Asesinos seriales, gángsters, narcotraficantes y estafadores. Durante 85 años Annie se enfrentó a todo tipo de criminales junto a su padrastro Daddy Warbucks en que lo representó durante más de ocho décadas uno de los grandes íconos del cómic norteamericano (ver nota). Sin embargo, la gran mayoría de la gente conoce a la querida pelirroja por el musical de Broadway y la recordada adaptación cinematográfica de 1982 que dirigió John Huston (ver nota). Una película que la prensa no trató bien en su momento, pero el publicó amó y convirtió en un clásico. En 1995 se hizo la continuación para la televisión, que no fue desarrollada como un musical y estaba más en sintonía con las típicas aventuras de Annie en la historieta. Unos años después, en 1999, Disney produjo la primera remake del film de 1982, que dirigió Rob Marshall (Chicago, En el bosque) y presentó una adaptación mucho más fiel del espectáculo teatral. Esta segunda remake concebida por Will Smith y el músico de hip hop Jay-Z es una propuesta que distorsionó por completo todos los buenos valores que tenía Annie. La nueva remake ya comienza mal desde la primera escena con la presentación pedante y soberbia de la protagonista, que no deja de ser un reflejo del ego inflado que tienen Jay-Z y Will Smith, quien concibió este proyecto para impulsar la carrera de su hija Willow. La chica luego creció mientras se desarrollaba la producción y el rol se lo dieron a Quvenzhané Wallis (La niña del sur salvaje). En la primera toma de este film se presenta a una niña pelirroja llamada Annie, quien aparece caracterizada con la vestimenta clásica del personaje del cómic. La nena casualmente es la actriz que protagonizó el musical de Broadway en los últimos años. Annie lee una composición frente a sus compañeros de la escuela y luego hace su clásico baile de tap. Los chicos la abuchean y la desprecian por considerarla aburrida y el profesor llama al frente del salón a la nueva Annie, una niña negra que se expresa como si fuera la nieta de Malcolm X e improvisa una coreografía de percusión que parece salida de High School Musical. Faltó que aparecieran en la escena Jay-Z y Will Smith y gritaran a la cámara, "la vieja Annie será un clásico pero es un bodrio que apesta , nuestra Annie es mucho más cool porque es negra". Si quisieron hacer un chiste la verdad que no salió bien y la presentación de Quvenzhané Wallis resultó bastante arrogante. No hacía falta despreciar a la vieja Annie para destacar la nueva versión del personaje. Es como si Daniel Craig en Casino Royale hubiera escupido una foto de Pierce Brosnan para dejar en claro que era el nuevo Bond. A partir de ese momento la película hay que remarla bastante, ya que como adaptación del musical es desastrosa. La trama original se desarrollaba en los años de la Depresión y esta vez el argumento se adaptó en la actualidad. Eso no es un problema y tampoco el hecho que Annie ahora sea negra. Podrían haber elegido una actriz coreana o mexicana y la película seguiría siendo mala por el enfoque que tuvo la historia. La nueva versión del musical está en sintonía con las producciones descerebradas que viene ofreciendo el Disney Channel en los últimos años, donde se les quema la cabeza a los chicos con la importancia de ser famosos en el mundo del espectáculo y las redes sociales. La bajada de línea materialista que tiene esta película es completamente irritante. La nueva Annie ahora está más preocupada por tener seguidores en Instagram que en encontrar una familia que la quiera. El mensaje original del musical expresaba que lo importante en la vida era ser feliz con las personas que te quieren sin importar la clase social a la que pertenecías. En la remake producida por Smith y su esposa Jada Pinkett la gran realización en la vida pasa por tener éxito en el mundo de los negocios de Nueva York y las redes sociales. Las dos canciones nuevas que se crearon para este film, "Opportunity" y "This City is Yours" parecen escritas por Tony Montana, donde se refuerza una y otra vez la importancia de triunfar con el único propósito de ser millonario a cualquier precio. Tendrían que haber incluido también un tema titulado "Los pobres no tienen onda" y la hacían completa. Por otra parte, las interpretaciones de las canciones clásicas resultaron una atrocidad con los nuevos arreglos musicales. Uno de los mejores momentos de espectáculo de Annie tiene lugar cuando la protagonista canta "It´s a Hard Knock Life" en el orfanato. En la película de 1982 John Huston brindó una escena maravillosa. En esta película el mismo número parece un acto escolar de primaria organizado a las apuradas. La dirección de Will Gluck (amigos con beneficios) es muy pobre y no supo estar a la altura de lo que significaba este clásico. Quvenzhané Wallis es una chica que tiene carisma y remó muy bien el personaje principal, pese a que no llega a destacarse como lo hicieron en el pasado Aileen Quinn (1982) y Alicia Morton (1999). Sin embargo, algunas escenas donde no canta y se relaciona con Jamie Foxx y Rose Byrne están muy bien lograda y representan lo mejor de este film. Foxx quedó bastante bien parado y Byrne es la figura más destacada del reparto adulto. No se puede decir lo mismo de Cameron Diaz y su infumable sobreactuación en el rol de Miss Hannigan. Uno recuerda lo que hicieron en el pasado Carol Burnett (1982) y Kathy Bates (1999) con el mismo papel y lo de Diaz la verdad que es lamentable. Me parece que el gran problema que tienen estas remakes horrendas que se hacen en la actualidad es que le presentan a las nuevas generaciones personajes clásicos completamente distorsionados, que poca justicia le hacen a las obras originales. Lo único positivo de este estreno es que va a durar un par de días en cartel y dentro de unos meses quedó en el olvido. Cuando se hable de Annie en el cine la única versión que se recordará seguirá siendo la que interpretó Aileen Quinn.
