Una Aventura Simple Dirección: Ignacio Ceroi Sección: Competencia Internacional Una resignificación del término aventura. La ópera prima de Ignacio Ceroi encuentra un tono dinámico y vertiginoso sobre una historia que es sencilla pero se la expone más compleja de lo que es, en eso el juego inicial otorgado desde el título es astuto. La historia del film empieza en 1995, cuando Edgar y David encuentran una escultura en una excavación arqueológica. Obsesionado con el hallazgo, Edgar se va a Perú para buscar a una figura mítica llamada Shapshico y desaparece. Luego nos situamos en 2021, el presente de la película donde María (Camila Rabinovich) quiere buscar a su padre, pero sobre eso nos concentraremos en el final. En el medio, se muestra un universo muy urbano y colaborativo, con una banda sonora compuesta principalmente por grupos independientes, como Las Edades, Chico Laser o Mi Amigo Invencible. Así María se vincula con Ramiro (Ramiro Bailiarini) y empiezan una relación tan sobria como tierna, sustentada por el buen trabajo de los protagonistas. Entre robos, fiestas, recitales, intentos de comunicaciones a través de arboles y viajes, el film salta de un punto al otro logrando esa aura propia del cine independiente con un dinamismo constante que por momentos marea en su estructuración y puede resultar un poco confuso con tanta información a procesar. Una vez en el viaje a Perú, Ramiro y María están decididos a buscar a Edgar y allí los planos y la fotografía toman otro color y un espíritu distinto, que logra su clímax en el relato fantástico del guía amazónico. En ese sentido “Una Aventura simple” se muestra como un relato místico indie, con espíritu urbano y sorprende por eso.
Cemento, el documental Dirección: Lisandro Carcavallo Sección: Música Una cita obligada para los rockeros o aquellos que pisaron alguna vez el reducto de la calle Estados Unidos 1234. El documental de Cemento es un documental testimonial que tiene como protagonista al semillero del rock, las entrevistas a los protagonistas y las principales bandas de rock que pasaron y se formaron por allí. No tiene sentido mencionar los nombres celebres, están todos, desde el punk, el metal, al rocanrol más popular y la contracultura teatral de los ochentas y noventas. El documental empieza contestimonios sobre las intenciones artísticas de Katja Alemann y Omar Chabán y la etapa discoteque, para pasar a la parte más conocida y su transformación en el espacio más importante del under porteño. Una polémica glorificación de Omar Chabán pero sin dudas fundamentada, el rock no hubiera sido lo que fue sin su figura. Su entendimiento y su relación con el rock superaba la simple gestión del lugar, el documental muestra la importancia de su impronta y la influencia que tuvo en los artistas del rock. Lo bueno del documental es que está bien estructurado para mostrar las diferentes etapas de la sede. Las iniciales intenciones y los cambios que generó en la cultura popular de la ciudad. Cemento habla a través de los músicos y como fueron desarrollándose en ese lugar, no habla de música sino de lo turbulento que era el rock durante sus primeros años. El problema quizás es la presentación del material de archivo en el trabajo final. Seguramente por un tema de costos no hubo una mejora o una recuperación de esas filmaciones, quizás también fue intencionado para mostrar la crudeza del lugar. Lo mismo sucede con la música que suena a lo largo del documental, no hay una gran recuperación de las bandas más allá de su mención o aparición. Aún así, se trata de un documento que tenía todo para ganar y el trabajo de producción fue impecable para lograrlo con éxito. Los testimonios son variados, difíciles y numerosos. La conclusión que deja el documental de Cemento en definitiva es un golpe a la relación de la política con la cultura, con el que estamos de acuerdo. Sin embargo, surge otra conclusión que el documental omite pero queda muy expuesta. Si Omar Chabán fue una figura tan importante, tan benéfica y tan grandiosa, ¿Por qué ninguno de los que habló salió a defenderlo públicamente luego del 30/12/2004?
