El reconocido realizador Sebastián Borensztein vuelve a elegir a Ricardo Darín, luego de trabajar juntos en Un Cuento Chino (2011), para llevar al cine un enfoque poco convencional sobre la última dictadura militar. Esta vez, la intención del director es contar una historia sobre una época que ha sido relatada muchas veces, desde distintas ópticas, dentro de nuestro cine nacional: el terror de la dictadura. Darín interpreta a Tomás Kóblic, un piloto de la Armada que participó de los denominados "vuelos de la muerte" que decide dejar su oscuro pasado atrás. Huye de Buenos Aires y se esconde en Colonia Elena, un pequeño pueblo de provincia, intentando rehacer su vida. Nuestro protagonista, un hombre complejo y torturado, lidiará como puede con sus fantasmas hasta cruzarse con el desagradable Comisario Velarde, interpretado por un gran Oscar Martínez, quien rápidamente desconfiará de Kóblic. Y cuando este comienza una relación con Nancy (Inma Cuesta) dejará en claro que su intento de redención no será del todo fácil. Por su estructura argumental, Kóblic no solo es un thriller policial sino que además bebe de las interesantes fuentes del western. Una historia desarrollada en un pequeño pueblo manipulado por un corrupto "sheriff" hasta la llegada de un "desconocido" que enfrentará lo impuesto. Claro guiño ligado a lo mejor de los géneros clásicos dentro del cine, sumado a un trabajo técnico que se transforma en los más destacado en detrimento de un guión casi de cajón, donde muchos de los conflictos planteados de forma atrayente en un comienzo, concluyen algo predecibles. A medida que avanza la historia, Darín le irá concediendo a su personaje cierta honradez que genera una especie de dualidad moral, sobre todo conociendo el pasado del protagonista. A su vez, el director opta por repetidos recursos del flashbacks para poner énfasis en evocar su pasada participación en semejantes operativos despiadados. Esa paradoja (cobarde asesino/héroe humanizado) podría haber sido mejor utilizada, a favor del film, ya que se termina resolviendo de forma demasiado simplificada. Igualmente, Kóblic termina siendo un claro ejemplo de que se puede volver a relatar lo sucedido en una época pero desde otra óptica, con una vuelta de rosca que lleva todo lo conocido hacia el terreno de lo imprevisto.
Mucha confusión, demasiada destrucción pero, sobre todo, excesiva ambición. Este es, quizás, el gran error de Batman v Superman: El amanecer de la Justicia, la majestuosa producción del director Zack Snyder que junta a dos de los míticos personajes de DC Comics y que intenta construir un universo cinematográfico donde se desprendan, a partir de ahora, un par de exitosos títulos anuales. Con un largo precedente en las historietas, los dos personajes más importantes de DC hacen su aparición estelar juntos, aportando otro capítulo al género de superheroes en la pantalla grande. Un filme de acción con dos horas y media a puro efecto visual que no logra darle razonable y merecido cierre a una historia que lo merecía, pensando en el peso histórico de estas dos leyendas. Claramente, Batman v Superman tiene sus pros y sus contras. Que no queden dudas, estamos ante una película de Batman que permite que todos los demás personajes tengan tiempo de ampliar su relato y participación. Entre lo más destacable se encuentra un Caballero de la Noche agresivo, lleno de furia y muy obsesivo interpretado por Ben Affleck. Luego, mucho más flojo y casi sin desarrollo, encontramos a Superman de la mano del precario Henry Cavill. Además tenemos al Lex Luthor de Jesse Eisenberg , un villano excesivo en gestos que nos recuerda demasiado al Guasón; la magnética Mujer Maravilla de Gal Gadot, y para el final el acierto del nuevo y genial Alfred de Jeremy Irons. Con un comienzo muy atractivo, y seguramente los más destacable de la película, se introduce el enfrentamiento verbal y personal entre Bruce Wayne y Clark Kent; seguido por el tan ansiado enfrentamiento entre Batman y Superman; culminando un épico combate con una especie de King Kong Kryptoniano mitológico (?) con la