A los 80 años el director Ridley Scott presenta una de las películas más atractivas de de su filmografía reciente, donde recrea un apasionante caso policial que tuvo una enorme repercusión mediática en 1973. Cuando un grupo de la mafia calabresa en Italia secuestró al nieto del empresario petrolero J.Paul Getty lo último que imaginaron los delincuentes fue que el millonario se negaría a pagar un rescate que representaba un gasto menor en su economía. Guetty fue probablemente la encarnación humana más real que existió del señor Burns de los Simpson. Como lo indica el título de este film, el hombre en su momento tenía todo el dinero del mundo pero sus miserias personales le dieron una reputación infame debido a sus actitudes mezquinas, tanto en el mundo de los negocios como en su círculo familiar. Al ver esta película queda claro que el director no tenía ningún interés en filmar un docudrama que recreara con exactitud los hechos reales, sino más bien construir un thriller inspirado por esta historia. Una cuestión que por cierto se le aclara al espectador en los créditos finales. Si bien muchas situaciones que se muestran en la película sucedieron en la vida real, Ridley Scott alteró varios eventos en su relato para darle más emoción a la trama. Algo que no ocurría por ejemplo en La caída del halcón negro que retrataba con fidelidad la cronología de esa fallida operación militar. En este caso el cineasta no pierde tiempo en su narración y en los primeros dos minutos establece el conflicto central para luego desarrollar la historia de los personajes centrales. Hace unos meses esta película fue noticia por el hecho que eliminaron todas las escenas protagonizadas por Kevin Spacey, quien interpretaba al millonario Paul Getty, a raíz de las denuncias que tuvo por situaciones de abusos sexuales. A pocas semanas del estreno Scott decidió volver a filmar las escenas del personaje con Christopher Plummer, algo que no tenía precedentes en la historia de Hollywood. Nunca sabremos como hubiera sido la película con la versión de Spacey pero Plummer logra destacarse con una de las mejores interpretaciones que brindó en los últimos años. El papel que abordó no era precisamente secundario y con muy poco tiempo de preparación, más la presión que generaba esta situación particular, el actor brinda un trabajo extraordinario. Su nominación al Oscar es más que merecida ya que su labor tiene un peso importante en el film y junto con Michelle Williams integran el corazón de la película. En roles más secundarios también tienen sus buenos momentos Mark Wahlbergh, como un negociador representante de la familia Getty y el actor francés Romain Duris (Las muñecas rusas), quien encarna a uno de los secuestradores. Más allá del atractivo que tienen todos estos personajes, la historia es intensa y el director consigue mantener el suspenso del conflicto hasta el final. Hay un momento en particular donde Scott se excede con la violencia gráfica en una situación que probablemente impactará a los espectadores más impresionables. La verdad es que la escena tranquilamente se podría haber manejado sin tanto énfasis en los detalles sangrientos. Sin embargo, a los 80 años Scott está más allá del bien y el mal y sería inútil pedirle que a esta altura de su carrera rectifique su afición al morbo. Mi única objeción con esta película es que el director dejó afuera del relato las consecuencias que generó el secuestro para la familia Getty con el fin de darle a la película un cierre hollywoodense más convencional. Tal vez podamos conocer esos detalles en la serie de televisión que el cineasta Danny Boyle (Trainspotting) estrenará muy pronto sobre el mismo tema. De todos modos, aunque Todo el dinero del mundo no sea una recreación exacta del caso real es una muy buena película que sobresale entre los mejores trabajos que brindó Ridley Scott en el último tiempo.
