ethan Hawke) que creía estar a salvo en su casa, pero finalmente fue un blanco para purgar. Esa película fue un éxito para Universal ya que las ganancias resultaron increíbles para una producción de muy bajo presupuesto. Su secuela no tardó en llegar y The Purge: Anarchy aterrizó en 2014, volviendo a llenar los bolsillos de la compañía, que brindó un mejor presupuesto para ampliar el concepto de la purga, pero esta vez desde la perspectiva de la calle. Su última película, que es el estreno cinematográfico de esta semana, presenta una sinopsis interesante: finalmente una política (Elizabeth Mitchell) se postulará a la presidencia para finalizar, después de tantos años, la noche de la purga. La rubia actriz que participó en la serie Lost, interpreta a la senadora y candidata a la presidencia de Estados Unidos, Charlene Roan. Charlie sufrió en carne propia de qué se trata esta terrible noche. Años atrás, en pleno purgatorio, asesinaron a toda su familia delante de sus ojos, y ahora (irónicamente) ella está dispuesta a poner fin a dicha tradición. El actual Presidente y su grupo oficialista se sienten amenazados por la figura de esta mujer que se ganó la aprobación de gran parte del pueblo norteamericano, muchos de ellos víctimas que sufren año tras año el terror de estar al borde la muerte. Ante la posibilidad de perder las elecciones y el control del país, a pocos días de una nueva Purga, modifican las leyes para que no haya restricciones a la hora de matar (hasta ese momento, los políticos eran los únicos que no podían ser purgados) y la senadora Roan es el principal objetivo para asesinar en 12 horas. Frank Grillo retoma su papel de Leo Barnes para ser el guardaespaldas y la única persona confiable de la senadora. A diferencia de lo que se vio de Grillo en The Purge 2, esta vez no es el personaje más importante, sino que el protagonismo se lo arrebata un grupo de personas que tiene su historia paralela dentro de la película. Los nuevos personajes son interpretados por Mykelti Williamson, Joseph Julian Soria y Betty Gabriel. Lo normal sería engancharse con la historia de la senadora o inclusive con el papel de Grillo que es Crossbones en Capitán América: Civil War, pero los mejores momentos de acción y comedia, entre tanta locura, lo brindan este trío de amigos dispuestos a sobrevivir en la noche oscura repartiendo plomo para todos lados. Es casi imposible que una tercera película de La Purga en tres años sea una gran obra de arte. Sin embargo, el film se supera en los aspectos visuales ya que está muy bien hecha, y la banda sonora acompaña para crear una atmósfera ideal para cada momento de esta historia. Las actuaciones dejan mucho que desear. Como cada película de terror-acción-comedia, el desempeño de los actores no es el fuerte, dado que lo importante es entretener y pasar un momento divertido en el cine. Si aman esta saga y les parece interesante su propuesta de matar sin consecuencias por una noche, acá se volverán a encontrar con entretenimiento a base de sangre e insultos excesivos que aprovechan al máximo su clasificación R.
