Entre La leyenda de la viuda y esta bazofia de la India queda completo esta semana el combo de la mediocridad en materia de cine de terror. En este caso encontramos otra trillada historia de posesiones que cuesta bastante asociar con el género. La tediosa dirección de Vikram Jayakamur consigue que los 87 minutos de duración se sientan como una eternidad. Un film pretencioso a más no poder que pretende desarrollar un cuento mediocre sobre supersticiones rurales con personajes tontos y situaciones ilógicas. Durante la primera hora de duración no sucede nada interesante y para el momento en que el director se digna a elaborar una especie de clímax, todo lo que ofrece es un catálogo de situaciones estúpidas que ya vimos en otras películas malas. Entre ellas una mujer que práctica un exorcismo de la nada porque diez minutos antes fue testigo de un ritual. La narración carece de tensión y tampoco consigue crear algún clima notable que por lo menos haga llevadero el film. La única diferencia con La leyenda de la viuda es que esta tiene al menos una fotografía más cuidada, después no hay nada para resaltar ya que ofrece otro espectáculo chapucero para el olvido.
Tom y Jerry regresan a los cines con una película que padeció un ensañamiento notable de la crítica norteamericana. Si bien está muy lejos de ser un estreno memorable tampoco es la peor producción de la década como dieron a entender algunos medios especializados. En principio tiene momentos más entretenidos que el fiasco de 1992, un robo obsceno de Los rescatadores de Disney, donde los personajes hablaban dentro de un musical insípido. Por otra parte, cuenta con un tratamiento digno de la creación de Hanna-Barbera que no tuvieron Garfield y el Pájaro Loco en sus horribles adaptaciones live action. La dirección corrió por cuenta de Tim Story (Los cuatro fantásticos), quien en este caso elaboró una propuesta con un marcado tono infantil que apunta a entretener a niños de entre cuatro y diez años. Motivo por el cual la experiencia puede resultar no tan placentera para los adultos que busquen esta película por una cuestión nostálgica, aunque eso no significa que todo sea un desastre. El director al menos mantiene intacta las personalidades del gato y el ratón, quienes se comportan de la misma manera que solían hacerlo en los cortos tradicionales. Tanto la interacción entre ellos como la comedia física que ofrecen está en sintonía con la serie animada y brinda los mejores momentos del film. La representación de los protagonistas se trabajó a través de la animación tradicional e incluye la participación de personajes secundarios que fueron parte de los cortos, más un cameo especial de dos clásicos del género. Un detalle interesante es que no los distorsionaron con la infumable corrección política de estos días. Jerry durante buena parte de la trama se desempeña como un ocupa dentro de un hotel lujoso, roba cosas que no le pertenecen y es el que inicia la tradicional pelea con Tom, a quien le sobran motivos para buscar una venganza. Más tarde unen fuerzas contra un enemigo en común pero el film se asegura que la rivalidad entre los dos tenga una presencia considerable dentro del relato. El problema con el trabajo de Story es que el argumento que rodea a los dibujos animados con los actores reales es penosamente desapasionado. Para lo que representan Tom y Jerry en la animación esto que ofrece Warner termina siendo pobre. Lo curioso de esta situación es que el estudio en los últimos años estrenó muy buenas películas para el dvd, donde los personajes se cruzaron con Robin Hood, Sherlock Holmes y el mundo del Mago de Oz con guiones más elaborados. Claro que en esos casos hubo otro equipo de producción. De todos modos llama la atención que no le dedicaran más esfuerzo al guión. Chloe Moretz y Michael Peña (en piloto automático) reman como pueden un conflicto insulso sobre la organización de una boda en un hotel que nunca les brinda la posibilidad de destacarse. El director intenta construir una supuesta comedia de enredos con los personajes humanos pero no termina de funcionar por la sencilla razón que la trama es aburrida, Tom y Jerry la levantan por completo con sus intervenciones y consiguen que el espectáculo sea llevadero para los adultos. Tampoco ayudó la elección de Story de centrar la banda de sonido exclusivamente en el hip hop que después del tercer tema se vuelve tedioso. De todos modos, con todas sus falencias creo que la película puede resultar más placentera para el público infantil y en ese sentido cumple su objetivo.
