Vicio propio es la historia más accesible y comercial de Thomas Pynchon, un escritor cuya obra no acepta términos medios. A sus libros los amás o los odiás con furia visceral, no hay otra salida. La recepción de sus trabajos siempre dividieron las aguas entre los lectores y sus novelas se caracterizan por presentar tramas extremadamente complejas y rebuscadas que requieren mucha paciencia. No es sencillo terminar "El arco iris de gravedad", un libro muy denso de 800 páginas que no tiene un conflicto definido, sino centenares de tramas que giran en torno a un misil alemán de la Segunda Guerra Mundial. En Vicio propio nos encontramos con la historia más simple de este autor que brinda un relato policial muy influenciado por los trabajos de Ross Macdonald con el famoso detective Archer. La trama presenta además a uno de los personajes más atractivos de Pynchon como es Doc Sportello, una loca fusión entre el Dude de El gran Lebowski y el detective Sam Spade de Dashiell Hammett. El director Paul Thomas Anderson (Magnolia) ofrece una adaptación impecable de esta propuesta literaria, a tal punto que el film tiene la misma debilidad que la novela original. Tanto los personajes como el ambiente en el que se desenvuelven son fascinantes, pero la intriga policial que propone la trama es muy aburrida y eso me parece que le jugó en contra a Vicio propio en el cine y la literatura. Uno imagina al detective Doc Sportello en manos de un autor como Elmore Leonard y el resultado hubiera sido una fiesta. En un libro de Pynchon el protagonista es simplemente un hippie simpático. Si la obra literaria se alimentaba de los relatos de Ross Macdonald, el director Anderson le agregó una pisca de Hunter S. Thompson (Pánico y locura en Las Vegas) para desarrollar un policial lisérgico que trae al recuerdo las viejas producciones de Roger Corman relacionadas con el consumo del LSD. Me refiero a películas como The Trip (1967) o Psych-Out (1968) que se convirtieron en clásicos de la contracultura hippie de fines de los año ´60 y tuvieron una notable influencia en los aspectos visuales de Vicio propio. Anderson hizo un trabajo excepcional a la hora de recrear este período histórico en el que se desarrolla la trama y en este punto encontramos uno de los elementos más logrados de la película. Por otra parte, la interpretación de Joaquin Phoenix como Doc Sportello, junto con las participaciones de Josh Brolin y un brillante Martin Short (que merecía más tiempo en pantalla), lograron hacer llevadera una historia que es bastante pobre como propuesta policial y nunca termina de convencer. A diferencia de los últimos trabajos del director, Vicio propio jugó un poco más con diálogos y situaciones humorísticas que también contribuyeron a mitigar el tedio que genera la falta de un conflicto interesante. El trabajo de los actores en definitiva terminó siendo el principal gancho de esta producción que difícilmente será recordada entre las obras esenciales de Paul Thomas Anderson.
