Ya estamos acostumbrados a que las producciones de la productora Blumhouse sean una lotería impredecible. A veces presentan buenos espectáculos como la remake de El hombre invisible y en otras ocasiones bodrios olvidables, como el fallido relanzamiento de Jóvenes brujas. Freaky sobresale entre las propuestas decentes de esta compañía con un sólido entretenimiento dentro de la comedia de terror. La historia combina el concepto argumental del clásico de Disney, Freaky Friday, con el slasher, a través de un espectáculo que fusiona muy bien las características de ambos géneros. El director Christopher Landon, hijo del recordado actor Michael Landon (La familia Ingalls), ya había hecho algo similar en Feliz día de tu muerte, donde el terror se combinaba con la fantasía de El día de la marmota (Bill Murray). En este nuevo proyecto elabora una comedia muy divertida con el concepto de cambio de cuerpos entre el asesino serial y la clásica “final girl”. Vince Vaughn, quien en el pasado sobresalió con la composición de psicópatas (Enemigo en casa) acá tuvo la oportunidad de construir el personaje a través de la comedia, que es otro de sus fuertes, y sale muy bien parado. Kathryn Newton, conocida actriz de la serie Big Little Lies, tiene sus buenos momentos como co-protagonista, pero el que brinda el espectáculo y cuenta con el personaje más rico es Vaughn. Cuando debe convencernos que encarna a la chica que conocimos en el comienzo del relato no sólo lo consigue de un modo estupendo, sino que además aporta momentos desopilantes. Landon por su parte plantea además una sátira divertida del género del horror y en especial del slasher, con referencias directas a varios clásicos como la saga Martes 13. En este estreno encontramos la situación opuesta al de Pequeños secretos. Freaky presenta un concepto que vimos en muchas otras películas, pero en este caso el director le aporta condimentos creativos que logran que la historia sea amena y entretenida. En un año donde todavía no pudimos ver propuestas recomendables dentro del cine de horror, esta que se encamina más por la comedia al menos ofrece una mayor satisfacción.
Un policial con Denzel Washington, Rami Malek y Jared Leto. ¿Qué puede fallar? La propuesta genera entusiasmo hasta que recordás que Hollywood atraviesa una de las peores crisis creativas de su historia. Un detective experimentado (Washington) y su compañero novato (Malek) investigan el caso de un asesino serial. La idea es trillada pero ya sabemos que está todo inventado y siempre pueden surgir diversas maneras de narrar con creatividad un concepto conocido. No es el caso de Pequeños secretos que sobresale por su infame grado de pereza a la hora de abordar el género noir. Genera indignación que con semejante equipo de actores no hicieran el menor esfuerzo por evadir todos los lugares comunes que tiene la premisa argumental. La película es un robo obsceno de filmes clásicos de los años ´90 que todos conocemos de memoria y vimos infinidades de veces. De hecho, ni siquiera puedo citarlos porque le arruinaría el visionado a quienes tengan ganas de conocer este estreno. Si menciono uno de los títulos van a sacar enseguida el destino final al que llega la historia. Una frustración enorme porque la dupla que forman Washington y Malek es realmente muy buena, el problema es que los reunieron en la producción equivocada. No se puede decir lo mismo de Jared Leto, quien vuelve a caer en una de sus interpretaciones desconcertantes. Sabemos que tiene talento y puede actuar y a veces sobresale con muy buenos trabajos, como los que ofreció como en Réquiem por un sueño o Dallas Buyers Club. Sin embargo, en ocasiones también derrapa con sobreactuaciones, como la que brindó con el Joker en Escuadrón suicida o el marginal que encarna en esta propuesta que se pasa de freak. Un trabajo donde parecería que intentó canalizar los personajes alocados de Nicolas Cage y no funcionó. Leto llama demasiado la atención con sus expresiones exageradas, que encima es parte de un argumento malo. No obstante, más desconcertante todavía resulta la gente que lo elogia por hacer estas cosas. La dirección corrió por cuenta de John Lee Hancock, quien hace poco hizo un film decente para Netflix, como fue The Highwaymen, con Kevin Costner y Woody Harrelson. Lamentablemente el guión que concibió para Pequeño secretos es muy pobre y se siente un refrito de propuestas conocidas del pasado. Hasta cualquier episodio de La Ley y el Orden tiene más profundidad. Pese a todo, es justo mencionar también que hay dos características positivas que merecen ser resaltadas. En primer lugar la labor de Washington, quien se desempeña como un remador olímpico y logra hacer llevadera la película con su interpretación. Si llegás hasta el final sin quedarte dormido es por él y la energía que le pone a su labor dentro de un proyecto donde el argumento no lo ayuda en absoluto. Por otra parte sobresale la fotografía de John Schwartzman, quien le otorgo a la obra una estética pulp y noir muy atractiva, que por momentos remite a los típicos cómics de Greg Rucka. No hay mucho más para destacar. Tiene un primer acto decente con la presentación de los personajes principales y luego cae en el tedio absoluto al no proponer nade interesante con la premisa argumental. Dentro del género en la actualidad se pueden encontrar series de televisión mucho más elaboradas.
