Para hombres y monos; niños, no El hombre mono regresa a la gran pantalla con una aventura repleta de acción pero floja de guión. Si hay un personaje al que le sobra material literario para adaptar al cine, la radio o la TV, ese es sin duda Tarzán. Sin embargo, por alguna paradoja hollywoodense, los guionistas de esta nueva aventura optaron por contar una historia totalmente original que, sin embargo, toma elementos de varios trabajos literarios del héroe y los mezcla con hechos reales sin mediar consecuencias. La historia se ubica en el Congo Belga en 1884 cuando el enviado del rey Leopoldo II de Bélgica, León Rom llega a ese país con la misión de encabezar la búsqueda de los míticos diamantes de Opar. Pero la expedición resulta masacrada por la tribu del rey Mbonga (Djimon Hounsou) que, sin embargo, le ofrece a Rom perdonarle la vida e incluso financiarlo con las codiciadas piedras preciosas a cambio de que le entregue en bandeja de plata a Tarzán, para así poder vengar a su hijo, muerto a manos del hombre mono varios años atrás. Muy lejos del continente africano, en Inglaterra, John Clayton III, Lord Greystoke o Tarzán, como se lo conoce entre la sociedad victoriana, goza de su buen pasar cuando el gobierno belga le ofrece hacer negocios en el Congo. Tarzán se niega a regresar a la tierra que abandonó ocho años atrás pero el Dr. George Washington Williams (Samuel L. Jackson) lo convence de aceptar para así poder demostrar que el gobierno belga esclaviza a los habitantes de ese país para así explotar la actividad minera sin costo. En compañía de Jane Porter (Margot Robbie), su esposa, Tarzán regresará al Congo, aún a sabiendas que una vez allí deberá esquivar a los agentes de Mbonga al tiempo que ayuda a Washington con su tarea. Más allá de varias incongruencias en el guión, La Leyenda de Tarzán demuestra en su primer media hora una muy buena construcción por parte del director David Yates (responsable de las últimas cuatro películas de Harry Potter) pero todo se diluye de ahí en adelante cuando los guionistas deciden tomarse varias licencias, no sólo en lo que respecta a la mitología del personaje sino a la historia universal en sí misma y se mandan, solitos y sin una guía, a encadenar una serie de escenas de acción con el objetivo que la adrenalina (y las escenas de Tarzán con el torso desnudo) no decaigan. Para darse una idea de este descalabro, una de los peores dramas de la película, se soluciona con una pelea a puños cerrados, un par de gritos y una negociación poco clara. Y es cierto, las escenas son unas más trepidantes que otras, con un que se mueve entre las ramas como Spider-Man entre los edificios de New York y pelea como Batman con nativos, soldados y animales salvajes, que por cierto están muy bien logrados digitalmente. Pero, dejando la adrenalina de lado y analizando todo más fríamente, hay detalles que no terminan de cuajar: Samuel Jackson es un personaje de color al que le dan el título de "Dr" en una época en las que en los Estados Unidos eso no era posible (de hecho la actualidad de ese país refuerza esta afirmación) y que, a pesar de los esfuerzos de director y guionistas, se nota que está "insertado" a la fuerza en la película. El otro gran escollo para que esta aventura llegue a buen puerto es el suizo Alexander Skarsgård, hijo de Stellan Skarsgård y famoso por su papel en la serie True Blood, que además de fortalecer los músculos de su cuerpo, hizo lo propio con los de su cara y no logra evocar una emoción ni de lo más profundo de su humanidad. Por suerte, la australiana Margott Robbie y Jackson logran equilibrar esta balanza, con acertado equilibrio por parte del director que, se ve que no influyó demasiado en el casting del film. Y como colofón, se nota que los ejecutivos de Hollywood, y en especial los de Warner Bros., no le tiene mucho la mano a esto de estrenar películas en diversas ocasiones ya que La Leyenda de Tarzán, el film con el que salen a ganar o ganar en el verano boreal, es una película que podría dormir a un niño en sus primeros quince o veinte minutos, algo que queda demostrado con la taquilla norteamericana, donde en 20 días desde su estreno el filme apenas recaudó 110 millones de dólares contra los 180 que costó. Por fortuna, los estudios ahora miden la recaudación a nivel global, en la que el hombre mono recién recuperó costos con unos 199 millones adentro de las arcas. En definitiva, Tarzán es una buena película, con sus fallas como todas, pero también con muchos aciertos; que enojará a sus fanáticos y deleitará a las nuevas generaciones con sus acrobacias a través de la jungla.