Ya sea en la literatura o el cine, las propuestas recientes de ciencia ficción dirigidas al público adolescente se convirtieron en un gran Déjà vu. No importa si se trata de Los juegos del hambre, Maze Runner, El dador de recuerdos o Divergente, las historias que se ofrecen parecen todas iguales. En un mundo distópico, una comunidad es controlada por un gobierno totalitario y un adolescente que suele ser el "gran elegido" lidera la revolución para liberar a su pueblo. Dentro de esta invasión de bodrios juveniles, el director Neil Burger (El ilusionista) hizo un buen trabajo el año pasado en Divergente a la hora de construir un relato que trató de evitar la mayor cantidad posible de clichés . No era precisamente un peliculón memorable, pero el film se concentraba en desarrollar bien los personajes y presentaba de una manera amena el universo de ficción creado por Veronica Roth, autora de esta trilogía literaria. Si bien era más de lo mismo, la película al menos lograba ser entretenida. Lamentablemente, Neil Burger (un realizador que surgió de la agencia de publicidad de Ridley y Tony Scott) decidió desvincularse de la saga debido a que los productores de Lionsgate no le daban el tiempo necesario para preparar Insurgente como deseaba, ya que querían filmarla lo más rápido posible con el objetivo de estrenarla en marzo de 2015. Acá tenemos las consecuencias. Lionsgate reemplazó a Burger por Robert Schewentke, quien hace poco estrenó ese film horrendo que fue R.I.P.D.: Policía del más allá, con Jeff Bridges. El nuevo director retoma la historia desde el final de la primera entrega para centrar la narración de la película en una misma fórmula que se repite una y otra vez hasta los últimos 15 minutos. Tris (Shailene Woodley) y Cuatro (Theo James) huyen de los chicos malos para esconderse en algún lugar y volver a escapar cuando los encuentran. Cada vez que están punto de capturarlos aparece un personaje nuevo que los ayuda o surge una situación que impide que los villanos cumplan su objetivo. Durante casi una hora y media este es el modo en que funciona la narración de Schwentke, quien falló por completo a la hora de generar situaciones de suspenso con el conflicto que trabajaba. Si a esto le sumamos las secuencias de acción insulsas y repetitivas, los villanos acartonados (donde sobresale uno de los peores trabajos de Kate Winslet) y una historia mediocre que no tiene reparos en robar de manera burda numerosos elementos de Matrix, Insurgente es una propuesta complicada de disfrutar si no sos fanático de los libros. Tampoco ayudó la incorporación de Naomi Watts, quien lidera en la trama a un ejército de modelos publicitarios que supuestamente debería añadirle tensión al conflicto, pero nunca consigue generar interés. La verdad que es muy complicado engancharse con una historia donde la villana principal se llama Jeanine y cuenta en su poder con el arma de destrucción masiva más pedorra en la historia de la ciencia ficción. Una cajita con secretos que parece comprada en una feria artesanal de Plaza Francia. Creo que el cambio de directores dañó bastante a esta película que había presentado algunas ideas interesantes en la primera entrega. Mientras que el film de Neil Burger se concentraba en las emociones de los protagonistas y las relaciones que se formaban entre los personajes, Insurgente se enfocó en el despliegue de efectos visuales y escenas de acción genéricas que no despiertan ningún tipo de entusiasmo. Shailene Woodley y Miles Teller, lo único rescatable de este film, remaron con mucho profesionalismo una continuación hecha a las apuradas que no está a la altura de lo que fue el episodio anterior. Quedan todavía dos capítulos más que se estrenarán durante el 2016 y el 2017, debido a que la compañía Lionsgate tuvo la feliz idea de dividir el último libro de la saga en dos producciones. Algo completamente innecesario, sobre todo cuando Insurgente no genera demasiada expectativa por seguir viendo más historias con estos personajes.