Tal vez exista en algún lugar del mundo algún grupo de fans del director Paul W. Anderson pero nunca llegué a conocerlos. Por lo general la gran mayoría de la gente detesta sus películas y no despiertan demasiada expectativa, debido a que tienden a ofrecer espectáculos mediocres. Hizo un trabajo decente con la primera Mortal Kombat y Event Horizon y el resto fue para el olvido. Junto a su esposa Milla Jovovich, con quien desarrolló el cuento de la buena pipa de Resident Evil, ahora presenta esta adaptación del video juego de Capcom. Una franquicia que se mantuvo vigente con ventas moderadas desde el 2004. Pese a que los antecedentes del cineasta no son prometedores, en Monster Hunter sorprende con un film más cuidado de lo esperado en los aspectos visuales. La verdad que todos los diseños de los bichos y su representación está muy bien trabajada y se nota que hicieron al menos un esfuerzo en el campo de los efectos visuales. Cuando los monstruos aparecen tienen una presencia destacada y muy especialmente en el primer acto las secuencias de acción quedaron bastante prolijas para tratarse de una película de Anderson. Lamentablemente no hay mucho más para destacar, ya que el director no hace nada por explorar con alguna idea creativa el mundo de fantasía que presenta. Su labor se limita a reemplazar los zombies por bichos gigantes y después es lo mismo que el cine que proponía Resident Evil. En este caso roba elementos de Tremors, Starship Troopers y Alien, mientras que Milla Jovovich interpreta a la misma heroína imbatible de siempre. Un aspecto imperdonable de esta película es el modo criminal en que el director desperdicia a Tony Jaa, uno de los mejores artistas marciales de las últimas décadas. Más allá de sus habilidades físicas, Jaa es un tipo muy creativo a la hora de crear secuencias de acción atractivas que no todos los dobles de riesgo pueden ejecutar. Da mucha tristeza verlo atado de manos por un realizador inepto que no sabe aprovechar su presencia y encima arruina los pocos momentos donde se podía haber lucido, con numerosos cortes de edición en las escenas de acción. Alguien que nunca vio una película de Tony Jaa jamás se enteraría por Monster Hunter que el tipo es una leyenda del género de artes marciales. Dentro del reparto Ron Pearlman, con una caracterización ridícula, también aparece en un rol limitado y su labor termina siendo intrascendente. La película plantea construir una nueva franquicia que difícilmente se concrete, ya que esta primera entrega no despierta ningún interes por volver a encontrar estos personajes en otra aventura. Si sirve de consuelo al menos es un poco más llevadera que Bloodshot, con Vin Diesel, que se padecía más en la butaca del cine. ver crítica resumida
Tenet es un film que reúne lo mejor y lo peor del cine de Christopher Nolan dentro de un proyecto jugado y complejo, que en la actualidad representa una especie en extinción de la industria Hollywoodense. Pocos realizadores hoy pueden conseguir 200 millones de dólares de un estudio para contar una historia rebuscada que ya de por sí cuesta resumir en una simple sinopsis. Más allá que la experiencia en la butaca después nos resulte insatisfactoria o sublime, hay que darle el crédito al director por atreverse a desafiar al público con un cuento que demanda una atención especial frente a la pantalla. En este caso vuelve a retomar su obsesión crónica con la manipulación del tiempo a