aparición inoportuna de la Mujer Maravilla, introducida en la historia a los empujones. De esta forma, la narración llegando al final se desdibuja, cuando el antagonismo entre los titanes se desvirtúa ante una impulsiva presentación de nuevos personajes y subtramas como forma de epílogo para la lluvia de secuelas que Warner/DC nos tienen preparadas para el futuro. Un gran esfuerzo inserto a presión dentro de la trama principal que surge de la necesidad comercial de generar otros productos a futuro para las corporaciones Warner/DC. Por momentos da la sensación que los responsables del film están más preocupados en presentarnos los personajes de su próximo estreno, La Liga de la Justicia (2017), que con intenciones de terminar desarrollando, y llevar a buen puerto, la película en sí. Batman v Superman: El amanecer de la Justicia es una película dinámica, tanto en el orden de lo visual como de la intrincada narración que plantea, pero que luego de su convincente comienzo, se transforma en una exaltada progresión de secuencias que no paran de introducir nuevos datos sobre el pasado y el futuro del inmenso - e inalcanzable- universo de DC, olvidando profundizar en el enfrentamiento concreto y hasta filosófico- sobre la figura del héroe de Gotham y el extraterrestre de Krypton. Un film que se encuentra a la altura de las circunstancias, de las exigencias del público en general, pero seguramente no de las expectativas de sus fans. Aunque su base no parezca tan sólida, quienes estén interesado en una vertiginosa historia, y pasar más de dos horas y media a pura acción, esta es la película de superheroes que tienen que ir a ver.
Los animales lograron evolucionar, abandonando definitivamente su condición salvaje, y ahora coexisten todos juntos en su propia ciudad (Zootopia), claramente repartida en diferentes zonas donde cada uno se ubica según su menester. En este contexto, nuestra simpática protagonista -la conejita Judy Hopps- siempre soñó con cumplir su sueño de mudarse a la gran Zootopia y convertirse en la primera coneja policía en la historia de la ciudad. Enfrentándose a las exigencias de sus padres, Judy decide encarar el desafío. A pesar de su buena predisposición, le asignan sólo tareas de tránsito. Pero la misteriosa desaparición de una nutria le dará la oportunidad para demostrar su carácter, perspicacia y valentía. En esta búsqueda conoce a Nick Wilde, un estafador zorro con mucha astucia, que la ayudará con el misterio del cual tienen tan sólo 48 horas para resolverlo. Esta primera parte, enmarcada en una típica historia de superación personal de parte de nuestra protagonista, deviene en más en un thriller policial que en una simpática aventura de animales. Aunque claramente la comedia marca el pulso de la historia, lo policial está muy presente y se torna central. Claro guiño a las buddy movies policiales -subgénero que inició el director norteamericano Walter Hill con esa comedia policial llamada 48 horas (1982) protagonizado por Eddie Murphy y Nick Nolte- donde los personajes centrales, aunque de naturalezas completamente diferentes, deberán unirse para un fin en común. El proyecto es dirigido por Bryon Howard, Rich Moore y Jared Bush, responsables de éxitos animados como "Grandes Héroes" (2014), "Frozen: Una Aventura Congelada"(2013) y "Ralph el Demoledor" (2012). La intención original era retomar el espíritu de "Robin Hood" (1973), pero además darle una vuelta de tuerca a la historia en lo referente a su hábitat, dándole vida a una majestuosa ciudad poblada por simpáticos animales. El cambio dentro de la dinámica de los padres de la animación es sorprendente. Sobre todo desde la llegada de John Lasseter, uno de los fundadores de los estudios Pixar. Desde que se hizo cargo de las producciones animadas de Disney en 2006 los cambios son notables. Desde la genialidad de los recursos técnicos y de efectos, hasta los cambios en sus temáticas. Zootopia nos invita a recorrer un mundo tan mágico como misterioso, donde grandes personajes equilibran lo moderno y lo clásico sin perder el ritmo y su carácter infantil.