Busque la diferencia El documental de Eduardo de la Serna se convierte en un valioso testimonio de la infancia de dos niñas en entornos bien diferenciados. Generalmente se dice que la niñez equivale a vivir en la inocencia. Morena y Gaby son dos nenas que comienzan su ciclo primario aunque en dos entornos bien diferentes: la primera en una escuela privada de Capital Federal y la otra en una humilde escuela rural de El Jachal, en la provincia de San Juan. Ambas mostrarán al espectador cómo transcurren sus vidas tanto dentro como fuera del colegio por el transcurso de un año. Allí las veremos entrar en contacto con sus compañeros (un par de docenas de revoltosos en el caso de Morena, unos cinco de diferentes edades que acompañan a Gaby a dar sus primeros pasos en el arte de aprender), en su interacción familiar y en sus juegos diarios. El realizador Eduardo de la Serna toma estos dos casos para crear un relato que logra conmover y hacer reír al mismo tiempo gracias a su capacidad de "infiltrarse" en las dos escuelas y, cámara en mano, captar cientos de momentos que no pertenecen a las dos protagonistas sino a los espectadores. Porque de eso se trata "La Inocencia": de ver y revivir la infancia, como aquella vieja sección de la revista Anteojito titulada "Mi infancia en el recuerdo". Claro que aquí, la infancia de ambas niñas está un poco más aggiornada, dado que las filmaciones datan de hace algunos pocos años atrás. La ductilidad de De la Serna para hacerse invisible a la vista de los niños colabora en gran parte en el hecho de obtener un relato puro, sin condicionamientos. Lo asombroso es que los docentes también parecen actuar muy naturalmente y eso se convierte en otro aporte más que valioso en este trabajo. "Traté de invadir el aula lo menos posible, sin equipo de sonido externo, solo una o dos pequeñas cámaras. Estuve siempre pegado a los chicos. Con ellos no hay mucho problema porque en general a los 30 segundos se olvidan de vos y actúan normalmente. Con las maestras fue medio milagroso, porque también nos aceptaron como parte del paisaje y actuaron normalmente. En la ciudad les costaba tanto organizar la clase que eso nos ayudó a pasar casi inadvertidos y por suerte logramos convencer a las autoridades para hacer el proyecto", le contó De la Serna a Diario Popular. En definitiva, "La Inocencia" es un film que consigue lo que busca con pocos recursos y a los pocos minutos del inicio consigue atrapar al espectador por su gran capacidad de lograr una empatía casi perfecta.
Regreso con gloria (y Buck) La nueva entrega de las aventuras de estos agradables animales prehistóricos parece llegar a su fin con una producción que eleva notablemente la puntería con respecto a su predecesora ¿Qué se puede decir de La Era de Hielo que no se haya dicho ya unas cuatro veces? Nada. La historia de los tres animales que se reunieron para salvar a un bebé y terminaron revolucionando la prehistoria mientras sumaban protagonistas durante las siguientes secuelas, algunos más rescatables que otros, al punto de llegar a una formación más amplia que Los Auténticos Decadentes. Claro que con el elenco, lo que también aumentó fue la recaudación que de los 383 millones de dólares globales del film original de 2002 pasaron a los 886 millones en 2009 para luego "caer" a los 877 millones en 2012. Paradójicamente, a pesar de la "caída", éste último film se convirtió en el más taquilleros de la Argentina por varios años hasta la llegada los Minions, con 4.495.422 espectadores. Con semejantes números, y una deuda con la crítica que castigó a la cuarta entrega con dureza por su extrema falta de originalidad, los creadores de esta franquicia, Chris Wedge y Carlos Saldanha buscaron revitalizarla con el ingreso de algunos personajes nuevos, pero por sobre todo con la vuelta de Buck, una comadreja tuerta que se había robado la tercera entrega y que po alguna razón no estuvo en la última ocasión más que en un cameo fortuito. En esta ocasión, la ardilla Scrat, que ya causó el rompimiento de los hielos continentales, la apertura del mundo perdido y otras tantas calamidades, es también la que ocasiona con su torpeza (y un viaje al espacio exterior a bordo de un ovni) que un asteroide de enormes proporciones se dirija en curso de colisión con la Tierra. En la Tierra, en tanto, el mamut Manny está más que preocupado frente al inminente casamiento de su hija Morita mientras que el perezoso Sid se recupera de un fiasco amoroso y Diego planea agrandar su familia junto a su novia. Sólo Buck, la comadreja, es el único que se da cuenta del inminente apocalipsis planetario, y