través de un thriller que presenta una fusión muy interesante de géneros, que va de la ciencia ficción al cine de espionaje. Tenet es un film que te mantiene en el desconcierto permanente durante su primera hora, hasta que las piezas del rompecabezas que propone armar Nolan empiezan a encajar. En lo personal es una propuesta que rescato por sus virtudes técnicas, donde ofrece un espectáculo extraordinario en los aspectos visuales que se planta a contramano del standard de los productos hollywoodense de estos días. El tipo apuesta de un modo incondicional al cine de género de la vieja escuela y delega los cromas y los efectos digitales a un uso secundario para pulir detalles técnicos, Por consiguiente, todas las escenas de pelea, tiroteos y persecuciones se sienten reales y emocionantes, inclusive dentro del divague que presenta la fantasía de la trama. Ya no es tan frecuente encontrarnos con secuencias de esta clase que te sorprendan al punto de tener intriga por saber cómo habrán sido filmadas y ese es un enorme mérito de la película que no debería ser ignorado. Desde los aspectos técnicos es un prodigio descomunal y a la película no se le puede objetar nada. Si bien la trama es compleja tampoco es imposible de seguir y no hace falta tener un doctorado en física para entenderla. Durante la primera mitad del conflicto Nolan inserta ciertas pistas y detalles que más adelante cobran relevancia durante la construcción del clímax. El tema es que después en su ambición desmedida por hacer una película más compleja de lo que ya es, luego se embrolla con varios giros argumentales que derivan en una narración confusa. No ayuda tampoco que el relato esté construido con personajes chatos e insípidos que generan una constante distancia emocional. Llega un punto donde si mueren o les pasa algo a los protagonistas resulta indiferente porque nunca los llegamos a conocer. Son simples instrumentos al servicio de la narración. John Davis Washington en el rol protagónico presenta un desempeño físico decente en las secuencias de acción pero su interpretación es bastante apática y cuesta conectar con él. Por su parte, Kenneth Branagh encarna a un villano acartonado (peor que el de Jack Ryan) que parece salido de un episodio de Birdman, la serie animada de los años ´60 de Hanna-Barbera. Queda la impresión que el perfil de ese personaje fue construido a propósito y representa el techo que tiene el sentido del humor de Nolan, que siempre brilló por su ausencia dentro de sus obras. Robert Pattinson le otorga un poquito más de energía a su interpretación pero no encuentra demasiado espacio para sobresalir y el rol tampoco genera un mayor interés. Esta cuestión se conecta con la gran desventaja que tiene Tenet y que le impide ser una mejor película. Tal vez después del segundo o el tercer visionado se pueda apreciar con más claridad ese argumento magistral que concibió el director. Sin embargo, la primera experiencia no resulta tan cautivante como para dedicarle otro repaso y es comprensible en ese caso que haya mucha gente que no se enganche con esto. En ese sentido Inception, que contaba con un mejor reparto y personajes interesantes, invitaba al segundo visionado con un mayor entusiasmo. Tenet se queda a mitad de camino. No es la obra maestra de Nolan, pero tampoco es su peor película y si les gusta el tipo de cine que hace lo ideal es disfrutar la experiencia en la pantalla grande como corresponde.