Paddington 2 es la mejor película infantil que se estrenó en los últimos años fuera del género de animación. Una especie en extinción de esas que ya no llegan a la cartelera porque los filmes para niños en el último tiempo se limitan a seguir fórmulas trilladas que repiten el mismo concepto una y otra vez. Lo pudimos comprobar la semana pasada con la desapasionada y mediocre película de El pájaro loco que no era otra cosa que un refrito más de Alvin y las ardillas. En el 2014 el productor David Heyman, responsable de la saga de Harry Potter, sorprendió con la brillante adaptación de Paddington en el cine; un personaje que en Inglaterra representa un auténtico ícono popular. En Londres el oso fue homenajeado con una estatua y los libros de cuentos del autor Michael Bond son un clásico del género. La primera película, que en su momento formó parte de mi top ten anual, sorprendió por el cariño que expresaba a la obra original y sus cualidades estéticas. En esta segunda parte, el productor Heyman reunió al mismo reparto y equipo técnico, incluido el director Paul King, para desarrollar una continuación que supera a la entrega previa. La historia explora los esfuerzos de Paddington por encontrar su lugar en la comunidad inglesa y aunque no todo el mundo lo acepta con brazos abiertos, su gentileza y simpatía eventualmente transforma la vida de cada persona con la que entra en contacto. Sin caer en la predica moralista, el film transmite a los más chicos un gran mensaje de aceptación y tolerancia a través de este particular inmigrante peruano que busca su lugar en la ciudad de Londres. Una particularidad de la nueva entrega es que esta vez la trama se enfoca más en el misterio y la aventura, con un conflicto atractivo que se dispara cuando Paddington termina en la cárcel por un robo que no cometió. Resulta un placer sentarse a ver un film de este género donde no hay situaciones idiotas, escenas escatológicas de mal gusto ni publicidades de productos insertadas en la historia cada dos minutos. Los ingleses le encontraron la vuelta al personaje para desarrollar esta propuesta con un humor más sofisticado sin caer en situaciones vulgares. Paddington tiene una inocencia especial que ya no es frecuente de ver en el cine infantil hollywoodense, algo que encima se potencia con la sensibilidad de la historia. Desde los aspectos técnicos la película sorprende con un espectáculo de primer nivel que ofrece algunas escenas fantásticas. Presten atención a lo que hace el director con la secuencia en la que el protagonista sueña con realizar un paseo turístico por Londres junto a su tía. Un momento de pura belleza cinematográfica que ya no se encuentra con frecuencia en las propuestas infantiles. Por otra parte, el trabajo con las expresiones faciales del oso es imponente y una vez más los realizadores lograron que nos olvidemos por completo el hecho que el personaje fue recreado con efectos especiales. En este aspecto también jugó un rol clave la interpretación de Ben Whishaw quien genera una empatía especial con Paddington. En la versión doblada al castellano Nicolás Vázquez estuvo a cargo de la voz del oso, pero como vi la versión original en inglés no puedo mencionar por el momento si esto distorsionó el retrato del personaje. Paddington 2 es una propuesta que más allá de narrar una buena historia entretenida reúne un elenco de lujo con grandes artistas del cine inglés como Sally Hawkins, Julie Walters, Jim Broadben, más las incorporaciones de Brendan Gleeson y Hug Grant, quienes tienen muy sus momentos destacados. A quienes disfrutaron la primera película especialmente recomiendo que no dejen pasar esta continuación ya que es la mejor propuesta familiar que encontrarán en la cartelera durante un largo tiempo.
La buena noticia es que Walter Lantz, uno de los grandes maestros en la historia de la animación y creador de El pájaro loco, murió en 1994 y por suerte jamás pudo ver esta aberración que hicieron con su obra, Este es un estreno inusual ya que se trata de una película del estudio Universal realizada exclusivamente para el público de Brasil. El único país en el mundo donde el personaje logró mantenerse vigente durante las últimas décadas con la emisión en televisión de los viejos cortos animados. Por alguna razón los brasileños aman al pájaro loco y hasta la fecha continúa siendo un ícono popular importante. De hecho, hace unas semanas esta película se estrenó en Brasil y enseguida se convirtió en la propuesta más vista en los cines. En Estados Unidos el film terminó directamente en dvd y estará a la venta a partir del seis de febrero. Universal en este caso tomó la fórmula de las infumables películas de Alvin y las ardillas para desarrollar una propuesta similar con el pájaro loco. El director Alex Zamm, quien fue responsable de otros filmes malos como El inspector Gadget 2, en este caso desarrolla otra producción mediocre sin inspiración que resulta fallida en todos los campos. El diseño del pájaro loco parece realizado con animación computada de 1995 y se ve horrendo a lo largo de la trama. No ayudó tampoco que el personaje tenga una personalidad más agresiva y la gracia de sus actos pasen por las acciones violentas que emprende. En la ineptitud para hacer una película decente los realizadores convirtieron la irreverencia original del personaje en pura estupidez. No ayuda tampoco un reparto conformado por actores desconocidos de producciones clase B que expanden la mediocridad de esta película con sus interpretaciones chapuceras. La historia es horrenda, el elenco olvidable y lo que genera irritación es que no hicieron el menor esfuerzo para brindar un entretenimiento infantil decente. Todos los personajes son desagradables y el pájaro loco está al servicio de la idiotez con situaciones redundantes que genera el tedio absoluto desde sus primeras apariciones. La película es realmente muy mala y no merece una entrada al cine. Para entretener a los chicos se pueden optar por otras opciones de mayor calidad y dejar esta bazofia para la televisión que no se perderán nada relevante.