Hace ocho años que Kenneth Branagh no dirige en el cine proyectos personales. Su última producción fue Juego macabro (2007), con Jude Law y Michael Caine y desde entonces hizo filmes por encargo para distintos estudios de Hollywood como Thor y Jack Ryan. La Cenicienta no es una película de Branagh, sino una producción de Disney que contó con la dirección del artistas inglés, que no es lo mismo. El cineasta que suele abordar estos trabajos con el mismo profesionalismo con el que desarrolla sus producciones independientes, en este caso brindó una excelente interpretación del clásico cuentos de hadas. El guión escrito por Chris Weitz (director de La brújula dorada) fusiona el relato infantil de Charles Perrault con la historia del film animado de Walt Disney de 1950. Esta es la trama popular que conoce todo el mundo. La versión más oscura y sangrienta de los hermanos Grimm la pudimos ver hace poco en el musical de Rob Marshall, En el bosque. Cenicienta tiene una basta filmografía en el cine, cuyo primer antecedente data de 1899 con el famoso corto dirigido por George Mélliès. Desde entonces se hicieron varias películas. Desde el musical erótico de 1977, dirigido por Michael Pataki, hasta la versión Black Power de 1997 con Brandy y Whitney Houston y la excelente producción de 1998 con Drew Barrimore ,que presentó un enfoque más realista del cuento tradicional. El nuevo film de Disney apostó a lo clásico con una propuesta que evoca a las viejas producciones live action de fantasía de esta compañía. El trabajo de Branagh presenta sus mayores virtudes en la soberbia puesta en escena donde sobresale la labor del diseñador de producción Dante Ferretti y los coloridos vestuarios de Sandy Powell, dos clásicos colaboradores de Martin Scorsese. El realizador inglés también volvió a trabajar con el director de fotografía Haris Zambarloukos, quien previamente fue parte de Juego macabro, Thor y Jack Ryan. Desde los aspectos visuales la película es extraordinaria y hay un par de escenas donde se nota claramente que Branagh estuvo detrás de las cámaras. Podemos citar la introducción de los protagonistas en los primeros 10 minutos y la secuencia del baile en el palacio del príncipe a la que el director le dedicó bastante atención. En lo que se refiere al reparto, Lily James (Furia de titanes 2) resultó una acertada elección para interpretar esta versión clásica de Cenicienta, mientras que Cate Blanchett en el rol de la madrastra y Helena Bonhan Carter como el hada madrina, también tienen algunos momentos destacados. Carter grabó una buena versión de la clásica canción del film de Disney, "Bibbidi -Bobbidi-Boo" pero no se incluyó en la trama, aunque se la puede escuchar durante los créditos finales. Afortunadamente el guión de Chris Weitz le escapó al descerebrado panfleto feminista que predicaba Maléfica, donde sólo las mujeres eran inteligentes y nobles y todos los personajes masculinos eran crueles o estúpidos. El rol del príncipe, que siempre es complicado de trabajar porque los miembros de la realeza son un bodrio, en este caso fue retratado como un héroe romántico más clásico que tiene su propio arco argumental y no está pintado en la trama como ocurría en el film de Angelina Jolie. Un correcto trabajo de Richard Madden (figura de Juego de tronos), quien le puso onda a este personaje y armó una buena dupla con la protagonista. La escena en que las ropas sucias de Cenicienta se convierten en el famoso vestido de gala seguramente le volará la cabeza a las niñas de seis años que vean esta película. El target de público que amará esta producción. En estos días donde la tendencia de Hollywood es trabajar los cuentos de hadas con enfoques más oscuros, como vimos en muchos filmes recientes, La Cenicienta dirigida por Kenneth Branagh apostó a brindar una propuesta de fantasía más clásica. Seguramente algunos le objetarán que no ofrece una visión distinta de este relato, pero esa versión ya la vimos en el film con Drew Barrimore en 1999. Salvo que Cenicienta sea retratada como una cazarrecompensas en el viejo oeste no hay tampoco demasiadas variantes para trabajar el cuento original. Con una marcada estética anti Zack Snyder (el Darth Vader de los colores en Hollywood) este film de Disney vuelve a revivir el cine de fantasía inocente y clásico que logra brindar un gran espectáculo familiar. El Dato Loco: Durante la escena del baile entre Cencienta y el príncipe se pueden observar a varias actrices de fondo que visten los clásicos trajes de gala de las protagonistas de La bella durmiente, La bella y la bestia, La princesa y el sapo y La sirenita.