Sin lugar a dudas Star Wars: El despertar de la fuerza es una de las mejores películas de la saga, superando a la mesurada segunda trilogía que George Lucas lanzó en 1999. Su nuevo director, J.J. Abrams, se encargó de crear una epopeya más actual con una gran batería de recursos tecnológicos manteniendo las temáticas centrales de la mítica saga de ciencia ficción: la lucha contra el lado oscuro, los vínculos entre padres e hijos y, sobre todo, las traiciones entre los personajes. Al ser el séptimo episodio de una saga que casi cumple las cuatro décadas de vida, Star Wars: El despertar de la fuerza, retoma algunas líneas argumentales de las películas previas, pero también reinventa en parte lo que su creador, George Lucas, llevó a cabo con tanto éxito en los seis films anteriores. Además, al agregar nuevos personajes a la historia y relanzar la franquicia con nuevo director, la intención es más que clara: generar definitivamente algo nuevo. Treinta años después de la batalla de Endor, la galaxia no pudo acabar con la tiranía y la opresión. La Alianza Rebelde se ha transformado en la Resistencia, los cuales combaten los restos del Imperio Galáctico, ahora renombrado bajo la bandera de la Primera Orden. En este contexto, el último Jedi, Luke Skywalker, se encuentra desaparecido, pero existe un mapa que especifica su paradero actual. A partir de aquí, comienzan a presentarse de a poco cada uno de los nuevos personajes: el experimentado piloto de la resistencia, Poe Dameron (Oscar Isaac) y su adorable androide BB-8; Finn (John Boyega), un desleal Stormtrooper que toma la decisión de abandonar las fuerzas del Imperio Galáctico para unirse a la resistencia; y finalmente Rey (Daisy Ridley), una joven que se gana la vida vendiendo basura tecnológica que será elemento clave y motor de la historia. Del lado oscuro, los malvados Kylo Ren (Adam Driver) y el Líder Supremo Snoke (Andy Serkis) serán algunos de los villanos de turno. Pero eso no es todo. Los clásicos y queridos personajes de la historia también darán el presente. Algunos tendrán más tiempo en pantalla que otros, pero finalmente ahí estarán: Han Solo (Harrison Ford), Leia (Carrie Fisher), Luke Skywalker (Mark Hamill), Chewbacca, C-3P0, R2-D2 y hasta el Halcón Milenario, el carguero corelliano que Solo piloteaba en la primera entrega de Star Wars. J.J. Abrams logró amalgamar ingredientes del pasado para edificar una nueva cronología que promete mucho más para el futuro desarrollo de la saga. Además de su exquisita sensibilidad para poner en escena esta fantástica historia, hay que destacar su valentía, y no sólo por hacerse cargo de un clásico del peso histórico de Star Wars, sino por lograr sobreponerse a las comparaciones inevitables. Seguramente el brazo más ortodoxo de los fans cuestionarán dos o tres decisiones muy jugadas de parte del realizador (que no mencionaremos por ser elementos claves de la película), pero incluso con estas objeciones este nuevo capítulo supera el difícil desafío, creando un producto altamente recomendable no sólo para los melancólicos, sino también para las nuevas generaciones de espectadores.