The Post es una película que Steven Spielberg sacó de la galera el año pasado, mientras trabajaba en la post-producción de Ready Player One, que llegará pronto a los cines. En muy poco tiempo reunió al elenco y en apenas un par de meses terminó este proyecto centrado en los hechos que llevaron a los diarios The Washington Post y New York Times a publicar los famosos “Papeles del Pentágono” en 1971. Una serie de documentos que revelaron las actividades clandestinas del gobierno norteamericano durante la Guerra de Vietnam. La divulgación de esos informes afectó gravemente la imagen de la administración de Richard Nixon antes del escándalo de Watergate que pondría fin a su gobierno. Spielberg utiliza la recreación de estos hechos para establecer una analogía con la situación que vive la prensa de ese país en la actualidad con la administración de Donald Trump. Esa es la razón por la cual no quiso esperar demasiado tiempo para desarrollar este proyecto, ya que el conflicto retrata cuestiones que son de plena vigencia en este momento. Como propuesta educativa creo que el film cumple su objetivo y brinda una correcta recreación de este hecho histórico. Probablemente The Post sea utilizada en las escuelas de Estados Unidos cuando se aborden estos temas, pero no es una de las producciones de Spielberg que quedarán en la memoria con el paso del tiempo. La trama, especialmente en los primeros cuarenta minutos se vuelve algo densa, y el conflicto que presenta recién adquiere mayor interés cuando entra en juego el tema de la publicación de los documentos del Pentágono. Aunque el film es calificado oficialmente como un thriller político tiene muy poco suspenso y nunca llega a ser tan cautivante como el clásico de Alan Pakula, Todos los hombres del presidente, que cubría el mismo período histórico. Spielberg también utiliza esta historia para destacar la figura de la periodista Catherine Graham, cuyo liderazgo como editora del Washington Post tuvo que enfrentar el sexismo de esa época. Meryl Streep ofrece una interpretación muy correcta de Graham pero dudo mucho que el personaje quede en el recuerdo entre los grandes papeles de la actriz. Al ver esta película queda la sensación que muchas de sus nominaciones al Oscar a veces tienen la función de rellenar la categoría de Mejor Actriz cuando no hay otras opciones atractivas. Sin ir más lejos, en el film Florence Jenkins la artista sobresalió con más fuerza como la excéntrica cantante lírica que en esta producción de Spielberg donde cumple su rol con profesionalismo. El mismo caso se da con Tom Hanks que encarna el mismo personaje que Jason Robards interpretó en Todos los hombres del presidente. The Post es una buena película de Spielberg que trabaja temáticas interesantes, pero sólo resultará atractiva a quienes se enganchen con estos temas históricos.