Con un notable trabajo de dedicación y respeto hacía el género, esta secuela es una de las mejores películas de terror de los últimos años. James Wan volvió a ser el director que con poco hace mucho. En 2013 la llegada de “The Conjuring” fue todo un éxito y una bocanada de aire fresco con aroma a clásico para el cine de terror. Con el experimentado James Wan como director y Patrick Wilson y Vera Farmiga de protagonistas, El Conjuro supo convertirse en una de las películas por excelencia del género. Ahora, tras decepcionar a muchos con el lamentable spin-off “Anabelle” (2014), los Warren retoman el protagonismo para enfrentarse a nuevas entidades del más allá en una película que se disfruta de muchas maneras. Los colores utilizados, su fotografía, el vestuario y todo lo que abarca vivir una experiencia intensa desde su inicio al final son grandes aciertos de un director dinámico, expresivo y de un gran talento para desarrollarse cómodamente en historias que transcurren en un solo lugar. James Wan ya ha demostrado que sabe trabajar en pequeños espacios en SAW (2004), con una historia centrada en dos personas atrapadas en un baño, una clara prueba de que el director comprende y entiende el ambiente en el que trabaja. El cineasta también transmite su disfrute de asustar al espectador y su habilidad para utilizar el quiebre en el momento justo, ese momento tan esperado en toda película de terror. Su manejo de cámara para que cada escena sea incómoda para el público miedoso y la mezcla de sonidos agresivos con clásicos musicales es lo que más resalta de su trabajo. La narración es buena aunque en algunos momentos puede volverse lenta, pero todo tiene un por qué en la trama y termina siendo lo que nutre al guión que escribió el propio Wan. Los sustos no caen en lo obvio y cada plano utilizado brinda un homenaje a películas realmente aterradoras como The Exorcist (1974) o Carnival of Souls (1962). Los años que estuvieron alejados de sus roles como Ed y Lorraine Warren no se notaron en Patrick Wilson y Vera Farmiga, quienes volvieron a brindar lo máximo en sus papeles. Sutilmente se puede apreciar una relación de más años en la pareja que tiene como hobby una habitación plagada de objetos extraños. Los Warren se encuentran en el ojo de la tormenta, la exposición mediática que reciben luego de sus casos, entre ellos los de la película anterior, ponen en duda su misión de ayudar a los que más los necesitan. Esta vez la historia transcurre en el distrito Enfield de la ciudad de Londres, donde una familia compuesta por una madre y sus hijas es víctima de actividades paranormales en su hogar. La situación de los Warren a fines de los años setenta hacen dudar al vaticano antes de enviarlos a combatir a los espíritus malignos y, al igual que en su antecesora, el concepto de la ciencia se encuentra presente mientras choca con los elementos religiosos, explicando que todas estas situaciones confusas son un producto de la mente humana. Cabe destacar el trabajo que hace Madison Wolfe como la pequeña Janet, cumpliendo con el difícil trabajo de pasar a ser la dulce niña a la chica poseída de manera constante. Lejos está de compararse con lo que hizo Linda Blair en El Exorcista, pero su trabajo es mejor que el de varias de sus contemporáneas. Los colores desaturados, los juegos de cámaras y su banda sonora brindan la sensación correcta para una historia fría y oscura. En tiempos donde las secuelas o terceras partes no resultan, El Conjuro 2 puede romper con ese maleficio presentando un film interesante, aterrador y con escenas que quedarán grabadas por mucho tiempo. Sin duda alguna, se merece una inversión en los cines.