Si X-Men: Dark Phoenix fue el tiro de gracia final en la ejecución de la franquicia, Los nuevos mutantes directamente representa la profanación de la tumba del cadáver. Una producción que prácticamente estuvo orinada por Godzilla desde sus orígenes y atravesó numerosos contratiempos. A partir del 2018 empezó a sumar postergaciones en el estreno, luego surgió la compra de los estudio Fox por parte de Disney y cuando estaba lista para llegar a las salas explotó la pandemia. Por consiguiente, después de toda esta racha negativa si bien nadie se hacía ilusiones de encontrar una gran película había una curiosidad por verla. Desconozco quien puede llegar a recomendar esta bazofia pero el trabajo del director Josh Boone (Bajo la misma estrella) es un desastre y se lo nota perdido en un género que evidentemente no es lo suyo. Para quienes no están familiarizados con estos personajes, The New Mutants (su título original) fue un cómic muy interesante que surgió a comienzo de los años ´80, cuando los mutantes arrasaban en las ventas de Marvel. Esta colección se destacó por la diversidad racial de los protagonistas que era un elemento muy propio de la Era de Bronce de la historieta, donde estas cuestiones primaban en los contenidos. El grupo inicial esta integrados por adolescentes que provenían de Brasil, Vietnam y las comunidades indígenas y ofrecían una fusión de culturas muy rica entre los alumnos del profesor Xavier. Aunque nadie conocía a estos personajes enseguida conectaron con el público y la revista se destacó entre los best sellers de Marvel hasta comienzos de los ´90. Desde entonces la agrupación tuvo diversas formaciones y todavía sigue vigente en el universo de ficción de la editorial. La película de Boone no tiene nada que ver con el cómic ni con la saga de películas de Fox con la que intenta conectarse de un modo muy vago. Supuestamente el film iba a ser una propuesta diferente más orientada al género de horror. Me encantaría que alguien me explique que tiene que ver esto con el cine de terror porque puedo citar películas para el dvd y episodios de Scooby Doo con momentos más tenebrosos que cualquier escena de esta producción. Las grandes secuencias de tensión parecen pensadas para un público de ocho años con jump scares trillados donde la dirección Boone no genera gran impresión. No obstante, el mayor pecado de su obra pasa por ofrecer una producción terriblemente aburrida, donde no sucede nada interesante en los primeros 60 minutos. Durante la primera hora el director elabora una especie de drama sobre la angustia adolescente combinado con el misterio sobrenatural que transforma a los personajes originales de Marvel en monigotes estereotipados. Más que una película, Los nuevos mutantes se siente como el piloto de una serie juvenil que fue rechazada por el canal CW. En los últimos 30 minutos, donde los elementos fantásticos cobran más fuerza, la narración de Boon despierta a los espectadores del tedio pero para entonces ya es tarde y la trama enseguida llega a su conclusión. Más allá que intentaba expandir una franquicia muerta, esta representación de los mutantes no genera entusiasmo. El reparto tiene buenos artistas que no pueden hacer demasiado con el material que les ofrecía el guión. Maisie Wlliams es tal vez la figura que sale mejor parada, mientras que Anya Taylor- Joy no causa la mejor impresión con su extraño acento ruso en el rol de la hermana de Coloso (Magik para los amigos). La labor del resto es genérica e intrascendente, en parte a que Boone como guionista construye roles estereotipados que quedan en el olvido tras el visionado del film. En resumen, otra película fallida de la castigada saga de los mutantes que esperemos algun dia pueda recuperar la gloria perdida.