Si pensamos en los últimos fracasos de M. Night Shyamalan -"El fin de los tiempos" (2008), "El último maestro del aire" (2010) y "Después de la Tierra" (2013)-, el nuevo film del director hindú es entretenido e implica un retorno a sus épocas más interesantes. El dato más llamativo es que esto lo logró con sólo cinco millones de dólares. Para quien no lo recuerde, Night Shyamalan sorprendió a multitudes con varias películas de suspenso que, sobre el final, tenían una vuelta de tuerca muy cautivadora; sirva de repaso: "Sexto sentido" (1999), "El protegido" (2000) y "La aldea" (2004). Probablemente, en esta nueva realización, la diferencia radique en que el espectador notará el desenlace antes de tiempo, reduciéndola a una suma desmesurada de golpes de efecto. "Los huéspedes" se sirve del found footage, un recurso narrativo que indaga en el falso documental, una perspectiva cinematográfica muy utilizada en los últimos tiempos dentro del cine de terror -"El proyecto Blair Witch" (1999), "Actividad paranormal" (2007) y "[REC]" (2007), entre otras-. Una madre deja que sus dos hijos adolescentes (Olivia DeJonge y Ed Oxenbould) pasen una semana de mini-vacaciones en la casa de sus abuelos (Deanna Dunagan y Peter McRobbie), a quienes no conocen. Ella no se habla con sus padres desde hace 19 años, luego de una fuerte discusión que derivó en el abandono de su hogar. En ese contexto, los nietos Becca y Tyler arribarán a una despoblada zona de Pennsylvania con sus cámaras digitales proponiéndose filmar un documental sobre la historia de su familia. Mientras pasan los días y captan cada detalle de su estadía, comenzarán a notar que los ancianos empiezan a comportarse de manera extraña y que no son tan simpáticos como parecían. Así, "Los huéspedes" nos mantiene atrapados esperando un desenlace cautivador, apoyándose en una consistente narración y contando con actores que desarrollan sus papeles de forma elocuente. La película cuenta, para alivio del espectador, con varios toques de humor que servirán de cable a tierra luego de escenas escalofriantes. Bajo esta performance, Night Shyamalan intentará reconquistarnos con un thriller de terror austero y habituado a las nuevas reglas de un género que, últimamente, no aporta nada nuevo. Y, pese a que entretiene e incomoda no logra convencer del todo. Es que, al final, nos queda ese sabor amargo de que 'esto ya lo vimos'.
Luego de las cifras récords obtenidas con Skyfall (2012), el agente 007 está de regreso. Otra vez bajo la dirección de Sam Mendes, el actor Daniel Craig vuelve a ponerse el traje del agente secreto más importante de la historia del cine en Spectre (2015), el capítulo número 24 de la saga cinematográfica. Durante esta nueva misión, James Bond se enfrentará con un oscuro misterio de su pasado que lo pondrá bajo la mira de una organización siniestra, Spectre. Siguiendo su sello personal de manejarse de forma independiente a los mandatos del M16, Bond viaja a México siguiendo las pistas de un mensaje que lo pondrá "cara a cara" con su nuevo villano de turno, el siniestro y misterioso Franz Oberhauser, interpretado por Christoph Waltz. Pero no todo es trabajo sucio en la vida de nuestro adorado 007. También sabrá hacerse un lugar en su abultada agenda para concretar algunos encuentros amorosos con Monica Bellucci, que interpreta a Lucia Sciarra -la mujer de un miembro de la criminal organización- y sobre todo con Léa Seydoux, que se pone en la piel de la seductora Madeleine Swann, la nueva chica Bond. Un festín para pocos Este nuevo capítulo de la saga nos deja gusto a poco. Aunque dure más de dos horas y media, no logra terminar de enganchar del todo al espectador. Por momentos vibra con partes correctas y entretenidas, de una fluidez narrativa intensa -sobre todo por un arranque de quince minutos que son lo mejor de la película-, pero también transita etapas irregulares que aburren. Igualmente, si uno lo piensa en su totalidad, la película sale airosa. Los motivos son varios: la cantidad de buenos momentos de acción, sumado a las hermosas locaciones -por México, Italia, Londres y Austria-, el deleite visual y, sobre todo, la excelente decisión de lograr atar algunos "cabos sueltos" que los fanáticos de la franquicia podrán disfrutar a costa de los recién iniciados. El bueno y el malo Aunque aún no está confirmado, Daniel Craig se estaría despidiendo de un personaje con el que filmó un total de cuatro películas: Casino Royale (2006), Quantum of Solace (2008), Skyfall (2012) y Spectre (2015). El actor supo interpretar a un Bond frió, seco, imperturbable, siendo el que más se asemeja al personaje original creado para la saga literaria de Ian Fleming, algo que no se veía desde los tiempos de Sean Connery. Ahora, el actor vuelve a demostrar toda su versatilidad, cumpliendo con los requisitos físicos y con una interpretación insensible y oscura. Por todo esto Craig es al que mejor le calza el traje del agente 007. Pero si hay algo que caracteriza a esta franquicia es "el malo de la película". Sin un villano de peso el producto pierde uno de sus mejores recursos. En Spectre, el malvado brilla por su ausencia. Christoph Waltz interpreta a un Franz Oberhauser que queda reducido a un simple ostentoso delirante millonario ávido de poder. No se puede entender la falta de eficacia para resolver ciertos tramos de un vinculo personal con el protagonista que por momentos parece estirarse hasta el hartazgo, perdiendo el estilo y la elegancia. Quizás a Spectre le haya sucedido lo mismo que a Quantum of Solace. Ambas películas llegaban cargadas de tanta expectativas que les terminó jugando en contra. Sea como sea, la verdad es que toda esta reinvención de Bond le permitió a Hollywood generar ganancias nunca vistas en el medio siglo de historia. Cada nueva historia estrenada es más cara, pero también supera en ingresos a la anterior. Evidentemente, y de esto no hay dudas, la necesidad imperiosa del mercado por capitalizar a cualquier costo, apresurando estrenos o sintetizando grandes ideas, le puede jugar una mala pasada hasta a una franquicia con más de cincuenta años de historia.