Una película de terror que no tenía nada que ver con documentales falsos, fantasmas y posesiones satánicas. Si a esto le agregamos que contaba además con un reparto de buenos actores, como Olivia Wilde, Evan Peter (Quicksilver en X-Men: Días del futuro pasado), Sarah Bolger (de la serie Once Upon a Time), Donald Glover (Community) y Ray Wise (el recordado Leland Palmer de Twin Peaks), la propuesta merecía una oportunidad. Lamentablemente resultó otro fiasco del cine norteamericano que no para de ofrecer propuestas mediocres en este género. La trama es una mezcla entre Línea mortal, el clásico de Joel Schumacher con Julia Roberts, y Cementerio de animales, de Stephen King. Las referencias son más que obvias en este film que tiene un comienzo prometedor, cuando se presenta a los personajes principales y el conflicto. La idea no está mal si bien ya fue trabajada en otras películas y los protagonistas tienen algunas discusiones interesantes en la primera parte de la trama. Resucitados decae por completo a la hora de explotar el conflicto y convertir el concepto del film en una propuesta de terror. Una tarea que estuvo a cargo del director David Gelb, un cineasta que cuenta con experiencia en el género documental, pero demostró una incompetencia absoluta a la hora de crear situaciones de suspenso y tensión en la ficción. Gelber,quien hasta hace poco venía trabajando en otro tipo de cine, acá desaprovechó un buen reparto de actores y una historia que podría haber brindado mejores resultados en manos de un realizador que entendiera mejor este género. Resucitados ni siquiera tiene momentos de terror y se limita a ofrecer una serie de situaciones trilladas en materia de violencia que terminaron por convertir a este film en una propuesta extremadamente predecible y aburrida. Un fiasco más que pone en evidencia el estado de agonía en que se encuentra actualmente el cine de terror en Hollywood.
Películas como Focus generan que el cine de Fabián Bielinsky se extrañe muchísimo. Pasaron 15 años del estreno de Nueve reinas y hasta la fecha ninguna película de Hollywood o de Europa pudo presentar una historia de estafadores que supere a la producción argentina. Ridley Scott fue el único director que brindó una muy buena propuesta en el 2003 con Los tramposos, que protagonizaron Nicolas Cage y Sam Rockwell. Pese a que no estaba al nivel de Nueve reinas resultó una de las mejores historias relacionadas con estos personajes que se hizo en los últimos años. Luego del fracaso del film de M.Night Shyamalan, Después de la Tierra, Will Smith volvió un poco a sus fuentes con esta comedia de suspenso donde interpreta esos personajes simpáticos que solían encarnar en los años ´90, cuando se disparó su carrera en el cine. Junto a Margot Robbie (El lobo de Wall Street), una de las actrices más atractivas que surgieron en el último tiempo, Smith formó una buena dupla que logra sacar adelante esta producción. La historia no ofrece un gran thriller pero termina siendo muy entretenida gracias al carisma de los dos protagonistas. Una particularidad de Focus es que el 80 por ciento de la película fue filmada en distintas locaciones de Buenos Aires. Escenarios que parecen haber sido elegidos de un folleto de turismo y presenta lugares clásicos como Puerto Madero, Recoleta, Caminito, San Telmo y algunas zonas del Microcentro porteño. De todo modos son lugares funcionales a la historia. Lamentablemente a Focus le faltó un conflicto más sólido y la parte que se desarrolla en Argentina no es tan interesante como el comienzo del film que transcurre en New Orleans y ofrece mejores momentos. La estafa en Buenos Aires que involucra a los protagonistas no es atractiva y desaprovecha por completo a un gran actor como Rodrigo Santoro, quien no tuvo demasiado espacio en la trama para destacarse. La dirección corrió por cuenta de Glenn Ficarra y John Requa, responsables de una película más interesante como fue I love you Philip Morris, con Ewan McGregor y Jim Carrey. Focus si bien no está al mismo nivel cumple en brindar un buen entretenimiento y se disfruta más que nada por la dupla que formaron los protagonistas.