Quienes disfrutaron Buscando justicia y se quedaron con ganas de ver otro drama judicial interesante en este estreno encontrarán una gran alternativa, que en este caso contó con la dirección de un referente del cine independiente norteamericano como es Todd Haynes. El precio de la verdad es probablemente la película más maisntream de este realizador cuya filmografía cuenta con títulos tan diversos como Velvet Goldmine (1998), el melodrama Lejos del paraíso (2002), la excéntrica biografía de Bob Dylan, I´mNot There (2007) y Carol (2015), con Cate Blanchett, que se estrenó hace unos años. En su nuevo trabajo explora los terrenos del docudrama y los thrillers judiciales para recrear el litigio entre el abogado ambientalista Robert Billot y la corporación DuPont, responsable de contaminar el agua potable de un pueblo de West Virginia que ocasionó numerosas muertes. Una historia muy interesante ya que Billot inicialmente se desempeñaba como defensor de estas compañías y luego emprendió una batalla legal épica que cambió el destino de su vida. A través de un relato escalofriante, debido a la relevancia que tiene este tema en la actualidad, el director Haynes recupera en el cine a un inspirado Mark Ruffalo, quien hace rato no se destacaba con una interpretación dramática. En esta producción es la gran figura central y está muy bien acompañado por Anne Hathaway. Bill Pullman y Tim Robbins, quien no aparecía desde hace un tiempo en los estrenos de la cartelera. El film detalla toda la investigación del abogado y la batalla legal para reparar económicamente a las familias de las personas que murieron envenenadas por los tóxicos de DuPont. La narración de Haynes describe la crónica estos hechos a través de un conflicto muy interesante que por momentos juega bastante con el género del thriller. Más allá que la trama se centre en un caso concreto, El precio de la verdad también expone una temática que sigue vigente con numerosas corporaciones de este tipo en todo el mundo. Un gran trabajo de este director que no tuvo demasiada difusión y merece su recomendación.
XxX volvé que te perdonamos, incluidas tus horrendas secuencias de acción con CGI barato. Las historias del agente secreto especialista en deportes extremos eran malas pero al menos te hacían reír con sus ridiculeces. Por el contrario, Bloodshot es una película tan aburrida como la fuente original que la inspiró. Un cómic infumable de la editorial Valiant que surgió a comienzos de los años ´90 y se colgaba de un modo obsceno del suceso que había tenido un tiempo atrás el film de Roland Emmerich, Soldado universal, con Jean Claude Van Damme y Dolph Lundgren. El protagonista era un militar muerto que revivía a través de la tecnología para ser utilizado como una máquina de matar cibernética. Un héroe perfecto que no podía ser herido por balas, ataques de misiles e inclusive la incineración. Otra habilidad que presentaba en la historieta era su capacidad para volverse invisible. En otras palabras, un bodrio de proporciones épicas que consiguió llegar al cine debido a este apogeo que vive el género de superhéroes actualmente en Hollywood. Sony a través de este proyecto se tira a la pileta para intentar establecer un nuevo universo cinematográfico que es la tendencia comercial del momento. Una idea ambiciosa que encuentra dos grandes barreras en esta película. Por un lado, Bloodshot cuenta con la desventaja de ser una producción penosamente genérica, monótona y predecible, donde los realizadores no hicieron nada por darle una mínima vuelta creativa a esta temática. No es recomendable verla en el cine en una función nocturna ya que las posibilidades de quedarse dormido durante el visionado son grandes. Toda la intriga del militar invencible que intenta vengar la muerte de su esposa mientras se esfuerza por recuperar los recuerdos perdidos de su vida es soporífera y el contexto que rodea al personaje carece de algún elemento atractivo. Nadie le exige a un proyecto de estas características que presente un argumento de Isaac Asimov pero por lo menos debería ser entretenida y contar con escenas de acción decentes para pasar el rato. La ópera prima de Dave Wilson, un realizador que viene del campo de los videos juegos, contiene efectos visuales paupérrimos que hoy ni siquiera se encuentran en una producción clase B. La pelea final de Bloodshot con un falso Doctor Octopus en un ascensor parece una secuencia filmada en 1995 y ese es el momento más elaborado de esta producción. Wilson con su penosa dirección evoca los vicios del peor Michael Bay de Transformers, donde inserta numerosos cortes de edición en los momentos peleas o tiroteos que impiden que se entienda con claridad lo que uno ve en la pantalla. El otro inconveniente pasa por el casting de un Vin Diesel anestesiado, quien hace lo mismo de siempre y no presenta grandes diferencias en este papel y su labor en Rápido y furioso y XxX. Tobin Bell encarna a un villano psicópata que odia al protagonista sin motivos y tiene una presencia limitada, mientras que Guy Pierce le da vida a un científico que parece salido de una película de los años ´60. Dos grandes actores criminalmente desperdiciados en este sopórifero collage digital que nunca llega a entusiasmar con el prototipo de superhéroe perfecto que ofrece. El personaje principal es insulso, la trama es mala y falla a la hora de generar interés por el concepto de ciencia ficción que propone. Tampoco hay secuencias de acción notables que por lo menos hagan entretenido al espectáculo desde los aspectos visuales. No encuentro ninguna virtud destacable para justificar el costo de una entrada de cine en una película tan desganada en su realización como Bloodshot. Otro fiasco de Vin Diesel para el olvido.