Vidas complicadas La opera prima de Tomás de Leone se hace muy interesante desde un principio. Porque si bien muestra el dilema de un joven – Pablo (Nahuel Viale) – dentro de una familia disfuncional, que tuvo que crecer a los golpes ayudando a su madre alcohólica (Monica Lairana), también se hace cargo de los rebusques que éste debe hacer para subsistir. Pablo realiza trabajos delictivos de poca monta con una banda de conocidos, y por otro lado, empieza a dar sus primeros pasos en la cocina, su verdadera vocación, trabajando en un hotel que no le deja mucha plata. Los dramas internos y externos del protagonista son curados superficialmente por Mercedes (Malena Sánchez) que se involucra emocionalmente, con un gran limite. Los problemas de una vida en la que lo económico bloquea lo emocional. Pablo no está feliz con la gente que le rodea. Tampoco puede pedir ayuda con un padre que no quiere hacerse cargo ni siquiera de mirarlo a los ojos. De esa forma, el amor se transforma en una utopía. Y los miserables afloran, como es el caso de Parodi (Esteban Bigliardi), líder de la banda delictiva en la que operan. Bigliardi hace muy bien de tipo odiable y se gana la bronca del espectador. La tensión entre el líder y el resto de la banda se ve desde los primeros planos, y se marca en la fotografía, con planos más coloridos en los interiores y más achatados en los exteriores. Desde lo técnico, El aprendiz es impecable. Sabe imprimir la tensión y el suspenso con la música y sus silencios. Se trata de un film que deja los dilemas interiores de lado y muestra los problemas reales de una vida complicada. Donde el progreso se ve limitado por el contexto que le rodea, y la ayuda viene de los lugares más nefastos. Todos necesitamos una dosis de suerte y una mano en la vida. Algunos ni siquiera la ven pasar por más que lo deseen. El Aprendiz es la metáfora de una vida que deja dos caminos. Ponerse en maestro y juzgar a los demás por el camino que eligen, es mirar al costado y ver con egoísmo el mundo en el que vivimos. Y lo mejor de todo, es que lo logra sin apelar al golpe bajo o a la moralina.
El nuevo film de Matías Lucchesi (Ciencias Naturales), se centra en lo que no se puede decir. Sobre esa idea sus personajes constantemente se encuentran ocultando emociones, información o deseos. Para sostener esto es necesario contar con una base actoral firme y es allí donde el trío de Julio Chávez, Pilar Gamboa y César Troncoso hace un trabajo excelente para representar a tres personajes cuyas verdaderas intenciones están por detrás en todo momento. El film nos presenta a Fernando (Julio Chávez) que recibe las llamadas de su hijo, pero éste decide ignorarlo. Ahí se dirige a su velero dispuesto a navegar por el Río de la Plata, cuando a mitad de camino se encuentra con sangre en algunas hojas y en el marco de la puerta. Al abrir la puerta del baño se encuentra con una mujer asustada y llena de sangre (Pilar Gamboa), Fernando decide llamar a la prefectura pero ella le pide que no lo haga y la lleve a Uruguay. Él se niega, pero luego de un momento lo convence por lo menos para evitar el aviso a las fuerzas marítimas. Llegando al delta, aparece Mario (César Troncoso), un agente de prefectura conocido de Fernando que tiene un interés y una insistencia extraña en la situación de los habitantes del bote. ¿Qué es lo que ocultan? Fernando, su sentir y el motivo real de la huida, más allá de la enfermedad, es de esa clase de personajes de pocas palabras que Chávez muy bien representa. La mujer oculta parte de lo que le pasó, su relato de lo sucedido deja muchos huecos. Y Mario, sus verdaderas intenciones con la mujer, porque sabe parte de lo que la motivó a escaparse. Con ese marco, el suspenso se mantiene en todo momento y la expectativa queda puesta hasta el final. La fotografía del “El Pampero” brilla para mostrarnos los paisajes y para brindar un halo de tensión en un ambiente reducido, tanto en el velero de Fernando como en las sucesivas y escasas locaciones. Algo valorable del final es que eligió mantenerse sobrio y no especular con posibles caminos de los personajes. Si bien se resuelve muy bien, en ningún momento se explicita una solución definitiva para sus problemas. Sus vidas siguen y eso es todo lo que teníamos que saber. En esta clase de eventos tan extraordinarios que narra la película, es mejor no ser pomposo en la explicación.
Todo sobre el asado Dirección: Gastón Duprat y Mariano Cohn. Sección: Noches especiales Un film con el sello inconfundible Cohn-Duprat. Una costumbre tan argentina merecía un documental así. Narrado y desarrollado por el “Negro” Álvarez, “Todo sobre el asado” sigue a distintos personajes, costumbres y curiosidades sobre la comida más amada por los argentinos. Lo bueno del film es que más allá de enfocarse en una postura romántica de la carne asada, incluye miradas tan distintas y desopilante propias del universo que caracterizó siempre a los productores de “Televisión abierta” o “Cupido”. Con muchas frases para la posteridad, el film recorre la metodología y las tradiciones de parrilleros históricos, clásicos, chantas, innovadores, machistas, conservadores, herejes, malos asadores y académicos que teorizan sobre algo tan nuestro que hace imposible no sentirse atraído por el film. Todo sobre el asado exhibe desde la explicación de los cortes de carne y los distintos festivales de asado en el interior del país, hasta el oportunismo de la gente alrededor de esa comida, como la de algunos políticos que buscan apropiarse de la capital de la tira de asado o la de algún educador que enseña a hacer asados “practica y teóricamente”. La conclusión es la de siempre: todos dicen tener la posta pero “son muy pocos los buenos asadores”. Imperdible.