Tras un contexto de pandemia que dejó pocos estrenos de cine con contenido, no es una sorpresa que la Academia de Hollywood se enamorara de esta propuesta que reúne todos los requisitos de manual para conseguir nominaciones al Oscar. Algo que no desmerece en absoluto sus virtudes artísticas. Historias de venganza con víctima de abusos sexuales abundan en el cine, a tal punto que conforman un subgénero independiente. Desde las viejas películas de explotación de Abel Ferrrara (Ms. 45) o la franquicia I Spit in Your Grave hasta propuestas más modernas como Hard Candy y Elle, de Paul Verhoeven, el concepto se trabajó con diversos tonos narrativos. Hermosa Venganza (traducciones raras si las hay) creo que sobresale especialmente por el realismo crudo con el que se aborda la temática y el modo en que retrata la coyuntura socio-cultural de la actualidad relacionada con la violencia de género. La ópera prima de Emeral Fennell (conocida actriz de la serie The Crown) tiene una marcada militancia feminista pero nunca se termina por convertir en un burdo panfleto político de propaganda. El film hace un gran trabajo a la hora de retratar toda la cultura nociva relacionada con la sexualidad e ideologías machistas establecidas desde hace décadas, que terminan por crear un sistema que ampara la impunidad de los agresores. Fennell va al hueso en estas cuestiones a través de una obra que presenta una experiencia cinematográfica intensa, donde se combinan varios géneros a la vez. Por momentos juega con tintes del cine del thriller, pero también elabora un drama sobre la salud mental y añade situaciones de humor negro. En consecuencia, la película despierta diversas emociones durante el desarrollo de la trama que van de la consternación hasta la incomodidad y la tristeza. Son esa clase de producciones que no dejan indiferente al público y despiertan su discusión a la salida del cine. Sobre todo por su final que tiene un impacto emocional y un giro que probablemente no conformará a todo el mundo. Un detalle muy interesante para resaltar es la curiosa puesta en escena que escogió la directora, con una fotografía y ambientaciones centradas en los colores pasteles, que se contrastan con la oscuridad densa de la situaciones que se presentan. En lo referido al reparto, Carey Mulligan sobresale con la interpretación de un rol complejo y difícil de abordar que con el transcurso de la historia revela diversas facetas de su personalidad. Si hubiera que objetarle algo a este film es que la motivación que lleva a la protagonista a ser consumida por su sed de venganza no quedó muy bien definida dentro del relato. Extenderse en esta cuestión significaría entrar en un terreno de spoilers y tampoco es un gran problema. Hermosa venganza es una buena película que merece su recomendación y deja con ganas de seguir en el futuro los próximos trabajos de esta nueva directora.
Hay que darle un descanso de por lo menos una década a las historias juveniles sobre futuros distópicos. Por lo general las películas de este tipo, al menos las últimas que se estrenaron, suelen reunir clichés y personajes que se sienten repetidos y después de un tiempo terminaron por aburrir. La mayor frustración de Caos es que a la media hora de haberse iniciado el film ya tenés la certeza que todo va a quedar en la nada porque que no hay modo que pueda conseguir una continuación. Lamentablemente se trata de esos casos donde demasiados cocineros meten mano en la elaboración del plato y arruinan un producto que tenía un potencial interesante. Los créditos de esta producción informan que Doug Liman estuvo a cargo de la dirección, pero cualquier espectador que haya visto Edge of Tomorrow o Barry Seal (ambas con Tom Cruise) puede percibir que esto no es un trabajo suyo, sino un producto manoseado por el estudio Lionsgate. De hecho, hace unos meses se confirmó la noticia que el realizador uruguayo Fede Álvarez (No respires) llegó a filmar escenas adicionales, luego que los primeros testeos con el público resultaran negativos. Durante la pre-producción también pasaron numerosos guionistas que trabajaron en la adaptación de la trilogía literaria de Patrick Ness, entre ellos Charlie Kaufman y John Lee Hancock (Saving Mr. Banks). El resultado final más que una película se siente como un compilado de imágenes que preparó el estudio para anticipar el estreno en una Comic-Con. Vemos a los protagonistas envueltos en persecuciones permanentes y villanos genéricos que no tienen una motivación definida, más allá de justificar las secuencias de acción, y no hay mucho más contenido que eso. Daisy Riley y Tom Holland conforman una buena pareja pero la narración acelerada del film no les da espacio para desarrollar mejor el vínculo de sus personajes. Dentro del reparto un gran actor como Mad Mikkelsen termina completamente desperdiciado en un rol que deja la impresión que fue afectado por la edición y probablemente era más relevante dentro del conflicto. Inclusive Óscar Jaenada (el recordado Luisito Rey de la serie de Luis Miguel) era parte del elenco y todas sus escenas fueron eliminadas. Se nota claramente que faltan momentos en esta película que contribuían a construir la fantasía distópica y quedaron afuera del corte para cines, con el fin de darle más prioridad a la acción. Para tratarse de la primera entrega de una trilogía (que sería un milagro que se complete) Caos no consigue despertar interés por el mundo de ciencia ficción que presenta y ni las historias personales de los protagonistas. Probablemente se sume a la lista adaptaciones literarias que nunca se llegarán a completar, como El dador de recuerdos, con Jeff Bridges, entre otros títulos, que tuvieron el mismo destino.