Es realmente increíble como una franquicia tan importante como X-Men sigue generando capítulos que emocionan y que reaniman el fuego mutante para un futuro más que esperanzador. Hace dieciséis que los jóvenes superdotados con el Gen X están en la pantalla grande y dos décadas que Bryan Singer trabaja para que así sea. El hombre que dedicó gran parte de su carrera profesional en este grupo de héroes, de los mejores que Marvel ha dado, vuelve a brindar un hermoso espectáculo con su ¿última? entrega, X-Men: Apocalipsis. Luego de la escena post-créditos de la última película de los mutantes (Days Of Future Past -2014-), la presencia de En Sabah Nur era inevitable y el enemigo más poderoso de los hombres X finalmente dijo presente tras cinco películas. Interpretado por Oscar Isaac, actor que empieza a escalar los mejores puestos de Hollywood luego de sus últimos trabajos en Ex Machina (2015) y Star Wars: El Despertar de la Fuerza (2015). El inicio de la película es devastador, la importancia del concepto “mutante” en la historia de la humanidad es realmente la verdadera gema y oficia de punto de partida para todos los conflictos venideros. Desde el comienzo hasta el final, los efectos especiales están trabajados en un nivel supremo para llevar a esta nueva aventura al máximo nivel. La nueva película de los X-Men explora la vida de los mutantes post eventos de Días del Futuro Pasado donde Magneto se paró frente a todas las cámaras del mundo para demostrar que su raza merece el respeto. Si bien todo indica que la primer trilogía nunca sucedió (debido a la corrección temporal de la precuela), es imposible no relacionar estas versiones jóvenes con los protagonistas de la anterior trilogía. En esta adaptación libre no se verá una historia calcada de los cómics sino que mantiene la base de actores de X-Men: Primera Generación (2011). Sí, es casi necesario haber visto las anteriores para poder entender muchos conceptos e ideas que finalmente cierran en la historia. Lo que toda la vida fue el verdadero motor de la confrontación de ideas en estos personajes se expresa de una manera muy emocionante. Por un lado, el profesor Charles Xavier (James McAvoy) y su constante deseo de poder vivir en armonía en conjunto con los seres humanos, acompañado de su compañero Hank McCoy (Nicholas Hoult), como los responsables de poner en marcha la escuela para jóvenes superdotados tal y como lo pidió Wolverine al final de DOFP: “Reúne a la familia”. Por otro, la oscuridad transitada en la vida de Magneto (Michael Fassbender) quien demuestra un poder increíble tanto como en el papel de su personaje como en su actuación, logrando sacudir y armar una revolución de sentimientos en el espectador. Los jóvenes mutantes encabezados por Cíclope (Tye Sheridan), Jean Grey (Sophie Turner) y Nightcrawler (Kodi Smit-McPhee) se acoplan excelente al grupo ya existente que cuenta con Mystique (Jennifer Lawrance), Quicksilver (Evan Peters) y el regreso de Rose Byrne como Moira MacTaggert. La dinámica que presentan todos este nuevo grupo de actores es prometedora para lo que se viene. Deja el camino de un líder nato como lo es Scott Summers, la excelente habilidad de Nocturno y el incompresible poder de Jean. Excelente elección de casting y una enorme esperanza hacía el futuro de los X-Men. En tanto al desarrollo del otro personaje que inclina la balanza de emociones en la película, nos encontramos con un Apocalipsis que utiliza el carril rápido para conquistar al mundo al reclutar a sus cuatro jinetes. Destruir todo lo que queda de él para construir uno mejor, frase icónica del personaje que finalmente no se parece al villano de los Power Rangers y que logra su cometido de mejorar, superarse constantemente y demostrar habilidades increíbles a lo largo de toda la película. Más allá de la importancia que tiene el villano en la historia, Bryan Singer tiene como principal objetivo demostrar la humanidad de los personajes, algo que nunca falló en sus películas y que a medida que se van conociendo nuevas historias mejora y nutre al espectador con perlitas, guiños, y referencias a las otras entregas que al fan le llegarán más de una vez en las dos horas veinte de película. X-Men: Apocalipsis recoge la posta que dejó Días del Futuro Pasado para seguir construyendo una nueva línea temporal con la formación clásica de los mutantes e inclusive finalmente el Profesor de McAvoy se presenta calvo como debe ser. Los nuevos actores entran para cautivar al nuevo público y también para convencer a los seguidores de la saga. ¿Se vendrá la gloriosa época de los 90?