por eso sube a la superficie del planeta para advertirles a sus amigos y buscar juntos una solución que, como siempre, termina siendo de lo más delirante. Lo bueno de esta entrega es que los directores Mike Thurmeier y Galen T. Chu recuperan para el público toda la estética del gag a lo "Looney Tunes" que hizo famosas a las primeras entregas y lo combina con una historia que deja de lado cualquier tipo de inhibición a la hora de crear desde situaciones totalmente hilarantes hasta diálogos memorables ("Este plan es tan tonto que si tuviera cara le daría un cachetazo"), algo difícil de encontrar en productos dirigidos a los chicos. La animación de esta producción de 20th Century Fox es de la mejor que se puede lograr en el mercado actual, mientras que la música a cargo de John Debney cumple con su tarea de animar al público. La Era de Hielo 5 puede parecer una más pero es una gran opción para estas vacaciones de invierno que los chicos no pueden deja pasar aunque más no sea para despedirse de estos divertidos personajes que parecen querer cerrar la historia a lo grande.
El Señor de los Fichines Llega a las pantallas locales la película más exitosa basada en un videojuego hasta la fecha pero que, sin embargo, guarda varias sorpresas en su interior. Cuando llega la hora de hablar sobre películas basadas en videojuegos, la primera imagen que llega a la cabeza es la hiper fallida versión de Super Mario Bros protagonizada por Bob Hoskins y John Leguizamo hace más de veinte años. Ni siquiera la buena performance que tuvo Mortal Kombat en 1995, pudo sacar de la estigmatización al género, que además debió soportar otros bodrios del calibre de Double Dragon o Final Fantasy el Espíritu Interior en los años siguientes. Sin embargo, la brecha la marcó hace algunas semanas Angry Birds que se alzó con más de 330 millones de dólares a nivel global, y que sin embargo palidecen ante los casi 500 millones que ha recaudado esta Warcraft, un film que llega con un retraso de casi un mes con respecto a los Estados Unidos. Sin embargo, de la friolera mencionada con anterioridad, Warcraft sólo obtuvo 40 millones en los Estados Unidos, siendo que el resto corresponde al exterior, con especial énfasis en China, de donde son originarios la mayoría de los capitales que financiaron esta aventura fílmica. Yendo al film, el mismo esconde debajo de la "adaptación" un relato al más puro estilo de "El Señor de los Anillos", historia con la que el videojuego guarda similitudes que más que "homenajes" podrían ser calificadas de plagio, pero como en el momento en que salió a la venta no había productos de este tipo, sus fanáticos le perdonaron "todo". Warcraft es la tercera producción que dirige Duncan Jones, más conocido en el ámbito musical por ser el hijo del gran David Bowie, que sin embargo ha dejado de lado los rótulos con dos filmes muy bien catalogados como "En la Luna" y "8 Minutos antes de Morir". En este caso, el marco de Warcraft limita bastante las ideas visuales de Jones, que sin embargo logra superar el estilo que Peter Jackson impuso en el género con sus seis películas de "El Señor de los Anillos" y "El Hobbit", y marca un pulso propio en lo referente al dinamismo con los que se mueven los personajes, tanto los humanos como los orcos y demás especies que habitan este universo. Para quien no conozca la historia, se trata de una guerra que se desata entre los humanos y los orcos por la posesión de un territorio. En la película, los primeros defiende el reino de Azeroth de una invasión que dirige el malvado hechicero Gul´dan debido a que ya han agotado los recursos en su mundo de origen. Sin embargo, el film no peca en condenar a los orcos –"diferentes" ellos- a ser "los malos" sino que se ubica una y otra vez en las trincheras de ambos bandos rescatando héroes por aquí y por allá, con menciones especiales para el mago Medivh (un muy prolijo Ben Foster), su aprendiz Khadgar (Ben Schnetzer), la orca Paula Patton y el guerrero Anduin (Travis Finmmel), todos ellos parte de un elenco seleccionado a través de todo el mundo como para que el producto final tenga atractivo para todos los mercados. Por acá, bien gracias pero los fans de "El Señor de los Anillos" y del fichín no se quejarán ante el resultado final. Con efectos especiales acordes al presupuesto de 160 millones de dólares, este Warcraft no defrauda en casi nada, salvo en el hecho de que, como se anuncia en el título (Warcraft: el primer encuentro entre dos mundos), esto es solamente la introducción a una historia pensada para durar varios filmes. Si es así de divertido, bienvenidos sean.