Hace muchos años que no llegaba a los cines una película de Jean Claude Van Damme, cuya carrera en las últimas décadas se concentró en producciones independientes destinadas al mercado del dvd. Su última aparición en las salas había sido con Expendables 2 donde encarnó al rol del villano principal. Calles en guerra es una película donde interpreta un papel más dramático con un perfil diferente a lo que suelen ser sus personajes. Si son fans del actor belga y buscan secuencia de peleas y tiros este no es el estreno indicado. La obra del director Lior Geller presenta un drama sobre la delincuencia juvenil y el rol que cumplen las pandillas y su subcultura de violencia en la sociedad. Van Damme tiene un rol muy secundario como un ex combatiente mudo que padece estrés post traumático y se cruza con uno chicos que son seducidos por el mundo del crimen. Durante la primera hora aparece muy poco y recién tiene una mayor presencia en la segunda mitad del film. La trama no es mala y Jean Claude la verdad que hace un trabajo más que decente, pero el film termina saboteado por la horrenda dirección de Geller. Por alguna razón el tipo intenta copiar el cine de Paul Greengrass con su tradicional cámara movediza que acá resulta una pesadilla. Al margen de este detalle tedioso la narración es muy aburrida y cuesta llegar al insípido final. Quienes busquen esta película por Van Damme saldrán decepcionados ya que su rol es muy limitado. En ese caso recomiendo darle una oportunidad a The Bouncer (2018), donde ofrece su mejor trabajo desde JCVD, en una propuesta mucho más entretenida que la que ofrece este estreno. ver crítica resumida
La ópera prima del director francés Jules Berg trabaja una premisa que se explotó numerosas veces en el género de terror con mejores resultados. Unos delincuentes ingresan a robar una casa y se encuentran con que sus dueños de apariencia inocente resulta ser unos psicópatas. Hace unos años el director uruguayo Fede Álvarez abordó la temática con un film muy superior, que buenos momentos de suspenso. Uno de los grandes problemas que presenta Los intrusos es que la narración de Berg es aburrida y no ofrece ningún momento notable que se pudiera asociar con el cine de terror o el suspenso. Todo se desarrolla de un modo muy predecible y el director no le aporta ningún condimento interesante a la premisa que ya cuenta con numerosos antecedentes conocidos. No obstante, tiene la ventaja de presentar un reparto que cuenta con dos grandes veteranos como Sylvester McCoy (recordado por su labor en la serie Dr.Who) y Rita Tushingham (Doctor Shivago). Ambos reman con mucha dignidad roles trillados dentro de una película, cuyo realizador no hace el menor esfuerzo por cautivar a los espectadores con el conflicto y situaciones decentes de suspenso. Maisie Williams de Games of Thrones también sale bien parada en un papel insulso y aburrido que apenas llega a tener un desarrollo. No hay nada interesante para resaltar de esta producción que merezca su recomendación. En resumen, un film olvidable cuyo visionado, si la temática despierta interés, se puede reservar para la televisión o las plataformas de streaming.