En Detroit: Zona de conflicto la directora Kathryn Bigelow presenta la película más perturbadora de su filmografía. Se trata de una propuesta dura e intensa de ver, cuyas escenas de violencia permanecerán en el recuerdo del espectador durante unos días luego de salir del cine. El nuevo proyecto de la realizadora continúa esta racha que tuvo últimamente su carrera donde explora temáticas basadas en hechos reales. En esta oportunidad la trama se centra en un caso muy polémico de violencia policial, ocurrido en el marco de los disturbios raciales de la ciudad de Detroit, en 1967. El film se enfoca exclusivamente en los incidentes del Hotel Algiers, donde un grupo de jóvenes fueron torturados por las fuerzas policiales en un hecho que tuvo resultados trágicos. Una situación particular ya que esta el día de hoy se desconoce qué ocurrió en ese lugar exactamente y cómo se desencadenó la violencia en el edificio. Hace más de 50 años que se investiga en Estados Unidos el incidente y si bien hay algunas teorías sólidas ninguna brinda una versión oficial. La directora Bigelow es muy honesta con esta cuestión y por ese motivo al espectador luego se le informa que el film es una recreación ficticia de lo que pudo haber ocurrido en el hotel. Detroit brinda una experiencia inmersiva muy similar a la que elaboró Christopher Nolan en Dunkerke. Bigelow nos inserta en el caos de la ciudad de Detroit y a través de una serie de personajes experimentamos lo que pudo haber sido quedar atrapado en el incidente del hotel. Llega un momento donde el lugar se vuelve un escenario asfixiante y las situaciones de violencias son duras de digerir. En este punto encontramos la gran debilidad de la película. Más allá del show de tortura porno en el que se estanca la narración, Bigelow no explora en absoluto la historia de los incidentes de Detroit. Mientras se desarrollan los hechos del hotel la ciudad se convierte en una zona de guerra y la película ignora el contexto social y político de esa crisis. Al comienzo del film se establece por medio de una breve secuencia de animación la cronología de los conflictos raciales hasta 1967 pero la directora nunca aborda estos temas con profundidad. Por momentos parecería que los vecinos negros de Detroit empezaron a saquear comercios porque no tenía otra cosa que hacer y hacía calor en la ciudad. Bigelow ignora la causa concreta de los incidentes y la corrupción gubernamental que generó la degradación social de una comunidad, para limitarse a retratar a una población negra pasiva que sufre a manos de los diabólicos policías blancos. Para tratarse de un hecho histórico tan complejo, la película presenta una mirada simplista que no expone nada que no hayamos visto en otras producciones sobre violencia policial. Por supuesto el tema de la segregación racial en Estados Unidos sigue vigente y los casos de gatillo fácil en ese país son noticia en la actualidad. Sin embargo, eso no convierte a Detroit en una mejor película, que lejos de incentivar una reflexión profunda e interesante echa más leña al fuego de un modo innecesario. La recreación del período histórico está muy bien y el film cuenta con sólidas actuaciones de Will Polter (El renacido) y Anthony Mackie (Los vengadores) pero el modo en que Bigelow abordó esta temática no termina de convencer. Dentro de estos proyectos que encaró basados en hechos reales sus trabajos previos fueron filmes superiores.
Apuesta maestra representa el debut como director de Aaron Sorkin, uno de los guionistas más prestigiosos que tiene en la actualidad el cine norteamericano. El escritor responsable de grandes películas como Cuestión de honor, Red social, Steve Jobs y Moneyball es un artista que tiene la habilidad de sostener íntegramente una película con diálogos ingeniosos que pueden convertir la charla entre dos personajes en un momento apasionante. Lo cierto es que cuando uno se sienta a ver una película escrita por Sorkin no quedan dudas que él estuvo detrás del guión debido a las características de su estilo. Diálogos rápidos y monólogos extendidos que suelen presentar un gran dominio de la ironía. En su primera película como realizador Sorkin retrata la historia de la famosa "princesa del póker", Molly Bloom. Una mujer que a los 26 años organizó una de las más exclusivas redes clandestinas de juego en la que participaron figuras de Hollywood como Tobey Maguire, Leonardo DiCaprio y Ben Affleck, además de empresarios importantes del mundo de los negocios. En las partidas ilegales de póker se apostaban cifras millonarias y el negocio de Bloom se complicó cuando entró en escena la Mafia rusa y el FBI. Este es el primer proyecto que Sorkin emprende centrado en un personaje femenino y en este film escribió el guión para el lucimiento exclusivo de Jessica Chastain, quien ofrece probablemente una de las mejores interpretaciones de su carrera. La actriz consigue generar empatía con el personaje y tiene muy buenos momentos junto a Idris Elba y Kevin Costner, quienes la acompañan en roles secundarios. Michael Cera es otra de las figuras destacadas del reparto y encarna a un actor de Hollywood basado en Tobey Maguire, quien no quedó muy bien parado en la biografía de Molly Bloom, que fue el material en que se basó esta película. Su comportamiento inestable y la adicción al juego que describió Bloom en varias entrevistas son dos componentes que aparecen en el rol de Cera que por supuesto tiene otro nombre. La narración de Sorkin, que parece tomar cierta influencia de Martin Scorsese y Oliver Stone, es muy dinámica y aunque la película dura 140 minutos, el director genera un interés constante por los personajes y el conflicto principal que presenta. No obstante, hay un detalle que hace ruido. Ya sea porque hoy se puso de moda que las películas incluyan un mensaje feminista o el hecho que el director Sorkin le tiene cariño a Molly Bloom, llama la atención la extrema indulgencia con la que se retrata a la protagonista. Hay un marcado esfuerzo en el relato del director para que Molly le caiga bien al espectador y por momentos Apuesta maestra parece narrar la historia de una joven emprendedora que tuvo que sortear numerosos obstáculos en el mundo corrupto de los negocios. Una visión de esta historia algo cuestionable. En la vida real Molly Bloom fue condenada dos veces en la justicia de los Estados Unidos por una causa de lavado de dinero y otra por evasión de impuestos. Nos referimos a una mujer que está muy lejos de ser una heroína noble y se enriqueció a través de actividades ilegales. Sin embargo en el cine se la retrata de un modo diferente. Salvo por este detalle de la trama y el forzado final Hallmark que no termina de cerrar demasiado, Apuesta maestra logra ser una película muy atractiva por la temática que trabaja y la labor de su protagonista.