En los últimos años el cine de Alejandro González Iñárritu perdió su frescura y las historias que presentó se estancaron en fórmulas argumentales con las que el realizador se sentía muy cómodo. Aunque no hay trabajos mediocres en su filmografía, las propuestas que ofrecía en un momento dejaron de sorprender. Cuando te sentabas en el cine a ver uno de sus filmes, ya sabías que te ibas a encontrar con los personajes más atormentados que se concibieron en la historia de la ficción y que a lo largo de dos horas iban a sufrir todas y cada una de las desgracias que podría experimentar un ser humano en una vida. En sus relatos no había salvación posible ni esperanza y el mundo en el que se desenvolvían los protagonistas era completamente desolador. Aparentemente el propio Iñárritu también se cansó de hacer este tipo de películas y para su siguiente proyecto creó una obra radicalmente diferente a todo lo que había hecho en su carrera. Esta vez abandonó su zona de confort creativa, que eran los dramas intensos, y buscó un nuevo desafío. El resultado fue Birdman, una de las películas más complejas y apasionantes de su carrera. Una propuesta que no sólo se disfruta por el conflicto que propone, sino que además sorprende por el trabajo que tuvo en su realización. Un actor que en los años ´90 fue famoso por una serie de películas pochocleras intenta recuperar la gloria perdida con una obra de teatro en Broadway. Con esa premisa tan sencilla Iñárritu desarrolla un film absorbente que trae de regreso en la pantalla grande al mejor Michael Keaton de los últimos años. Un artista maravilloso que brindó películas fabulosas en las décadas del ´80 y ´90 y que en los últimos años su trabajo estuvo concentrado en producciones independientes que no llegaban a los cines y papeles secundarios en proyectos familiares de Disney. Riggan Thompson quedará en el recuerdo como uno de los mejores papeles de su carrera, donde pudo fusionar en un mismo rol su talento para el drama y la comedia. Una particularidad tan interesante de esta película es que tanto la trama como la escena final pueden tener diversas lecturas y plantea discusiones interesantes a la salida del cine. En mi caso vi a esta historia como un gran cuento sobre los conflictos internos que genera un ego desequilibrado. En la primera escena vemos que Riggan Thompson intenta seguir un camino más espiritual con la práctica de meditación e imágenes de Buda en su camarín, sin embargo, es un hombre que no puede estar en paz consigo mismo porque su ego, representado en la figura de Birdman, es más fuerte que él y lo domina por completo. Me pareció muy interesante como el film trabaja este tema a través de los distintos personajes que sufren con mayor o menor intensidad el mismo problema. Todos los individuos que aparecen en esta historia están tan centrados en sí mismos que tienen una incapacidad absoluta para conectarse sanamente con otras personas y el mundo que los rodea. La batalla constante con el ego es un tema apasionante y este film lo abordó muy bien sin tomarse todo tan serio, que es algo que le faltaba al cine de Iñárritu. En este proyecto el director jugó más con el humor y ofrece momentos fabulosos, donde sobresalen especialmente las escenas que comparten Keaton con Edward Norton. Más allá de los temas interesantes que plantea el film y el trabajo de los actores, donde se destaca también una excelente Emma Stone, el visionado de Birdman se convierte en una experiencia fascinante por el trabajo que tuvo en la realización. Iñárritu narró a la historia con varias tomas extensas que generan la ilusión que toda la acción se desarrolló en un plano secuencia. Originalmente el realizador mexicano quería hacer el film en una sola toma, pero luego cambió de idea cuando se dio cuenta que el rodaje iba a ser un infierno. Cabe destacar con nombre y apellido la labor de los editores, Douglas Crise y Stephen Mirrione, quienes hicieron una tarea brillante a la hora de realizar las transiciones adecuadas entre los distintos planos secuencia. Tambien jugó un papel clave la fotografía de Emanuel Lubezki que debía ser muy precisa para evitar que las distintas escenas no quedaran desarticuladas desde la estética y se mantuviera la ilusión de la toma única. La verdad que el trabajo que tiene Birdman detrás de las