Para mucha gente Godzilla vs Kong representará el regreso a las salas después de un año, ya que habían visto previamente los últimos estrenos y esperaban esta producción en la pantalla grande. La buena noticia es que el director Adam Wingard no decepciona para nada con este encuentro entre los dos monstruos clásicos y proporciona un cierre muy digno al Monsterverse de Warner. No hay escenas post-créditos y parecería que todo termina acá y está bien que así sea porque tampoco se puede estirar mucho más el concepto de la saga. Si disfrutaron Godzilla 2 y no le dieron bolilla a los críticos que le pegaron por su "calidad argumental y falta de rigurosidad científica", no hay modo que la pasen mal con la nueva entrega que tiene algunos momentos formidables. Sobre todo tras las abstinencia que había de este tipo de espectáculo producto de la pandemia. Wingard construye muy bien el duelo de los dos protagonistas con una trama sencilla donde los monstruos cuentan con una presencia generosa. Por momentos queda la sensación que el director tiene cierta predilección por Kong a quien establece como la figura heroica del conflicto. El mono es claramente el alma del film y el personaje con el que el relato genera una empatía emocional. Por el contrario, a Godzilla esta vez se lo nota más ofuscado con la humanidad, como si lo hubieran sometido a una función continuada del Snyder Cut de la Liga de la Justicia. De todos modos es importante destacar que Wingard lo respeta muchísimo y sobresale en algunas secuencias que son imponentes desde la puesta en escena. En lo referido a los personajes humanos la historia presenta dos bandos que siguen y apoyan a los protagonistas. El equipo Kong fue el más beneficiado con ese tándem estupendo que conforman Alexander Skarsgard, Rebecca Hall y Kaylee Hottle, la nena que establece un vínculo personal con el mono y representa de alguna manera la versión tierna de la clásica dinámica de la bella y la bestia. De todos los roles humanos que hubo en el Monsterverse estos tres (opinión personal) para mí fueron los mejores. Cuando la película no se concentra en la acción llevan adelante muy bien la trama y tienen química entre sí. Por el lado de Godzilla lamentablemente no se puede afirmar lo mismo. Millie Bobby Brown y Julian Denninson (el pibe de Deadpool 2) dejan sabor a poco y por momentos hasta resultan una molestia, porque tienen una subtrama aburrida. Tampoco los ayuda la incorporación de Brian Tyree Henry, quien compone un personaje que parece haberse escapado de una entrega de los Transformers de Michael Bay. Su finalidad de aportar humor es un desastre y todos los chistes que hace no sólo no tienen gracia, sino que se sienten forzados. Cada vez que la trama se enfoca en ellos surgen las ganas que la narración vuelva con el equipo Kong o los bichos. Damián Bichir por su parte compone un villano funcional a la película en un rol que saca adelante con mucha dignidad. Con repecto a la esperada pelea, hay tres rounds donde Godzi y Kong se van a la manos y lo interesante de la película es que presenta un claro ganador. Cuando el film entra en el terrero de la Wrestlemania bizarra y la destrucción masiva de ciudades es la gloria y en materia de realización la labor del director es impecable. Sobre todo en los últimos 20 minutos cuando Kong sorprende con un estilo de lucha que sigue la escuelita de Hulk Hogan o Rubén Peuchele. Desde la realización la pelea final es una locura y le da al público lo que se espera de este tipo de propuesta. Vuelvo a repetir algo que mencioné en las reseñas previas de esta saga. Con todas las objeciones argumentales que se le quieran hacer, este Monsterverse de Warner y la productora Legendary le pintó la cara a todo lo que hicieron los japoneses en los últimos 25 años. Salvo por Shin Godzilla, del 2016, que tuvo un poco de corazón, el resto de las producciones asiáticas fueron muy inferiores a las películas hollywoodenses y es justo reconocerlo. En resumen, si la estaban esperando a disfrutarla ya que para los seguidores del género es un gran entretenimiento.