Sin novedad en el frente A veinte años de la película original, gran parte del elenco se reúne para este revival con poca gracia que en esta ocasión anuncian una vuelta más cercana en el tiempo. Parece increíble pero es la realidad: pasaron ya veinte años desde el estreno de Día de la Independencia, ese conglomerado cinematográfico que en tan sólo dos horas aunaba efectos especiales de última generación, chistes light, patriotismo yanqui, lugares comunes a más no poder y la casa blanca estallando por los aires, todo ello sazonado con las presencias estelares de Jeff Goldblum y Will Smith reafirmándose como el nuevo rey midas del "tanque del verano" boreal. Pero claro, era 1996 y el director alemán Roland Emmerich, que había saltado a la fama hacía poco tiempo con Stargate la Puerta del Tiempo (1994), era el niño mimado de Hollywood. Sin embargo, con veinte años más y una decena de filmes más sobre su espalda –cinco de los cuales presentan las mismas características- esta secuela llama la atención porque atrasa por lo menos una década y media en cuanto a la idea y su realización. El realizador, que se caracteriza por estar al día en lo que se refiere a utilizar efectos digitalizados de gran realismo, no ha avanzado nada en sus conceptos de cine. Día de la Independencia El Contraataque no presenta novedades con respecto a la anterior entrega, salvo la ausencia de Will Smith y la presencia de un grupo de actores jóvenes que vendrían a representar a los niños ya crecidos de la original y la revolución tecnológica en la que se ha visto sumida la Tierra desde el final de la última invasión. En esta ocasión, los extraterrestres regresan a la órbita planetaria con el objetivo de cobrarse venganza por la humillante derrota que sufrieron veinte años atrás y emprenden una guerra relámpago que no le da a las autoridades más que unas horas para salir adelante. Por supuesto que, fiel a su estilo, el director (y también guionista junto a... ¡cuatro personas más!) abre un gran abanico de historias corales que giran en torno al descubrimiento por parte del Dr.David Levinson (Goldblum) de una manera de descifrar el lenguaje de los extraterrestres, lo que lleva a la ubicación de una nave de otra raza que podría traer la clave de la victoria sobre esta nueva tanda de invasores. Sin embargo, lo que podría ser una carrera contra el tiempo frenética y llena de referencias a la ciencia ficción, se convierte en una película que, si bien avanza, se queda en sentimentalismos que ya hemos visto una y mil veces: las personas que sacrifican sus vidas para salvar al mundo, los discursos motivadores sobre la libertad (liberalismo), los golpes bajos a raíz de la muerte de familiares cercanos y sus beneficios y los soldados que se enfrentan a aliens de hasta tres metros a puñetazo limpio. Pero la peor parte se la lleva el público al final, cuando se revela que este revival de Día de la Independencia responde a un interés de 20th Century Fox de crear su nueva Star Wars, luego de que Disney le "arrebatara" la distribución de esos filmes a raíz de haber comprado la empresa Lucasfilm. De esta manera, aquellos que logren sobrevivir a esta experiencia (sobre) cargada de fx, podrán "disfrutar" en breve de una incursión humana para "patear traseros extraterrestres", como anticipa uno de los personajes principales. En definitiva, si usted no tiene mayores pretensiones a la hora de ver un "tanque" Día de la Independencia Contraataque es su película de este fin de semana. Si por el contrario, busca algo que pueda sorprenderlo o que desafíe de alguna manera su intelecto, hay más de una decena de filmes en la cartelera que pueden cumplir ampliamente con este requisito. Buena suerte en ambos casos.