cámaras es realmente impresionante y si sos fan del plano secuencia va a tener ganas de ver este film varias veces en el cine. Si hubiera que objetarle algo a este trabajo de Alejandro Iñárritu es que la crítica que presenta la película sobre la industria de Hollywood cae en cierto discurso pretencioso donde queda la sensación que los guionistas y el director también fueron víctimas de sus "Birdmans" interiores. Por momentos el mensaje que expresa el cineasta mexicano es "todo el cine de Hollywood es una mierda, menos lo que yo hago que es el verdadero arte." Sin embargo, me quedó la duda si esto no habrá sido también parte de la sátira que propone el film sobre el mundo del espectáculo en la que los propios realizadores también terminaron incluidos. Iñárritu es un artista demasiado inteligente como para caer en ese tipo de pensamiento limitado. No sé si Birdman será disfrutada por todos los públicos, pero para muchos cinéfilos apasionados por este arte creo es una propuesta fascinante que no deberían dejar pasar en el cine. El Dato Loco: Michael Keaton comentó en una entrevista que junto a Edward Norton armaron una lista con los actores que cometían errores en los numerosos planos secuencia del director. Al final del rodaje quedaron los siguientes resultados. Emma Stone fue la artista que más tomas arruinó durante la filmación, mientras que Zack Galifianakis se destacó como el actor que menos errores cometió.
Emotivo final de la saga Tinker Bell que se despide del cine con la historia de la bestia del Nunca Jamás. Hubo niñas que derramaron un par de lágrimas en la función de prensa y también alguna colega que se enganchó con la trama de la película. La compañía del ratón Mickey tenía programado dos películas más con estos personajes pero los proyectos se suspendieron en el 2013 debido a que los productos de merchandising de la línea Disney Fairies declinaron sus ventas en los últimos años. Por ese motivo no habrá más filmes con estos personajes, salvo que el estudio cambie de planes. Cuando surgió la primera película en el 2008 recuerdo que esto me parecía una truchada pensada para explotar los personajes de Peter Pan. Sin embargo, cuando fui al cine con mi sobrina, que en ese momento tenía tres años, me sorprendí al encontrarme con una película muy cuidada en la trama y su realización que brindaba una excelente propuesta infantil. Estas producciones de John Lasetter (Toy Story) desarrollaron muy bien todo un universo de fantasía que fue creciendo con el transcurso de la saga y conectó muchísimo con el target de espectadores al que se dirigían estas historias. En general, niñas de cuatro a nueve años. Si comparamos estos filmes con otras propuestas clase B de Disney y algunas películas de animación que llegaron a los cines en el último tiempo, la saga Tinker Bell sobresale claramente por el contenido de sus argumentos. A los largo de seis entregas los guionistas jamás repitieron una misma formula argumental y presentaron historias que expandieron este universo de ficción. Por consiguiente, todas los capítulos fueron completamente diferentes. En este último episodio, el film retoma un poco el estilo de la película anterior. La trama se concentra más en el misterio y la aventura y Tinker Bell tiene un rol secundario. La gran protagonista esta vez es Fawn, el hada de los animales, a quien le cambiaron un poco la imagen para esta historia y la convirtieron en un personaje más interesante. El elemento que hace tan especial a este film es que La bestia del Nunca Jamás terminó siendo la película más emocional de la serie. Si bien no hay ningún "momento Bambi" a lo largo del conflicto, la relación entre Fawn y el monstruo está muy bien trabajada y el final puede generar alguna lágrima entre las niñas más sensibles. La verdad que en estos días donde los canales de televisión de esta compañía están plagados de propuestas de animación tontas y vacías de contenido (como Phineas y Ferb) y series live action con adolescentes obsesionados por ser famosos en el mundo del espectáculo, la saga Tinker Bell terminó siendo un bastión infantil de fantasía pura para los más chicos que estuvo en sintonía con el verdadero espíritu de Disney. Para tratarse de producciones clase B de un estudio importante, el mérito de estos filmes no fue para nada menor.