La mujer maravilla 2 es una película horrenda y cuesta bastante digerir el desconcierto y la decepción que dejó este desastre de la directora Patty Jenkins. No es sencillo encontrar argumentos sólidos para defender esta producción, especialmente si sos fan del personaje. Creo que el fiasco tiene dos responsables concretos. Por un lado la directora, quien se empachó con el suceso del primer film y le dieron carta libre en el estudio para hacer cualquier cosa. En este proyecto quedó demostrado que su faceta de guionista no representa su mayor fuerte artístico. Por otra parte, la incompetencia de Geoff Johns, cuyos desastrosos aportes en el argumento tienen una enorme responsabilidad en el resultado final del film. Johns sobresalió por su labor en Aquaman dentro de los cómics pero su guión para esta continuación es ofensivamente estúpido. Desconozco cuales habrán sido los aportes de David Callahan (Godzilla) quien aparece también en los créditos. Si se toman el trabajo de repasar las tres temporadas de la serie de los años ´70 con Linda Carter no van a encontrar un argumento tan malo como el que se ofrece en esta película. Inclusive la tercera temporada, que fue la más flojita, ya que tenía un tono infantil, presentaba conflictos que contenían una mínima coherencia. Es más, la película de 1974 con Cathy Lee Crosby, que elaboraba una versión alternativa del personaje, cuenta con un argumento más sólido. La representación de la heroína por supuesto es diferente pero las acciones de los personajes al menos tienen sentido. En término generales el gran problema de la nueva obra de Jenkins es que resultó un experimentó fallido. En esta oportunidad la directora no sólo ambientó la trama en los años ´80 sino que desarrolló el conflicto y la narración como si fuera una obra del período. Tras la secuencia de flashback inicial con las amazonas, que es el único momento donde se establece una conexión con el tono narrativo de la entrega previa, este estreno parece un film realizado por Richard Lester, el responsable de Superman 2 y 3. La escena del robo en el shopping es el mejor ejemplo que retrata esta situación. El tema es que Jenkins va más allá del homenaje nostálgico y aborda su relato como si fuera un film de aquellos años, una idea que acarrea dos graves problemas. La película no sólo queda desfasada en el tiempo frente al cine de superhéroes de la actualidad, sino que además se opone al tono que había tenido la obra del 2017. Por otra parte, la ambientación en los años ´80 resultó un capricho arbitrario de ella que no le aporta nada al conflicto que presenta ni al desarrollo inexistente del personaje principal. En la entrega previa el contexto de la Primera Guerra Mundial era funcional a la construcción del origen de la heroína, mientras que en la continuación la trama transcurre en 1984 porque está de moda el recuerdo de esa década y nada más. El desastre se establece de entrada con el ridículo duelo de 60 años de Diana por la muerte de Steve Trevor a quien conoció durante una semana. Más allá que no es un concepto muy empoderado que Wonder Woman se encuentre estancada en su vida por la ausencia de un tipo, Jenkins nunca eleva a otro nivel la saga y ofrece un espectáculo que deja sabor a poco. Con el transcurso del tiempo la película le demanda al público que acepte situaciones que no tienen sentido por el simple hecho que a la directora y a Geoff Johns se les ocurrió de esa manera. El regreso de Steve Trevor no tiene razón de ser y lo incorporan a la historia por el capricho de Jenkins de trabajar otra vez con Chris Pine. El modo en que reinsertan al personaje es de una tontería impactante. Lo peor de todo es que después lo dejan en un plano secundario donde no aporta nada relevante. Inclusive a Pine se lo nota desganado en su actuación como si él mismo hubiera tenido problemas para creerse el retorno del personaje. Con toda la historia rica que tiene Wonder Woman, en más de 80 años de vigencia en la cultura popular, la mejor idea que tuvieron para una segunda película fue la trama de una piedra mágica que cumple deseos y queda en manos de un villano acartonado. El modo en que incluyen al avión invisible, por el simple fan service, es tan bobo que hasta resulta incómodo de ver. Lo mismo ocurre con la armadura dorada o el hecho que Diana ahora puede volar de la nada sin ninguna explicación. La película a partir del segundo acto se vuelve caótica porque los realizadores se embrollan con varias líneas argumentales. A toda la telenovela de Diana con Steve se suma además el conflicto de Maxwell Lord con su hijo y el patético origen de Cheetah que da vergüenza ajena. En el medio lo involucran también al Duque del engaño, un personaje clásico de la historieta al que se lo menciona en un momento