Unidos es la película telonera de Soul, el gran estreno que tiene previsto Pixar para la temporada de las vacaciones de invierno y está destinada a un público más maduro. En este caso ofrecen una propuesta familiar olvidable que reúne todos los clichés asociados con esta productora que hace años dejó de representar la gran vanguardia en el género de la animación CGI. En el pasado se podía percibir una superioridad notable entre los proyectos de la compañía y la competencia y la realidad es que hoy el desempeño de los estudios es mucho más parejo. Sin ir más lejos, la última entrega de Cómo entrenar a tu dragón, de Dreamworks, presenta un espectáculo visual completamente superior a Unidos que integra esas películas de segunda línea de Pixar, como lo fueron El buen dinosaurio y las continuaciones de Cars. Cumple para entretener un rato a los más chicos pero carece de alguna cualidad notable para resaltar. El concepto de la historia sobre la desaparición de la magia y el contraste con el uso de la tecnología era interesante pero lamentablemente terminó saboteado por el catálogo de lugares comunes que contamina esta producción. Otra vez nos encontramos con personajes que lidian con la muerte de unos de sus padres e inician una aventura de autodescubrimiento personal en la que aprenden una lección de vida. Para variar los protagonistas tienen personalidades opuestas y deben viajar a un lugar específico para resolver sus problemas. La misma premisa con la que Pixar viene robando desde Toy Story. Tampoco está ausente ese tono depresivo que suelen tener los relatos del estudio y el infaltable “momento Coco” que intenta hacer llorar a los espectadores. Cuando estos elementos cobran fuerza en el relato te das cuentas que Unidos es un film sin inspiración que hicieron para tener presencia en la cartelera antes del estreno de Soul. Dan Scanlon, responsable de Monster University, no presenta ninguna evolución como realizador y ofrece otra película genérica del mismo nivel. A lo largo del conflicto no desarrolla con ideas creativas el mundo de fantasía que ambienta la historia ni hace el mínimo esfuerzo por desvincularse de la fórmula argumental del estudio que ya se volvió predecible. Si bien no es una película terrible e inclusive en el momento de su visionado podés llegar a pasarla bien, tiene la enorme desventaja de repetir demasiados conceptos que esta productora explotó hasta el hartazgo. Pixar tiene que darle un descanso de por lo menos diez años a los familiares fallecidos en estas historias y empezar a crear personajes diferentes que lidien con otras cuestiones. Ya hicieron llorar a todo el planeta con Coco, llegó el momento de orientar los contenidos emocionales por otro rumbo. Aunque las interpretaciones en piloto automático de Tom Holland y Cris Pratt son correctas tampoco consiguen que nos encariñemos con estos personajes que no brillan precisamente por su carisma. Los hermanos elfos son simpáticos pero cuesta imaginar que despierten pasión de multitudes en el público infantil. En resumen, un film que se deja ver pero difícilmente sea recordado entre los grandes estrenos del año dentro del género de animación.