McFarland es la mejor película deportiva que brindó Disney desde Milagro (2004), protagonizada por Kurt Russell, que narró la hazaña del seleccionado norteamericano de hockey sobre hielo en los Juegos Olímpicos de Invierno de 1980. Desde fines de los años ´90, el estudio viene incursionando en este subgénero dentro de sus filmes live action con historias basadas en hechos reales. A partir del éxito que tuvo en el 2000 The Rookie (Dennis Quaid), Disney incrementó la producción de esta clase de propuestas que por lo general funcionan mejor en los Estados Unidos. En esta oportunidad la trama se centra en el primer equipo de corredores Cross Country de la escuela secundaria de McFarland. Una ciudad rural de California donde el 90 por ciento de la población es de origen latino. La gran mayoría de las familias viven de la actividad agrícola y tanto la ambientación como la cultura del lugar está más relacionada con México que con los Estados Unidos. En 1987 el entrenador Jim White (interpretado en el film por Kevin Costner) creó el primer equipo de carreras Cross Country de esa ciudad al descubrir que un grupo de alumnos del colegio secundario presentaban grandes condiciones para el atletismo. El film se centra en los orígenes de ese primer equipo, cuyos logros tuvieron un enorme impacto en la comunidad de McFarland. La dirección corrió por cuenta de Nikki Caro, responsable de esa gran película de Nueva Zelanda que fue Jinete de ballenas, estrenada en el 2002 En este proyecto hizo un gran trabajo con el desarrollo de los personajes y el ambiente social en el que se desenvuelven sus vidas. En ese sentido es uno de los dramas deportivos más sensibles que produjo Disney y la labor de Caro fue clave en esta cuestión. Kevin Costner presenta una muy buena labor dramática en rol del entrenador Jim White y se destaca especialmente con el discurso motivador que le da a sus alumnos al final del film, cuyo mensaje va más allá de las competencias de atletismo. Costner además formó un buen equipo con los jóvenes actores latinos que interpretan a los corredores de McFarland, quienes no contaban con experiencia en el cine. Este es otro aspecto del film donde fue importante el trabajo de la directora. Más allá de ser una propuesta muy entretenida, una característica especial de esta producción es que el conflicto se enfoca en el tema de la inclusión social a través del deporte. En este caso, un grupo de chicos que estaban completamente marginados del sueño americano y una educación universitaria, por medio del atletismo no soló encontraron una oportunidad para superarse en sus vidas, sino que además consiguieron que la generaciones posteriores tuvieran las mismas oportunidades. Un tema que no se había trabajado en otros dramas deportivos de este estudio con tanta solidez y representa uno de los ganchos más interesantes de esta propuesta. McFarland resultó una grata sorpresa de Disney y merece su recomendación.
El terror ecológico es un subgénero muy divertido que en el pasado brindó películas memorables. Por lo general se tiende a confundir bastante el concepto de estos filmes y cualquier historia de terror y ciencia ficción que se relaciona con el medio ambiente enseguida se la cataloga dentro de este estilo. El terror ecológico de verdad por lo general presenta historias donde el hombre se enfrenta a una amenaza que pone en jaque su existencia, debido a los daños que generó en el medio ambiente. En el link de esta reseña pueden ver ejemplos claros de esta cuestión. Naturaleza muerta es la primera película de horror argentina que juega con esta idea y fusiona conceptos del eco terror con el slasher ochentoso, el clásico subgénero de asesinos seriales. Yo no la ubicaría dentro del terror ecológico, ya que los villanos no son animales ni plantas, sino un grupo de psicópatas vegetarianos que matan gente relacionada con la actividad ganadera. Es otra onda. El director Gabriel Rieco comienza la narración de su ópera prima con un excelente prólogo que logra capturar a la perfección la atención de los espectadores por el dominio que presenta del suspenso. Toda la ambientación y la fotografia de esa primera secuencia es fabulosa. La presentación del conflicto y los personajes está muy bien realizada y se nota que detrás hubo un director que entiende muy bien el concepto del slasher en el cine de terror. Hacia la mitad del film la narración de Grieco cae en ciertos baches narrativos donde ese suspenso que se había generado en un comienzo pierde fuerza. Sin embargo, Naturaleza muerta vuelve a ser entretenida cuando entra en acción el pariente argentino de Leatherface. Más allá de la sangre y las persecuciones de los psicópatas, la película trabaja ideas interesantes relacionadas con la actividad ganadera y el abuso de los animales. El tema de los vegetarianos radicales es genial porque te lo podés encontrar con frecuencia