Pasaron 10 años años de la última película de Bob Esponja y durante ese tiempo el personaje demostró que está hecho de Kevlar. El dibujo fue acusado en Ucrania de destruir la institución de la familia y en Estados Unidos, algunos grupos evangélicos lo criticaron por promover la homosexualidad entre los niños. Grandes disparates que no afectaron a la serie de televisión y que los realizadores del programa decidieron ignorar. La realidad es que Bob Esponja es un personaje muy aceptado por el público infantil y logró mantenerse vigente desde 1999, un enorme logro si tenemos en cuenta la enorme competencia que enfrentó en la televisión. En el 2013 Amazon pagó 200 millones de dólares por la licencia de la serie para poder incluirla en su programación infantil. La mayor transacción comercial que se hizo por un dibujo animado. La primera película, dirigida por el creador de la serie Stephen Hillenburg, fue fabulosa y logró presentar una propuesta especial en la pantalla grande con estos personajes. La nueva producción estuvo a cargo de Paul Tibbit, quien desde hace unos años es el productor ejecutivo del programa de televisión. Bob Esponja 2 es una producción simpática que ofrece un entretenimiento ameno pero no está a la altura de lo que fue la película de 2004 . Creo que en esto tiene mucho que ver el desgaste que acarrean los personajes. Es muy difícil sostener el nivel de comicidad durante tanto tiempo y mucho más complicado todavía trasladar el concepto de un episodio de 22 minutos a una hora y media en el cine. El film no está mal pero parece un capítulo extendido con un poco más de producción. Le faltaron esos momentos de delirio bizarro que tuvo la entrega anterior como la canción de los cacahuates o el cameo de David Hasselhoff que eran maravillosos. En esta ocasión se incorporó Antonio Banderas en el rol de un pirata que parece inspirado en el viejo Pierre Nodoyuna de Hanna-Barbera y tiene algunos momentos divertidos. La gran novedad de este estreno es que durante la segunda mitad de la película, los personajes son trabajados a través de la animación computada en escenarios reales. Si bien no están mal esas escenas, tampoco consiguen solucionar las falencias de la historia. El argumento presenta una típica comedia de enredos de Bob Esponja, pero no ofrece nada especial que no se pueda ver todos los días en la televisión. Esa es la gran debilidad que tiene este estreno. De todos modos la película funciona como una opción para entretener a los más chicos durante estas vacaciones de verano.
El destino de Júpiter era uno de los grandes misterios de esta temporada de verano. Podía pasar cualquier cosa con esta película. Los hermanos Wachowski suelen generan expectativa cuando presentan un nuevo trabajo, pero en el último tiempo sus producciones recientes fueron complicadas. Primero con la infame película de Meteoro que parecía un video juego y luego con Cloud Atlas que no terminó de convencer y dividió la opinión entre los espectadores. Este nuevo film que llega a los cines creo que es lo mejor que brindó esta dupla de realizadores desde la trilogía protagonizada por Keanu Reeves. No esperen encontrar una historia de la complejidad de Matrix, ya que esto es una propuesta diferente. El destino de Júpiter está claramente orientada al público adolescente y ofrece una entretenida película dentro del subgénero de la ópera espacial. Una rama de la ciencia ficción a la que pertenecen Star Wars, la saga literaria de Edgar Rice Burroughs con John Carter (cuya influencia para variar está presente en este estreno) y grandes filmes ochentosos como Enemigo mío (1985) y El último guerrero estelar (1984) que este estreno trae al recuerdo. Los Wachowski en esta ocasión trabajaron el concepto que la humanidad fue creada en otra planeta, una típica temática del programa de History, Alienígenas ancestrales, que nunca llega a ser desarrollada en el film. La sensación que deja esta película es que los directores comenzaron con una idea y luego el proyecto se transformó en otra cosa. Esto se puede apreciar claramente en la trama. La primera parte donde se presenta el conflicto y sus protagonistas es una película y a partir del momento en que Mila Kunis viaja a otro planeta la historia se enfoca por otro camino. El destino de Júpiter no tiene la seriedad de Matrix y los Wachowski tampoco se toman tan en serio el argumento. Inclusive se permiten jugar con algunas situaciones humorísticas. Channing Tatum presenta un trabajo decente como el típico discípulo de John Carter y Mila Kunis logra llevar adelante con éxito un rol que nunca había trabajado en el cine. Celebro la participación de Sean Bean y el hecho que no lo mataran a los cinco minutos. No les voy a decir en esta reseña si tiene un final trágico en la trama, pero no podía dejar de destacarlo porque interpreta a uno de los mejores personajes de esta propuesta. En este proyecto la pareja de directores trabajaron con todos sus viejos colaboradores que fueron parte de Matrix y a nivel visual la película es extraordinaria. En estos días donde es frecuente ver un despliegue de efectos digitales mal usados que arruinan las historias con secuencias artificiales, acá nos encontramos con un trabajo de primer nivel en estos campos. Las secuencias de acción son espectaculares y se nota una vez más la enorme influencia que tiene el animé en el arte de estos realizadores. El destino de Júpiter tiene sus puntos más débiles en el guión donde los Wachowski derrapan con algunos excesos. Por ejemplo, me pareció ridículo que la mujeres de otro planeta, que se supone viven en una civilización más evolucionada, usen vestidos de alta costura y sandalias de tacos altos como si fueran modelos de Vanity Fair. Luc Besson hizo algo parecido en su momento en El quinto elemento, pero el vestuario funcionaba mejor en esa película. Otro elemento para objetar es el romance forzado entre los protagonistas que repite una falencia que presentaba el Hombre de Acero, de Zack Snyder. Los personajes no tienen tiempo de enamorarse porque se la pasan escapando de peligros y de repente en una escena se miran y ya son almas gemelas para toda la vida. No es creíble porque el argumento no les dio espacio a los personajes para que pudieran desarrollar una relación. Al margen de estas pequeñas objeciones, hay que darle el crédito a los Wachowski que por lo menos concibieron un relato original que no es una remake ni adapta ningún cómic o novela juvenil best seller. Insisto en este punto, no es una película que revolucione el género ni mucho menos, pero brinda dos horas de puro entretenimiento con un film impecablemente realizado, que además es ideal para disfrutar en el cine.