Regreso con desmemoria La esperada secuela de una de las mejores películas de Pixar de todos los tiempos no sólo cumple con las expectativas sino que las supera ampliamente y hasta se da el lujo de prometer una tercera parte Pasaron ya trece años desde el estreno de la película original pero ni los fanáticos de Buscando a Nemo ni los pequeños que la conocen desde hace poco tiempo pueden olvidarla. La emotiva historia del pequeño pez payaso y su padre Marlin no serían lo mismo sin el agregado de Dory, la divertida compañera de viaje que le dio el toque de humor con su pérdida de memoria a corto plazo. Pero este pez cirujano llegó a alcanzar tanta popularidad que a la hora de planificar una secuela se convirtió en la opción obvia para encauzar la historia. ¿Cómo es que Dory no se perdió en la inmensidad del océano antes si no puede recordar dónde estuvo hace tres minutos? De esta manera, llega a los cines este jueves esta nueva historia en la que la pecesita logra recordar algunos detalles sobre su vida anterior y decide partir en busca de su familia de origen en compañía de (muy a pesar suyo) Marlin y el pequeño Nemo. La corriente (y el guión) llevará a estos personajes a un acuario ubicado en la costa oeste de los Estados Unidos en el conocerán a una galería de personajes que nada tiene que envidiarle a los de la película original y que le darán inesperados giros a una historia que se zarandea entre la ternura y el humor de manera continua. Esta nueva entrega cuenta con la dirección de la anterior película así como también de Wall-E; y de Angus MacLane que realizó algunos cortos de Wall-E y Toy Story para la televisión. Y realmente se nota que la realización corrió por cuenta de dos personas ya que no parece haber nada librado al azar en un producción que funciona como un mecanismo de relojería: todos los gags se encuentran espaciados por el tiempo suficiente como para recuperarse del anterior, la música llega justo a tiempo para acompañar las escenas más emotivas y, por sobre todo, los escenarios, que se muestran tan realistas que parecen haber sido filmados en lugar de generados por la computadora. Este grado de realismo actúa de forma tan efectiva que es un ingrediente más en una película que lleva al espectador a "sumergirse" en la historia de la que no puede escapar incluso hasta después del cartelito de "fin" que corona la película. Termina de cerrar el programa para este fin de semana largo el corto "Piper" que narra la historia de un hambriento polluelo que se aventura fuera de su nido por primera vez para excavar en busca de comida en la orilla del mar. Sencillamente maravilloso. Y una última mención: el pulpo Hank, que se logra llevarse las palmas a pesar de que el protagonismo absoluto lo mantiene Dory a lo largo de toda la película. Un hallazgo que merece una película para él solo la próxima vez que se les ocurra hacer una secuela.
Los "X-Files" del terror no se acaban La secuela del éxito de 2013 mantiene el nivel de la primera entrega y utiliza los mismos recursos pero, curiosamente, el director James Wan se las ingenió para que el chucho permanezca intacto. Como suele suceder con cualquier exponente de género del terror, el gran éxito cosechado hace tres años por El Conjuro generó una secuela que, por fortuna para la franquicia, recayó en manos del director James Wan. Y digo afortunadamente porque lo mejor para este tipo de filmes es que vuelva a reunirse el mismo equipo para ver qué se le puede agregar a la secuela que le permita mantener el efecto de la primera, algo que no siempre se logra. En este caso, los guionistas del filme –de nuevo Carey y Chad Hayes-decidieron trasladar la acción a Enfield, un suburbio londinense en el que una niña manifiesta síntomas de posesión diabólica de tal magnitud que ha obligado a toda su familia a mudarse de la casa que habitan. Esta situación encuentra al matrimonio Warren, compuesto por Ed (Patrick Wilson) y Lorraine (Vera Farmiga), en una crisis de fe en la que se cuestionan seguir con su investigación de hechos paranormales tras la pericia psíquica que llevaron a cabo en la famosa mansión embrujada de Amityville que tantas películas ha inspirado en su tiempo, y que los ha colocado en el ojo de una tormenta mediática. De todas maneras, la pareja superpone el bien común por sobre sus deseos y viajan a Inglaterra donde encontrarán un nuevo desafío que pondrá a prueba no sólo su fortaleza de cuerpo y mente sino también su capacidad para detectar a un importante foco del mal. El director James Wan toma todos los elementos que hicieron famosa a la primera parte y los lleva a un nuevo nivel, no sólo a nivel narrativo sino también de caracterización de personajes. Hay una monja siniestra que persigue a la pareja de un lado a otro y su semblante es tan terrible que se va a casa con el