en la vida real. En mi caso siendo vegetariano desde hace varios años me resultan insoportables alguno de estos sujetos intolerantes que tratan de cambiar la cabeza de la gente por la fuerza. El típico vegetariano radical, aunque no salga a matar personas como el villano de este film, te quema la cabeza con videos y fotos de animales asesinados en las redes sociales. Por otra parte, estos sujetos tienen la tendencia de creerse seres superiores frente a quienes siguen una alimentación carnívora. Como ocurre con los villanos de este estreno, la intención del mensaje que predican es positiva pero derrapan en la manera en que expresan sus convicciones. Debo destacar en Naturaleza muerta el gran trabajo de Luz Cipriota, quien resultó toda una revelación en esta propuesta de terror. La actriz lleva adelante con mucha convicción el rol principal y sorprende con algunos momentos dignos de una experimentada Scream Queen. En estos días donde el cine de horror únicamente pasa por los bodrios hollywoodenses de siempre con los fantasmas y la posesiones satánicas, el trabajo de Gabriel Grieco ofrece un poco de aire fresco a la cartelera con una propuesta entretenida.
Entrega final de la invasión de biografías que dominaron la cartelera de cine en los últimos meses. Alma salvaje es probablemente la más intrascendente de todas. En este caso se narra la historia de Cheryl Strayed, un chica que tuvo una juventud marcada por una serie de tragedias familiares y conductas autodestructivas relacionadas con el consumo de heroína. Luego de su divorcio decidió emprender sola una caminata de más de mil kilómetros en el recorrido Pacific Crest Trail, en California. Una excursión extremadamente exigente debido a los cambios de clima, que por lo general los excursionistas suelen completar en cinco meses. Un tiempo después esta chica escribió un libro donde narraba su experiencia en ese lugar a la vez que compartía su pasado tomentoso. Oprah Winfrey, quien suele recomendar cualquier cosa que incluya la palabra "espiritual" en un texto, un día lo difundió por televisión y Strayed se hizo famosa. Por alguna razón inexplicable a Reese Whiterspoon le pareció que el libro era un tremendo material para una película y así nació esta biografía que no tiene razón de ser. Alma salvaje se deja ver por las interpretaciones de las protagonistas, pero el film es un bodrio soporífero que brinda una temática trillada, previamente trabajada en producciones superiores. Podemos citar Into the wild (2007), de Sean Penn, El camino (2010), gran obra de Emilio Estévez que presentaba un conflicto similar, y más recientemente Tracks (2013), con Mia Wasikowska, que no pasó por los cines. Narraba la historia de otra chica que también se encontraba a sí misma al cruzar el desierto australiano con cuatro camellos y un perro. El desgaste de este tema le jugó en contra al film de Reese Whiterspoon y no ayudó tampoco el guión de Nick Hornby (Alta fidelidad). La película falla por completo a la hora de transmitir la experiencia transformadora que vivió la protagonista, ya que la trama se enfoca principalmente en su pasado con numerosas escenas de flashbacks que terminan por cansar. Por esa razón, los 115 minutos de duración se hacen eternos. El personaje de Whitherspoon a lo largo del film se queja del clima, conoce un par de personas y eso es todo. La manera en que el director Jean-Marc Vallée ( Dallas Buyers Club) retrató la travesía de Cheryl Strayed nunca llega a ser emotiva o inspiradora porque el foco de atención del film estuvo puesto en los flashbacks y el pasado promiscuo de la excursionista. Reese Whiterspoon está muy bien pero tampoco brindó el mejor trabajo de su carrera. Su nominación al Oscar fue una de las tantas elecciones inexplicables de la Academia de Hollywood. La única virtud este film pasa por la excelente fotografía de Yves Bélanger que le hizo justicia a los bellos paisajes del circuito Pacific Trail Crest y resulta lo más llamativo de esta producción. Para variar, Alma salvaje no le pudo escapar tampoco al clásico mensaje de espiritualidad de free shop yankee , bien Oprah, donde el autodescubrimiento y la introspección siempre pasa por hacer alguna actividad alocada. Esta cuestión está muy presente en la cultura de ese país. Parecería que para encontrarte con vos mismo es necesario escalar un montaña como Walter Mitty o experimentar una excursión extrema como la que se retrata en este film. Si bien la caminata puede darte una perspectiva diferente de las cosas, no es una condición excluyente para comprometerte a realizar un trabajo de introspección. El mensaje de estos filmes suele enfocarse en el mismo tema. Prepará la mochila y escalá una montaña que cuando volvés solucionaste todos tus problemas y sos un ser más espiritual. Luego escribís un libro y si Oprah te lo recomienda te hacés famoso y tenés tu película de Hollywood.