En el bosque está destinada a convertirse en una rareza del estudio Disney, como fueron La feria de las tinieblas (1983), del maestro Jack Clayton (Los inocentes), Regreso a Oz (1985), incomprendida joya de fantasía que adaptó con mucha fidelidad las historias de Frank L.Baum en el cine, o Dragonslayer (1981). Películas que desconcertaron a los espectadores en el momento de su estreno e iban a contramano de lo que el publico solía esperar de las producciones de esta compañía. El musical que se estrena esta semana no está al mismo nivel de esos gloriosos filmes mencionados pero va a generar la misma reacción en el público. En principio es importante destacar que esta no es una propuesta infantil aunque la trama se relacione con personajes clásicos de los cuentos de hadas. No recomendaría verla con niños pequeños, ya que tiene algunos contenidos inapropiados para los más chicos. La nueva película del director Rob Marshall (Chicago) adapta el famoso musical de Broadway creado por Stephen Sondheim, el responsable de Sweeney Todd, un detalle que no es menor si conocen el espectáculo teatral o vieron el film de Tim Burton. Si bien la trama gira en torno a Rapunzel, Cenicienta y Caperucita Roja la historia que se narra no es precisamente Encantada. Una característica muy interesante de este film es que que trabaja con extrema fidelidad los verdaderos cuentos de los hermanos Grimm, algo que no tenía antecedentes en el cine. Por ejemplo, esta es la primera vez que se retrata la historia original de Cenicienta, donde las hermanastras de la protagonista se mutilan los dedos de los pies para que les pueda calzar el famoso zapato dorado. En la versión de los Grimm no existe el hada madrina, sino que la heroína tiene la habilidad de hablar con los pájaros y cuenta con un rol más activo en el conflicto. Durante el desarrollo de la trama está muy presente esa oscuridad y violencia que tenían los relatos originales y que con el paso del tiempo se modificaron para ser adaptados al público infantil. Como pueden leer en la sinopsis, En en el bosque trabaja con un conflicto muy sencillo que el argumento utiliza para explorar las consecuencias que acarrean los deseos y acciones de estos clásicos personajes. El cuento enfoca su moraleja en el tema de la responsabilidad y juega también con el humor irónico y el doble sentido que están presentes en más de una escena. La película sobresale especialmente por el brillante trabajo en el diseño de producción de Dennis Gassner, quien había sido responsable de esos escenarios de fantasía que se veían en el Gran pez, de Tim Burton. En esta producción hizo una gran labor a la hora de recrear esos bosques tenebrosos y castillos que son una parte esencial de la obra de los hermanos Grimm. En materia de realización, los efectos especiales son impecables y desde las primeras escenas consiguen transportar al espectador a ese mundo de fantasía donde se desarrolla esta propuesta. Dentro del reparto, Meryl Streep, Emily Blunt y Anna Kendrick (gran Cenicienta), son las figuras que tienen los papeles más sólidos y por esa razón logran sobresalir más durante el desarrollo del film. Aunque en los pósters tiene un lugar destacado, Johnny Depp apenas tiene una breve participación de cinco minutos como el lobo del cuento de Caperucita que lamentablemente no llega a ser más aprovechado. El personaje tiene aspecto de gángster porque el actor basó su caracterización en el famoso lobo feroz de los dibujos animados de Tex Avery que presentaba una vestimenta similar. La gran revelación de la película resultó Chris Pine, quien sorprende con su desempeño en la comedia. Una veta que el actor no había explorado demasiado en su filmografía. En este film interpreta al príncipe que se enamora de Cenicienta, que cuenta con un arco argumental muy interesante, y sobresale en algunas escenas desopilantes. Ahora bien, como propuesta musical En el bosque presentan un gran concepto pero la ejecución de la idea es bastante irregular. No referimos a un musical que tiene muchos diálogos cantados pero no ofrece ningún tema memorable que quede en la mente a la salida del cine. La trama es sencilla y pese a todo el film luego resulta algo caótico con tantos personajes que entran y salen de la historia. En el tramo final del conflicto la película se vuelve un poco densa y la resolución se alarga demasiado. Dentro del género Rob Marshall tiene otros trabajos más sólidos en su filmografía. En el bosque no es una gran película musical que vaya a ser aceptada por todos los públicos, pero me parece una opción interesante para descubrir si te conectás con la obra de los hermanos Grimm y sus personajes literarios.