Los miserables ofrece uno de los mejores dramas policiales que llegaron a la cartelera en los últimos años y tiene bien merecido todos los laureles que recibió hasta la fecha. La ópera prima en la ficción del documentalista francés Ladj Ly obtuvo un premio especial del jurado en el último Festival de Cannes y hace poco compitió por el Oscar en la categoría de Mejor película extranjera. Lamentablemente tuvo la desventaja de enfrentarse en ese rubro al film coreano Parasite que fue la gran elegida de este año. Para los amantes del género, en especial de la rama de procedimientos policiales, es un film imperdible que retrata como mucho realismo la tensión cotidiana y el mundo violento y desquiciado con el conviven habitualmente los miembros de una brigada. El trabajo de Ly toma una profunda influencia de Ciudad de dios, de Fernando Meirelles y muy especialmente del cine de Antoine Fuqua (Día de entrenamiento) y David Ayer (End of Watch). De un modo similar al que los realizadores norteamericanos mencionados filmaron sus trabajos en el peligroso barrio de South Central de Los Ángeles, el director francés nos transporta al suburbio decadente de Montfermeil en París, que revela la cara más oscura de la sociedad de ese país. Una localidad que por lo general no suele tener representación en las producciones cinematográficas modernas pese a contar con un antecedente histórico en la literatura, como fue Los miserables, de Víctor Hugo. La gran paradoja con la que juega el director en su film es que los conflictos sociales que se exponían en la novela no son tan diferentes a los que se viven actualmente en las mismas calles de ese barrio. Durante el desarrollo del conflicto hay numerosas referencias a la obra de Hugo que se establecen como un espejo del drama social que tiene Francia en la actualidad con los inmigrantes. La propuesta del film no pasa por narrar la investigación de un misterio a través de un thriller sino más bien por explorar las temáticas de la brutalidad policial y la tensión social que se vive en el barrio de Montfermeil entre las diversas etnias que integran esa comunidad. En ese sentido el tono del relato está más en sintonía con lo que solía ser la serie norteamericana The Wire que tenía un tratamiento del género similar con una realización más cercana al documental. La dirección de Ly retrata las dos caras del conflicto. Por un lado la existencia de un estado ausente que ignora a un sector de la población y potencial el aumento de la delincuencia juvenil y la impunidad con la que se desenvuelve cierto sector de la policía que genera más violencia en lugar de prevenirla. A partir de la presentación de los protagonistas la tensión incrementa paulatinamente hasta estallar en el intenso clímax con el que termina la película. En estos días donde el género policial encuentra sus mejores exponentes en la televisión, Los miserables es una gran película para no dejar pasar en el cine.
Luego de la desapasionada remake live action de Aladdin, Guy Ritchie regresa al género gánster con una película que rememora sus primeros trabajos y presenta al director en su versión más irreverente. En Los caballeros queda la sensación que el cineasta se hartó de toda la corrección política que contamina desde hace unos años las artes visuales y concibió este film con el fin de ofuscar a los críticos hipsters, sin sentido del humor, que se ofenden con cualquier producción que no siga la agenda moral de Hollywood. Nos encontramos ante un Ritchie sin filtros que no tiene reparos en abordar a todos sus personajes con estereotipos racistas, homofóbicos, xenófobos y sexistas que se desenvuelven en un mundo brutal donde son naturales estas actitudes. El film por momentos se convierte en una experiencia de placer culposo donde el director nos hacer reír con situaciones y diálogos que sabemos que no son correctas pero generan inevitablemente esa reacción. Si bien los títulos previos de este realizador dentro del género también presentaban esta clase de contenidos, en su nueva obra es una característica que cobró más fuerza. Fiel a su estilo de narración, Ritchie desarrolla un thriller hiperquinético, con varias subtramas y giros inesperados que incluye también un tinte de meta lenguaje tarantinesco. Dentro del reparto todos los artistas tienen sus momentos destacados pero hay dos figuras que sobresalen de un modo especial. Hugh Grant se pierde por completo en el rol de un detective privado inescrupuloso, donde trabaja el humor con un perfil muy diferente a los personajes que interpretó en el pasado, mientras que Colin Farrell aporta el mejor personaje del film, donde compone a un mafioso que se desempeña como entrenador de jóvenes delincuentes. Una lástima que el director no le diera una mayor presencia en la trama, ya que todas sus intervenciones brindan algunas de las escenas más graciosas. Si bien Los caballeros no está al mismo nivel que Snatch y Juegos, trampas y dos armas humeantes, no deja de ser una película muy entretenida que se disfruta mucho si sos seguidor del género.