El año pasado Un amor inseparable fue una de las revelaciones en el Festival de cine independiente de Sundance y esta semana fue nominada al Oscar en la categoría de Mejor Guión Original. La trama está basada en las experiencias reales que vivieron el comediante paquistaní Kumail Nanjani (quien se interpreta a sí mismo en el film) y la guionista Emily Gordon, encarnada en la ficción por Zoe Kazan (Ruby Sparks). La pareja fue responsable de escribir este argumento que narra el origen de su matrimonio y las dificultades que enfrentaron cuando ella enfermó gravemente. El film ofrece una comedia romántica muy entretenida que hace hincapié en el choque cultural que se produce entre las familias de los protagonistas. La historia explora con humor las tradiciones de las familias musulmanas y la conmoción que generó para los padres de Nanjani el hecho que el humorista se enamorara de una mujer norteamericana. El romance fue trabajado con bastante realismo y nunca se excede en el sentimentalismo ni las situaciones dramáticas. De hecho, la película es prácticamente una sitcom de dos horas, ya que el foco del film se centra en los diálogos graciosos. Un amor inseparable es simpática y entretiene pero no deja de ser una película más del género. Su desconcertante nominación al Oscar responde a un expresión de corrección política de la Academia de Hollywood, por el simple hecho que el film se relaciona con la cultura musulmana y los inmigrantes en Estados Unidos. La película no toma ningún riesgo con la temática que trabaja ni brinda algo original como para destacarla de un modo especial. Si el comediante Nanjani hubiera sido italiano la realidad es que esta historia hubiera terminado en la sección de comedias de Netflix. Eso no le quita sus méritos, ya que es una película decente, pero la aclamación de la prensa norteamericana para variar fue extremadamente exagerada. Para quienes busquen una propuesta dentro de este género de todos modos es una opción que se puede tener en cuenta.
Después de filmar la decepcionante Búsqueda implacable 3 en el 2015, Liam Neeson anunció en los medios de prensa su retiro del cine de acción. El actor había manifestado que se había divertido con esa serie de películas que hizo dentro del género, pero sentía que a los 65 años ya no podía ser creíble en esa clase de personajes. Durante un tiempo cumplió su promesa y retomó los roles dramáticos, donde se destacó en películas como Silencio, de Martin Scorsese, y El informante, producida por Ridley Scott. Inspirado probablemente por un generoso cheque, este año el artista regresó al cine de acción en lo que marca su cuarta colaboración con el director Jaume Collet Serra, luego de Sin identidad (2011), Non-Stop (2014) y Una noche para sobrevivir (2015), que en mi opinión es el mejor trabajo que brindó este equipo y se centraba más en el policial negro. En el caso de El pasajero nos encontramos con una propuesta que básicamente refrita el mismo concepto de Non-Stop, con la diferencia que la trama se desarrolla en un tren en lugar de un avión. Pese a esta desventaja, donde no se ofrece nada nuevo o interesante, el director aprovecha muy bien la presencia de Neeson para brindar un sólido entretenimiento que cumple con lo que se puede esperar en un estreno de este tipo. Collet-Serra tiene muy claro la clase de espectáculo que desea desarrollar y a través de un buen dominio del suspenso y las escenas de acción consigue que la película se disfrute. En la mitad del film el cineasta sorprende con una pelea brutal filmada en una sola toma que se destaca entre los mejores momentos de esta producción. Salvo por una edición rara y confusa en los primeros minutos donde se introduce al personaje principal, el resto de film está bien realizado y la trama cuenta con los giros suficientes para mantener al público interesado por el conflicto. Aunque El pasajero no sea una película relevante en la filmografía de Liam Neeson, si disfrutaste en el pasado los títulos realizados por el mismo director este estreno funciona para distenderse un rato con un entretenimiento pasatista.