Continúa la invasión de biografías en la cartelera de cine. Esta semana llega a las salas la historia de Louis Zamperini, un atleta norteamericano que participó en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936. Años después, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, el deportista se incorporó en el ejército y el 27 de mayo de 1943 el avión de combate que lo transportaba se estrelló en el Océano Pacífico. Zamperini logró sobrevivir 47 días en una balsa hasta que fue capturado por los soldados japoneses. Durante el tiempo en que estuvo detenido en un campo de prisioneros, el atleta sufrió toda clase de torturas y abusos. Su historia de superación personal es muy conmovedora y se hizo popular a nivel internacional con su libro de memorias, "Inquebrantable", publicado en el 2010. La película que adapta esta historia es el segundo trabajo como realizadora de Angelina Jolie, quien presenta una enorme evolución como narradora luego de su soporífera ópera prima, In the Blood of Land and Honey (2011). Un film que no pasó por los cines locales y desarrollaba una historia de amor en el marco de la Guerra de Bosnia. En Inquebrantable se puede percibir cierta influencia del cine de Clint Eastwood, quien dirigió a Jolie hace unos años en El sustituto. La película abre con una fabulosa secuencia de acción, que tiene lugar en la Segunda Guerra Mundial, y está impecablemente realizada. En su rol de directora Angelina supo crear la atmósfera adecuada de tensión y suspenso para capturar la atención del espectador desde la primeras escenas. Algo que consigue perfectamente ya que el film luego se vuelve muy interesante por la odisea que vivió Louis Zamperini. Desde los aspectos técnicos Inquebrantable sobresale también por la fotografía de Roger Deakins, clásico colaborador de los hermanos Coen, quienes fueron guionistas de esta producción. Su nominación al Oscar por esta labor está más que merecida. El rol principal quedó a cargo de Jack O´Connell un actor que no era muy conocido y había aparecido en la primera entrega de 300, de Zack Snyder. Una curiosa elección de la directora. En este film se destaca por su interpretación y seguramente en adelante lo veremos más seguido en papeles protagónicos. Angelina Jolie hizo un gran trabajo en retratar el infierno que vivió Zamperini, pero cuando la película termina uno tiene la sensación que narró una historia incompleta y dejó afuera uno de los aspectos más importantes de este relato. En esta cuestión también tuvieron una gran responsabilidad los hermanos Coen como guionistas. Inquebrantable se enfoca demasiado en la violencia y el sadismo de las torturas que vivió el soldado norteamericano con algunos momentos que parecen inspirados por La pasión de Cristo, de Mel Gibson. Ahora bien, la historia de Zamperini no fue importante por la cantidad de golpes que recibió sino por el espíritu que tuvo para superar todos esos tormentos en los años posteriores. Su experiencia es inspiradora por la manera en que logró salir adelante en la vida y esta cuestión quedó completamente ausente en la película de Jolie. Ese es un gran punto débil que tiene en mi opinión esta producción. Durante los créditos finales se explica en varios textos los hechos que vivió Zamperini luego de la guerra pero el film nunca llega a cubrir esos temas que fueron muy importantes en esta biografía. Si bien Inquebrantable tiene sus méritos artísticos no consiguió hacerle justicia a una interesante historia de vida que va más allá de los tormentos que sufrió el protagonista.