público una vez que la función terminó. A ese punto ha llegado el realizador con este trabajo con el que seguramente continuará su arremetida de éxitos que arrancó allá por el 2004 con El Juego del Miedo (Saw), siguió con La Noche del Demonio 1 y 2 (Insidious) y se desvió con la explosiva Rápidos y Furiosos 7, el tercer filme más taquillero del 2015, aunque, pensándola bien, ahí también estaba implicado el tema del más allá... Lo cierto es que este conjuro continúa funcionando al punto de que saltar de la butaca será el menor de los inconvenientes del espectador, que, a pesar de vérselas venir, cae en la trampa una y otra vez. Y eso es como regalarle golosinas a un fanático del género. La combinación entre música tétrica e imágenes al borde de lo subliminal (que en más de una ocasión rinden "homenajes" a clásicos del género como la secuencia de títulos con "El Exorcista"), funciona como un mecanismo de relojería, afinado "a la suiza". La sutilidad con la que Wan maneja las sombras se convierte también en un "cuco" aparte que tendrá a más uno en vilo por las más de dos horas de duración del film. Las actuaciones cumplen con el objetivo de colocar al espectador en el lugar de los personajes y hacerlos sufrir todas las penurias a las que los someten los espectros, aunque, eso sí, continúa esa tendencia a colocar al cristianismo como la única solución a un caso de posesión demoníaca. Sin embargo, ese detalle que no hace más que hacer justicia a la historia real de los protagonistas, de los que, por cierto, todavía quedan muchas historias que contar. Y ojalá que lo hagan.
Reina en colores La nueva aventura cinematográfica del personaje creado por Lewiss Carrol navega en las ideas de las dos últimas novelas pero genera sus propias ideas y divide aguas entre los puristas y los innovadores. Cada día se le pide nuevas ideas a Hollywood pero, en paralelo, cada vez que un autor se anima a darle una vuelta de tuerca a una adaptación de un comic o de una novela, algunos críticos y fanáticos le caen encima como al locro del 25 de mayo. Este vendría a ser el caso de Alicia a Través al Espejo, secuela del filme de Tim Burton estrenado en 2010 que dirige en esta ocasión el "hombre Muppet" James Bobin. Y si bien, seguirle la onda a Burton es muy difícil para cualquier profesional (ya varios lo intentaron y cayeron en el proceso como Joel Schumacher y sus versiones de "Batman"), Bobin no sólo logra continuar la historia sino que le insufla su propio estilo sin quedar mal parado en el proceso. La historia de este nuevo film (que difiere de la de la novela del mismo nombre cuyo contenido ya fue adaptado en parte en la película anterior) lleva a una Alicia (la australiana Mia Wasikowska) más madura nuevamente al País de las Maravillas donde la Reina Blanca (Anne Hathaway) le encarga que vaya a ver al Sombrerero Loco (Johnny Depp), que sufre de unos delirios mucho más serios que los de costumbre. Una vez en casa del extraño personaje, Alicia descubre que éste ha encontrado una prueba que podría indicar que su familia, muerta durante el ataque del Jabberwocky, y ella decide buscarlos por él. Sin embargo, la única manera de regresar a ese momento es viajando a través del tiempo, por lo que ella deberá arreglárselas para engañar al mismísimo amo del tiempo (Sacha Baron Cohen) y surfear esa dimensión. La película, abre con una escena espectacular que sirve para mostrar cómo ha crecido Alicia en los últimos tres años y, tras unos primeros minutos un tanto "tranquilos", arranca con una sucesión de viajes en el tiempo que rivaliza con cualquier película de acción. La imaginería visual del nuevo director logra rivalizar con la de Burton, haciendo gala de un departamento de efectos especiales de primera línea (no en vano Disney tiene a su servicio a los mejores animadores del mundo) que no paran de generar momentos visuales de una espectacularidad pocas veces vista. Es realmente un deleite visual como se suceden las escenas y se descubren más y más capas de la cebolla que ha resultado ser este "País de las Maravillas" cinematográfico. En el plano de las actuaciones, Johnny Depp demuestra lo efectivo que puede ser con capas infinitas de maquillaje sobre su rostro, y el regreso de Hathaway, Wasilowska y Helena Bonham Carter como la Reina Roja garantizan que la historia mantiene una buena continuidad. La versión en inglés, c uenta además con las voces de destacadas figuras como Stephen Fry, Toby Jones y el fallecido Alan Rickman, a quien los productores dedicaron el film. De esta manera, Alicia a Través del Espejo se transforma en el estreno de la semana que "hay que ver" no sólo por su particular versión de esta historia –que a pesar de no para nada fiel a la original tiene fuerza propia- sino también por la riqueza visual que presenta a lo largo de su desarrollo.