Un psicólogo de mediums El nuevo film de Olivier Assayas oscila entre el thriller y el terror psicológico; entre lo espiritual y lo material más mundano. Maureen Cartwright (Kristen Stewart) trabaja como personal shopper de Kira (Nora von Waldstätten), vinculada al mundo de la moda de muy alto perfil. Para los que no estén familiarizados con el trabajo de personal shopper, se trata de la persona que va a realizar compras de indumentaria, accesorios y a retirar encargos particulares. Maureen trabaja allí momentáneamente, ya que se encuentra en medio de un duelo. Su hermano gemelo, Lewis, murió recientemente y ella desea ponerse en contacto con él, ya que ambos hacían prácticas medium con el fin de convocar espíritus y comunicarse con ellos. Mientras tanto su novio se encuentra trabajando como programador en el Medio Oriente petrolero dominado por los jeques árabes, y Maureen espera en París una señal de su hermano. A medida que avanza el film nos vamos metiendo en un suspenso atrapador. ¿Por qué? La protagonista empieza a recibir mensajes anónimos sospechosos que desafían su conciencia y la ponen en la encrucijada de saber si se estaba comunicando con su hermano o no. El terror y el nerviosismo se apoderan de la protagonista, que se encuentra muy bien llevada por Stewart. En la nueva colaboración entre Assayas y Stewart luego de Clouds of Sils Maria (2014), la actriz norteamericana logra un gran papel al afrontar un buen tramo de la película actuando en solitario, mientras interactúa con su celular. El guión también colabora para potenciar ese drama y la incógnita que desea proyectar, lo mismo sucede con la fotografía sombría que contrasta con algunos vestidos de alta costura que se ven. Así, el argumento pasa del terror psicológico al policial con una soltura muy loable. Pero al avanzar el film, encontramos el problema en el mensaje final y el cierre. Estamos hablando de un film que toma un tema muy debatible, la presencia de los espíritus y su influencia en nuestra vida. Por otro lado, la potencia de las energías y de la vida después de la muerte. El film abre la discusión y pone en juego fichas fuertes. Más allá del jugueteo y el suspenso con el celular, hay otras situaciones fantasmagóricas más concretas y potentes que perturban a la protagonista, la dejan a la deriva y la obligan a tomar decisiones que van más allá de sus posibilidades. En ese sentido, Personal Shopper decide no tomar una postura firme. A pesar de exhibir situaciones sobrenaturales y jugar con ese recurso, la posición es más bien ambigua y eso le quita credibilidad al final. Una vez solucionado el conflicto con el celular, la tensión que quedó arriba baja abruptamente y nos deja a la expectativa de algo más. Lo que sucede después, lleva a la protagonista a solucionar su incógnita pero la respuesta que encuentra, si bien la encausa hacia una solución, no conforma ni filosófica ni narrativamente. No lo hace filosóficamente porque, por decirlo de una forma alegórica, apelar al famoso dicho “no existe pero que las hay, las hay” no puede ser puesto en consideración cuando se decide hacer que un vaso vuele y caiga ante los ojos del protagonista, por ejemplo. Quizás lo más interesante allí es que al tomar la resolución ambigua, el espectador que crea en espíritus verá al film como un mensaje a favor de ellos, y el que está en contra también vea en el film una visión agnóstica respecto a los fantasmas, o si se quiere, lo verá como una metáfora de lo que ellos significan. Respecto a lo narrativo, al resolver el conflicto del celular, la tensión baja y la espera por un nuevo giro más contundente queda en la nada. En definitiva, Personal Shopper se disfruta bien hasta que llega hasta su punto más alto y cuando plantea el debate, tira la piedra y esconde la mano. Por Germán Morales