Después de Tarzán, James Bond es probablemente el personaje de ficción que más imitaciones y parodias generó en las últimas décadas. Desde Casino Royale (la primera versión de 1967 con Peter Sellers) hasta The Last of the Secret Agents? (Nancy Sinatra), Austin Powers, Cody Banks, Alex Rider y más recientemente Johnny English, podemos encontrar muchísimos personajes que le deben su existencia a 007. Estos son apenas algunos de los numerosos casos donde la creación de Ian Fleming tuvo una influencia importante, ya sea en la historia o la personalidad de los héroes. Kingsman, la nueva película del director Matthew Vaughn, es la más grande celebración que brindó Hollywood sobre el cine de James Bond. La trama es una adaptación de la historieta El Servicio Secreto, de Mark Millar, el autor responsable de Kick Ass, que también fue llevada al cine por el mismo realizador. En esta ocasión nos encontramos ante una situación muy especial, ya que se trata de una película que supera claramente a la versión original del cómic. El director tomó una historieta intrascendente de Millar y la convirtió en un divertido tributo al cine de Bond. Lo aclaro para que no se malinterprete. El Servicio Secreto si bien presentaba un thriller decente de acción que se dejaba leer, no era una historia apasionante que uno hubiera esperado ver en el cine. Una situación similar a lo que ocurría con Red, de Warren Ellis. Era un buen cómic, pero nadie pedía a gritos que se adaptara en la pantalla grande. El director Vaughn junto a la guionista Jane Goldman (Kick Ass, X-Men: Primera generación) desarrollaron una historia que trabaja con fidelidad la trama original de Millar, con la particularidad que le dieron un enfoque más entretenido y cinéfilo al conflicto. Kingsman está plagada de referencias a la saga de 007 y hasta se incluye una fabulosa objeción al Bond de Daniel Craig que se puso muy serio en los últimos años. Desde la primera secuencia de acción, Vaughn captura la atención del espectador con este universo de ficción que es muy atractivo por las personalidades que tienen los protagonistas. Dentro del reparto de lujo que presenta el film se roban la película Colin Firth, en su impactante debut en el cine de acción, y Samuel Jackson, en el rol de un maravilloso villano que trae al recuerdo a los viejos enemigos extravagantes de Bond, como Dr.No, Goldfinger, Francisco Scaramanga (El hombre del revólver de oro) y Karl Stromberg (La espía que me amó). Un detalle interesante del personaje de Jackson es que si bien evoca a estos grandes íconos del cine, el actor compuso un personaje muy carismático que no se limita a copiar a los clásicos villanos del pasado y tiene momentos fabulosos. Como todo buen psicópata que aspira a conquistar el mundo, Richmon Valentine cuenta además con una asesina implacable representada en Gazelle (Sofía Boutella), otro personaje extravagante inspirado por la saga de 007 con una pisca de espíritu tarantinesco. Estos personajes, junto con el rol de Firth, eran mucho más serios en el cómic original de Mark Millar y en este caso los cambios que aportaron el director y la guionista enriquecieron muchísimo a la película. En materia de acción, Vaughn se luce con varias secuencias fabulosas donde sobresale una original persecución de autos en Londres y la presentación del personaje de Colin Firth a las piñas en un pub inglés. Debo destacar también a Taron Egerton, un actor nuevo al que el director le confió el rol protagónico que está muy bien como el héroe de la trama. Sería injusto no mencionar la labor del diseñador de