No se deje enhebrar Tras la gran polémica generada por el “motorhome gate” y el romance surgido entre sus protagonistas durante el rodaje, llega este film romántico que no enamora en lo más mínimo Tras seis meses de escandalosas revelaciones ("había olor a sexo") y rumores ("En Chile dicen que Vicuña y la China son pareja"), llega a los cines argentinos "El Hilo Rojo", la película protagonizada por la ahora formal pareja compuesta por Benjamín Vicuña y Eugenia "China" Suárez, y que supuso el final del matrimonio de 10 años entre el primero y la modelo Carolina "Pampita" Ardohaín. Y lo cierto es que, tal como se suponía una vez vistos los tráilers y la publicidad que se le dio al escándalo denominado "motorhome gate", la película basa su atractivo sólo en el "morbo" de ver cómo los protagonistas se fueron enamorando a lo largo de la filmación. Lo cierto es que, con todos estos elementos a mano, se torna por demás difícil encarar una crítica de la manera más subjetiva posible porque si de algo se puede estar seguro al ver el filme es que su realizadora, Daniela Goggi (la misma que dirigió a la China en "Abzurdah"), estuvo muy consciente de lo que pasaba entre los actores desde el minuto uno y quiso reflejarlo en la gran pantalla, fotograma a fotograma. Sin embargo, este experimento que ha salido muy bien en varias ocasiones –Steve McQueen y Ali MacGraw en "The Getaway" por citar un ejemplo- acá queda en una suerte de "documental del romance" en el que la responsable de canalizar el presupuesto usa el dinero para retratar a los protagonistas (con especial énfasis en el rostro y el busto de la China, eso sí) mientras éstos recitan (no hay manera de llamar interpretaciones a la infinidad de caritas y gestitos de adolescentes coqueteando) unos diálogos escritos por la propia Goggi y otros guionistas que parecen haber aprendido mirando culebrones de bajas aspiraciones. Esta falta de ideas, tanto en lo estético como en lo literario -sumado al hecho de que hay una escena plagiada del filme francés Ils se marièrent et eurent beaucoup d'enfants (Happily Ever After) protagonizada por Johnny Depp-, no se queda ahí sino que el film busca instalar una suerte de "moraleja" con el leivmotiv de la película según el cual "una leyenda china cuenta que un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper". Esta premisa sirve para contar la historia de Manuel y Abril, quienes luego de conocerse en un avión (él pasajero, ella azafata), quedan flechados instantáneamente, y sienten que son el uno para el otro. Pero el destino hace que se separen en el aeropuerto y no vuelvan a encontrarse hasta siete años después en un hotel de Colombia. El tiempo ha pasado y ambos están felizmente casados con Laura (Guillermina Valdés) y con Bruno (Hugo Silva) y han formado sus familias con hijos incluidos. Esto parece no significar nada para los protagonistas que vivirán un fogoso romance (con dos o tres escena de sexo incluidas como para generar interés) y pondrán en riesgo todo lo que han construido y blah, blah... Además de Vicuña y Suárez, el elenco está integrado por la modelo Guillermina Valdez, que hace algunos años también protagonizó un escándalo algo polémico cuando pasó de los brazos de su esposo Sebastián Ortega a los del ex jefe de éste, Marcelo Tinelli, con quien incluso tuvo un hijo. Lo cierto es que "El Hilo Rojo", que tiene equipo para ganar la Libertadores, no ha puede pasar ni siquiera la fase de eliminatorias debido principalmente a que es una película sumamente aburrida y cursi, llena de situaciones forzadas y lugares comunes, y que no encuentra el rumbo en toda su extensión, al punto de que en algunos momentos, el espectador sentirá que se encuentra frente a un comercial turístico de Colombia. Maneras de relatar una relación extramatrimonial o con una femme fatale (como el personaje de Abril) hay miles pero Goggi parece no haber encontrado ninguna válida y se decidió por un