Nueva identidad ¿Qué se puede esperar de una adaptación? Primero, que respete el estilo original o que no lo haga forzadamente. Segundo, que logre no ser una mera copia y trascienda hacia su propio espíritu. Por eso muchos se mostraban escépticos y desconfiados por lo que pudiera brindar esta versión de Ghost in the Shell (La vigilante del futuro – 2017) al venir de un animé tan complejo y filosófico. A pesar de eso, la expectativa al verla era obligada (por eso escribimos este artículo al respecto) y se puede decir que la versión protagonizada por Scarlett Johansson cumple en algunos aspectos, como en lo del “white-washing” que se encuentra bien justificado. Pero dejando esa polémica de lado, en otros puntos nos dejó con las ganas. Lo más fuerte del film está puesto en lo visual, los efectos y en la escenografía armada con CGI. Un poema visual para muchos de los amantes del cyberpunk y del futurismo. Entre Tokyo y Hong Kong, por momentos marginal, por momentos andrógino, con hologramas decorando la ciudad por todos lados. Los planos fotográficos que muestran la ciudad en profundidad son muy bien logrados y adaptados con la misma genialidad que la versión original. Ni hablar los efectos especiales, se trata de un film que obliga al espectador a ir al cine con su 3D bien ejecutado. En principio podemos decir que el film actual remite a partes de la película original de Ghost in the shell (1995) y a cuestiones centrales de la segunda temporada Stand Alone Complex (2002). Se trata de una historia que combina ambos argumentos para armar uno relacionado. La protagonista es la Mayor Mira (Scarlett Johansson), un androide de cuerpo robótico al cual lograron mantener con su cerebro con vida. Es la primera en su tipo, ya que los seres humanos hasta ese momento solamente van incorporando prótesis robóticas a su físico. Ella es la líder de la sección 9, un grupo policial del gobierno que se encarga de evitar delitos complejos. A medida que avanza la película, debe encontrar a Kuze (Michael Pitt), un hacker que conspira para destruir a todos los que formaron parte del proyecto 2751 de la compañía Hanka Robotic, la misma que le dio la nueva vida a Mira. La primera mitad del film se hace algo densa a pesar de las escenas de acción. Sobretodo en algunos diálogos, las explicaciones se hacen algo acartonadas y no logran llegar a la profundidad filosófica que tiene el animé original. Visto desde el objetivo de llegar a un público masivo puede entenderse esta intención. Más allá de la falta de profundidad, los diálogos en general son de las fallas más contundentes del film. No hacen lucir a su protagonista, ni a los personajes secundarios y especialmente a un personaje tan importante como el Dr. Cutter (Peter Ferdinando). En la segunda mitad del film, cuando Mira y Kuze se encuentran, la acción levanta y toma cierta profundidad más abocada a la crítica del poder de la corporación Hanka. La cuestión filosófica sobre la búsqueda de la identidad es muy liviana, pero en la relación entre Mira y la Dra. Ouelet se ven muy superficialmente las buenas intenciones de la ciencia que, a veces, oficia de movilizadores para intereses más oscuros. Eso es lo más profundo que tiene el film en ese sentido. Más allá de algunos encuentros que parecieron forzados, la escena final y la resolución dejan conforme a los que desean ir al cine a encontrarse con un film entretenido y de acción. Los guiños al primer film del anime le dan un toque especial para los fanáticos, también en el armado general del film que sigue parte de lo que se vio anteriormente. En definitiva podemos decir que esta versión de Ghost in the Shelll (Vigilante del futuro) cumple en su argumento, y se deja bien parada ante las versiones anteriores. A pesar de ir por detrás de sus antecesoras, vale la pena ver este film en el cine por la increíble explotación visual de un futuro avasallante.