Decepción. Eso fue lo que sentí cuando terminé de ver Búsqueda implacable 3. Una película que zafa para disfrutarla en una avant premiere o en un avión, si no tenés a mano un buen libro, pero no se destaca entre las mejores películas de acción que vimos en el último tiempo. El fiasco no se produjo por casualidad y hay razones concretas que explican esta situación. Luc Besson, productor de esta trilogía, la pifió con un par de decisiones que tomó para las dos continuaciones que se hicieron de esta propuesta. En primer lugar tenemos el problema de la dirección. La primera entrega de Búsqueda implacable fue realizada por Pierre Morel, una de las grandes revelaciones que surgieron en el cine de acción en los últimos años. Morel debutó en el 2004 con ese tremendo film de culto que fue Distrito 13 y es enemigo de hacer continuaciones de sus películas. Esto generó que Besson tuviera que buscar otros directores para las secuelas del justiciero Bryan Mills. En este caso delegó la tarea en uno de sus empleados, Olivier Megaton, quien se dedica a filmar continuaciones que le encarga el productor, como ocurrió con las películas de Liam Neeson y El Transportador 3. Megaton es un tipo que no suele tener grandes ideas a la hora de brindar una buena propuesta de acción y se limita a refritar fórmulas que desarrollaron otros directores. En el caso de Búsqueda implacable 3 se sumó un problema adicional. Como hizo Sylvester Stallone en la última entrega de Expendables, Luc Besson quiso que el público adolescente de 14 y 15 años pudiera ver la película en el cine para incrementar la taquilla y por esa razón el tono de la violencia en las secuencias de acción fue muy reducido. Por consiguiente, la nueva historia de Bryan Mills prácticamente es una película aséptica. Por momentos trae al recuerdo los viejos episodios de Brigada A. Es decir, hay tiroteos y peleas pero los realizadores se cuidaron mucho de no mostrar sangre para que no modificaran la calificación de "prohibida para menores de 13 años". Inclusive los métodos de tortura del protagonista son mucho más livianos que los que implementaba en la película original. Con una propuesta moderna en materia de realización, el primer film había evocado a la perfección las historias de justicieros que solían filmarse en los años ´70, como los clásicos Rolling Thunder (Tommy Lee Jones), El vengador anónimo (Charles Bronson) y Get Carter (Michael Caine). Búsqueda implacable 3, por el contrario, durante gran parte de la trama es un refrito mediocre de El Fugitivo, con Liam Neeson en el rol del doctor Richard Kimble (faltó que incluyeran al hombre manco) y Forest Whitaker en el papel del policía Samuel Gerard. Olivier Megaton brinda un film trillado y predecible que falló por completo a la hora de crear buenas situaciones de suspenso. Algunas escenas de acción inclusive traen al recuerdo ciertos momentos ridículos de la saga de James Bond con Roger Moore. Hay un par de escapes de Bryan Mills en esta entrega que no tienen sentido y encima después el guión hunde más la película con la explicación de esas situaciones. La realidad es que la brutalidad y la tensión que tenía la primera historia del personaje se diluyeron por completo en las secuelas y no resultaron lo mismo. Reitero, para matar el tiempo, este estreno zafa por las interpretaciones de Liam Neeson y Forest Whitaker pero es una propuesta que dentro de este género quedará en el olvido.
No deja de ser admirable la pasión de Clint Eastwood por su trabajo. A los 84 años, mientras otros colegas suyos como Gene Hackman o Sean Connery eligieron retirarse del mundo del espectáculo, él sigue gestando proyectos con su compañía Malpaso. Filmes, que por otra parte, son muy diferentes entre sí y suelen brindar historias interesantes. Algunas son mejores que otras, pero en general cuando uno se sienta a ver una película de Eastwood sabe que va a encontrar un film bien realizado. En este caso se hizo cargo de un proyecto que Steven Spielberg abandonó cuando el estudio Warner se negó a aumentar el presupuesto de 60 millones de dólares destinado a esta producción. El film retrata la vida de Chris Kyle, un soldado que se hizo famoso al ser reconocido como el francotirador más letal en la historia de los Estados Unidos, con 160 muertes registradas por el Pentágono, durante la invasión a Irak en el 2003 y la posterior guerra en Afganistán. Para los amantes de las estadísticas, si bien las cifras de Kyle son escalofriantes, hubo otros francotiradores mucho más implacables cuyas historias nunca se contaron en el cine. Casos como el de la francotiradora soviética Luymila Pavlichenko, con 309 muertes registradas durante la Segunda Guerra Mundial, su compatriota Iván Sidorenko, con 500 bajas confirmadas durante el mismo conflicto, y Simo Häyhä, el finlandés que combatió contra los soviéticos durante la Guerra de Invierno (1939-1940), quien mató a 540 soldados enemigos. Comparado con este trío Chris Kyle es un monaguillo y llama la atención que nadie trabajara en el cine estas historias que son tremendas. La biografía que plantea Eastwood es una propuesta que sobresale en los campos técnicos y la interpretación de Bradley Cooper. El director se desenvuelve