La gran paradoja de este estreno es que se trata de una producción de los estudios Fox que parece una película live action de Disney de los años 70, con la particularidad que reúne los vicios más nefastos del cine de la actualidad. Una particularidad que tuvieron las adaptaciones del clásico literario de Jack London es que todas las películas son diferentes si bien trabajaron la misma premisa argumental. La versión de Hallmark de 1996, con Rutger Hauer como protagonista, es la que capturó con mayor fidelidad el espíritu del libro. Esta nueva interpretación que llega a los cines fue realizada por Chris Sanders, un artista del campo de la animación, responsable de títulos populares como Lilo y Stitch y Cómo entrenar a tu dragón. Su debut en el cine live action presenta dos características especiales que no tenían los antecedentes previos de esta historia de London en el cine. En primer lugar la trama tuvo un tratamiento más infantil donde el director erradicó todos esos elementos oscuros relacionados con la supervivencia en la naturaleza, junto con las interacciones violentas entre los animales y los humanos. Todo el drama y la crudeza de la novela original acá se presenta de un modo más aséptico con el fin que el espectáculo sea digerible para los niños. Los productores apuntaron claramente a convocar en las salas a un público familiar con una representación más endulcorada de la historia. Esto resulta un inconveniente porque se perdió muchísimo ese espíritu de peligro que enfrentaban los protagonistas donde la naturaleza representaba una amenaza importante. El otro tema con la obra de Sanders pasa por el hecho que los animales fueron recreados con CGI y tanto la calidad de los efectos como su ejecución es muy pobre. Resulta comprensible que en la actualidad se use la tecnología para prevenir que los animales se lastimen durante el rodaje o sean expuestos a situaciones innecesarias de peligro. Recuerdo que en la adaptación de esta novela de 1993, con Ricky Schroeder, había una escena espantosa donde al perro lo golpeaban en serio y generaba una incomodidad tremenda. El hecho que hoy se cuiden más estas cuestiones es una evolución positiva. El tema es que en esta producción abusaron demasiado de las herramientas digitales y el film resulta muy artificial. En El llamado salvaje se da la situación inversa que tuvo la remake CGI del Rey León. En la película de Jon Favreau el realismo que tenían los animales era tan perfecto que los personajes no podían expresarse como demandaba un musical de fantasía. Por el contario, en la producción de Fox el perro protagonista tiene expresiones de un dibujo animado que se contrapone con el realismo de la historia. Para que se entienda bien, el problema no pasa porque los efectos especiales reemplacen a los animales reales sino por el modo en que se los representa dentro de la trama. En más de una escena Buck, el clásico canino de London, se comporta y trae al recuerdo al Scooby Doo live action del 2002 y eso genera una distracción permanentemente que te saca de la historia. Por otra parte, la película de Sanders abusa de un modo obsceno del CGI e inclusive hay escenas donde se percibe con claridad que los actores no se encuentran en la naturaleza sino en un estudio delante de una pantalla verde. Para tratarse de una historia basada en una obra emblemática de Jack London esto es muy difícil de defender. Afortunadamente la labor de Harrison Ford le aporta un poco más de corazón y dignidad a esta adaptación y permite que dentro de todo la experiencia se haga llevadera gracias a su presencia. Un caso diferente es el de Dan Steven (La bella y la bestia) quien compone un villano exagerado que resulta más un carga para la trama que un aporte interesante. En resumen, una adaptación deslucida de un gran clásico de la literatura que se deja ver por la labor de su protagonista y probablemente entusiasme más a los amigos de los pastiches digitales.