En la guerra real, el exilio y el escape no son escritos por Hollywood Oscuro Animal es una película sin diálogos que retrata el dolor y el sufrimiento de 3 mujeres que escapan de la selva colombiana, marcada por la violencia de los paramilitares y la guerrilla, con rumbo a la ciudad. El detalle de hacer el film sin diálogos es claro. Busca enfocarse en el dolor y el sufrimiento que implica esta situación tan traumática, al escapar del lugar de origen. El principal problema es que este detalle queda un poco aislado cuando no hay una presentación de las mujeres y del conflicto en concreto. Se intuye que la intención de evitar la presentación, y de ubicarlo en tiempo y espacio, puede hacer del problema un conflicto universal que trascienda las fronteras colombianas. Pero si bien se ve a los hombres militares, las armas o la situación violenta, el film deja al espectador demasiado huérfano ante su propia imaginación, lo cual no está del todo mal, pero el desconcierto atenta un poco contra la interpretación y la apreciación de la película para todos los públicos. Las tres mujeres se escapan por motivos distintos, sin embargo, la violencia machista también es uno de los ejes de los escapes, además del conflicto armado. Los paisajes y la fotografía de la selva embellecen el film e invitan a seguir las acciones frente a tanto sonido ambiente. Eso colabora con la tensión que se da en las diferentes situaciones que, si bien tienen una cuota de dramatismo, no fueron lo suficientemente atrapantes para enganchar del todo. El film no entiende esa huida con la potencia dramática propia de las ficciones más comunes del cine, sino como una cuestión natural, oculta, de favores y sigilosa, más allá de algún momento más fuerte que el otro. Eso es un plusvalor porque muestra que el destierro real no necesita llenarse de una carga dramática potente para el espectador, ya la tiene por sí sola. Se trata de un trabajo incómodo en ese aspecto, por lo terrible del escape de una zona militarizada. Oscuro animal va de la selva a la ciudad, y el pasaje es quizás lo mejor del film. Es la bajada que ayuda a terminar de entender la soledad y el desamparo, la dificultad y la valentía que implica salir del lugar de toda la vida. Porque, por más guerra que hubiere, quedarse a seguir sufriendo continúa siendo una opción. Pero también realmente es muy difícil dar el paso de salir, porque implica ir hacia la nada y, por más organizaciones de ayuda que existan, cruzar esa frontera es encontrarse con una ciudad vertiginosa, aplastante y sin piedad. Nadie va a recibir con los brazos abiertos a esas victimas. Por ser pura sensación y apostar a explotar los sentidos de una forma diferencial, Oscuro animal se merece la oportunidad de ser disfrutada en el cine. Es una pena que apostara tanto a la corporalidad y a las sensaciones, y muy poco a la contextualidad que necesita el espectador. Ahí la sensación final hubiera sido otra.
Muere joven y dejarás un cadáver bonito Es difícil volver a ser un hito generacional. El film Trainspotting (1996) lo fue, y aunque estaba basado en situaciones del libro de Irving Welsh, las diferencias entre ambos eran notables. Lo importante del film, en esa adaptación, fue lograr plasmar el espíritu del libro y de una época, a pesar de su narrativa anárquica. Luego el film trascendió por naturaleza propia, claro, en el vértigo y la fantasía de un tipo de juventud, de una escena musical (tecno, punk y rockera), con las drogas como condimento, para un grupo de chicos de Edimburgo. Entonces, está claro que poner el nuevo film a la altura del anterior es innecesario. Lo mismo ocurre al comparar T2 con la secuela literaria “Porno” con la que tiene poco que ver, más allá de tomar la idea del sexo gestionado por Sick Boy. El problema de Trainspotting 2 pasa justamente porque esta secuela pone, sin que nadie se lo haya pedido, a su predecesora en un lugar de culto muy grande y por eso mismo pierde fuerza. Es un homenaje a la primera parte y no desea despegarse en ningún momento. Sin dudas, el film merece un homenaje y es de culto, pero no en el corazón narrativo de la segunda parte. Por eso, se puede decir, que así como la original toma a la droga más dura de ese momento (la heroína), en este caso, la droga que actualmente hace estragos en el mundo de las ficciones, la droga de la nostalgia (?) es la protagonista aquí. Ahora bien, sacando eso, la seriedad puesta desde la dirección, la musicalización y la actuación de los que llevaron a cabo esta segunda parte, hace que valga la pena ir al cine y volver a recordar. Así como crecimos con Toy Story, y luego volvimos a verla hace unos años, lo positivo en ese reencuentro fue que se creó una historia nueva a partir del crecimiento de Andy. En Trainspotting 2, vuelven a recordar lo mismo 20 años después, y queda una sensación de estancamiento tremenda. Quizás el acierto allí fue abordar el crecimiento de esa juventud. Así como los hippies se volvieron yuppies, los chicos de Edimburgo (y quizás toda una generación) se encuentra decepcionada por un presente