El gran director mejicano Guillermo del Toro está de regreso. Luego de su última película Titanes del Pacífico (2013) , enmarcada dentro de las grandes producciones de Hollywood, como tantas otras que lo hicieron mundialmente conocido, decidió volver a sus influencias artísticas homenajeado a un género tan importante para la época dorada del cine como fue el del romance gótico. En La cumbre escarlata el director nos deleita con un claro thriller fantástico, donde su genial narrativa logra buenas dosis de suspenso, romance y terror; sumado a su imaginario visual que se condice perfectamente con la historia. Un producto que en lo general, salvo por ciertos lugares comunes que por momentos atraviesa la historia, logra ser dinámico y atrapante. La casa de los espíritus La película cuenta las desventuras de Edith Cushing (Mia Wasikowska), una joven escritora de historias fantásticas que intenta lograr publicar su primera novela, la cual será rechazada por distintos editores de turno que no logran comprender por qué una mujer escribe sobre fantasmas y no sobre cursilerías románticas. Edith buscará apoyo en su padre, Carte (Jim Beaver), un poderoso empresario de la construcción de una floreciente ciudad de Nueva York que ha ganado toda su fortuna a base de años de esfuerzo y trabajo honrado. La vida de ambos cambiará drásticamente con la aparición de un joven, apuesto y misterioso inventor británico, Sir Thomas Sharpe (Tom Hiddleston), en busca de financiamiento para llevar a cabo su más reciente invento: una máquina excavadora para extraer la arcilla escarlata. Las repercusiones ante la llegada del extraño extranjero serán determinantes para el desarrollo de la historia: la joven se enamora perdidamente, mientras que su padre desconfía de sus verdaderas intenciones y hará lo imposible para alejarlo de su hija. Hasta que se produce un asesinato, y Thomas logra convencer a Edith que se mude con él, y su manipuladora hermana Lucille (Jessica Chastain), a su lujosa mansión gótica en Inglaterra, una monumental y escalofriante propiedad familiar que esconde tenebrosos secretos. Volver a las fuentes Guillermo Del Toro se nutre de varios clásicos del cine de terror - y del sub género de las casas encantadas- para darle forma a su nuevo proyecto cinematográfico. Claras referencias a Rebecca (1940) de Alfred Hitchcock, The innocents (1961) de Jack Clayton, El exorcista (1973) de William Friedkin, Suspiria (1977) de Dario Argento o El resplandor (1980) de Stanley Kubrick; pero además están presentes alusiones literarias de escritores como Mary Shelley, Jane Austen y Arthur Conan Doyle. Pero a diferencia del género de las casas embrujadas, donde la casa en sí tiene voluntad propia y un accionar maligno, en el romance gótico la casa es una extensión de los personajes que la habitan. De esta forma quedan claras las intenciones del director a la hora de revindicar un género casi olvidado en la actualidad como el del romanticismo gótico: acá no hay solo un homenaje a uno de los géneros que marcó una época de esplendor en el cine, sino que nos encontramos con una clara oposición ideológica a las producciones típicas de la industria de Hollywood, una clara toma de posición del cine que hay que recuperar y volver a ver.