producción Paul Kirby (El mañana nunca muere), quien creó ambientaciones fabulosas que traen al recuerdo esos cuarteles maravillosos que solía construir Ken Adam en los filmes de Bond. En resumen, Kingsman es una película muy entretenida que fusionó a la perfección la comedia con el cine de acción para homenajear a uno de los grandes héroes del género. Una sorpresa enorme que resultó mucho más interesante que la propuesta que vendían los trailers. La verdad que Matthew Vaugh en materia de adaptaciones de cómics no defrauda para nada y con su nuevo trabajo brindó una de las mejores películas de su filmografía. El mejor estreno de esta semana que recomiendo no dejar pasar en el cine. El Dato Loco: Por segunda vez, luego de X-Men: Primera generación, el director Vaughn ambientó una escena de la película en Argentina con una locación bizarra. Al comienzo del film hay una escena donde se le informa al espectador que el lugar es una región de nuestro país, pero el paisaje se parece más a Suiza. En el cómic de Mark Millar la locación original mencionaba a esa nación europea. En este film, por razones inexplicables, se cambió por Argentina.
Mirar estrenos de terror en estos días es como acompañar a un paciente terminal mientras agoniza. Una experiencia triste y penosa donde no parece haber signos de esperanza en un futuro próximo. La decadencia que enfrenta por estos días el género creo que tiene que ver con el hecho que cada vez son menos los productores que se preocupan por desarrollar proyectos de calidad que brinden buenas historias. La gran mayoría buscan hacer filmes baratos y mediocres que les permitan tirarse a la pileta para ver si la pegan con un éxito como Actividad Paranormal. El tema es que saturan con filmes que refritan la misma fórmula de siempre. En esta oportunidad nos encontramos con otra película mala sobre posesiones demoníacas. Un hombre que perdió a su esposa en un accidente decide invocar un demonio para convencerse de la existencia del Diablo. Un proyecto tonto que no tiene sentido, pero al menos la idea revierte el conflicto de esta típica temática. Un crédito que hay que darle a este estreno. El problema pasa por como se desarrolla luego la idea. La primera mitad del film es un bodrio donde no pasa interesante y vemos como el protagonista entrevista a unos expertos en demonología. Luego cuando entra en juego el asunto de la posesión la película se convierte en el Sambódromo de los lugares comunes. Al ritmo del Tutá Tutá empiezan a desfilar en la trama todos y cada uno de los clichés clásicos que vimos centenares de veces en los últimos estrenos del género. No hay ideas creativas en la realización, ni momentos de terror o tensión que permitan rescatar algún valor técnico en este film. La películas es extremadamente predecible y hasta resulta torpe a la hora de brindar guiños a clásicos como El Exorcista. Debo destacar también que Shane Johnson, el protagonista, es uno de los peores actores que vi en este género en mucho tiempo. En la primera mitad de la historia hace un trabajo decente, pero cuando aparece como poseído su labor resulta desopilante y eso no debería suceder en una propuesta de terror. El tipo está muy sobreactuado y más que poseído parece que se hubiera tomado un pack de energizantes. La pregunta que me hago cuando terminó de ver un film de este tipo es la siguiente. ¿Se la recomendaría a alguien para que pague una entrada al cine? En mi caso no puedo hacerlo y creo que la mejor opción es esperarla por el cable, si te intriga mucho la historia, ya que no te vas a perder nada relevante.