sombrío, donde la promesa del progreso no se cumplió y los movimientos de nacionalismo crecen aplacando a la Europa unificada. Renton (Ewan McGregor) vuelve de Holanda, después de 20 años, luego de un ataque al corazón y viendo que su vida deambula sin sentido; Spud (Ewen Bremner) sigue siendo un adicto a la heroína, pero tiene un hijo y una ex mujer; Simon o Sick Boy (Jonny Lee Miller) continúa en el camino de la estafa y Begbie (Robert Carlyle) en cana, con ansias de tomarse revancha de Renton. El film retoma la bronca de los protagonistas con el final fresco, 20 años después. Y gira todo el tiempo alrededor de eso. “Eres un turista de tu propia juventud”, le dice Simon a Renton. Esta nueva trainspotting es básicamente eso. La continuidad también se marca en una excelente banda de sonido que acompaña Trainspotting 2, también con algo de nostalgia encima (Radio gaga de Queen y Dreaming de Blondie, por ejemplo). Pero también tiene brillo propio por un sonido más actual. Nunca va a estar a la altura de la original, pero tampoco se propuso convocar a las bandas más calientes del momento y ese detalle ya es un toque de originalidad a favor. El mismo estilo persiste con respecto a la dirección y la puesta de cámaras. Mantiene los mismos cortes de tiempo y juega con distintos tipos de filmación. En esos puntos, el film no decepciona y la actuación, sin descollar, está a la altura de las circunstancias. A pesar del buen agregado de Veronika (Anjela Nedyalkova), socia y compañera de Sick Boy, que se complementa muy bien con Spud y Renton, las situaciones que se suceden no muestran más que un par de travesuras y quedan opacadas por el recuerdo y el brillo de lo que fueron las anteriores, ya sea en los flashbacks de la primera película, como en escenas de sus infancias que no fueron parte de la predecesora. La comedia y las escenas de acción, sin dudas, la hacen entretenida y no generan un producto aburrido para el espectador, más allá de cuestionamientos a ciertas resoluciones que suceden. En ningún momento las dos horas se hacen largas, ni pesadas. Al rasguñar un poco más, es cuando se encuentra la decepción y la falta de un mensaje que en la original estaba más que presente.
La vuelta al lugar feliz La juventud, el despertar de la vida. Muchas de las cosas que pasan allí nos marcarán por el resto de la adultez. Para bien, para mal, la forma de percibir el mundo comienza allí y si bien no es absolutamente determinante, sí entrega el marco para continuar. Para Esteros, su director Papu Corotto decidió continuar el camino del cortometraje “Matías y Jerónimo”(2015). Los personajes se llaman igual pero la idea de la amistad de infancia se expande a algo más concreto que lo que el corto muestra. Este trabajo se intercala entre el pasado y el presente, y ahí hay una distancia marcada por el paso del tiempo y por la radicación de Matías (Ignacio Rogers) en Brasil. Más allá de los deseos, las personalidades están muy claras. Uno lleva su vida como quiere; Jeronimo (Esteban Masturini) hace muñecos para locales, escribe guiones y es abiertamente gay en Paso de los Libres. Mientras tanto, Matías vive en Brasil con su novia, trabajando en un proyecto relacionado con la soja puramente por plata y no por la vocación. El bello paisaje de Los Esteros es un protagonista más. Es el escenario en el cual la infancia de Matías (interpretada por Joaquin Parada) y Jerónimo (Blas Finardi Niz), muestran sus inocentes juegos que irán tomando otro color. Ahí, en ese lugar, tomando en cuenta lo técnico y lo narrativo, el film brilla. También en la dirección y en elección de los planos, para fortalecer el eje de la corporalidad de los actores. La continuidad y la química entre las dos parejas de actores es uno de los puntos fuertes, aunque la incomodidad de esos silencios claves se expresa demasiado tosca. Se trata de una historia de amor sin sorpresa, es una película que muestra el camino y no se desvía, por eso puede funcionar demasiado tanto para el cine gay, o para el género romántico y no para los de afuera. La musicalización (con el tema de los Charros como central) fue acertada para mostrar su objetivo. Esteros se encuentra llena de simbolismos para los protagonistas, se centra en ellos y más en su sentir. Nada de lo que interponga entre los protagonistas y el paisaje, tiene sentido en la película. Mucho de ese juego que suele tener el cine gay de los últimos años, marcado en directores como Marco Berger, se hace más que elocuente. De alguna forma, Esteros suena a algo muy familiar y por eso resta. Sin embargo, lo simbólico del trabajo lo hace redondo y eso juega a favor. El guión no hace agua en su objetivo central, y si bien parece un poco brusco el desarrollo de la escena más importante, también muestra que el deseo explota aunque el consciente no quiera. Es impulsivo y contradictorio. Esteros es un trabajo simple pero necesario para entender, que a veces,en la vida, no hay dar tantas vueltas cuando algo está ahí. Y menos con el amor. Pero, lo hemos visto tanto y el mundo es tan raro que el cinismo quizás nos venció.