muy bien con las secuencias de acción y los momentos de tensión que vive el personaje principal, pero nunca llega a profundizar los aspectos más interesantes de esta historia. Me dan gracia los medios de comunicación que intentan dejar de lado los tema políticos de esta producción como si Francotirador estuviera basada en un cómic de G.I. Joe. Una cuestión que no me terminó de convencer de esta película es que presenta una visión extremadamente simplificada del conflicto de Irak. Están los buenos, representados por los norteamericanos, que intentan salvar al mundo del terrorismo y los malvados iraquíes que parecen responder a las órdenes del Comandante Cobra. El contexto en el que se desarrolla la historia de Kyle es bastante ingenuo. En un momento Bradley Cooper le comenta a otro personaje que están en Irak para evitar que los terroristas ataquen San Diego, cuando la realidad fue muy distinta y la invasión a ese país respondió a otros intereses que no tuvieron nada que ver con el terrorismo ni los atentados del 11 de Septiembre. En un punto, esos soldados que mandaron a Bagdad para buscar las supuestas armas de destrucción masiva también fueron parte de un engaño, pero el director Eastwood decidió obviar esos temas para narrar una biografía destinada a exaltar el orgullo patriótico. La película nunca explora el contexto político y militar en el que se desenvolvió Chris Kyle, sino que se limita a retratar numerosas secuencias de acción que con el correr del tiempo se vuelven un poco redundantes. Eso sí, todas las batallas están impecablemente filmadas. La última escena de acción que transcurre durante una tormenta de arena es visualmente imponente y es donde encontramos la magia de Eastwood como realizador. Dentro del conflicto que presenta Francotirador, uno de los temas más interesantes es la adaptación de Kyle a la vida familiar luego de la guerra, que el director tampoco llega a profundizar. El personaje de Bradley Cooper enfrenta traumas psicológicos que le generaron sus acciones en el ejército, pero todo se resuelve con gran rapidez en un par de escenas. El dilema que planteaba la tarea de Chris Kyle como soldado era lo suficientemente interesante para brindar una buena película y el guión pobre de Jason Hall no logró sacarle provecho a esta cuestión. En este punto se encuentra la mayor debilidad de esta producción. Francotirador no es un trabajo completamente fallido de Clint Eastwood, pero tampoco está a la altura de otras biografía superiores que brindó en el último tiempo.
Whiplash es el segundo trabajo de Damien Chazelle, una de la revelaciones recientes del cine independiente norteamericano que será muy interesante seguir en el futuro. Su ópera prima, Guy and Madeline on a Park Bench (2009), que no pasó por la cartelera local, era una historia de amor que también estaba relacionada con el jazz. En este caso presenta otro relato sobre músicos inspirado por algunas experiencias personales que vivió en una escuela de música durante su adolescencia. Chazelle originalmente concibió esta historia para un corto que protagonizó Johnny Simmons (de la serie Bones) en el rol del tiránico profesor Terence Flechter. El corto tuvo una gran repercusión en el Festival de Cine de Sundance y en seguida atrajo la atención de una productora para expandir la trama en una película. Con una premisa muy sencilla el director brindó una historia apasionante que se centra en la intensa relación piscológica que se gesta entre un aspirante a baterista y el maestro de una prestigiosa escuela de música. Por la naturaleza del personaje de profesor, J.K.Simmons es quien viene cosechando elogios en el último tiempo, pero no hay que desmerecer la labor de Miles Teller que es estupenda. Uno lo ve en esta historia y parece que se hubiera dedicado a estudiar batería desde siempre. A los 19 años Andrew Neiman enfrenta batalla en distintos campos. Por una lado su circulo familiar que no valora sus esfuerzos y avances en la escuela de música y dentro del instituto tiene que lidiar con un maestro neurótico, violento y agresivo que maltrata a los alumnos. Lo interesante de Terence Fletcher es que no es un villano acartonado sino un hombre que intenta sacar lo mejor de sus alumnos con métodos cuestionables. Whiplash es fascinante por la relación que se gesta entre estos personajes y el retrato que hace el director de las escuelas de música competitivas, donde los alumnos buscan la manera de sacarle ventaja a sus compañeros para avanzar en los cursos. Como fan de Paul Reiser (Mad About You) no puedo evitar comentar que me dio mucha alegría encontrarlo en este film. Aunque tiene un rol secundario como el padre de Miles Teller, su personaje juega un papel importante dentro de los conflictos internos que enfrenta el protagonista . Y como olvidar a la batería que es la gran estrella de esta historia. Hay decenas de películas sobre guitarristas y pianistas, pero no recuerdo ninguna que se centrara en la pasión por este instrumento como lo hizo la obra de Damien Chazelle. Whiplash es una de las mejores películas que se encuentran actualmente en la cartelera y bien merecido tiene todos los elogios que cosechó hasta la fecha. No se la pierdan.