A comienzos del siglo XX el escritor escocés J.M. Barrie le dio vida a una de las historias más espectaculares de la literatura infantil. La fantástica leyenda de un niño que se negó a crecer. Desde ese momento Peter Pan cautivó a distintas generaciones y fue pieza clave de muchas adaptaciones tanto en cine como en obras de teatro, musicales y series de televisión. Queda claro que luego de 90 años de adaptaciones, reversiones, precuelas y secuelas, Hollywood continúe atraído en seguir invirtiendo en nuevas versiones para la pantalla grande. Así es como llegamos a este nueva reinterpretación de la historia del niño de Nunca Jamás. "Pan" (2015), el director Joe Wright vuelve a indagar en los clásicos de la literatura. Claro, no es la primera vez que lo hace. Recordemos que ya dirigió "Orgullo y Prejuicio" (2005), "Expiación, Deseo y Pecado" (2007) y "Ana Karenina" (2012). En esta exégesis de Wright nos cuenta el comienzo de esta historia. Nos muestra a un joven Peter Pan (Levi Miller), desde que es un desafortunado huérfano en Inglaterra en plena segunda Guerra Mundial, hasta su llegada al país de Nunca Jamas. En el orfanato, Peter descubre que algunos niños comienzan a desaparecer y que detrás de esto está el malvado pirata Barbanegra (Hugh Jackman) que los obligados a trabajar en minas en busca del polvo de las hadas. Allí Peter conoce a un joven James Hook, (Garrett Hedlund), quien se convertirá en su compañero de aventuras. Luego, en medio de la selva de Nunca Jamás, los dos aventureros se encontrarán con los nativos del lugar, la tribu que protege los secretos de las hadas. Entre ellos Tiger Lily (Rooney Mara), que descubrirá en el joven recién llegado al futuro salvador. Es cierto que Joe Wright se toma algunas licencias - por ejemplo Garfio no es el villano de la película y ni siquiera es un pirata... y sobre el paradero de Campanita, ni noticias- para contar esta historia que sin lugar a dudas tiene su mayor acierto en el descubrimiento del joven actor Levi Miller. En el lado contrario ubicamos a Hugh Jackman, interpretando sin lugar a dudas el peor papel de su carrera. En general la película posee una estética muy colorida cargada de efectos digitales y un inteligente uso del 3D, pero sin sustento narrativo. Ese fascinante trabajo en lo visual no se complementa con la historia que resulta aburrida por momentos. De esta forma, "Pan" se convierte en un típico producto para el consumo familiar que será olvidado muy pronto. No esperen encontrar algo semejante a la magia de "Hook" o al clásico animado de Disney.
- "¿Qué ha hecho este hombre , me pregunto, para que episodios de la conquista de otro planeta me llenen de terror y soledad? " - Jorge Luis Borges para el prólogo de Crónicas Marcianas, de Ray Bradbury. El espacio exterior siempre fue una fuente inagotable de material que inspiró la realización de grandes obras cinematográficas. Con el paso del tiempo, y de los avances tecnológicos, esa materia prima que utiliza la industria de Hollywood se encuentra cada vez más accesible para sus hacedores y la curiosidad por abordar la temática transita hoy un momento inigualable para el género de ciencia ficción. En los últimos años varias producciones abordaron los viajes espaciales con muchísimo éxito, tanto en taquilla como en premios: Gravedad (2013) de Alfonso Cuarón, e Interestelar (2014) de Cristopher Nolan, son claros ejemplos de que la industria del cine seguirá intentando explotar esta temática mientras le de los resultados esperados y en este sentido Hollywood está preparada para una nueva expedición, esta vez a Marte. El estreno de Misión Rescate (2015) no solo es una nueva incursión de parte del cine hacia el planeta rojo - recordemos los fallidos intentos de Fantasmas de Marte (2001), Misión a Marte (2000) y Entre dos mundos (2012)- sino el regreso triunfal a la ciencia ficción del director Ridley Scott, género que marcó algunas de sus películas más exitosas como Alien, el octavo pasajero (1979) y Blade Runner (1982). La historia, basada en la novela The Martian (2011) de Andy Weir, sobre la supervivencia en Marte de un astronauta dado por muerto durante una misión y abandonado por su tripulación, se transforma rápidamente en un fascinante y detallado relato sobre el día a día de Mark Watney (Matt Damon) en este planeta inhóspito, donde deberá recurrir a su ingenio para sobrevivir y encontrar la forma de establecer contacto con la Tierra, mientras que la NASA y un equipo de científicos trabajan para lograr rescatarlo. Ridley Scott consigue ponderar lo emotivo sobre el contenido científico, logrando un producto final que aporta nuevos recursos argumentales a un género en pleno auge y expansión. De gran ayuda fue el trabajo del ingenioso guionista Drew Goddard (Cloverfield, Guerra Mundial Z, La cabaña del terror) quien logró adaptar la novela de Weir, caracteriza por poner una atención obsesiva en cada detalle, de una forma excepcional. Aunque el desenlace quizás no esté a la altura de la propuesta inicial, el resultado final de Misión rescate es satisfactorio manifestando una clara convicción de que todavía sigue existiendo lugar en Hollywood para proyectos interesantes que se aproximan a la problemática de la condición humana sin dejar de lado el entretenimiento.
Llega un nuevo capítulo de la exitosa franquicia de los estudios Sony Animation, Hotel Transylvania. Film animado que trae nuevamente a la pantalla grande a los más famosos personajes del género del terror (Drácula, Frankenstein, La Momia y el Hombre Invisible, entre otros) para ubicarlos dentro de una historia de enredos familiares cargada de mucho humor inteligente. Dirigida por Genndy Tartakovsky -reconocido por su trabajo en series animadas norteamericanas como "Las chicas Superpoderosas", "Samurái Jack" y "El laboratorio de Dexter"- Hotel Transylvania 2 reafirma una tendencia creciente por parte de Hollywood a las producciones pensadas para los más pequeños con atractivas historias de monstruos y personajes que dan miedo. Si uno piensa en la participación de Drácula en la cinematografía mundial, se lo ha encarado desde todos las aristas imaginadas: desde el terror, pasando por lo humano y romántico, hasta los paródico y humorístico. Estamos ante uno de esos personajes clave de la cultura popular de la humanidad. ¿Cómo hacer, entonces, para contar una nueva historia sin caer en las imitaciones y clichés vistos hasta aquí? Seguramente, la respuesta se basa en una reinvención del mismo; es decir, reconfigurar el mito de Drácula, pensando en las nuevas generaciones. En la primera película de esta saga estrenada en 2012 , el personaje debió aceptar que su hija adolescente (de 118 años) ya no era una niña. El conflicto giraba en torno del vínculo padre e hija. Un Drácula sobreprotector que no podía entender que su pequeña había crecido y que, luego, se enamoraría de un ser humano simple y mortal. En esta segunda entrega, las cosas se ponen peor: el conde Drácula es abuelo. De esta forma su mundo, otra vez, se pone patas para arriba por la llegada de su pequeño nieto, un niño que no parece tener muchas ganas de seguir las tradiciones terroríficas de su abuelo. Otra vez el contexto será el hotel para monstruos que Drácula dirige con la ayuda de sus colegas-amigos. El tiempo pasa y el pequeño Dennis está por cumplir cinco años, edad clave para definirse como vampiro o humano. No cabe dudas que las intenciones de Drácula es que continúe su descendencia vampírica y aprovecha un viaje que hace su hija para educar a su nieto en las terroríficas artes del miedo. Con una narración veloz y con un despliegue de recursos técnicos y estéticos, la película se convierte en un claro ejemplo de entretenimiento para grandes y chicos. Buena parte de todo esto es responsabilidad de sus productores, Robert Smigel y Adam Sandler (sí, el actor), que mejoran y potencian la fórmula de la primera parte dándole forma a una historia entretenida para los más pequeños y agradable para los adultos.