dramón que por momentos deja de ser tal y se sumerge en la comedia de enredos involuntariamente. Para los que van a verla por la "China" Suárez , sí hay "escenas de sexo justificadas" con muchos cm2 de piel al descubierto –que seguramente alguien subirá a Internet en las próximas horas- pero ni siquiera eso logra levantar la puntería ni mucho menos en el duro arte de generar interés. Como corolario, Goggi repite la dura experiencia de hacer que Suárez entone un cover de un artista consagrado; y si en "Abzurdah" le tocó a Cerati, esta ocasión el ultraje le cae en suerte a Amy Winehouse con su versión de "You Know I´m not Good". ¿Eran muy caros los derechos? De todas maneras, es muy probable que mucha gente haga caso omiso a esta crítica y desembolse entre 100 y 150 pesos (más pochoclo y gaseosa porque lo único que genera este producto es ansiedad y angustia oral) y la película se convierta en una de las más taquilleras del año (acá calculamos unos 300 mil espectadores) pero no será por el valor artístico de este film sino por el morbo que genera toda esta lamentable situación que llegó a los medios de comunicación hace seis meses y ahora tiene una "película oficial". Desde este humilde lugar, tenemos la obligación de contarle con lo que se va a encontrar. No diga que no le advertimos.
Un género con vida Una nueva obra de cine fantástico nacional llega a los cines locales protagonizada por los siempre efectivos Guillermo Pfening y Luis Luque y la participación de un importante elenco colombiano. El cine fantástico nacional es quizá uno de los que más en deuda está con los espectadores no por la falta de títulos sino más que nada porque no ha logrado la masividad que sí tiene en otros países, sobre todo en el mundo sajón o en remotos lugares como la India o Rusia. La cruda realidad, los policiales o las comedias tontonas parecen ser el tipo de película favorita de los argentinos pero sin embargo, a lo largo de la última década y media, los cineastas locales han logrado poco a poco hacerse de un público fiel que sigue los avatares de este género del cual Tiempo Muerto es el último exponente en estrenarse. Y si bien la película cuenta con capitales y manufactura argentina, el guionista y director Víctor Postiglione es paraguayo, y debuta en los cines de este país con este largometraje que para hacerlo bien latinoamericano está filmado en Colombia con un gran reparto local. Y quizá sea esa locación lo que más aporta a que Tiempo Muerto sea un buen filme ya que al ubicarlo en el extranjero, el público local se puede concentrar mejor en la historia que en los pormenores. La historia da cuenta de cómo Franco (Guillermo Pfening) pierde a su novia, una periodista llamada Julia (la morena María Nela Sinisterra) en un accidente vial y, al investigar qué estaba haciendo ella, toma conocimiento de un ritual llamado "tiempo muerto" que permite a los vivos revivir una determinada etapa con sus muertos. Ahora Franco intentará encontrar al hombre capaz de invocar este encuentro y para ello cuenta con la ayuda de otro periodista llamado Luis Ayala, que además era figura paterna para Julia. El film, para ser una ópera prima, presenta un muy buen ritmo narrativo, apoyado sobre todo por la gran presencia de los enormes Luque y Pfening (en ese orden) que se encuentran como subrayados por sobre un muy buen casting de actores colombianos. Sin ser sobresaliente, la película mantiene el interés durante sus cien minutos de duración y el final está muy bien ideado, al mejor estilo de El Sexto Sentido, sin querer con esto arruinar la sorpresa que Postiglione prepara con mucho cuidado para el espectador. De esta manera, Tiempo Muerto se convierte en una de las mejores opciones para este fin de semana, y con suerte para los del resto del mes si el Capitán América, los X-Men y los Angry Birds le dan un poco de respiro en esta continua batalla entre los superhéroes y las películas convencionales.