porque todo sirve para el fan service. El relato no tiene un foco definido como la entrega anterior y esto atenta contra el desarrollo de los nuevos personajes, en parte porque tienen que lidiar con una presencia limitada. Un sobreactuado Pedro Pascal que busca evocar los villanos grotescos de los años ´80 ofrece un antagonista olvidable. Un caso diferente es el de Kristen Wiig, quien se desenvuelve mejor de lo esperado como Bárbara Minerva, pese al tratamiento desastroso que le dieron a su personaje. Sin embargo ella no está mal en el rol y hace lo puede con un guión que no la ayuda para nada. Cheetah es una antagonista compleja que necesitaba espacio para ser desarrollada con solidez y en este caso tiene arco un argumental que funciona como una especie de versión negativa del cuento del patito feo, que encima atrasa culturalmente 50 años como mínimo. Mientras miraba la película pensé, "bueno la historia no es buena pero seguramente va a mejorar con la acción". Tampoco sucedió. Al margen que todas las escenas atractivas las incluyeron en el trailer, la labor de Jenkins en este aspecto también es decepcionante. No se puede entender que una producción que tuvo un presupuesto de 200 millones de dólares ofrezca el CGI mediocre que se ve en este film. La escena ridícula en que Wonder Woman rescata a unos niños en una ruta es de una artificialidad impactante. Hasta Starship Troopers, de 1997, tiene mejores efectos digitales. Lo mismo ocurre con la paupérrima pelea entre Diana y Cheetah que no sólo es corta sino que no se entiende nada por la manera en que está editada. Si tengo que rescatar algo positivo me quedo con la fotografía de Mattew Jensen que presenta un buen contraste estético con el primer film, la música de Hans Zimmer y un cameo sorpresa en el final que funciona como un abrazo consuelo tras el sabor amargo que deja el film. Gal Gadot, quien aparece más apagada en su interpretación, gracias a su presencia al menos consigue que la historia sea un poco más llevadera. Ojalá Patty Jenkins se redima con la próxima entrega. Wonder Wonder tiene una filmografía muy corta que se puede permitir este traspié, pero eso no quita que merezca una película superior y por sobre todas las cosas un argumento más digno.
Si hay que reconocerle una virtud a este estreno es que por lo menos el afiche no miente. "De los creadores de La sirena y La novia". Con esas referencias letales ya sabés que vas a encontrar otra película rusa mala del género de terror, donde los realizadores vuelve a cometer los mismos errores de siempre. En lugar de crear películas con identidad propia que exploten la enorme riqueza que tiene el folclore de ese país, otra vez ofrecen un clon genérico del peor cine hollywoodense que vimos centenares de veces. En este caso roban de un modo burdo El proyecto Blair Witch con una premisa argumental que presenta una idea interesante y que en manos de un cineasta más competente podría haber ofrecido un film decente. La leyenda urbana que enmarca la historia de un espíritu maligno de San Petersburgo tiene su atractivo y podría haber ofrecido un cuento decente de horror. Lamentablemente la idea contó con la ejecución de un director novato sin imaginación como Ivan Minin, quien ofrece una ópera prima para el olvido. El realizador no tiene el menor dominio del suspenso y los climas de tensión y una vez que se presenta la premisa del conflicto su película decae por completo en el más absoluto tedio. La viuda ofrece algunas de las peores escenas de posesión que se filmaron en las últimas décadas. Más allá que los actores no son buenos, la dirección es un desastre y nunca consigue desarrollar algún momento que se pueda vincular con un film de terror. Todo se ve tan amateur y pobre que cuesta creer que esto haya conseguido distribución internacional. En You Tube se pueden conseguir filmes y cortos independientes mucho más profesionales y entretenidos. Podemos citar los trabajos de la productora Womp Stomp Films, cuyas producciones con Jason Voorhees se comen crudo a la mayoría de los estrenos hollywoodenses. Otro inconveniente que presenta esta película es que se estrena en una versión doblada en inglés, con el típico reparto pedorro de voces que a menudo se encuentran en el animé. Motivo por el cual mucha gente prefiere ver las series o películas en el idioma original con subtítulos. Más allá que las interpretaciones del doblaje son malísimas las voces no pegan con el perfil de los personajes. Los protagonistas tienen nombres como Vika, Zoya, Lyoya, Andrey y Nikita y hablan como si fueran turistas de Los Ángeles, algo que te saca del contexto de la historia. La viuda es horrenda y no vale la pena perder el tiempo. Si alguien se las recomienda asegúrense que esa persona les pague la entrada al cine.