Se inicia la Fase Tres del Universo Cinematográfico de Marvel con uno de los grandes anhelos de Kevin Feige y de todo Marvel Studios: Civil War. El #TeamCap vs el #TeamIronMan se enfrentan en la tercera película del Primer Vengador. Luego de Captain America: The Winter Soldier (2014), Marvel Studios vuelve a encarar una nueva película del súper soldado americano bajo un título extraído de las historietas: Civil War. Han pasado ocho años del lanzamiento del MCU (Marvel Cinematic Universe) con la presentación de Iron Man en 2008 y se cumplirán diez años de la publicación de la historia original escrita por Mark Millar, con una fuerte influencia del mismo en esta película dirigida nuevamente por los hermanos Joe y Anthony Russo. ¿Qué transmiten las películas de Marvel después de todos estos años? Está más que claro que no apuestan ni apostarán a la fidelidad de las verdaderas historias que llevaron a estos héroes al lugar que hoy ocupan en la cultura pop, y es por eso que Captain America: Civil War es un gran film de transición más que un mega evento -como tendría que ser- y ese es su principal problema. El año pasado se estableció que Ant-Man marcaría el final de la Fase Dos y que esta nueva entrega del Capitán América sería el inicio de una nueva etapa que explorará nuevos héroes, terrenos e historias. Mucho de eso es verdad. Civil War es una película que cae en medio de confusas situaciones y momentos que se caen de maduro luego de los eventos en Era de Ultrón para la vida de los Avengers, principalmente en Iron Man y el Capi. Un film ambicioso que tendría que quedar grabado en la memoria de muchos como una historia épica, pero de eso hay poco y nada. Las motivaciones de los bandos y el conflicto que durante casi tres horas está a punto de explotar y nunca explota, es simplemente muy deficiente para sostener una historia o una guerra, como lo dice el título de la película. Los Avengers luchan para salvar al mundo de amenazas que las fuerzas especiales no pueden enfrentar, por ende, hay consecuencias, hay pérdidas y muertes de inocentes. ¿Se preguntarán qué sucedió con las personas que murieron en las batallas vistas en Avengers (2012), Captain America II (2014) o Avengers: Age of Ultron (2015)? El general Ross (William Hurt) vuelve a aparecer luego de participar en The Incredible Hulk (2008) protagonizada por Edward Norton, para representar al gobierno que cuestiona a los héroes y actúa como una persona que intenta imponer el respeto que lograba Nick Fury al inicio de este universo, pero solo sirvió para poner cara de malo y ser un simple vocero que entrega y presenta el famoso “Tratado de Sokovia”. Su personaje, junto con la primera versión del Barón Zemo, interpretado por el alemán Daniel Brühl, dos de las peores actuaciones de la cinta. Ambos son importantes en la trama pero no se notó. Sin embargo, no hay nada para discutirle a los héroes: otra vez dejaron todo en sus roles. Chris Evans como el siempre creíble Steve Rogers / Capitán América trata de encontrar su lugar en este mundo moderno -aunque adaptándose mejor en este presente-, y sigue creciendo en el universo cinematográfico de manera contundente, mientras que Robert Downey Jr. presenta una nueva y brillante actuación de su personaje en donde se ve a un Iron Man con decisiones firmes sin importar que requieran violencia y, al mismo tiempo, poner paños fríos en el asunto. Scarlett Johansson (Black Widow) vuelve a enamorar con su sensualidad y su perfecta forma de pelear, mientras que Anthony Mackie (Falcon) y Paul Rudd (Ant-Man) son los mejores para sacarle al público las risas que toda película de Marvel necesita. Del lado de los “nuevos”, la inclusión de Black Panther es espectacular y posiblemente sea uno de los mejores héroes/personajes que presenta Marvel en la Fase Tres. Chadwick Boseman deja bien parado al poderoso T’Challa en este debut cinematográfico, y el detalle de post producción hace que el traje de Pantera Negra se vea excelente. Y si hablamos de los nuevos, Spider-Man es la gran novedad y el mayor de los atractivos en esta película. Tom Holland es el rostro de esta nueva versión del héroe adolescente, muy 2016, fresca y similar a la actualidad que se pueden ver en las series Daredevil o Jessica Jones de Netflix. Peter vive con la Tía May más hot y sexy de toda la historia (Marisa Tomei), pero a diferencia de lo visto con Tobey Maguire y Andrew Garfield, es una versión que tendrá mucho por demostrar en 2017 cuando estrene Spider-Man: Homecoming, para poder conocer su lugar en este mundo y entender su aparición fugaz en Civil War. El regreso del hijo prodigo a la Casa de Ideas deja con mucha hambre arácnida. El desenlace de la historia y la razón por la cual los héroes de Marvel se enfrentan entre sí es lamentable y roza lo decepcionante. Se puede notar que Disney/Marvel Studios intentan imponer un perfil serio que empezó a demostrar en varios pasajes de Age of Ultron y que realmente no termina de funcionar ni de encajar con sus personajes establecidos de otra manera.