En Tres anuncios para un crimen el director inglés Martin McDonaugh vuelve a demostrar su notable dominio del humor negro como lo hizo previamente en Escondidos en brujas (2008) y Siete psicópatas (2012) estrenadas hace unos años. La diferencia es que en esta oportunidad se corre del policial negro para presentar una propuesta mucho más dramática, que además aborda cuestiones sociales como el racismo y la violencia del género. Si bien el eje central de la trama gira en torno a un crimen, la película no es un thriller de misterio ni hay secuencias de acción como en las obras previas del director. La nueva película de McDonaugh ofrece una exploración profunda de la ira y el proceso del duelo, que es un elemento que une a los tres personajes principales de este relato. La madre que busca justicia por el asesinato de su hija (a cargo de una intensa Frances McDormand), el sheriff que lidia con un cáncer terminal (otra gran labor de Woody Harrelson) y el policial racista que perdió el rumbo de su vida y su oficio. Personaje a cargo de Sam Rockwell, quien vuelve a consolidar su colaboración con McDonaugh tras Siete psicópatas y la obra de teatro A Behanding in Spokane que también trabajaba el humor negro. Un elemento que en esta película genera situaciones incómodas y su tratamiento remite por momentos al cine asiático. Muy especialmente a las producciones de Japón y Corea del Sur. Suele ser habitual en esos filmes que los directores desconcierten al público (especialmente al Occidental) con diálogos graciosos o situaciones grotescas mientras se desarrolla un drama intenso que en teoría no da lugar a la inclusión del humor. Me viene al recuerdo en este momento el policial coreano Memories of Murder, de Bong Joon-ho (The Host) que es un experto a la hora de trabajar esta cuestión. En Tres anuncios para un crimen sucede algo similar donde McDonaugh inserta el humor negro de un modo efectivo en el medio de situaciones oscuras e intensas. Al realizador inglés se lo suele asociar a menudo con Quentin Tarantino y los hermanos Coen pero en este trabajo puntual creo que el film se vincula más con el estilo de las producciones asiáticas. Aunque la narración es un poco más lenta que la de sus películas previas, la trama nunca deja de ser interesante y se sostiene muy bien la con la excelente labor de sus protagonistas. En lo personal no me terminó de convencer la ambigüedad que le dio al final del conflicto y creo que la representación de las comunidades del sur de los Estados Unidos se excede en los estereotipos, probablemente por tratarse de un mundo que el director desconoce. Al margen de esas mínimas objeciones, nos encontramos ante una buena película que permite disfrutar otra vez a uno de los directores más interesantes que surgieron en el último tiempo.
Si todavía no te aburriste con la extensión innecesaria de ese gran film que hizo el director James Wan en el 2010, seguramente podrás disfrutar más la nueva entrega de la saga que explora los orígenes de la investigadora paranormal, Elise Rainer. El rol de la veterana scream queen, Lin Shaye, que ya se había destacado en las entregas previas, acá cobra un protagonismo absoluto y la labor de la actriz es lo mejor de esta propuesta. La trama desarrolla la historia del personaje al mismo tiempo que describe los eventos previos al film original que inició la franquicia. El director Gregory Plotkin, responsable de la entrega final de Actividad paranormal, abre la película con un gran prólogo relacionado con la infancia de la investigadora que probablemente ofrece los momentos más sólidos de esta producción en materia de terror. Luego su narración se encamina en un terreno más mundano con escenas de susto y recursos técnicos que estamos acostumbrados a ver en todas las películas de esta temática. No ayudó tampoco el aumento del contenido humorístico que aleja a esta producción del tono que supo darle Wan a la película original Aunque la realización de los momentos de horror están bien hechos en la película se hace evidente el desgaste de la franquicia y los temas que aborda. Es decir, si ya te aburriste con la tercera entrega, la nueva historia no te va a hacer cambiar de opinión. La última producción de la productora Blumhouse no es mala pero está destinada a entretener únicamente a los fans de esta franquicia.